Michael Roberts |
Érase una vez, un economista mainstream
francés desconocido que colaboraba con otros (Emmanuel Sáez, Anthony Atkinson y
Gabriel Zucman) en varios estudios sobre desigualdad de renta y riqueza en
economías modernas como la de EEUU. Después de algunos años de investigación,
este francés desarrolló una teoría según la cual la desigualdad de riqueza
en las economías capitalistas tienden a incrementarse hasta el punto de
ser causa de inestabilidad social. Esta tendencia es la “contradicción central
del capitalismo”.
Ese economista es Thomas Piketty. Cuando publicó su magnum
opus de 677 páginas en Francia el octubre pasado, fue recibido con
silencio e incluso el cinismo, aparte de unos pocos economistas franceses. Pero
cuando se tradujo al inlgés y publicó en Estados Unidos, todo cambió. Se
convirtió en un
best-seller del año
no sólo entre los libros de economía, sino también entre los libros no de
ficción, muy por delante de libros de cocina de conocidos chefs o de libros de
viajes escritos por famosos.
Ha habido una gran profusión de reseñas, debates y
entrevistas con el hombre del momento. El libro fue recibido con entusiasmo por
gente como Branko Milanović, el experto en desigualdad en riqueza del mundo que lo llamó “uno de los libros que marcará un antes y un después en el
pensamiento económico
[1] y el gurú de la economía keynesiana liberal, Paul
Krugman, que escribió en el
New York
Review of Boks diciendo que era “verdaderamente excelente” [2]. Martin Wolf
del Financial Times lo llamó “extraordinariamente importante” y “asombroso”
[3]. John Cassidy, en el New Yorker, dijo:
“Piketty
ha escrito un libro que nadie que esté interesado en uno de los problemas
claves de nuestra era se puede permitir ignorar” [4].
El título es una alusión clara a El Capital de Karl Marx, publicado en 1867. Piketty parece
sugerir que está actualizando al siglo XIX (y corrigiendo) el análisis del
capitalismo del siglo XIX de Marx. Pero Piketty no es marxista.
Se crió en Clichy, un distrito de clase trabajadora de
París. Sus padres eran ambos militantes de Lutte Ouvrière (Lucha Obrera) – un
partido trotskista, que aún tiene un seguimiento importante en Francia. Durante
un viaje con un amigo a Rumanía a principios de los 90, después de la caída del
imperio soviético, tuvo una revelación: “Más o menos me vacunó de por vida
contra la retórica anticapitalista perezosa, porque cuando ves las tiendas
vacías, ves a la gente haciendo cola en la calle para nada,” dijo “se me hacía
claro que necesitamos la propiedad privada y las instituciones de mercado, no
sólo para la eficiencia económica, sino también para la libertad individual [5]
Piketty rechazó lo que vio como marxismo y eligió la reforma social. Y de
hecho, fue consejero de la blairita [6] Ségolène Royal, que fue la
candidata del Partido Socialista en las elecciones presidenciales de 2007.
Por qué Marx estaba
equivocado
Según Piketty, Marx necesita correcciones porque, a pesar de
su acertada intuición de que la “acumulación de capital privado puede llevar a
la concentración de la riqueza en un número de personas cada vez más reducido”
(pág. 1), se equivocó al señalar el mecanismo que lleva a este proceso. Marx
pensaba que el capitalismo tendría un final “apocalíptico”, pero gracias al
“crecimiento económico y la difusión de conocimiento”, éste ha podido evitarse.
Y aún así, persiste el problema de las “estructuras profundas de desigualdad de
capital”.
Piketty nos dice que la base de la predicción del final
apocalíptico del capitalismo de Marx era “o bien que la tasa de retorno del
capital iría disminuyendo progresivamente (y por tanto, acabaría con el motor
de la acumulación, llevando al conflicto violento entre capitalistas) o que “la
proporción del capital sobre la renta nacional se iría incrementando
indefinidamente hasta que los trabajadores se rebelasen” (pág. 9).
Para Marx, los salarios o bien quedarían estancados, o
caerían. En eso se equivocaría, puesto “como sus antecesores, Marx no consideró
en absoluto la posibilidad del progreso tecnológico sostenido, que
incrementaría la productividad y como tal serviría de fuerza para contrarrestar
hasta cierto punto el proceso de acumulación y concentración del capital” (pág.
10). Al parecer, por desgracia Marx no utilizó las estadísticas de las que
disponía en el siglo XIX y “dedicó poco tiempo a pensar” como las sociedades
no-capitalistas podían funcionar. De haberlo hecho, podría haber solucionado
sus errores.
A estas alturas, ya estará claro para cualquiera
familiarizado con el análisis de Marx de la economía capitalista que Piketty
desconoce que éste observó la tendencia a incrementar la productividad del
trabajo por medio del progreso tecnológico como el reverso de la acumulación de
capital. En vez de eso, Piketty acepta la distorsión de los economistas
mainstream de que la teoría de Marx está basada en la “ley de hierro de los
salarios” y un incremento nulo de la productividad: “La teoría de Marx descansa
implícitamente en asumir de forma estricta el crecimiento nulo de la
productividad a largo plazo” (pág. 27).
No llama la atención que Piketty pueda escribir algo así una
vez sabemos que ha admitido no haber leído el libro que tiene el mismo título
que el suyo: “Nunca conseguí leerlo. Quiero decir, no sé si tú has intentado
leerlo. ¿Lo has intentado…? El Manifiesto Comunista de 1848 es una obra breve e
intensa. Das Kapital es, creo muy difícil de leer y no fue muy
influyente para mí… La mayor diferencia es que mi libro es un libro sobre la
historia del capital. En los libros de Marx no hay datos.” [7]
De nuevo, la idea de que el Capital de Marx no tiene datos
que respalden su teoría de la ley del valor y la explotación y las leyes del
comportamiento del capitalismo muestran la ignorancia de Piketty sobre el
trabajo cuyo título ha utilizado para su propio libro.
El ataque de los
datos
El libro de Piketty está repleto de datos – y esto, bajo mi
punto de vista, es bueno. Su mérito es que recopila pruebas y trata de
desarrollar una teoría y una serie de leyes a partir de las mismas. Por
ejemplo, dice: “Todos los científicos sociales y todos los ciudadanos deben
tomarse un interés serio en el dinero, su medida, los hechos que lo rodean y su
historia. Aquellos que poseen grandes cantidades de dinero nunca fracasarán en
defender sus intereses. Negarse a utilizar número rara vez sirve a los
intereses de los más desfavorecidos” (pág. 577).
Aún así, recopilar grandes cantidades de datos puede llevar
a errores de medida, problemas de interpretación y sesgos en el análisis. Y
aquí es exactamente donde las críticas al libro de Piketty se han concentado.
El editor de economía del Financial Times, Chris Giles, ha repasado la
totalidad de los datos utilizados. Ha encontrado que Piketty ha cometido
algunos errores sencillos al transcribir partes de los mismos. También ha
afirmado que el autor hizo algunos cambios “abritrarios” sin explicación en sus
datos estimados. Piketty hizo “cherry-picking” [8] en sus fuentes, utilizando
diferentes medidas en países diferentes, en momentos diferentes. Giles realizó
nuevos cálculos de acuerdo a otras fuentes de datos y halló que no hay ninguna
“tendencia obvia al alza” en la desigualdad de riqueza en Europa.
Piketty ha defendido de forma vigorosa su trabajo de las
críticas de Giles y simpatizo con él. Los datos son siempre inadecuados y a
menudo inconsistentes, y es difícil cometer errores simples. Pero es
bueno hacer el intento y aportar pruebas y, sobre todo, mostrar las fuentes y
los procesos para con tus datos, de forma que los demás puedan comprobar e –
incluso mejor – intentar replicar tus resultados. Ése es el método científico.
Tal y como afirma Piketty en su réplica giles, como mínimo ha hecho
accesible online a todo el mundo todos sus datos y procesos [9]. Y ya es más de
lo que se puede decir de la mayoría de la economía mainstream, que o bien no
ofrece pruebas para respaldar sus afirmaciones teóricas o fracasa en aaportar
sus procesos, o incluso ambas cosas. Ha sido más transparente que la mayoría
con sus pruebas. Piketty también dice que trabajos más recientes sobre la
desigualdad de riqueza por parte de sus colegas, Saez y Zucman, utilizando diferentes
métodos para medirla, “confirman y refuerzan mis hallazgos” [10]. Así que
concluye que cualquier error o sesgo en sus propios datos “no tendrán un gran
impacto en sus hallazgos generales” [11].
El capital y la
riqueza
Bajo mi punto de vista, hay deficiencias más importantes en
el trabajo de Piketty que las meras inconsistencias en los datos. Para empezar,
está la diferencia clave entre riqueza y capital que Piketty ignora. Para él
“El capital se define como la suma total de activos no humanos que pueden ser
propiedad o ser intercambiados en algún mercado. El capital incluye todas las
formas de propiedad real (incluyendo los inmuebles residenciales) así como el
capital financiero y profesional (plantas, infraestructura, maquinaria,
patentes, etcétera) utilizado por compañías y agencias gubernamentales” (pág.
46). En la práctica, para Piketty, capital y riqueza (principalmente riqueza
personal) son lo mismo: “Para simplificar la prueba, utilizo las palabras
`capital´ y `riqueza´ indistintamente, como si fuesen sinónimos perfectos”
(pág. 47).
Esto es claramente diferente del capital tal y como lo
define Marx. Para él, el capital es una relación social específica al modo
capitalista de producción. Bajo éste, las cosas y los servicios que la gente
necesita se producen simplemente como parte de un ejercicio de generación de
dinero, pero este dinero surge del valor creado al hacer uso de la fuerza de
trabajo, con la plusvalía que se halla por encima de las necesidades vitales
del trabajador apropiadas por los dueños del capital. Y así, el circuito del
capital, para Marx, es D-M…P…M1 a D1: esto es, los capitalistas tienen
capital-dinero (D), que invierten en mercancías (M), medios de producción y
materiales en bruto, que son utilizadas el trabajo en la producción (P) para
producir mercancías (M1) de venta en el mercado a fin de conseguir más dinero
(D1). El capital (D) expande su valor para acumular más capital (D1). Pero sólo
el trabajo crea más valor.
Piketty ignora este proceso de explotación del trabajo y sus
relaciones sociales. El capital es riqueza y la riqueza es capital. Pero la
riqueza existía antes de que el modo de producción capitalista se convirtiese
en hegemónico en el mundo y no es específica al capitalismo. De hecho, la
riqueza es en realidad una medida de los activos acumulados, tangibles y
financieros. Así que para Piketty el proceso del capital es D… D1. El dinero
acumula más dinero (o riqueza). No importa cómo y por lo tanto no hay necesidad
de definir el capital de forma diferente a la riqueza.
Esto es lo que Marx denominaba “economía vulgar”: esto es,
ser incapaz de ver el proceso de acumulación que subyace y observar únicamente
la apariencia – ciertamente, ver las cosas desde el punto de vista de quien
posee la riqueza. En su libro, Piketty hace referencia a las novelas de Jane
Austen y de Honoré de Balzac, donde todos los personajes son poseedores de
riqueza que viven de las rentas que ésta genera (pág. 53). Todos lo que les
interesaba eran los réditos de la riqueza, no cómo se generaban estos (fuera
por esclavos, trabajo asalariado, rentas inmobiliarias o intereses de bonos del
Estado).
Piketty excluye de forma explícita la perspectiva de los
economistas clásicos y de Marx: “Algunas definiciones del capital sostienenq ue
el término sólo debería aplicarse a aquellos componentes de la riqueza
empleados de forma directa en el proceso de producción… esta limitación se me
hace poco práctica y no deseable” (pág. 48). Así “He ignorado la idea de
excluir la propiedad inmobiliaria residencial del capital en base a que es
`improductiva´, a diferencia del capital productivo utilizado por empresas y
gobiernos… la verdad es que todas estas formas de riqueza son útiles y
productivas y reflejan las dos funciones económicas principales del capital”.
Bueno, la propiedad inmobiliaria residencia es obviamente
útil para el que la disfruta – tiene valor de uso, como diría Marx. Pero esta
forma de riqueza no produce nuevo valor (o beneficios), a menos que sea
propiedad de una compañía inmobiliaria que la alquila a negocios. Y aún así, a
Piketty se le ocurre una forma de que esta riqueza genere renta: “la propiedad
inmobiliaria residencial puede verse como un activo de capital que genera
`servicios de vivienda´, cuyo valor se mide por su equivalente de alquiler”.
¿Es esto importante? Por supuesto que sí.
Al incluir la propiedad residencial y los activos
financieros netos e inmobiliarios en su definición de capital, Piketty alcanza
la conclusión opuesta a la de Marx sobre el retorno del capital, o lo que Marx
llamaba la tasa de ganancia. Y esto es importante. Para empezar, significa que
a Piketty le interesa la distribución de la riqueza y no cómo ésta se produce.
Para él lo primero constituye la contradicción clave del capitalismo, mientras
que para Marx esta contradicción descansa en el segundo proceso. Para Marx, la
propiedad privada de los medios de producción para generar beneficios es la
principal línea de falla de la sociedad moderna; para Piketty, la propiedad
privada se halla aceptada; simplemente se trata de que es muy desigual.
r mayor que g
Esto nos lleva a lo que Piketty llama de forma
grandilocuente como su “primera ley fundamental del capitalismo” (pág.52). La
proporción del capital en la renta nacional (α) es igual a la ratio del capital
sobre la renta (β) en una economía, multiplicada por la tasa de retorno neta
del capital (r). Y así, la desigualdad de riqueza, expresada como la proporción
del capital sobre la renta, aumentará si la tasa de retorno sobre la ratio
existente de riqueza (la ratio del capital sobre la renta) aumenta. De forma
alternativa, la ratio de riqueza aumentará si la proporción del capital sobre
la renta nacional se incrementa.
De acuerdo a Piketty, su ley es superior a la de Marx sobre
la tendencia a la caída de la tasa de ganancia. Como dice, “la tasa de retorno
del capital es un concepto central en muchas teorías económicas. En particular,
el análisis marxista enfatiza la caída de la tasa de ganancia – una predicción
histórica que se ha mostrado equivocada, aunque contiene una cierta intuición
interesante” (pág. 52). Marx se equivocaba porque pensaba que r caería a lo
largo del tiempo y esto sería la causa de crisis recurrentes. En vez de eso,
Piketty nos dice que r no cae a lo largo del tiempo, sino que se incremente o
al menos permanece estable. Y por tanto el problema del capitalismo del siglo
XXI es: si r (la tasa de retorno del capital) es mayor que g (la tasa de
crecimiento de la renta nacional real neta), entonces la proporción del capital
sobre la renta crecerá y la ratio global del capital sobre la renta llegará a
niveles socialmente inaceptable.
La crisis central del capitalismo es, por tanto, de
distribución. Cuando la tasa neta de retorno del capital superar el crecimiento
de la renta nacional neta – esto es, cuando r es mayor que g – “la desigualdad
r>g en cierto sentido implica que el pasado tenderá a devorar el futuro: la
riqueza que se origina en el pasado crece automáticamente más rápido incluso
sin trabajo, que la riqueza que proviene del trabajo y que puede ser ahorrada”.
Así que incluso una “aparentemente pequeña diferencia entre el retorno del
capital y la tasa de crecimiento puede, a largo plazo, tener efectos
importantes y desestabilizadores en la estructura y las dinámicas de
desigualdad social” (pág. 77).
Apenas hay nada en el libro de Piketty sobre los auges o
depresiones [booms and slumps] o sobre la gran depresión, la gran recesión o
cualquier otra recesión, excepto el comentario de que la gran recesión fue un
“pánico financiero” (tal y como decía Ben Bernanke) y que no fue tan mala como
la gran depresión gracias a la intervención de los bancos centrales y el
estado. No hay nada sobre la pérdida de producción, trabajo o renta que han
causado las crisis recurrentes del modo de producción capitalista.
En vez de eso, Piketty adopta la explicación típica
neoclásica de que estos sucesos, igual que las guerras, fueron “shocks”
exógenos a la expansión a largo plazo de la productividad y al crecimiento
económico en el capitalismo (pág. 170). Las crisis son sólo shocks a corto
término y en vez de eso, podemos volver a su ley fundamental, “ya que nos
permite entender el nivel de equilibrio potencial hacia el cual la ratio del
capital sobre la renta tenderá a largo plazo, una vez que los efectos de los
shocks y las crisis se hayan disipado”. Keynes podría haber añadido: “A la
larga, todos muertos”.
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Tasa de retorno después de impuestos vs. tasa de crecimiento a nivel global, desde la Antigüedad hasta 2100
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Para Piketty, r>g es una
tendencia que a veces se ve compensada por tendencias a la contra, o una
divergencia que a veces se contrarresta por una convergencia. Por ejemplo,
entre 1913 y 1950, r cayó de forma pronunciada y así en el periodo de
posguerar, g era mayor que r y la desigualdad se redujo (ver gráfico 1). La
otra cara de la moneda es la predicción de Piketty de que r superará a g
durante el resto del siglo y por tanto se incrementará la proporción del
capital sobre la renta y por tanto la desigualdad.
Esto se debe a que el crecimiento global se ralentizará. El output per
cápita se ha incrementado en promedio un 1,6% por año desde 1700 – la mitad
debido al crecimiento de la población y la mitad por el crecimiento de la
productividad. Las tasas de crecimiento de entre 3% y 4% sólo exitieron durante
periodos breves. Y además “el crecimiento demográfico se está ralentizando de
un 1,3% a un 0,4% por año” y “no hay ningún ejemplo histórico de un país en la
vanguardia tecnológica global cuyo crecimiento per cápita haya excedido el 1,5%
durante un periodo prolongado de tiempo” (pág. 93). El siglo XX vio el
surgimiento de economías como Japón, Corea, China o India, que “se pusieron al
nivel” [catch up economies] [12] de economías globales avanzadas y por tanto
mantuvieron la alta tasa global para los estándares históricos. Pero en el
siglo XXI ya no hay economías de catch-up de cualquier tamaño (pág. 97). Las
economías han llegado a la frontera del desarrollo tecnológico. Esto contrasta
con la afirmación Piketty de que su r “es más o menos estable alrededor de
4%-5%” (pág. 55).
Pero ¿es la r de Piketty estable y es probable que
permanezca así? Parte de ésta se compone de retornos del capital financieros
(stocks y bonos). El retorno a largo plazo del capital financiero basado en
intereses y dividendos ha estado cayendo, y no creciendo, desde los años 30
[13]. Las últimas tendencias apuntan a que llegará a cero para el 2050 – no al
4%, tal y como predice Piketty [14]. Pero es que la r de Piketty también
incorpora un retorno sobre la propiedad, generado sintéticamente como
equivalente de los “servicios de vivienda”. Esto supone que si tienes una casa
en propiedad, estás obteniendo una renta de la misma ¡incluso si para lo único
que te sirve es para vivir en ella!
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Ratio capital/renta en Europa [1870-2010] |
Sin ello, la r de Piketty
estaría disminuyendo, no incrementándose. Esto es porque la proporción de la
vivienda en el “capital” de los datos de Piketty era más de la mitad en 2010,
comparado con los años 40, en los que constituía mucho menos de la mitad. Esto
es lo que afecta la r. El valor total de r no ha cambiado porque los terrenos
han sido reemplazados en el “capital” de Piketty por viviendas,
mayoritariamente (pág. 118). Las tierras de cultivo eran dos tercios del capital
en el siglo XVIII, pero apenas superan el 2% en Francia y el Reino Unido hoy en
día: “entonces era básicamente terrenos, pero se ha convertido principalmente
en viviendas, amén de activos financieros e industriales (mitad y mitad)” (pág.
122).
Esto ha preocupado a los autores de reseñas [15]. Si el
capital incluye la propiedad y los activos financieros netos, así como los
activos tangibles como las plantas industriales, oficinas, maquinaria y
recnología, entonces los valores del capital pueden ser volátiles y dar una
tasa neta de retorno que no es estable. Los datos de Piketty muestran que el
mayor revés al inexorable aumento en la ratio del capital sobre la renta en el
siglo XX tuvo lugar durante la gran depresión y la posterior guerra mundial.
Esto produjo una forma de U en el movimiento del ratio capital-renta (ver
gráfico 2). Pero desde los años 50, el ratio capital-renta se incrementó
inexorablemente.
Piketty admite que la burbuja de precios de los activos
financieros fue responsable de un tercio de ese incremento en el capital nacional
respecto a la renta nacional durante este periodo (pág. 91). Desde 1980 en
adelante, cuando se produce el gran salto en la desigualdad, es precisamente
cuando los precios de los activos financieros despegaron. Piketty rechaza el
argumento de que la especulación financiera distorsionará su tasa de retorno
“estable” porque, a largo plazo, espera que los precios de los activos
financieros estén de acuerdo con el valor de los activos tangibles. Pero
debería de tratarse un plazo muy largo, puesto que no ha sido el caso durante
los últimos 60 años.
R no es un retorno
marginal
Esto nos lleva a lo que Piketty denomina, de nuevo
grandilocuentemente, “la segunda ley fundamental del capitalismo”: Esto es
β=s/g. En otras palabras: la ratio capital/renta (β) es igual al estado de los
ahorros (s) dividido por la tasa de crecimiento (g) a largo plazo. Piketty cree
que su “segunda ley” nos da una explicación de por qué la ratio global de
capital-renta aumentará: el crecimiento neto de la renta (g) se ralentizará,
mientras que la tasa neta de retorno (r) se estabilizará a un nivel
significativo sobre la tasa de crecimiento y la tasa neta de ahorro llegará a
un nivel de equilibrio a lo largo del tiempo que será mucho mayor de loq ue es
ahora.
En esto, Piketty recurre al modelo tradicional neoclásico de
función de producción agregada desarrollado por Robert Solow [16]. En este
modelo, todos los “factores de producción” contribuyen al crecimiento. Si hay
un incremento relativo de un factor sobre otro a la hora de contribuir al output,
entonces su “productividad marginal” decrecerá. La abundancia de un factor, el
capital, llevará a los retornos decrecientes de ese factor: “El que haya
demasiado capital acaba con los retornos de capital… es natural esperar que la
productividad marginal del capital decrezca, a medida que el stock del capital
se incrementa” (pág. 215). Esto sugeriría que la r debería disminuir. Sin
embargo, Piketty piensa que la r no disminuirá lo suficientemente rápido como
para evitar que la proporción del capital sobre la renta se incremente: “Esto
implica que la proporción del capital sobre la renta está aumentando más rápido
de lo que disminuye la tasa neta de retorno” (pág. 173). En el modelo
neoclásico, esto asume una “elasticidad de sustitución” entre el capital y el
trabajo mayor de uno – básicamente, que el trabajo será reemplazado por el
capital a un ritmo más rápido que la acumulación de capital llevará a que su
propio “producto marginal” decrezca. En realidad, tal y como otros autores de
reseñas han apuntado, no hay ningún estudio empírico que muestre una
elasticidad tal, excepto el de Piketty. Todos muestran que r empieza a
disminuir al cabo de un tiempo. La respuesta de Piketty es que a muy largo
plazo, no lo hará.
En cualquier caso, este modelo de crecimiento neoclásico fue
refutado hace mucho tiempo. Piketty hace referencia al gran debate entre los
economistas de Cambridge, Massachusetts (Robert Solow, Paul Samuelson) y loss
de Cambridge, Inglaterra (Joan Robinson, etc), que llevó a la derrota de los
primeros. El segundo grupo mostró que, si el capital es una entidad física como
las máquinas, fábricas, etc. no puede recibir un valor en dinero y no puede ser
sustituido indefinidamente por el trabajo [17]. Así que la teoría no tiene
relación alguna con la realidad. La respuesta de Piketty es recurrir a los
hechos. El debate de Cambridge no pudo resolverse por una “falta de datos”. No
importa quién tenía razón porque la ratio capital-renta ha estado
incrementándose en las últimas décadas, y eso es todo lo que hace falta saber.
En efecto, Piketty prescinde del modelo de producción
agregada con el que empezó a explicar su segunda ley: “El principal problema…
es simplemente que no llega a explicar la diversidad en la distribución de
salarios que observamos en diferentes paíes en momentos diferentes” (pág. 308).
En vez de eso, adopta la explicación institucional – que los ricos controlan el
gobierno y las compañías y así se aseguran de que reciben más de lo que sería
su retorno marginal “justo” sobre el capital: “Hay numerosas razones para creer
que r será mucho mayor que g en las décadas futuras debido a la `divergencia
oligárquica´ (pág. 463). Esta divergencia es incluso mayor debido a que los
ricos esconden su riqueza en paraísos fiscales” (pág 463).
Piketty concluye que “Los altos ejecutivos tienen el poder
de establecer sus propias remuneraciones – en algunos casos sin límite y en
muchos de ellos, sin ninguna relación clara con su productividad individual”
(pág. 24). Estos super-salarios muy a menudo son retribución a la suerte [pay
for luck] (pág. 335). Así que la productividad marginal del capital no tiene
nada que ver con ellos. En efecto, Piketty está dándole la razón a Marx en
tanto en cuanto estos obscenos “salarios de superintendencia del trabajo”
(término que usa Marx) son simplemente una ofuscación de parte de la plusvalía
extraída del trabajo asalariado.
Marx o Piketty: ¿la r
de cuál de los dos?
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Tasa de ganancia mundial (Media simple) % |
Piketty afirma que la ley
de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia se basaba en el supuesto de
que había una “acumulación infinita del capital” y que “el constante aumento de
las cantidades de capital llevaría inexorablemente a la caída de la tasa de
ganancia (esto es, de los retornos del capital) y finalmente a su propio
derrumbe, mientras que el crecimiento en la renta neta (g) se reduciría a cero”
(pág. 228). Aquí, Piketty le está imponiendo a Marx la teoría de la
productividad marginal de la acumulación de capital – la misma que rechaza para
sí mismo: básicamente, que una abundancia de capital lleva a retornos
decrecientes.
En realidad, para Marx el movimiento en r se halla no en la
“acumulación infinita”, sino en el incremento en valor relativo de los medios
de producción relativos sobre el trabajo (o de la fuerza de trabajo). Piketty
dice que después de la Segunda Guerra Mundial, el capital era escaso y por
tanto el retorno de capital era alto. Marx habría dicho que los valores de
capital habían sido destruidos (tanto de forma física, como en valor), así que
la tasa de ganancia era alta. No era cuestión de la `escasez de capital´, sino
de la destrucción de su valor (por la guerra o la depresión).
Podemos comprobar si la ley de la tendencia decreciente de
la tasa de ganancia de Marx se constata en la realidad a largo plazo, en
contraste con el “estado estable” de r de Piketty. El gráfico 3 muestra la tasa
de ganancia de Esteban Maito desde 1869, utilizando la definición marxiana de
capital [18].
A diferencia de Piketty, Maito deja fuera de la definición
de capital la propiedad residencial y los activos financieros, y lo clasifica
de forma correcta como el valor de los medios de producción propiedad de y
acumulados en el sector capitalista. El resultado no es una r estable, sino una
tasa de ganancia decreciente, al estilo de Marx. Hay un declive a largo plazo,
pero hay varios periodos en los que la tasa de ganancia se incrementa o se
consolida [19].
Utilicé la cantidad voluminosa de datos de Piketty para
Alemania, a fin de comparar su tasa de retorno con la tasa de ganancia marxiana
de Maito para cada país desde los años 50. Los datos de Piketty llevan a unos
resultados similares a los de Maito. La tasa de retorno de Alemania cae a
partir de los años 50 y se estabiliza sobre la década de los 80. Esto se debe a
que los alemanes son menos dados a tener viviendas residenciales en propiedad.
Solo el 44% de los hogares alemanes son propietarios de sus propias casas,
comparado con entre el 70%-80% de los griegos, italianos o españoles. Cuando la
propiedad residencial no constituye una gran proporción del `capital´, la r de
Piketty y la de Marx se mueven en una dirección similar.
Lo bueno y lo malo
Piketty muestra de que la desigualdad de riqueza y renta
está aumentando en la mayoría de economías capitalistas, y lo hace de forma
convincente. La razón es el incremento en la renta que va al capital en forma
de ganancias, alquileres e intereses y no debido a los trabajadores más
cualificados recibiendo mejores salarios que los que lo están menos. Y la ratio
creciente de capital-renta se mueve principalmente debido a la riqueza
heredada. “De pobres a ricos” [from rags to riches] [20] no es la historia de
la riqueza del capitalismo: más bien sería un caso de “de padres a hijos” o “de
maridos a viudas”.
Pero entonces, Piketty trata de desarrollar algunas “leyes
fundamentales del capitalismo” y llega el desastre. Mezcla capital y riqueza
incluyendo activos no productivos como vivienda, stocks y bonos en su medida.
Al hacer esto, pierde de vista cómo se crea y apropia la riqueza, tal y como
muestra Marx con su ley del valor. Y su tasa neta de retorno del capital se
separa del proceso de producción capitalista. Ciertamente, si quitas las
viviendas y los activos financieros de su medida de la tasa de retorno, lo que
queda es la tasa de ganancia de Marx y su decrecimiento (y sus movimientos
arriba y abajo), a diferencia de la r “estable” de Piketty.
Como resultado, Piketty no tiene teoría alguna de las crisis
en el capitalismo, y asume que son fenómenos pasajeros. Así, sus políticas
recomendadas para un mundo mejor se limitan a impuestos progresivos y un
impuesto global sobre la riqueza para “corregir” la desigualdad capitalista.
Pero el propio Piketty reconoce que es utópico esperar que los ricos (que
controlan el gobierno) accedan a esta reducción de su propia riqueza a fin de
evitar que el capitalismo sufra alteraciones sociales en el futuro. Jamás se le
ocurren otras formas de llegar a una reducción en la desigualdad: básicamente,
el incremento de la proporción del salario sobre la renta a través de las
luchas obreras y el liberar a los sindicatos de las ataduras de la legislación
laboral.
Y así, no plantea políticas más radicales para tomar el
control de los bancos y las grandes compañías, detener el pago de salarios
grotescos a altos ejecutivos o poner fin a las estafas de riesgo [risk taking
scams] que han arruinado las economías. Para Piketty – al estilo típico de la
socialdemocracia – reemplazar el modo de producción capitalista no es
necesario.
Notas
1. B
Milanović, ‘The return of patrimonial capitalism’ – review of Capital in the
21st century, World Bank, October 9 2013, draft for Journal of Economic
Literature, June 2014.
2. P Krugman, ‘Why we are in a new gilded age’ The New York
Review of Books May 8 2014.
3. M Wolf, ‘Capital in the 21st century’ Financial Times
April 15 2014.
4. J Cassidy, ‘Forces of divergence’ The New Yorker March 31
2014.
6. De Tony Blair, primer ministro del Reino Unido de 1994 a
2007, y representante del New Labour, una corriente dentro del laborismo
británico que rompía con el pasado más vinculado al movimiento obrero, a los
sindicatos y a una cierta dirección programática a largo plazo de superación
del capitalismo (que pasó a conocerse como Old Labour). Aquí se utilizaría en ese
sentido, como equivalente a la tercera vía de la socialdemocracia que ha
adoptado e interiorizado buena parte del discurso neoliberal respecto al modelo
económico, productivo y de relaciones laborales (N. del T.).
8. El “cherry-picking” (literalmente, selección de cerezas)
es el sesgo en el cual un investigador escoge únicamente los datos que
confirman su hipótesis previa. Por tanto, no está mostrando datos
representativos, sino únicamente aquellos que le van a dar la razón. La
metáfora sería la de considerar que la cesta de cerezas que se vende en el
supermercado es representativa de todas las cerezas, cuando en realidad ha
pasado por un proceso de selección (N. del T.).
12. El efecto “catch-up” (que aquí vendría a
significar “ponerse al nivel”) o también llamado de convergencia es una
hipótesis en economía que postula que las economías más pobres por cápita
tienen el potencial de crecer a un ritmo más rápido que las economías
desarrolladas. Esto se debe a que los rendimientos decrecientes (la disminución
en productividad de un proceso a medida que se añaden unidades adicionales de
un input, a partir de cierto punto) no son tan intensos como en las economías
más desarrolladas, pero también porque las primeras pueden aprovechar los
avances ya realizados por las segundas en cuanto a tecnología, organización
etc. (en cierta manera, las economías avanzadas han ido “abriendo el camino”, y
seguirlo es más fácil) (N. del T.).
13. Véase R Ibbotson and R Sinquefield, ‘Stocks, bonds,
bills and inflation: year by year historical returns’ Journal of Business
January 1976.
14. Véase B Eichengreen Project Syndicate April 27 2014. Se
refiere a los datos del Fondo Monetario Internacional que muestran que el tipo
de interés de los bonos ha estado disminuyendo durante tres décadas y, al
2%-3%, está apenas por encima de la tasa de crecimiento potencial de las
principales economías de la OCDE.
15. James Galbraith dice que Piketty “mezcla equipo de
capital físico con todas las formas de riqueza con valor monetario, incluyendo
terrenos y viviendas, sea o no sea la riqueza productiva. Excluye solo lo que
los economistas neoclásicos denominan “capital humano”, presumiblemente porque
éste no puede ser vendido ni comprado. A partir de ahí, estima el valor de
mercado de la riqueza. Su medida del capital no es física, sino financiera”
(‘Capital for the 21st century?’ Dissent spring 2014). Esto lleva a problemas
de medida, ya que los precios de los activos son volátiles, aunque Piketty
afirme que no lo son a largo plazo.
16. Véase R Solow, ‘A contribution to the theory of economic
growth’ Quarterly Journal of Economics February 1956.
17. “Desde como mínimo Wicksell, es ampliamente conocido que
los activos de capital no pueden ser medidos y agregados en unidades físicas
debido a su heterogeneidad: ¿cómo puede uno sumar un avión y una impresora? Así
que se tienen que usar medidas de valoración. El valor de un bien de capital puede
ser el coste de su producción o el valor deloutput que producirá en el
futuro. Ambos métodos requerirán un tipo de interés (tasa de descuento), pero
el tipo de interés normalmente se determina usando la cantidad de capital en
relación con su output”. (S Bergheim Long-run growth forecasting 2008).
20. Literalmente quiere decir “de (llevar) trapos a las
riquezas”. Es una frase hecha en inglés que encaja con muchos arquetipos
literarios del “héroe hecho a sí mismo” o del que lo construye todo de la nada
etc. Resulta interesante contrastar este mito con la figura del “emprendedor”
que tanto se intenta poner de moda hoy en día (N. del T.).
El anterior artículo es una
reseña crítica de Michael Roberts del libro “Capital en el Siglo XXI” del
economista francés Thomas Piketty, que fue publicada en el periódico digital
británico Weekly Worker.
Sus editores le otorgaron a Rotekeil permiso para traducirla y difundirla. Con
anterioridad publicamos en Ñángara
Marx la reseña que hizo sobre el mismo libro el profesor David Harvey.
Michael Roberts trabaja como
economista en la City de Londres, observando el funcionamiento del capitalismo
desde, como a él le gusta llamarla, desde “el cubil del dragón”. Ha publicado The great recession: a Marxist view (Lulu,
2009) y actualmente se halla preparando su próximo libro The long depression. Es también autor de
un blog donde comenta la
actualidad económica desde un punto de vista heterodoxo inscrito en la
tradición marxista.
Traducción del inglés por Guillem
Murcia