El mito de Prometeo,
proveniente de la Grecia clásica, fue transformado desde fines de la Edad
Media -especialmente a partir del Renacimiento-, es uno de los grandes
mitos de la modernidad, por eso, también contiene una clave para comprender el
pensamiento utópico de Marx.
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El mito de Prometeo ✆ Christian Griepenkerl
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Franz Hinkelammert | 1. Hay una cita del temprano joven Marx, del prólogo de su tesis doctoral,
que considero apropiada para abordar el análisis del complejo de
Prometeo: “En cuanto todavía pulsa una gota de sangre en su corazón
absolutamente libre y capaz de imponerse al mundo, la filosofía, va a gritar a
sus adversarios junto con Epicuro: ‘No es ateo aquél que barre con los dioses
de la multitud, sino aquél que imputa a los dioses las imaginaciones de la
multitud’. La confesión de Prometeo: “En una palabra, odio con toda
fuerza a todos y a cualquier dios” es la confesión propia (de la filosofía), su
propia sentencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra, que no
reconocen la autoconciencia humana (el ser humano consciente de sí mismo) como
la divinidad suprema. Al lado de ella no habrá otro Dios”
2. En el calendario filosófico, Prometeo ocupa el primer
rango entre los santos y los mártires”. Se trata, de hecho, de
un Prometeo excepcional y en cierto sentido es la cima de todos los Prometeos.
Marx se refiere tanto al Epicuro como al Prometeo griegos. El Epicuro griego
relativiza el mundo de los dioses y tiene conciencia de que éstos se crean
según la imaginación humana. En otro texto dice algo así como: “Si los caballos
tuvieran dioses, éstos tendrían la forma de caballos”. Pero, Epicuro no
enfrenta el mundo de los dioses, sino que los deja de lado sin discutir si
existen o no, o cuál de ellos sería verdadero. Tampoco pone en cuestión el
hecho de que los caballos no tienen dioses y no pueden tenerlos. Deja de lado a
los dioses para concentrarse en una vida buena, que es vida con los amigos, y
no avanza más allá de eso.
3. El Prometeo griego, que Marx presenta, es un dios-titán
(hijo de un titán y una diosa). Es un dios inmortal, que tiene acceso a los
dioses del Olimpo. Sin embargo, odia a todos los dioses, y ese odio es un tipo
de reconocimiento. No niega la existencia de los dioses. Este Prometeo no es un
ser humano, sin embargo aparece en dramas como el de Esquilo, donde los seres
humanos son los observadores. Estos miran espantados. Les ha dado el fuego a
los hombres como una dádiva del cielo y ahora están frente a él admirándolo y
atemorizados. Entienden su odio a los dioses del Olimpo, pero no lo comparten.
Perciben un sacrilegio, pero no pueden condenarlo y no lo hacen. Pero, todo
ocurre en el otro mundo de los cielos, frente a un público humano.
4. Ya en la antigua Grecia encontramos muchas versiones de
la historia de Prometeo. Aparece como el dios-titán, que forma a los hombres
del barro, consiguiendo el fuego divino para inculcarles el alma. Este relato
forma parte del mito de la Edad de Oro, en la cual hay solamente hombres, y los
niños nacen de la tierra. Es una sociedad tranquila y sin inquietud. Zeus manda
la primera mujer, que es Pandora. Ella trae la desgracia a este mundo
paradisíaco. Los mitos griegos hablan de la mujer como la “desgracia
hermosa”.
5. Este Prometeo roba del cielo de los dioses el fuego y lo
regala como dádiva a los hombres. Con el fuego empieza el desarrollo
civilizatorio, por eso, es venerado como el dios de la producción, de la
artesanía y del desarrollo civilizatorio en general. Por robar el fuego, Zeus
castiga a Prometeo. Lo manda a encadenar en el Cáucaso y le manda un águila,
que le devora el hígado, que se renueva todos los días, y el águila vuelve a
devorarlo diariamente. Sufre este castigo durante treinta mil años. En la
versión más conocida, Heracles, finalmente, lo libera. Mata al águila y
rompe las cadenas de Prometeo. Zeus lo acepta bajo una condición: Prometeo
tiene ahora que llevar para siempre un anillo forjado del hierro de la cadena.
Transforma el castigo sangriento en un castigo simbólico.
6. Este mito de Prometeo proporciona los elementos para la
imaginación prometeica a partir del Renacimiento. Todos los mitos construidos
desde el del Prometeo griego tienen un rasgo común, que los distingue a todos
del mito griego: en ellos Prometeo es visto como un hombre rebelde que se
levanta frente a los dioses, deja de ser un dios y se transforma en hombre. El
mito griego sirve más bien como una cantera para la reconstrucción mítica de
una rebeldía y emancipación humanas, la cual es realizada por la sociedad
moderna a partir del Renacimiento. En este horizonte se inscribe también
el Prometeo imaginado por Marx.
7. Ahora bien, cuando el Prometeo de Marx habla, por su boca
habla la filosofía. Esta asume la posición de Prometeo, pero al hacerla suya no
expresa odio, sino una sentencia que Marx hace suya: “en contra de todos los
dioses del cielo y de la tierra, que no reconocen la autoconciencia humana (en
traducción literal: el ser humano conciente de sí mismo) como la divinidad
suprema. Al lado de ella no habrá otro Dios”.
8. Lo que Marx hace, en nombre de Prometeo, es un
discernimiento de los dioses. Ninguna de las anteriores figuras de Prometeo la
ha hecho. Marx distingue entre dioses falsos y dioses verdaderos. Los falsos
son aquellos que no reconocen la autoconciencia humana como divinidad suprema,
y los dioses verdaderos sí la reconocen. Este discernimiento no tiene nada de
griego. Es el conflicto de la tradición judía entre los ídolos y Dios. Al
contrario; concebir un Dios para el cual el ser humano es la divinidad suprema,
sería hibris en la tradición griega.
9. Se trata de un Prometeo profundamente transformado, que
incluso da un salto respecto a la tradición prometeica anterior. Hay un famoso
poema de Goethe que me ha fascinado desde joven y que aprendí de memoria, que
todavía conserva aquella figura diferente. Empieza así:
“Cubre tu cielo, Zeus/
con vapor de nubes/ y manifiesta tu poder,/ como un niño que descabeza cardos,/
sobre encinas y montañas./ Pero, no te atrevas con mi tierra/ y mi cabaña,/ que
tú no has construido,/ ni con mi hogar/ cuya llama me envidias./ No conozco
bajo el sol nada más pobre que vosotros, los dioses”. Y termina
diciendo: “Aquí me mantengo firme,/ modelando hombres a mi imagen,/ una
estirpe que sea como yo,/ que sufra, llore,/ disfrute y se alegre sin estar
pendiente de ti,/ como hago yo”.
10. En este poema está el ser humano que se alza frente a
Dios/Zeus, pero no hay discernimiento. También este Prometeo es ya un ser
humano, pero, no tiene ningún criterio para decir quién es este ser. Modela
hombres según su imagen, pero su imagen no es más que modelarlos. En el
Prometeo de Goethe no se encuentra lo que aparece en la cita de Marx: la
autoconciencia humana (el ser humano consciente de sí mismo) como criterio que
proporciona la imagen, según la cual hay que formar a los seres humanos.
11. Este criterio de discernimiento está directamente
vinculado con el hecho de que la sentencia del Prometeo de Marx se refiere a
los dioses del cielo y de la tierra. Ningún Prometeo anterior enfrenta los
dioses de la tierra. Pero, el discernimiento se hace en la tierra, para pasarlo
al cielo. Por eso, la sentencia sobre los dioses de la tierra es la decisiva,
tanto que marca un hito en el desarrollo de las imágenes de Prometeo. Marx
denuncia ahora al mercado y al Estado como dioses falsos, en cuanto no aceptan
al ser humano como divinidad suprema. Ahora, definitivamente, la lucha de los
dioses se convierte en una lucha en la tierra.
12. Pocos años después, Marx prosigue esta reflexión, y a la
vez la modifica. El prólogo citado anteriormente es de 1841; en la Introducción
a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, de 1844, escribe: “La
crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es la esencia
suprema para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categórico de
echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado,
sojuzgado, abandonado y despreciable”
5. Como puede verse, ya no
se refiere a la autoconciencia como suprema divinidad, sino habla ahora del
“hombre como la suprema esencia para el hombre”. La reflexión, por supuesto, es
la misma, pero han cambiado palabras y conceptos. De esta suprema esencia para
el hombre deriva ahora su imperativo categórico de echar por tierra todas las
relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y
despreciable.
13. Esta esencia suprema no es una esencia metafísica, en el
sentido de la metafísica anterior. Sin embargo, es una exigencia, es el llamado
a una transformación, que desemboca en una ética, que nace del ser humano mismo
en cuanto se quiere realizar como tal. Se trata de una autorrealización en
cuanto sujeto humano. Pero, es una autorrealización que echa por tierra todas
las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y
despreciable. Es notable la diferencia con el Prometeo de Goethe, cuya
autorrealización no es más que la afirmación de sí mismo y de su poder (su ser
como homo faber). Sin embargo, el orgullo prometeico es el mismo en los dos
casos; por eso el poema de Goethe sigue siendo tan fascinante.
14. Sin embargo, ha ocurrido un cambio importante en el Marx
de 1844, en relación al de de 1841. En su tesis de doctorado, Marx habla
todavía de un posible Dios, para el cual la autoconciencia humana es la
divinidad suprema, desde 1844 deja de hacerlo. El cambio es comprensible y se
refleja en las ulteriores posturas de Marx frente a la religión. Si el ser
humano es la divinidad suprema, ¿para qué, entonces, un Dios? Marx concluye que
ahora sobra la referencia a Dios, el cual pasa a ser visto como el ser humano
que echa por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado,
sojuzgado, abandonado y despreciable. Por eso, posteriormente va a concluir: no
hace falta abolir la religión, sino la religión morirá en cuanto el ser humano
se toma a sí mismo como esencia suprema. No sigue concibiendo un Dios que tenga
esta esencia humana suprema como divinidad suprema.
15. En esta forma sucede con Marx lo que pasó con Goethe,
aunque al revés. También en Goethe el ser humano es la divinidad suprema. Por
consiguiente, tampoco concibe un Dios que tenga el ser humano como divinidad
suprema. Pero, se trata de dos formulaciones contrarias: en Goethe el ser
humano es divinidad suprema en cuanto homo faber; en Marx lo es en cuanto
sujeto humano concreto que se libera. En cuanto homo faber es dominador; en
cuanto sujeto es liberador.
16. Posteriormente Marx transforma esta, su crítica a la
religión, en un método de análisis. En efecto, es mucho más fácil encontrar,
mediante el análisis, el núcleo terrenal de las imágenes nebulosas de la
religión que proceder al revés, partiendo de las condiciones de la vida real en
cada época remontarse a sus formas divinizadas. Este último método es el único
que puede considerarse como el método materialista y por tanto científico”.
17. Se trata ahora de un análisis de las divinizaciones a
partir de la vida real. Para mí, es ciertamente el método adecuado en el cual
siempre me he inspirado para analizar todo este mundo mítico. Permite analizar
los dioses y discernirlos. Se trata de algo para lo cual Marx esbozó todo un
programa de investigación, que lamentablemente no ha sido atendido, ni
proseguido suficientemente en la tradición marxista. Es un método que permite
entender, criticar y evaluar. Por supuesto hace falta analizar de esta manera
los dioses de Bush, de Reagan o de Hitler, y su enorme funcionalidad en la
política. Pero, igualmente permite analizar los diversos ateísmos y
discernirlos. Eso vale igualmente para el ateísmo estalinista, que de ninguna
manera viene de Marx, sino de la vida real del socialismo soviético y hay que
analizarlo como tal. Este ateismo es también una forma divina de la vida real.
Por otro lado, hay ateísmos como el de Ernst Bloch o el de Erich Fromm, que
están muy cerca del de Marx, que es realmente un humanismo.
18. Sin embargo, esto mismo vale para el análisis de los
diversos Prometeos: todos ellos son producto de la vida real y elaboran
míticamente sus formas divinas correspondientes. Sociedades y seres humanos
reflexionan sobre sí mismos en medio y por medio de sus formas divinas. Por
eso, la historia de las formas históricamente dadas de Prometeo es a la vez la
historia real. Las mismas épocas históricas y los polos de conflicto en cada
una de estas épocas, llevan a la construcción de formas de Prometeo diferentes
y correspondientes. Lo que es cada época histórica se puede leer en las
imaginaciones prometeicas que produce. Creo, que Luri Medrano deja de lado este
aspecto.
19. El referido método tiene como condición prescindir de la
pregunta de si Dios existe o no. Es una pregunta que no tiene mucho que hacer
aquí. Es como la pregunta por el koan mude la tradición budista. Se trata de
una pregunta, frente a la cual tanto el “sí” como el “no” son falsos. Contestar
a la pregunta de si existe Dios con el sí, es falso, pero contestar con el no
es igualmente falso. En este sentido Engels es muy miope en relación a Marx,
cuando dictamina que:
“La naturaleza existe independientemente de toda
filosofía; es la base sobre la que crecieron y se desarrollaron los hombres,
que son también, de suyo, productos naturales; fuera de la naturaleza y de los
hombres, no existe nada, y los seres superiores que nuestra imaginación
religiosa ha forjado no son más que otros tantos reflejos fantásticos de
nuestro propio ser”.
20. Engels no va más allá de Feuerbach, mientras Marx
realizó un salto. Lo que dice Engels, no tiene nada que ver con la crítica de
la religión de Marx; más bien es simple metafísica. El marxismo soviético
asumió esta línea, aunque por razones propias.
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Omar Montilla |
Nota del Editor: Este trabajo de Franz Hinkelammert forma parte de uno de mayor extensión titulado
“Prometeo, el discernimiento de los dioses y la ética del sujeto — Reflexiones
sobre un mito fundante de la modernidad”, pero en esta ocasión nos hemos limitado a extraer uno de los correspondientes a Marx. Sin embargo, el lector acucioso puede consultarlo en su
totalidad en la revista 'Polis'.
El mito de Prometeo tiene tal
importancia que puede decirse que constituye el espacio mítico de todas las
utopías de la modernidad desde la ‘Utopía’ de Tomás Moro. Excede dichas
utopías, y es su raíz mítica. Más aún: aparece también en los grandes
pensamientos críticos de la modernidad burguesa, por eso, también contiene una
clave para comprender el pensamiento utópico de Marx. Este mito moderno de Prometeo
se vincula estrechamente con la crítica del cristianismo, que surge desde el
Renacimiento y, a la vez sirve como trasfondo mítico en el surgimiento de
nuevos enfoques de la ética. El texto destaca este papel clave del mito de
Prometeo. Empieza analizando la forma que éste adquiere en el pensamiento de
Marx, porque responde críticamente a las imaginaciones prometeicas anteriores.