Por otra parte, este sector genera aproximadamente 5.000 empleos directos y 15.000 indirectos, lo que cuenta para el país. Aparece claramente que esta producción se inscribe dentro del cambio de la matriz productiva, con el deseo de implementar tecnologías de punta en el sector agrícola para que el país se posicione como el primer productor del mundo[5].Sin embargo, uno puede preguntarse sobre el precio ecológico y social de semejante producción¿ La gran mayoría de las empresas de brócoli producen bajo la forma de monocultivos, con todas las consecuencias de este tipo de agricultura, tanto para el ambiente, como socialmente[6]. En Ecuador, solo tres agroindustrias dominan el mercado del brócoli congelado de exportación: PROVEFRUT, NOVA y ECOFROZ. La dos primeras se encuentran en la provincia de Cotopaxi y la última en Pichincha.
Lo que pasa en una región donde el proceso se ha desarrollado de manera intensiva, puede dar respuestas interesantes[7]. Proponemos la descripción y las reflexiones que siguen, como hipótesis de trabajo a verificar y profundizar más adelante, sin embargo con la convicción de que ellas pueden ya servir de base para una acción.
1. El brócoli en Cotopaxi: las empresas
En la provincia de Cotopaxi se cultiva 68 % del brócoli del país (MAGAP, 2011). Haciendas de ganadería fueron transformadas en cultivo de este producto. Cerca de la capital, Latacunga, los dos lugarescon más extensión del monocultivo de la provincia, son la parroquia Guaytacama y La Matriz de Pujilí.Dos empresas, un holding y una corporaciónhan organizado el cambioproductivo: BrownvilleInvestment, con sede en Panamá y Corola N.V., con sede en las Antillas holandeses. Pertenecen a dos familias que poseen cada una el 50 % del capital de cada empresa: la familia Correa Holguín y la familia ZellerStarcewich.
Se trata de una transformación radical del territorio, que implica la reproducción de la concentración histórica de la propiedad de la tierra y el control del proceso de producción. Desde los noventas, el Estado impulsó la agricultura de productos no-tradicionales de exportación. Al mismo tiempo las agriculturas indígenas y campesinas, que habían sido relegadas a tierras de montañas y de baja productividad, se transformaron en minifundios de mera subsistencia. En el caso de Pujilí, las comunidades indígenas que son afectadas en su capacidad agrícola, su organización social y su identidad y valores culturales: sonel pueblo Altamalag del 5 de Junio y el de San Gerardo, de nacionalidad kichwa. El paisaje pasa de la heterogeneidad a la homogeneidad.
En Pujilí, la producción empezó en 2008 y la primera cosecha tuvo lugar en septiembre del mismo año. El 31 de Mayo 2007, el Sr Peñaherrera vende la hacienda al Sr Francisco Correa, que destruye los muros de piedra, las iglesias, la plaza de toros y la transformaen lotes[9].Se debe añadir también la construcción de un reservorio de agua de una capacidad de 30,000 litros cúbicos. Lo esencial de la producción está en manos de la empresa, que utiliza máquinas para reducir el empleo, que en Nitanga representa alrededor de O.5 personas por hectárea. Hay tres cosechas por año. Entre el 10 % y el 20 % de la actividad productiva se realiza bajo la forma de contratos conmedianos hacendados, que deben poseer un mínimo de 20 hectáreas y una capacidad de endeudamiento de por lo menos 1,400 dólares por hectárea. Reciben las plántulas, el abono, los pesticidas, a condición de vender en exclusividad sus productos a la empresa. Ellos deben renunciar a su autonomía productiva y dependen del mercado internacional.
2. Las condiciones ambientales de la producción
La producción de brócoli demanda mucha agua. En Pujilí, existen dos reservorios, uno de gran dimensión en el páramo y otro cerca de la plantación. En esta última, 185,48 litros por segundo son absorbidos por la empresa, dejando solamente 4 litros por segundo para la comunidad de Altamalag del cinco de Junio. Hubo una diminución seria del acceso al agua sobre 80 hectáreas de sus territorios.
Pero demasiado agua o lluvias de granizos es también negativo. Para evitar estos inconvenientes, la empresa usó geoingeniería, instalando cañones antigranizos y empezó a bombardear las nubes para evitar la caída de granizo en el monocultivo de brócoli y generando, al contrario, una escasez de agua para los cultivos de las comunidades. Además el ruido de los cañones era insoportable para la población.
El uso de agroquímicos afectó también las aguas y el grado de contaminación era alto en lugares cercanos a las plantaciones. Al principio, la empresa utilizó el glifosato de Monsanto, ya prohibido en los Estados Unidos y en Europa, por ser un herbicida no selectivo de amplio espectro por su alto grado de toxicidad.
No solamente las aguas padecían de la polución, sino también los suelos. Se habla en el lugar de una disminución de la productividad y por esta razón la empresa pensaría trasladarse dentro de poco tiempo al Perú, dejando en la región tierras empobrecidas. Sin embargo, algunos dirigentes dicen que esta posible migración sería debida al abandono, por el Gobierno del Ecuador, del ATPDEA. En 2011, el Ministerio del Ambiente declaró que Agronagsinche no cumplía con las normas ambientales y hubo un juicio, el 09.05.11. A pesar de eso, los habitantes de la región afirman que prácticamente no hubo ningún cambio. Por ejemplo se fumiga muy cerca de las casas, sin respetar la regla de 200 m.
Al mismo tiempo un factor ambiental importante es la proliferación de plagas y enfermedades que se presentan por la intensificación de este monocultivo y que se vuelven resistentes a los productos químicos.
3. Las condiciones laborales de la producción y del procesamiento
En Nitanga, trabajan aproximadamente 650 trabajadores/ras de campo. En la agroempresaProvefrut, alrededor de 990. En el proceso de producción existe un doble mercado de trabajo, los asalariados, que tienen un contrato y el seguro social, y, el personal de apoyo o temporal, que no goza de estos derechos, lo cual es ilegal. En Pujilí, la segunda categoría representa el 35 % de los trabajadores. En gran mayoría son mujeres. Ellos y ellas son temporales y reclutados por cabecillas por una duración de dos a cuatro semanas. El cabecilla recibe 12 dólares por trabajador y por día y paga 10 dólares. Estos y estas trabajadores y trabajadoras tienen entre 18 y 35 años. Se trata obviamente de jornaleros y jornaleras tercerizados y su consciencia de este hecho los (y particularmente las) lleva a un sentimiento de rabia impotente, porque no tienen ningún medio de hacer prevalecer sus derechos.
Los resultados recogidos de 80 encuestas realizadas en el 2012, muestran que en el campo, los trabajadores/ras laboran del lunes a viernes y ocasionalmente los sábados, con una diferencia de 9 horas diarias en Pujilí y 11 horas en Guaytacama. Además, en promedio, acumulan 27 horas extras al mes, lo que supera el límite permitido por ley en un cincuenta por ciento.
Para todos, el ritmo de trabajo es intenso. Por ejemplo, en la agroindustria, se procesan 13 quintales (600 kg) por día y por persona. El tiempo acordado para la comida varía entre media hora y una hora. Oficialmente el trabajo empieza a las 7 h. para terminar a las 16 h., es decir 8 horas diarias, pero de hecho se trata de mucho más, el promedio siendo 37 horas extras por mes. Sin embargo, trabajadores entrevistados dicen que hay casos de 60 horas y hasta 80 horas de trabajo por semana. Es muy frecuente que las horas extras no sean pagadas y varios pretextos son utilizados a este propósito. Si no salimos a trabajar los sábados, dice un trabajador, nos quitan el 50 % de las horas extras hechas los días laborales. Además en el área denominada escuelita, en que 40 trabajadoras están a prueba por un periodo de uno a tres meses y son cualificadas según su rendimiento. En estas circunstancias, los trabajadores no tienen tiempo necesario para trabajar en sus cultivos propios.
El trabajo en la planta de procesamiento del brócoli, con 990personas, la mayoría mujeres, se realiza en tres turnos: de las 6 horas a las 14, de las 14 a las 21 y de las 21 a las 6. Los trabajadores rotan cada semana. Si el aporte de materia prima es abundante, se trabaja dos turnos. El número de horas extras es alto (algunos trabajadores hablan de un promedio de 37 por semana). Las condiciones de trabajo son duras: largas horas de pie, en el ruido de las máquinas, con el frío y también el estrés para aplicar las normas de calidad. El comedor es demasiado pequeño y se come en turno, con apuro. Hay pocas letrinas.
En ninguno de los lugares de la producción y del procesamiento, hay guardería para los niños, a pesar de que en los dos casos, el número de trabajadores sobrepasa 50 y que el código laboral de 2010 lo exigía. No existe una atención adecuada a los problemas de salud, que no son pocos; como lo veremos. En Pujilí, una proporción importante de los trabajadores provienen de las comunidades ya citadas.
Las mujeres forman la mayoría de los trabajadores en la producción, casi el 60 % y en el procesamiento, el 70 %. No se debe olvidar que para una gran parte de ellas, eso significa un doble trabajo, con la responsabilidad que tienen en la familia. La falta de guardería pone un problema más agudo todavía. Para evitar una falta de productividad, las empresas pedían un certificado de no embarazo, pero ahora exigen una pruebas de orina, lo que es ilegal.
Desde el principio, los trabajadores se quejaron de las malas condiciones laborales. Las trabajadoras se organizaron endógenamente y recibieron asesoría de un abogado especialista en asuntos laborales para constituir un sindicato, lo que ocurrió en 2008. Evidentemente una afiliación era casi imposible para el personal de apoyo. Por otra parte, existía un miedo entre los trabajadores regulares, por las intimidaciones de parte de las empresas: si no aceptas las condiciones, hay 5 personas que esperan en la puerta para tomar su empleo. En 2010, se creó el Comité patronal, para luchar contra el sindicato. A los nuevos trabajadores/ras se les obliga afiliarse a este comité. El resultado es que en 2012, en la planta de Prodefrut, en Guaytacama, 850 trabajadores son afiliados al Comité patronal, es decir, el 82.6 % y solamente el 17.4 % al sindicato. En la empresa de producción Nitanga, es el 100 % de los trabajadores que están afiliados al Comité patronal. Sin embargo, según las entrevistas realizadas con los trabajadores de los dos sectores de la industria, se ha perdido todo tipo de confianza en la dirección de las empresas, que intimida, trata de comprar a los líderes sociales potenciales y desprecia a los trabajadores, especialmente si son indígenas, que califican de atrasados.
Según los trabajadores y también declaraciones de médicos, se multiplicaron enfermedades de tipo profesional, como tendinitis, hernias, lumbagos y afecciones respiratorias y digestivas y intoxicación por agroquímicos. Losdatosdel IESS sobre el asuntoson confidenciales. Lo único seguro es la multiplicación de los casos y la poca atención médica que reciben los trabajadores. En el caso del personal de apoyo, cada enfermedad se traduce por la pérdida del trabajo y por consecuencia de entrada financiera, sin ningún derecho a un recurso médico.
Un caso particular de las consecuencias sobre la salud del resto de la población es el de la escuela Belesario Quevedo, en medio de los campos de brócolis, sobre la carreterade Pujilí a Cusubamba, a unos kilómetros al sur del casco de Pujilí. El 15 de marzo 2010, es decir dos años después del inicio de los cultivos de brócoli, y de la utilización de productos químicos de alta contaminación, se firmó un acuerdo entre un delegado del Ministerio del Ambiente, un representante del Gobierno municipal de Pujilí y responsables de la empresa. La decisión de no utilizar productos químicos fuertes alrededor de la escuela, de hacer la fumigación manualmente y de cambiar la producción de brócoli por otros productos, menos exigentes en pesticidas. Cerca de seis meses después, el tres de septiembre del mismo año, un periodista, Nelson Fueltala, reveló que la situación no había cambiado y que la empresa perjudicaba la salud de los niños. Cuando el viento era fuerte, todos tenían que abandonar la escuela, por el olor insoportable de los productos químicos. Muchos niños padecían de mareos, dolores de cabeza y daño en la vista.
El 18 de octubre 2010, el Ministerio de Salud Pública hizo una inspección, revelando que sobre 42 niños presentes en la escuela ese día, 40 estaban afectados por alguna afección probablemente debida a los productos químicos, 35 de ellos con faringoamigdalitis. El 8 de febrero 2011, se detectó una cefalea intensa en una niña de la misma escuela y el 24 de marzo, una profesora se encontró con un riesgo serio de patología cerebral. El 11 de mayo del mismo año, el Consejo cantonal de la Niñez y Adolescencia de Pujilí reconoció los hechos.
Finalmente a finales de 2011, la escuela fue cerrada por la voluntad de los maestros que no podían soportar más esta situación. Los niños fueron repartidos en otras escuelas de Pujilí, muchas veces más lejos de sus lugares de residencia.
5. Las protestas
Las primeras protestas fueron contra el ruido provocado por el bombardeo de las nubes. El 6 de abril de 2009, se organizó una marcha y se firmó una carta colectiva. Rápidamente se añadieron a las protestas los problemas del agua y del no-respeto de los procesos legales. Hubo dos reuniones en la alcaldía de Pujilí. El Centro de Educación popular creado en 2008 jugó un papel importante para apoyar las comunidades y los trabajadores en sus reivindicaciones. En 2010 y 2011, una consulta previa fue organizada, pero se trató solamente de la presentación del plan de manejo de la empresa por parte de sus dirigentes, en presencia de las autoridades parroquiales. Estas reuniones terminaron en desacuerdos a veces virulentos.
El 11 de Agosto de 2009, el Tribunal de Pujilí declaró ilegítimos los bombardeos. La defensa de las empresas se basó sobre varios argumentos. En primer lugar ellas creaban empleos y habían contribuido al desarrollo de la región durante los últimos 20 años. Los bombardeos se realizaban con las últimas tecnologías experimentadas en Nueva Zelanda. El riego se hacía de manera responsable. El uso de los productos químicos seguía las normas internacionales, bastante estrictas para la producción del brócoli y no se había detectado ninguna enfermedad como consecuencia de esta práctica. La empresa apeló, pero fue de nuevo condenada.
El 26 de Enero de 2010, hubo una nueva ola de protestas, por el incumplimiento de los acuerdos. Nuevos bombardeos habían tenido lugar. Se ocupó la toma de agua y se pidió una nueva intervención de las autoridades. La empresa cambió su método de bombardeo de las nubes, utilizando tecnologías no ruidosas.
6. ¿Es posible construir el socialismo del siglo XXI con el capitalismo del siglo XIX?
La flexibilización y la intensificación del trabajo y su tercerización con irrespeto del código laboral, son el fruto de una explotación destinada a reducir el costo de producción, aumentar la tasa de ganancia y de acumulación del capital y también a competir en el mercado mundial. La proletarización o la semi-proletarización de los campesinos, de los indígenas y en particular de las mujeres, son el resultado del proceso. En el caso del brócoli, el capital utiliza el trabajo hasta el límite de la vida física de los trabajadores y no se tiene que preocupar mucho de la reproducción de las fuerzas de trabajo, porque las reservas de trabajadores potenciales son altas. El proyecto de reformar el Código laboral tiende a reducir ciertos derechos de los trabajadores, como la obligatoriedad de las guarderías, servicios de alimentación y servicios médicos, así como el aumento del número de horas extras legales.
Por otra parte, el carácter asistencial de la lucha contra la pobreza (ciertamente importante y eficaz en muchos casos), financiada por recursos de la exportación tiene el riesgo de ocultar la necesidad de medidas estructurales. De verdad que reforzar las instituciones de salud y de educación y su acceso, ya entra en esta perspectiva. Pero antes de todo es una reforma agraria que sería necesaria, favoreciendo la agricultura familiar y la reproducción de los valores culturales y de la identidad de los kichwa, con políticas dinámicas. Se trata también de crear empleos dignos de seres humanos, dentro de una estructura laboral diferente.
Se debe también estudiar más de cerca cual fue la influencia de la producción de brócoli sobre la disminución de la pobreza en la región. En el cantón de Guaytacana, por ejemplo, casi 20 años después del inicio de esta actividad, hay todavía 75 % de pobres (gente que no puede satisfacer sus necesidades elementales) y 86 % de ellos viven en el campo. Sería también importante estudiar en qué medida las prácticas ambientales y sociales de las empresas de brócoli no contribuyen a crear más pobres, hecho oculto por las políticas asistenciales del Estado.
Todo eso lleva a una interrogación sobre el concepto de nueva matriz productiva. En varios artículos de prensa se presenta la extensión del monocultivo (caña de azúcar: 10,000 hectáreas, agrocombustibles: centenares de miles de hectáreas [10], brócoli: aumento de la producción para la exportación) como parte integral de la nueva matriz productiva. Cómo combinar eso, en la práctica, con el Buen Vivir afirmado como meta fundamental de la sociedad y del Estado en Ecuador ¿No sería que la nueva matriz productiva ignora también las externalidades?
7. Propuestas para una transición
No basta evidentemente describir las situaciones y analizarlas, sino que se necesita proponer soluciones. Es lo que queremos hacer en esta última sección de este trabajo.
1) Estudios sistemáticosPara tener una base sólida de acción, algunos estudios son necesarios, que no impiden medidas a corto plazo, pero que ayudarían la formulación de las soluciones a más largo plazo. Se trata de 4 campos esenciales. Un estudio agronómico sobre el estado de los suelos, el sistema de agua, los cultivos los más adecuados, etc. Un estudio antropológico, sobre las comunidades y sus organizaciones. Un estudio económico sobre el cultivo del brócoli incluyendo las externalidades y un estudio jurídico sobre las tierras indígenas, el fenómeno de las empresas en cadenas permitiendo escapar a la ley laboral y fiscal y sobre el estatuto de empresa nacional y su localización en paraísos fiscales.
2) Medidas a corto plazoA corto plazo se pueden proponer las medidas siguientes: la implementación de las leyes laborales y ambientales; la repatriación del capital de los paraísos fiscales al Ecuador; la protección de los sindicatos.
3) Medidas a medio plazoSe puede pensar en las iniciativas que siguen: permitir a las comunidades la compra de las tierras de las empresas, como lo proponen[11], ayudándolas conun crédito agrícola y promoviendo las empresas comunitarias por una parte y la constitución de cooperativas campesinas por la otra, diversificación de la producción, sin excluir los brócolis; adopción de métodos orgánicos para la producción agrícola; re-fertilización de los suelos; promoción de huertos familiares para producir legumbres y la cría de pequeños animales; reorganización del sistema de riego.
4) Medidas a largo plazoEl procesamiento del brócoli pide tecnologías adecuadas y una base regional de organización. A largo plazo sería deseable o de dar a la empresa un carácter de cooperativa como propiedad de las entidades productivas: comunidades o cooperativas de producción, o de transformar la composición del capital para constituir una empresa mixta, con 51% de capital público. Finalmente, en el cuadro de la CELAC o de UNASUR, sería necesario concluir acuerdos regionales a escala latinoamericana que podrían reducir el aspecto competitivo jugando sobre las ventajas comparativas (salarios más bajos, condiciones de trabajo menos costosas, menos gastos de protección del ambiente, etc.).
Tales medidas entrarían en un proceso de transición hacia otro proyecto de desarrollo, tal vez menos rápido, pero mucho más sólido a largo plazo. No se trata de proponer un retorno al pasado, sino construir visiones de futuro, en función de un nuevo paradigma, exigido por el fracaso ambiental y social del capitalismo [12].
Notas
[1]ElTelegrafo, 15.07.13. La mayoría de los datos provienen del Ministerio de Agricultura y Pesca (MAGAP).
[2] Cifras dadas por el Centro de Estudio y de Análisis (CEA) de la Cámara de Comercio de Quito.
[3] Decreto ejecutivo N° 100, del 2 de septiembre 2013. El total de subsidios se estima en 23 millones de dólares.
[4] Edwin Ulloa, El remedio contra los golpes del Atpdea, El Telégrafo, 21.09.13.
[5] Víctor López, presidente de la Cámara de la Agricultura de la Zona 1, en El Comercio, 06.10.13
[6] El profesor Marc Dufumier, profesor emérito en AgroParisTech, escribe: Desgraciadamente, hay que reconocer que en el seno de una economía mundial cada vez más globalizada, numerosos fueron los agricultores que, para seguir siendo competitivos en el mercado internacional, implementaron sistemas de producción agrícola de gran escala ocasionando graves dañosambientales: caída de la tasa de humus de los suelos, erosión y salinización de las tierras arables; deslizamientos de lodos y derrumbes; pérdida de la biodiversidad domesticada y silvestre; sobremortalidad de las abejas y de numerosos insectospolinizadores; proliferación intempestiva de insectos predadores, de agentes patógenos y de malezas, contaminación de los alimentos, del aire, de las aguas,y de los suelos; descenso extremo de los mantos freáticos; recurso inconsiderado a energías fósiles (productos petroleros y gas natural); emisiones de gases con efecto invernadero (gas carbónico, metano y protóxido de nitrógeno) y contribuciones al calentamiento global, etc. Agriculturas familiares, fertilidad de los suelos y sostenibilidad de los agroecosistemas, manuscrito preparado para el seminario sobre Agricultura campesina en la vice-presidencia de Bolivia, 21-14.10.13.
[7] Muchos datos que utilizaremos en este trabajo provienen de la tesis en preparación en la FLACSO (Programa de Desarrollo territorial rural) de Maria Rosa Yumbla, De Patrón de Hacienda a Patrón de Empresa.
[8] Escribe Marc Dufumier: América latina sigue todavía dominada por estructuras agrarias de una desigualdad extrema, con propiedades muy grandes en los cuales los dueños ausentistas no trabajan ellos mismos e invierten generalmente muy poco capital. Estos notables cuyas grandes propiedades son confiadas a administradores asalariados (mayordomo, capataz, etc.) no tienen en efecto interés en invertir fuertemente en sus propiedades porque es generalmente más rentable y menos arriesgado invertir su dinero en otros sectores de actividad que no son la agricultura: el sector inmobiliario, el comercio, la finanza, etc. (Ibídem).
[9]Entrevista a un poblador indígena de la comunidad 5 de Junio en Pujilí, por María Rosa Yumba, op.cit., p.47.
[10] Ver F. Houtart, El Escándalo de los Agrocombustibles para elSur, Ed. Tierra, Quito, 2012.
[11]De hecho es bastante paradójico ver comunidades pedir la compra de tierras que les fueron expropiadas por la fuerza, para convertirse en tierras de la Iglesia y después en haciendas.
[12]Ver F. Houtart, De los Bienes Comunes al Bien Común de la Humanidad, Ed. Lo que se nota en este caso plantea muchas interrogantes a propósito de los demás cultivos de brócoli en el país, pero también para el sector entero de los monocultivos, que sean de la banana, de la caña de azúcar o de la palma africana. La integración de la agricultura en la lógica del capitalismo conlleva al olvido de las externalidades, es decir todo lo que no entra en el cálculo del mercado. Se trata de los daños ambientales, sociales y culturales. Se ignora la pérdida de la biodiversidad, la contaminación de las aguas, la destrucción de la fertilidad de los suelos, la perturbación de los territorios, el cambio de los paisajes, pero también los derechos de los trabajadores, la dignidad del trabajo, la salud de los trabajadores y de la población, la organización social y la cultura de las comunidades indígenas. Estos factores se toman en consideración solamente cuando empiezan a afectar las ganancias del capital y por ende su acumulación. Es por eso que se necesita la intervención del Estado, para acompañar la lucha de los trabajadores, las reivindicaciones de las comunidades que defienden la vida, su posibilidad de reproducción y los esfuerzos por mantener viva y actual su identidad. El socialismo del siglo XXI exige estas metas, en contradicción con las prácticas de un capitalismo del siglo XIX, como lo observamos en la producción del brócoli en Cotopaxi. El Sumakkawsai como proyecto exige la reconstrucción de una visión de conjunto (holística) de la realidad, tomando en cuenta todas estas consideraciones y no solamente la ganancia del capital.
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