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Karl Marx ✆ Grau Santos
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Hernán Andrés Kruse | El
ejemplo de las fábricas inglesas de estambre y de seda ha demostrado que cuando
arriba a un cierto grado de desarrollo, el crecimiento extraordinario de una
rama fabril puede provocar un descenso no sólo relativo sino también absoluto
de la cantidad de obreros contratados. En 1860, los distritos fabriles de
Lancashire, Cheshire y Yorkshire contaban con 652 fábricas. 570 de estas
fábricas contaban con 85,622 telares de vapor, 6.819,146 husos, 27,439 caballos
de fuerza en máquinas de vapor y 1,390 en ruedas hidráulicas, mientras que los
obreros empleados ascendían a 94,119. Cinco años más tarde, en las mismas
fábricas había 95, 163 telares, 7.025,031 husos, 28,925 caballos de fuerza en
máquinas de vapor y 1,445 en ruedas hidráulicas, mientras que los trabajadores
contratados ascendían a 88,913. Vale decir que en el quinquenio 1860/65 los
telares de vapor aumentaron un 11%, los husos, un 3%, los caballos de vapor, un
5% y los obreros disminuyeron un 5,5%. En el decenio 1852/62, hubo un
considerable incremento de la fabricación de lana en Inglaterra mientras
permanecía casi igual el número de obreros en esta rama de la producción. La
experiencia fabril demostró que el incremento de obreros es apenas una
apariencia, lo que significa que no es el fruto del desarrollo de las máquinas
sino de la anexión gradual de ramas de la producción accesorias. Por ejemplo, “el aumento de los telares mecánicos y de
los obreros fabriles a que daba empleo desde 1838 hasta 1858, fue debido
sencillamente, en