Juan Felipe González Jácome
En 1974, la editorial Grijalbo publicó un libro titulado “Sobre el método marxista”, el cual
formó parte de la Colección Teoría y Praxis (dirigida y compilada por el
maestro Adolfo Sánchez Vázquez). En dicha publicación, se encuentra un ensayo
de Michael Löwy titulado “Objetividad y
punto de vista de clase en las Ciencias Sociales”, el cual, además de
plantear aspectos medulares sobre cuestiones de “método”, expone puntos de
referencia lúcidos respecto a nociones neurálgicas del pensamiento marxista,
tales como: la ideología, la objetividad, la verdad y el punto de vista de
clase en el estudio de la realidad. En ese orden de ideas (y con la intención
de invitar a su atenta lectura), procedo a delimitar algunos aspectos
importantes del texto, con miras a que, además de problematizarlo, nos sea
posible abrir una rica y nutrida discusión.
1. En primera
medida, considero que una de las particularidades más relevantes del texto es
su método expositivo. Löwy inicia proponiendo una crítica inminente al
positivismo, posterior a ello hace una crítica a la sociología del conocimiento
de Mannheim, después trae a colación el debate marxista entre el estalinismo,
la propuesta de “corte epistemológico” de Althusser, la posición del marxismo
heterodoxo representado por Lukács, Korsch, Gramsci, Rosa Luxemburgo y Lenin,
para finalizar con una conclusión propositiva frente a la pregunta de cómo es
posible la objetividad desde un punto de vista de clase, en particular, desde
el punto de vista del proletariado como clase revolucionaria.
2. Frente al positivismo, es necesario resaltar la crítica
que Michael Löwy realiza con relación al proceso de conocimiento positivista,
dejando claro que antes que ser homogéneos, sus presupuestos epistemológicos se
han diseminado en diversas corrientes de pensamiento, desde la sociología
positivista de Comte, hasta el neopositivismo “reaccionario” de Karl Popper.
Así mismo, el autor destaca un punto central de la posición positivista
respecto a la ciencia social, y es la noción pasiva, neutral, imparcial y “sin
ataduras ideológicas” del sujeto de conocimiento frente al objeto por conocer.
Esto, claramente permeó el materialismo mecanicista de los siglos XVIII y XIX,
y aún en nuestros días sigue permeando en los rezagos positivistas que abundan
en diversas escuelas de pensamiento.
No sobra decir que el marxismo rompe con esta postura
totalmente nefasta, la cual no solamente tiene
implicaciones científicas, sino por supuesto
profundamente políticas. Löwy es contundente en afirmar:
El error fundamental
del positivismo es pues la incomprensión de la especificidad metodológica de las
ciencias sociales en relación a las ciencias naturales, especificidad cuyas
causas principales son:
a) El carácter
histórico de los fenómenos sociales, transitorios, perecederos, susceptibles de
ser transformados por la acción de los hombres [y las mujeres].
b) La identidad
parcial entre el sujeto y el objeto de conocimiento.
c) El hecho de
que en los problemas sociales están en juego las miras antagónicas de las
diferentes clases sociales.
d) Las
implicaciones político-ideológicas de la teoría social: el conocimiento de la
verdad puede tener consecuencias directas sobre la lucha de clases [la
revolución no puede prescindir de la constante búsqueda de la
verdad]. (Löwy 1974, pág. 17).
3. Por otro lado,
nuestro autor comenta que una de las más importantes críticas que Mannheim le
propinó al marxismo, fue la de no haberse aplicado su propio racero crítico. Es
decir, haber develado a la ideología burguesa como “falsa conciencia”, mas no
haberse aplicado este mismo criterio a su propia “ideología”. Por ende, la
pregunta sería: ¿es el marxismo (como ideología) una falsa conciencia, tal y
como lo es la ideología burguesa?
4. Para dar
respuesta al anterior interrogante, es necesario hacer referencia a dos
nociones que han emanado desde el marxismo con relación a la ideología; en
un primer momento, Marx y Engels plantearon en la Ideología Alemana, que
la noción de ideología daba cuenta de una “falsa conciencia” o “conciencia
distorsionada” de la realidad, de ahí que Althusser planteara el corte entre ciencia
e ideología que según él fue hecho por el genio de Marx. Ahora bien,
posteriormente, y bajo una lectura sistemática y crítica del marxismo, se
entendió que la ideología era ante todo “una forma de ver el mundo”, o como lo
definiera Adolfo Sánchez:
“un conjunto de
ideas acerca del mundo y la sociedad, que responde a unos intereses de clase en
un momento histórico determinado y los cuales guían y justifican un
comportamiento práctico de los hombres de acuerdo a dichos intereses”
(Sánchez Vázquez 1983, pág. 145).
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Michael Löwy
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5. En
consecuencia, podríamos estipular hasta el momento que la ideología no
representa por sí sola una falsa conciencia de la realidad (lo cual refutaría
de raíz la postura de Mannheim). Bien plantea Löwy que a lo largo de la
historia incluso la propia filosofía burguesa (amparada en una ideología de
clase), avanzó lúcidamente en la compresión acertada de ciertos fenómenos
sociales, como lo fue por ejemplo la tesis weberiana de que el Estado moderno
erige su base formal sobre la violencia.
6. La relación entre
ideología, ciencia y verdad ha suscitado grandes debates a lo largo de la
historia del marxismo, comenzando por la distinción entre ciencia social y
ciencia natural, unificada algunas veces por la socialdemocracia de la II
Internacional, así como también por la “ciencia oficial” imperante en la URSS.
Creo que en este debate hay un consenso entre los marxistas críticos y
heterodoxos de que no se pude unificar de forma simple la ciencia natural y la
ciencia social, ambas responden a lógicas, métodos y horizontes totalmente
distintos. No reconocer esto es caer en el positivismo más burdo, o en el
mecanicismo más mediocre.
7. Finalmente,
quisiera terminar estos puntos de discusión refiriéndome a la relación entre
ideología, ciencia social y verdad, ya que me parece que aquí radican los
puntos neurálgicos de una discusión que debe darse al interior de la izquierda
revolucionaria.
a) Lo primero, es
que como lo comenté hace un momento, la ideología no puede ser aprehendida, por
sí misma, como una falsa conciencia de la realidad. Por el contrario, debe ser
estudiada como una “visión y perspectiva del mundo que responde a unos
intereses en concreto [de clase] y que justifica y guía ciertas acciones de los
hombres y de las mujeres que persiguen dichos intereses”. Esto nos debe llevar
a concluir que solamente en ciertos momentos históricos una ideología puede
conducir al sujeto a tener una falsa conciencia de la realidad, como por
ejemplo hoy por hoy lo hace la ideología burguesa a lo largo y ancho de la
tierra. La burguesía debe encubrir la verdad para mantener su hegemonía; la
verdad para el capitalismo podría implicar su propia destrucción histórica.
b) En segundo
lugar, es trascendental señalar que la ideología proletaria no es en sí misma
verdadera, ni mucho menos representa mecánicamente la verdad. Sin embargo, los
intereses que persigue y las acciones que fomenta y justifica (acciones de
solidaridad, ternura, combatividad, amor, liberación, justicia social, paz,
democracia radical y por supuesto el comunismo) requieren de la verdad, no
pueden prescindir de ella. Y esto, nos debe plantear el escenario de que en un
proceso revolucionario la búsqueda de la verdad no puede ser dejada a un lado,
debe conducir el proceso, debe ser uno de sus motores fundamentales. Por ello,
los revolucionarios no le temen a la verdad, sino que luchan por ella hasta sus
últimas consecuencias, no les interesa una conciencia del mundo distorsionada
y/o falsa, sino una aprehensión cada vez más certera y objetiva del desarrollo
social y humano.
c) En tercer
lugar, la verdad que entendemos y perseguimos los marxistas no es, ni puede ser
una verdad absoluta, es por el contrario una verdad “parcial”, una verdad
histórica, por eso buscar la verdad, perseguir la verdad, es un proceso
infinito, un proceso que no puede ni debe ser limitado.
d) Finalmente, es
preciso señalar que la búsqueda de la verdad (como lo mencionamos hace un
instante) tampoco puede ser marginada de nuestra posición política de clase, ya
que no existe en la ciencia social alguna posición que pueda
predicarse ideológica o políticamente neutral. Ahora bien, a pesar de reconocer
dicha realidad epistemológica, es importante resaltar que la “parcialidad” de
la verdad no puede dejar a un lado la verdad en su carácter objetivo, es decir,
el hecho de que los marxistas no pretendamos la “absolutez” en el conocimiento,
y que tampoco nos prediquemos ideológicamente neutrales, no implica que no
persigamos la objetividad en su carácter histórico-concreto.
e) En últimas, en
la medida de que la verdad debe responder a un imperativo práctico-político,
para los marxistas el conocimiento científico de la sociedad solo puede ser
entendido bajo la búsqueda inclaudicable de la transformación revolucionaria
del mundo. Solo así, es posible entender el lazo entre teoría y práctica… Entre
práctica revolucionaria y teoría revolucionaria en su unidad indisoluble.
Invito a la lectura y dejo abierto el debate.
Bibliografía
Löwy, Michael. «Objetividad
y punto de vista de clase en las Ciencias Sociales.» En Sobre el Método Marxista, de Michael
Löwy, Catherine Colliot-Thélene y k. Nair, 9-44. México D.F.: Grijalbo, 1974.
Sánchez Vázquez, Adolfo. «La
"ideología de la neutralidad ideológica" en las Ciencias Sociales.»
En Ensayos marxistas sobre filosofía
e ideología (1975), 138-164. Barcelona: Océano, 1983.