Ricardo Melgar Bao | La historia de la izquierda ecuatoriana no
ha explorado suficientemente sus orígenes, adoleciendo además, de los lastres
ideológicos de las versiones militantes. Proponemos una relectura a partir de
la relevancia que tuvo en su momento la revista Antorcha, la crisis del liberalismo en el poder y la fuerza
renovadora de la llamada Revolución Juliana. Nuestra perspectiva es
interdisciplinaria, próxima a la Antropología Social, o a lo que en América del
Sur se denomina Antropología Histórica, en el marco de una reconocida y
prolongada crisis de paradigmas y fronteras disciplinarias.
Primera
entrada historiográfica
Socialismo y marxismo representan historias diferenciadas, con
fases relevantes de convergencias y rupturas, que sirvieron de base para la
configuración de sus respectivas identidades ideológicas, políticas y
culturales. Su historia adolece de los lastres ideológicos de las versiones
militantes, las cuales quedan insertas en lo que Eric Hobsbawm designó
críticamente como «Historia-sectaria»,
[1] es decir, aquella que se subordinó a
la pedagogía política partidaria.
[2] Esta vertiente interpretativa parte
de cuatro premisas discutibles: que el auténtico socialismo es marxista o
marxista-leninista; que encarna y representa al proletariado, que su
trayectoria es lineal o teleológica, y que no existe más tradición socialista o
comunista que la propia. La crítica a dicha representatividad clasista y la
defensa de la diversidad de la izquierda socialista y sus varios legados ha
sido sustentada por Alexis Páez.
[3]
Bajo el mirador comunista, el
socialismo, el anarquismo, el anarcosindicalismo y el sindicalismo
revolucionario son caracterizados como equívocos y como lastres para su
existencia y desarrollo. Por su lado, Lazar y Víctor Jeifets, aportan muy
valiosos datos acerca de los orígenes del comunismo en el seno del movimiento
socialista extraídos de los archivos de la Internacional Comunista.
[4] Se suman a esta nueva historiografía
los escritos de Marc Becker
[5] y Hugo González Toapanta,
[6] los cuales abrevaron
discrecionalmente ―según sus particulares perspectivas― en la información
contenida en la revista
Antorcha.
[7] Es relevante señalar que las
matrices interpretativas de Becker y de Páez van más allá de la historia –
social o de las ideas, en diálogo implícito o abierto con otras disciplinas
humanísticas y de las Ciencias Sociales.
Existe consenso que dicha revista representa una expresión
sustantiva de los orígenes del socialismo ecuatoriano. Existe también consenso
que
Antorcha fue una
revista de combate y organización de carácter ideológico-político socialista y
no un aleatorio medio de difusión. Discrepamos de quienes piensan que las
revistas o periódicos militantes deben ser considerados con el mismo rasero con
que se valora y analiza el diarismo nacional o internacional. Una revista
como
Antorcha representa
una fuente primaria de calidad para el análisis de los orígenes del socialismo
ecuatoriano al ofrecer los posicionamientos en torno al Estado real e ideal
(socialista), a las vías revolucionarias o reformistas, a Lenin y la Unión
Soviética, a las demandas y urgencias del proletariado, del campesinado, de los
indígenas, así como al papel y auto representación de la nueva generación de la
pequeña burguesía urbana universitaria.
[8]
Nuestro aporte se solventa en abordar por vez primera
aspectos ideológicos y culturales no considerados, presentes de manera
significativa en la revista
Antorcha como
el juvenilismo mesiánico, sus representaciones acerca de la ciudad como lugar
hegemónico del quehacer político y de la cultura y del progreso. Como ninguna
de estas entradas fue considerada en los estudios previos, su confluencia
discursiva funda la originalidad de este escrito. Por último, ofrecemos
información complementaria a lo ya aportado por investigaciones reciente acerca
de la real heterogeneidad ideológica de sus redactores y colaboradores, lo que
dota de amplitud, pero también de cierta vulnerabilidad a la malla o red de
vínculos intelectuales y políticos coyunturalmente reiterados y significativos.
Todos ellos, además de colaborar en la revista
Antorcha, concurrieron al proceso de constitución del Partido
Socialista en 1926. Situado el proceso formativo del socialismo ecuatoriano en
el contexto de los países andinos durante los años 1924 a 1926, la convergencia
entre su ala reformista y cominternista fue posible. No eran todavía tiempos de
ruptura. La propia Internacional Comunista siguió tolerando, aunque a disgusto,
las adscripciones socialistas hasta el año de 1929.
[9]
Partimos de la premisa que una nueva cultura urbana se cribó
durante la primera posguerra mundial reanimando a las clases medias. Uno de sus
rasgos se expresó a través de una ola expansiva de corte juvenilista que se
acompasó hasta cierto punto, con las secuelas de la crisis económica
internacional. En el Ecuador la crisis tradujo el agotamiento del ciclo del
Cacao, sostén de su economía agroexportadora. Pesaron como plomo: el atraso de
su sistema de plantación frente a la competencia emergente en el mercado
mundial. En la coyuntura de crisis vino un descenso de los precios de las
materias de exportación coincidente con las pérdidas ocasionadas por plagas y
enfermedades de las plantas. El agotamiento del ciclo liberal de gobiernos, se
hizo ostensible al crecer la desigualdad social y el descontento social.
[10]
La crisis económica enlazada a su vez, a una crisis de
índole política y cultural redondeó el drama ecuatoriano. Sus expresiones más
significativas se dieron en los contextos urbanos más importantes del Ecuador.
La ciudad costeña y portuaria de Guayaquil y la ciudad serrana de Quito. Una
estimación censal de población le atribuía en 1919 a Guayaquil la cantidad de
89,777 habitantes
[11] dejando a Quito en segundo lugar.
No obstante lo anterior, Quito en poco más de un cuarto de siglo había
duplicado su población, llegando en 1922 a contar con 80,702 habitantes.
[12]Las distancias demográficas entre ambas
ciudades se iban acortando, mientras que en el plano político e ideológico se
iban inclinando a favor de Quito.
En el Ecuador de manera parecida a otros países, la crisis
potenció un movimiento universitario reformista con sensibilidad política. Los
universitarios reformistas demandaron además de la transformación de las
anquilosadas estructuras universitarias, las de los injustos y esclerotizados
órdenes políticos y culturales oligárquicos. Recusaban al Partido Liberal no
solo por su acusado sesgo ideológico individualista, sino por ser el vehículo
político de expresión de los intereses de la Oligarquía, principalmente
costeña, bancaria, comercial y terrateniente agroexportadora (cacao y banano)
aliada a los terratenientes tradicionales serranos.
En ese contexto, la intelectualidad de izquierda en el
Ecuador cobró visibilidad a mediados de los años veinte del siglo pasado a
través de sus publicaciones periódicas y de sus quehaceres disidentes o
antigobiernistas en los espacios públicos. Sus integrantes se adscribieron bajo
la imagen de una nueva generación comprometida con el cambio social. De otro
lado, la joven oficialidad militar que participó en la Revolución Juliana
compartía a su manera, ese mismo clima ideológico. Al decir de Agustín Cueva,
ese sector castrense juvenil, como se sentía tan postergado como «el resto de
la pequeña burguesía del país», se avino a través de la Logia Militar, a dar un
golpe de estado no caudillista de corte reformista contra el Partido Liberal y
la plutocracia de Guayaquil.
[13]
En esa coyuntura, los jóvenes civiles y militares tejieron
entre si algunos puentes, vínculos y convergencias. Unos y otros procedían de
las capas medias urbanas, las cuales tradujeron a su manera la crisis de la
cultura y del orden oligárquico de la sociedad ecuatoriana, así como los
movimientos de resistencia de las clases subalternas. Las lógicas culturales de
la nueva generación cribaron en ellos una «politicidad sensible» al cambio de
época y al drama de las clases y minorías étnicas sulbalternas. Las cuestiones
sustantivas de la problemática del Ecuador mundo, desde referentes,
ideológicos, morales, estéticos y políticos, se cubrieron de juvenilismo
mesiánico.
El proceso ciudadanización del sector prosocialista de la
joven intelectualidad citadina congregado en torno a la revista
Antorcha de Quito, de orientación
antigubernamental merece ser tomado en cuenta en dicho proceso. La revista tuvo
una existencia de siete meses, de noviembre de 1924 a junio de 1925 siendo su
principal norte desarrollar su antagonismo frente a la ideología liberal y el
«Liberalismo corruptor»: «Los jóvenes ya no queremos mirar el espectro del liberalismo
que ha sido un tesoro ubérrimo para cófrades de la causa y burgueses bonachones
de los círculos inquisitoriales del tanto por ciento. »
[14]
Desde las páginas de La Antorcha un colaborador se reapropió del nombre de un
caudillo militar romano dotando de sentido a su pseudónimo. Su escrito brindó
señas inconfundibles acerca de un verosímil acercamiento entre los jóvenes
oficiales y antorchistas un mes antes del golpe militar:
«Queremos un gobierno
social dentro del territorio nacional, que se preocupe de la felicidad popular
(…) como aspiración justa de los sentimientos humanos que agitan los corazones
de la juventud intelectual civil y militar.» [15] La «felicidad» humana, popular o
socialista gravitaba como ideal en la literatura de la izquierda
latinoamericana a comienzos del siglo XX.[16]Cabe la posibilidad que el autor haya
podido ser un integrante de la propia Logia Militar. Existe una prueba
significativa adicional de los vínculos existentes entre los integrantes de la
Logia Militar y los de Antorcha:
la incorporación al gobierno de uno de los fundadores de la revista, Luis N.
Dillon en calidad de presidente de la Junta Revolucionaria. [17]
Juvenilismo
mesiánico
La «juventud» como término relacional e identitario
enunciado por los estudiantes universitarios y oficiales de incipiente
graduación del ejército durante los años de 1925 y 1926 era una categoría
nativa; ya estaba inserta en su habla y en su manera de configurar sus pertenencias
colectivas y sus horizontes de futuro. Sin embargo, la categoría e imagen de la
juventud se movía en dos horizontes de sentido. El primero y general,
sintetizaba las marcas propias de época, es decir, como asunción de las
coordenadas del pensamiento de la primera posguerra mundial y como
reconocimiento de ser parte de las clases medias urbanas. La segunda, la
juventud fue significada segmentadamente por organizaciones institucionales,
movimientos y corrientes con la finalidad de enunciar sus respectivos
«nosotros» o identidad colectiva: universitaria, militar o doctrinaria. El
desencanto de un joven frente al liberalismo expresado con sinceridad, parecía
sintetizar el punto de quiebre y viraje de muchos de sus pares de edad:
Recuerdo que allá, en mis diecisiete primaveras, era un
romántico…En cierta ocasión, un cinco de junio, hilvané algunas frases de las
más redondas y sonoras sobre liberalismo; decía entre otras cosas que “el
liberalismo indica una modalidad compresiva superior a las existentes” y que es
la base del sistema republicano, el espíritu de la democracia…Con el transcurso
de los años me han venido las lágrimas a los ojos al ver la triste figura del
liberalismo. Esa hermosa mujer que en mis años mozos la amé románticamente, no
es sino una “mujer pródiga”, una prostituta. […] ha suprimido escuelas, la base
del progreso de los pueblos, ha producido una generación de políticos
desvergonzados y canallas que en el poder han protegido a los explotadores del
obrero menesteroso…[18]
Los movimientos juveniles se inscribieron a favor de la
profundización del proceso de secularización de los gobiernos liberales entre
1895 y vísperas del golpe militar revolucionario de 1925. Una nueva fe y
voluntad generacional de acción transformadora de la sociedad cuestionaba de
fondo, el quietismo que auspiciaba como forma de control oligárquico el alto
clero católico. Jorge Carrera sintetizó esta postura con motivo de la
celebración de la navidad de 1924 dotándola de significación socialista en una
de sus lecturas para proletarios. Refiriéndose a lo que represento el
socialismo a partir del siglo XIX escribió que por ese entonces se había
«secado la vara del milagro. Los hombres ya no creían». «La tierra, tierra
sórdida y triste, parecía un hormiguero» bajo el peso de la expoliación
capitalista y el poder opresivo de la burguesía. Y en ese siglo de invenciones
notables afirmó: “El proletariado es la roca donde se elevará la Iglesia del
Porvenir”, había dicho el profeta Lasalle. Y el profeta Marx: “La religión del
trabajo se extenderá por todo el mundo.”»
[19] Por lo anterior, no fue casual que
la revista se convirtiese en objeto de ataques de los políticos conservadores y
del clero llamando a mantener un estado de alerta en sus filas: «contra la
sirena del socialismo, que invocando reivindicaciones e ilusorias mejoras,
pretende agrupar en su rededor a los hijos del trabajo, para lanzarlos, tal vez
en día no lejano a los abusos y violencias de una demagogia
desenfrenada».
[20] Es comprensible que si los
antorchistas le asignaron de manera explícita una función histórica y política
al proletariado ecuatoriano, recogían un presupuesto compartido por las
vertientes socialistas y comunistas. Con motivo de la realización del Tercer
Congreso Obrero una nota periodística de
Antorcha,
muy elocuente:
Creemos que este futuro Congreso revestirá verdadera
importancia aportando valiosas enseñanzas y dictando medidas útiles para el
obrerismo ecuatoriano. Es de especial importancia que para este Congreso no se
elijan, viejos maestros de taller apegados a la tradición, pequeños burgueses
que son los más grandes enemigos del proletariado. Vayan allá jóvenes obreros
instruidos y bien intencionados. [21]
La juventud universitaria contaba con un organismo
representativo: la Federación de Estudiantes del Ecuador la cual se orientaba
ideológicamente por esos años hacia la izquierda y un vocero de nombre
elocuente, Juventud. Dicha entidad y sus adherentes no fueron ajenos
a la quiebra del ciclo económico del Cacao ni a la espiral inflacionaria ni a
las urgencias y demandas populares. Se inquietaron frente al proceso de
obsolescencia del poder y de la cultura oligárquica asumiendo posiciones a
favor del cambio, entre la reforma y la revolución.
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Las manos de la protesta ✆ Oswaldo Guayasamín
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Estos jóvenes al adherir a nuevas ideas y comportamientos en
los espacios públicos, coadyuvaron a minar los esclerotizados órdenes. Su
recepción de los grandes acontecimientos continentales y mundiales coincidía
con la conmemoración del primer Centenario de la gran mayoría de las repúblicas
latinoamericanas, salvo Cuba, Puerto Rico, Panamá y Brasil. Estuvieron alertas
e interesados en las nuevas corrientes ideológicas y la emergencia de
tendencias estéticas vanguardistas cuyos primeros ecos llegaban retaceados o
distorsionados a través de las agencias cablegráficas que incidían en el
diarismo nacional. La reapropiación del mundo dependía de la renovación del
capital letrado signado por una primavera de revistas culturales y periódicos sindicales
y políticos, así como por una labor editorial nativa que convergías con las
novedades del circuito librero internacional. Fueron usuales las suscripciones
y canjes con revistas europeas y las colaboraciones de doble vía: ecuatorianos
fuera y extranjeros dentro. Reforzaban esta corriente renovadora las
experiencias de los viajeros ecuatorianos y extranjeros, así como las
cultivadas prácticas epistolares. El grupo
intelectual Renovación constituido hacia 1921 e integrado por: Jorge
Carrera Andrade, Benjamín Carrión, Pío Jaramillo, Antonio J. Quevedo, Jorge
Eguez, Carlos Zambrano Orejuela y Miguel Ángel Zambrano entre otros, expresaba
una búsqueda vanguardista en el terreno literario, sensibilidad y compromiso
social. Convergente era el parecer vanguardista de quienes integraban la
revista Savia en Guayaquil, su admonición juvenilista de 1925, así lo
ratifica.
[22]
En ese tiempo, no fue casual que la imagen y el pensamiento
de Barbusse fuesen las expresiones más visibles de la recepción ideológica de
la nueva generación universitaria. Las librerías «Sucre» y «La Española» de las
ciudades de Quito y Guayaquil ofrecían en venta algunas obras de Marx, Engels,
Kautsky, Bebel, Lafargue y Labriola.
[23] No faltaban tampoco en estas
librerías las obras de autores libertarios como: Bakunin, Malatesta,
Reclus.
[24] El intercambio de publicaciones era
fluido en el territorio nacional. Veamos una cartografía en clave ideológica:
Dejando a un lado La
Antorcha y La Voz del
Proletario periódicos francamente socialistas, anotaremos la labor
de Adelante, periódico que se publica en Otavalo que manifiesta un rumbo
decidido hacia el socialismo...En Lacatunga La Nueva Idea se presenta
como un paladín del socialismo. [25]
En el seno del movimiento estudiantil y por extensión entre
los jóvenes antorchistas, cobraba alguna fuerza el ideal juvenilista de
erigirse en la fuerza directriz del combate al orden oligárquico así como en
conductores del proceso de transformación del país. Sin embargo, más allá de
los claustros universitarios el ideal juvenilista mesiánico y antioligárquico
también gravitaba en un sector emergente de la nueva oficialidad del ejército.
Ellos se congregaron en torno a la novísima Liga Militar el 26 de octubre de
1924 y expresaron de manera explícita su adhesión al ideal juvenilista en los
siguientes términos:
Los grandes movimientos sociales, sobre todo cuando tienen
por objeto algo más que intereses económicos de crudo y rudo positivismo personal
deben ser ampliamente abordados por la juventud redentora de los pueblos; a
ella pues le toca, porque las más bellas ideas culminan en el éxito.
[26]
Ildefonso Mendoza Vera, jefe manabita de la Liga Militar se
le atribuye haber compartido con la tropa a su cargo, la lectura de textos de
Lenin,
[27] así como la formación de milicias
para el control de las sucursales bancarias. Esta facción radical fue depurada
pocos meses después de instaurada la Junta Revolucionaria; otros oficiales que
permanecieron en activo, cayeron en el pesimismo.
[28]
Por su lado, los jóvenes civiles tejieron en torno a
Antorcha una malla de redes
intelectuales y políticas. Tuvieron como vocero a una revista semanal quiteña
que ostentaba el mismo nombre. Su contingente fundacional, según la mayoría de
las fuentes, coincide salvo un par de personajes. Figuraban: Hugo Alemán
Fierro,
[29] Augusto Arias,
[30] Jorge
[31] y César Carrera Andrade,
[32] Néstor Mogollón Robles,
[33] Leonardo Muñoz,
[34] Ángel M. Paredes,
[35] Ricardo Paredes, Julio Peñaherrera
y Gonzalo Pozo, Emilio Uzcátegui y Juan Elías Naula Tamayo
[36]. Se fueron sumando colaboradores muy
importantes como Luis Maldonado Estrada, dirigente obrero durante las jornadas huelguísticas
de Guayaquil en 1922. En diciembre de 1924 figuraba como uno de los más
entusiastas defensores de la idea de avanzar en el proceso de constitución de
un partido socialista.
[37] Varios de ellos, habían cultivado
relaciones entre sí a través de revistas, colectivos y quehaceres intelectuales
políticos.
La principal línea de continuidad con el arielismo se
expresaba en el terreno moral, en el deber ser de la juventud, pero impregnado
de un nuevo contenido social y político de inconfundible factura
antioligárquica e inclinado a favor del ideario socialista. El juvenilismo
antorchista se inscribió en la ola reformista universitaria continental de la
primera posguerra. La coincidencia o proximidad de los planteamientos
antorchistas con el ideario mesiánico acerca del papel histórico que debía
desempeñar la juventud universitaria formulado por Víctor Raúl Haya de la Torre
–el fundador de las Universidades Populares «González Prada» en el Perú- merece
ser destacado.
Los antorchistas fueron muy sensibles al horizonte de la
agitación estudiantil universitaria de su país y del extranjero. Lo prueban sus
abiertas simpatías hacia la nueva directiva de la Federación de Estudiantes del
Ecuador, y claros indicios de que compartían la misma red intelectual y en
cierto sentido generacional.
La idea-fuerza juvenilista apareció en un elocuente artículo
firmado por Alfonso Leal publicado en las páginas del primer número de
La Antorcha con motivo de la
celebración del triunfo obtenido en las elecciones de la Federación de
Estudiantes por parte de la lista liderada por Guillermo Pólit
[38] e integrada por Eduardo Salazar,
Antonio Quevedo, César Carrera y Nicolás Augusto Cañizares, frente a la de sus
adversarios del grupo
La Vanguardia encabezado
por Miguel Ángel Zambrano.
[39] El autor del artículo destacó
igualmente los valores de otros tres líderes estudiantiles que participaron en
diga contienda electoral aunque sin precisar los contornos ideológicos de sus
respectivas banderías: Gonzalo Escudero. Miguel Ángel del Pozo y Augusto
Velasco. En dicho artículo se suscribió la idea de que:
El mérito de esta juventud, está en no torcer la línea recta
que obstinadamente se traza en su sendero, en no descubrir el vericueto poco
limpio por el que se llega más pronto; en perpetuar el alba de la vida,
alimentándola con la misma pura claridad, alegrándola con la misma bondad
riente, alentándola con el mismo tesonero afán que saben poner en sus horas
iniciales. Entonces la juventud podrá salvarnos; hará un país de hombres más
generosos, sin dejarse contaminar del moho de hipocresía que daña el oro del
espíritu, cuando olvidando la doctrina que se bebió en las aulas, no se vacila
en manchar las páginas que pudieron ser inmaculadas, para acogerse a la
paternidad de un interés creado.[40]
La retórica discursiva de Alfonso Leal tiene deudas con la
tradición arielista considerando que fue permeada por el halo moralista
rodoniano. Pero con mucha más fuerza gravitaron en sus escritos imágenes
literarias como el «alba de la vida», la «línea recta» en el sendero y «la
bondad riente», las cuales, siguiendo a Mariátegui, representarían el «alma
matinal». El ensayista peruano en agosto de 1925 recuperó la fórmula enunciada
por José Vasconcelos que definía el sentimiento de la nueva generación como:
«pesimismo de la realidad y optimismo del ideal».
[41] Pocos meses antes, el filósofo
mexicano, había publicado su mensaje de aliento dirigido a la juventud
ecuatoriana:
Confío en que esta juventud idealista logrará imponer en el
orden social y en el sistema político todas las reformas que necesitan nuestras
sociedades, carcomidas moralmente por la pereza, la incompetencia y los vicios;
y políticamente por el militarismo, el caudillaje y la injusticia.[42]
Las ondas expansivas de las redes intelectuales
latinoamericanas insuflaban no sólo el movimiento estudiantil sino que además
lo orillaban a asumir una bandera unionista continental. A modo de respuesta
generacional al maestro mexicano, César Arroyo (1890-1937), cobijado en las
páginas de
La Antorcha mexicana,
escribió que los horrores de la gran guerra europea convertían a nuestro
continente en «campo de reserva de la humanidad» y que la «unión necesaria y
salvadora» será la misión de los jóvenes a los que llamó «dirigentes del
mañana».
[43]
En otro artículo, Jorge Carrera Andrade postuló el
advenimiento de una nueva sociedad recurriendo a la simbólica imagen de la
antorcha y su fuego purificador al escribir que la:
…humanidad se prepara
a dar el salto histórico sobre el obstáculo del Estado en bancarrota y tiene ya
la antorcha encendida sobre el gran bosque de los privilegios. Los espíritus
libres comprenden que ha llegado la hora de dar al Trabajo el altísimo puesto
tanto tiempo usurpado por el Capital y de sustituir el régimen patronal y
absoluto por un sistema de cooperación en que todo hombre sea de derecho un
asociado. [44]
El juvenilismo mesiánico se erigió en una preocupación
central de los antorchistas y los que formaron parte de sus redes intelectuales
y políticas. A partir de la segunda quincena de noviembre de 1924, se sumó
Ricardo Paredes a la red antorchista anunciando desde la revista que brindará
asistencia médica «gratuita a los pobres».
[45]
Por su lado, Ricardo Álvarez, entusiasta partidario de la
admonición de Romain Rolland a los jóvenes
[46] convocó a una encuesta pública
lanzada por con el ánimo de sondear en el imaginario social si era compartida
la idea fuerza de que la juventud poseía la voluntad de cambiar el orden social
vigente. La encuesta formulada a través de las páginas de
La Antorcha tuvo la siguiente
presentación.: «Invitamos a todos los ecuatorianos que comulgan con la
inquietud ideológica del momento presente, que sienten el imperativo de una
definitiva reforma nacional, se sirvan enviarnos sus contestaciones…“¿Cuál debe
ser la actitud de los jóvenes en el momento actual?»
[47] La formulación y centralidad
discursiva de esta pregunta en dicha encuesta reafirma la importancia asignada
a la nueva generación en los espacios públicos.
Pocas fueron las personas que como Gonzalo Pozo respondieron
entusiastas a la encuesta:
La actitud juvenil
debe ser altiva, revolucionaria, izquierdista, propia de espíritus nuevos, sin
pretender solidarizarnos con las viejas agrupaciones políticas, causantes de
todas las calamidades públicas que lamentamos. … los hombres jóvenes deben ser
los controladores de las actitudes gubernamentales, interviniendo como prolijos
espectadores en el desenvolvimiento de administrativo, a fin de que se cumplan
fielmente todas las funciones del Estado, dentro de un marco de estricta
justicia y sin las acostumbradas perversiones de los políticos burócratas.[48]
Ricardo Álvarez retomó su ideal juvenilista proyectándolo
sobre los países latinoamericanos en abierto desafío a la visión fatalista de
los positivistas spencerianos. Compartía el ideal reformista universitario de
asumir una posición alternativa frente al injusto panorama continental:
En la hora presente la situación heterogénea de la Sociedad
debe ser dominada por golpes inteligentes de voluntad de parte de la juventud.
En la juventud hay energía suficiente y aptitudes precisas para curvar los
viejos moldes. Sobre todo la juventud latina es la que está llamada a
desempeñar un gran papel, porque hay que reconocer el atraso positivo, de
ciertos pueblos latinos, la falta de muchas cualidades que impide el triunfo en
la vida.
[49]
El juvenilismo radical de los jóvenes antorchistas tuvo como
norte liquidar la cultura y el orden oligárquico liberal que atenazaba al
pueblo ecuatoriano. Pensaban que muchos otros países del continente enfrentaban
parecidos lastres y problemas que ya no debían seguir hipotecando el futuro de
sus pueblos. El espejo ecuatoriano reinante antes de la Revolución Juliana no
contrariaba la tendencia dominante en el escenario continental. Fue la
Revolución juliana la que abrió nuevos cauces a la sociedad ecuatoriana y entre
ellos, a diversos segmentos de la juventud que se encontraban al margen o escaparon
de los señuelos clientelares que auspiciaba el clero católico pro oligárquico.
Bajo el mandato de la Logia Militar se puso un freno al capital bancario
hegemónico protegido por los sucesivos gobiernos liberales creando una banca
estatal. Promulgó una reforma laboral avanzada para su tiempo que suscitó
varios apoyos de organizaciones de los trabajadores entre las que figuraba la
Confederación Obrera del Guayas, así como sociedades mutualistas de artesanos
como «Unión y Progreso» de Tungurahua y «Artesanos de León» de Latacunga.
Otorgó el derecho de sufragio electoral a las mujeres.
[50] La caracterización que hizo el
socialista Ricardo Paredes ante el VI Congreso de la Internacional Comunista
seguía siendo de admiración y reconocimiento a la Logia Militar y la
orientación que le supieron imprimir a la Revolución y el nuevo gobierno, al
punto que sostuvo que su modalidad de mando y organización «tenía cierta
estructura soviética.»
[51]
La
politicidad sensible de los antorchistas
Disentimos de constreñir toda sensibilidad política al
ámbito del poder,
[52] por lo que preferimos significarla
como otra sensibilidadpropia al movimiento antorchista inserto en la
urdimbre del horizonte histórico cultural de la resistencia de las clases y
grupos subalternos. La otra sensibilidad política percibe la proximidad de
aquellos sujetos y sus cuerpos que son objeto de dominio y expoliación, a
través de sus gestos y prácticas de resistencia. Incluso, dicha sensibilidad
les permite descubrir y modelar su propia identidad colectiva. Los antorchistas
fueron construyendo imágenes sensibles y simbólicas del pueblo ecuatoriano y de
la nueva generación de la intelectualidad de izquierda a través de sus modos de
expresión.
La «politicidad sensible» experimentada por los jóvenes
intelectuales aglutinados en torno a la revista
Antorcha entre los años de 1924 y 1926 se encontraba
atravesada por cuatro coordenadas: su cultura «tipográfica e iconográfica»,
[53] la ciudad como su lugar de
enunciación y combate, su modo de asumirse como parte directriz de la otredad y
su modo de fungir como espejo solidario de la multitud en resistencia o
rebeldía. El proceso de diferenciación social entre artesanos y los obreros
fabriles, aunque era todavía era incipiente, se dejaba notar en los espacios
públicos. Algo similar sucedía en la ciudad de Guayaquil.
La Antorcha nos
permite explorar todos estos ámbitos relacionados y yuxtapuestos entre sí.
Empecemos por el nombre de esta revista socialista nacida un 16 de noviembre de
1924 en la ciudad de Quito. Su elección merece algunas preguntas y sondeos
acerca del imaginario social ecuatoriano conmocionado por las lecciones de la
lucha obrera y popular del 15 de noviembre de 1922 en la ciudad portuaria de
Guayaquil, así como por la impronta de la Nueva Rusia y sus ecos europeos,
asiáticos y latinoamericanos.
La Antorcha se
inscribió como un símbolo luminoso acorde con la nueva sensibilidad de la
intelectualidad quiteña siguiendo canon parecido al
de La Aurora en la tradición tanto liberal como anarquista, pero
también al de la Claridad de inspiración barbussiana filo
maximalista. La mitologización política moderna de las imágenes solares en las
retóricas que acompañaron las grandes jornadas de lucha huelguística de
Guayaquil de 1922, nutrían las expectativas milenaristas de los trabajadores
como bien lo ha señalado Alexis Páez. El Proletario: «Obrero…oriéntate
hacia la Aurora del mañana que disipará la legendaria tiranía mediante la
asociación.» en consonancia con otras imágenes publicadas en los periódicos
obreros y libertarios como Alba Roja, El
Cahuero y Redención.
[54] En 1926, una de las facciones de la
joven oficialidad que participó en la Revolución Juliana editó la revista
literaria Claridad en la ciudad de Quito, bajo el lema de «Unión,
Concordia y Fraternidad».
[55]Tuvo como director al teniente Alfaro
Augusto Pozo quien formó parte de la Junta de la Primera Zona Militar del
Pichincha en las acciones del 9 de julio de 1925.
[56] Lo acompañaron en la revista en
calidad de miembros de honor a: Gonzalo Escudero, el mayor Guillermo Burbano y
a los coroneles Ángel Chiriboga y Luis T. Paz y Miño, así como el poeta Augusto
Arias. En sus páginas colaboraron Jorge Carrera Andrade y Medardo Ángel Silva
entre otros.
[57]
En la revista Antorcha,
Barbusse está presente de manera más explícita en sus páginas, aunque enlazado
al legado de Juan Montalvo. Los dos paratextos, es decir, los epígrafes de Juan
Montalvo y de Henri Barbusse que flanquean el título de la publicación no
resultan accesorios, toda vez que cumplen una función algo más que coreográfica
al condensar la semántica propia de pensamiento de izquierda en desarrollo, que
abreva en sus propias tradiciones ideológicas pero también en las canteras de
la izquierda intelectual internacional de su tiempo.
El pensamiento de Juan Montalvo fue ubicado en el campo
superior izquierdo de la primera página por sus editores. Lugar preferente en
la tradición gráfica visual entre finales del siglo XI y principios del siglo
XX. El juicio de Montalvo fue extraído de las páginas de El Cosmopolita sin mencionar la
fuente, representando un llamado a la movilización libertaria con esperanza:
Los dignos de libertad
bregan hasta el último Instante por defenderla; y si a pesar de su ahínco la
perdieron viven para recobrarla algún día. Viven pensativos y angustiados, y
sólo los anima la esperanza; si la pierden también, su alma está triste hasta
la muerte.[58]
Los antorchistas vieron en Juan Montalvo más de un motivo de
atracción ideológica. Esta figura señera del pensamiento liberal quedó
disociada de la de Eloy Alfaro a la que sí le formularon severas críticas.
[59]
Por su lado, el sentencioso juicio de Barbusse seleccionado
por los editores de la revista probablemente fue extraído de las páginas de su
novela El Fuego con el propósito de legitimar su posición de combate:
«La tolerancia frente al error es un error más grande».
[60]
Otra fuente de inspiración ideológica antorchista fue el
pensamiento de Lloyd George, figura reivindicada por su política redistributiva
y su cercanía con la política de Wilson para la primera posguerra mundial:
«Liberal, en un principio revolucionario siempre George renovó la política
inglesa en estos últimos catorce años».
[61]
Los jóvenes antorchistas no practicaron el parricidio
intelectual frente a los prohombres de la izquierda ecuatoriana, prefiriendo
apoyarse selectivamente en su legado para continuar su proceso de afirmación y
diferenciación. Entre noviembre de 1924 y los primeros días de 1925 avanzaron
en el proceso de la configuración de su identidad colectiva, además de jóvenes,
se definieron como socialistas:
Se hacía indispensable su establecimiento en esta hora
urgente para la acción. Púdose creer que la gente moza que compone este
semanario de, carecía de alientos para laborar más allá de las líneas de un
simple periódico […] Hoy el grupo está de pie y se muestra en su prístino
fervor a todos los compañeros que desde los más apartados rincones del suelo
común palpitan generosamente al llamado de la voz renovadora. [62]
A estos jóvenes socialistas los presidía un símbolo matinal.
Una antorcha no jacobina, pero sí con inclinación revolucionaria y solidaria
con los pueblos del mundo, en particular con los de continente. Jorge Carrera
escribió con tono magisterial sus «Lecturas para los Proletarios: Los Tiranos
de todas partes son vuestros enemigos. » Y argumentó:
Los tiranos son
enemigos natos del proletariado, de sus acción humana y de sus justos fines,
como productos de una sociedad individualista, levantar su baluarte con los
sedimentos de la tradición ante la oleada de los derechos y reivindicaciones de
la colectividad. […] No importa que los Tiranos sean de otra nacionalidad:
ellos son un peligro para el proletariado del mundo entero. […] ya ha llegado
el crepúsculo de los Tiranos en América. Ayer los Gutiérrez. Hoy, Juan Vicente
Gómez. [63]
La Antorcha pretendía
iluminar las conciencias de las clases subalternas y encender sus voluntades.
Se trataba de un símbolo de combate intelectual de la nueva generación o como
dice su primera editorial: «Los jóvenes tenemos derecho a hablar, a protestar.
[…] en todas partes
La Antorcha,
prenderá una hoguera de rebeldía, de reivindicación nacional».
[64] Se le atribuye al coronel Juan
Manuel Lasso Ascasubi el financiamiento de dicha publicación por su afinidad
ideológica con el ideario socialista.
Pensando en el prisma antorchista cabe una pregunta central
para entender su posición: ¿Cuál era el drama que vivía el país bajo el mandato
de los grupos de poder bancario en consorcio con los poderes públicos? Para los
jóvenes radicales era el nepotismo de los de arriba y la pasividad de los de
abajo: «creadores de la miseria de obreros y empleados inferiores, cuyos gritos
de justicia son ahogados por autoridad abusiva».
[65] Este parecer reapareció en un
artículo de Belisario Quevedo en el que parafraseando a Carlos Marx suscribió
la lucha de clases como principio rector de la historia ecuatoriana y reseñó el
drama del pueblo en la ciudad portuaria de Guayaquil:
La plutocracia de Guayaquil que, naciente aún, hizo el 95
por ideas liberadoras la revolución política contra las clases clericales y de
grandes propietarios de la sierra, es al presente profundamente conservadora de
los privilegios y abusos que ha llegado a crearse.[66]
No obstante lo anterior, algunos signos de la retórica
positivista y del higienismo burgués se deslizaron a través de su primer
editorial o manifiesto al declararle una guerra santa –«cruzada» le llamaban- a
todo lo que representaba la patología nacional de lo mórbido y lo insano, o en
su defecto el atraso y lo obsoleto. Los jóvenes antorchistas están en contra
de: «lo caduco y enfermizo», de «la decrepitud en política», de la
«indiferencia malsana de los abajo». La hediondez y formas escatológicas de los
de arriba justificaban las promesas profilácticas que deseaba impulsar la nueva
juventud intelectual. Para ellos la plutocracia era repudiable porque ya no
podían aguantar su hedor, la contaminación alienante que representaba, su modo
de enmierdar a la patria ecuatoriana. La plutocracia en el imaginario
antorchista era la síntesis de lo realmente mórbido, lo cochino y lo malo. El
propio presidente fue considerado un claro síntoma de lo mórbido:
El enfermo presenta un debilitamiento global de las
facultades intelectuales y por los caracteres que presenta podemos establecer
como diagnóstico que el Sr. Dr. Gonzalo S. Córdova, Presidente de la
República del Ecuador, ha entrado en la Demencia senil, cuyo pronóstico
como es sabido es fatal.[67]
Los jóvenes antorchistas invirtieron la lógica clasista de
las amenazas del positivismo y del higienismo burgués. Además de ello,
resimbolizaron lo feo y lo malo como excrecencias del poder plutocrático. Hubo
en estos jóvenes de la izquierda intelectual algo de ruptura y algo de
continuidad ideológica, más de la primera que de la segunda.
No cabe duda que la publicación de La Antorcha le confirió identidad política a sus editores y
simpatizantes, pero poco sabemos de su recepción, salvo algunos comentarios
aislados publicados en sus páginas aunque impregnados de entusiasmo como el
siguiente:
Cuando apareció el
primer número del brillante semanario La Antorcha, algo resucitó en mí,
apático por naturaleza; una especie de emoción traducida en esperanza, en
entusiasmo de la primera edad. ¡Qué hermoso es ver unos cuantos jóvenes
preocupados por las cosas públicas, sembrando auroras mejores para el país![68]
La promesa juvenilista de conducción de un cambio social en
el Ecuador se fue coloreando como socialista, aunque son conscientes de que
tenían que bregar contra ciertos prejuicios antisocialistas reinantes en los
medios obreros:
El socialismo para que fructifique en este país
profundamente político, de espíritu moral, religioso, con esa religiosidad
externa, de culto, de los países latinos, deberá entrar como partido político.
… se protesta contra
el socialismo, los obreros sienten terror solo al escuchar la palabra
proletario, murmuran que la doctrina que quiere hacer su propia felicidad, que
quiere redimirlas y sin embargo, cuando se les habla de los gobiernos
explotadores, los obreros adoptan una actitud francamente socialista; hablan contra
el socialismo e inconscientemente pliegan a él. [69]
Si hubo un contenido que caracterizó al socialismo antorchista
en esta fase de transición fue la sostener el papel rector del estado en una
política de reforma jurídica, desarrollo tecnológico y equidad dirigida a
resolver la cuestión agraria e indígena:
La resolución del problema agrícola reclama, no las manos
libres y fuertes sobre el indio, o cualquier trabajador, sino la protección del
Estado en forma de facilidades otorgadas para la implantación de maquinaria,
estudio del suelo, abonos y asesoramiento por peritos técnicos.
No soy de los que piensan o creen que para conseguir la
rehabilitación del indio, terreno casi intocado en el Ecuador, tengamos ya las
leyes suficientes y nos basta y sobra con ponerlas en práctica, si es que no se
llega a afirmar, tenemos superabundancia de leyes.
[70]
El socialismo antorchista no puede ser definido como
marxista aunque iba en camino de ello. Tampoco es fácilmente homologable al
socialismo francés o británico, aunque existan algunos indicios que lo
emparentan con aquellos. Lo relevante en todo, caso, es que de manera
convergente a otras corrientes, algunos de sus líderes reivindicaron una veta
nativista.
El universo
urbano y rural
|
Quito en rojo ✆ Oswaldo Guayasamín
|
Para los antorchistas la ciudad de Quito era el lugar de su
enunciación cultural rebelde pero también representaba el objeto de su deseo y
de sus ideas. Por su lado, Guayaquil les generaba sentimientos ambivalentes,
por ser para ellos la sede del poder de lo que llamaban la plutocracia,
principalmente banquera, pero también el lugar de las jornadas de lucha obrera
de 1922. Criticaron duramente el proceso inflacionario, la especulación de la
moneda, las obras públicas irrelevantes y la crecida e infecunda empleomanía
estatal a costa del erario nacional y reclamaron una alternativa popular. Uno
de ellos, bajo el pseudónimo de Carlín escribió:
«Con la vida cara, los
artículos de primera necesidad en las nubes, las subsistencias en general
altas, los arrendamientos caros, con todo caro y en las presentes
circunstancias económicas, ¿qué le corresponde hacer al pueblo?...
¿reivindicarse?».
[71]
Desde otro ángulo, a los antorchistas les preocupaba el
desplome cultural, literario y científico de la ciudad de Quito, al punto de
hacer el siguiente juicio sumario:
Nunca como hoy la Capital de la República centro a lo menos
del movimiento literario y de iniciación científica, ha visto cerrarse las
puertas de toda Academia, sociedad o círculo de trabajos intelectuales y
extinguirse casi la última revista de propagación cultural.
La Universidad Central es representada en la legislatura por
uno de sus más respetados catedráticos, y por boca de él proclama la inutilidad
de esos centros científicos.[72]
A los antorchistas les agobiaba el papel sumiso o clientelar
de los artesanos y obreros de la ciudad de Quito, a los cuales les lanzaron la
siguiente admonición:
Es hora ya de que el
obrero de Quito, sacuda su adormilada energía, que cese su indiferencia para
sus propios intereses; que deje ese apático gesto que le hace decir: “mientras
yo tenga trabajo, ¿qué me importa lo demás?”… Obrero de Quito, reforma tus
sociedades ya existentes en una forma útil, funda otras nuevas.[73]
Si a los antorchistas el panorama cultural y sindical de
Quito les parecía deplorable, otro era su parecer acerca de su Cantón. Vieron
con buenos ojos y elogiaron el pago de la deuda y la eficiente gestión
financiera del Consejo Cantonal a cargo de su tesorero F. M. Andrade, así como
el cuidado que pusieron los ediles en materia de servicios públicos: «La
higiene ha preocupado preferentemente a los Sres. Ediles; se ha provisto de
agua potable a la ciudad, se ha cuidado del aseo público, provisto de
excusados, etc. Va a dársele un nuevo canal».
[74]
La impactante huelga general de la ciudad portuaria de
Guayaquil realizada en noviembre de 1922 ingresó en el imaginario social
dejando huella indeleble, tanto por ser la primera acción colectiva de los
trabajadores en la historia social del Ecuador, como por haber desnudado la
política represiva del Estado bajo conducción plutocrática liberal. Según el
parecer antorchista, la ciudad de Guayaquil pos represión de la huelga, la
cuestión social se había agravado para los trabajadores y favorecido al capital
comercial gracias a las corruptelas aduaneras que supo inducir. Por añadidura,
dicho panorama afectó negativamente a los pequeños comerciantes o prestadores
de servicios:
En Guayaquil los grandes mercaderes siguen tranquilos en su
labor de usurpación y de agio, tienden a introducirse en la Aduana para
cohechar a los empleados a que sus mercancías no paguen derecho defraudando al
Estado.Y a los pequeños propietarios se les molesta en toda forma;
ahora en el municipio de Guayaquil se ha impartido la orden de que los pobres y
honrados buhoneros y caramancheleros sean desalojados de sus sitios de venta
para confinarlos a las afueras de la población donde su negocio perdería
inmensamente.[75]
Al decir de Leonardo Visconti el panorama general de la
cuestión urbana en Ecuador mostraba los lastres del poder omnímodo de la
oligarquía y sus aliados en detrimentos de los trabajadores y del pueblo en
general:
En las pequeñas ciudades y villorios, la propiedad se
reparte de manera uniforme, muy pocos sobresalen en fortuna; hay una medianía
vecina a la pobreza. Hay poca iniciativa; ninguna asociación; la tierra rinde
poco, por los medios primitivos de cultura, la industria no existe.
Las grandes ciudades lo absorben todo. La riqueza está en
pocas manos: terratenientes, banqueros, industriales, agiotistas absorben el
capital… míseros obrerillos de pequeñas industrias: tipógrafos, sastres,
zapateros, que sudan noche y día por un escasísimo jornal.
[76]
Si este era el panorama desolador, los jóvenes antorchistas
reafirmaron su voluntad generacional de asumir un papel salvacionista,
civilizador y justiciero. Su mirador urbanocéntrico no les permitió comprender
lo que representaba la agravación de las contradicciones entre la ciudad y el
campo, entre la oligarquía y el pueblo ecuatoriano, aunque si apreciar
solidariamente a los trabajadores rurales e indígenas.
La nueva generación intelectual - o por lo menos, su
segmento antorchista- nos mostró en su revista de manera explícita los
acontecimientos que fueron despertando su conciencia y animando su voluntad y
posicionamiento. Se sintieron impactados por la imagen fuerte y muy moderna de
la multitud urbana en resistencia. La multitud posee una carga de sentido
diferente aunque siguió coexistiendo con el uso de otros términos como el de
pueblo y proletariado.
De otro lado, se puede constatar que los pueblos originarios
tuvieron una tenue presencia en la agenda periodística de los antorchistas.
Fueron limitados los ecos de los levantamientos indígenas en Leyto, Simincay,
Pichibuela y Urcuquí en 1923 y en Azuay (1923, 1925).
[77]
Lo relevante de ello fue el registro que realizó Pino de la
Peña de la presencia indígena en las ciudades ecuatorianas, así dice: «Hemos
llegado al convencimiento de que los indios tienen nobles aspiraciones y de que
los efectos sociales no son generales.»
[78]Aunque no hubo consenso entre los
antorchistas había quienes postulaban que:
La tenacidad de los indios es… la primera lección que deben
aprovechar los políticos de oficio, y es, a no dudarlo, la primera fuerza con
que contaremos para las luchas del porvenir. La raza indígena, aplastada
inmisericordiosamente por todos los pulpos blancos, tendrá que ocupar su rol en
la nacionalidad y en la civilización del Ecuador. [79]
En lo general, el indígena en tanto «lejano próximo»
[80] ganaba presencia demográfica en las
ciudades de Quito y Guayaquil, comenzó a ser visto con condescendencia por la
nueva generación intelectual y política. El cuerpo y la gestualidad de esta
figura nativa de la «extrañeidad» lograron una fisura ideológica frente al
estigma que le asignaron los gobiernos conservadores y liberales, en concordancia
con los intereses de la plutocracia y de la clase terrateniente. Destacó en las
filas del emergente movimiento socialista la figura del dirigente indígena
Jesús Gualavisí originario de Llaño
[81], amigo y compañero de Ricardo Paredes en
las tareas de organización de la lucha comunitaria antiterrateniente.
[82]La tierra ingreso a la agenda antorchista
y del gobierno revolucionario. En materia de solidaridad se sintieron menos
indigenistas ya que sus simpatías se inclinaron a favor de los trabajadores
urbanos criollo-mestizos por su potencialidad política revolucionaria y sus
emergentes luchas sindicales. Sin embargo, Ricardo Paredes dio la principal
nota disidente al reivindicar el potencial socialista de las comunidades
indígenas de cara a la Revolución y a la nueva sociedad.
La huelga de noviembre de 1922 en Guayaquil fue rememorada.
Gravitaba en el imaginario social de las clases subalternas y ocupó un lugar en
la lectura política antorchista de la problemática nacional. La necesidad y
motivación de esa multitud que levantó significativas banderas de lucha en la
principal ciudad portuaria del Pacífico ecuatoriano persistió de manera
agravada al decir de
La Antorcha:
«Han pasado dos años y la víbora ha picado en la carne del indigente; el Hambre
hace sangrar… una cicatriz aún tierna.». La oligarquía ecuatoriana
simbólicamente asumió un perfil multiforme, configurando un simbólico bestiario
impregnado del mal político, gracias a la pluma de los redactores antorchistas.
Tal construcción de imágenes coincidió con procesos análogos experimentados por
las generaciones intelectuales insumisas de otros países. En esa misma
dirección, el caso de la Venezuela del Bisonte Gómez ha sido elocuentemente
referido por Manuel Caballero.
[83]
El escenario de la huelga merece ser destacado. La
percepción de la ciudad de Guayaquil fue presentada en un simbólico claroscuro,
gracias al papel ejercido por la multitud en huelga que tiene por el momento el
control de las calles y que ha suspendido como medida de presión el servicio de
alumbrado eléctrico:
La ciudad duerme
envuelta por la sombra; patrullas de obreros ambulan por las calles vigilantes
del orden. […]
Amanece; el sol del trópico ilumina la Perla del Pacífico y
la multitud marcha ansiosa a saber la decisión del omnímodo sultán.
[84]
En general, los emergentes movimientos de izquierda en el
Ecuador y América Latina, apostaron a favor de la reelaboración simbólica de
las figuras del mal arraigadas en el seno del catolicismo popular, asumiendo
formas secularizadas. Todas ellas fueron bordadas entre la estetización de lo
grotesco y la politización de lo depredador, indeseable y temido.
La Antorcha cuando
develaba a la oligarquía como algo más que una víbora ponzoñosa que se cebaba
en el cuerpo herido de la plebe, no olvidaba su conversión en el vampiro que:
“«chupa la sangre de las víctimas, mira su rostro exangüe con fruición y el
vestido andrajoso. »
[85]Dicha figura traduce la astucia del
capitalista que burla la demanda de aumento salarial por parte de los
trabajadores, apelando a nuevos artilugios.
Desde el mirador crítico de los jóvenes antorchistas: «La
concentración más fuerte de ese poder del oro está radicada en Guayaquil, en
pocas, poquísimas manos que unidas diabólicamente forman círculo férreo
alrededor de la tísica garganta del pueblo ecuatoriano.»
[86]
Estos jóvenes de inclinación socialista identificaron a la
burguesía bancaria sin diferenciar las otras formas del capital que operaba en
el Ecuador de esos años. No sólo no esclarecieron la diferenciación de los
lazos existentes entre el capital bancario y el comercial y usurario, no
siempre armónicos, sino que además, abrieron las páginas de su revista a un aviso
pagado, de un anónimo usurero que ofrecía atender préstamos hipotecarios.
Y en cuanto al estado oligárquico los antorchistas afirmaron
que vivía una gran crisis:
El estado está caduco, es un pobre paralitico, sus
movimientos: torpes, incordinados, deambula serpeando. La púrpura que reviste
sus hombros atemoriza todavía al vulgo pero él sabe su flaqueza y tiembla.
Tiene terrores nocturnos; fantasmas lo persiguen, y da gritos hundiéndose en su
almohada llamando a su guardián; y le mima, le llama su gran amigo, la llena de
condecoraciones, mientras el astuto siervo, atisba el debacle, sus brazos
seniles se extienden; uno pide arrimo al robusto galonado, el otro pide oro,
oro que le alarga el prestamista, en forma de papel confeccionado en Nueva
York. [87]
Nuevo rumbo
hacia el Partido Socialista
La Antorcha resintió
el acoso policial del gobierno optando por hacerlo de conocimiento público. La
imprenta «La Exactitud» dónde se editaba la revista fue intervenida
policialmente quedando bajo su custodia, mientras que Luis A. Miño -su
propietario- fue conminado a no editarla bajo riesgo de cárcel y amenaza de
clausura definitiva de la imprenta. El tiraje de ese número de la revista fue
requisado. El riesgo para Miño por ser mayúsculo por ser militar y abrirse la
posibilidad de que fuese juzgado en el fuero castrense.
[88]
La Antorcha cerraba
con este incidente la primera fase de su proceso de posicionamiento político, e
iniciaba otra de reorganización interna y reorientación socialista. Sus
adherentes se fueron inclinando al ritmo de los acontecimientos a favor de un
emprendimiento político de mayor envergadura: la creación de un partido. Dicha
idea prevalecía desde noviembre de 1924, al momento de su constitución como nos
lo recuerda uno de los colaboradores que se identificó con las iniciales F.D.
Este anónimo personaje anunció que el Partido Radical-Socialista era la nueva
opción política que ofrecían los jóvenes frente a los dos partidos
tradicionales de la oligarquía ecuatoriana. Se anunció que se trataría de un
partido con
«ideología propia y con hombres nuevos… [ de la] juventud
intelectual, …que en todas partes ha sido la fuerza directiva de las grandes
reformas sociales y los movimientos emancipadores.» [89]
El médico Ricardo Paredes (1898 - 1979)
[90] asumió la conducción de la
revista
Antorcha a fines de
marzo de 1925, iniciando su segunda época y su nuevo rumbo a favor del
socialismo. El cuerpo de redactores quedó integrado por: Hugo Alemán, Ricardo
Álvarez, Augusto Arias, Jorge Carrera A., Néstor Mogollón, Julio Peña y Gonzalo
Pozo. Como Administrador figuró Carlos López E. y como reportero Pedro Pablo
Ortiz.
[91]
Esta nueva fase de la revista fue de abierto combate
antigubernamental, tras conocer su intento de dejarla fuera de circulación. El
editorial bajo el rótulo de «Al Gobierno», asumió tonos desafiantes,
ratificando su juvenilismo crítico y radical:
Aquí estamos de nuevo,
de frente, sin temor, porque nosotros no sabemos de argucias, de cohecho y de
viles procedimientos; aquí estamos para defender la causa de los oprimidos. No
cejaremos en la lucha contra los gobernantes ineptos corruptores y corrompidos;
ni contra los explotadores que causan el hambre del público. ¡Sabedlo! No
acostumbramos doblegarnos ni ante vuestras amenazas ni ante vuestro oro
asqueroso.[92]
El editorial antorchista, presumiblemente salido de la pluma
de Ricardo Paredes tocó un punto sensible a la retórica liberal en el poder, al
poner en evidencia su oportunista renuncia a la libertad de prensa, la cual
habían defendido cuando siendo oposición bajo la hegemonía autoritaria de los
conservadores y caudillos militares, la defendieron.
[93]
La libertad de prensa no era un asunto secundario para los
antorchistas ni para algunos periódicos como El Comercio, El
Sol y El Derecho que se mostraron solidarios con los primeros
por el atropello sufrido.
[94] La
Antorcha asumió la defensa política y al parecer legal del editor Juan
Miño quién seguía detenido por no haber acatado las presiones gubernamentales
de denegarles sus servicios de imprenta.
[95] La más importante organización
obrera se sumó a la protesta contra la censura gubernamental de la libertad de
prensa. Fue el Directorio Nacional de la Confederación Obrera del Ecuador quien
remitió una carta al diario El Comercio, la cual fue reproducida por
La Antorcha en defensa de dicha
libertad que afectaba además de las publicaciones periódicas y sus redactores,
a las imprentas, sus dueños y a los propios tipógrafos. La perspectiva
obrerista de dicha Confederación fue clara frente a:
…la supresión de las
imprentas donde se editan periódicos y para impedir sus publicaciones se ha
tomado la medida de secuestrarlas o cerrarlas por la fuerza reduciendo aún a
sus operarios a prisión […] muchos obreros del trabajo honrado,... [han
quedado] sin el sustento para sus familias; y como de continuar por este medio
reprobable habrá un sinnúmero de tipógrafos sin trabajo, esperamos de su
importante Diario, como vocero defensor del pueblo sea remediada prontamente
esta anomalía.[96]
Este hito reorientó el trabajo de los antorchistas a tomar
contacto y cultivar vínculos con personas y colectivos afines en ideas a favor
del socialismo en varias localidades del país. El testimonio de Luis Maldonado,
dirigente histórico del proletariado costeño, afirma que fueron dos los polos
de irradiación socialista: Quito y Guayaquil, aunque no aporta datos complementarios
para su esclarecimiento.
[97]Agotado el ciclo editorial de su revista,
la organización política devino en prioritaria. Es la fase menos documentada y
conocida, de la cual merece tomarse en cuenta a la labor realizada.
La presencia extranjera coadyuvó a favor de este proceso de
radicalización izquierdista, en parte al flujo migrante y del exilio, pero
también a excepcionales presencias diplomáticas. El mexicano Rafael Ramos
Pedrueza (1897- 1943) arribó a Ecuador en calidad de encargado de negocios de
la Legación de su país. Se había desempeñado como parlamentario socialista
durante los años de 1921 a 1922 abogando a favor de los derechos del
campesinado a la tierra.
[98]En 1922 publicó un librito de cariz
explícitamente socialista gracias al apoyo recibido por José Vasconcelos, en
ese entonces, titular de la Secretaría de Educación Pública.
[99] Su contenido versaba sobre los
puntos de proximidad entre la Revolución rusa y la Revolución mexicana. Al
nativizar a partir del caso mexicano, colocó en la agenda de la izquierda
ecuatoriana, la cuestión de la revolución social, o socialista. Militaba en las
filas del Partido Comunista desde el año de 1923 y viajó al Ecuador con su
autorización y bajo el compromiso político de difundir el ideal comunista y
organizar un núcleo revolucionario en el Ecuador.
[100] Eran tiempos, en que la
adscripción comunista mexicana era laxa, con presencia de facciones anarquistas
y socialistas. Los jóvenes intelectuales ecuatorianos no eran ajenos a la
seducción que ejercía en su imaginario las noticias acerca de la Revolución
mexicana. El testimonio de Benjamín Carrión (1897- 1979) es elocuente al
respecto:
…conjugado el impacto
de la lectura con el sueño revolucionario que entonces vivíamos en casi toda
América los hombres jóvenes y libres, estábamos dispuestos a pedirle a la
Revolución Mexicana todos los avances, todas las purezas, todos los heroísmos.
Pretendíamos que la Revolución Mexicana hubiera sido hecha y continuara
viviendo, “a imagen y semejanza” de nuestros deseos, de nuestras
prefiguraciones. [101]
La recepción ya existente del proceso mexicano entre los
jóvenes ecuatorianos generó un clima amable para la labor propagandista de
Ramos Pedrueza. El diplomático mexicano dio conferencias acerca de la
Revolución mexicana y la Revolución Rusa en la ciudad de Quito según consta en
su comunicación epistolar dirigida al socialista argentino José Ingenieros con
fecha 24 de julio de 1925.
[102] El 22 de septiembre bajo su
conducción se constituyó la Sección Comunista de Propaganda y Acción «Lenin» en
base al reclutamiento de intelectuales que mantenían entre sí lazos
universitarios, de residencia, amistad y afinidad ideológica. Sus integrantes
fueron:
Alberto Suárez Dávila de profesión ingeniero civil, Pablo
Charpantier de profesión ingeniero civil, Fernando Chávez de profesión profesor
normalista de instrucción primaria, Timoleón Jácome de profesión ingeniero
electricista, Juan F. Karolys de profesión contabilista dactilógrafo, Luis Anda
Rumazo de profesión periodista y Manuel Eduardo Rumazo de profesión tipógrafo.[103]
Suárez Dávila tenía vínculos con la Universidad Central del
Ecuador al igual que Charpentier y Jácome, según consta en su anuario.
[104] Suárez era integrante de la
Sociedad de Estudios Técnicos que dirigían Luis R. Núñez y César Chiriboga
Villagómez vinculada a los medios académicos quiteños, en particular a la
Universidad Central.
[105] Karolys fue promovido al
secretariado de la Liga Antiimperialista de las Américas como representante del
Ecuador, meses antes de la constitución del Partido Socialista y suscribió un
pronunciamiento,
[106]quizás más. Otra fuente, menciona como
integrante de dicho agrupamiento al músico y escritor socialista Enrique Terán
Vaca.
[107]
Se ha subrayado el hecho de que Ramos Pedrueza y los demás
integrantes, al mismo tiempo que declaraban su adhesión a la Internacional
Comunista y por ende, a su programa y directivas, afirmaron fundar su quehacer
revolucionario «exclusivamente en conformidad a las condiciones étnicas de la
República del Ecuador: raza, medio ambiente, partidos políticos, estado social,
estado económico».
[108] El mexicano fue obligado por su
gobierno en el mes de octubre de 1925 a retornar a su país. El gobierno de
Calles cedió ante las presiones diplomáticas estadounidenses para que dicho
diplomático bolchevique cesase en su labor de propaganda en el Ecuador. La
agrupación por él fundada se debilitó y perdió contactos con él y el Partido
Comunista de México; tampoco logró el apoyo esperado de parte del Secretariado
Sudamericano de la Internacional Comunista. De todo ese contingente destacó la
participación de Karolys en el proceso que dio vida al Partido Socialista.
El 16 de Mayo de 1926 la figura de Ricardo Paredes
sobresalió entre todos los fundadores del Partido Socialista Ecuatoriano,
pugnando por su adhesión a la III Internacional pero sin romper con las
corrientes autonomistas y reformistas. En noviembre del mismo año viajó a
Guayaquil y tuvo relevante participación en la Asamblea Socialista del Guayas.
Otras figuras de este nuevo momento constitutivo del socialismo ecuatoriano
fueron: María Luisa Gómez de la Torre, Adolfo H. Simmonds, César Endara, Jorge
Carrera Andrade, Luis Maldonado Estrada, Jesús Gualavisí, Luis Felipe Chávez,
entre otros. Lo cierto es que la base social de los delegados del Congreso se
había ensanchado, gracias a la participación de trabajadores y socialistas
procedentes de diversas localidades del Ecuador, relativizando en alguna medida
el peso de la pequeña burguesía intelectual quiteña.
Luis Maldonado, un protagonista del Congreso Socialista de
1926, dejó testimonio acerca de las adscripciones de clase de sus delegados:
La composición social
del congreso es heterogénea: campesinos, elementos de clase media en su gran
mayoría, y su orientación deja mucho que desear por la gama de tonalidades
doctrinarias que se manifiestan, desde la liberal exaltadora de la propiedad
privada hasta la extrema del comunismo, tendencia ésta que al fin consigue
marcar su tono en las resoluciones, amparada por el prestigio y simpatía de la
Revolución Rusa. [109]
Y en cuanto al programa emanado de ese evento, se dio
muestra clara de una orientación socialista al reivindicar el postulado de que:
«El deber ineludible de exaltar la dictadura del proletariado como fase
transitoria, hasta conseguir la estimación de la clase capitalista.» [110]
Todos las fuentes consultadas sostienen que durante la
realización de dicha asamblea constitutiva del Partido Socialista, disputaron
la hegemonía dos corrientes ideológico-políticas, aunque la filocominternista
logró afirmarse gracias a la conducción cumplida por Ricardo Paredes. Más allá
de ello, lo relevante de la intervención de Paredes en el terreno ideológico
fue su acusado tono nativista:
Nuestra tradición comunista, pues Ecuador pertenecía al gran
Imperio Incásico, el primer Estado comunista del mundo. Quizá antes que en
Europa capitalista, el comunismo se implementará en la América indohispana,
donde el maestro de la religión social, el admirable Illich Lenin, encontrará
sus discípulos más fervientes. [111]
Desde un mirador más amplio, puede afirmarse que dicha
postura de Paredes fue precedida por el contenido inserto en un saludo de
adhesión dirigida al IV Congreso de la Internacional Comunista (1922), el cual
le fue entregado por los dirigentes de una Federación Comunista Indígena
interandina al dirigente comunista argentino Rodolfo Ghioldi, vísperas de su
viaje a Moscú.
[112]
Cerrando
líneas
Esta primera aproximación al estudio de la revista
La Antorcha ha privilegiado
algunos de sus aristas: su ideología juvenilista, su política sensible, sus
antinomias discursivas, su diagnóstico de la cuestión ecuatoriana, el lugar que
ocupa la ciudad y las luchas sociales. Se han atisbado sus deslindes con el liberalismo
plutocrático y el conservadorismo católico. Se ha subrayado su entusiasta
adscripción al socialismo y su reconocimiento de un lugar protagónico al
incipiente proletariado ecuatoriano en base a las jornadas de lucha que libró
en el Guayas en 1922, cruentamente reprimidas. Los integrantes y adherentes a
la revista, recibieron con entusiasmo la Revolución Juliana, así como el flujo
de obras e ideas maximalistas que hacia 1926 terminó por polarizar a los
socialistas ecuatorianos, aunque la hegemonía quedó en manos de los
filocominternistas, sin llegar a la ruptura. Las escisiones llegarían un año
más tarde desde diferentes flancos. La postura de Manuel Donoso Armas,
dirigente obrero en el Guayas y director del periódicoConfederación
Obrera de negarse a suscribir una condena contra Trotsky el año de 1927
con motivo de su viaje a la Unión Soviética como delegado ante el IV Congreso
de la ISR, merece señalada. Meses más tarde reprodujo el Testamento de
Lenin, ratificando sus preferencias ideológicas.
[113]
Hemos igualmente atisbado algunas de sus redes y presencias
latinoamericanas destacando la labor del mexicano Rafael Ramos Pedrueza y su
vena discursiva nativista, retomada de manera convergen por Ricardo Paredes,
figura mayor del socialismo ecuatoriano. Quedan todavía varios ámbitos que ha
dejado pendiente la historiografía ecuatoriana acerca de la diseminación y
apropiación socialista en los espacios no quiteños, en particular en Guayaquil.
De otro lado, hemos subrayado una contradicción en desarrollo, que continuó de
otra manera el legado secular de liberalismo contra el poder ideológico de la
Iglesia Católica, respaldado por la Plutocracia y los agrupamientos políticos
conservadores.
En el terreno del vanguardismo intelectual falta procesar
las marcas de su nueva sensibilidad y compromiso. No fue accidental registrar,
por ejemplo, la presencia de Alfonso Leal en las páginas de la
revista Esfinge publicada en la ciudad de Quito por Hugo Alemán.
[114] Muchas cosas han quedado
pendientes, lo que nos compromete a volver sobre
La Antorcha y los orígenes del socialismo ecuatoriano. Esta
ponencia, a pesar de su inevitable economía textual, brinda más de un aporte
como podrán apreciar sus lectores.
Notas
[1] «En términos generales, los
historiadores sectarios han sido revolucionarios, o por lo menos gente de
izquierda y en su mayoría disidentes comunistas. (La contribución de los
partidos comunistas a su propia historia ha sido pobre y hasta hace pocos años,
insignificante). El principal propósito de esta investigación ha sido descubrir
por qué los partidos comunistas han fracasado en organizar revoluciones o han
logrado resultados tan desconcertantes cuando las han hecho. Su principal
debilidad profesional, ha sido la incapacidad para distanciarse suficientemente
de las polémicas y cismas en el seno del movimiento». Hobsbawm,
Eric,Revolucionarios. Ensayos contemporáneos, Barcelona: editorial Ariel, 1978,
p. 55.
[2] Saad, Pedro. La CTE y su papel
histórico. Guayaquil: Ed. Claridad, 1968.
[3] Páez Cordero, Alexis, Páez Cordero,
Alexis, Los orígenes de la izquierda ecuatoriana, Quito: Abya Yala, 2001.
[4] Jeifets, Lazar y Víctor Jeifets, «Los
orígenes del Partido Comunista del Ecuador y la Tercera
Internacional», Revista Izquierdas(Santiago de Chile) Año 3, Núm. 6, Año
2010, s/p.
[5] Becker, Marc. Indians and leftists
in the making of Ecuador's modern indigenous movements. Durham: Duke University
Press, 2008.
[6] González Toapanta, Hugo. El
periódico
La Antorcha y la emergencia
de la ideología socialista en Huelga(1924-1925). Quito: Tesis de Maestría en
Historia Andina, Universidad Simón Bolívar, 2015.
[7] Gracias a Álvaro Campuzano Arteta pude
acceder a una copia de la colección completa de la revista
Antorcha, inexistente en acervos
institucionales de dominio público.
[8] Véase Melgar Bao, Ricardo, «La
Hemerografía cominternista y América Latina, 1919-1935. Señas, giros y
presencias», Revista Izquierdas, núm. 9, Universidad de Santiago de Chile,
abril, 2011, pp. 79-137.
[9] Recuérdese que Ricardo Paredes
concurrió al VI Congreso de la Internacional Comunista en Moscú (1928) con la
doble representación socialista y comunista, algo similar pasó con la
delegación colombiana. Véase: Caballero, Manuel, La Internacional
Comunista y la revolución latinoamericana, 1919- 1943, Caracas: Nueva Sociedad,
1988, pp.93-94.
[10] Maiguashca, Juan « La incorporación
del cacao ecuatoriano al mercado mundial entre 1840 y 1925, según los informes
consulares», Procesos (Quito), Revista Ecuatoriana de Historia, núm.
35, 1er Semestre de 2012, pp. 67-97.
[11] Páez, Ob. Cit., p. 53.
[12] Kingman Garcés, Eduardo. La
ciudad y los otros. Quito 1860 - 1940: higienismo, ornato y policía. Quito:
FLACSO, 2006, p.208.
[13] Cueva, Agustín, «El Ecuador en los
años treinta» en: América Latina en los años treinta, México: UNAM, 1977,
pp. 216-217.
[14] Rialva, «Visiones políticas»,
Antorcha (Quito) núm.17, 7de marzo
de 1925, p.2.
[15] Cincinato Genuino, «La actitud
Militar»,
La Antorcha (Quito)
núm.17, 7 de mayo de 1925, p. 3.
[16] Loyola, Manuel. La felicidad y la
política en el pensamiento de Luis Emilio Recabarren, Santiago de Chile:
Ariadna, 2007.
[17] Jeifets, Lazar y Víctor Jeifets, «Los
orígenes del Partido Comunista del Ecuador y la Tercera Internacional», s/p.
[18] Rialva, « ¿Cómo se gobierna el
Ecuador?»
La Antorcha (Quito)
núm. 15, 21 de febrero de 1925, p. 2.
[19] Carrera Andrade, Jorge, «Lectura para
los proletarios. La nueva Navidad»,
Antorcha (Quito)
núm.7, 24 de diciembre de 1924, p.2.
[20] Citado por González Toapanta,
Hugo, El periódico
La Antorcha y
la emergencia de la ideología socialista en Quito (1924-1925), p. 59; extraído
de « ¿Partido Socialista?», El Derecho (Quito) diario Conservador de
la Mañana, 24 de julio de 1925, p.1.
[21] «El Tercer Congreso Obrero
Ecuatoriano»,
La Antorcha (Quito)
núm.15, 21 de febrero de 1925, p.3.
[22] « ¡Juventud! Es hora de hacer vivir
los ideales», Savia (Guayaquil), 9 de julio de 1925, s/p. Véase:
Pöppel, Hubert et al. Las vanguardias literarias en Bolivia, Colombia,
Ecuador, Perú́ y Venezuela: bibliografía y antología crítica. Madrid:
Iberoamericana, 2008, p. 260.
[23] Albornoz Peralta, Oswaldo, Del
Crimen del Ejido a la Revolución del 9 de julio de 1925, Guayaquil: Claridad,
1971, pp.120-121.
[24] Páez Cordero, Alexis, Los
orígenes de la izquierda ecuatoriana, p. 108.
[25] L.V. «De la vida periodística»
La Antorcha (Quito) núm.17, 7 de
marzo de 1925, p.6.
[26] Pérez Ramírez, Gustavo, La
Revolución Juliana y sus jóvenes líderes olvidados, Quito: Academia Nacional de
Historia, p.238.
[27] Véase: Jeifets, Lazar y Víctor
Jeifets, «Los orígenes del Partido Comunista del Ecuador y la Tercera
Internacional» s/p.
[28] «A nosotros los militares jóvenes no
nos queda otro recurso, que dejar hacer, dejar pasar y preparar una mortaja
para nuestros ideales y los de la Nación» en: Un Teniente. «Para
La Antorcha. Respondiendo a la
Encuesta»
La Antorcha (Quito)
núm15, 21 de febrero de 1925, p. 6.
[29] Hugo Alemán Fierro (1898-1983), poeta
quiteño. El que fuese cofundador y redactor del
periódico Humanidad (1923), dirigido por Jorge Carrera Andrade prueba
un relevante vínculo intelectual. No fue casual que en 1926 ambos participasen
en la fundación del Partido Socialista Ecuatoriano y en la edición de la
revista de arte y literatura Esfinge.
http://www.diccionariobiograficoecuador.com/tomos/tomo10/a4.htm
[31] Jorge Carrera Andrade (1903-1978)
dirigió el periódico Humanidad criticando duramente al régimen
liberal plutocrático de Luis Tamayo. En noviembre de 1923, a un año de la
represión cruenta de los trabajadores huelguistas en Guayaquil escribió un
texto solidario y antigubernamental por lo que fue detenido y censurado el
periódico. Franco Crespo, Antonio A. 100 masones, su palabra: selección de
cien personajes, su biografía y una muestra de su pensamiento. Ecuador: A.A.
Franco Crespo, 2009, p. 98.
[32] César Carrera Andrade. Poeta y
ensayista. Cofundador del Partido Socialista Ecuatoriano en 1926. Rodas Chávez,
German, La izquierda ecuatoriana en el siglo XX (aproximación histórica),
Quito: Abya-Yala, 2000, p. 29.
[33] Mogollón Robles, Néstor (1900-1952).
Originario de Latacunga. Estudió derecho en la Universidad Central de Quito.
Después de su experiencia en la revista
Antorcha ingresó a las filas del Partido Socialista y fue
delegado por Lacatunga en el Congreso de 1926 al lado de Luis Felipe Chávez en
1926. Fue electo delegado suplente del CEN del Partido. Un año más tarde formó
parte del grupo que rompió con el Partido por disidencias políticas. En 1934 fungió
como director del periódico La Tierra en compañía de los socialistas
Hugo Larrea y Víctor Zúñiga. Entre 1937 y 1938 figuró como asesor laboral
durante el gobierno del general Alberto Enríquez Gallo y redactó el estatuto de
las comunidades campesinas y la ley de Cooperativas, recogiendo algunas ideas
reformistas de la Revolución Juliana. Colaboró con Miguel Ángel Zambrano en la
redacción del Código del Trabajo. Rodas Chaves, Germán. Socialismo casa
adentro: aproximación a sus dos primeras décadas de vida. Quito: Ediciones La
Tierra, 2006, pp. 57 y 144.
[34] Leonardo J. Muñoz (1898-1987). Librero
y cofundador del Partido Socialista Ecuatoriano (1926), además de formar parte
de su primer Consejo Ejecutivo Central. Cofundador del
periódico Germinal (1926), que mostraba un abierto apoyo a la
Revolución Juliana. A través de su librería «Indoamérica» se convirtió en uno
de los principales distribuidores de literatura comunista producida en América
Latina y Europa. Véase: Rodas, 2000, p. 30;
http://www.diccionariobiograficoecuador.com/tomos/tomo11/m5.htm
consultado el14 , consultado el 14 de junio de 2015.
[36] Naula nació en una localidad del
Chimborazo en 1871. Fotógrafo ambulante. Dirigente sindical desde 1901. Cursó
estudios básicos y se cultivó como autodidacta. Editor del
periódico Defensa Social (1912-1916). En 1917 fundó y dirigió el
Sindicato Obrero del Guayas, más tarde conocido como Liga Obrera. Fue en cierto
sentido un internacionalista, combinando las labores del trabajo y la
ampliación de sus redes obreristas de los países en que residió temporalmente:
Perú, Panamá y los Estados Unidos (Nueva York). Es autor del libro Principios
de sociología aplicada, Guayaquil Tipografía y Papelería de Julio Foyain, 1921.
http://www.diccionariobiograficoecuador.com/tomos/tomo13/n2.htm,
consultada el 11 de marzo de 2015.
[37] «Vayamos hacia un Partido
Socialista»,
La Antorcha (Quito)
núm.8, 31de diciembre de 1924, p.1.
[38] En 1925 fue enviado a Colombia para
desempeñar funciones de secretario adscrito a la Legación del Ecuador bajo la
titularidad de Leonidas Pallares. Robalino Dávila, Luis. El 9 de julio de
1925. Quito: Editorial La Unión, 1973, p. 122.
[39] Miguel Ängel Zambrano Orejuela (1891-
1969) poeta, se graduó de abogado en 1925. Desde 1921 ya tenía cierta
experiencia y presencia política al fungir de diputado por el Chimborazo en el
Congreso Nacional durante los años de 1922 a 1923.
http://www.diccionariobiograficoecuador.com/tomos/tomo14/z1.htm,
consultado el 10 de julio de 2015.
[40] Leal, Alfonso, «Anotaciones: La
Presidencia de la Federación de Estudiantes»,
La Antorcha (Quito), núm.1, 16 de noviembre de 1924, p.3.
[41] «En la nueva generación, arde el deseo
de superar la filosofía escéptica. Se elabora en el caos contemporáneo los
materiales de una nueva mística. El mundo en gestación no pondrá su esperanza
donde la pusieron las religiones tramontadas. "Los fuertes se empeñan y
luchan, -dice Vasconcelos- con el fin de anticipar un tanto la obra del
cielo". La nueva generación quiere ser fuerte.» Mariátegui, José Carlos,
«Pesimismo de la realidad y optimismo del ideal», Mundial (Lima) 21
de agosto de 1925. Reproducido en El Alma matinal y otras estaciones del
hombre de hoy, Lima: Empresa Editora Amauta, 1959, pp. 27-28.
[42] Vasconcelos, José, «Homenaje a los
estudiantes ecuatorianos»
La
Antorcha (México) núm.26, 28 de marzo de 1925, p. 15.
[43] La
Antorcha (México) núm.26, 28 de marzo de 1925, p. 14.
[44] Carrera Andrade, Jorge, « Lecturas
para los proletarios. El trabajo supremo bien»,
La Antorcha (Quito), núm.2, 28 de noviembre de 1924, p.1.
[45] La
Antorcha (Quito), núm.2, 28 de noviembre de 1924, p.1.
[46] Un epígrafe elocuente de Romain
Rolland preside un artículo de Ricardo Álvarez cuya letra dice: «Hombres de
hoy, jóvenes a vuestro turno. Haced de nuestros cuerpos un peldaño y avanzad.
Sed más grandes y más felices que nosotros»: «Educación social»,
La Antorcha (Quito), núm.2, 28 de
noviembre de 1924, p.1.
[47] «Encuesta»,
La Antorcha (Quito), núm.1, 16 de noviembre de 1924, p.4.
[48] Pozo, Gonzalo, « ¿Cuál debe ser la
actitud de los jóvenes en el momento político actual?»,
La Antorcha (Quito), año 1, núm. 2,
noviembre 23 de 1924, p. 4.
[49] Álvarez, Ricardo, «Educación
social»,
La Antorcha (Quito)
núm. 2, noviembre 23 de 1924, p. 2.
[50] Milk Ch., Richard, Movimiento
obrero ecuatoriano: el desafío de la integración, Quito: Pontificia Universidad
Católica del Ecuador/Abya-Yala, 1997, p.102.
[51] Paredes, Ricardo,
[Intervención] VI Congreso de la Internacional Comunista. Segunda Parte.
México: Siglo XXI, 1978 (Cuadernos de Pasado y Presente núm. 67), 1978, p.182.
[52] Definida como aquella que impulsa a
«sujetar cuerpos y sus impulsos sensoriales y sensibles entre sí.»
[54] Páez Cordero, Alexis, Los
orígenes de la izquierda ecuatoriana, pp.93-94.
[55] Valencia Sala, Gladys. El círculo
modernista ecuatoriano: crítica y poesía. Quito: Universidad Andina Simón
Bolívar, Ecuador, 2007, p. 121.
[56] Paz y Miño, Juan y J.
Cepeda. Revolución juliana en Ecuador: 1925-1931: políticas económicas.
Quito: Ministerio Coordinador de Política Económica, 2013, p. 25.
[57] Su obra: Poesías
escogidas (1926), fue una selección realizada por Gonzalo Zaldumbide quién
la publicó en París.
[58] La
Antorcha (Quito) núm.1, noviembre 16 de 1924, p.1.
[59] «Queremos prevenir al pueblo de
posibles manejos de este gobierno afirmar su vacilante situación; en esta vez
se pueden intentar como hizo Eloy Alfaro en 1910 para que cesara la oposición a
su gobierno: agitar la cuestión internacional, hacer la pantomima de
preparativos bélicos con el Perú para distraer la opinión pública en ese
sentido y evitar su caída, movimiento análogo al que el Presidente Leguía en el
Perú con el mismo objeto que el Presidente del Ecuador afianzar su tiranía.» «Sanción,
Las consecuencias del Pacto»,
Antorcha (Quito)
núm.1, noviembre 16 de 1924, p.1.
[60] La
Antorcha (Quito) núm.1, noviembre 16 de 1924, p.1.
[61] «Lloyd George»,
La Antorcha (Quito) núm.1, 24 de
marzo de 1925, p.4.
[62] «El Grupo Socialista “
La Antorcha”»
La Antorcha (Quito) núm.10, 17 de enero de 1925, p.1.
[63] Carrera Andrade, Jorge, « Lecturas
para los Proletarios: Los Tiranos de todas partes son vuestros enemigos»,
La Antorcha(Quito) núm.10, 17 de enero
de 1925, p.1.
[64] «Encendiendo la
Antorcha»,
La Antorcha (Quito)
núm.1, noviembre 16 de 1924, p.1.
[66] Quevedo, Belisario, «La explotación
banquera de Guayaquil»,
La Antorcha (Quito),
núm.1, 16 de noviembre de 1924, p.6.
[67] Visconti, Leonardo, «El Dr. Gonzalo
Córdova atacado de demencia senil»,
La
Antorcha (Quito) núm. 8, mayo 9 de 1925, p. 1.
[68] «A los jóvenes de
La Antorcha»,
La Antorcha (Quito), año 1, núm. 5, diciembre 13 de 1924, p.
3.
[69] «El advenimiento del socialismo
rojo»,
La Antorcha (Quito),
núm. 7, mayo 1 de 1925, p. 3.
[70] «Protección de la raza india»,
La Antorcha (Quito), núm. 12, junio
8 de 1925, p. 2.
[71] Carlin, « ¡Cómo ganar el pan!»,
La Antorcha (Quito) núm. 10, enero
17 de 1925, p. 4.
[72] «Comentarios»,
La Antorcha (Quito) núm. 2,
noviembre 23 de 1924, p. 2.
[73] «La reorganización de la Federación de
Trabajadores Regional Ecuatoriana»,
La
Antorcha (Quito) núm. 6, diciembre 20 de 1924, p. 5.
[74] «El ilustre consejo cantonal de
Quito»,
La Antorcha (Quito),
núm. 2, noviembre 23 de 1924, p. 6.
[75] «El caso de los buhoneros y
caramancheleros de Guayaquil»,
La
Antorcha (Quito), núm. 10, enero 17 de 1925, p. 2.
[76] Visconti, Leonardo, «De
Profundis»,
La Antorcha (Quito),
núm. 1, noviembre 16 de 1924, pp. 3-4.
[77] Véase: Cueva, Agustín, Lecturas y
rupturas. Diez ensayos sociológicos sobre la literatura del Ecuador, Quito:
Planeta, 1992, p. 167; Becker, Marc. Indians and Leftists in the Making of
Ecuador's Modern Indigenous Movements. Durham: Duke University Press, 2008.
[78] Peña, Pino de la, «“Los indios aspirar
socialmente»”,
Antorcha (Quito),
núm.3, 29 de noviembre de 1924, p.2.
[80] Aguiluz, Maya, El lejano próximo.
Estudios sociológicos sobre extrañeidad, Madrid: Anthropos, 2009.
[81] Becker, Marc «Indigenous Nationalities
in Ecuadorian Marxist Thought,» en Militantes, intelectuales y
revolucionarios. Ensayos sobre marxismo e izquierda en América Latina de
Carlos Aguirre ( editor), Raleigh, NC: Editorial A Contracorriente, 2013, p.
243.
[82] Yánez del Pozo, José́. Mi nombre
ha de vivir: y yo me he de ir a mi destino (transito Amaguaña); género,
producción y aprendizaje intercultural en los Pueblos Andinos. Quito: Ed.
Abya-Yala, 2005, p.31.
[83] Caballero, Manuel. Gómez el
tirano liberal. Caracas: Monte Ávila, 1993.
[84] «15 de noviembre de 1922»,
La Antorcha (Quito) núm. 1,
noviembre 16 de 1924, pp. 1, 6.
[86] «Quién gobierna en el Ecuador?
»,
La Antorcha (Quito) núm.
3, 29 de noviembre de 1924, p.1.
[87] Visconti, Leonardo, «De
Profundis»,
La Antorcha (Quito),
núm. 1, noviembre 16 de 1924, pp. 3-4.
[88] «Atentados contra la libertad de
imprenta y contra el honor de un militar»,
La Antorcha (Quito), II Época, núm. 1, 24 de marzo de 1925,
p.1.
[89] F.D. «La farsa del tercer
partido»,
La Antorcha (Quito),
núm. 2, 28 de noviembre de 1924, p.1.
[90] Ricardo Paredes se había graduado de
médico en 1922 en la Universidad Central del Ecuador familiarizándose con el
medio intelectual y político de su generación en la ciudad de Quito donde fijó
su residencia. Véase: Jeifets, Lazar, Victor Jeifets, y Peter Huber. La
Internacional comunista y América Latina, 1919-1943: diccionario biográfico.
Moscú́: Instituto de Latinoamérica de la Academia de las Ciencias, 2004, p.
251.
[91] «Redactores de
La Antorcha»» (Quito) núm.1, 24 de marzo
de 1925, p.2.
[92] «Al gobierno»,
La Antorcha (Quito) núm. 1, 24 de
marzo de 1925, p.1.
[93] «Digan categóricamente, con la diestra
en el pecho y el sombrero en la mano: “’Fuimos preconizadores de la libertad de
imprenta cuando la necesitamos. Ahora la hemos matado. Somos como todos
los liberales de este desgraciado feudo’. En cuanto llegamos al
poder, en nombre de esa misma libertad que no levantó como a una humareda, nos
preocupamos de conservar el puesto y de amordazar a la prensa libre.
», Ibíd.
[94] «Agradecimiento»,
La Antorcha (Quito) núm. 1, 24 de
marzo de 1925, p.3.
[96] «La Confederación Obrera y la libertad
de imprenta»,
La Antorcha (Quito),
II Época, núm. 1, 24 de marzo de 1925, p.2.
[97] Muñoz, Luis, Bases del PSE,
Quito, Ediciones Antorcha, 1938, p. 43.
[98] Véase las intervenciones del diputado
Ramos Pedrueza en: Legislatura XXIX, Año II - Período Ordinario - Fecha
19211019 – México, números de Diarios 16 al 26.
[99] Ramos Pedrueza, Rafael, Rusia
soviet y México revolucionario. Vicente Guerrero, precursor del socialismo en
México. México: Secretaría de Educación Pública/Talleres Gráficos de la Nación,
1922.
[100] Jeifets, Lazar, Victor Jeifets, y
Peter Huber. La Internacional comunista y América Latina, 1919-1943:
diccionario biográfico, p. 277.
[101] Benjamín Carrión, «Mis bodas de plata
con México (1933-1958)», Cuadernos Americanos (México) núm. 100,
julio-octubre, 1958, pp. 77-79.
[102] Ramos Pedrueza, Rafael (membrete:
Encargado de negocios de México. Quito. Ecuador), a José Ingenieros, Quito, 24
de julio de 1925. AR ARCEDINCI ARCEDINCI FA-021-A-6-1-1815.
[103] Muñoz Vicuña, Elías. Temas
obreros. Guayaquil: Departamento de Publicaciones de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1986, p.87.
[104] Anales de la Universidad Central del
Ecuador, tomo XXXI, núm. 247, agosto-diciembre de 1923, p. 357.
[105] Ibíd., pp. 319-320.
[106] «L’ Affaires de Tacna-Arica et le
Impérialisme Américain», La Correspondance Internationale, núm.32, 13 de
marzo de1926, p. 288.
[108] Citado por: Véase: Jeifets, Lazar y
Víctor Jeifets, «Los orígenes del Partido Comunista del Ecuador y la Tercera
Internacional».
[109] Maldonado, Luis, Bases del PSE,
p. 43.
[111] Citado en: Jeifets, Lazar y Víctor
Jeifets, «Los orígenes del Partido Comunista del Ecuador y la Tercera
Internacional»
[112] La fuente procede del mismo Ghioldi y
fue consignada en su presentación del libro: El camarada Victorio:
semblanza de Victorio Codovilla de Valerián Goncharov, Moscú; Progreso,
1980.
[113] Páez, Ob. Cit., pp. 122 y 135.
[114] Leal, Alfonso, «La crisis del
espíritu nacional», Esfinge (Quito) núm.2, febrero de 1926, p.1.