Juan Dal Maso | El libro Marxismo y política. La dualidad de poderes y otros ensayos (LOM
Ediciones, Santiago de Chile 2012), publicado originalmente en portugués en
1994, reúne una serie de trabajos de Carlos Nelson Coutinho (1943-2012),
destacado intelectual de Brasil, protagonista de la recepción e interpretación
de Lukács y Gramsci en su país y a nivel internacional. El ensayo principal es el referido a la cuestión de la
"dualidad de poderes" en el marxismo, el cual constituye el primer
capítulo del libro, al que le siguen otros cuatro sobre los marxistas y la
cuestión democrática; Gramsci, el marxismo y las ciencias sociales; la voluntad
general y la democracia en Rousseau, Hegel y Gramsci y Lukács, la ontología y
la política.
No obstante la diversidad de temas, el libro sigue un hilo
que es el de fundamentar simultáneamente una teoría "ampliada" del
Estado y una concepción "procesual" de la revolución, que confluyen
en una estrategia gradual de transición democrática al socialismo. En ese contexto, Coutinho traza una línea que va del último
Engels a los austromarxistas, Antonio Gramsci, Palmiro Togliatti, Pietro Ingrao
y Nicos Poulantzas.
A esta línea se opondría, según Coutinho, aquella que
sostiene una teoría "restricta" del Estado y una concepción
"explosiva" de la revolución, que identifica con Marx-Engels en
1848-1850, Lenin y Trotsky. Un Estado definido como un aparato de opresión
y represión, frente al cual debiera tener lugar una revolución de tipo
"jacobino" y de tiempos veloces, sintetizarían esta concepción.
Coutinho señala que Lenin había planteado la cuestión de la dualidad
de poderes como algo específico de la Revolución Rusa, mientras Trotsky la
generalizaría con su "talento historiográfico", adelantando incluso
una concepción "ampliada" del Estado en sus análisis sobre la crisis
del poder del gobierno provisional en los momentos previos a la toma del poder
por los bolcheviques.
Pero en la perspectiva del marxista brasileño, Lenin y
Trotsky siempre mantuvieron una concepción "restricta" del
Estado.
Además del aparato de
opresión por excelencia –el Ejército regular, la Policía y la burocracia–, el
Estado moderno tiene un aparato que está íntimamente vinculado con los bancos y
los consorcios, un aparato que realiza, si vale la expresión, un vasto trabajo
de contabilidad y registro. Este aparato no puede, ni debe ser destruido (...)
hay que subordinarlo a los soviets proletarios; hay que hacerlo más vasto, más
universal, más popular ... Podemos “apoderarnos” de este “aparato de
Estado” (que bajo el capitalismo no es totalmente un aparato de Estado, pero
que lo será en nuestras manos, bajo el socialismo) y “ponerlo en marcha” de un
solo golpe, con un solo decreto, porque el verdadero trabajo de contabilidad,
control, registro y cálculo es realizado por empleados, la mayoría de los
cuales son, por sus condiciones de vida, proletarios o semiproletarios.
Es decir, que la visión de Lenin sobre el Estado era un poco
más "ampliada" de lo que señala Coutinho, con los límites obvios de
que el engendro estatal cuyos restos heredaron los bolcheviques tenía muy pocas
características de un Estado "occidental" con base de masas (tarea
que intentó desarrollar el poder soviético en sus primeros años).
En cuanto a Trotsky, en sus escritos de los años '20 y '30
se encuentran diversos análisis del rol de la democracia capitalista en tanto
elemento de "consenso" y cooptación (dando mucho peso al rol de la
burocracia sindical y a la utilización de las consignas democráticas, como se
puede leer [en el ensayo titulado
Gramsci, Trotsky y la democracia capitalista, publicado en
Gramscimanía]
Y más específicamente, en sus análisis sobre la cuestión del
bonapartismo, el Frente Popular y el fascismo, aparecen con claridad los
distintos elementos de reconfiguración de las formas de poder estatal, no
determinadas mecánicamente por el carácter de clase del Estado.
En particular, es importante destacar la importancia
asignada por Trotsky al proceso mundial de estatización de las organizaciones
sindicales, que tiene relación directa con la "ampliación" del
Estado, por las vías de la búsqueda del consenso pero también de la
burocratización de los organismos de democracia obrera conquistados por el
proletariado bajo la democracia burguesa.
Habiendo señalado los elementos de una concepción -en
términos de Coutinho- "ampliada" del Estado en Lenin y Trotsky,
avancemos en su relación con la concepción de la revolución.
Según el autor, la concepción "explosiva" de la
revolución que surge de una visión "restricta" del Estado, se
caracteriza por una idea de que hay una dualidad de poderes en la que un poder
debe destruir a otro en un lapso de tiempo más o menos breve, por la vía de una
insurrección o revolución violenta, cuestión que se vuelve insostenible ante la
existencia de un Estado "ampliado", basado en el desarrollo de la
"sociedad civil".
Sin embargo, así como Trotsky analizó con sus propios
conceptos la problemática de
"ampliación"
del Estado, también fue readecuando las relaciones entre táctica y
estrategia, según las relaciones de fuerzas. Por este motivo, en 1921-22 es
junto con Lenin el principal impulsor de la táctica del Frente Único, así como
de la táctica de "gobierno obrero", en 1923-24 realiza un balance
crítico impiadoso del fracaso de la revolución alemana y en los años '30 ensaya
distintas alternativas que van desde el frente único obrero contra el fascismo
en Alemania, la exigencia de "comités de acción" al Frente Popular en
Francia, el impulso de la revolución agraria y la formación de soviets en
España, el desarrollo de un Partido de Trabajadores en Estados Unidos, la lucha
por la independencia de los
sindicatos
respecto del Estado, entre otras. Si bien para Trotsky la dualidad de poderes
era un proceso característico de toda revolución, como señala Coutinho, las
vías para la constitución de una situación de poder dual podían ser muy
diferentes según el país, las relaciones de fuerzas, las tradiciones
organizativas y políticas del movimiento obrero, entre otros elementos.
Precisamente, porque en la concepción de Trotsky el momento
"explosivo" es parte de un "proceso", la teorización de
Coutinho resulta esquemática y poco dialéctica.
Torciendo la vara hacia el lado de la autonomía casi total
de la política, Coutinho trazó en estos ensayos una teoría del Estado, el
régimen político y la estrategia socialista, que no toma en cuenta ni la lucha
de clases ni las tendencias a la crisis de la economía capitalista.
Esto dio como resultado una sobrestimación de las posibilidades de los cambios
graduales progresivos, sin las "interrupciones" de las crisis y la
contra-revoluciones (menos aún las revoluciones), que caracterizan las
tendencias profundas de la historia del capitalismo. En un contexto defensivo
de la lucha de clases, Coutinho terminó haciendo de la necesidad virtud.
Quizás por eso, el Gramsci de estos ensayos es un
teórico de la hegemonía en democracia, inspirador de la "democracia
progresiva" togliattiana o la "democracia de masas" de Pietro
Ingrao, es decir distintas variantes de la "vía italiana al
socialismo".
Siguiendo una interpretación de Giuseppe Vacca sobre
Togliatti, el autor sostiene que la "dualidad de poderes" pasa a
transformarse en un largo período de acumulación "hegemónica" en los
marcos del Estado "ampliado".
Para fundamentar esta lectura, Coutinho hace hincapié especialmente en el
desarrollo de la "sociedad civil" como aquella en la que operan los
"aparatos privados" de hegemonía y en la que está planteada a su vez
la lucha por constituir una hegemonía socialista.
En este contexto, su lectura de la "ampliación"
del Estado, ligada a la de la "socialización de la política" presenta
un proceso de ampliación de la democracia por la vía del consenso, en
detrimento de las tendencias autoritarias del poder estatal.
Y esta unilateralidad se expresa en la casi total ausencia
del tratamiento, en estos ensayos, de la problemática de la
revolución
pasiva, que es nombrada de pasada en la página 97 del libro, como
"revolución desde arriba" o "por lo alto", pero no como
"revolución-restauración en la que sólo el segundo término es
válido".
Esta acepción del término fue acuñada por el propio Gramsci
(C10 II § 41) para analizar el carácter conservador del historicismo croceano y destacar el rol
"restaurador" de las reconfiguraciones de las formas estatales que se
presentan como "reformistas".
Tomando esa definición, se puede arribar a la comprensión de
que la "ampliación" del Estado no consiste en la generación de un
espacio de "consenso" igualmente utilizable por todas las
clases.
Por el contrario, el "Estado ampliado" o
"integral" incluye formas de reconfiguración autoritaria del
poder estatal (bonapartismo, estatización de los sindicatos,
"ampliación" de las funciones de policía, etc. algunas más analizadas
por Gramsci y otras por Trotsky), para mantener a la clase obrera y los
sectores populares en una posición "subalterna."
Para salir de esta posición subalterna, es necesario
trascender los términos de una estrategia de "democracia progresiva",
la cual es asimilable por el capitalismo, como demostró
la
experiencia del PT (de la que formó parte Coutinho) y demuestran, de
distintas maneras, las recientes experiencias de
Syriza
y PODEMOS, que eran la quintaesencia del "eurocomunismo" de
nuestros días.