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Friedrich Engels & Karl Marx ✆ J. Stephensson
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◆ “El Comunismo no es simplemente una consecuencia derivada de la
situación especial de Inglaterra o de cualquier otro país por separado, sino un
corolario que se desprende necesaria e inevitablemente de las premisas
implícitas en las condiciones generales de la Civilización moderna.” — Friedrich Engels, 1843
◆ “El Comunismo no es un estado que debe
implantarse, un ideal al que haya que sujetarse la realidad. Nosotros llamamos
Comunismo al Movimiento real (wirkliche Bewegung) que anula y supera el estado
de cosas actual” — Engels
& Marx, Die deutsche Ideologie,
1845-1846
◆ “El Comunismo es… el Sistema de la
Comunidad (Gemeinschaftssystem)” — Engels, 1845
Nicolás González Varela | ¿Qué significa la palabra Comunismo hoy?
Cuando la gente habla acerca del Comunismo, se da uno cuenta, con frecuencia,
de que están totalmente de acuerdo con uno en cuanto a la cosa en sí y que ven
que el Comunismo algo muy hermoso; “pero se trata”, vienen a decir, “de algo
imposible, que jamás llegará a ser una realidad.” Así reflexionaba
sardónicamente Engels hacia 1845, cuando el Comunismo todavía era una idea en
proceso de constituirse como tal. Y razón no le faltaba. La sola mención de su
presencia fantasmal caldeaba los espíritus europeos. “La barbarie es precisamente el presupuesto exclusivo del Comunismo”,
afirmaba sin odio un nihilista llamado Nietzsche.[1]
Un jurista conservador prusiano que aborrecía a Hegel llamado Friedrich Julius
Stahl, aseveraba que el Comunismo era un ideal de difícil realización, ya que
olvidaba el ansia de retribución material eterna e inmutable del hombre, esa bestia
inmutable llamada
homo oeconomicus, y que la construcción puramente racional de
un equilibrio entre producción y consumo como solución a las crisis sistémicas
del Capitalismo, era una tarea que sobrepasaba las posibilidades de la
inteligencia humana. Del otro lado del Rin, un reaccionario francés, político,
escritor e historiador, Louis Adolph Thiers, señalaba que si bien el Comunismo
como idea era en sí misma consecuente, merecía justificadamente la calificación
de ser “el invento más inútil, irracional y exagerado del Espíritu humano”, tan
diabólica en su esencia que los hombres finalmente degenerarían en bestias. El
filósofo más influyente del siglo XX, Martin Heidegger, afirmaba en su
particular jerga de la autenticidad existencial, que el Comunismo no es una
mera forma estatal, ni tampoco solo un tipo de visión del mundo política, sino
la constitución metafísica, en la cual la Humanidad moderna burguesa no solo
culmina y cumple lo Moderno, sino que inicia su última fase terminal.
[2]
Engels ya lo había adivinado en 1845. La idea
comunista parece confusa y pueril, un “fantasma amenazador”, una Quimera de
mentes afiebradas y espíritus degenerados, una Moral de esclavos alimentada por
la venganza y la envidia, como lo recordaba Nietzsche.[3] Pero ¿qué es el Comunismo? Con la desaparición de la Unión
Soviética la idea comunista parecía haber acabado en el basurero de la
Historia. El terror stalinista, la Nomenklatura
de Brezhnev, las reformas de Gorbachov y la restauración de un capitalismo
autoritario de estado con Yeltsin y Putin así lo indicaban. Se trataba de una
imposibilidad realizada, de una mala unidad hegeliana. Para muchos el Kommunismus de Engels y Marx era la
misma cosa que el Камунізм histórico
ruso, ambos confluían fatalmente en un determinado tipo de sociedad
burocrática, en la política del partido único, en un régimen totalitario y en
una vulgarización de la idea comunista caricaturizada como DiaMat oficial, una
burda ideología de la legitimación y del culto a la personalidad. La idea
comunista termina inevitablemente en una nueva Teología a-teológica: Deus sive
Revolutio. O bien si razonablemente no se ponía el signo igual absoluto entre
Stalin (empiria) y Marx (teoría), se consideraba la idea comunista como una
utopía irrealizable, el más profundo intento de cambiar el Mundo desde la
aparición del Cristianismo, un rescoldo más a contabilizar entre los sueños de
la Humanidad. Incluso puede encajarse al Comunismo sin más dentro de la
Filosofía del Mito. En cualquier diccionario temático o manual de Sociología el
Comunismo aparece como una de las tres grandes ideologías de la Modernidad,
junto al Conservadurismo y su respuesta, el Liberalismo, pero a la que la misma
lógica de la globalización capitalista redujo a antigualla. Sin embargo hay que
recordar que la idea comunista moderna fue acuñada semánticamente por Engels y
Marx tanto como desafío contra el Ancien
Regime como para luchar contra una variante del Liberalismo, el Socialismo
reformista del siglo XIX; que en 1917 nuevamente resurgió como palabra-clave
para diferenciarse de nuevas formas de socialismo liberal (socialdemocracia) de
la mano de la fracción bolchevique y las alas izquierdas de la socialdemocracia
europea. La tarea actual es similar pero novedosa: se trata de recuperar no
solo su legitimidad sino el contenido al que la palabra remitía. Se trata de su
reapropiación política. Se trata de volverla pronunciable, como reflexionaba el
malogrado Daniel Bensaïd.[4]
La cuestión de saber si Marx ha sido comunista y de qué modo ha
llegado a esa conciencia política, puede parecer, a primera vista, una suerte
de cuestión infecunda, un saber inútil, una obsesión de anticuariado, como de
un mero ejercicio de erudición provocadora. Por el contrario: es la cuestión en
sí misma de la relación de Marx con la idea comunista las que nos permitirá
entender al Comunismo como una totalidad, ya que salvo algunas definiciones
sueltas, no encontraremos en ningún texto de Marx (ni de Engels) un descripción
amplia y densa de la idea comunista. En la etapa intermedia tanto Engels como
Marx intenta definir la idea comunista de manera muy genérica y abierta, ya sea
como “enérgico Principio del próximo futuro”, un “Reino de la Libertad” que
supera la propiedad privada, como un “factor real, necesario de la emancipación
del Hombre” o como “las condiciones de emancipación del Proletariado”; ya en la
etapa madura de Marx, en Das Kapital
por ejemplo, la idea comunista se define como “una formación social superior
cuyo principio fundamental sea el desarrollo pleno y libre de cada individuo” o
como “una asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción
colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de
trabajo individuales como una fuerza de trabajo social.”[5] Y no más. Según los
proverbiales diccionarios de Marxismo, el Comunismo sería una idea bicéfala o
incluso con dos sentidos diferentes en la cabeza de Marx “como movimiento
político real de la clase obrera en la sociedad capitalista, y como forma de sociedad
que crearía la clase obrera con su lucha.”[6] En el elegante Dictionnaire Critique du Marxisme,[7] se puede leer que
Comunismo en el Marx maduro debe comprenderse “no como un ideal a realizar,
sino como un movimiento real que intenta abolir el estado de cosas.” Se señala,
además, que Marx hasta La ideología alemana de 1845, jamás uso el término
“Comunismo”, sino el de “Socialismo”. Existen recientes intentos de
replantearse lo que se ha llamado la hipótesis comunista (como el de Alan
Badiou)[8], reclamando su significado más allá de los regímenes realmente
existentes, sustrayéndola de los partidos y organizaciones que portan su
nombre, incluso sin nexos vitales con la materialidad de la Historia, con lo
que el Comunismo depurado sería un eidos platónico, una suerte de ética del
compromiso rebelde que llegaría a la negación del deseo. También en los intentos
de reflexionar sobre la misma idea comunista en sí (como el de Antonio Negri o
Jacques Ranciére),[9] predominan el horizonte
abstracto, la generalidad y el ensimismamiento filosófico, e incluso el exceso
psicoanalítico a lá Lacan como el de Žižek, para quién el Comunismo “es el
nombre de un problema: un nombre para la difícil tarea de romper el los límites
de la estructura de mercado y de estado”.[10] Predomina de manera rampante en la exégesis polémica la
reducción de la idea comunista a philosophia perennis, salvo raras excepciones,
y en muchos casos sin referirse en ningún momento a Engels o a Marx. Porque
también debemos preguntarnos en segundo lugar: ¿es posible la idea comunista
sin Engels y Marx?[11]
Por lo tanto resulta
trascendente y válido preguntarse qué significaba el Comunismo para Marx o cómo
la idea comunista llegó a Marx y cómo Marx pensó, actuó y vivió según esta
idea, cual era el sentido de la relación entre él y el Comunismo. Quizás sea,
como programa de investigación, una de las formas más directas y precisas de
aproximarse a la esencia de la idea comunista. Una cosa puede comprenderse si
entendemos cómo ella ha llegado a ser lo que es. La propia Historia de la cosa
es su crítica. Y esto vale incluso para el Marxismo, o mejor dicho: para la
idea comunista como tal. Y tiene como idea un pasado, una genealogía, una Madre
Patria: Francia. El Comunismo no es otra cosa que la auténtica Libertad y la
auténtica Igualdad, escribía un joven Engels en 1843, y en el mismo artículo
realzaba que la nación francesa habiendo partido de lo puramente político (rein Politischen), había recorrido y
agotado las formas posibles de la dominación política hasta tal punto que todos
los caminos posibles conducían necesariamente al Comunismo. También arriesgaba
una hipótesis sobre el fenomeno material de su surgimiento: “el Comunismo de
Babeuf nació de la democracia de la primera revolución francesa… la segunda
revolución (la revolución de 1830) hizo surgir un nuevo y más poderoso
Comunismo…”[12] La idea comunista es una historia discontinúa, quebrada, una
tortuosa genealogía de desencuentros entre teoría y praxis, que la marca en
profundidad. Tiene un componente filosófico indudable, de anticipación
no-dogmática, la logische Basis como
le llama Marx, la idea comunista tiene presupuestos tanto materiales como
inmateriales, pero en última instancia su progreso acumulativo, sus saltos
dialécticos provienen del apremio y estímulo de la propia lucha de clases
populares democráticas. Incluso el mismo Comunismo qua teoría, no puede
entenderse en su génesis sino como un producto derivado y no deseado de las
propias erupciones democráticas de masas, Marx hacia 1842 entendía precisamente
a la Filosofía verdadera (por ejemplo la de Fichte y Hegel) como la
“quintaesencia de su propio tiempo”: Weil
jede wahre Philosophie die geistige Quintessenz ihrer Zeit ist.[13] No es que la Democracia
como un demiurgo metafísico generara la idea comunista, sería una postura
liberal que incomodaría tanto a Marx como a Engels, sino que la propia lucha en
las calles y comunas por profundizar y perfeccionar las formas democráticas de
gobierno (Engels llama a la democracia burguesa ¡ya en esos años! como forma de
gobierno, una Widerspruch in sich,
una contradicción en-sí, una falacia, una Teología ateológica: en el fondo “una
pura hipocresía”) originó al Comunismo moderno. En palabras de Engels: es la
situación del propio proletariado, proletarischen
Zustände, la que ha generado, ya sea directa o directamente, a la idea
comunista, al Comunismo moderno. Son los defectos, limitaciones y callejones
sin salida de la democracia burguesa, sus límites absolutos que no pueden
aportar la auténtica Igualdad (daß die
Demokratie keine echte Gleichheit) entre los hombres, los que obligan a las
masas a recurrir con su instinto de clase al sistema comunitario (Engels le
llama Kommunesystem). El Comunismo
moderno tiene un origen eminentemente reactivo, de respuesta y contragolpe a
los callejones sin salida de la democracia burguesa, y sus complejidades,
nuevos desarrollos y crecimiento en tanto teoría política va de la mano con la
magnitud del impulso democrático de masas. Pero además la idea comunista crece
desde el candoroso suelo popular de la realidad de las formaciones
económico-sociales. En otra anotación interesante, Engels se refiere a la
peculiaridad del desarrollo de la idea comunista en Alemania, donde además de
la línea práctica del Comunismo cristiano a lá Weitling, existe un partido (Partei)
que aboga en pro de una idea comunista fuerte y moderna, un curioso eine
philosophische Partei, un partido filosófico:
“El Socialismo y el Comunismo alemanes han partido… de supuestos
teóricos (theoretischen Voraussetzungen); nosotros, los teóricos alemanes, aún
sabíamos demasiado poco del Mundo real como para que las condiciones reales nos
hubiesen impulsado directamente hacia las reformas de esta ‘mala ‘realidad’. De
quienes abogan públicamente por tales reformas, casi ninguno ha llegado al
Comunismo de otro modo que mediante la reducción por Feuerbach de la
especulación hegeliana (Feuerbachsche Auflösung der Hegelschen Spekulation)…
Nosotros, los alemanes, necesitamos, sobre todo, un conocimiento de los hechos
en torno a esta cuestión.” [14]
Queda claro que la idea comunista es una teoría abierta, derivada,
siempre en movimiento y crecimiento, a la que se ha llegado desde múltiples
vías y puntos de partida, y que ellas dependen de las propias condiciones
nacionales burguesas objetivas.
El término en francés Communiste
se fue transfiriendo y traduciendo por toda Europa, a tal punto que el gran
utópico Etienne Cabet se autodenominaba a sí mismo como comunista ya hacia
inicios de 1840 (Je suis communiste!,
decía).[15] La “carrera pública del
Comunismo” (como le llamaba el historiador Stein) comenzó públicamente en junio
de 1840 en un artículo del “humanista realista” Dézamy en un diario de
circulación masiva[16]; como un rebote o eco polémico figura en la conclusión del
influyente libro de Pierre-Joseph Proudhon, Qu’
est-ce que la propieté?,[17] ampliamente estudiado y
alabado tanto por Engels como por Marx, fuente seminal del futuro Anarquismo.
Por la misma época Louis Reybaud, haciendo un balance de las modernas teorías
políticas, le dedicaba un amplio capítulo a las teóricos communistes, junto a socialistas, cartistas, utilitarios y
humanitarios; para Reybaud el Comunismo tenía una dilatada genealogía que se
iniciaba con la Utopia de Tomás Moro,
seguía con Campanella, el teórico absolutista Jean Bodin(¡!), el Code de Morelly, la Oceana de Harrington, y a través de los Digggers y Levellers de la
revolución inglesa desembocaban en una primera síntesis en la Gran Revolución
francesa con Babeuf. Aunque Babeuf, como sabemos, jamás utilizó la palabra
Comunismo, sino la de Plébéianisme o
la de Bonheur commun.[18] Entre los comunistas modernnes, circa 1840, Reybaud menciona a
sus contemporáneos: Étienne Cabet, Robert Owen, por supuesto Proudhon, y
termina con el saintsimonianne crítico Pierre Leroux (muy admirado y leído por
Marx, quién le llamaba “hombre genial”).[19] Incluso Engels decía que
Leroux desde la revista Revue Indépendant
era el único en Francia que defendía filosóficamente los principios del
Comunismo (Grundsätze des Kommunismus).
La obra de Reybaud, que incluía extractos preciosos de los autores analizados,
se hizo muy popular entre las vanguardias políticas y culturales de la época,
tuvo varias ediciones, tanto en Francia como en Alemania, y había sido
adquirido por el joven Marx, quién la estudió y anotó, conservándola en su
biblioteca privada a lo largo de su vida.[20]
No es un shibbolet vacío
la idea que sin teoría revolucionaria no puede existir un movimiento
revolucionario. No se ha destacado con suficiente énfasis que el joven Marx
estaba teóricamente aggiornado con los últimos desarrollos en la filosofía
política de su época: hoy sabemos que poseía y había estudiado a la mayoría de
los prácticos y teóricos de todas las tendencias igualitaristas, desde Moro,
Campanella, Morelly, Rousseau, Paine, pasando por Saint-Simon, Godwin, Fourier,
Cabet, Owen, Considerant, Proudhon, Bentham, Weitling, y menos conocidos como
Blanc, Canneva, De Lamennais, Dunoyer, Jounert o Vidal. Marx señalaba en un artículo
en la Rheinisches Zeitung de 1842 a
propósito del Comunismo, texto que sería la primera reflexión en sus escritos
sobre la idea, que las kommunistischen Ideen tenían su raíz material y su
estímulo “en que el Estamento que nada posee (Daß der Stand, der heute nichts besitzt) reclama participar de las
riquezas de las clases medias…” y que “obras como la de Leroux, Considerant y,
sobre todo, el agudo libro de Proudhon, no pueden criticarse dejándose llevar
por las ocurrencias superficiales del momento, sino tras un largo y profundo
estudio.”[21] Sorprende la aparición de
un concepto materialista científico, todavía tosco, intuitivo y sin pulir, pero
parte esencial de la idea comunista: el de besitzlosen
Klasse, Clase No-Poseedora. Volviendo a la influencia en las vanguardias
intelectuales y políticas en esta época de la obra de Engels, Die Lage der arbeitenden Klasse in England,
podemos comprobar que utiliza allí el mismo concepto de ‘clase poseedora”. Al
clarificar el uso terminológico y semántico, explica al lector que “siempre he
empleado la palabra ‘Clase Media’ en el sentido de la Middle-Class inglesa… el cual significa, al igual que la palabra
francesa bourgeoise, la Clase
Poseedora (besitzende Klasse), y en
especial, la Clase Poseedora que se diferencia de lo que ha dado en denominarse
Aristocracia, la clase que se halla en posesión del poder estatal
(Staatsmacht), directamente en Francia e Inglaterra, e indirectamente, como
‘opinión pública’ (öffentliche Meinung), en Alemania. De ese modo he empleado
de continuo cono sinónimas las expresiones Obreros (Working Men) y Proletarios
(Proletarier), Clase Obrera (Arbeiterklasse), Clase Desposeída (besitzlose
Klasse) y Proletariado (Proletariat).”[22] También el joven Marx en esa época utilizaba indistintamente
los conceptos de Klasse, Stand (Estamento) e incluso el barroco soziale Sphäre,
como puede leerse en Die heilige Familie de
1844. Y como Engels utiliza el término de Mittelklassen para definir la clase
que tiene el poder, la Burguesía. El término, semánticamente un Urschlagwort
que antecede a la futura “Fuerza de Trabajo”, la Arbeitskraft marxiana y que se
mantendrá en casi todos los textos fundacionales (incluso en el famoso Manifest
der kommunistischen Partei), seguramente ha sido acuñada&puesta en
circulación por Hess, muy influenciado por la filosofía política de Fichte, que
a su vez había asimilado la teoría revolucionaria de Graccus Babeuf (Hess
llamaba a Babeuf el “Fichte francés”)[23] y asumido la figura de la
mediación de los impropiétaires (no-propietarios), término que traduce como
Nichteigenthümer, quienes en su combate de vida o muerte son los únicos capaces
de extirpar la perniciosa institución de la propiedad, como lo señala en su
Staatslehre (Doctrina del Estado).[24] La inversión o torsión que Hess realiza sobre Hegel es de
inspiración fichteana, criticándole el aspecto contemplativo y exigiéndole la
dimensión de futuro y una teoría de la acción. Hess convirtió a Engels, desde
su Owenism industrialista ingenuo, al Comunismo; según su propio testimonio, al
escribirle a su amigo Auerbach en junio de 1843:
“Ahora se encuentra en
Inglaterra otro de los hegelianos, que está escribiendo una obra monumental
sobre este asunto (La situación de la clase obrera en Inglaterra). Con él
mantengo un estrecho contacto. Resulta que el año pasado, cuando estuve a punto
de ir a París, vino de Berlín a Colonia. Hablamos sobre los problemas del
momento, y él, un revolucionario del primer momento, se separó de mí como el
más ferviente comunista…”.
El joven Engels le devolverá el cumplido y destacará su importancia
en un artículo escrito para el diario The
New Moral World firmado como “un viejo amigo de Alemania” el 13 de
diciembre de 1844, con el título “Rápidos avances del Comunismo en Alemania”,
en el cual señala que “las personalidades literarias más activas entre los
socialistas alemanes son el Dr. Karl Marx, en París; el Dr. Moses Hess,
actualmente en Colonia; el Dr. Karl Grün, en París; Friedrich Engels, en Barmen
(Prusia renana); el Dr. Otto Lüning, en Rheda, Westfalia: el Dr. Hermann
Püttmann, en Colonia y algunos escritores más…”. En efecto, los artículos
publicados por Hess entre 1842 y 1843 en la revista jovenhegeliana
Einundzwanzig Bogen aus der Schweiz—aparecida en Zürich por problemas de
censura— sucesivamente: “Socialismo y Comunismo”, “La Libertad una y total” y
“Filosofía de la Acción”,[25] ilustran perfectamente su
talante spinoziano-fichteano, antihegeliano y materialista revolucionario.
Tanto que el mismo Marx, en los famosos Manuscritos de París de 1844 dirá que
“los trabajos alemanes fundamentales y originales acerca de esta Ciencia (el
Socialismo y el Comunismo) se reducen, fuera de los escritos de Weitling, a los
artículos de Hess escritos en los Einundzwanzig Bogen aus der Schweiz, al
‘Esbozo de una crítica de la Economía Política’ de Engels en los
Deutsch-französische Jahrbücher.” En el mismo artículo un Marx todavía
demasiado jovenhegeliano pero lleno de dudas, critica al Comunismo filosófico
basado en fraseología, travesuras imaginativas, coqueteos fantasiosos y
zalamerías platónicas, y le pregunta a su público lector liberal: “¿Podemos
considerar al Comunismo como un problema actual poco importante porque no sea
un asunto bueno para los salones literarios, porque vista trapos sucios y no
huela precisamente a rosas?”, reconociendo que “el Comunismo es una cuestión
actual extraordinariamente seria en Francia e Inglaterra.”[26] Al finalizar el artículo el joven marx resume: “no podemos ni siquiera
reconocer como posible la realidad teórica (theoretische
Wirklichkeit) a las ideas comunistas en su forma actual, y menos aún desear
su realización práctica (praktische
Verwirklichung), y proponemos someter a estas ideas a una crítica a fondo.”
Finalmente Marx destacará la importancia final de la teoría revolucionaria,
aunque la teoría sea un derivado, una Quintessenz
de su tiempo: “no es el intento
práctico, sino en el desarrollo teórico de las ideas comunistas donde está el
verdadero peligro, pues a los intentos prácticos, aunque sean intentos en masa,
cuando se consideren peligrosos, se pueden contestar con los cañones”, para
premonitoriamente concluir “pero las
ideas que se adueñan de nuestra mente, que conquistan nuestra convicción y en
las que el intelecto forja nuestra conciencia, son cadenas a las que no es
posible sustraerse sin desgarrar nuestro corazón; son demonios de los que el
Hombre sólo puede triunfar entregándose a ellos.” La idea comunista ya
había generado en el joven Marx, todavía liberal de izquierda, lo que llama
“angustia de la Conciencia”, la rebelión de los deseos subjetivos (subjektiven
Wünsche) del Hombre contra las convicciones objetivas (objektiven Einsichten)
de su propio intelecto.
Notas
[1] Nietzsche, Friedrich;
Nachlass, Hefte 8, 57; en español:
Fragmentos póstumos (1869-1874); Tecnos, Madrid, 2007, p. 212. Se trata de material para sus conferencias sobre la reforma de la educación en Prusia escritas entre 1870-1871. Traducción propia.
[2] Heidegger, Martin; “Koinon. Geschichte des Seyns”; en:
GA 69.
Die Geschichte des Seyns. 1. Die Geschichte des Seyns (1938/40) / 2. Koinon. Aus der Geschichte des Seyns (1939); Vittorio Klostermann, Frankfurt am Main, 1998, p. 199. Traducción propia.
[3] Para las tortuosas relaciones de Nietzsche tanto con el Anarquismo como con el Socialismo/Comunismo del siglo XIX, nos permitimos remitir al lector a nuestro libro:
Nietzsche contra la Democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche 1862-1872, Montesinos, Mataró, 2010.
[4] Bensaïd, Daniel ; Kouvelakis, Stathis y Sitel, Francis ; “De quoi le Communisme est-il le nom?”; en:
ContreTemps: Revue de critique communiste, 4, Winter 2009, p. 12.
[5] Marx, Karl: Das Kapital. Der Produktionsprozess des Kapitals, I, Ullstein, Frankfurt am Main/Berlin, 1983, pp. 57-58; en español: El Capital. Crítica de la Economía Política, T. I, Libro primero, Siglo XXI, México, 1983, p. 95-96. No es casualidad que estas definiciones aparezcan en el capítulo dedicado al fetichismo de la Mercancía en que desemboca lógicamente la forma del Dinero.
[6] Voz “Comunismo”, escrita por Tom Bottomore, en: Bottomore, Tom (ed.); Diccionario del Pensamiento Marxista, Tecnos, Madrid, 1984, pp. 149-152.
[7] Voz “Communisme”, escrita por Jean Robelin; en: Bensussan, Gérard/ Labica, Georges;
Dictionnaire Critique du Marxisme, PUF, Paris, 1985, pp. 202-211; se trata de la segunda edición, aumentada y corregida.
[8] Por supuesto: a condición de que esta hipótesis se refiere al horizonte siempre abierto de la emancipación humana; véase: Badiou, Alain; Žižek, Slavo;
L’idée du communisme, Lignes, Paris, 2010. También de Badiou su
Circonstances, 5. L’Hypothèse communiste, Éditions Lignes, Paris, 2009.
[9] Sus contribuciones en:
L'Idée du communisme, Vol. 1 (Conférence de Londres, 2009), (Alain Badiou et Slavoj Žižek, dir.); Éditions Lignes, Paris, 2010.
Un debate más actual que resume la discusión: Bosteels, Bruno; The Actuality of Communism, Verso, London, 2011.
[10] Žižek, Slavoj; First as tragedy, then as farce, Verso, London, 2009, p. 129.
[11] Intenta responderla desde otro punto de vista al nuestro Toni Negri: “Est-il possible d'etre communiste sans Marx?”; en:
Actuel Marx, 48, 2010, pp. 46-54.
[12] Engels, Friedrich; “Fortschritte der Sozialreform auf dem Kontinent”, original en inglés: The New Moral World, Nr. 19, 4. November 1843; ahora en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 1, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp. 480-496; en español: Engels, Friedrich; Escritos de Juventud. Obras fundementales 2; FCE, México, pp. 145-159.
[13] Marx, Karl; “Der leitende Artikel in Nr. 179 der ‘Kölnischen Zeitung’”; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich;
Werke, Band 1, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, p. 97; en español: Marx, karl;
Escritos de Juventud; FCE, México, 1982, p. 230.
[14] Engels, Friedrich; Die Lage der arbeitenden Klasse in England. Nach eigner Anschauung und authentischen Quellen; originalmente aparecida en Leipzig en 1845 publicada por el editor de los jovenes hegelianos Otto Wigand con un prólogo en inglés; ahora en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich;
Werke, Band 2, Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1972, pp. 233; en español: Marx, Karl/ Engels, Friedrich;
Obras OME 6. La Sagrada Familia. La situación de la clase obrera en Inglaterra y otros escritos de 1845-1846; Grijalbo, Barcelona, 1978, pp. 249-544.
[15] Publicado como Cabet, M;
Comment je susi communiste, edición del autor, Paris, 1840, p. 3, un
Pamphlet de circulación limitada de 16 folios. Engels visitó personalmente en París a Cabet en 1846 para que se uniera a la Liga de los Comunistas y Marx lo intentó conocer en 1848 sin éxito.
[16] Como sustantivo y adjetivo a la vez en el artículo “Réfutaton de l’article ‘Babouvisme’”, publicado por Théodore Dézamy, el “anti-Cabet”, en el diario
L’Egalitaire. Journal de l’Organisation Sociale, 20 juin, 1840, environ, Nº 2, pp. 53 y 55. Marx no sólo tenía los libros de Dézamy, incluso la polémica con Lamennais, del cual señalaba que había esbozado “la base lógica del Comunismo”, sino que leía regularmente el periódico que editaba en los años 1840’s.
[17] Proudhon, Pierre-Joseph,
Qu’ est-ce que la propieté?, Prévot, Paris, 1841, aparece la palabra nombrada tres veces en la conclusión, “§ 2.Caractères de la communauté et de la propriété”, p. 302, Proudhon se reclama un celoso comunista: “Tel est notre préjugé : tous tant que nous sommes nous voulons un chef ou des chefs ; et je tiens en ce moment une brochure dont l'auteur,
zélé communiste, rêve comme un autre Marat de la dictature.” Curiosamente en la edición española de Tusquets el párrafo aparece mal traducido y se malinterpreta la idea de Proudhon: Proudhon, Pierre-Joseph;
¿Qué es la propiedad?, Tusquets editores, Barcelona, 1975, p. 222. El libro apareció en julio de 1840, aunque fue escrito en enero del mismo año.
[18] Véase el artículo de Claude Mazauric, “La communauté des Égaux. Le communisme néo-babouviste dans la France des années 1840”, en:
Annales historiques de la Révolution française, n° 322, 2000/4.
[19] Marx tenía en su biblioteca todas las publicaciones de Leroux, desde sus publicaciones como
Le Globe y la
Revue Sociale, así como sus libros
Réfutation de l’éclecticisme où se trouve exposée la vraie définition de la philosophie, et où l'on explique le sens, la suite et l'enchaînement des divers philosophes depuis Descartes, Gosselin, Paris, 1839 y
De l'Humanité, de son principe, et de son avenir, où se trouve exposée la vraie définition de la religion et où l’on explique le sens, la suite et l’enchaînement du Mosaïsme et du Christianisme, Perrotin, Paris, 1840. No es casualidad que Leroux fuera, precisamente, el que acuñó el término
Socialisme con connotación negativa y reaccionaria, antítesis del
Communisme, inutilizandolo por mucho tiempo.
[20] Reybaud, Louis; Études sur les réformateurs ou socialistes modernes Saint-Simon, Charles Fournier, Robert Owen; Wouters, Bruxelles, 1843; Second volume, Chapitre II “Des idées et des sectes communistes”, pp. 45-89. La edición original apareció en julio de 1840. Marx poseía la tercera edición de 1842/1843 en dos volúmenes; véase: Kaiser, Bruno;
Das Schicksal der Bibliothek von Marx und Engels, Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1967, p. 216.
[21] Marx, Karl; “Der Kommunismus und die Augsburger ‘Allgemeine Zeitung’”, Rheinische Zeitung, Nr. 289 vom 16. Oktober 1842; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich
; Werke; Band 1,
(Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 105-108; en español: Marx, Karl;
Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp. 244-247.
[22] Engels, Friedrich, en: ibidem, p. 234.
[23] Hess estaba preparando una traducción al alemán del libro de Buonarroti:
Histoire de la Conspiration pour l'Égalité dite de Babeuf, de 1828, de la cual en su
Nachlass queda su estudio preliminar escrito en 1846.
[24] Staatslehre; en Fichtes Sämmtliche Werke, Volume IV, p. 384.
[25] Sucesivamente: “Socialismus und Communismus”; en:
Einundzwanzig bogen aus der Schweiz, Hrgs.
Von Georg Herwegh, Literarisches Comptoir, Zürich und Winterthur, 1843, p. 74-91 “Die Eine un ganze Freiheit”; en:Einundzwanzig bogen aus der Schweiz, Band 1, Hrgs. Von Georg Herwegh, Literarisches Comptoir, Zürich und Winterthur, 1843, p. 92-97;; “Philosophie die That”; en: Einundzwanzig bogen aus der Schweiz, Hrgs. Von Georg Herwegh, Literarisches Comptoir, Zürich und Winterthur, 1843, pp. 309-331.
[26] Marx, Karl; “Der Kommunismus und die Augsburger ‘Allgemeine Zeitung’”, Rheinische Zeitung, Nr. 289 vom 16. Oktober 1842; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich
; Werke; Band 1,
(Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 105; en español: Marx, Karl;
Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp. 244.
II
◆ “Para superar la idea de
propiedad privada, basta y sobra con pensar el Comunismo. Para superar la
propiedad privada en la realidad, hace falta una acción comunista real.” — Karl Marx, 1844
◆ “El Comunismo… son
las condiciones de emancipación del proletariado.” — Friedrich Engels, 1847
“El Comunismo (como) superación (Aufhebung)
positiva de la propiedad privada, es la expresión positiva de la propiedad
privada abolida (aufgehobenen Privateigentums)… el Comunismo como real
apropiación (Aneignung) de la Esencia (Wesen) humana… el Comunismo como
Humanismo (Humanismus) y, simultáneamente, como Naturalismo (Naturalismus)… el
Comunismo como Humanismo positivo (positiv Humanismus)”, en estas variables
fórmulas entendía Karl Marx entre 1843 y 1844 su idea de Kommunismus. Existe una convención con bastante linaje académico
que sostiene que Marx devino comunista auténtico durante su estadía en París
(1844-1845), “la etapa más importante de sus años de aprendizaje y
peregrinación” según Mehring, y que su conversión desde el liberalismo de
izquierdas se anunció en el texto de introducción de su Kritik a la filosofía
política de Hegel, o sea hacia febrero de 1844.[1] Recordemos
brevemente que Mehring se refiere a la “Zur Kritik der Hegelschen
Rechtsphilosophie. Einleitung”,[2] y no a la fundamental y
completa pero inédita “Zur Kritik der
Hegelschen Rechtsphilosophie. Kritik des Hegelschen Staatsrechts” de 1843,[3] publicada
en la revista Deutsch-Französische
Jahrbücher editada en París.[4] En el artículo, pensado como
introducción a su trabajo crítico sobre la filosofía política de Hegel, Marx no
menciona el término Communismus en
ningún momento, aunque reconoce como central el sujeto y la forma de su
emancipación: ya no una mera revolución política, ahí estaban sus diferencias
con el liberalismo de Bauer o de republicanos como Ruge, sino una revulsión
social cuya base material (materiellen Grundlage), cuyo elemento pasivo
(passiven Elementes) es una clase de la sociedad civil burguesa con cadenas
radicales pero al miso tiempo universales: el proletariado. [5] Podemos
forzar la exégesis afirmando que Marx entiende que detrás de este
reconocimiento de la centralidad política del proletariado se esconde la idea
que el Comunismo puede definirse como la negación de la propiedad privada (Negation
des Privateigentums), aplicando la máxima spinoziana, luego retomada por Hegel
(que decía que era de “importancia infinita”), de determinatio est negatio.[6] Un principio que Marx nunca
abandonará y que cruzará como un hilo de Ariadna todos sus textos: en el primer
tomo de la segunda edición de Das Kapital,
en la sección VII, “El proceso de acumulación del Capital”, recuerda una vez
más la feliz fórmula spinoziana-fichteana-hegeliana criticando la metodología
escolar y torpe de la Economía Política vulgar bourgeois: “Estos señores
(Senior, Cazenove, Stuart Mill) harían bien en meditar alguna vez acerca de la
tesis de Spinoza: Determinatio est
negatio.”[7] El
Comunismo moderno puede ser explicado en términos filosóficos por Marx como una
oposición reflectiva, tal como lo entendía no sólo Hegel, sino el mismo Fichte,
muy valorado por los jóvenes hegelianos.[8]La idea de que, por un lado, la
relación del Yo consigo mismo y la Identidad y, por otro lado, la relación del
Yo con lo otro y la Negación, se aclaren recíprocamente (no puede entenderse la
Identidad y la Negación independientemente de la relación Subjekt-Subjekt y de la relación Subjekt-Objekt), proviene de Fichte. Por supuesto que Hegel adopta
el concepto fichtiano de Autoconciencia para la primera figura de la Conciencia
y el primer paso hacia el saber. Comunismo es re-flexio, reflexión (por
oposición) y determinación negativa desde el propio estado de la clase obrera y
los presupuestos de la sociedad civil capitalista; el Comunismo es al mismo
tiempo una intelección (racional) y una subjetividad concreta, por lo que,
parafraseando a Fichte, para el joven Marx vale aquello de es “sólo a través de
la Oposición resulta es posible obtener una conciencia específica y clara de lo
que sea.”[9]
En el mismo número de la revista
donde apareció su Einleitung a la
crítica de la filosofía política hegeliana (aunque ni Mehring ni Althusser lo
tomen en cuenta) Marx sí habla concretamente de la idea comunista de manera
polémica: en una ficticia sección denominada “Ein Breifwechsel von 1843” (Intercambio de correspondencia en
1843), escribe que “tenemos que actuar sobre el presente, a través de la
crítica radical de todo lo existente (die
rücktsichtlose Kritik alles Bestehenden)… esta es la razón por la que nosotros
no tendríamos que alzar ninguna bandera dogmática. Todo lo contrario. Tenemos
que intentar acudir en ayuda de los dogmáticos, a fin de que se aclaren a sí
mismos sus propios principios. Así, sobre todo, el Comunismo (Communismus) es una abstracción
dogmática (dogmatische Abstraction), con lo cual me refiero no a cualquier
presunto y eventual Comunismo, sino más bien al Comunismo realmente existente
(wirklich existirenden Communismus),
tal y como lo profesan Cabet, Dézamy, Weitling, etc. Dicho Comunismo no es más
que una particular manifestación del principio humanista (humanistische
Princips) contaminado por su opuesto, el elemento privado. Abolición de la
propiedad privada y Comunismo no son en absoluto idénticos, y no por
casualidad, sino necesariamente, el Comunismo ha acabado enfrentándose con
otras doctrinas socialistas, como las de Fourier, Proudhon, etc. precisamente
porque dicho Comunismo no era sino una particular puesta en práctica,
unilateral, del principio socialista.”[10] Marx entiende que la idea
comunista nada tiene que ver con su aplicación o traducción en la práctica
teórica, con el Comunismo realmente existente, que no puede hacer un signo de
igualdad entre las dos dimensiones (idea-empioria): la historia de la idea
comunista es una genealogía discontínua entre teoría y praxis; en segundo
lugar, tanto el Protosocialismo como el Comunismo práctico no cumplen la
universalidad y la omnilateralidad de una universelle Klasse, de su elemento
material pasivo, ya que no abarcan todas las facetas, necesidades e intereses
de la sociedad: cristalizan momentos unilaterales de la crítica a lo realmente
existente. En este punto es evidente que el joven Marx ya ha tomado la polémica
diferenciación entre Communismus y lo
que llama el Principio socialista (socialistische Princip), es más: aclara que
el Comunismo histórico (tal como existía en 1843), por su unilateralidad, “necesariamente”
se enfrenta al Socialismo, por eso aclara que “todo el principio socialista… no
es más que uno de los aspectos concernientes a la realidad, de la auténtica
esencia humana”. La paradoja es que el Comunismo práctico, el efectivamente
existente, no la propia idea comunista, es en realidad una puesta en práctica
del ya superado en la práctica (históricamente) Principio socialista. La idea
comunista, sigue Marx, debería ocuparse de todos los aspectos de la existencia
teórica (theoretische Existenz) del
Hombre, es decir: Religión, Política, Ciencia, etc. y no de momentos
unilaterales o ser contaminada mecánicamente por su opuesto (propiedad
privada), y de nada vale contraponer un sistema (Marx menciona como paradigma a
Voyage en Icarie de Cabet) a los intereses y necesidades reales, materiales e
históricos de la masa. En el mismo número, en un artículo titulado “Panorama de
los periódicos alemanes. Diario apógrafo de Ferdinand Coelestin Bernays”,[11] Marx,
que compone con su pluma los últimos cuatro apartados, vuelve en tono satírico
sobre el Comunismo en Alemania bajo el título de “Der Communismus deutsch” (El Comunismo a la alemana) y “Der Communismus
des Schwanenordens und des berliner Hofluxus” (El Comunismo de la Orden del
Cisne y el lujo de la corte berlinesa).[12] En ellos, haciéndose eco de
las críticas anteriores, se mofa de la pretensión de los círculos filosóficos
que el Comunismo y el Socialismo sean “robustos hijos del Espíritu alemán”, y
de la banalización&vulgarización ideológica de la idea comunista en los
salones literarios y en la corte prusiana de Berlín. Es claro que entre 1842 y
1843 Marx tienen un interés especial por la idea comunista en cuanto crítica de
todo dogmatismo, y que diferencia los comunismos terrenales, los intentos
históricos de traducción de la teoría a la praxis, como fallidos por su
unilateralidad o su hipoteca ideológica con el principio socialista.
¿Marx
se encontró con el Comunismo a lo largo de los años 1842-1843? No está del todo
clara para la marxología oficial. Y no se trata nada más de los viejos
biógrafos y hagiógrafos de Marx de la pútrida Socialdemocracia alemana que
tanto odiaba Althusser y el Marxisme francés in toto.[13] En
una vuelta de tuerca, tanto él mismo como sus discípulos y continuadores
académicos afirman que incluso la aparición de la idea comunista, que Althusser
define como la genèse dramatique de la pensée de Marx, fue más adelante, en el
1845. Es el momento en el cual surgen las “obras de la ruptura epistemológica”,
cuando el futuro Marxismo-Leninismo da sus primero pasos científicos, como se
señala equivocadamente en el Dictionnaire
du Marxisme: “No será hasta la
gestación de ‘La ideología alemana’, que Marx utilice el término Comunismo en
tanto temática de la revolución social de una sociedad”, que antes de 1845
utilizaba en cambio el término Socialismo, y que entre 1842 y 1845, Marx
utiliza ‘Comunismo’ para identificar ciertas doctrinas utopistas, como las de
Cabet o la de Weitling, tanto como al movimiento de crítica teórica y práctica
de la sociedad existente.” [14] Althusser mismo afirma que
que entre los años 1842-1845 no puede hablarse en Marx de una idea comunista,
aunque vimos que en el Marx histórico si aparece con frecuencia, tomando de
manera positiva como polémica. Althusser encontrará, en cambio, no un Comunismo
in nuce, sino la presencia de un
cartesiano “Racionalismo comunitario” (sic). Es paradójico que Althusser aunque
pretende ser el abanderado del Marxisme-Lenisme, que pretendía oponer tanto a
la historiografía reformista del Marxismo “humanista” de la IIº Internacional
como a Sartre desde la pureza científica, en realidad repite y profundiza su
error en la exégesis de Engels y Marx. Precisamente un filósofo marxista
heterodoxo llamado Karl Korsch, tomando los mismos textos juveniles de Marx que
Althusser había colocado en el Index condenatorio del M-L, realiza una
operación exegética crítica e inversa, que generó, junto con Lukács, lo que se
conoce como el Marxismo occidental. Korsch también tuvo la oportunidad de conocer
el Nachlass inédito de Marx gracias al trabajo de difusión editorial de
Riazanov desde el IME en Moscú en los años 1920’s y con este punto de partida
documental valioso rompe la heterodoxia sobre la idea comunista en Marx,
llegando a afirmar que ya existía un Comunismo latente, inconsciente, un
materialismo revolucionario (revolutionary Materialist), aunque con un ropaje
basado en la jerga hegeliana, no en 1845, ni siquiera en 1843, sino ya en el
Marx periodista de la Rheinische Zeitung
de1842.[15]
Si hay un filósofo marxista que
nunca subestimó al joven Marx, todo lo contrario, ese es el húngaro Georg
Lukács. Lukács pudo consultar in situ,
en lo que llamaba en sus memorias un “golpe de la suerte”, los escritos
inéditos de Engels y Marx, su valioso e inédito Nachlass, en el IME dirigido
por Riazanov en 1930, y reconocía su enorme valor no sólo meramente filológico
sino político-filosófico: “Desde la
publicación de los escritos juveniles de Marx por el Instituto
Marx-Engels-Lenin de Moscú ha sido visible su camino evolutivo por lo menos en
sus rasgos fundamentales. Se nos presenta hoy mucho más clara y completa la
fisonomía espiritual del joven Marx, de lo que había sido posible en la edición
póstuma de Franz Mehring.” [16] Curiosamente no habla de
Comunismo en esta época temprana de Engels y Marx, sino de un pasaje acelerado
de la “Democracia revolucionaria al Socialismo proletario”.[17] Para
Lukács “el joven Marx cae hacia 1843 en
una crisis teórica, de la que surge después, en tiempo desconcertantemente
breve, el Socialismo científico, junto con su fundamento de cosmovisión, el
Materialismo dialéctico e histórico”. Además señala que las características
que Marx critica en los hegelianos radicales de izquierda, es que “tengan predilección a coquetear
frívolamente con el Comunismo, introduciendo clandestinamente frases comunistas
en críticas de teatro, etc.”, y que la primera fundamentación de la idea
comunista aparece en los Manuscritos… de 1844, aunque sigue sosteniendo que son
meros ejercicios preparatorios de “aquella madura y clásica elaboración del
Materialismo Histórico” que poco después se dará en la Die deutsche Ideologie de 1845 y en el anti-Proudhon, la Miseria de
la Filosofía de 1847.
¿Engels llegó de la misma manera a
la idea comunista? Engels por esta época también coincidirá, de manera
increíble, con el joven Marx en muchas de sus posiciones teóricas y prácticas,
afirmando que “el crecimiento del Comunismo ha sido saludado por la mayoría de
los espíritus eminentes de Francia: Pierre Leroux, el metafísico, George Sand,
la valiente defensora de los derechos de la Mujer, el abate de Lamennais, autor
de Las palabras de un creyente, y otros muchos, se muestran más o menos afectos
a las doctrinas comunistas. Pero el escritor más notable en este respecto es
Proudhon, hombre joven, que hace dos o tres años publicó su obra titulada ¿Qué
es la propiedad?, pregunta a la que responde:
‘la proprieté c’est le vol’ (la propiedad es el robo). Es ésta, la obra más
filosófica en lengua francesa escrita por un comunista…”[18] El joven Engels ha llegado a
la idea comunista a través de un camino de alguna manera inverso y más lineal
que el de Marx: su pasaje ha sido de la vivencia íntima de la miseria social en
su natal Wuppertal y en Reino Unido (Manchester), a integrarse en la denuncia
periodística a través de los jóvenes hegelianos, para arribar a la idea
comunista gracias a los socialistas verdaderos y al influjo del “rabino rojo”
Moritz Hess. No hay, como en el angustioso derrotero de Marx, momento
monárquico constitucional, ni etapa liberal en la maduración intelectual de
Engels. En el mismo artículo, Engels llama la idea comunista un sistema,
System, y relaciona su búsqueda con la aparición de la cuestión social, con el
surgimiento de un movimiento desde abajo de reforma social y la tímida
consolidación de un partido reformista (Partei von Sozialreformern). Weitling
es calificado como fundador del Comunismo alemán (deutschen Kommunismus), el primero que intenta la
construcción de einem geschlossenen System des Kommunismus, de un sistema coherente de Comunismo, e incluso en sus
limitaciones y tosquedades teóricas, para Engels habría sido superior a lo que
divulgaban en la época “la mayoría de las revistas comunistas francesas, mejor
incluso que el Populaire del padre Cabet.” Lo que es más importante: Weitling
también intenta traducir el Kommunismus
en una forma de organización, dar una respuesta organizativa a la idea
comunista, primero organizando un núcleo comunista centralizado y luego
“comenzó a organizar un partido… bajo el nombre de ‘sociedades corales’
(Gesangvereine), fueron créandose agrupaciones en las que se discutía la nueva
configuración de la sociedad.” Pero, señala Engels, aparte de este partido
práctico popular (volkstümliche Partei) e ideológicamente confuso de Weitling,
existe en Alemania otro partido que aboga por la idea comunista: “es un partido
filosófico; nada tiene que ver en cuanto a su origen con los
comunistas franceses ni con los ingleses y ha brotado de la Filosofía… Kant
inició esta revolución, al derrocar el viejo sistema
metafísico de Leibniz, implantado a fines del siglo XVIII… Fichte y
Schelling acometieron las obras del nuevo edificio y Hegel se encargo de darle
el remate final al nuevo sistema.” El peculiar philosophische Partei que portaba la idea comunista in nuce, in
pectore en Alemania es para Engels el amplio movimiento inspirado en Hegel, el
Hegelianismus, pero en especial el ala radical de los jóvenes hegelianos, que
tienen como partida de nacimiento el libro La vida de Jesús de David F. Strauss
(al que no por casualidad le dedicó todo un libro crítico el reaccionario
Nietzsche).[19] ¿Strauss
como gérmen de la idea comunista? Si la idea comunista implica un momento
negativo, una afirmación en la negación, el martillo de la crítica radical, se
cumple aquella afirmación de Marx que la “Crítica a la Religión es la condición
necesaria de toda Crítica”. Como Spinoza como antecedente evidente, Strauss
exhibía crudamente y con gran erudición que las narraciones evangélicas eran
tan contradictorias en sí mismas, que no existían los menores motivos lógicos o
racionales para considerarlas historias verídicas: los Evangelios son el
resultado de la conciencia mistificadora del Geist des Volkes de la primitiva
comunidad cristiana. Con una extraordinaria simplificación radical del método,
Strauss anunciaba que toda verdadera Kritik de los Dogmas “consiste en su
historia”. La cuestión de una nueva hermeneútica cristológica (Christologie),
otro tema muy spinoziano, que Strauss afirmaba que debía desarrollarse con una
filología científica y materialista, desembocaba en demostrar la presencia de
mitos (Mythus) en el alma misma de la dogmática de los Evangelios. Strauss
además afirmaba que el contenido de verdad de la Religión y de la Filosofía
eran idénticos, pero se diferenciaban en la forma: para la Filosofía es
concepto, para la religión es la representación sensible y sentimental. Hegel,
en sus Vorselungen über die Philosophie der Religion, para justificar al
Cristianismo desde una perspectiva filosófica, había otorgado a los Dogmas un
sentido metafísico y transformado a Cristo en un Dios impersonal (encarnación
del WeltGeist).[20]Se identificaba sin más,
descuidando el contenido positivo (era banal la realidad histórica-textual de
los Evangelios), el pensamiento con la fe. Este punto de vista fundamental es
el que critica Strauss: no se pueden metamorfosear los Dogmas en conceptos
filosóficos sin alterar a su vez el contenido mismo de la fe. Los relatos
bíblicos no eran símbolos filosóficos (Hegel), sino meros mitos que traducían
las pulsiones históricas de un pueblo determinado: el judío. Igual había
procedido Spinoza. Además recogiendo la idea hegeliana de un Dios impersonal,
Strauss demostraba que Cristo no tenía, como individualidad, ninguna realidad
histórica y que lejos de ser una revelación total de la Idea divina, no
constituía más que un momento, ya que no un hombre sino tan sólo la Humanidad
entera puede dar, en el curso de su desarrollo y progreso, una imagen completa
de Dios. La Verdad, entonces, puede unificarse en una “Sustancia” como unidad y
logro de la síntesis necesaria entre la Naturaleza Humana y la Divina. Strauss,
como Spinoza, negaba los milagros o el mandato divino de cualquier iglesia
organizada afirmando que “mi tarea es investigar las razones internas de la
veracidad, en relación con cada pormenor narrado en los ‘Evangelios’ y probar
la probabilidad e improbabilidad de que fueran producto de testigos oculares o
de escritores informados de manera competente.” Los Evangelios son meros philosophische Mythen y las conclusiones
que se derivaban de este resultado de la crítica eran radicales, convincentes y
claros. Strauss comenzaba hablando del Génesis para concluir en la coronación
de Hegel. Otro colorario importante de la crítica de Strauss era la
Filosofía de la Historia que emanaba como residuo final del trabajo de zapa
exegético: básicamente era una variante idealista del optimismo evolucionista
del Geist hegeliano. El significado de la Historia se revela en la sucesión de
acontecimientos empíricos que, a lo largo de acumulaciones, produce un salto
cualitativo hacia la meta final de la Humanidad: la Auto-Conciencia (Selbstbewusstsein), como decía Hegel el
punto más alto que puede alcanzar la propia filosofía especulativa. Aunque muy
cercano a Hegel, Strauss dejará como conclusión que la Historia es una crónica
de la conquista por el Geist humano de un material inerte y que se resiste a
ser trabajado (la idea hegeliana de trabajo), humanizando cada vez más niveles
extensos de la vida social; la única explicación valedera y adecuada en la que
este proceso se lleva a cabo en un momento particular, sólo puede ser
comprendida dentro del Sistema como un todo, en la Sustancia universal. La otra
radical conclusión era que si existe un agente efectivo sobre el desarrollo de
la Historia, no es otro que la Comunidad (Gemeinschaft). Los individuos, sin
ser plenamente conscientes, son meros portadores de las ideas históricas y sus
intereses egoístas y subjetivos se anulan en una suma cero en las armonías
sucesivas del desarrollo de la sociedad.[21] La
Crítica a la Religión, además de ser la condición necesaria de toda Crítica,
era el presupuesto a la idea comunsita en la Alemania de la época.
La descomposición del Hegelianismo
se acelera en el mismo momento en que Engels y Marx se convierten en
Jungerhegelianer. Suscribirse mecánicamente a la ecuación “Crítica de los
Evangelios=Crítica progresista-liberal” es erróneo, ya que la Kritik a los
Dogmas religiosos es consustancial al Protestantismo más conservador de lengua
alemana a lo largo de los siglos XVIII-XIX.[22] Recordemos que David
Friedrich Strauss no encontró la menor aprobación por parte de los hegelianos
berlineses, incluso Marx no fue deslumbrado por la aparente novedad de su
crítica hermeneútica a la Cristología, ya que en realidad retomaba el trabajo
que ya había realizado con más profundidad y radicalidad dos siglos antes
Spinoza. Marx, a través de su estudio detallado de Spinoza[23],
ya estaba pertrechado para iniciar una crítica a Hegel in toto, aunque Strauss
le demostró la potencia subyacente a un uso crítico de la filosofía hegeliana.
Pero incluso desde la crítica textual de las fuentes de los Dogmas, Strauss
estaba por detrás de Spinoza.[24] En suma: el joven Marx
estaba más allá de Strauss antes de conocer a Strauss, pero no era el caso de
Engels. Por ejemplo la inicial fascinación de Engels por el libro, al que
calificaba de obra panteísta “irrefutable”, explica que lo coloque como un
antecedente importante en el surgimiento de la idea comunista. Hasta bien
entrado 1844, Engels no desperdició ninguna ocasión para manifestar su adhesión
y admiración por Strauss. Sus primeras cartas desbordan de elogios de alto
vuelo, en una carta a su amigo W. Graeber de octubre de 1839 escribe: “He
jurado fidelidad al pabellón de D. F. Strauss y me he convertido en un
‘Mitólogo’ de primera categoría. Te digo que Strauss es un tipo estupendo
(herrliche Kerl) y un genio (Genie), y su sutilidad no pueden compararse con
nadie.” [25] Incluso
en 1886 el viejo Engels seguiría recordando que “en aquellos tiempos, la
Política era una materia espinosa; por eso los tiros principales se dirigían
contra la Religión; si bien es cierto que esa lucha era también,
indirectamente, sobre todo desde 1840, una batalla política. El primer impulso
lo había dado Strauss, en 1835, precisamente con su Vida de Jesús.” Engels
incluía a Strauss en una línea de ruptura político-filosófica que permitió el
surgimiento de la idea comunista junto a Bruno Bauer, Feuerbach y Gans. Debemos
aclarar que la distinción “izquierda” y “derecha” en el Hegelianismo sólo puede
comprenderse en el interior de la propia escuela, pues ésta como totalidad se
sitúa por completo a la izquierda, tanto respecto a la ortodoxia religiosa como
al absolutismo monárquico como a la tradición reaccionaria de Prusia. La
reflexión filosófica del DoktorKlub puede entenderse como un conato de
respuesta a la crisis de un Ancien Régime con un estado teocrático, de una
sociedad dividida en obsoletos estamentos (Stände) y el esfuerzo por
reconstruir racionalmente una nueva relación entre individuo y estado. En este
aspecto Hook señala que intentaban “actualizar las formas políticas del estado
prusiano de acuerdo con las relaciones sociales alteradas del período
post-napoleónico… los primeros tiros entre la burguesía liberal y su propio
proletariado por un lado, contra el ejército tremendo de señores semifeudales,
monarcas absolutos de Alemania y Austria, contra la oficialidad burocrática y
una iglesia reaccionaria, por el otro, se cruzaron en el campo de la filosofía
y la religión.”[26] En el aspecto más interno de
los Junghegelianer, como comunidad intelectual o escuela de pensamiento,
también había comenzado su propia descomposición interna, es decir: ya está en
proceso la consolidación del terreno que hará posible la creación de una
izquierda filosófica, esencialmente antihegeliana, antecedente del Marxismo. De
tal manera que Krisis/Kritik en el post-Hegelianismo son no opuestos sino
momentos indisolubles en la misma reflexión político-filosófica. La crítica
será una práctica de la crisis.
Como
dijimos Junghegelianer, el ala liberal, enfrentados a los “Viejoshegelianos”,
el ala conservadora, una distinción que se definía no tanto por el dato
generacional, sino en su relación con la cuestión religiosa, ya sea crítica o
dogmática, y todo el Hegelianismo utilizará esta distinción político-filosófica
para diferenciarse en su lectura e interpretación de las Sagradas Escrituras.
La definición generacional dio paso a una más filosófico-política, la misma que
se derivó del Parlamento francés: una Derecha (que aplicaba la historia
evangélica como auténtica: Göschel, Gabler y durante un tiempo el mismo Bruno
Bauer); un Centro que intentaba compatibilizar las posiciones de los extremos
(Rosenkranz, Schaller, Conradi, Michelet); finalmente la izquierda (Strauss,
más tarde Bruno Bauer, Ruge y el propio Marx). El propio David Friedrich
Strauss fue quién por primera vez describió esta división interna del
Hegelianismus:
“A la pregunta de si la historia evangélica está contenida , y
con qué amplitud, como Historia en la Idea de la Naturaleza Divina y Humana,
pueden darse tres respuestas: a saber, que, a partir de este concepto, puede
deducirse de la Idea, como Historia, el conjunto narrativo evangélico, o sólo
una parte de él, o, por último, ni el conjunto ni siquiera una parte. Si estas
tres respuestas o direcciones estuvieran representadas cada una de ellas por
una rama de la Escuela Hegeliana, podríamos seguir el ejemplo tradicional y
denominar a la primera dirección la ‘Derecha’, como la más próxima al antiguo
sistema, a la tercera la ‘Izquierda’, y a la segunda el ‘Centro’”.[27]
La existencia misma de un
vago Zentrum en la ideología neohegeliana demostraba que las divisiones no
estaban muy claras; por ejemplo, el teólogo Bruno Bauer (de gran influencia en
Marx durante un tiempo), que había sido designado para escribir la crítica
“oficial” de los hegelianos de derecha contra Strauss, era al mismo tiempo el
líder de los ataques a la ortodoxia desde la izquierda.[28] O el mismo Eduard Gans, a
quién Strauss mismo consideraba perteneciente a la derecha, era un liberal
radical y saintsimonista declarado. El mismo Strauss, que se autoincluía en el
ala izquierda, se transformó, en la revolución de 1848, en un perfecto
conservador. Lo cierto es que hasta el momento anterior a la publicación del
libro de Strauss, filosofía hegeliana y religión habían convivido en un
armonioso matrimonio. La idea comunista en sus inicios tanto en Engels como en
Marx nace irremediablemente unida a la lógica de la Kritik de la Religión.
Notas
[1] Tesis lanzada por el historiador clásico de la socialdemocracia alemana Franz Mehring:
Karl Marx. Geschichte seines Lebens; Leipziger Buchdruckerei, Leipzig 1918; también seguida por marxistas como Auguste Cornu o el liberal Isaiah Berlin.
[2] Marx, Karl; “Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie. Einleitung”, en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich
; Werke; Band 1,
(Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 378-391; en español: Marx, Karl;
Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp. 491-502.
[3] Marx, Karl; “Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie. Kritik des Hegelschen Staatsrechts”; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich
; Werke; Band 1,
(Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 203-333; en español: Marx, Karl;
Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp. 319-438.
[4] En el único número doble publicado debido a la censura:
Deutsch-Französische Jahrbücher, Ausgaben 1-2, Februar 1844, p. 71-85.
[5] Marx, Karl; “Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie. Einleitung”, ibidem, pp. 390-391
[6] La fórmula
determinatio est negatio figura en una carta de Spinoza del 2 de junio de 1674 a Jarig Jelies, en relación con la figura como negación positiva del espacio: “…pues como la figura no es otra cosa que determinación y determinación es negación, no podrá ser otra cosa que negación.”; véase: Spinoza, Baruch de;
Correspondencia completa, Hiperión, Madrid, 1988, carta L, p. 139. El progreso enorme de Spinoza, según Hegel, consiste en su principio metódico
omnis determinatio est negatio, según el cual el ser se da únicamente como Totalidad de todos sus modos y formas; cf.:
Philosophie der Religion, Band I, “Begriff der Religion”, Lasson, Leipzig 1925, p. 288. En español:
Lecciones sobre Filosofía de la Religión, I, Alianza Editorial, Madrid, 1984, p. 152. El punto de vista spinoziano es reconocido por Hegel como esencial y necesario,
große Satz des Spinoza, antes de pasar adelante y proceder a la formación del sistema completo; cf.:
Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, I, Kap. I,
Werke, Suhrkamp, Frankfurt, 1979, p. 288, parágrafo sobre Parménides. En español:
Lecciones sobre la Historia de la Filosofía, I, Editorial FCE, México, 1985, p. 233.
[7] Marx, Karl; Das Kapital; I, Ullstein, Frankfurt, 1983, p. 545. En español:
El Capital, Tomo I, Volumen 2, Siglo XXI editores, México, 1983, p. 737.
[8] La
Reflexiongesezt der Entgegen Sezens fichtiana, en su
Wissenschaftslehre nova methodo.
Kollegnachschrift K.Chr.Fr. Krause 1798/99, Meiner Verlag, 1994, GA IV/3, p. 352 y ss.
[9] “Nur durch Gegensatz ist ein bestimmtes klares Bewustsein möglich”; en: J. G. Fichte, ibidem, p. 348. El papel de Fichte en la formación de un Materialismo crítico y maduro está todavía por estudiarse.
[10] “M. an R. Kreutznach, im September, 1843” (M. pseudónimo de Marx; R. del republicano Arnold Ruge);Deutsch-Französische Jahrbücher, Ausgaben 1-2, Februar 1844, pp. 37-38.
[11] “Deutsche Zeitungsschau. Apogryphische Zeitung von Ferdinand Coelestin Bernays”; en: Deutsch-Französische Jahrbücher, Ausgaben 1-2, Februar 1844, pp. 215-237.
[12] Ibidem, p. 234 y ss.
[13] Althusser, Louis; “Sur le jeune Marx (Questions de théorie)”, en:
La Pensée, mars-avril 1961, pp. 3-26, el título era una fina ironía que apuntaba a Sartre; luego publicado en el libro
Pour Marx, Maspéro, Paris, 1966, pp. 45-67; en español:
La revolución teórica de Marx, Siglo XXI, México, 1967, pp. 39-70. Para Althusser la exégesis del joven Marx era una operación literario-política contra un sistema denominado Marxismo-Leninismo, que “había sido iniciada por Landshut y Mayer en 1931”; olvidándose que el joven Marx fue editado por primera vez en las obras completas de Riazanov en la propia madre patria del M-L., la URSS, ya ha partir de 1924. La obra a la que se refiere Althusser era una compilación de Siegfried Landshut, J. P. Mayer y F. Salomon, titulada
Karl Marx. Der Historische Materialismus. Die Fruhschriften, Kröner, Leipzig, era de 1932 y constaba de dos volúmenes, contemporánea a la que se publicaba en ruso y en alemán por el IME (Instituto Marx&Engels) de Moscú, ya a cargo de Adoratskii, y aunque incompleta y sin aparato crítico, sirvió de difusión de un Marx desconocido que, al revés de lo que afirmaba temerariamente Althusser, había sido despreciado y ocultado en los archivos de la Socialdemocracia reformista.
[14] Voz “Communisme”, escrita por Jean Robelin; en: Bensussan, Gérard/ Labica, Georges;
Dictionnaire Critique du Marxisme, PUF, Paris, 1985, p. 202; se trata de la segunda edición, aumentada y corregida.
[15] Korsch, Karl;
Karl Marx, London, 1938, el libro se escribió para el público inglés; en español:
Karl Marx; Ariel, Barcelona, 1975. Korsch cita ampliamente la mayoría de los textos inéditos de Marx según la preciosa edición de la
MEGA (1) editada entre 1927 y 1935 por Riazanov.
[16] Lúkacs se refiere a la tímida y despareja política editorial de Mehring y del SPD, albacea del
Nachlass de Engels&Marx, hasta 1918; Mehring editó, con la ayuda de Riazanov, algunos inéditos en la primera compilación:
Briefe von Ferdinand Lassalle an Karl Marx und Friedrich Engels 1849 bis 1862; hrsg. von Franz Mehring; J. H. W. Dietz, Stuttgart 1902; y
Freiligrath und Marx in ihrem Briefwechsel, Singer, Stuttgart 1912.
[17] También le llama, invirtiendo la fórmula de Korsch, “Socialismo consciente”; vg.: Lukács, Georg; “Zur philosophischen Entwicklung des jungen Marx (1840-1844)”; en:
Schritften zur Ideologie und Politik, Neuwied, Lushterhand, 1967, pp. 506-592, luego publicado como libro como:
Der junge Marx: Seine philosophische Entwicklung von 1840-1844; Neske, Darmstadt, 1965. Lukács hizo varios informes de este Marx desconocido en la sección de reseñas del área de filosofía de la revista oficial de la famosa “Escuela de Frankfurt”: “Sammelrezension”, en:
Zeitschrift für Sozialforschung.
Jahrgang II/1933, p. 396 y ss.; “Karl Marx und Friedrich Engels, Werke und Schriften von Mai 1846 bis März 1848. ‘Marx-Engels-Gesammtausgabe’. Hrsg. von V. Adoratsky. I.Abt. Bd.6. Marx-Engels Verlag. Berlin 1933”, en: Zeitschrift für Sozialforschung, Nº. 2, p.280-81.Señalaba sugestivamente Lúkacs: “el Marxismo estalinista no... publicó tampoco todos los textos de Marx... Estos textos están todos en el ‘Archivo Marx-Engels’; Riazanov me dijo un día, allá por los años treinta, que el manuscrito de
El Capital comprendía alrededor de diez gruesos tomos”, en: Abendroth, Wolfgang, Holz, Heinz, Kofler, Leo y Pinkus, Theo;
Conversaciones con Lukács, Alianza Editorial, Madrid, 1967, p. 192.
[18] Engels, Friedrich; “Fortschritte der Sozialreform auf dem Kontinent”, originalmente aparecido en inglés en el periódico owenista The New Moral World and Gazette of the Ractional Society, Nr. 19, 4. November 1843 como “Progress of Social Reform on the Continent”, luego parcialmente publicado en el periódico cartista
The Northern Star, 11-25 November, 1843; ahora en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich;
Werke; Band 1,
(Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 480-496; en español: Engels, Federico;
Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp.
145-159.
[19] [19]
Strauss, David Friedrich; Das Leben Jesu kritisch bearbeitet, Osiender, Tübingen, 1835/1836. Existe una nueva edición crítica: Das Leben Jesu, kritisch bearbeitet, In Ausw. hrsg. und eingeleitet von Werner Zager, Waltrop, Spenner, 2003. A modo de ejemplo, Nietzsche fue un gran lector del libro y no por casualidad Strauss será uno de los objetos preferenciales de la crítica a la Modernidad
in genere y al
Hegelianismus de izquierda en la segunda de sus
Consideraciones Intempestivas de 1873: “David Strauß, der Bekenner und der Schriftsteller”, poco apreciada o estudiada por los nietzscheanos.
[20] Hegel, G. W. F.;
Lecciones sobre Filosofía de la Religión, Alianza Editorial, Madrid, 1984-1987, volumen 3, p, 78 y 232. Estas lecciones fueron presenciadas por el mismo Strauss.
[21] Strauss, David Friedrich;
Streitschriften zur Vertheidigung meiner Schrift über das Leben Jesu, Osiander, Tübingen, 1838, III, p. 202.
[22] Desde Ziegler, Bertholdt pasando por Schleiermacher, hasta el mismo Strauss, que se definía como conservador. Lo mismo puede aplicarse a la
Kritik de la religión cristiana de un reaccionario de antecedentes pietistas como Nietzsche.
[23] El gran marxólogo Maximilien Rubel reconoce que “ello podría explicarse por la lectura que hizo del
Tractaus teologicus politicus de Spinoza, verdadera revelación para él a juzgar por los numerosos extractos contenidos en uno de sus cuadernos de Berlín, en 1840. El
Tractatus… de Spinoza, que fundamenta la crítica racional de la Biblia, se adelantaba en dos siglos a la época en que fue escrito.” Rubel, sin embargo, subestima las influencias anteriores de Spinoza sobre el joven Marx; el año de confección de los extractos que señala Rubel está equivocado: es 1841, no 1840. En: Rubel, Maximilien;
Karl Marx. Ensayo de biografía intelectual, Paidós, Buenos Aires, 1970, p. 32. Véase nuestra traducción y estudio preliminar a la primera edición en español: Karl Marx;
Cuaderno Spinoza, Montesinos, Mataró, 2012.
[24] Justamente Bauer criticaría a Strauss en su libro
Kritik der evangelischen Geschichte der Synoptikersostener un punto de vista misterioso, falto de lógica y teñido de no poca religiosidad.
[25] En: Karl Marx, Friedrich Engels; Gesamtausgabe. MEGA (2), Abt. 3: Briefwechsel, Bd. 1: Karl Marx / Friedrich Engels: Briefwechsel bis April 1846, Akademie Verlag, Berlín, 1975, p. 163.
[26] Cf.: Sidney Hook,
La génesis del pensamiento filosófico de Marx. De Hegel a Feuerbach; Barral Editores, Barcelona, 1974, pp. 101-102.
[27] Strauss, David, Friedrich; Streitschriften zur Vertheidigung meiner Schrift über das Leben Jesu, Osiander, Tübingen, 1838, III, p. 95 y ss. En este libro se compilan tres fascículos con los que Strauss respondió a sus críticos.
[28] Los ataques más furibundos contra el libro de Strauss fueron los ensayos que Bauer publicó en el órgano de la derecha hegeliana, el
Jahrbücher für wissenschaftliche Kritik entre 1835 y 1836. Sobre el ateísmo humanista y el compromiso social de Bruno Bauer, además del rol central en su filosofía de la crítica, véase: Koch, Lothar;
Humanistischer Atheismus und gesellschaftliches Engagemente. Bruno Bauers ‘Kritische Kritik’; W. Kohlhammer, Stuttgart, 1971. Específicamente sobre la
Strausskritik de Bauer inspirada en Schelling; cf.; pp. 98-101.