►Todo lo que nos venga de arriba a abajo y nos incite a
sustituir nuestra participación y nuestro protagonismo por el voto, está
abocado a la frustración (que para muchos adquirirá la forma de “traición”).
Tsipras es una tan inmejorable como patética muestra de ello
►Son
necesarios sujetos activos que generen democracia directa, democracia
económica, democracia social, sin delegar la propia emancipación a otros
Andrés Piqueras | El avance del capitalismo alberga un
consustancial proceso de automatización productiva, el cual entraña dos
dramáticas consecuencias. Una es la
sobreacumulación
de capital (exceso de maquinaria o de tecnología en relación al valor,
traducido en ganancia, que se genera). Esta es la clave de la inclinación
recurrente de este sistema a la crisis. La otra implicación atañe a la
disolución de la relación salarial, esto es, el agudo declive del empleo.
Ante esta disyuntiva quedarían en principio dos caminos.
Bien, bajo una intensa presión social, se reparte el trabajo al tiempo que se
mantiene el salario; donde el salario directo (nómina) estaría cada vez más
compensado por el indirecto (servicios sociales) y el diferido (pensiones de
jubilación), a partir de una redistribución del valor agregado o de la riqueza
social total generada (aquí tendría también cabida una renta básica universal).
O bien se acelera la destrucción de empleo y la miseria general de la sociedad.