Daniel Libreros
Caicedo | El tres de octubre pasado naufragó cerca
de Lampedusa una de las tantas barcazas que salen de las costas africanas
repletas de migrantes desesperanzados. En este caso el punto de partida fue
Libia. La barcaza contaba con 518 ocupantes que provenían de Eritrea y Somalia
y perecieron 370. Lampedusa es una pequeña isla al sur de Italia y uno de los
sitios más cercanos en extensión marítima al norte del continente africano (225
kilómetros), por lo que se ha convertido en lugar de referencia para los
migrantes que intentan ingresar a Europa atravesando el Mediterráneo en busca
de un futuro mejor. Las narraciones de los sobrevivientes confirman la desidia
de la guardia costera. Mohamed Ahmed,
uno de ellos, ha relatado que después de
25 horas de tránsito en el océano se acercaron a 800 metros de la isla y
detuvieron el motor a la espera de los guardacostas. Eran las cuatro de la
madrugada aproximadamente cuando aparecieron en el sitio dos naves de la Marina
italiana. Ahmed ha insistido en que
giraron alrededor de la barcaza en dos
ocasiones y
"Luego, se fueron por
donde vinieron", antes de que una cadena de sucesos desafortunados
produjera el naufragio.
Carmine Menna, habitante de Lampedusa, quien se encontraba
con varios amigos en un barco cercano al sitio donde ocurrieron los hechos ha
testificado que cuando llegaron las lanchas salvavidas ya habían logrado subir
a bordo de la eslora del barco a 47 personas. Entonces, le solicitaron a los
tripulantes hacer el transbordo, pero estos se negaron, por cuanto "esperaban instrucciones de Roma y,
mientras, tomaban imágenes de lo que estaba sucediendo". Menna ha
añadido que el tiempo promedio de tránsito entre el puerto y el lugar del
naufragio es inferior a 10 minutos, pero la guardia demoro en llegar más o
menos una hora.
Este comportamiento de la marina itálica que viola los
postulados del derecho de socorro, definido por las convenciones de Naciones
Unidas, ya tiene antecedentes y hace parte de la guerra social de las elites
italianas, europeas y metropolitanas, en general, en contra de la poblaciones
trashumantes que intentan salir del infierno de la pobreza absoluta producida
por la dominación imperial ejercida por esas mismas elites durante siglos.
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