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Capitalismo tardío ✆ Bonet
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Guillermo Torres
Carral | La aparición del desarrollo sustentable en el
curso del pensamiento y de la acción humana contemporánea, busca superar el
estado de cosas caracterizado por la degradación ambiental (y su
bio-socio-acumulación) y ha pretendido ser la solución a esta problemática; sin
embargo, es difícil que sea éste sin más, la alternativa adecuada. En dicho sentido, es necesario
distinguir dos contextos íntimamente interrelacionados entre sí;
correspondiendo a dos situaciones diversas y que tienen que ver tanto con los
países que se adelantaron y los que llegaron tarde al show de la trama
capitalista.
Un primer nivel de análisis del “capitalismo tardío”, es
caracterizarlo a partir del periodo en que aparece como un resultado inmediato
del fin de la guerra fría y el concomitante surgimiento de un enorme campo de
acumulación de capitales. A ello hay que agregar la emergencia de aquellos
países “en desarrollo”, los cuales privatizaron también en gran escala su
sector estatal (sin ser socialismo de
estado); todo ello como producto de la
crisis del capitalismo (monopolista) de estado, así como del mismo Estado
moderno.
El desenlace de lo anterior derivó en un capitalismo global,
que con el sello del american way of life, redobló (en sus fines y
medios) su estructura económica y social y perfiló su misión que es la de
apoderarse del mundo de manera unívoca y trasnacional (aunque aparentemente
multipolar, pero desde luego no multilateral), incluyendo las esferas no
económicas (desde la educación y salud hasta el arte la ciencia, la historia,
arquitectura y arqueología, etc.), y no sólo por la colusión de lo económico
con lo político (oligarquía financiera), sino por la pretensión de reducirlo
todo a lo económico, haciendo así tabla rasa de los distintos planos de la
realidad social, banalizando la complejidad de la vida en torno a la razón
costo/beneficio y la tasa de retorno del capital invertido; supeditándose
formal y realmente al movimiento del capital global y su autovalorización, y no
sólo como una mera analogía.
Se trata pues del apoderamiento de la naturaleza, en primer
lugar. La sumisión brutal de la naturaleza al capital, que se ha
logrado gracias a los “avances” de la “ciencia” al servicio de sus amos,
arrasando el planeta-tierra; se trata ahora así, de someter las leyes de la
evolución
[1] al
interés de la crematística (quinta esencia del neoliberalismo), siendo ésta la
expresión ideológica más nítida de este capitalismo tardío; tardío, pues
debió haber sido sustituido por un sistema superior; mas ello no ocurrió
[2],
y de ahí la “obsolescencia del marxismo”
[3].
El capitalismo en esta (tercera) fase,
[4] puede
representarse como una hoguera cuyo fuego alimenta el espíritu de la codicia
universal; y el enriquecimiento desmedido que se traduce en el consumismo
configurado como la perversión del hedonismo postmoderno inoculado en todas las
clases y estratos de la sociedad. Y con él, el extensionismo del mercado
a las esferas que anteriormente se hallaban fuera: lo sagrado se profana
(Heidegger). El capital en su función meta-semántica se impone a la realidad
material.
[5]
Aparecen así los 7 (pecados) capitales de la Bestia
neoliberal: el capital natural, técnico, económico (que incluye el mercado de
dinero, de trabajo y de mercancías), político, social, cultural y humano.
Un segundo nivel de análisis del capitalismo tardío, puede
destacarse en el ámbito de los países llamados emergentes, donde la fuerza
catalizadora del Estado para el advenimiento de la sociedad
moderna-postmoderna, aparece ahora como mera subsidiaria del comando privado
transnacional.
De esa forma, no funciona la curva de J. Boyce
[6] ya
que, en vez de que con el crecimiento económico el incremento de la
contaminación se vaya aminorando a la larga, lo contrario ocurre en los países
subdesarrollados pues, habitualmente, el incremento de la contaminación
se encuentra asociado a un incremento del impacto ambiental negativo
sustantivado mediante las empresas trasnacionales en estos países, dadas las
normas más laxas (en comparación con sus países de origen) en materia de
contaminación que ahí existen; lo que convierte en una ventaja competitiva.
Y es que el “derecho a contaminar” no puede ser un pretexto
para renunciar a las obligaciones de cubrir y prevenir el daño ambiental,
mediante un impuesto único y a la vez diferenciado (en proporción al daño).
Menos aun, en la actual fase post-kyoto, donde la desregulación y el despiporre
prevalecen.
La modernización
tardía
Para el análisis de una modernización (que involucra la
estructura social de los pueblos) tardía se precisa ubicar “el análisis concreto
de una situación concreta” (Lenin) o, más elegantemente, ubicar el crontopo
[7] del
sujeto (comunidad histórico-natural) de habla y del acto; éste debe verse en el
contexto espacio-temporal, incluyendo los anacronismos, acronismos y la crónica
de los nuevos hechos eco-sociales.
De entrada, hay que señalar que el nivel espacial debe distinguirse
cualitativamente del temporal, así como de la sociabilidad y de la relación con
el ambiente (entendido como una realidad compleja, multidimensional) que
involucran. En este contexto, por ejemplo, la lucha contra el cambio climático
se hace en beneficio básicamente de los países avanzados.
Por lo tanto, en un mismo espacio se tienen tiempos
distintos (intertemporalidad); lo que se traduce en la diversidad de tipos de
producción (Lenin). Pero también, en un mismo tiempo, espacios distintos (que
incluye la desterritorialización y reterritorialización).
[8]
Y a lo anterior pueden añadirse algunas variaciones
determinadas por otros factores, que son desde luego indispensables para
el análisis de las sociedades dinámicas y cambiantes.
En suma habrán de considerarse 4 elementos para el análisis
de la modernización tardía: 1. Lo tardío (significando lo temporal) hace
referencia a un acontecer en un mismo espacio y en un tiempo diferente 2. Pero
a la vez, en un mismo tiempo y en un distinto espacio (espacialidad); 3.
Además, hay que adicionar la sociabilidad, la cual implica que en un
mismo tiempo y en un mismo espacio varían las formas de relacionarse entre los
seres humanos, que en el neoliberalismo se sustentan en la destrucción del
tejido social; 4. Finalmente, un cuarto punto, incluye la forma de la
naturalidad (relación humano-naturaleza, la cual puede ser biocéntrica, antropocéntrica
o ecocéntrica).
En relación a lo primer punto (intertemporalidad) hay que
reconocer que se ha llegado tarde al desarrollo; en el segundo
(interespacialidad) no sólo llegamos tarde, lo que ocurre fue que el
espacio construido constituyó un territorio dominado por otros
(extraterritorialidad); o bien que no se ha logrado romper dicho dominio como
ocurrió con USA y China, India, etc.
En el tercero, se manifiesta la reiteración de una
modernización fallida. Y, en el cuarto punto, se impone el fortalecimiento del
modelo depredador en relación con natura.
Lo anterior no es más que un resultado de la dialéctica que
se dibuja a través de las coordenadas: Naturaleza, Especie humana, Sociedad,
Cultura (y como resultado, el centro: la persona humana).
Atraso y progreso
frente a la modernización
Entonces lo tarde en el tiempo, implica un espacio
redoblamiento succionado y la prevalencia de sociedades y mentalidades
tradicionales. Por lo tanto, en el capitalismo tardío, se vive otro tiempo:
México encapsulado en un estado larvario, aunque germen de una nueva
civilización y crisol multi e intercultural.
Simultáneamente, en un mismo espacio se vive el
desenvolvimiento de las leyes del atraso junto a las del progreso, y su
desenlace que es una triple crisis que incluye: la del atraso, del progreso y
la de la transición (tanto a la vieja como a la nueva civilización).
Resolver el trilema descrito implica pasar de la dependencia
a la autodeterminación y a la soberanía; implica el diálogo ininterrumpido y la
liberación de las fuerzas humano-naturales,
[9] hoy
bloqueadas por el doble dominio sobre el hombre y la naturaleza que ejerce el
capital.
En realidad, la coincidencia con los países del capitalismo
tardío (al este del río Elba), es consecuencia de la “segunda servidumbre”
[10] en
la Europa oriental, cuya semejanza con lo ocurrido en Latinoamérica y México es
asombrosa.
[11]
Por lo tanto, no es tanto una modernidad tardía puesto que
los aconteceres presentes del neoliberalismo, no son más que una continuación
de los mecanismos de la acumulación primitiva
[12] que
están presentes, desde los orígenes, hasta el final del capitalismo y de la
misma civilización occidental que los sustenta. De ahí que la expresión de R.
Luxemburgo
[13] de
una “acumulación primitiva permanente”, siga más que vigente. En ese sentido,
no hay nada nuevo bajo el mar del capitalismo. Empero, lo nuevo es que ya no es
el socialismo convencional la única alternativa sino que la opción, aunque se
funda en la propiedad social como hegemónica, implica la presunción de una
coproducción con la naturaleza
[14] y
una diversidad de posibilidades enmarcadas en el contexto de una sociedad
alternativa; ya no moderna o postmoderna.
La modernización y el
desarrollo sustentable
Por ello hay que ubicar el desarrollo sustentable en cuatro
escenarios:
1. La sociedad tradicional (modernización alternativa);
2.
La sociedad Moderna;
3. La posmoderna y
4. La alternativa
Hay que agregar que, en los cuatro, las políticas públicas
de modernización tardía, debieran tener el propósito de cubrir el daño
socioambiental.
El resultado a que se llega, es una amalgama entre lo
moderno de los países dominadores, y el atraso de los dominados (y al interior
de ambos), que deriva de los obstáculos a la modernización, como es la
presencia de las sociedades tradicionales, que en el marco de un modelo y
sociedad alternativa no tiene por qué sucumbir ante los embates de las
corporaciones, ya que ambos procesos están gobernados por fenómenos distintos,
aunque al fin y al cabo, integrados al afán de involucrar el planeta entero y
su evolución bajo un régimen basado en la voracidad pura del capital o
bien en la liberación de éste.
Más bien, lo “tardío” es darse cuenta demasiado tarde de que
el sistema mundial engendra una trampa
[15] para
los países que se afanan andar por un sendero que responda a sus
respectivos pueblos.
Políticas públicas de
modernización
Es necesario distinguir los rasgos del atraso de los del
progreso, en el proceso de modernización económica y política de nuestras
sociedades. Esto es fundamental para el establecimiento y orientación de las
políticas públicas enfocadas a la sustentabilidad.
Los rasgos del atraso exigen: absorber los excedentes de
fuerza de trabajo, mediante una política de empleo factible y remunerada
adecuadamente (ya que sin ello es imposible edificar una industria que sea
competitiva), principalmente mediante un incremento de la productividad social
del trabajo, y no como ocurre en los tratados de libre comercio (TLCAN),
fincados en la pobreza de los trabajadores industriales y agrícolas, así como
de los productores rurales tradicionales; generar una industrialización
eco-apropiada, lo cual afincarse en actividades que conecten el ciclo del
capital industrial con los ciclos de la naturaleza.
Los rasgos del progreso implican: implantar una nueva
tecnología, pero que sea capaz de aumentar y no restar empleo a su gente. Y es
que, si bien el cambio tecnológico reduce el empleo, a la vez lo puede aumentar
en términos absolutos y siempre que existan las políticas públicas ad hoc.
Sólo que ahora en el modelo vigente en nuestros países, el empleo se
reduce en términos relativos pero también absolutos (aun con maquiladoras y
agroindustrias subsidiarias de las trasnacionales). Ello implica la necesidad
de una nueva industrialización, que reduzca los desechos, los recicle y
coadyuve a su más rápida degradación (biológica, física o química); y permita
efectivamente ahorrar los “recursos naturales” (tendencialmente más devastados
que en los países del Norte), al tiempo que posibilite incrementa el
“capital natural”, o mejor dicho, que se creen condiciones para la regeneración
de los ecosistemas planetarios.
Modernización
alternativa o alternativa a la modernización
Como se ve, son contradictorias ambas situaciones (superar
el atraso y acelerar el progreso); las cuales generan políticas públicas contrapuestas
pero que pueden complementarse siempre y cuando se tenga una visión de un
desarrollo que sea alterno, mas no fincado en los límites de una “economía
descalza”
[16];
y que simultáneamente pretenda resolver las deficiencias de políticas que no
corresponden a la realidad sino a un modelo ideal. Todo lo cual tiene como
aspecto central el generar o bien adaptar la tecnología a la realidad y no a la
inversa. Y asimismo, consolidar los mercados regionales con América Latina y
reestructurando nuestra relación con el vecino del norte.
El problema de fondo es entonces (tanto en el largo como en
el corto plazo): ¿Cómo resolver el atraso y el acceso a la modernización
(económica y política) simultáneamente; y con los menores costos infligidos a
la población y al ambiente natural; y, al mismo tiempo, en una ruta
caracterizada por la sustentabilidad?
La respuesta está en entender que las políticas de choque
son indispensables para el gran capital y la sociedad a la vez; pero ¿podrá la
sociedad dirigir la gran transformación allanando el camino hacia la solución
de sus propias demandas, que no deben confundirse con el mero interés empresarial
de mejorar sus entradas a despecho de las pérdidas que ocasionan a la sociedad?
Así pues, la opción aquí es: impulsar una modernización
alterna o bien avanzar hacia una transición civilizatoria en la que se retome
la convergencia entre países A y B; construyendo de esa forma una sociedad
alternativa y no meramente posmoderna.
Empero, es evidente que plantear modernización cuando el
mundo está más allá de ésta, constituye un equívoco producto de la obsecuencia
a los dictados de quienes generan las ideas que consume la periferia de los
centros trasnacionales, expresadas en los modelos basados en la
hiperurbanización e hiperconsumismo (rodeados éstos de un mar de pobreza y
marginación).
Por lo tanto, el modelo dicotómico el de los países como
México, supone responder a la siguiente interrogante:
¿Como combatir la pobreza (y la extrema riqueza) y a la vez
la destrucción de los recursos naturales? Y, simultáneamente, con un suficiente
y apropiado crecimiento económico que resuelva problemas tanto ancestrales como
los que permitirían una mayor desarrollo, fincado en tasas de inversión
mayores, lo que requiere restructuración no sólo de las políticas públicas sino
de las empresas privadas que deberían suscribirse al esquema de la
responsabilidad eco-social.
El problema no es por tanto sólo el de la pobreza (que en
gran medida es un problema de percepción pues ésta tiene que ver con la envidia
más que con la satisfacción de las necesidades) sino de la forma de la
generación de la riqueza. Por tanto, debieran aplicarse políticas que no sean
incompatibles entre sí. Como por ejemplo, reducir la pobreza, aumentando la
pobreza a la vez; reforestar pero aumentando la depredación en otras áreas,
etc. Ello supone abandonar el enfoque unidireccional (ahora fortalecido por la
teoría de sistemas) por uno de tipo orgánico, es decir multidireccional pero
bifacético: en pocas palabras, basado en el principio de compatibilidad:
reducir la pobreza pero a la vez la extrema concentración de la riqueza;
restaurando ecosistemas, pero aumentando su conservación y reduciendo la tala,
etcétera.
Pero otra pregunta puede aquí formularse: ¿cómo romper el
círculo de la modernización tardía donde la forma de generar riqueza
(basada en la extrema pobreza y en los salarios de hambre que compiten con
países antes pobres, y ahora no tanto, como China y la India; mientras que
México no ha sabido aprovechar su principal ventaja que es la cercanía con USA,
lo cual implicaría el impulso mucho mayor en términos absolutos de la
composición orgánica de capital y no con el esquema de maquiladoras)
genera a la vez más pobreza, tanto humana como natural?
La solución para estos países es atacar simultáneamente la
pobreza con la destrucción de los recursos naturales; para ello debe
abandonarse la idea de que ello sólo es posible con una mayor adicción a los
fines y metas de la empresa privada frente a cualquier regulación económica y
social.
[17]
En consecuencia, se requiere de más empleo, siempre que ello
implique mejor retribución y mejor apropiación de la naturaleza; mejores
tecnologías para generar empleos (lo que supone una composición orgánica del
trabajo mayor, basada en lo que los postmodernos llaman “sociedad del
conocimiento”). E incluye además: La administración y generación del cambio
tecnológico propio frente al cambio climático, el impulso a los mercados
locales y regionales; propiciar sistemas de financiamiento apropiados a
distintas escalas.
Conclusión
En suma: el pensar local actuar global, y a la inversa, debe
permitir elevar el bienestar y reducir a la vez el atraso de las
sociedades pero en el marco de un desarrollo no depredador. En este terreno, es
evidente que no sirve de nada la retórica negativa de la sustentabilidad,
cuando se funda en un ambientalismo que no desmonta la depredación. Entonces,
la única solución posible es aquélla que se funda en un desarrollo
compatible puesto que una sustentabilidad sustantiva, para serlo, debe anclarse
en la sustentabilidad (perdurabilidad) planetaria y alimentaria: alimentar al
planeta antes de que sea demasiado tarde; invertir el término recibir para dar,
por su contrario: dar para recibir. Y lo anterior implica convertir las
incompatibilidades fundantes de la sociedad moderna y posmoderna en
compatibilidades tanto en la relación con la naturaleza como, desde luego, en
la sociabilidad espacio-temporal concreta.
Al mismo tiempo, deberá aplicarse un enfoque
transcivilizatorio, policéntrico, multi-racional y basado en el pluralismo
conceptual y metodológico; esto permitirá avanzar hacia una sociedad
alternativa, temprana o embrionaria, mediante un desarrollo compatible
hombre/Natura/Sociedad/Cultura.
En este sentido, las principales problemáticas de un país en
el marco descrito, y en el contexto de la transición civilizatoria, serían las
siguientes:
La condición sine qua non es parar el modelo
depredador y al mismo tiempo impulsar un modelo alterno basado en la
salud planetaria y en la calidad, no en el incremento del nivel vida,
[18] para
construir la nueva civilización.
La pobreza es un obstáculo pero también puede ser un
resultado de la sustentabilidad, por ello es necesario optar por la
expansión de las estrategias de supervivencia y discutir si el
desarrollo sustentable se convierte en un instrumento de la depredación y del
Imperio.
Destacar las limitaciones de un desarrollo sustentable que
no coincide con las necesidades y visos de solución desde los pueblos.
Por ello la extrema pobreza y extrema riqueza son un obstáculo para ello en
países atrasados y avanzados.
La segunda servidumbre representó un carácter regresivo de
los modelos de desarrollo capitalista.
[19] Entonces
la causa de fondo del atraso, específicamente en nuestro país, se
encuentra en la falta de un modelo nacional propio.
Reconocer la importancia de la agricultura; negada por los
neoliberales que sólo ven las leyes del progreso y no del atraso (menos de la
transición)
Terciarización orgánica e inorgánica. Aquí debe distinguirse
en un sector servicios integrado a la reproducción eco-social y no como un ente
aislado; ello implica reconocer el papel prioritario del sector primario y
secundario, obviamente no desde el punto de vista sólo cuantitativo sino
cualitativo.
Combatir ambas pobrezas, rompiendo la atadura de un
desarrollo sustentable, basado en niveles crecientes de pobreza, lo cual a su
vez refuerza evidentemente la depredación (tanto humana como natural) y la
generación de una riqueza que no cubre el daño ambiental.
Conjuntar economía con la conservación de los ecosistemas y
no a la inversa: es decir, conservar la economía rentabilizando la ecología.
Producir-distribuir es la clave y simultáneamente:
recuperando a los pequeños productores, la asociación de todo tipo de
productores y la revaloración del trabajo; educar al trabajo empresarial con
una visión de respondibilidad transcivilizatoria; democratizar bajo los
consejos verdes, basados en la democracia indígena no sólo en materia de
consensos sino de alternancia.
Por lo dicho, suele ocurrir que el desarrollo sustentable se
traduzca como una como fase actual del capitalismo, un nuevo imperialismo
(interno y externo). Y fincado en la absoluta fetichización y mercantilización
de la naturaleza, todo ello como producto del hechizo de la tecnología.
Finalmente, las opciones se encuentran entre: modernidad
tardía, posmodernidad o bien sociedad transcivilizatoria y alterna. El
capitalismo tardío bien puede hundirse en el subdesarrollo (Luxemburgo) o salir
de él (Lenin): ambas situaciones son ciertas y reflejan los hechos reales, aun
en el contexto presente.
Para México, es necesario partir de la constatación de que
el monopolio económico determina al político y a la inversa; por ello, suprimir
este doble monopolio es una precondición para avanzar hacia la superación de
una modernidad tardía y también de una posmodernidad temprana; y encauzarse así
hacia un modelo económico y político alterno basado en la
autodeterminación y autonomía de los pueblos.
Notas
[1] Jungk,
en Passmore, 1997
[2] Ya
que no se supo aplicar el método de Marx al capitalismo, limitándose a repetir
la doctrina sea de manera oficial u oficiosa
[9] “desarrollo
de las fuerzas productivas”
[11] además
de contemplar las particularidades que hacen referencia a la unión
primer/tercer mundo; y a la unión este/oeste, presentes en nuestro país
[19] en
México principalmente, pero también en Latinoamérica, mediante el binomio
hacienda-peón; agroindustria-peón
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opción hacia el futuro, Fundación Dag Hamarksjold, Costa Rica, 1982.
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James O’ Connor, “Las dos contradicciones del capitalismo”,
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Herbert Marcuse, La obsolescencia del marxismo, Oveja
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Martin Heidegger, La pregunta por la técnica, Alfa,
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John Passmore, “El hombre como déspota”, en T. Kwiatkowska y
Jorge Issa, Los caminos de la ética ambiental, UAM/Plaza y Valdés, México,
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