Daniel Gaido |
El problema que los discípulos de Marx encontraron repetidamente luego
de su muerte, acaecida en 1883, fue que su obra manuscrita estuvo durante
cuatro décadas en proceso de elaboración. Sabemos por el prólogo a la
Contribución a la Crítica de la Economía Política
que Marx pretendía considerar el sistema de la economía burguesa en seis libros
(capital, propiedad de la tierra, trabajo asalariado; estado, comercio
exterior, mercado mundial), sin embargo, sólo el primer volumen del primer
libro fue publicado en vida de Marx. Durante varias décadas después de su
muerte, nuevos e importantes manuscritos fueron apareciendo, incluyendo el
segundo y tercer volúmenes de
El Capital
y los tres tomos de Teorías sobre la plusvalía, que se terminaron de publicar
recién en 1910, todos los cuales son esenciales para una comprensión completa
del proyecto de Marx.
Como resultado, los discípulos de Marx tenían
continuamente que adaptar las interpretaciones de su obra a medida que estos
nuevos materiales iban apareciendo. La historia de este proceso de
descubrimiento y exégesis se reconstruye en este ensayo.
Miseria de la filosofía y Trabajo
asalariado y capital (1847)
Durante la primera mitad de la década de 1840, Marx y Engels
evolucionan de la filosofía hegeliana a la elaboración de los principios
fundamentales del materialismo histórico. Sus escritos de esos años abundan en
energía creativa, pero en muchos aspectos también fueron experimentales y
provisionales en sus conclusiones. Sus ideas estaban en movimiento, y las consecuencias
finales comenzarían a aparecer sólo desde finales de los años 1850 en adelante.
En el camino a la economía política, Marx hizo su primera ruptura con el grupo
de izquierda hegeliana1 , luego emprendió una crítica filosófica provisional de
la economía política basada en el concepto de alienación (
Entfremdung: enajenación) de Feuerbach en los
Manuscritos de 1844 (Marx 2010), después fue más allá del humanismo
de Feuerbach mediante el concepto más activo de praxis humana (Marx 1975a) y,
finalmente, debatió cuestiones económicas directamente en su polémica contra el
libro de Pierre-Joseph Proudhon
Système
des contradictions économiques, ou, Philosophie de la misère, publicado en
1846 (Marx 1987).
La respuesta de Marx a Proudhon apareció por primera vez en
1847 como
Misère de la philosophie.
En 1885 una edición alemana del libro fue publicada después de que fuera
traducido por Eduard Bernstein y Karl Kautsky. En el prefacio a dicha edición,
fechado el 13 de octubre de 1884, Engels señaló que
"los términos empleados en esta obra no coinciden del todo con la
terminología de El Capital. Por ejemplo, en vez de fuerza de trabajo (Arbeitskraft
), en este libro se habla todavía de trabajo
(Arbeit) como mercancía, de la compra y venta de trabajo." (Marx 1987,
p. 181). En una nota posterior, Engels también criticó
"la tesis de que el precio ‘natural’, es decir, normal, de la
fuerza de trabajo coincide con el mínimo de salario, esto es, con el
equivalente del valor de los medios de subsistencia absolutamente
indispensables para la vida del obrero y para la prolongación de su
especie", indicando que
"en
El Capital, Marx corrigió la mencionada tesis" (Marx 1987, p. 187). 2
Engels se enfrentó a problemas similares cuando preparó una
nueva edición del Trabajo asalariado y capital de Marx, una serie de
conferencias dictadas ante el Club de los Trabajadores Alemanes de Bruselas, en
1847, y publicadas por primera vez en varias entregas en el periódico Neue Rheinische Zeitung (Nueva gaceta
renana) a partir del 4 de abril de 1849. En su introducción a la nueva
edición, fechada el 30 de abril de 1891, Engels volvió a señalar que,
contrariamente a lo que Marx había dicho en un principio, los trabajadores no
venden su trabajo a cambio de un salario sino su fuerza de trabajo, agregando:
En la década del
cuarenta, Marx no había terminado aún su crítica de la economía política. Fue
hacia fines de la década del cincuenta cuando dio término a esta obra. Por eso,
los trabajos publicados por él antes de la aparición del primer fascículo de la
Contribución a la crítica de la economía política (1859), difieren en algunos
puntos de los que vieron la luz después de esa fecha; contienen expresiones y
frases enteras que, desde el punto de vista de las obras posteriores, parecen
poco afortunadas y hasta inexactas (Marx y Engels 1974b, introducción de F.
Engels a la edición de 1891).
Fue en su exilio londinense que Marx elaboró por primera vez
en forma acabada sus categorías económicas, comenzando por su análisis de la
teoría del valor.
Contribución a la crítica de la
economía política (1859)
Contribución a la
crítica de la economía política (1859), la primera obra económica madura de
Marx, es significativa hoy principalmente por su exposición inigualada de los
principios generales del materialismo
histórico en su extraordinario prólogo, en el que Marx describió la sociedad
actual como la última etapa en "la prehistoria de la sociedad humana"
(Marx 2008, p. 6), después de la cual los productores ya no serían dominados
por los productos de su propio trabajo. El capitalismo estaba creando las
condiciones técnicas y sociales para la transición a una formación social
superior, en la que las personas ejercerían un control consciente sobre sus
procesos de producción, reduciendo la jornada de trabajo y haciendo posible la
superación de la división entre el trabajo manual y el intelectual. Pero
incluso este libro sigue siendo incompleto en términos de su exposición de la
forma del valor
(
Wertform).
En Contribución a la
crítica de la economía política, Marx todavía no distingue estrictamente
entre el contenido del valor y su forma; trata al valor cuantitativamente,
mientras que en El Capital añadió una
dimensión cualitativa: la distinción entre la "relación de valor"
(Wertverhältnis) -que relaciona la cantidad de trabajo materializado en una
mercancía con la de otra, mostrando su identidad como valores- y la
"expresión de valor" (Wertausdruck),
en la que una de las mercancías se expresa en términos del valor de uso de la
otra mercancía. En este último caso, la primera mercancía asume la "forma
relativa" y la segunda la "forma equivalente", una diferencia
cualitativa que apunta al valor de cambio como una "forma" de valor.
Ambos lados de la ecuación todavía contienen la misma cantidad de trabajo
materializado, su "denominador común", pero el cambio de forma en la
"expresión de valor" pone en marcha la transformación dialéctica
(lógica e histórica) de una forma de valor a la otra. La distinción "polar"
en El Capital entre la forma
"relativa" y la forma "equivalente" de valor apunta a la
aparición del dinero, como el equivalente general, y a la distinción de Marx
entre trabajo concreto y trabajo abstracto.
La necesidad de tal distinción surgió del hecho de que
Ricardo no diferencia entre el valor y el valor de cambio, debido a que para él
la conversión de la mercancía en dinero parecía ser un acto puramente formal y
externo. El resultado, sin embargo, fue crear un abismo infranqueable entre el
valor y el valor de cambio, lo que llevó a Samuel Bailey, un crítico de
Ricardo, a argumentar que la teoría laboral del valor no tiene sentido (Bailey
1825). La diferencia entre Ricardo y Bailey fue que el primero ignoró la forma
del valor, mientras que el segundo pensaba que era posible operar sin el
concepto de valor. La estructura de la argumentación de Marx en El capital, a
diferencia de la Contribución a la
crítica de la economía política, es el resultado de la necesidad de abordar
dos desafíos al mismo tiempo. En primer lugar, Marx tuvo que responder a las
críticas de Bailey a Ricardo; en segundo lugar, tuvo que aclarar la confusión
dejada por Ricardo mismo. Como consecuencia, Marx terminó por reescribir el
material de la Contribución a la crítica
de la economía política y por incorporarlo en el primer volumen de El Capital bajo el título "Primera parte: Mercancías y
Dinero".
La recepción
del primer volumen de El Capital
(1867)
En una carta a Ludwig Kugelmann, del 11 de febrero de 1869,
Marx culpó a la "cobardía de los expertos, por un lado, y a la
conspiración de silencio de la prensa burguesa y reaccionaria, por el
otro" por la limitada circulación del primer volumen de
El Capital (MECW, vol. 43, pp. 213-214).
Sin embargo, en el otoño de 1871 la primera edición había sido vendida, y en el
epílogo a la segunda edición, del 24 de enero de 1873, Marx respondió a dos
comentarios rusos sobre su obra: el libro de Nikolai Ivanovich Sieber, La
teoría del valor y del capital de David Ricardo en relación con las últimas
aportaciones e interpretaciones, 3 y una reseña escrita por Illarion
Ignat'evich Kaufman, "El punto de vista de Karl Marx en su crítica
político-económica". Kaufman encontraba difícil comprender la relación
entre ciencia y filosofía, argumentando que Marx utilizó una terminología
hegeliana en una obra que, de hecho, adoptaba el enfoque científico de las
ciencias biológicas. En su epílogo a la segunda edición de El Capital, Marx
tradujo parte de la descripción que hizo Kaufman de su método de investigación,
con el fin de demostrar que, a pesar de la aversión de Kaufman a la dialéctica,
lo que en realidad describía en su reseña de
El Capital no era otra cosa que el método dialéctico de análisis,
despojado de la influencia mistificadora del idealismo hegeliano (Kaufman
1872). 4 Marx consideraba el movimiento dialéctico de los conceptos,
descubierto a través de un análisis histórico y lógico, como formas de
pensamiento que reflejan el desarrollo de la vida real.
Aparte de su importancia teórica, el primer volumen de El Capital también tuvo un profundo
efecto en la táctica de la socialdemocracia alemana, al fomentar la lucha por
una jornada de trabajo normal (de ocho horas) y el desarrollo de la política
sindicalista. Por ejemplo, en un artículo sobre Rodbertus, escrito en 1884, Karl
Kautsky declaró:
Mientras el trabajo
sea una mercancía, que está sujeta a las leyes de la oferta y la demanda, el
único medio para mejorar su situación es la reducción de la oferta y el aumento
de la demanda. En la medida en que esto es posible, se puede hacer a través de
una organización sindical sólida y una corta jornada de trabajo normal. Estos
son los objetivos que los trabajadores deben inicialmente fijarse (Kautsky
1884, p. 400).
Este comentario aparece en uno de los primeros ensayos
económicos de Kautsky, titulado "El
Capital de Rodbertus", que defendía la originalidad de las teorías de
Marx frente a las acusaciones de plagio que surgieron de la publicación póstuma
de la cuarta "Carta Social a
Kirchmann" de Rodbertus (Rodbertus-Jagetzow, 1884). Kautsky no tuvo
dificultad en demostrar el método ahistórico de Rodbertus, su enfoque legalista
(es decir, idealista) de la economía política, y sus nociones nacionalistas de
cómo el capitalismo puede ser "regulado" con el fin de evitar las crisis
periódicas. Al mismo tiempo, el ensayo de Kautsky revela las limitaciones de la
comprensión existente en la socialdemocracia sobre las categorías de Marx en
ese momento, y la tendencia a confundirlas con la terminología de Ferdinand
Lassalle. En un pasaje, por ejemplo, Kautsky escribió: "La falta de planificación del modo actual de producción y la
circunstancia de que la clase obrera no recibe el producto íntegro de su
trabajo hacen posible la crisis económica" (Kautsky 1884, p. 398). El
fin de esta confusión sólo se produjo en 1891, cuando la Crítica del Programa de Gotha, de Marx, fue publicada en Die neue Zeit (Marx 1891).
Uno de los comentarios tempranos más importantes sobre el
primer volumen de El Capital se
produjo en 1907, cuando el teórico austromarxista Otto Bauer marcó el
cuadragésimo aniversario de su publicación con un ensayo titulado "La
historia de un libro" (Bauer 1908). Bauer escribía en las postrimerías de
la controversia revisionista de 1898-1903, durante la cual los revolucionarios
dentro de la Segunda Internacional se vieron obligados a defender la teoría
marxista ante el intento de Bernstein de convertir a la socialdemocracia en un
partido reformista en el marco de la democracia parlamentaria burguesa. 5
Tal vez bajo la influencia de las notas de Marx sobre el
método de la economía política - hoy disponibles como introducción a los Grundrisse, pero publicadas por primera
vez por Kautsky en Die neue Zeit en 1903 como "Introducción a la Crítica de la economía política" (Marx
1903) - Bauer hizo un avance importante en relación a las exposiciones
anteriores de El Capital, señalando sus vínculos con las categorías de Ciencia
de la Lógica de Hegel:
El gran hecho que
subyace a la lógica de Hegel, así como a su crítica a Kant, son las ciencias
naturales. Hegel, como Kant, no deja de reconocer su carácter empírico, y no
tiene dudas de que "todo nuestro conocimiento comienza con la
experiencia"; pero él llama característicamente a lo empírico "lo
inmediato", y al procesamiento conceptual lógico de la experiencia, la
"negación de lo dado inmediatamente". 6 Detrás de lo inmediato, Hegel
busca lo verdadero y lo real. Él encuentra lo verdadero y lo real en el
"reino de las sombras, el mundo de las simples esencialidades, liberado de
toda concreción sensible". 7 En la categoría de existencia [Dasein], la
determinación [Bestimmtheit] -la condición [Beschaffenheit] cualitativa
empírica concreta- es una con el ser [Sein]; pero sólo si esta condición es
sublimada [aufgehoben], planteada como indiferente, sólo entonces podemos
llegar al ser puro, que no es más que cantidad. Pero la cantidad [Quantum], a
la cual está ligada una existencia o una calidad [Qual], es medida [Maß]. 8 La
medida es la verdad concreta del ser; en ella se encuentra la idea de la
esencia [Wesen]. "La verdad del ser es la esencia. El ser es lo inmediato.
Puesto que el saber quiere conocer lo verdadero, lo que el ser es en sí y por
sí, no se detiene en lo inmediato y en sus determinaciones, sino que penetra a
través de aquél, suponiendo que detrás de este ser existe algo más que el ser
mismo, y que este fondo constituye la verdad del ser" (Hegel 1982, p. 9).
Este fondo, esta esencia del ser, es la medida; llegamos a ella al postular las
determinaciones del ser como indiferentes, cuando pasamos de la existencia
cualitativamente determinada al ser puro como cantidad pura (Bauer 1908, p.
29).
Bauer llamó la terminología de Hegel "extraña",
afirmando que "sonaba a mística", pero se propuso demostrar que las
categorías de Hegel eran esenciales para la comprensión de la lógica de El Capital de Marx:
Marx ciertamente imita
el método de Hegel. También él busca detrás de la "apariencia de la
competencia" lo verdadero y lo real. Y él también quiere encontrar la
verdad detrás de la inmediatez del ser, superando la determinación cualitativa
del ser en su existencia empírica, postulándola como indiferente y pasando al
ser como cantidad pura. Así, en los famosos primeros capítulos del primer
volumen de El Capital, las mercancías concretas son despojadas de su determinación
(como un vestido, o 20 yardas de lino) y postuladas como meras cantidades de
trabajo social. De la misma manera, el trabajo individual concreto se ve
privado de su determinación y considerado como una mera "forma de
manifestación" del trabajo social general. Incluso los sujetos económicos,
estos hombres de carne y hueso, con el tiempo pierden su existencia aparente y
se convierten en meros "órganos del trabajo" y "agentes de la
producción", uno la encarnación de una cierta cantidad de capital social,
y el otro la personificación de un cantidad de fuerza de trabajo social. La
cantidad, a la que la existencia o la calidad están ligadas como la medida de
Hegel, es aquí el trabajo social. Es la esencia de los fenómenos económicos
que, como decía Hegel, no sólo pasa a través de sus determinaciones -
recordemos la descripción de Marx de la circulación del capital, que hace que
el mismo valor asuma las formas siempre cambiantes de dinero, mercancía,
dinero, capital-dinero, capital productivo, capital mercantil- sino que también
les gobierna como su ley. El trabajo social se convierte finalmente -y sería
una tarea atractiva desarrollar esta idea en detalle– en lo que Hegel llama
sustancia, absoluta actividad-de-forma [Formtätigkeit], poder absoluto, del que
todos los accidentes surgen (Bauer 1908, p. 30).
Aunque Bauer, bajo la influencia del neo-kantismo entonces
imperante en los círculos intelectuales de Viena, agregara que "la
ontología de Hegel nos parece hoy una aberración difícilmente comprensible después
de la crítica kantiana de la razón", estaba lo suficientemente versado en
la filosofía clásica alemana para darse cuenta de que "no debe
considerarse como una coincidencia el hecho de que Marx le deba su formación
lógica a Hegel". Hegel representaba "un avance significativo en
relación a Kant", ya que, "mientras la crítica kantiana del
conocimiento todavía se orientaba principalmente hacia las ciencias naturales
matemáticas, en Hegel la historia humana aparece en el corazón de su sistema"
(Bauer 1908, p. 31).
La recepción
del segundo volumen de El Capital
(1885)
El segundo volumen de El
Capital fue publicado en 1885 y reseñado por Kautsky en Die neue Zeit,
junto con la primera edición alemana de La Miseria de la Filosofía (Kautsky
1886). Kautsky señaló que los lectores de El
Capital por lo general suponían que Marx era el único en atribuir el valor
a la actividad laboral. De hecho, los economistas burgueses habían hecho hace
mucho tiempo esta conexión. La contribución única de Marx consistió en asociar
la categoría de valor con la producción de mercancías, como un sistema
históricamente desarrollado de relaciones sociales:
Lo que es peculiar en
la teoría del valor de Marx no es la reducción de valor al trabajo, sino la
presentación del valor como una categoría histórica, por un lado, y como una
relación social, por el otro, que sólo se puede derivar de las funciones
sociales y no de las propiedades naturales de la mercancía. Eso es lo que nadie
había hecho antes de Marx, y eso es lo que consideramos como el rasgo
distintivo propio de Marx (Kautsky 1886, p. 57).
Kautsky ofreció la siguiente descripción del "método
característico" de Marx:
En El Capital vemos su
concepción de las categorías económicas como históricas, por un lado, y como
relaciones puramente sociales, por el otro, claramente diferenciadas de sus
formas naturales subyacentes. Sus peculiaridades son deducidas de la
observación de sus movimientos, de sus funciones, no de sus respectivas
manifestaciones externas. En una palabra, Marx desarrolla las categorías
económicas a partir del desarrollo y del movimiento de las relaciones sociales.
Contra el fetichismo peculiar de la economía burguesa, que convierte el
carácter social, económico que las cosas reciben en el proceso de producción
social en un carácter natural que brota de la naturaleza material de las cosas,
Marx afirma: "No se trata aquí de definiciones bajo las cuales se subsumen
las cosas. Se trata de funciones determinadas que se expresan en categorías
determinadas" (Kautsky 1886, p. 50, citando a Marx 1976a, p. 276).
Recapitulando los argumentos de Marx en el primer volumen de
El Capital, Kautsky deduce este doble carácter de las mercancías de la doble
naturaleza del trabajo empleado en su producción:
Después de que Marx
distingue rigurosamente el carácter social de la mercancía de la forma natural
del producto del trabajo, hace una distinción igualmente importante en el
trabajo en sí: por un lado, el trabajo [concreto] que determina la forma
natural de la sustancia, y por otro lado el trabajo [abstracto] como un
elemento social en su contexto social. Sólo en este último sentido el trabajo
genera valor (Kautsky 1886, p. 51).
Mientras que el primer volumen de El Capital se ocupaba de la creación del plusvalor en el proceso de
producción y, por lo tanto, de la división entre el capital constante y el
variable, el segundo volumen investigaba su realización en el proceso de
circulación, y por ende, la consiguiente división entre capital fijo y
circulante (Kautsky 1886, pp. 54-55, 193-194). Kautsky destacó el siguiente
pasaje del segundo volumen como particularmente revelador del método de Marx:
El capital como valor
que se valoriza no sólo implica relaciones de clase, determinado carácter
social que se basa en la existencia del trabajo como trabajo asalariado. Es un
movimiento, un proceso cíclico a través de distintas fases que, a su vez,
encierra tres formas distintas del proceso cíclico. Por eso sólo se lo puede
concebir como movimiento y no como cosa estática (Marx, El Capital, tomo
II, vol. 4, p. 123
Una de las contribuciones más importantes del segundo
volumen de El Capital, como Kautsky explica en su reseña, era la nueva
descripción que Marx ofrecía de la reproducción y circulación del capital
social global. Si bien el análisis de la reproducción de los capitales
individuales podía dejar de lado la forma natural de los productos, la
reproducción del capital total se ve afectada no sólo por las determinaciones
de valor de los productos, sino también por su contenido material. Un modelo
social de la producción de valores de cambio necesariamente presupone, como
Marx lo demostró, que los valores de uso se producen en proporciones
objetivamente determinadas.
El segundo volumen de El
Capital ha tenido una fortuna extraña. En una carta a Friedrich Sorge, del
3 de junio de 1885, Engels se preocupaba de que su tema complejo atrajera pocos
lectores:
El segundo volumen
causará gran decepción, por ser un trabajo puramente científico con poco
material para la agitación. En cambio, el tercer volumen volverá a tener el
efecto de un rayo, ya que tratará de la totalidad de la producción capitalista
por primera vez, rechazando de plano toda la economía política burguesa
(MECW 47, pp. 296-297).
De hecho, sin embargo, el segundo volumen de El Capital se convirtió en el objeto de
mucho escrutinio crítico por dos razones principales: primero, porque su
análisis del proceso de circulación del capital social global proporciona
herramientas esenciales para la investigación de las crisis cíclicas9 ; y, en
segundo lugar, porque sus esquemas de reproducción jugaron un papel central
tanto en la disputa de Lenin con los populistas rusos (que negaban que el
capitalismo podía crear su propio mercado interno en un país predominantemente
agrario)10 y asimismo en la teoría del imperialismo de Rosa Luxemburg, que
también afirmaba que el capitalismo no podía llevar adelante una reproducción
ampliada continua sin conquistar mercados externos no capitalistas. 11
La recepción
del tercer volumen de El Capital
(1894)
El tercer volumen de El
Capital fue reseñado en Die neue Zeit
nada menos que por Eduard Bernstein, el futuro teórico del revisionismo en el
Partido Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische
Partei Deutschlands, SPD) (Bernstein 1895). Su largo comentario, publicado en
siete entregas separadas, hacía hincapié en que la transformación de los
valores en precios de producción no era solamente una etapa en el análisis de
Marx, sino que fue también un escenario histórico real en el desarrollo de la
producción de mercancías, que marcó su transición a la producción capitalista
plenamente desarrollada (Bernstein 1895, p. 485). En el párrafo final de su
reseña, Bernstein escribió:
Cuando apareció el
primer volumen de El Capital, alguien que personalmente se oponía completamente
a Marx y había sido criticado amargamente por él -Johann Baptist von
Schweitzer- tuvo que decirse a sí mismo después de leer esa obra: el socialismo
es una ciencia. Nadie va a terminar de leer este tercer volumen sin sentir lo
mismo (Bernstein 1895, p. 632).
A pesar de esta conclusión positiva, sólo dos años más tarde
Bernstein comentó en una carta a Kautsky, escrita el 1 de septiembre de 1897,
que desde hacía mucho sentía algunas dudas en cuanto a El Capital, y que el
tercer volumen fue "el colmo": "Es un anticlímax con respecto al
primer volumen, no sólo en cuanto a la forma, sino también por su
contenido" (Roth 2004, pp. 937- 8). Aunque Bernstein estaba cercano a
Engels en 1895, Engels tenía sus reservas respecto a él, y consideró su reseña
como "muy confusa" (Engels a Víctor Adler, 16 de marzo 1895, MECW,
vol. 50, p. 468). Gran parte del artículo consistía en largas citas de Marx, y
Bernstein ni siquiera reseñó los capítulos finales del tercer tomo sobre la
teoría de la renta de la tierra, que se comprometió a tratar en un ensayo
posterior.
Una reseña mucho más sustantiva del tercer volumen de El capital provino de Werner Sombart,
uno de los más destacados economistas, junto con Max Weber, de la tercera
generación de la "escuela histórica" alemana de economía política
(Shionoya 2005). 12 Engels tomó los comentarios de Sombart muy en serio,
respondiéndole en su "Apéndice y notas complementarias al tomo III de El
Capital" y en una carta personal (Engels a Werner Sombart en Breslau,
Londres, 11 de marzo 1895, MECW, Vol. 50, pp. 460-462).
Cuando la reseña de Sombart apareció, en 1894, Eugen von
Böhm-Bawerk, entonces el autor más famoso de la escuela austriaca de la teoría
económica marginalista, consideró que hacía la apología del marxismo.13 Desde
un punto de vista político, esto era una tontería: Sombart nunca fue
socialista, y sus trabajos posteriores fueron ampliamente criticados por
marxistas destacados como Rosa Luxemburg, Ernest Belfort Bax y Max Adler
(Luxemburg 1900, Bax 1900, Adler 1903, Luxemburg 1903). Sin embargo, la
reacción de Böhm-Bawerk era bastante comprensible viniendo de un representante
de la teoría subjetiva del valor, porque según Sombart la economía política
estaba dividida en "dos mundos de...
pensamiento [que] existen uno al lado del otro, casi de forma independiente el
uno del otro; dos tipos de observación científica que no tienen nada más que el
nombre en común" (Sombart 1894, p. 592).
Por un lado, la escuela subjetivista se concentró en la
determinación de precios a través de juicios individuales de utilidad en el
acto de intercambio, un enfoque que, según Sombart, "desemboca
naturalmente en el psicologismo". El sistema económico de Marx, por el
contrario, se caracterizaba por un objetivismo extremo, con el resultado de que
"todas las contradicciones, parciales y completas, más o menos
justificadas, más o menos claras, más o menos trilladas, en nuestras escuelas,
que han sido tema de discusión tan a menudo últimamente, se resuelven, en
última instancia, en esta oposición, metodológicamente primordial, entre el
objetivismo y el subjetivismo" (Sombart 1894, pp. 592-593).
Sombart señaló que, a diferencia de Böhm-Bawerk y la escuela
subjetivista, Marx subrayaba las "condiciones económicas que son
independientes" de la voluntad del individuo, a fin de determinar "lo
que sucede detrás de su espalda, en virtud de relaciones independientes de
él":
El tren de pensamiento
[de Marx] es el siguiente: los precios se forman por la competencia ... Pero la
competencia está ella misma regulada por la tasa de ganancia, la tasa de
ganancia por la tasa de plusvalor, y ésta por el valor, que es en sí mismo la
expresión de un hecho socialmente determinado, de la productividad social [del
trabajo]. [Esta sucesión] se presenta ahora en el sistema de Marx en orden
inverso: valor - plusvalor - ganancia - la competencia - los precios [de
producción], etc. Si quisiéramos un eslogan, podríamos decir: lo que le
interesa a Marx nunca es la motivación, sino siempre la limitación del capricho
individual de los agentes económicos (Sombart 1894, p. 591).
La reseña de Sombart incluía una detallada -y, según Engels,
"en general excelente"14 - presentación de los principales argumentos
en el tercer volumen de El Capital. Donde Sombart difería de Marx era en
relación al valor (y, por tanto, al plusvalor), al cual consideraba como un
concepto meramente heurístico cuyo objetivo era "dar al concepto técnico de la productividad, o de las fuerzas
productivas, una forma económica adecuada, haciéndolo así adecuado para el
pensamiento económico." Según Sombart, "el valor de las mercancías es la forma histórica específica en la
que la productividad social del trabajo, que determina todos los procesos
económicos, se manifiesta en última instancia" en una sociedad basada
en el intercambio entre los productores privados (Sombart 1894, p. 577). Aunque
Engels tenía un alto concepto de la reseña de Sombart en términos generales,
rechazaba su conclusión de que "el
valor no es un hecho empírico, sino conceptual". 15
La tendencia de Sombart a considerar al valor como una
construcción teórica, fue también evidente en su visión de la igualación de la
tasa de ganancia por la competencia entre capitales: "Esas ‘nivelaciones’
de tasas de ganancia altas y bajas, entre capitales de diferente composición
orgánica, a un tasa media de ganancia son operaciones mentales, pero no eventos
de la vida real" (Sombart 1894, p. 586). En su carta a Sombart, Engels
señalaba que Marx no tenía en mente ni conceptos heurísticos ni operaciones
mentales, sino un proceso histórico real:
¿Cómo se produce,
pues, el proceso de nivelación? … En el comienzo del cambio, cuando los
productos se fueron transformando paulatinamente en mercancías, se cambiaban
aproximadamente con arreglo a su valor. El único criterio de la confrontación
cuantitativa del valor de dos artículos era el trabajo invertido para
producirlos. En consecuencia, el valor tenía una existencia inmediatamente
real. Sabemos que esta realización inmediata del valor en el cambio ha cesado,
no existe más. Creo que no le costará mucho trabajo advertir, al menos en
rasgos generales, los eslabones intermediarios que llevan desde este valor
inmediatamente real al valor bajo la forma de producción capitalista; este
último está tan profundamente oculto que nuestros economistas pueden negar
tranquilamente su existencia. La exposición auténticamente histórica de este
proceso que, hay que reconocerlo, requiere un estudio minucioso de la materia,
pero cuyos resultados serían particularmente remunerativos, sería un
complemento valioso para El Capital” (F. Engels a Werner Sombart en
Breslau, Londres, 11 de marzo de 1895, MECW, Vol. 50, pp. 461-462).
Engels insistió en que "la
ley del valor tiene para la producción capitalista una significación mucho
mayor y determinada que la de una mera hipótesis, para no hablar de una
ficción, aunque fuese necesaria" (Friedrich Engels, "Apéndice y notas complementarias al
tomo III de El Capital", Marx 1976b, p. 1131). En lo que respecta a la
transformación de valores en precios de producción, "no sólo se trata… de un proceso puramente lógico, sino de un
proceso histórico y su reflejo explicativo en el pensamiento, de la consecución
lógica de sus conexiones internas" (Friedrich Engels, "Apéndice y
notas complementarias al tomo III de El Capital", Marx 1976b, p. 1131).
Engels resumió de esta manera su posición:
la ley marxiana del
valor tiene vigencia general en la medida en que tienen vigencia las leyes
económicas durante todo el período de la producción mercantil simple, es decir
hasta el momento en que esta experimenta una modificación por el
establecimiento de la forma capitalista de producción. Hasta entonces, los
precios gravitan hacia los valores determinados por la ley de Marx y oscilan en
torno a esos valores, de modo que, cuanto más plenamente se desarrolle la
producción mercantil simple, tanto más coincidirán dentro de los límites de
diferencias desdeñables los precios medios con los valores durante prolongados
períodos, no interrumpidos por perturbaciones violentas externas. Por
consiguiente, la ley marxiana del valor tiene vigencia económica general por un
lapso que se extiende desde el comienzo del intercambio que transforma los
productos en mercancías hasta el siglo XV de nuestra era. Ahora bien: el
intercambio de mercancías data de una época situada antes de cualquier historia
escrita, que en Egipto nos remonta por lo menos a tres mil quinientos o acaso
cinco mil años, y en Babilonia a cuatro mil, y quizá seis mil años antes de
nuestra era; por lo tanto, la ley del valor estuvo en vigencia durante un
período de cinco a siete milenios. (Friedrich Engels, "Apéndice y notas complementarias al tomo III de El Capital",
Marx 1976b, vol. 8, p. 1137).
Una respuesta al tercer volumen de El Capital que, por razones de espacio, cae fuera del ámbito de
este trabajo, es la aplicación de la teoría de la renta de la tierra de Marx al
análisis de la crisis agraria del último cuarto del siglo XIX en Europa por
Parvus y Kautsky. Nos estamos refiriendo a la serie de artículos de Parvus El mercado mundial y la crisis agraria
(Parvus 1896) – ver la opinión laudatoria de la edición rusa de esta obra en
Lenin 1899b–, así como al libro de Kautsky La
cuestión agraria, originalmente publicado en 1899 (Kautsky 2002). En su
reseña, Lenin calificó al libro de Kautsky como "el acontecimiento más importante de la literatura económica
actual desde el tercer volumen de El Capital" (Lenin 1899c, p. 94).
La recepción
de las Teorías sobre la plusvalía
(1905-1910)
Es sólo debido a circunstancias históricas fortuitas (el
hecho de que Engels muriera antes de completar su tarea de edición de los
manuscritos de Marx) que la historia de la economía política escrita por Marx
no apareció como el cuarto volumen de El Capital. En su lugar, fue editada y publicada, en forma de borrador, por
Kautsky (Marx 1905-1910), en tres volúmenes separados y bajo un título
diferente,
Teorías sobre la plusvalía.
16
El primer volumen de las Teorías
sobre la plusvalía fue reseñado por Heinrich Cunow (1862-1936), uno de los
editores de Die neue Zeit y Vorwärts, respectivamente la revista
teórica del SPD y su órgano central de prensa (Cunow 1905).17 Cunow haría más
tarde un espectacular giro de 180 grados durante la Primera Guerra Mundial y se
convertiría en un social-patriota estridente, pero por el momento era un
miembro del campo "ortodoxo", y en 1907 se convirtió en profesor de
la escuela del partido en Berlín, enseñando junto a Franz Mehring, Rudolf
Hilferding y Rosa Luxemburg. Sus trabajos teóricos incluyen varios estudios de
antropología, una historia de la prensa revolucionaria durante la Revolución
Francesa y dos pioneros análisis del imperialismo, en los que destacó el papel
central de los bancos y del capital financiero en el expansionismo
imperialista.18
La reseña de Cunow resume la evaluación que hace Marx de los
mercantilistas ingleses19, la fisiocracia y Adam Smith, señalando cómo el foco
de la investigación económica se había movido de la esfera de la circulación en
el mercantilismo, a la esfera de la producción en los fisiócratas. Cunow pasa a
reseñar a continuación el concepto de trabajo productivo e improductivo en Adam
Smith y, por último, la crítica del capitalismo en el sistema económico de
Marx. El único punto en el que se diferencia de Marx es en su valoración de Sir
James Steuart. Cunow pensaba que la evaluación que Marx hace de Steuart como
mercantilista tardío era errónea, y que Marx había subestimado los logros
teóricos de Steuart.
Pero la cuestión principal que Cunow destacó en su reseña
fue la distinción entre trabajo productivo e improductivo. Explicó que el
concepto de trabajo productivo está determinado por el carácter de cada formación
social, con el resultado de que no hay trabajo productivo, abstractamente
entendido, que puede ser tratado aparte de los modos históricamente dados de
producción. En el contexto capitalista, "el
trabajo productivo es el trabajo comprado por un capitalista con una parte de
su capital y empleado en la producción con el fin de extraer de él plusvalor,
mientras que el trabajo improductivo, por el contrario, es trabajo que
proporciona a alguien servicios o valores de uso para la satisfacción de sus
necesidades, y que se paga con su ingreso" (Cunow 1905, p. 621). 20
El segundo volumen de las Teorías sobre la plusvalía fue reseñado por Gustav Eckstein
(1874-1916), más tarde un miembro prominente del "centro" kautskista,
a quien León Trotsky hace referencia en su obituario como "uno de los más
destacados marxistas austro-alemanes" (Trotsky 1918). Eckstein concedía
gran importancia a la crítica de Marx a la teoría de la renta, tal como ésta
aparece en las obras de Smith, Ricardo y Rodbertus (Eckstein 1906).
Los fisiócratas veían al trabajo agrícola como el único
trabajo productivo y, por lo tanto, consideraban a la agricultura como la
fuente del excedente social, aunque sacaron un corolario burgués progresista
(la defensa de un "impuesto único" sobre la renta de la tierra) de su
análisis aparentemente retrógrado. Thomas Malthus afirmaba que el consumo de
lujo de los terratenientes era esencial para garantizar un mercado adecuado
para la industria. Adam Smith y David Ricardo asignaron a los terratenientes un
papel diferente, viendo la renta como una desviación de los ingresos sociales
de su uso productivo. Smith escribió que "tan pronto como la tierra de
cualquier país se ha convertido enteramente en propiedad privada, a los
terratenientes, como a todos los hombres, les encanta cosechar donde nunca
sembraron, y exigen una renta incluso por sus productos naturales" (Smith
2007, p. 32). Ricardo, a su vez, derivó la renta de la tierra de los
rendimientos decrecientes obtenidos del cultivo de parcelas de tierra cada vez
menos productivas, y explicó la tendencia decreciente de la tasa de ganancia
por medio de este constante aumento de la renta. La perspectiva de una tasa
decreciente de ganancia se convirtió en el principal argumento en contra de
leyes cerealeras (Corn Laws) de Gran
Bretaña, que eran un impuesto a las importaciones de granos y que fueron
derogadas en 1846. El análisis de Ricardo puso al descubierto el antagonismo de
clase existente entre los terratenientes y los capitalistas, mostrando que la
renta de la tierra es un ingreso no derivado del trabajo, una mera deducción de
las ganancias, lo que hizo que sus discípulos más radicales llegaran a la
conclusión de que la tierra debía ser nacionalizada.
Marx criticó a Ricardo por centrarse en la renta diferencial
y excluir la posibilidad de una renta absoluta, un punto que Gustav Eckstein
elabora en su reseña. Eckstein mostró que la renta absoluta, derivada de la
ganancia extraordinaria obtenida por el exceso de los precios de mercado sobre
los precios de producción, presupone una distinción entre los valores y los
precios de producción no contemplada en el sistema de Ricardo. Con libre
competencia, los capitales suelen pasar de ramas con una composición orgánica
superior a la media a los que tienen una composición orgánica inferior, con la
esperanza de capturar un mayor porcentaje del plusvalor. Eckstein señaló que
industrias "con baja composición
orgánica no pueden, por regla general, evitar la afluencia de nuevos capitales
y realizar para sí mismos el plusvalor superior a la tasa de ganancia"
(Eckstein 1906, p. 249). Sin embargo, dado que los terratenientes tienen un
monopolio sobre un medio de producción no renovable, el influjo de capitales a
la agricultura, con su composición orgánica típicamente baja, no ocurrirá sin
una "compensación especial" que se paga a los propietarios de tierras
en la forma de renta absoluta; es decir, un elemento de la renta total que no
puede ser explicado en términos de la diferente productividad de la tierra.
Pero este análisis también mostraba que la renta absoluta era un hecho
puramente histórico, que pertenecía a una determinada fase de desarrollo de la
agricultura y podía desaparecer en una etapa superior. Eckstein comentó que
esta posibilidad ya se estaba materializando en 1906:
Antes de la
introducción de maquinaria en la industria, el papel del trabajo vivo era aún
mayor en la industria que en la producción primaria. Desde entonces, sin
embargo, esta relación ha cambiado por completo: con el florecimiento de la
química agrícola y la penetración de las máquinas [en la agricultura], un
cambio de tendencia se ha producido recientemente también en este campo; la
diferencia entre los valores y los precios de producción se ha reducido en la
agricultura, y con ella también la renta absoluta de la tierra (Eckstein
1906, p. 251).
Eckstein llegó a la conclusión de que, "en cuanto a la
claridad metodológica, la presentación de la renta del suelo, y en particular
de la renta absoluta, es superior en este trabajo en comparación con el tercer
volumen de El Capital" (Eckstein 1906, p. 330)
El tercer volumen de Teorías
sobre la plusvalía fue reseñado por Rudolf Hilferding en un tour de force de penetración teórica y
claridad conceptual (Hilferding 1911-1912). Dado que Ricardo no distinguía entre
capital constante y capital variable, no pudo desarrollar el concepto de lo que
Marx llamó la composición orgánica del capital, es decir, la relación entre los
elementos constantes y variables. Tomando prestado las ideas del físico
austriaco Ernst Mach sobre cómo y por qué la ciencia progresa, Hilferding
atribuyó la eventual desintegración del sistema de Ricardo -el tema del tercer
volumen de las Teorías sobre la plusvalía-
a su incapacidad para dar cabida a un hecho fundamentalmente nuevo de la
revolución industrial, a saber, que la maquinaria desplaza cada vez más trabajo
vivo y da lugar a una composición orgánica creciente del capital, lo que a su
vez implica una tasa decreciente de ganancia, ya que sólo el trabajo vivo puede
producir plusvalor.
Entre los pensadores cuyas obras Marx critica al retratar la
desintegración de la escuela ricardiana, los más destacados fueron Thomas
Malthus, James Mill, John Ramsay McCulloch y Richard Jones. Hilferding reseña
la manera en que Mill trató de mantener la consistencia lógica del sistema de
Ricardo soslayando las nuevas realidades; cómo McCulloch confundió las
"acciones" de la maquinaria con el trabajo vivo y el capital
fetichizado; y, por último, cómo Jones criticó el método de Ricardo desde un
punto de vista historicista.
Hilferding consideraba a Richard Jones (1790-1855), un
sacerdote anglicano y profesor de economía política conservador de la
Universidad de Cambridge, como "uno
de los más importantes precursores de la concepción materialista de la
historia" (Hilferding 1911-1912, p. 347, énfasis en el original). De
todos los economistas que precedieron a Marx, "Jones fue el que más claramente reconoció y enunció el carácter
histórico del capitalismo" (Hilferding 1911-1912, p. 346). Jones
escribió que "los principios generales de la economía política hasta ahora
han sido establecidos por los escritores ingleses contemplando exclusivamente
la forma y la estructura de la sociedad existente en Gran Bretaña"
(Richard Jones, Lectures on Labour and
Capital, en Jones 1859, p. 1) es decir, en una sociedad caracterizada por
el hecho de que la mayoría de los trabajadores, tanto en la industria como en
la agricultura, eran obreros asalariados, empleados por una clase de
capitalistas que poseen los medios de producción, distinta de la clase de los
terratenientes. Tal disposición de las clases, argumentó Jones en 1833, podía
ser observada sólo en Inglaterra y los Países Bajos, y en algunos lugares de
Europa Occidental y de los Estados Unidos. No describía la estructura social de
la humanidad durante la mayor parte de su historia, y desde luego no la de la
mayor parte del mundo en el momento en el que estaba escribiendo.
En su comentario sobre Richard Jones en Teorías sobre la plusvalía, Marx escribió que "la verdadera ciencia de la economía política desemboca en la
concepción de las relaciones de producción burguesas como relaciones puramente
históricas, que conducen a otras más altas, en las que desaparecerá el
antagonismo que aquéllas entrañan" (Marx 1980, Vol. III, p. 380-381).
En términos de Hilferding, esto significaba que
Con Jones, la economía
política llega al punto en que su anterior suposición consciente o inconsciente
-la necesidad, o la existencia asumida implícitamente, de la forma burguesa de
producción– tenía que ser abandonada con el fin de hacer posible un mayor
progreso de la ciencia. Es el punto a partir del cual la economía va hacia
atrás, a la economía vulgar, o hacia al socialismo científico (Hilferding
1911-1912, p. 352).
Hilferding compartía la conclusión de Kautsky de que "Karl Marx comienza donde Richard Jones
se detuvo", a lo que añadió que "Marx
también comienza donde Ricardo se detiene": "El elemento fundamentalmente nuevo en Marx fue su intento de
combinar la concepción histórica que Jones contrapone al ‘método abstracto’ de
Ricardo con este último, para de esa manera completarlo y revolucionarlo"
(Hilferding 1911-1912, p. 350, énfasis en el original). Jones no había ido
"más allá de la descripción histórica a la comprensión teórica. Ese es
precisamente el logro de Marx" (Hilferding 1911-1912, p. 351, énfasis en
el original). Hilferding concluía que "La
teoría económica del marxismo científico surgió de la unión específicamente
marxista del ‘método inductivo’ de Jones y del método abstracto de Ricardo. Y
las categorías económicas, una vez descubiertas, se mantuvieron
históricas" (Hilferding 1911-1912, p. 351, énfasis en el original). De
esto Hilferding extraía una conclusión política: "La característica distintiva del socialismo científico es
precisamente que el socialismo no es más que el resultado del pleno desarrollo
de la economía capitalista" (Hilferding 1911-1912, p. 351).
La publicación del tercer volumen de Teorías sobre la plusvalía también dio lugar a una reseña conjunta
de los tres volúmenes por Otto Bauer, quien en 1910 escribió que sólo después
de un lapso de 51 años "tenemos la
oportunidad de conocer la parte final de la obra -la parte que Friedrich Engels
tenía la intención de publicar como un cuarto volumen de El Capital- cuya
primera parte Karl Marx publicó en 1859" (Bauer 1910a, p. 365). Al
igual que en su ensayo anterior para el cuadragésimo aniversario del primer
volumen de El Capital, Bauer explora la relación entre Marx y Hegel, en este
caso entre Teorías sobre la plusvalía y el método empleado por Hegel en sus Lecciones sobre la Historia de la Filosofía:
Así como Hegel
organiza todos los viejos sistemas filosóficos como partes integrantes de su
propia sistema, como fases de su desarrollo, identificando este desarrollo con
el auto-desarrollo de Espíritu en general, Marx no sólo busca las ideas básicas
de su teoría, sino también cada uno de sus componentes en los economistas de
los dos siglos anteriores, y muestra que el desarrollo interno de esos
elementos hasta su organización sistemática en su propia doctrina refleja el
desarrollo de la sociedad burguesa (Bauer 1910a, p. 365).
Mientras que Cunow, Eckstein y Hilferding habían explorado
autores particulares y problemas teóricos específicos, Bauer resume toda la
historia de la economía política de Marx, explicando cómo los conceptos clave
se correspondían con los preceptos fundamentales del materialismo histórico:
El desarrollo de las
fuerzas productivas encuentra su expresión económica específica en el progreso
a una composición orgánica del capital más alta. Así, la teoría supera el viejo
problema estático de la distribución del valor, para investigar el problema de
las leyes de movimiento de la economía capitalista. Los problemas de la
acumulación y la tasa de ganancia, ya planteados por los antiguos economistas,
ahora toman nueva forma (Bauer 1910a, p. 374).
Como las contradicciones y los antagonismos se desarrollaron
junto con las fuerzas productivas, el análisis del modo de producción
capitalista se convirtió en su crítica y llevó al descubrimiento de que las
relaciones capitalistas deben ser sustituidas por otras relaciones de
producción. En este sentido, Bauer estuvo de acuerdo con Hilferding en su
evaluación de Richard Jones,
el cual consideraba al
modo de producción capitalista como una fase transitoria en el desarrollo de la
humanidad, una etapa de desarrollo que puede ser seguida por otras, en las que
los propios trabajadores serán los dueños de los medios de producción y de las
reservas necesarias para el trabajo. Mientras investigaba los cambios en las
fuerzas productivas y en las relaciones de producción, Jones también reconoció
que la superestructura ideológica cambiaba con ellos. Así, Jones ya enunció las
ideas fundamentales de la concepción materialista de la historia (Bauer
1910a, p. 371).
Más allá de El Capital
En su ensayo "La
historia de un libro" (Bauer 1908), Otto Bauer lamentaba el hecho de
que, ante la necesidad de defender a Marx contra el revisionismo, él y sus
correligionarios se vieron obligados a aparecer como meros defensores
"ortodoxos" de una verdad recibida. Bauer sentía que los marxistas no
podían solamente defender la herencia revolucionaria de Marx, sino que también
debían redescubrir su uso del método dialéctico de Hegel con el fin de aplicarlo
a las nuevas circunstancias de la vida económica y política.
Dos años después, en junio de 1910, Bauer escribió una
reseña del libro de Rudolf Hilferding, El capital financiero: Un estudio de la
fase más reciente del desarrollo capitalista (Hilferding 1985) en la que
concordaba con la descripción que ofreció Kautsky del mismo como "una continuación de El Capital de
Marx" (Kautsky 1911, p. 765). Según Bauer, la economía política
marxista había hecho pocos progresos desde la muerte de Marx, sobre todo porque
los marxistas "ortodoxos" se habían preocupado por la defensa de El Capital contra el revisionismo.
Mientras tanto, había surgido un nuevo mundo, y las antiguas presentaciones de
las tendencias de desarrollo del capitalismo ya no bastaban. Bauer llegó a la
conclusión de que "las lagunas
resultantes de esta situación han sido, finalmente, llenadas al menos en parte.
El capital financiero de Rudolf Hilferding nos da lo que siempre hemos
necesitado" (Bauer 1910b, en Day y Gaido 2011, p. 415). A la misma
conclusión llegó Julian Marchlewski (Karski), uno de los colaboradores más
cercanos de Rosa Luxemburg, en su propia reseña del libro de Hilferding
(Marchlewski 1910) y, por supuesto, Lenin, quien lo convirtió en la base
teórica de su folleto sobre el imperialismo, escrito en 1916 para explicar las
causas de la Primera Guerra Mundial (Lenin 1974).
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Notas
1
La mejor reseña del ascenso y caída de la izquierda hegeliana, que condujo a la
redacción del libro de Marx y Engels La ideología alemana en 1846 (Marx
y Engels 1974a), es Cornu 1955-1970.
2 En el primer volumen de El Capital Marx escribió: “Si el propietario de la fuerza de trabajo ha trabajado en el día de
hoy, es necesario que mañana pueda repetir el mismo proceso bajo condiciones
iguales de vigor y salud. La suma de los medios de subsistencia, pues, tiene
que alcanzar para mantener al individuo laborioso en cuanto tal, en su
condición normal de vida. Las necesidades naturales mismas –como alimentación,
vestido, calefacción, vivienda, etc.– difieren según las peculiaridades
climáticas y las demás condiciones naturales de un país. Por lo demás, hasta el
volumen de las llamadas necesidades imprescindibles, así como la índole de su
satisfacción, es un producto histórico y depende por tanto en gran parte del
nivel cultural de un país, y esencialmente, entre otras cosas, también de las
condiciones bajo las cuales se ha formado la clase de los trabajadores libres
y, por tanto, de sus hábitos y aspiraciones vitales. Por oposición a las demás
mercancías, pues, la determinación del valor de la fuerza laboral encierra un
elemento histórico y moral. Aun así, en un país determinado y en un período
determinado, está dado el monto medio de los medios de subsistencia necesarios”
(Marx 1975, p. 208).
3 El capítulo sobre "La teoría del valor y del dinero de Marx" ha
sido traducido al inglés, ver Sieber 1871.
4 Agradezco al Prof. Richard B. Day de la Universidad de Toronto por haberme
proporcionado una versión inglesa de este ensayo.
5
Vea los primeros documentos de la controversia revisionista en Tudor 1988. Para
libros que resumen la polémica ver Kautsky 1899, Bernstein 1982, Luxemburg
1989.
6 ‘El nacimiento de la filosofía…, tiene como punto de partida a
la experiencia, o sea, a la conciencia inmediata y razonadora.
Estimulado por eso como por un excitante, el pensamiento se comporta
esencialmente de tal modo que se eleva sobre la conciencia natural,
sensible y raciocinante, … y se coloca así por de pronto en relación
negativa con aquel comienzo’ (Hegel 2005, pp. 113-114).
7
‘El sistema de la lógica es el reino de las sombras, el mundo de las simples
esencialidades, liberado de toda concreción sensible’ (Hegel 2011, pp. 207).
8
‘La medida es el quantum cualitativo … al que está ligada una existencia o una
cualidad’ (Hegel 2005, pp. 206).
9 Ver, por ejemplo, Bauer 1904 y Hilferding 1985, pp. 269-336.
10
Véase la respuesta de Lenin a los populistas en Lenin 1972.
11
Sobre el libro de Luxemburg, La acumulación del capital: Una contribución a
la explicación económica del imperialismo (1913), véase Day 1980, Day y
Gaido, 2011, pp. 675-752, 913-926, Gaido y Quiroga 2013.
12 El libro de Sombart ¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos? (1906)
ha sido reeditado recientemente en castellano (Sombart 2010). Ver la crítica al
mismo en Kautsky 2009.
13
“Werner Sombart se reveló hace poco como un apologista de Marx, tan entusiasta
como ingenioso” (Böhm-Bawerk et al., 1974, p. 113). Ver la crítica al
sistema de Marx por Böhm-Bawerk, así como la refutación de esta crítica por
Rudolf Hilferding, en dicho volumen de la Biblioteca de Pasado y Presente,
titulado Economía burguesa y economía socialista.
14 "En el ‘Archiv für soziale Gesetzgebung’ de Braun, VII, fasc. 4,
Werner Sombart ofrece una exposición a grandes rasgos, en general excelente,
del sistema de Marx. Es la primera vez que un profesor universitario alemán
logra ver en líneas generales, en los escritos de Marx, lo que éste ha dicho;
que declara que la crítica del sistema marxiano no podría consistir en una
refutación ‘de la cual podrá ocuparse el advenedizo político’, sino sólo en un
ulterior desarrollo" (Friedrich Engels, "Apéndice y notas
complementarias al tomo III de El Capital", Marx 1976b, p.
1130).
15
En una carta a Conrad Schmidt, Engels comentó: "También en el artículo de
Sombart, por lo demás muy bueno, sobre el volumen III, encuentro la misma
tendencia a diluir la teoría del valor: es evidente que también él había
esperado una solución algo diferente" (Engels a Conrad Schmidt en Zúrich,
12 de marzo 1895, MECW, vol. 50, p. 466). Según Engels, la reseña de Conrad
Schmidt del tercer volumen de El Capital, disponible en línea en
francés, sufría de la misma mistificación (Schmidt 1895). Véase también la
carta de Engels a Conrad Schmidt en Zurich, 12 de marzo de 1895, en MECW, Vol.
50, pp. 462-467.
16 Isaak Illich Rubin más adelante logró resumir los argumentos de Marx y
darles una expresión acabada en un solo volumen (Rubin 1979). Por desgracia,
dejó fuera del volumen la exposición que hizo Marx de la obra de Richard Jones
en el tercer volumen de Teorías sobre la plusvalía. Véase las
observaciones de Hilferding sobre Jones en Hilferding 1911-1912, pp. 343-354.
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Foto: Daniel Gaido |
17
Véase también la reseña que hizo Franz Mehring del primer volumen de Teorías
sobre la plusvalía (Mehring 1905).
18 Heinrich Cunow, ‘Trade-Agreements and Imperialist
Expansion Policy’ (May 1900), y ‘American Expansionist Policy in East Asia’
(June-July 1902), en Day y Gaido 2011, pp. 177-210.
19
Véase también la evaluación de Hilferding sobre Thomas Mun y el mercantilismo
en Hilferding 1911.
20 Es
de lamentar que la reseña de Cunow omita el mejor comentario breve contenido en
el primer volumen de Teorías sobre la plusvalía, es decir, la referencia
irónica de Linguet a Montesquieu: ‘L'esprit des lois, c'est la propriété’
('El espíritu de las leyes es la propiedad').
Daniel Gaido es un profesor argentino [Ph.D.]
de la Universidad de Haifa (Israel); es investigador adjunto del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); es autor de The Formative Period of American Capitalism (London: Routledge,
2006) y co-editor, junto con Richard B. Day, de Witnesses to Permanent Revolution: The Documentary Record (Brill,
2009, Haymarket, 2011) y Discovering
Imperialism: Social Democracy to World War I (Brill, 2011, Haymarket,
2012). – danielgaid@gmail.com