Cristopher Arthur | Para
mucha gente este libro será su primera introducción a Enrique Dussel, el
destacado especialista latinoamericano en Marx. Aunque algunas de sus obras
sobre la filosofía de la liberación han sido traducidas al inglés, no ha sido
así con su monumental trilogía dedicada al cuidadoso estudio de todos los
escritos económicos de Marx (Dussel: 1985, 1988, 1990). De modo que la presente
traducción del segundo libro de la misma, sobre los manuscritos 1861-63 de la Crítica
de Marx, debe ser gratamente bienvenida y los editores deben ser felicitados
por su iniciativa.
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Foto: Enrique Dussel |
En este contexto, la obra cumple una doble función: por un
lado nos provee una vía hacia la muy original interpretación de Marx
preconizada desde hace mucho por Dussel, mientras por el otro es la primera
obra en inglés dedicada únicamente al manuscrito de 1861-63, efectivamente la
"segunda redacción" del El Capital, si consideramos a los Grundrisse
como la primera.
[1] Sin duda, esta segunda cuestión es el
motivo de haberse seleccionado para traducir primero a este volumen del medio
de la trilogía de Dussel. El manuscrito 1861-63 de Marx fue publicado en alemán
entre 1976 y 1982, y en inglés entre 1988 y 1994.
[2] Sólo ahora, entonces, puede comprenderse
su importancia, y Dussel es un excelente guía para sus complejidades. En su
opinión, tal como en los Grundrisse, entramos aquí en el
"laboratorio" de Marx y vemos cómo construye sus conceptos y
desarrolla sus teorías. Sin embargo,
considerando la mencionada doble función
de este libro, en esta reseña intento concentrarme más en la interpretación
global de Marx que ofrece que en presentar una descripción detallada del
manuscrito mismo.
El manuscrito de 1861-63 es excepcionalmente interesante
debido a que cubre el período en el que se afirmó originalmente la estructura
de El Capital.
[3] Incluye, además de la conocida Teorías
del Plusvalor extractada del mismo, un borrador del Libro I (Partes 2-4) y un
primer borrador de gran parte del Libro III. La exposición de Dussel sigue
cronológicamente el manuscrito de Marx, sección por sección, de acuerdo a la
traducción inglesa. Esto facilita nuestra comprensión de cómo clarificó su
pensamiento Marx en una serie de cuestiones, así como explica sus confusiones y
dificultades.
El manuscrito comienza con el "Capítulo 3, El Capital
en general" porque es una secuela de la Contribución a la Crítica de la
Economía Política de 1859. En este sentido la Contribución debe ser considerada
como parte de la segunda redacción de El Capital (Marx: MaE 1989, pág. 317).
Aquí debo disentir de la afirmación de que las últimas tres redacciones del
Volumen Uno comienzan con lo que se convirtió en la Parte Dos porque "esta
Parte es el verdadero punto de partida conceptual de la teoría de Marx"
(pág. xvii) (Dussel: 2001). Comienzan con la Parte Dos por la razón mucho más
terrenal de que la Parte Uno ya había sido publicada. Fue rehecho finalmente
para la publicación de El Capital de 1867 "no sólo por su conclusión"
sino también porque debe haber habido "algo que falta en la primera
presentación" ya que nadie la comprendió adecuadamente. (Marx a Kugelman,
13 de octubre de 1866).
En su tratamiento de la relación del capital, Dussel
enfatiza que, de acuerdo a la teoría de Marx, el trabajo vivo es la
"fuente creadora" del plusvalor. Sin trabajo vivo, el capital no
puede valorizarse. Que el capital es la fuente de su propia ganancia, es una
ilusión nacida de la forma engañosa de las "apariencias" de las
cosas. Uno de los pasos más importantes que da Dussel es situar esta
"fuente" en la "exterioridad"; viene del exterior de la
totalidad del valor sistematizada por el capital. Sobre esta base Dussel
critica a quienes, como Lukács, promueven la "totalidad" como el
concepto clave en Marx. Sin embargo, el mismo Dussel retiene la categoría
porque es consciente del hecho de que el capital tiene un impulso totalizador
y, a través de su subsunción del trabajo bajo sus formas, genera una unidad
contradictoria con su "otro". No obstante Dussel tiene razón en
señalar la alteridad radical de la fuente del plusvalor desde la misma
totalidad del capital. Volveremos sobre este punto.
Dussel destaca que el carácter "macroeconómico" de
la teoría de Marx ya es evidente en el borrador de lo que luego sería el
capítulo "Contradicciones en la fórmula general del capital". Aquí se
plantea que el plusvalor de la clase capitalista de conjunto no puede ser
aumentado solamente a través de actos de circulación, aunque la ganancia de
algunos capitalistas individuales pueda aumentar a expensas de otros.
[4]
Teorías del plusvalor
Fue mientras trabajaba sobre el plusvalor relativo que Marx
se detuvo y comenzó en un nuevo cuaderno una digresión titulada Teorías del
Plusvalor, que se transformó por su cuenta en una inmensa obra. De hecho, más
de la mitad de los manuscritos de 1861-63 se refiere a las teorías del
plusvalor. Dussel señala que el significado de estos estudios ha sido
gravemente mal interpretado, porque Engels y Kautsky los trataron como
equivalentes al prometido "Libro IV" de El Capital Encontramos a
Engels escribiendo en su Prefacio al Volumen Tres que "El Libro IV ‑la
historia de la teoría de la teoría de la plusvalía‑ será abordado por mí tan
pronto como se sea posible" (Marx 1981, pág.98). Pero Engels simplemente
no vio que las teorías del plusvalor no podían haber sido proyectadas para el
Libro IV de El Capital debido a que para la época en que fue compuesto el
manuscrito, ¡no había tal proyecto! Sin embargo, Dussel no identifica la fecha
en que apareció este proyecto para un cuarto libro (no un "volumen")
de El Capital.
[5] Fue en marzo de 1865, cuando Marx firmó
un contrato por El Capital con el librero Meissner. En verdad, éste esperaba
que sería precisamente el libro sobre "la historia de la economía
política" el que aseguraría el éxito del proyecto, y le molestó muchísimo
que Marx jamás lo presentara. La confirmación de que las teorías del plusvalor
no tenían nada que ver con este Libro IV se encuentra en la carta de Marx a
Engels de ese mes de julio sobre su progreso; afirma que el libro IV
"todavía tiene que escribirse". Dado que Engels encontró materiales
sobre las "teorías" equivalentes a tres volúmenes, sería algo
extraordinario decir si ellos eran en verdad el cuarto libro, con mayor razón
porque habitualmente Marx exageraba a sus corresponsales sobre cuánto de El
Capital ya había sido preparado para la publicación.
Aunque no usa esta evidencia, Dussel afirma con razón que
las "teorías" no estaban proyectadas para el Libro IV. Entonces, ¿porqué
en el medio de la redacción del Libro I Marx se apartó para embarcarse en este
enorme estudio? Una posibilidad que propone Dussel es que Marx estaba siguiendo
el modelo fijado por su publicación de la primera parte de su gran obra, la Contribución
a la Crítica de la Economía Política en 1859. Ésta complementaba cada uno de
sus capítulos fundamentales sobre las mercancías y sobre el dinero con estudios
de la literatura relacionada. Este puede haber sido en realidad el origen de
las "teorías": ver el plan de enero de 1863, redactado cuando Marx
había completado virtualmente las "teorías del plusvalor" (MaE: 1991,
pág. 347). Pero ellas van más allá de cualquier plan por el estilo. Como
acertadamente argumenta Dussel, las "teorías" son el sitio de una confrontación
crítica con el paradigma opuesto: "Esta confrontación de teorías, de
categorías, (...) en consecuencia, ni una exposición histórica ni una teoría
(ni teorías) del plusvalor, fue de gran importancia en la biografía intelectual
de Marx". (pág. 111, también pág. 261). A través de esta confrontación
crítica Marx desarrolló categorías que eran necesarias para explicar fenómenos
concretos que apenas había tratado en los Grundrisse.
Una de las luchas más importantes fue la de clarificar la
relación entre el concepto de una tasa media de ganancia y el concepto de lo
que se convirtió en "precio de producción". Subrayo "lo que se
convirtió" porque una de las cosas que Dussel consigue mostrar es la falta
de claridad de la terminología de Marx en los primeros pasajes.
[6] Sólo por una confrontación con la teoría
de la renta de Ricardo obtuvo la claridad final sobre esta cuestión;
confrontación ocasionada en sí ¡por la necesidad de estudiar una obra de
Rodbertus sobre el tema antes de devolverla a su propietario! Marx desarrolló
las categorías de la distribución a partir de este casi accidental impulso. A consecuencia
de ello se expandió drásticamente el plan para el Libro III, originalmente
llamado "Capital y Ganancia". El primer signo de esto fue en agosto
de 1862, cuando le dijo a Engels "Me propongo colocar en este volumen,
como capítulo, la teoría de la renta, como ilustración..." (pág. 260). El
plan del Libro III preparado en enero de 1863 es parecido al seguido en el
manuscrito principal del mismo escrito como parte de la tercera redacción de El
Capital (1863-65). Sin embargo, hay una diferencia interesante que Dussel no
comenta. En el plan de 1863, la formación de una tasa general de ganancia vía
precios de producción es seguida inmediatamente por "Renta. (Ilustración
de la diferencia entre valor y precio de producción)" (MaE: 1991, pág.
346). Esta ubicación del tema confirma exactamente la idea de que la renta es
introducida en el Libro III meramente como tal "ilustración", y no,
por ejemplo, como un sustituto para el libro separado originalmente propuesto
sobre la "propiedad territorial". Sin embargo, para 1865 la
"renta" se había separado de su proximidad inmediata al problema de
la transformación, y era tratada luego de otras formas de distribución, lo que
a su vez podría sugerir que un trabajo separado ahora sería superfluo.
Otra cuestión relacionada con otros libros prometidos es la
de "la competencia". El Libro III encarna una paradoja: la
"competencia" juega una parte muy grande en el mismo, y sin embargo
se hace referencia, aún en el manuscrito 1863-65, a una obra separada sobre la
"competencia". En mi opinión, la solución de Dussel es acertada, al
afirmar que el análisis sobre el modo en que la distribución del plusvalor está
regulada por la competencia no agota el tema; que todavía hay aspectos más
concretos a desarrollar.
[7] En consecuencia Dussel sugiere que en la
estructura lógica de Marx hay dos niveles de la competencia: (1) la competencia
general abstracta como en el Libro III; y (2) aspectos más concretos,
pendientes para un trabajo posterior. En todo caso, como resultado de su
"confrontación crítica" con la literatura de la economía política,
Marx pudo organizar la estructura del Libro III y escribir el borrador 1863-65
del mismo. Sin embargo me gustaría subrayar que los borradores 1861-63 de lo
que se transformó en el Libro III, Partes Una, Dos y Tres tienen un interés
independiente, dado que trabajan generalmente a un nivel de conceptualización
que es más dialéctico que el tratamiento más suave en la redacción usada por
Engels.
Luego de todo este trabajo sobre las Teorías del plusvalor y
los temas del Libro III, Marx volvió finalmente adonde había abandonado el
borrador del Libro I. Dussel muestra que en estas partes Marx incorporó su
estudio de la maquinaria, y el modo en que la fábrica mecanizada produce la subsunción
real del trabajo bajo el capital.
Dussel generalmente es un perspicaz comentador del texto,
pero en mi opinión no logra poner de manifiesto apropiadamente una de las más
importantes innovaciones del mismo, aún cuando él cita un pasaje relevante de
la discusión de Marx sobre Bailey (de MaE: 1989, pág. 315). ¿Porqué es importante
Bailey? Como lo mostró Rubin hace tiempo, la reseña de Marx sobre el ataque de
Bailey a Ricardo fue la ocasión para un importante giro en su esquema
conceptual (que pienso que nunca fue trabajado a fondo). En la Contribución de
1859 Marx había copiado impensadamente la lógica binaria de la economía
política clásica: hay "valor de cambio" y hay "tiempo de
trabajo". Pero el valor de cambio sólo puede ser la expresión del valor de
una mercancía en otra cuando se produce la relación de cambio entre ellas. Esto
refleja ‑supuestamente‑ una relación paralela entre tiempos de trabajo. La
abrumadora crítica de Bailey a los ricardianos fue que ellos sustituían
constantemente este criterio relacional (correcto, para Bailey) del valor por
uno absoluto, en el que una mercancía tenía un valor propio definido
independientemente de sus relaciones, aún cuando su valor sólo podía ser
expresado a través de tales relaciones. Marx vio la justicia de esta crítica y
desarrolló explícitamente por primera vez, en este manuscrito 1861-63, un
concepto del valor diferenciado del valor de cambio, aunque todavía en la
primera edición de El Capital un par de notas afirman que el "valor"
es sólo una abreviatura del "valor de cambio". Aunque Bailey insistió
en que el valor sólo podría existir como una relación entre dos mercancías al
mismo tiempo, Marx pudo señalar que el capital es un valor que se compara
consigo mismo en diferentes momentos (MaE: 1988, págs. 100-101, MaE: 1989, pág.
318).
De esta manera Marx terminó adoptando un concepto triple del
valor: el "valor de cambio", el "valor" y el "tiempo
de trabajo"; un cambio cuya percepción hay que reconocer otra vez a Rubin.
El "valor de cambio" expresaba el "valor", y el
"valor" a su vez representaba el trabajo. Sin embargo, muchas obras
marxistas no lo han comprendido, y han hundido al valor en el "valor de
cambio" o en el "tiempo de trabajo". La dificultad que esto crea
ya fue puesta de manifiesto por Bailey cuando observó que Ricardo confundía la
"causa" y la "medida" del valor, al tomar ambas como tiempo
de trabajo. Bailey señaló correctamente que si se intentaba que la teoría del
valor-trabajo explicara los cambios en la magnitud del valor por cambios en el
tiempo de trabajo, entonces medir el valor en tiempo de trabajo produce una tautología
absurda: los cambios en el tiempo de trabajo son explicados por los cambios en
el tiempo de trabajo (Bailey: 1967, Cap. X). Como digo, aunque Marx había visto
la necesidad de afianzar su propia teoría contra Bailey, cuando tiene en mente
la circulación simple, en lugar del circuito del capital, hay lugares en donde
vuelve a caer en la opinión ricardiana; pero esa es otra historia.
La última parte del libro de Dussel consiste en dos
capítulos que son de naturaleza más reflexiva. El primero trata del concepto de
la ciencia en Marx,
[8] y la lógica de sus categorías, volviendo
nuevamente aquí al "punto de partida radical" de la teoría de Marx, a
saber, el "trabajo vivo", y la posibilidad de desarrollar una crítica
ética del capitalismo. El segundo esboza la aplicación por Dussel de las
categorías de Marx (especialmente el "intercambio desigual") al
concepto de la "dependencia".
El "mayor
descubrimiento" de Marx
Quiero volver ahora al tema absolutamente central de la
interpretación de Marx por Dussel (y el carácter curiosamente schellingiano que
le da). Este es el tema de la "exterioridad" como ontológicamente
(Dussel dice "metafísicamente", pero no logro entender la diferencia)
constitutivo del mundo capitalista, y metodológicamente una posición teórica y
práctica crítica (pág. 365). Pero, como él admite, "una vez que el capital
existe, entonces la ‘totalidad’ funciona como la categoría ontológica por
excelencia" (pág. 58). Tanto la proposición de que el capital es una
totalidad (requiriendo entonces ‑en mi opinión‑ una explicación con las
categorías hegelianas del "concepto", aunque Dussel no da este paso),
como la proposición de que el trabajo vivo es exterior al mismo, están fundadas
en los textos de Marx; Dussel no tiene dificultad en encontrar citas adecuadas
en el manuscrito 1861-63. Marx caracteriza al trabajo como
"no-capital", al contrario, "como fuente viva del valor"
(MaE 1988, págs. 170-71. Grundrisse, Cuaderno I, págs. 235-236, Siglo Veintiuno
Editores, México, 1971).
Dussel resume su lectura de la teoría del valor trabajo de
la siguiente manera: "La mercancía, el dinero y aún el capital, son valor,
trabajo objetivado. Mientras que el trabajo vivo no es valor sino que es
‘creador del valor’." (pág. 63). Dussel distingue drásticamente entre la
totalidad-valor del capital y lo que proviene del exterior, y ‑esto es
importante‑ es necesariamente redeterminado categorialmente una vez subsumido
por el capital. De esta manera escribe:
"¿Puede decirse
que el ‘trabajo vivo’, como realidad y categoría, es lo mismo que el ‘trabajo
asalariado’ o el trabajo ya subsumido dentro de la totalidad del capital? En
cuanto subsumido, es una determinación interna del capital, y por ello fundada
en la totalidad del capital. Pero mientras no-ha-sido-todavía totalizada, el
trabajo vivo es realidad (la realidad más absolutamente real para Marx, y la
medida de toda desrealización en la totalidad del capital), es lo
exterior." (págs. 63-64).
Hay entonces una transición desde lo que es exterior en su
origen, y en un sentido sigue siéndolo, hacia lo que está sometido a la
totalización (pág. 74). Un ejemplo de esto es cuando Dussel insiste en que en
este manuscrito la "capacidad de trabajo" se refiere a la
exterioridad que se transforma en "fuerza de trabajo" cuando es
subsumida por el capital y toma la forma de una de sus determinaciones (pág.
66, pág. 69). (Cfr. MaE: 1988, págs. 170-171.)
De acuerdo a Dussel, Marx sitúa al trabajo vivo como la
"fuente creadora" del valor, capaz en verdad de la creación ex nihilo,
a diferencia de la totalidad cerrada del capital. (pág. 64). Escribe: "La
verdad del análisis de Marx se apoya y parte de la ‘realidad real’ del otro
distinto del capital: el trabajo vivo como actualidad creadora de valor o
fuente de toda la riqueza humana en general, no sólo capitalista" (págs.
64-65). Pero la fuente debe ser categorialmente distinguida de su resultado:
Marx escribe: "El trabajo como proceso, in actu, es la sustancia y medida
del valor, no valor. Este valor es sólo trabajo objetivado" (citado en
pág. 271).
Dussel llama la atención correctamente sobre esta
importantísima distinción. Él cree que esta es la base de la teoría del valor
de Marx: "Personalmente, pienso que Marx tuvo para sí como su mayor
descubrimiento la constitución de la categoría de plusvalor o la distinción de
trabajo abstracto y concreto, pero ambos descubrimientos dependen de éste (que
afirmo fue el más importante de todos, y del que Marx mismo no tenía
conciencia): la diferencia entre trabajo vivo; sustancia del valor sin valor, y
el trabajo objetivado, valioso" (pág. 271).
"Personalmente pienso" que esta idea es el
"mayor descubrimiento" de Dussel (aunque más abajo disentiré con su
formulación de sus consecuencias). Marx descubre las implicancias de esta
transición del trabajo al valor cuando escribe en este manuscrito:
"Este proceso de
realización es al mismo tiempo el proceso de desarrollo del trabajo. Él se pone
a sí mismo objetivamente, pero pone su objetividad como su propio no-ser (Nichtsein),
o como el ser de su no-ser (das Sein ihres Nichtseins) ‑ el del capital."
(págs. 276-277) [9]
Dussel sostiene que "sólo desde la afirmación de la
positividad del trabajo vivo", como una afirmación de la alteridad,
"la negación de la negación (...) es posible" (pág. 369). La negación
del trabajo por el capital puede ser revertida a través de una segunda negación
sólo si es conceptualmente posible separar en primer lugar el trabajo vivo de
su forma históricamente determinada como trabajo asalariado.
[10] Sólo esto da lugar para una necesaria distancia
crítica desde la totalidad. La "teoría del trabajo" de la economía
política clásica tuvo el mérito de desviar la atención desde el "ser"
del valor a su "devenir"; sin embargo, dado que no pudo lograr esta
distancia crítica, esa "teoría del trabajo" permaneció dentro de la
totalidad-capital. Sólo el punto de vista del trabajo vivo, críticamente
adoptado, permite el espacio para conceptualizar la subversión del capital.
Schelling y Marx
Hasta ahora he podido evitar toda referencia a la lectura
schellingiana de Marx por parte de Dussel. Pero es esencial tratarla, no sólo
por sí misma, sino porque casi seguramente algunas de las expresiones de Dussel
desconcertarán al lector, porque no explica suficientemente el origen
schellingiano de sus categorías. Este se relaciona ante todo con los términos
"ser" y "realidad", que aquí están claramente opuestos, aún
cuando en el lenguaje ordinario podrían ser tomados como afines. También me
referiré aquí al problema interpretativo de la presunta influencia de Schelling
sobre Feuerbach y Marx.
Aunque Schelling y Hegel habían sido muy amigos al comienzo
de sus carreras, luego se habían separado tanto que diez años después de la
muerte de Hegel Schelling fue llamado a Berlín por las autoridades con la
misión de extirpar de la vida intelectual alemana al hegelianismo. El tema
principal de sus conferencias de 1841 fue la contraposición de su
"filosofía positiva" con la (presuntamente) "filosofía
negativa" de Hegel. De acuerdo a Schelling, la apoteosis de la Razón con "R"
mayúscula de Hegel era necesariamente incompleta. La "Razón" puede
desmontar y reconstruir el mundo, y con eso ofrecer una explicación completa de
lo que es; pero no puede explicar qué es. El "ser" en el sistema de
Hegel es una categoría descriptiva del pensamiento, una categoría a partir de
la cual se deduce un sistema total de pensamientos, hasta llegar a la
"idea absoluta" e incluirla. Pero siempre hay algo más detrás de esta
totalidad, la realidad que se nos revela de una forma mística no racional, y su
"explicación", en la medida en que es posible una, es que Dios nos
revela su poder en esta su creación ex nihilo.
La argumentación de Dussel es que Marx no sólo aceptó el
espíritu de esta crítica a Hegel por parte del viejo Schelling, sino que hizo
cambios análogos en su teoría del valor.
[11] La totalidad de las formas del valor es
inherentemente autorreferencial, y el "Ser" del sistema es el valor
mismo. Pero más allá de esta totalidad, como hemos visto, está la fuente real
del plusvalor, el trabajo vivo. Esto explica la peculiar terminología de Dussel
en la que el "no-ser" es igualado con lo que es real
[12].
Dussel afirma que "es sabido (...) que Marx es heredero
del viejo Schelling, al menos del que en 1841 criticó a Hegel en Berlín, el que
situó a la filosofía hegeliana como negativa y afirmó una filosofía positiva"
(pág. 292).
[13] Esto, ciertamente, ¡no era
"sabido" por Marx! Con referencia a este mismo "viejo
Schelling" y estas mismas conferencias de 1841, algunas de ellas
publicadas en 1842, Marx escribió a Ludwig Feuerbach (3 de octubre de 1843), implorándole
que diera la cara contra Schelling: "Toda la policía alemana está a su
disposición, como yo mismo lo experimenté cuando era director de la Rheinische
Zeitung (...) tú eres precisamente el hombre (para ser el) oponente a
Schelling". Marx volvió también a su disertación doctoral para insertar un
pasaje recordándole al Schelling de 1841 algunas de sus tempranas opiniones
radicales (Marx: 1975, pág. 103). El solo hecho de que el mismo Feuerbach haya
enfatizado lo "positivo" no es un motivo para fundir las críticas de
la "izquierda" y de la "derecha" a Hegel. Para Feuerbach lo
positivo, que se pone sin necesidad de mediación en un opuesto, era la
"sensibilidad". No sólo Dussel se equivoca respecto a Marx; también
se equivoca respecto a Feuerbach cuando dice que "Gracias al viejo
Schelling, Feuerbach podrá emprender por su parte la crítica
antihegeliana" (pág. 292). Feuerbach había estado elaborando su salida del
hegelianismo a lo largo de la década de 1830 y publicado su texto definitivo Hacia
la crítica de la filosofía de Hegel en 1839. Le siguió en 1841 su La Esencia
del Cristianismo. Para el momento en que Schelling dictó sus conferencias de
1841 en Berlín, Feuerbach ya se había refugiado en la soledad rural de
Bruckburg, para redactar un aluvión de manifiestos filosóficos, no
"gracias a Schelling".
[14] Si Marx necesitó alguna ayuda para
liberarse de Hegel, fue con Feuerbach, no Schelling, con quien contó para ello,
como puede verse en el Prefacio a los Manuscritos de 1844.
Dussel habría hecho bien en evitar estos discutibles
comentarios históricos y simplemente afirmar que la analogía de la crítica a
Hegel por Schelling con la crítica de la economía política de Marx es
reveladora, o limitarse a la afirmación de que una lectura schellingiana de
Marx es un correctivo útil para la hegeliana. En resumen, Dussel piensa que
Hegel es una guía excelente para la totalidad del capital pero no para su crítica.
La fuente exterior ocluida del plusvalor: aquí es donde entra Schelling para
auxiliar a Marx en su ontología. Mostraré que en última instancia Schelling no
es útil para resolver problemas que están presentes en la teoría de Marx.
La "fuente
creadora" de valor
Ahora intentaré mostrar que en la lectura schellingiana de
la teoría de la valorización por Dussel se plantea, en un nivel superior, una tensión
ya implícita en Marx. Marx dice dos cosas, como observa acertadamente Dussel:
que el trabajo es la fuente creadora del plusvalor ("el elemento universal
creador de valor", Marx: 1967, pág. 681) y que el capital es valor que se
autovaloriza. Es difícil saber qué puede significar
"autovalorización" si no es que el capital crea valor, lo que
contradice categóricamente la tesis de que el trabajo crea valor. En Dussel,
esta contradicción aparece en una forma particularmente flagrante porque él
interpreta al capital como una totalidad hegeliana, en consecuencia
auto-creadora, mientras que usa a Schelling para apoyar su afirmación de que el
creador del plusvalor debe ser exterior a la misma. Encuentro convincente que
el trabajo vivo "no es valor" y que es capaz entonces de ser la
fuente de nuevo valor. Donde disiento con Dussel, y en verdad con Marx, es en
que el trabajo "crea valor". Típicamente, Dussel usa la frase
"fuente creadora del valor" (por ejemplo pág. 293). Sugiero que esta
frase debería ser dividida: "fuente" y "creadora" son dos
cosas diferentes. Reconozcamos que Dussel es habitualmente sensible a sutilezas
conceptuales de este tipo en la teoría del valor; como cuando escribe: "de
acuerdo a Marx, ‘ser’ valor, ‘poner’ valor y ‘crear’ valor, son tres conceptos
absolutamente diferentes" (pág. 63). A esta lista agregaría el concepto
"fuente" como un cuarto concepto. Expliquemos este esquema
conceptual.
[15]
Ser valor es ser una mercancía; poner valor es someter los
productos a la relación de intercambio, o más precisamente es la presentación
por el capital de sus productos para el intercambio; crear valor es producir
capital por medio del capital (D-M...P...M’-D’); ser la fuente del valor es ser
aquello a partir de lo cual el capital crea el valor. La afirmación de que el
trabajo vivo es la fuente del plusvalor se basa en la dependencia ontológica/metafísica
del proceso de valorización respecto del proceso de trabajo. Sin embargo la
fuente y el creador no deberían confundirse; la fuente del crecimiento del
árbol es el suelo y la energía solar. Pero ¿el suelo "crea" al árbol?
Esta sería una manera extraña de hablar; seguramente es una fuerza inmanente en
el árbol mismo la que lo impulsa a aferrarse a las fuentes de nutrientes para
crecer. Otro ejemplo: la fuente de la energía generada por la hidroelectricidad
es una cascada, pero ésta no "crea" la electricidad. Eso es el logro
del generador. Podría decirse que el agua siempre tuvo esta capacidad, pero
sólo cuando es aprovechada y explotada de una manera particular es la fuente de
energía para la generación de electricidad por la maquinaria. De la misma
manera el capital aprovecha y explota al trabajo vivo para crear valor desde
esta fuente de energía. Si el trabajo vivo es la fuente de la acumulación del
capital, esto todavía deja a la dinámica del capital como el principio creador.
Sencillamente, no se puede afirmar en forma convincente que se crea a partir de
la nada, como la Idea de Hegel.
Por supuesto, sería justo (aunque aún así discutible),
proponer que el trabajo crea valores de uso (nuevamente por medio del uso de
fuentes naturales así como de sus propias energías). Pero que el plusproducto
está determinado como plusvalor, y en verdad es producido en primer lugar por
esa misma razón, no es un resultado del trabajo vivo y su finalidad, sino del
trabajo alienado, del trabajo como valor de uso del capital, imbuido por el
impulso del capital hacia la acumulación. Una vez más, sería apropiado afirmar
que el valor es nada más que "trabajo alienado, reificado", pero
afirmar que el trabajo es la "materia" del valor, por así decir, no prueba
que lo creó, así como afirmar que el mármol es la materia de la estatua tampoco
prueba que la creó.
Para entrar en su dialéctica, necesitamos comenzar desde la
explicación dusseliana del trabajo vivo como "el otro" del capital.
Cada uno al ser incorporado en su otro deviene otro de sí. Así el trabajo vivo
en la "exterioridad" es el otro del capital, pero subsumido bajo el
capital es al mismo tiempo el otro de sí: el trabajo alienado. Lo mismo sucede
al capital cuando desciende de la idealidad auto-referencial del valor a la
materialidad de la producción. Pero por supuesto este proceso de
"otrificarse" (pág. 68) mutuamente no es simétrico. La lucha por la
dominación es ganada por el capital, que vuelve triunfalmente desde la esfera
de la producción con plusvalor, mientras que el trabajo vivo regresa de la
fábrica exhausto y privado de su propio producto. La realización del capital es
la des-realización para el trabajador. Pero si esto es así no puede ser el
trabajo vivo como tal el que crea el valor sino el trabajo asalariado, es decir
trabajo alienado que es reificado en el valor. Esto es porque lo que crea valor
no es el proceso ahistórico del trabajo sino sólo el que es hecho bajo la
totalización del capital, por medio del cual el capital produce valor a partir
de su explotación del trabajo. El trabajo "es objetivado como capital,
como no-trabajo" (MaE: 1988, pág. 115).
La conceptualización del trabajo vivo por Dussel como
"fuente creadora" del valor es parte de su lectura confesadamente
"schellingiana" de Marx, que ya he explicado. Esto también da lugar a
un cuadro ligeramente erróneo de su relación. Dussel presenta generalmente
diagramas en los que la totalidad del capital y su exterioridad son
visualizados lado a lado con entradas del último hacia el primero. Lo que falta
aquí es la permanente referencia de Marx a la característica inversión del
capital. En el cuadro de Dussel parece inverosímil hablar de la totalidad de
capital dado que el "exterior" está cuestionando en forma totalmente
obvia la pretensión del capital de ser un todo. El verdadero cuadro es que la
exterioridad es subsumida (o "abarcada" en la frase de Marx: übergreifen)
por la totalidad, dado que lo que es real y lo que es su mediación cambian de
lugar como resultado de la inversión. Como veremos en la siguiente sección, es
la "identidad" y la "no-identidad" del capital con su otro
lo que provoca la confusión.
Por supuesto, estos comentarios míos van más allá de Dussel;
van hasta el mismo Marx. La interpretación dusseliana de Marx, como tal, es
aceptable como una interpretación.
¿El trabajo es todo?
Debido a su insistencia en que el trabajo vivo es la fuente
creadora del valor, Dussel malinterpreta un pasaje en el que Marx está glosando
las opiniones del socialista ricardiano Piercy Ravenstone. Esto es lo que dijo
Marx:
"La frase de
Ricardo ‘trabajo o capital’ revela notablemente la contradicción inherente en
los términos y la ingenuidad con la cual se afirma que son idénticos (...) Fue
natural que estos pensadores que se ponían de parte del proletariado cayeran en
esta contradicción (...) El trabajo es la única fuente del valor de cambio y el
único creador activo del valor de uso. Esto es lo que afirmáis. Por el otro
lado, afirmáis que el capital es todo, y el trabajador nada o simplemente un
costo de producción del capital. Os contradecís vosotros mismos. El capital no
es sino una estafa hecha al obrero (p. 285). El trabajo es todo (...) ellos no
comprenden la contradicción que describen así como Ricardo no comprende la
identidad del capital y el trabajo " (MaE: 1989, págs. 393-394).
Dussel se aferra a la frase "el trabajo es todo" y
la trata como propia de Marx (pág. 222, pág. 292; pág. 301); pero está claro
que Marx habla aquí por los socialistas ricardianos; no se deduce que los
respalda. En verdad no lo hace; él considera esta afirmación tan unilateral
como la de los teóricos burgueses que piensan que el capital es todo. Ningún
bando ha comprendido que aquí hay una contradicción objetiva: ambas
afirmaciones son ciertas, y ninguna tiene sentido por sí sola.
Vale la pena explorar esta cuestión más detalladamente. Así
podemos citar a Dussel contra él mismo, utilizando este pasaje en que reconoce
el poder de la totalidad del capital: "Este acto ontológico por el que se
niega la ‘exterioridad’ del ‘trabajo vivo’ (y por la que éste es totalizado o
subsumido) es la ‘alienación’ del trabajo. Negación del otro (distinto del
capital) y constitución del trabajo vivo como ‘trabajo asalariado’" (pág.
69).
Por este acto de constituir al trabajo como trabajo
asalariado, el capital se constituye y se embarca en su dinámica inherente de
acumulación. Esto no puede ser explicado sobre la base de que "el trabajo
es todo", así como la afirmación de que "sólo" soy agua y
carbono no explica mi ciclo vital. Una vez que un sistema ha logrado suficiente
complejidad, emergen fuerzas que no pueden ser reducidas a sus elementos
constituyentes. El sistema del capital exhibe precisamente tales poderes
emergentes, independientemente de que él mismo emerja o no de algún "acto
ontológico" original como afirma Dussel.
Subsumiendo triunfalmente al trabajo vivo, y reproduciendo
consecuentemente la relación del capital, el capital puede afirmar con justicia
"soy todo". Así el capital puede desechar como una función derivada
secundaria el hecho de que la fuerza de trabajo tiene que ser reconstituida en
una esfera doméstica no capitalista. Dussel, cuando se ve obligado a precisar
su punto de vista, dice lo opuesto. Afirma que el sistema de categorías de Marx
"no es sino el desarrollo del concepto del ‘trabajo vivo’ (...) dentro del
cual el desarrollo del concepto del ‘capital’ es un momento secundario y
fundado... Todo es trabajo: el capital es sólo trabajo." (pág. 301).
Este punto de vista presta una atención inadecuada al
concepto del capital. El capital se apodera del trabajo vivo bajo la forma de
trabajo asalariado y lo reifica en el valor de las mercancías. Como valor el
trabajo es lo contrario al "trabajo vivo"; es trabajo negado,
des-realizado en vez de realizado. Es inverosímil pensar que el trabajo podría
perpetrar este crimen contra sí mismo; tiene que ser el resultado de algo más,
el capital. A pesar de que el capital es "sólo" trabajo, se ha vuelto
autónomo: el otro del trabajo. "El capital se muestra más y más como un poder
social, un poder social alienado que se ha vuelto independiente, y enfrenta a
la sociedad como una cosa" (MaE: 1991, pág. 144). A este poder social
objetivo del capital "Hodgkin lo considera (...) como una pura ilusión
subjetiva que oculta el engaño y los intereses de las clases explotadoras. No
comprende que la manera de ver las cosas surge de la relación real" (MaE:
1989, pág. 429).
En verdad, si se desarrolla el concepto del capital nos
lleva de vuelta al trabajo, tal como lo vemos en el capítulo siete de El
Capital de Marx, pero, como el otro del trabajo al mismo tiempo, requiere
reconocimiento de su propia efectividad. Marx es capaz de tomar en un solo
pasaje ambas perspectivas:
En la primera aparición del capital, estos mismos presupuestos
(materias, herramientas y capacidad de trabajo) parecieron emerger
exteriormente desde la circulación para ser dados en ella (...) Estos presupuestos
externos ahora parecen momentos del mismo capital, como resultados de su propio
proceso de producción, de modo que el mismo los presupone como sus propios
momentos y condiciones (...) Todos los momentos que confrontaron a la capacidad
de trabajo vivo como (poderes) extraños, externos, consumiéndola y usándola
bajo ciertas condiciones independientes de ella, son puestos ahora como su
propio producto y resultado (MaE: 1994, págs. 199-200).
En pasajes como éste, Marx parece estar simplemente
desorientado sobre quién tiene prioridad, el capital o el trabajo. Pero la
verdad es que están tan estrechamente entrelazados que ambas perspectivas son válidas.
En un sentido el capital totaliza y reproduce todos sus presupuestos, mientras
que en otro sentido esta totalidad misma es el resultado de la alienación del
trabajo. La relación del capital es una unidad contradictoria. A todo intento
de suprimir ideológicamente la contradicción proclamando que "todo es
capital" o "todo es trabajo" le será imposible llevar a cabo
coherentemente semejante programa reduccionista. La alienación del trabajo y la
auto-constitución del capital son inseparables. Es de la mayor importancia
comprender que la contradicción en la relación del capital no es entre el
capitalista y el trabajador (que es meramente un conflicto); la contradicción interna
surge porque tanto "el capital" como "el trabajo" demandan
constituir el todo de su relación; por lo tanto "el capital es sólo
trabajo (alienado)" y "el trabajo es sólo capital (variable)".
En una palabra: el capitalismo se caracteriza por una contradicción en esencia.
(Arthur: 2002b, pág. 51.)
La posición de la
crítica
El problema para interpretar correctamente la crítica de
Marx es que en gran parte de El Capital tiene que entrar en la totalidad del
capital; por lo tanto en un sentido existe el riesgo de que el lector termine
absorbido en esto y llegue a ver al trabajo como sólo un factor de la
producción organizada por el capital. La obra de Dussel es un maravilloso
antídoto contra esto, y él señala exactamente el problema antes señalado:
"Desde el momento en que la totalidad (el capital: el capitalista) subsume
a la exterioridad (el trabajo vivo: el trabajador), el discurso de Marx
comenzará a mostrar todas la determinaciones intrínsecas del capital, de la
totalidad. Por ello la "totalidad" pareciera ser la categoría última,
ya que absorbe casi todo su discurso posterior" (p. 372). La
malinterpretación es posible ya que gran parte del análisis de Marx es acerca
de la totalidad ya constituida; como por ejemplo el problema de establecer los
precios de producción. El mérito de Dussel es llamar la atención sobre el fundamento
de la totalidad en su origen exterior: el trabajo vivo. Gran parte de la
crítica a Marx (por ejemplo la de los neo-sraffianos) es siempre desde el punto
de vista del sistema ya constituido y reificado, ignorante de cómo se subsume
en él el trabajo vivo.
El Capital nos muestra la producción de capital por medio
del capital.
[16] En este sentido la auto-identidad del
capital es su tema principal y era posible que los lectores no comprendieran la
dependencia del capital de lo que es radicalmente el "otro" del
capital, el trabajo vivo que es conceptualmente separable de su subsunción bajo
el capital como trabajo asalariado. Dussel tiene ciertamente razón en destacar
este punto: " ‘El otro’ que la ‘totalidad’, en la ‘exterioridad’, es nada
para el ser del sistema, pero es todavía real. La ‘realidad’ del otro resiste
desde más allá del ‘ser’ de la totalidad" (pág. 368).
Sin embargo, en lugar de insistir en este estilo
neo-schellingiano, habría sido mejor seguir el modelo de la crítica
anti-hegeliana de Feuerbach. De acuerdo a Feuerbach, debido a su inversión de
la relación entre pensamiento y realidad, la filosofía de Hegel definió negativamentea
la última, como meramente el Otro de la Idea. La Idea se pone negando su
negación. Pero, preguntaba Feuerbach, "¿porqué aquello que debe su certeza
sólo a sí mismo no debería ser superior a aquello cuya certeza depende de la
nada de su opuesto"? (Feuerbach: 1972, pág. 229). Debe invertirse la
inversión de Hegel para poner en el centro al "hombre partiendo de la
naturaleza", basado positivamente en sí mismo.
El paso análogo en la crítica de la economía política
comienza a partir del hecho irrebatible de que sin valor de uso no hay valor.
Por muy auto-mediada que llegue a ser la forma-valor, por muy alejados de la
realidad que sean ciertos instrumentos financieros, el "confuso"
mundo del capital debe mediarse en el proceso del trabajo. En cambio, el
proceso del trabajo, por muy distorsionado que esté por las exigencias de la
valorización, no necesita en sí su presente mediación en el capital.
Pero la analogía con Feuerbach no debería ser muy forzada.
Seguirlo en su pasión por la "inmediación" aquí sería perder de vista
que la producción siempre debe ser mediada socialmente. El problema con la
forma valor es que es una mediadora alienada, y alienante, arraigada en la
inversión de lo concreto y lo abstracto.
Para concluir: Dussel tiene razón en identificar al trabajo
vivo como la posición crítica apropiada (ver cap. 14 sección 14.2). La realidad
de esta posición crítica todavía está históricamente abierta. Dada la
alienación total, nuestra crítica ("rechazo": Marcuse) sería utópica
en el sentido científico de no localizada o hasta dislocada. Solo la práctica
revolucionaria puede "demostrar la verdad" de este Marx desconocido,
[17]
A pesar de algunos defectos aislados, ésta es una obra
original y que hace pensar. Y Dussel tiene seguramente razón en su confianza en
que "el segundo siglo de Marx" ‑más que el primero (1883-1983)‑ será
la fuente de una crítica creciente al capitalismo global.
Referencias
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Berlín: Dietz Verlag.
Rubin, I.
I. 1972, Essays on Marx’s Theory of Value, Detroit: Black and Red.
Notas
[1] Dussel afirma que hubo cuatro redacciones en
total. Ver Dussel 2001.
[2] "Economic Manuscript of 1861-3",
en Marx and Engels (en lo sucesivo: MaE) 1988-94.
[3] Fue mientras escribía este manuscrito que
Marx afirmó por primera vez la idea de proponer ‘El Capital’ como título y
reducir ‘Crítica de la Economía Política’ a un subtítulo; ver Marx a Kugelman
28 de diciembre de 1862.
[4] Desgraciadamente en el texto figura "el
nuevo valor puede emerger de la circulación" (pág. 6, fin de la sección,
ed. Inglesa); presumiblemente se intentó poner "no puede". (N. del
T.: en la versión original, Dussel dice "... no parece que sea de allí (de
la circulación) de donde puede surgir nuevo valor". (pág. 61) Este giro
expresivo habría confundido al traductor inglés. A partir de aquí, en las citas
del libro de Dussel, para identificar las páginas utilizaremos la edición
original ‑obviamente en castellano‑ de Siglo Veintiuno Editores, México, 1988.)
[5] Cuando se estudia los planes de Marx es
importante la distinción entre libros y volúmenes; ver el esquema en el
Prefacio a El Capital (1976, p. 93); este orden de libros y volúmenes es
diferente del original informado a Kugelman en una carta de octubre de 1866,
pero al citar esta carta en p. 261 Dussel (o su traductor) lo deforma,
trasponiendo "libros" y "volúmenes".
[6] Pero, desafortunadamente, en la pág. 245
Marx está mal citado: "el precio de producción de la mercancía = su
valor" está dado, pero en la fuente (MaE 1991, pág. 232) está claro que
esto sucede solo bajo circunstancias especiales. (N. del T.: aparentemente,
hubo otra confusión del traductor. En realidad, en la versión original, Dussel
cita: "En la producción capitalista (...) puede ser el precio de
producción = valor.)
[7] Es similar al mío en mi trabajo
"Capital, Competition and Many Capitals", Arthur 2002a.
[8] Es extraño que Dussel afirme que la ciencia
de Marx es peculiar de él, y luego, aparentemente para apoyar esta afirmación,
cita dos cartas en las que Marx dice que él hace ciencia en el mismo sentido
que otros académicos alemanes. (pág. 287).
[9] MaE: 1994, pág. 71. MaE: 1994, pág. 202.
Esto concuerda hermosamente con mi propia lectura de la teoría del valor en mi
ensayo de 2001 donde digo que el trabajo es el fundamento del valor puesto
negativamente y superado.
[10] Para un estudio de esta negación de la
negación, ver mi libro, Arthur: 1986.
[11] La opinión de Dussel de que Marx estaba
influenciado "directa o indirectamente" por Schelling es desarrollada
más ampliamente en su ponencia a un congreso de 1997.
[12] Pág. 62, donde a tal efecto hay una cita
imaginaria de Marx, ver también pág. 368.
[13] Es curioso que Dussel use la expresión
"sabido", dado que a él le es "sabido" que en esta
afirmación se opone a Engels y a Lukács. En esta página (292) un par de citas,
presumiblemente de Schelling, ¡son aparentemente atribuidas a Hegel!
[14] En su Tesis preliminares sobre la reforma
de la filosofía (1843) Feuerbach escribió "En Schelling (se halla) sólo la
ilusión y la pretensión de ser la nueva filosofía realista." (1972, pp.
166-67). Martin McIvor me señala que Manfred Frank, Warren Breckman y otros
afirman que Feuerbach sólo pudo haber estado influenciado por las exposiciones
de la "filosofía positiva" de Schelling antes de 1841.
[15] Presupongo aquí que sólo de la producción
mercantil capitalista resultan los valores auténticos, pero no de una supuesta
"producción mercantil simple". Ver Arthur: 1996, 1997.
[16] Tomo esta frase de Marco Guido. Cfr. MaE:
1994, págs. 121-122.
[17] Ver Capítulo 12 de Arthur 2002b.
Towards
an Unknown Marx: A commentary on the Manuscripts of 1861-63. Londres
y Nueva York, Routledge, 2001. Esta reseña fue publicada en Historical
Materialism, Vol. 11, nov. 2. Agradecemos a los redactores de HM su amable
autorización para publicarla en Herramienta.
Traducción:
Francisco T. Sobrino