“En la fase superior de la sociedad comunista, cuando
haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la
división del trabajo y con ella la oposición entre el trabajo intelectual y el
trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la
primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos
sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno
los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse
totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá
escribir en su bandera: ¡De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus
necesidades!” | Carlos Marx, Crítica del Programa de Gotha
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Karl Marx & Hugo Chávez ✆ Etten Carvallo
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Freddy José Melo | Cada 5 de mayo la parte progresista de la humanidad celebra
el nacimiento, en 1818 en tierra alemana, de Carlos Enrique Marx, llamado el
Prometeo de Tréveris y a quien pudiéramos denominar también el Fénix de la
Revolución. Prometeo porque, emulando al titán que desafió la ira divina
y su castigo implacable para robar el fuego sagrado y entregárselo a los humanos
a fin de que dejaran de ser juguetes de los dioses, afrontó la no menos
implacable furia de los poderes históricos dominantes, penetró en el entramado
que pretendían invulnerable y extrajo el fuego de la verdad social para
entregárselo a los oprimidos y explotados, con el fin de encenderles el alma e
iluminarles la conciencia.
Fénix porque, como el ave mitológica que renacía de sus
cenizas, ha sido refutado y demolido decenas de veces y de cada demolición ha
resurgido siempre “más robusto, más potente y más vital”. La expresión es de
Lenin, su genial discípulo y continuador, quien también es un muerto que no
muere. Nadie ha sido, nadie es negado tanto como Marx, pero de sus