Karl Marx ✆ F-K Woechter |
por acercar la noticia del vino a todos los rincones y clases sociales de su país.
"Siendo yo mismo natural de una afamada región vinícola y descendiente de una familia propietaria de viñedos, puedo apreciar la calidad de un buen vino cuando la ocasión me lo depara. Comparto también de alguna manera, aun considerando las excepciones de toda regla, la opinión del viejo Lutero sobre la poca valía de los hombres que no saben apreciar un buen vino".
Viñedos a orillas del rio Mosela, Tréveris |
Se refiere Marx en primer lugar a la región del Mosela y más concretamente a su villa natal de Tréveris (Trier en alemán) en el corazón mismo de uno de los parajes vitícolas más bellos y espectaculares del mundo. Parada obligatoria para el viajero y aficionado curioso, Tréveris une a su natural encanto, el de esas pequeñas villas góticas de cuento, el ambiente y dinamismo propios de una población que vive abocada al vino, con bodegas, tiendas y salas de cata por todos sus rincones y callejas, con un interesante museo del vino y con una movida casa de subastas donde poder pujar por las botellas más nobles y codiciadas de la zona, las beerenauslese, trockenbeerenauslese y eiswein más maduras y de mejores añadas.
La propiedad del viñedo familiar le tocaba a Marx por línea materna. De hecho está bien documentado que fue su madre quien se viese forzada a venderlo para "dar carrera" y sufragar con holgura los estudios superiores, universitarios, del jóven Marx. Afortunadamente nada se perdió con aquella venta. Ni los Marx perdieron la compostura, ni nosotros su herencia ni la posibilidad real de saborear su fruto, toda vez que pasase a engrosar la propiedad de una familia amiga y vecina, los Von Schubert, cuyos descendientes han sabido mantenerlo, cuidarlo y expresarlo bellamente hasta nuestros días bajo la etiqueta de su dominio Maximin Grünhauser.
La sentencia de Lutero que nos refiere Marx revela el gran predicamento de que gozase el vino en los estamentos más diversos de la sociedad alemana de entonces, aunque se expresase con la brutalidad e irreverencia de quien se dedicase a pegar pasquines en las puertas de las catedrales alemanas desde un credo bastante reñido con la ostentación del lujo y su gozo.
"Ando frecuentemente muy distraído y no he conseguido ningún Oporto para esta ocasión... No obstante acabo de hacer hoy mismo el envío. Los tintos y los Hochheimer de 1846 son para Jenny especialmente; y las tres botellas de cápsula roja y sin etiqueta son Rüdesheimer de 1857 (los mismos que tomásemos acá, demasiado estimulantes para inválidos pero excelentes para los que gocen de buena salud)...".Así anuncia Engels el 23 de mayo de 1862 uno de sus innumerables envíos y obsequios en forma de vino para Marx y su esposa. Fue Engels el gran amigo, compañero de por vida y fiel proveedor de los medios que permitiesen subsistir a la familia Marx a lo largo de muchos años, exiliada continuamente de un país a otro y sujeta a los ingresos obtenidos por la publicación y venta de los escritos de Marx. De ahí que éste sólo pudiera apreciar la bondad de un vino "cuando la ocasión se lo deparaba".
"Os vuelvo a enviar una cesta por mediación de Chaplin & Horne con una docena de 'clarets' y 'hocks' muy maduros para Jenny. Veinticuatro botellas en total...".Aunque se carteasen en alemán, se valían muy a menudo de expresiones populares inglesas para referirse con la voz 'claret' al tinto de Burdeos y con 'hock' al riesling de Rheingau (la palabra viene de Hochheim) y, por extensión, del resto de Alemania.
"Los vinos acaban de llegar", contestaba Jenny Marx a Engels en otra ocasión, en julio de 1857. En esos términos se expresaba Karl Marx en carta dirigida en noviembre de 1866 a François Lafargue, negociante de vino de Burdeos y padre de su yerno, para agradecerle el envío de unas cajas de vino. El párrafo apenas tiene desperdicio.
"La alegría de los pequeños parecía no tener fin. Las niñas examinaron las botellas con suma atención, encontrando los jereces tocados de tonos verdes y de púrpura pálido los oportos. Los burdeos nos alegraron con su roja sonrisa. El vino me trae un mundo de bondades".
Este es otro especial: Marx |
En carta dirigida a Marie con fecha de agosto de 1842, Engels se extiende con pelos y señales sobre dos holandesas a cerca de los más diversos aspectos vitícolas, organolépticos y técnicos (de vinificación) de una casta del Palatinado de nombre grüneberger. Sobran comentarios.
En el mismo Palatinado y al tiempo de una importante revuelta popular, Engels escribe:
"El primer acto revolucionario del pueblo del Palatinado fue la restauración y reapertura de sus tabernas... Esos carcamales bávaros, pedantes, prepotentes y empedernidos cerveceros, han sido por fin abatidos y reemplazados por muchos amigos palatinos amantes del vino... Todo el que haya estado, aunque sea por una vez en el Palatinado, puede entender que ningún movimiento podría revestir mayor atractivo en esta provincia productora y tan amante del vino".En otra carta, en fin, postrado de resaca, el buen Engels se queja a su hermana de las... "ingentes cantidades de madeira, oporto, pauillac, sauternes y rin bebidas durante un largo almuerzo en el Royal Saxon de Bremen".
Años más tarde, ya muertos Engels y Marx, publicó Paul Lafargue, esposo de la hija de Marx, un divertido panfleto titulado 'Elogio de la Pereza', en el que se proseguía de alguna manera la labor divulgadora de esta saga en pro de los grandes vinos y se advertía muy seriamente sobre las nefastas consecuencias de las prácticas vitivinícolas abocadas a la sobreproducción.