“Si el dinero, según Augier, nace con manchas naturales de
sangre en una de sus caras, el capital viene al mundo chorreando sangre y
suciedad por todos los poros, desde la cabeza a los pies.” |
Karl Marx
|
Karl
Marx ✆ Pierre Piech
|
Reinaldo
Carcanholo | 1.
En verdad, la teoría del valor no es una teoría por construirse. Ella se
encuentra mucho más desarrollada de lo
que en general se cree y se sostiene. Es sorprendente el número tan reducido de
aspectos de ella que no fueron descubiertos y expuestos en El Capital. Ella es mucho más amplia de lo que tiende a pensar. En
primer lugar, no se trata de una teoría que se preocupe simplemente con los
factores que determinan los precios relativos o el nivel de los precios en el
mercado. No es eso. Sus objetivos son mucho más amplios y complejos y su punto
de partida es la comprensión teórica sobre la naturaleza de la riqueza
capitalista.
En segundo lugar, ella no se limita a lo que se encuentra
expuesto en el primer capítulo de
El Capital,
aunque sumándose aquellos dedicados al problema de la transformación de los valores
en precios de producción. Las categorías de capital e plusvalía, capital
industrial, capital ficticio, por ejemplo, son aspectos fundamentales de la
mencionada teoría del valor, sin los que ella no estaría completada y sería
incomprensible. En verdad, tales categorías no son sino formas desarrolladas
del valor y, por lo tanto, los capítulos y secciones de
El Capital dedicadas a ellas son indispensables para la referida
teoría; ellas aparecen discutidas y
desarrolladas a lo largo de todo el
mencionado libro, en sus diferentes tomos. Capital, por ejemplo, es el mismo
valor en su fase avanzada de desarrollo. Así, podríamos decir, sin exageraciones,
que la exposición de la teoría marxista del valor se encuentra dispuesta en el conjunto
de la obra económica de Marx y, en particular, en su libro mayor:
El Capital.
2. Tal vez todo
eso sea una de las razones para que, desde siempre y hasta los días de hoy, haya
existido exagerada incomprensión sobre la teoría de Marx sobre la sociedad
capitalista, incluso entre muchos de los que se consideran iniciados en el
tema. Podemos mostrar que eso se debe a que muchos tratan de encontrar en su
teoría del valor, de manera inmediata, respuesta a preguntas no pertinentes o,
al menos, mal formuladas. No es fácil convivir con las aberraciones que se
encuentran en la casi totalidad de las interpretaciones sobre dicha teoría.
3. Nuestro
objetivo aquí, en este trabajo, es indicar un camino para el inicio del estudio
sobre los aspectos básicos de la teoría marxista del valor, específicamente
sobre aquellos aspectos que aparecen desarrollados en el primer capítulo de El
Capital. Para tanto seremos obligados a presentar nuestra interpretación sobre
el tema.
4. Desde un
primer momento debemos advertir una importante característica de El Capital. No
vamos a encontrar allí la exposición de los resultados acabados de una
investigación previa; algo así como un resumen de las conclusiones. De cierta
manera lo que allí se expone es el camino mismo de la investigación, los pasos
metodológicos necesarios para ir descubriendo progresivamente cada nueva
categoría. Veremos que, al leer atenta y ordenadamente cada uno de sus
sucesivos párrafos, estaremos siendo conducidos de la mano por el autor. El nos
llevará de la observación sistemática y metódica de la realidad, al
descubrimiento de las categorías; de éstas y de una nueva observación de lo
real, él nos guiará en el descubrimiento de nuevas categorías. Empezaremos
luego a sentirnos como los verdaderos descubridores de las mismas.
Aceptemos la invitación del autor, démosle nuestra mano;
caminemos bajo su conducción durante
algún tiempo, en pasos más simples o más difíciles. No tardará mucho y nos
daremos cuenta de que en algunos pasos ya no necesitaremos su mano; podremos
caminar solos.
5. Sin embargo,
porque estamos acostumbrados a exposiciones sobre resultados acabados, sobre
conclusiones, inicialmente no entendemos la invitación del autor. Entendemos
sus palabras como afirmaciones conclusivas.
Nuestra intención en los próximos párrafos es, respecto exclusivamente
al primer capítulo, demostrar al lector que el autor de El Capital
efectivamente ha cursado la referida invitación y, al mismo tiempo, dar los
pasos más importantes allí explicitados, aceptando las dos manos de Marx. Sólo
cuando nos sintamos absolutamente seguros, y cuando sea indispensable, nos atreveremos
a dar unos pasos sin ayuda; en ese momento estaremos invitando al lector a que nos
acompañe.
6. Antes de
entrar directamente en el tema, es indispensable una observación. En verdad, la
exposición de El Capital no expresa de manera completa la investigación. Esta
tiene caminos tortuosos, hay momentos de éxitos y también de fracasos; a veces
las preguntas formuladas son correctas, otras veces hay que empezar de nuevo;
una tarea específica diseñada puede resultar productiva o debe ser abandonada a
medio terminar. La investigación, por mejor proyectada que sea, no transcurre
por una línea recta, de la manera que se podía haber pensado inicialmente; en
otras palabras, ella no es un proceso que pueda ser totalmente planificado a
priori.
Es cierto que en El Capital se encontrará la exposición del
proceso de investigación científica, pero no del proceso real, tal como
efectivamente se da. El proceso de investigación que allí se explicita es
ideal, en el sentido de que se abstrae de él los errores, los fracasos, las
tareas realizadas pero improductivas; allí, el proceso aparece como transcurriendo
en una línea recta previamente trazada. Las categorías van siendo descubiertas
una después de las otras; no hay lugar para la intuición, para la imaginación y
la creación. Quien se haya dedicado a alguna verdadera investigación científica
sabrá que aquél proceso descrito como lineal no es más que una caricatura. Sin
embargo, el procedimiento expositivo usado por Marx es adecuado: a los nuevos
investigadores, sólo es necesario comunicar la investigación realizada en sus
aspectos productivos y no sus caminos equivocados. Así, a posteriori, es
posible y correcto exponerla como si hubiera transcurrido por una línea recta,
sin desviaciones.
II. Mercancía: Valor
de uso y valor de cambio
7. Aceptemos el
objeto de estudio señalado por el autor en El Capital: la riqueza capitalista, es
decir, la riqueza en la época de dominio de El Capital. Nuestro problema es
identificar la naturaleza de esa riqueza, en otras palabras, nuestra pregunta
es:
¿Qué es la riqueza en la época capitalista?
8. Nos diría el
autor que, para contestar esa pregunta, no tenemos otro instrumento científico que
la observación de la realidad
"La riqueza de
las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos
aparece como un inmenso arsenal de mercancías. . ." 1
En otras palabras, observamos que la riqueza capitalista es
"un inmenso arsenal de mercancías", se nos aparece, se nos presenta
como "un inmenso arsenal de mercancías". No se trata de una
definición2 del tipo: riqueza capitalista es mercancía. Se trata de una simple constatación,
a partir de una simple observación de la realidad.
Sería posible, aquí, afirmar que riqueza es dinero, al
contrario de decir que es mercancía. Sin embargo, ese simple y sucio trozo de
papel (aunque muy complejo y misterioso del punto de vista teórico),
constituido por el dinero, solamente puede ser considerado riqueza por ser capaz
de comprar mercancías; cualquier mercancía.
9. Si queremos
conocer la riqueza capitalista y si miramos la sociedad donde impera ese régimen
de producción, veremos que esa riqueza está formada por mercancías; por eso, no
tenemos otra cosa que hacer que observar3 la mercancía más de cerca. Eso es lo
que implícitamente dice nuestro autor.
10. Si observamos
la mercancía, nos damos cuenta que ella presenta dos características, tiene dos
aspectos inmediatamente observables. Ella es, en “primer término, un objeto externo, una cosa apta para satisfacer
necesidades humanas, de cualquier clase que ellas sean.” (Marx, p. 3). En
segundo lugar, ella es un objeto capaz de intercambiarse con otros objetos, con
otras mercancías; ella es capaz de comprar otras mercancías.
11. Esas dos características
de la mercancía no son producto de la imaginación del autor de El Capital;
ellas son fácilmente observables por cualquiera de nosotros. Marx lo que hizo
fue dar nombres a esas características, crear términos relativos a esos
aspectos. La mercancía es un valor de uso por su capacidad de satisfacer
necesidades; es un valor de cambio (o tiene valor de cambio) por su capacidad
de comprar sus similares. Así, podemos decir en este momento que la mercancía
es valor de uso y es valor de cambio; es la unidad de esos dos aspectos.