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Karl Marx ✆ A.d.
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Galvano Della Volpe | Este
escrito parte del tercer capítulo, dedicado al “método de la economía
política”, de la Introducción general a
los Elementos de la crítica de la economía política (1857-1858) de Marx
(1) que, si bien incompleta y póstuma, ha sido reconocida “importantísima”
aun por mi principal contradictor, el compañero Luporini. Veamos a
dónde puede conducirnos, si es razonado y justificado este superlativo
(singular por parte de un contradictor de D. V.: véase Lógica come scienza positiva, 1956,
pp. 185 y ss. y “Para una metodología materialista de la economía y de las
disciplinas morales en general”, en Rousseau y Marx,1972, pp. 121
ss.). (2)
La introducción de
1857-1858
Si por ejemplo —dice Marx— examinamos la categoría
económica de producción, debemos saber que su carácter general
o común es algo articulado o complejo, que
se diversifica en numerosas determinaciones. Algunos de estos
elementos son comunes a todas las épocas, otros solamente a algunas. Pero así
como los idiomas más desarrollados tienen leyes y caracteres en común con los
menos desarrollados, y lo que constituye su “desarrollo” es precisamente
aquello en lo que se apartan del
general común, así también las características
económicas “generales” deben ser “tenidas aparte” o separadas, a fin de que no
se olvide en favor de la “unidad” o uniformidad o generalidad, la “diferencia
esencial” o específica. En semejante “olvido” consiste la supuesta “sabiduría”
de los economistas (burgueses) que se esfuerzan en probar la “eternidad y la
armonía de las condiciones sociales existentes”: y explican por ejemplo el
capital como una “relación general, eterna, natural”: lo que es verdadero si
pasamos por alto el “carácter específico” que hace de un trabajo acumulado un
capital en el sentido “moderno”. Y, en fin, éstos tienden a “confundir y
eliminar todas las diferencias históricas”, esto
es, específicas. Pero de esta forma sucede que (véase por
ejemplo John Stuart Mill) al representarse la “producción [...]
como sujeta a las leyes eternas independientes de la historia”, en tal ocasión,
“las relaciones burguesas [de producción! vienen interpoladas muy por
debajo, como inmutables leyes naturales de la sociedad en
abstracto, es decir en general". Y así éstos caen
continuamente en tautologías no meramente formales
sino reales: "Toda producción es apropiación de la
naturaleza por parte del individuo dentro y mediante una forma determinada desociedad". En
este sentido, es una tautología decir que la propiedad [=
apropiación] es una condición de la producción [= apropiación]: pero resulta
ridículo saltar de esto a una formadeterminada de propiedad privada
[moderna, burguesa]“. (Esto entiende quien dice: 1) que es una conclusión ridícula
porque es inútil definir esa forma de propiedad determinada,
específica e histórica, que es la propiedad burguesa, diciendo que ésta es
condición de la producción o apropiación en cuanto es propiedad, apropiación,
cayendo así en una tautología de lo real que es lo que se desea
explicar; 2) que tal conclusión es inútil por tautológica, y por lo tanto
cognoscitivamente estéril, no es sino el resultado opuesto de una hipótesis: y
esto por haber sustantificado apriorísticamente, es decir, haber
asumido comorealidad, una idea demasiado abstracta como lo es el concepto
más indeterminado de producción como producción de la naturaleza, de modo que
éste incluya en sí la misma producción moderna,
burguesa, trascendiendo así las específicas determinaciones de ésta:
o por haber, en fin, como dice Marx, interpolado, o sustituido,
el sentido específico de las relaciones burguesas de producción con el concepto
más indeterminado posible de producción, del que se habló anteriormente,
preconcebido como ley natural eterna de una sociedad económica en
abstracto; 3) que tal resultado-contrapuesto de apriorismos e hipóstasis
es la prueba del materialismo histórico, de la objetividad
de lo real con sus contradicciones, etc. (ver en Lógica, cit., pp.
141 y ss., el postulado gnoseológico, crítico, de la materia).
Por lo tanto —continúa Marx— es necesario seguir
un método “científico correcto”: es decir, antes que nada proceder por
abstracciones (sin las cuales no es posible el pensamiento ni el
conocimiento) partiendo de lo “concreto”, del “sujeto real”, que, en
este caso, es una sociedad determinada”, histórica. Pero si bien lo “concreto”
es el verdadero punto de partida de la observación y de la concepción, éste se
presenta todavía en nuestro pensamiento cómo un “proceso de síntesis”,
como un “resultado” y “no un punto de partida”: lo concreto, en efecto, es tal,
en cuanto es un “conjunto de muchas determinaciones (algunas generales o
comunes a otras épocas, otras específicas o propias de
la experiencia de la modernidad o del presente: véase
supra) y por lo tanto unidad de lo múltiple”. Si por ejemplo, para
explicar el completo proceso social de producción, partimos de la población
como su base, sin tomar realmente en cuenta las “clases”, los elementos
históricos específicos, presentes, que lo constituyen, como trabajo asalariado,
el capital, etc., sino que comenzamos con una
“representación caótica de la totalidad” y llegamos mediante un
análisis gradual, a conceptos cada vez más simples, actuando de esta forma
procedemos de un “concreto imaginario” a una abstracción siempre sutil
o generalidad,hasta llegar a las abstracciones simplísimas como
la división del trabajo, la moneda, el valor, etc. Este es el método seguido
por la metafísica (o apriorismos) de la economía política, burguesa; “método
por el que la total representación concreta se volatiza en una
definición abstracta (en sentido negativo). (Entiéndase que
para Marx el “volatilizarse” de la representación no significa un
aniquilamiento kantiano de ésta sino el ser “caótico” “imaginario”,
indistinto, su contenido; esto que se volatiliza en la definición
abstractísima, apriorística, es el valor cognoscitivo de la
representación, no el contenido, la materia de ésta: y esta
presencia quand-même o permanencia del contenido o materia en el
concepto a toda costa, aún, lo sabemos, a pesar de estar el contenido viciado,
subrepticio, indigerido,por dichas tautologías reales, que antes
mencionamos, se explica, veremos ahora, con la necesidad del círculo
metodológico concreto-abstracto-concreto: es decir el círculo metodológico
materia-razón revelador del postulado gnoseológico de la materia
en Lógica,cit).
Pero si —continúa Marx— habiendo arribado a las
abstracciones más simples, como la división del trabajo, el valor de cambio,
etc., “rehacemos el camino a la inversa yregresemos a la población” y
“esta vez no como a una caótica noción de un todo, sino como a una rica
totalidad [= unidad] de muchas determinaciones y retaciones”, esto es
(entiendeMarx) considerada en su carácter histórico
presente; actuando de esta manera, seguimos al “método correcto”, por el
cual “las definiciones abstractas” [pero no más en el sentido negativo, no más
apriorísticas, fundadas sobre el continuo "retorno" a lo
"concreto" como tal o "unidad múltiple"] conducen a
la reproducción de lo concreto en el curso
delpensamiento” (sabemos que sin definiciones o abstracciones no existe
tal pensamiento). Por lo tanto “ilusión” de Hegel fue “el considerar
lo real como resultado (…) de un pensamiento que se mueve de por sí en sí
mismo”, donde “el método de ir de lo abstracto a lo concreto es el
único modo de pensamiento para adueñarse de lo concreto [o real], de
reproducirlo como un concreto mental”, de tal forma que “las leyes enunciadas
por un razonamiento abstracto que vaya de lo más
simple a. lo más complejo [o concreto] corresponden al
proceso histórico-real”.
Ahora, esta, digamos, puesta a punto histórica
(experimental) de las categorías (económicas en el caso que se trata), en la
que se realiza el método del círculo
concreto-abstracto-concreto, no significa del todo, se entiende, que
se deban aceptar las categorías “en la sucesión en que fueron factores
determinantes en el curso histórico”, lo que sería “inoportuno” y “erróneo” [y
por consiguiente el simple "análisis histórico", del que habla el
amigo Paci a propósito de la "génesis de la situación
presente", está muy lejos de ser suficiente para la solución marxista,
materialista, del problema, capital para el método, del sentido de la relación presente-pasado, del
que depende el sentido de la relación práctica presente-futuro], si bien “su
orden de secuencia está determinado sobre todo por la relación que tiene
una categoría con la otra en la sociedad moderna [idest: presente]burguesa:
orden que es exactamente lo contrario de lo que parece ser su curso
natural o de lo que corresponde al orden [cronológico] de su desarrollo
histórico”. Por consiguiente, “no se trata del lugar que ocupan las relaciones
económicas en la sucesión de las diversas formas de sociedad”
y “mucho menos de su orden de secuencia en la idea, como lo
entiende Proudhon”, y más profundamente lo entiende Hegel (ver
la Miseria de la filosofía); sino que se trata de “su
orgánica relación en el seno de la moderna sociedad burguesa”. Como
se ve ya en la elaboración “correcta”, “científica”, aunque esquemática, de las
categorías económicas burguesas-modernas del trabajo en
general (o sans phrase) y del capital. En cuanto a la primera,
es de notarse que sólo cuando “el trabajo llega a ser el medio, no sólo en el
pensamiento de (Adam Smith) sino en la realidad, de producir la riqueza
en generar y “tal estado de cosas se desarrolló al máximo en
la más modernasociedad burguesa, en los Estados Unidos de América”, donde
la abstracción que es la categoría trabajo-en-general “llega a ser por primera
vez prácticamente verdadera”, y sólo entonces la categoría (o teoría) smithiana
del “trabajo sans phrase” se convierte en el“punto de partida de
la economía moderna” y elimina las categorías precedentes o teorías
del trabajo (sobresaliendo, el “trabajo agrícola” fisiocrático y el
“trabajo-comercial manufacturero”) correspondientes en efecto a “las diversas
especies de trabajo, de las que ninguna de ellas predomina más”: esto significa
que el valor de antecedente histórico —y no de simple precedente cronológico—
del moderno capitalismo está constituido únicamente por la capacidad de
“conexión orgánica” de esta categoría smithiana “dentro de
la modernasociedad burguesa”, es decir, por los problemas
(“autocritica de la sociedad burguesa”) que caracterizan
la experiencia o el presente de ésta; en otros términos,
está constituido por la homogeneidad de la solución smithiana con la
problemática más moderna del capitalismo, y por lo tanto de su funcionalidad para
la solución de ésta. (3) Pero así
—concluye Marx— “la abstracción más simple, la abstracción
que constituye la culminación de la doctrina económica moderna, y que expresa
una relación bastante antigua y válida para todas las formas de sociedad, se
muestra, no obstante, solamente por este modo suyo de abstracción [histórica,
específica, determinada] prácticamente verdadera como categoría de
la sociedad más moderna”: es decir, “el ejemplo del ‘trabajo’ nos
muestra de modo convincente que aun las categorías más abstractas, a
pesar de su validez, en virtud de su abstracción, son también por
la precisión de su abstracción, igualmente, para cada
época, el producto de las relaciones históricas y poseen
su plena validez solo en relación a estas y en el ámbito de éstas”. Y
así —ejemplifica finalmente Marx a propósito de la otra categoría
fundamental- en la economía del medievo el capital mismo, exceptuando la
moneda, tiene, en su forma de instrumento tradicional productivo, el carácter
de propiedad territorial, mientras “ocurre lo contrario en la sociedad
burguesa”, en la que “la agricultura se transforma cada vez más en una simple
rama de la industria y es dominada completamente por el capital”: es decir, por
el elemento dominante que es “el elementosocial, históricamente creado”,
donde “si no se puede comprender la renta territorial sin
elcapital, se puede comprender el capital sin la renta”, pero tal
elemento, el capital, “debe constituir el punto de partida y
llegada y debe ser explicado antes que la propiedad territorial”, pero sólo
“después de que ambos hayan sido considerados separadamente,deberá
examinarse su relación recíproca (aquí todavía se puede ver cómo el nexo de la
relación presente-pasado es sugerido por un orden “inverso”
o diverso del cronológico de las categorías económicas en
cuestión, porqué el orden escogido por la
moderna o presentenecesidad histórica, o necesidad de
la experiencia, de entender, en el problema en cuestión, el fenómeno
del capital para poder explicar la propiedad y todo lo demás: véase el
parágrafo sig., letras c y q 3).
Contradicción
objetiva y dialéctica
Este es, en sus lineamientos principales, y con el mínimo
indispensable de aclaraciones, el núcleo que constituye
la Introducción del 57-58, ¿Cuál es el sentido latente y profundo de
este esbozo nada menos que del método conjunto de El capital y del
materialismo histórico? La extraordinaria importancia de los problemas que éste
(y con él la Critica a la que nos introduce) plantea no escapó a
la Gran enciclopedia soviética, que en la engelsiana palabra Dialéctica dice
que “el método lógico de Marx en su crítica de la economía
política no es otro que el método histórico, despojado solamente de
su forma histórica [pero léase: cronológica] y de toda accidentalidad
perturbadora [léase: irracionalidad]“. Una explicación completamente
inadecuada porque deja en la obscuridad del sentido y alcancé de “la
accidentalidad perturbadora”, es decir, de lo cronológico-irracional
por eliminar en y por un sano método materialista: ¿debe acaso eliminarse todo
elemento cronológico? Evidentemente no, si se quieren evitar los peligros del
método hegeliano, que es un verdadero despojo (intencional) de
“accidentalidad”, perturbadora o no, a pesar de su pretensión de ser un método
de la dialéctica histórica (el defecto de Hegel está en haber
concebido a esta última en los términos de un sistema de conceptos puros y de
sus “opuestos”, en cambio, su mérito, que nunca debe olvidarse, está en haber
planteado el problema de la relación orgánica entre razón, o conciencia de la
contradicción, y curso histórico): Por lo tanto, ¿qué elementos (o precedentes)
cronológicos deben eliminarse ycómo? En otros términos, ¿cómo conciliar
la historicidad sustancial del método con
su no-cronologicidad o idealidad, es decir, permaneciendo un método lógico? (Cuestiones
que suenan extrañas, es inevitable, a la mentalidad marxista todavía
ochocentesca, hegelianizante cuando no evolucionista, o quizá la una y la otra
a la vez: pero nos parece que de esta manera se ha perdido gran parte de la
originalidad revolucionaria del método materialista-histórico y de la relativa
concepción del mundo).
Un esquema de
respuesta
Ahora, en los límites de esta oportunidad, un intento de
respuesta a las cuestiones señaladas anteriormente puede ser esquematizado como
sigue:
a) que, asumido para evitar el inconveniente hegeliano
de la hipóstasis, el método del círculo concreto-abstracto-concreto (de
inducción-deducción), el pensamiento abstrayente-reproductor (de lo real), que
se expresa en dicho círculo, se dirige —como todo pensamiento que se precie de
serlo— a la investigación de las razones o causas: de lo concreto de que, en
este caso parte: y siendo este punto-de-partida —o presente—
elresultado de un proceso histórico, la investigación de razones o causas
se puntualiza como una investigación de antecedentes históricos o sea de lo que
existe —en este resultado que es lo concreto o punto de partida presente— de
“genérico o común con otras épocas”, lo cual debe ser preliminarmente
“separado” o distinguido —como precedente— del presente
problemático por su especificidad o peculiaridad (debida a lo económico o
material o discreto que está en la infraestructura);
b) que, no obstante, dado que no todo elemento
cronológico precedente puede ser antecedente-causa o antecedente histórico del
presente o específico, sino sólo puede serlo aquel precedente que no sea
accidental para el presente y sus problemas y sea por lo tanto
antecedente lógico del consecuente-presente (que debe en efecto,
veremos, transformarse, prácticamente, no en crónica sino en historia futura),
se deduce que el método de este pensamiento del presente problemático, que está
en la investigación de antecedentes-causas o razones de éste para resolver la
problemática, será un método lógico adecuado a su fin sólo siendo,
sí, un método histórico despojadode elementos cronológicos precedentes,
no indiscriminadamente sino sólo de aquellos elementos cronológicos
que son en realidad accidentales o
sea in-esenciales eirracionales con relación al
presente y que, en fin, no concurren a explicarlo ni por lo
tanto son homogéneos a la solución de sus problemas peculiares;
c) que, en consecuencia, este método de pensamiento
sobre el presente problemático es un método de eliminación de los precedentes-
irracionales y, por lo tanto, deelección (u “orden inverso”, diverso) de
los precedentes que son válidos como antecedentes lógicos e históricos del
consecuente-presente, que en cuanto tal los utiliza, es decir, los desarrolla y
cambia su valor al convertirlos en notas de aquellos conceptos o criterios que
son usados para resolver sus problemas peculiares, nuevos;
d) que cuanto precede conlleva: 1. que los criterios
usados por semejante método de pensamiento sobre el presente son abstracciones
“determinadas” en cuanto válidas, lo sabemos, en el ámbito de las “relaciones
históricas” constituidas por lo específico y sus causas (¡no son lo
“imaginario” de la sola Razón!): por lo tanto, son conceptos históricos-ideales
(el “trabajo”, etc.), mas ya científicos en cuanto exentos de la indeterminación
o generalidad de los conceptos metafísicos; 2. que su cientificidad se precisa
en su capacidad de servir (por su origen y, diremos, vocación histórica) como
criterios experimentales y precisamente como criterios
modelos de la acción y del acontecimiento, siempre determinados por
definición: de servir, en fin, como los
criterios operativos presentados por Marx en las Tesis
sobre Feuerbach: porque, si es verdad que “es en la praxis donde el hombre debe
probar la verdad” de sus concepciones (segunda tesis), y si es verdad que lo
importante no es, como lo han hecho hasta ahora los filósofos, “interpretar” el
mundo, sino “transformarlo” (undécima tesis), entonces los criterios o
conceptos o abstracciones correspondientes a tal finalidad, no pueden ser las
abstracciones indeterminadas o genéricas o apriori o (presuntas)
metahistóricas, sino sólo las abstracciones adecuadas a la historicidad o
determinación propias de la praxis (la única que puede transformar el
mundo): es decir, las abstracciones practicas u operativas en
cuanto determinadas; 3. que la cientificidad de tal abstracción se
manifiesta toda en su carácter de hipótesis: es decir, en que su normatividad
(de criterios idest de criterios de valor) no es categórica o relativa
en cuanto expresa instancias histórico-racionales: por lo tanto, en que su
validez o verdad es verificable por su resultado histórico
(cfr. Lenin, en Materialismo y empirocriticismo, II, 6, p.
145: “Pero como el criterio de la práctica —es decir,
elcurso del desarrollo de todos los países capitalistas en los
últimos decenios— no hace sino demostrar la verdad objetiva
de toda la teoría económico-social de Marx en general, y no de ésta o
la otra parte, fórmula, etc., está claro que hablar aquí de ‘dogmatismo’ de los
marxistas es hacer una concesión imperdonable a la economía burguesa”: es
decir, a una economía efectivamente dogmática en cuanto especulativa o
contemplativa) : esto y no otra cosa es el galileismo moral del
marxismo, implicado ya (no olvidarlo) en las Tesis sobre Feuerbach y
aplicado después en El capital, en la crítica de la economía
política; (4)
e) que, no obstante, es obvio que las susodichas
abstracciones científicas no tienennada de repetible (a diferencia de los
conceptos o leyes o tipos de las ciencias naturales): es obvio, ya que se trata
de abstracciones históricas en su contenido y en su finalidad y por
todos es sabido que lo que es histórico jamás se repite o jamás se representa
idénticamente (alarma muy superflua del compañero Badaloni, a quien
ruego me indique en cuáles de mis escritos se encuentra, intencionadamente, el
término “repetible”): sin embargo, también es necesario explicar (cosa que
tampoco, esta vez, hacen mis vivaces contradictores) lo que de permanente y de
normativo tienen (en el ámbito, ciertamente, de las determinadas “relaciones
históricas” las llamadas abstracciones, y que las convierte después en
criterios modelos o tipos, etc.: lo que se explica con
la continuidad del pasado histórico en función del presente
histórico y de sus problemas, como se vio antes (es previsible que al menos la
sombra de la muy cómoda teoría de una especie de heraclitismo de la historia,
debida aRickert-Croce y Bergson, etc., influyó en las
intenciones polémicas de mis críticos, especialmente si son compañeros);
f) que, manteniendo cuanto precede, debería también
aclararse el sentido de lacontemporaneidad materialista
o practica de la historia (sentido ya implícito en b): como un
producir la historia futura mediante la realización de las instancias de un
presente que asume y desarrolla en sí la historia pasada, a cuya finalidad está
bien precisar cuanto sigue: 1. que la estructura de dicha contemporaneidad
histórica está constituida por los llamados criterios-modelos en cuanto son
abstracciones o conceptos o bien géneros históricos o determinados, operativos
e hipotéticos y no repetibles; 2. que esto está comprobado por una
confrontación, aunque rápida, con las concepciones en curso sobre la
contemporaneidad histórica, como la hegeliana-crociana y la supuesta materialista
de Lukács-Sweezy: en cuanto a la primera, debe notarse que, fundada sobre
el concepto metafísico del “eterno presente” de la autoconciencia de la Idea —o
Espíritu—, cierra, con sus hipóstasis, la
historia: Hegel, ayer con la hipóstasis de la Libertad autoconsciente
en el mundo germánico o sistema del Idealismo absoluto;Croce, todavía hoy,
con la hipóstasis de la Idea liberal (“La idea liberal quiere la
libertad para todos”, pp. 30-1 de La idea liberale, 1944): Croce se
contradice completamente cuando opone a Hegel la conocida conclusión
de la Filosofía de la historia (“Hasta aquí está unida la conciencia
en el propio desarrollo”) diciendo, al final de la Teoria e storia della
storiografia, que Hegel “no tenía el derecho de decirlo
porque su desarrollo, que iba de la inconciencia de la libertad a la plena
conciencia de ésta en el mundo germánico [... ] no admitía
continuación” ( ¡como si la llamada hipostatización o absolutización
crociana de la libertad política o democracia parlamentaria no vetase
también —dada la congénita indiferencia de esta última a las instancias
sustanciales de una democracia social— toda continuación del desarrollo
histórico!): donde los llamados criterios determinados y operativos, en los que
se articula la contemporaneidad materialista o práctica de la
historia, provocan, por definición, la continuación del desarrollo
histórico, la transformación del mundo, como por ejemplo los criterios de
“trabajo”, de “capital”, de “lucha de clases”, de “dictadura del proletariado”,
de “democracia social”, de “legalidad socialista”, etc. (v. parágrafo g) 3; por
lo que respecta a la segunda concepción, la del “presente como historia”
deLukács y Sweezy, baste observar que ésta, olvidando el
problema de las raíces del presente, peligra de perderse en un presente
abstracto, irreal e impotente;
g) que, finalmente, el problema que pretende resolver
cuanto precede —el problema de la contradicción objetiva y de la dialéctica que
la “reproduce” y domina— puede afrontarse en estos términos: 1. afirmando el
concepto de que lo concreto, por ejemplo una sociedad determinada, se presenta
al pensamiento, que parte de éste, como un proceso de síntesis, como un
resultado, en cuanto es un conjunto de muchas determinaciones, algunas comunes
a otras épocas, otras específicas del presente, y que es por lo tanto
“unidad múltiple”: a cuyo propósito debe advertirse que el concepto se
definió —en cuanto lugar de contradicciones objetivas— no ya como unidad de
opuestos, o sea de una genérica diversidad momentánea, como lo es la
Idea hegeliana, unidad originaria indiferenciada, que parte de ella, como
Naturaleza, para regresar a ella misma como Espíritu, si no (ya que lo concreto
o real no es “racional” en este sentido) como la unidad de una multiplicidad o
diverso efectivo (lo discreto que es la materia); 2. Precisando que —si por
consiguiente las contradicciones objetivas son
contradicciones diversas, materiales, determinadas, históricas, y por
lo tanto la contradicción objetiva es permanente y no transitoria y aparente como
la hegeliana, que no es, repitámoslo, sino “momento” de una unidad (la idea)
místicamente preconstruida, que así como lo crea así lo absorbe —la única
dialéctica capaz de reproducir, la contradicción objetiva en el pensamiento no
puede ser otra que una dialéctica de abstracciones determinadas,
o científicas (ya Marx habla sobre la necesidad de una
“dialéctica científica” en la Miseria de la filosofía), en cuanto sólo
este tipo de abstracciones es idóneo para descubrir y dominar las
contradicciones materiales y determinadas, y permanentes, de lo concreto y
real (Lenin contradice el leninismo cuando se le ocurre, en
los Cuadernos filosóficos, hegelianizar al punto de aceptar como
“esencia” de la “dialéctica” el “desdoblamiento de lo uno [¡presupuesto por consiguiente!]
y la conciencia de sus partes contradictorias”); 3. concluyendo que la
dialéctica científica es el alma de la contemporaneidad práctica de la
historia, cuya estructura está constituida, lo sabemos, por los
criterios-modelos operativos y no-repetibles —o abstracciones determinadas— que
producen una unificación o precisamente, siempre es determinada o histórica, y
por lo tanto producen una unidadprogresiva: que es ésta la dialéctica como
ritmo —no imaginario o místico— denegación y conservación conjunta (la
continuidad-revolución histórica): es por ejemplo el capitalista “trabajo en
general” escogido (entre todos los precedentes tipos de trabajo)
y convertido —dentro de la síntesis histórico-ideal que es el
criterio-modelo marxista del trabajo— en “trabajo social” y “medida del valor”,
etc.: y que la dialéctica, finalmente, es en la y de
la abstracción determinada, que de esta forma descubre, o “reproduce”, y
domina progresivamente las contradicciones objetivas (puede ser interesante,
desde el punto de vista lógico, comprobar —en esta abstracción
determinada íntimamente dialéctica— la presencia de una identidad, o
determinación, tauto-heterológica o sea racional: y comprobar por ende la
confirmación del círculo metodológico de la materia o discreto, es decir de la
instancia radical de la identidad o determinación, y de la razón
o continuum, o de otro modo de la instancia radical de la
auto-heterología o sea pronunciamiento contemporáneo-instantáneo de lo mismo y
de lo otro, en fin, de las oposiciones más generales en su unidad; lo que no
debería sino significar el círculo metodológico marxista de lo
concreto-abstracto-concreto —o bien, conforme una intención engelsiana, de
inducción-deducción— explicitado en su totalidad: cfr. Lógica, cit.,
II-IV).
Democracia y
socialismo
Para concluir verdaderamente el escrito, pasemos (por un
momento) a la aplicación actualdel antes citado principio de la
abstracción determinada. Consideremos el problema político moderno por
excelencia: el problema de las posibles relaciones entre democracia y
socialismo en Italia, en Europa, en los países del capitalismo avanzado. ¿Qué
luces puede darnos a este propósito nuestra doctrina clásica? Limitándose
a Lenin, él nos da un concepto de democracia que se identifica
exactamente con el de “dictadura del proletariado”: El Estado y la
revolución, V., 4: (5) “…al llegar a un cierto grado de desarrollo
de la democracia, ésta, en primer lugar, cohesiona al proletariado,
la clase revolucionaria frente al capitalismo, y le da la posibilidad de [...]
hacer desaparecer de la faz de la tierra la máquina del Estado burgués, incluso
la del Estado burgués republicano, el ejército permanente, la policía y la
burocracia, y de sustituirlo por una máquina más democrática [...]
bajo la forma de las masas obreras armadas, como el paso hacia la
participación de todo el pueblo en las milicias. Aquí la cantidad se transforma
en calidad [nada más que una de las acostumbradas "coqueterías"
dialéctico-hegelianas, como lo habría dicho Marx, para confrontar de
alguna forma con la todavía más inocua que se encuentra en el pasaje
marxista... sobre el valor de uso y el valor de cambio, citado con grata
compunción... contra Hegel por el compañero Gruppi; mas el
hecho es que el mérito de los resultados en cuestión está, pues, en el rigor
del uso de la "dialéctica científica"]; llegando a este momento,
la democracia rebasa ya el marco de la sociedad burguesa, que
comienza a transformarse en una sociedad socialista”.
Es evidente que una concepción semejante de la democracia
(no obstante sus méritos históricos y teoréticos bajo otros aspectos) no puede
ser criterio teórico-práctico para quien hoy luche por la democracia y el
socialismo en los países capitalistas fuertes —como no lo fue ayer para
nuestros dirigentes políticos, quienes, con notables méritos, supieron, por
otra parte, salir con honor, de un impasse como el constituido por la
susodicha concepción revolucionaria, pero nada funcional de la democracia, por
un lado, y del reformismo social-democrático alienado del Estado-de-derecho,
por el otro (añádase que la llamada concepción de la democracia ha sido
superada hoy, en la URSS, por la legalidad socialista.Sobre esto
ver el cit. Rousseau y Marx). Es verdad que la democracia no sale del
marco de la sociedad burguesa solo con la dictadura del proletariado, sino
que sale de los límites históricamente rigurosos del marco institucional
burgués cuando se establece una sociedad en la que el criterio de los derechos
del trabajo contrasta dinámicamente —tramita reformas de estructura—, como
criterio del orden social, con el criterio de los derechos de
lapropiedad, y es así restaurado el principio de
los méritos personales, y por lo tanto, también el valor
creativo de la persona humana en general, sobre el que se edificó,
sí, la misma sociedad burguesa, pero reduciéndola históricamente
a privilegio de una clase: a los méritos-derechos de
los poseedores. Una democracia social post-burguesa, por
consiguiente, que no es ya una democracia
puramente política, burguesa histórica, y que está ciertamente muy
lejos de la democracia propia de un Estado de legalidad socialista, cuyo
presupuesto es la destrucción de las relaciones burguesas (de producción), pero
que tiene en sí, ni más ni menos, la virtualidad de una democracia socialista,
porque lucha (con los medios permitidos por una difícil situación de tránsito)
por el principio (igualitario) de lacatolicidad o universalidad de
los méritos personales que, bajo la forma de una igualdad
universal antiniveladora, es decir, mediadora de personas,
triunfara, ni más ni menos, solamente en la sociedad comunista (ver el
cit. Rousseau y Marx).
La formulación funcional del criterio de tal
democracia social presupone la elección y laconversión del
antecedente histórico democrático-burgués del igualitarismo russoniano de los
méritos personales (6) —y no del exhausto precedente burgués-kantiano
antiigualitario— por parte de y según la exigencia
problemática clasista-proletaria actual (y dentro de tal proceso
teórico-práctico bien definido podrá articularse el criterio gramsciano de la
“hegemonía”).
Precisamente, a propósito de la presente constitución italiana
(a la que antes me referí indirectamente en “Mondo nuovo” del 22 de
abril del presente año), nuestro serio compromiso de luchar por su aplicación
hasta el final implica también (si no particularmente) una clara conciencia no
sólo de lo que significa el Estado-de-derecho en el que se
inscribe esta constitución (es decir: la negación de toda discriminación
política y confesional entre los ciudadanos: lo que, ciertamente, también nos
interesa en general: aunque es necesario evitar confusiones y equívocos); sino
también lo que significa tal inscripción —de desarrollos de
motivos democráticos igualitarios o sociales (que es de
particular y directo interés para nosotros) en el cuerpo de la
democracia política. Porque es obvio que si por defender el Estado-de-derecho
—no con la ley-engaño anti-sufragio universal del ’53, et
sinmilia, sino incluso con la supresión de las diferencias ideológicas
entre Rousseau y Kant (reduciendo el primero al segundo,
que es el teórico máximo del Estado-de derecho)— nos respetan nuestros
enemigos, por defender el aspecto de democracia social, que por mérito
principal de nuestro partido se incluyó en la actual constitución, debemos
nosotros mismos respetarnos y lograremos mucho más si tenemos claras las
razones especificas, histórico-ideales, por las que debe
distinguirse una democracia que tienda hoy al socialismo, de la democracia
parlamentaria o política. Todavía es necesario pensar mediante abstracciones
determinadas, específicas. Se regresa a laIntroducción del 57-58, a las
densas sugerencias de su problemática.
Notas
1. Sigo para las fechas, y el título de la obra a la que
pertenece la Introducción (1857-1858 en vez de 1859,
y Elementos [Grundrisse] de la crítica; etc., en vez
de Para la crítica, etc.) el texto crítico del Instituto Marx-Engels-Lenin
de Moscú (1939), reimpreso en 1953 en Berlín, en la Dietz Verlag. (Véase
el Prefacio de los editores rusos). Se entiende que también la fecha de la
Introducción cambia: 1857-1858 en vez de 1857.
2. Galvano Della Volpe, Lógica come sienza positiva,
Messina, D’anna, 1956. Id. Rousseau y Marx, Ed. Martínez Roca, S. A.,
Barcelona, 1972.
3. “Es importante advertir —observa Sweezy— que la reducción
de todo trabajo a un común denominador, de modo que las unidades de
trabajo puedan ser comparadas entre sí y sustituidas una por otra, sumadas
o restadas, y finalmente agrupadas para formar un conjunto social, no
es una abstracción arbitraria [...] sino más bien, como lo observa
correctamente Lukács, es una abstracción que pertenece a la esencia del
capitalismo”. (The theory of capitalist development, 1949, p. 31. En
español: Teoría del desarrollo capitalista, FCE, México, 1972, p. 41.)
Véase también más adelante el parágrafo 2 letra g 3.
4. Pero no basta. Y para persuadir —sobre este punto en el que
se concentra significativamente el descontento de mis críticos
hegelianizantes— que el galileismo moral de Marx es algo muy diverso a un
ingenioso traslado, debo remitir al lector a lo siguiente: a) al nuevo
encuadramiento del marxismo en la historia general del pensamiento, de lo
que se deduce (me siento obligado a autocitarme): “Hoy, una lógica no
dogmática, debe partir de la critica materialista marxista a las
‘mixtificaciones* de la dialéctica apriorista moderna (hegeliana): o, mejor dicho,
de la generalización de tal crítica, una vez aseguradas sus consonancias
sustanciales con las precedentes críticas capitales: I) la de Aristóteles,
dirigida a la “clasificación” platónica puramente dialéctica, o sea
‘tautoheterológica’ de los géñeros ‘inferiores’ o empíricos, y 2) la de
Galileo, contra la ‘física* escolástica de su tiempo. De ahí que la
crítica marxista al moderno apriorismo dialéctico sería la recapitulación de
todo aquel movimiento del pensamiento antidogmático que recorre con
intervalos la historia de la lógica filosófica. Esto es verdad”, etc.
(Rousseau y Marx, p. 169.) Véase la demostración en las páginas siguientes
(de Rousseau y Marx) y en Lógica, en especial el Apéndice I, pp.
223 y ss. (¡Todo lo contrario a un “empobrecimiento” del marxismo!); b) a
los corolarios que se deducen: “…todo saber digno de ser tal es ciencia y,
por lo tanto, no mero saber o contemplación…de ahí que, de la ley física a
la economía, y a la moral, por cierto que varían las técnicas que las
constituyen, tanto como varían la experiencia y la realidad; las
matemáticas, por ejemplo, entran como elemento constitutivo esencial en la
elaboración formal de las leyes físicas en general, pero no pueden ser
empleadas sino como instrumento auxiliar en la elaboración de las leyes económicas,
sociales, etc. Lo que no varia es el método, la lógica, simbolizado por el
círculo anotado con anterioridad [de lo concreto-abstracto-concreto]… y decimos
justamente galileísmo [moral] para diferenciar al materialismo histórico y
su método, no sólo del idealismo y su hipótesis, sino también y no menos
del positwimo y su idolatría por los ‘hechos”, con inclusión de la
repugnancia baconiana por las hipótesis o ideas.” (Rousseau y
Marx, pp. 157-158; véase Lógica IV. Estas son las premisas del
método de la filosofia como historia-ciencia (véase más arriba sobre la
investigación de los antecedentes-causas del presente, etc.): que esto es
solamente “puro método” —y que no implique y conlleve toda una teoría de
los valores y, por lo tanto, una concepción bien definida del mundo— lo
puede sostener un crítico muy distraído y apresurado. En cuanto a
los descontentoss digamos marginales, de mis contradictores, remito, en lo que
respecta al positivismo lógico, al Apéndice III de la Lógica, y
a Rousseau y Marx 3 pp. 113-118. Sobre los idealistas Bruno y
Vico, remito a la Lógica, p. 143n. y a laCritica del gusto, I. Sobre
lo que pienso de la fenomenología —además de la precisión anteriormente
señalada, opuesta a mi crítico “indirecto”, el amigo fenomenólogo-marxista Paci
— remito a la intervención de Gerratana, sobre el conocido artículo de G.
Pretí en Paese sera, de hace algunos meses, y a un artículo de Tucaret en
Mondo del 4 de septiembre: II truco coi morti.
5. Lenin, El estado y la revolución, Progreso, Moscú, p. 94
(N.T.)
6. Por ejemplo, ya en la Epitre a Bordes del joven
Rousseau (1870) se lee “J’honore le mérite aux rangs les plus abjects”; y
cfr. el acento burgués, al contrario, de esta máxima de la Bruyere: “Une
grande fortune annonce le mérite”. Ver para la problemática sobre el
igualitarismo roussouniano y sobre la confrontación Rousseau-Kant, y sobre
la relación Rousseau-Marx-Engels-Lenin. el cit. Rousseau y Marx.