► La presente nota corresponde a la Introducción y
al numeral 3): ‘El método de la economía política’ [24]
Karl Marx | Cuando
consideramos un país dado desde el punto de vista económico-político comenzamos
con su población, con su distribución en clases, la ciudad, el campo, el mar,
las diferentes ramas de la producción, exportación e importación, producción
mercancías, etc.
Parece correcto empezar por lo real y concreto, con el
presupuesto efectivo; y en consecuencia, empezar, por ejemplo, en la economía
con la población, que es el fundamento y sujeto de todo acto de producción
social. Sin embargo, ante un examen más detenido, esto se manifiesta como
falso. La población es una abstracción, si dejo, por ejemplo, de lado las
clases de las que se compone. Estas clases son a su vez una palabra vacía, si
no conozco los elementos sobre las que descansan. Por ejemplo, trabajo asalariado,
capital, etc. Éstos presuponen cambio, división del trabajo, precios, etc.
El
capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero,
precio, etc. Si comenzara, por lo tanto, con la población, esto sería una
representación caótica de la totalidad y mediante una determinación más precisa
llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples; de lo concreto
representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles, hasta alcanzar las
determinaciones más simples. A partir de aquí habría que emprender de nuevo el
viaje a la inversa, hasta llegar finalmente de nuevo ala población, pero esta
vez no como una representación caótica de un todo, sino como una totalidad rica
de múltiples determinaciones y relaciones. El primer camino es el que tomó
históricamente la economía en sus comienzos. Los economistas del siglo XVII,
por ejemplo, comienzan siempre con la totalidad viva, con la población, con la
nación, con el estado, con varios estados, etc.;pero siempre acaban
descubriendo mediante el análisis algunas relaciones generales abstractas
determinantes, como división del trabajo, dinero, valor, etc. Tan pronto como
estos momentos aislados fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron los
sistemas económicos, que se elevaban de lo simple, como el trabajo, división
del trabajo, necesidad, valor de cambio, hasta el Estado, cambio entre las
naciones y el mercado mundial. Este último es evidentemente el método
científicamente correcto. Lo concreto es concreto, porque es la síntesis de muchas
determinaciones, porque es, por lo tanto, unidad de lo múltiple. En el
pensamiento lo concreto aparece, consiguientemente, como proceso de síntesis,
como resultado, y no como punto de partida, a pesar de que es el punto de
partida real y, en consecuencia, [25] también el punto de partida de la
intuición y la representación. En el primer camino la representación completa
se volatiliza en una determinación abstracta; en el segundo las determinaciones
abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino del
pensamiento. De ahí que Hegel cayera en la ilusión de concebir lo real como
resultado del pensamiento que se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo
y se mueve a partir de sí mismo, mientras que el método de elevarse de lo
abstracto a lo concreto sólo es la manera que tiene el pensamiento de
apropiarse lo concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual. Pero en
modo alguno se trata del proceso de génesis de lo concreto mismo. Por ejemplo,
la categoría económica más simple, como, por ejemplo, el valor de cambio,
presupone la población, y la población que produce dentro de determinadas
relaciones; presupone también un cierto tipo de sistema familiar, o comunitario
o político, etc. El valor de cambio no puede existir más que como relación
abstracta y unilateral de un todo vivo, concreto, ya dado. Por el contrario, en
cuanto categoría el valor de cambio tiene una existencia antediluviana. Para la
conciencia, por lo tanto -y la conciencia filosófica está determinada de esta
forma-, para la cual el pensamiento pensante es el hombre real y, en
consecuencia, sólo es real el mundo pensado en cuanto tal -el movimiento de las
categorías se presenta como el auténtico acto de producción-, el cual
desgraciadamente sólo recibe un impulso desde fuera cuyo resultado es el mundo;
y esto sólo es correcto -pero es a su vez una tautología la medida en que la
totalidad concreta, en cuanto totalidad de pensamiento, es en realidad un
producto del pensamiento, de la concepción; pero, en modo alguno, es el producto
del concepto que se piensa y se engendra a sí mismo al margen de y por encima
de la intuición y de la representación, sino el producto de la elaboración de
la intuición y de la representación en conceptos. La totalidad, tal como se
presenta en la mente como una totalidad de pensamiento, es un producto de la
mente que piensa, que se apropia del mundo de la única forma que le es posible,
una forma que es diferente de la apropiación artística, religiosa,
práctico-espiritual del mundo. El sujeto real continúa manteniendo antes como
después su autonomía fuera de la mente; al menos, en tanto la mente se comporta
exclusivamente de forma especulativa, teórica. En consecuencia, también en el
método teórico el sujeto, la sociedad, tiene que estar siempre presente como
presupuesto de la representación.
Pero estas categorías simples, ¿no tienen también una
existencia histórica [26] o natural anterior a la de las categorías más
concretas? Ça depend. Por ejemplo, Hegel
(23) comienza
de forma correcta la Filosofía del Derecho con la posesión, en cuanto la
relación jurídica más simple del sujeto. Pero no existe ninguna posesión antes
de la familia, o antes de las relaciones de dominación y servidumbre, que son
relaciones mucho más concretas. Por el contrario, sería correcto decir que
existen familias y tribus, que sólo poseen, pero que no tienen propiedad. La
categoría más simple se presenta, por lo tanto, como relación de simples
comunidades familiares o tribales respecto de la propiedad. En la sociedad de
un nivel superior se presenta como la relación más simple de una organización
desarrollada. Pero el sustrato más concreto, cuya relación es la posesión, está
siempre presupuesto. Uno puede representarse a un salvaje aislado que posee.
Pero entonces la posesión no es ninguna relación jurídica. Es incorrecto que la
posesión se desarrolla históricamente hasta la familia.
(24) Ella
presupone más bien y siempre esta «categoría jurídica más concreta». Sin
embargo, permanece siempre el hecho de que las categorías simples son
expresiones de relaciones, en las cuales puede haberse realizado lo concreto
menos desarrollado, sin que haya sido producida todavía la relación o conexión
multilateral que está expresada espiritualmente en la categoría más concreta;
mientras que lo concreto más desarrollado conserva a estas mismas categorías en
cuanto relación subordinada. El dinero puede existir y ha existido
históricamente, antes de que existiera el capital, antes de que existieran los
bancos, antes de que existiera el trabajo asalariado, etc. Desde este punto de
vista puede decirse, por lo tanto, que las categorías más simples pueden expresar
relaciones dominantes de un todo menos desarrollado, o relaciones subordinadas
de un todo más desarrollado, las cuales ya tenían existencia histórica, antes
de que el todo se desarrollara en el sentido expresado en una categoría más
concreta. En este sentido, el camino del pensamiento abstracto, que se eleva de
lo más simple a lo complejo, correspondería al proceso histórico real.
Por otra parte, se puede decir que existen formas de
sociedad muy desarrolladas y, sin embargo, históricamente inmaduras, en las
cuales tienen lugar las formas más elevadas de la economía, como por ejemplo,
la cooperación, una división del trabajo desarrollada, etc., sin que exista
dinero alguno, por ejemplo, Perú.
(25) También
entre las comunidades eslavas [27] el dinero y el cambio que lo condiciona no
aparece en absoluto, o sólo en escasa medida, dentro de cada comunidad, sino en
sus fronteras, en el tráfico con otras comunidades; así pues, es en general
falso colocar el cambio en el centro de la comunidad, como si fuera el elemento
constitutivo originario. Al principio, aparece más bien antes en la relación de
las diferentes comunidades entre sí, que para los miembros de una única y misma
comunidad. Más aún: a pesar de que el dinero desempeña un papel desde muy
pronto y en todos los sentidos, sin embargo, en la antigüedad como elemento
dominante pertenece exclusivamente a naciones determinadas unilateralmente, a
las naciones comerciales. E incluso en la antigüedad más desarrollada, entre
los griegos y los romanos, su pleno desarrollo, que está presupuesto en la
moderna sociedad burguesa, sólo aparece en el período de su disolución. Por lo
tanto, esta categoría completamente simple no se presenta históricamente en su
intensidad más que en las condiciones más desarrolladas de la sociedad. Pero
sin permear, en modo alguno, todas las relaciones económicas. Por ejemplo, en
el Imperio Romano, en su máximo desarrollo, los impuestos en especie y las
prestaciones en especie continuaron siendo el fundamento del mismo. El sistema
monetario propiamente dicho sólo se desarrolla allí por completo en el
ejército. No llegó nunca a alcanzar a la totalidad del trabajo. Así, a pesar de
que la categoría más simple puede haber existido históricamente antes que la
más concreta, en su pleno desarrollo intensivo y extensivo, sin embargo puede
pertenecer precisamente a una forma de sociedad compleja, mientras que la
categoría más concreta estaba ya plenamente desarrollada en una forma de
sociedad menos desarrollada.
El trabajo parece una categoría completamente simple.
También la representación del mismo en esta generalidad -como trabajo en
general- es antiquísima. Sin embargo, considerado en esta simplicidad, desde el
punto de vista económico, el «trabajo» es una categoría tan moderna como las
relaciones que engendran esta abstracción simple. El monetarismo, por ejemplo,
pone la riqueza de forma totalmente objetivada, como cosa fuera de sí mismo, en
el dinero. Frente a este punto de vista fue un gran progreso, cuando el sistema
manufacturero o comercial trasladó la fuente de la riqueza del objeto a la
actividad subjetiva -el trabajo comercial o manufacturero-, si bien concibió
siempre esta actividad en el aspecto limitado de creadora de dinero. Frente a
este sistema, también constituyó un gran progreso el sistema fisiocrático, que
considera una forma determinada del trabajo -la agricultura- como la creadora
de riqueza, y no considera al objeto mismo [28] en el disfraz del dinero, sino
al producto en general, como resultado general del trabajo. Este producto, de
acuerdo con el carácter limitado de la actividad, es considerado todavía como
un producto determinado naturalmente -como producto de la agricultura, como
producto de la tierra par excellence.
Fue un inmenso progreso el de Adam Smith al rechazar todo
carácter determinado de la actividad creadora de riqueza, y considerarla como
trabajo a secas; ni como trabajo manufacturero, ni como trabajo comercial, ni
como trabajo agrícola, sino tanto el uno como el otro. Con la generalidad
abstracta de la actividad creadora de riqueza se presenta ahora también la
generalidad del objeto determinado como riqueza, como producto en general o
como trabajo en general, pero como trabajo pasado, como trabajo objetivado. La
dificultad y magnitud de esta transición se pone de manifiesto en el hecho de
cómo el mismo Adam Smith recae a veces de nuevo en el sistema fisiocrático.
Ahora podría parecer que de esta forma se habría encontrado la expresión más
abstracta para la relación más antigua y más simple, en la que los hombres
aparecen como productores, cualquiera que sea la forma de sociedad. Esto es
correcto desde un punto de vista. Pero no lo es desde otro. La indiferencia frente
a una determinada clase de trabajo presupone una totalidad muy desarrollada de
trabajos reales, ninguno de los cuales domina a todos los demás. Así, las
abstracciones más generales sólo surgen en general con el desarrollo concreto
más rico, donde un elemento se presenta como lo común a muchos, como lo común a
todos. Entonces deja de poder ser pensado exclusivamente en una forma
particular. Por otra parte, esta abstracción del trabajo en general no es sólo
el resultado ideal de una totalidad concreta de trabajos. La indiferencia
frente al trabajo determinado corresponde a una forma de sociedad, en la que
los individuos pasan con facilidad de un trabajo a otro y en la que el género
determinado del trabajo es para ellos casual y, por lo tanto, indiferente. El
trabajo se ha convertido aquí no sólo en cuanto categoría, sino en la realidad
en el instrumento para la creación de la riqueza en general, y como
determinación ha dejado de formar una unidad con los individuos como una
particularidad suya. Una tal situación está más desarrollada que en ningún lado
en la forma de existencia más moderna de las sociedades burguesas, en los
Estados Unidos. Sólo aquí, por lo tanto, la abstracción de la categoría
«trabajo», «trabajo en general», «trabajo sans phrase», que es el punto de
partida de la economía moderna, deviene verdadera en la práctica. Por lo tanto,
la abstracción más simple que la economía moderna coloca en la [29] cúspide, y
que expresa una relación antiquísima y válida para todas las formas de
sociedad, se presenta, sin embargo, en esta abstracción, como verdadera en la
práctica sólo en cuanto categoría de la sociedad más moderna. Se podría decir
que lo que en los Estados Unidos se presenta como un producto histórico -esta
indiferencia frente a un trabajo determinado- se presenta entre los rusos, por
ejemplo, como una disposición natural. Sólo que en primer lugar existe una
endiablada diferencia entre bárbaros con disposición para ser utilizados para
todo, y civilizados que se dedican a todo. Y además entre los rusos a esta
indiferencia frente al carácter determinado del trabajo corresponde la sujeción
tradicional a un trabajo completamente determinado, del cual sólo son
expulsados mediante influencias externas.
Este ejemplo del trabajo muestra de manera evidente cómo las
mismas categorías más abstractas, a pesar de su validez -precisamente a causa
de su abstracción- para todas las épocas, sin embargo, en la determinación de
esta abstracción misma son producto de relaciones históricas y sólo poseen
plena validez para y dentro de estas relaciones.
La sociedad burguesa es la organización histórica de la
producción más desarrollada y compleja. Las categorías que expresan sus
relaciones, la comprensión de su organización, permiten comprender al mismo
tiempo la organización y las relaciones de producción de todas las formas de
sociedad pasadas, con cuyas ruinas y elementos ella ha sido edificada, de los
cuales ella continúa arrastrando en parte consigo restos todavía no superados,
mientras que meros indicios han desarrollado en ella todo su significado. En la
anatomía del hombre está la clave para la anatomía del mono. Los indicios de
las formas superiores en las especies animales inferiores sólo pueden ser
comprendidos cuando la forma superior misma ya es conocida. La economía
burguesa suministra, por lo tanto, la clave de la economía antigua, etc. Pero,
en modo alguno, de la forma en que proceden los economistas, que cancelan todas
las diferencias históricas y ven en todas las formas de sociedad la forma
burguesa. Se puede comprender el tributo, el diezmo, etc., cuando se conoce la
renta de la tierra. Pero hay que no identificarlas. Puesto que además la misma
sociedad burguesa no es más que una forma antagónica del desarrollo,
determinadas circunstancias de formas anteriores se presentan en ella con
frecuencia sólo de manera totalmente atrofiada o completamente caricaturizada.
Por ejemplo, la propiedad comunal. En consecuencia, si es verdad que las
categorías de la economía burguesa poseen una cierta validez para todas las
demás formas de sociedad, esto ha de ser aceptado cum grano salis. Ellas
pueden contener dichas [30] formas de un modo desarrollado, atrofiado,
caricaturizado, etc., pero la diferencia será siempre esencial. El llamado
desarrollo histórico descansa en general en el hecho de que la última forma
considera a las formas pasadas como estadios que conducen a ella misma; y,
puesto que ella rara vez y sólo en condiciones completamente determinadas es
capaz de criticarse a sí misma -aquí no se habla en absoluto de aquellos
períodos históricos que se presentan a sí mismos como la época de decadencia-,
las concibe siempre de forma unilateral. La religión cristiana sólo fue capaz
de contribuir a la comprensión objetiva de las mitologías anteriores cuando
estuvo dispuesta, dunamei, por así decirlo, a realizar su autocrítica
hasta un cierto punto. Así también, la economía burguesa sólo llegó a la
comprensión de la sociedad feudal, antigua, oriental, cuando comenzó la
autocrítica de la sociedad burguesa. En la medida en que la economía burguesa
no se identifica pura y simplemente de forma mitológica con el pasado, su
crítica de formas de sociedad anteriores, por ejemplo, de la feudal, con la que
todavía tuvo que luchar directamente, se asemeja a la crítica que el cristianismo
realizó al paganismo, o también el protestantismo al catolicismo.
Como en general en toda ciencia histórica, social, en el
desarrollo de las categorías económicas hay que tener siempre presente que,
como en la realidad, así también en la mente, el sujeto -aquí la moderna
sociedad burguesa- está ya dado, y que las categorías sólo expresan, en
consecuencia, formas de ser, determinaciones existenciales, a menudo sólo
aspectos particulares de esta sociedad determinada, de este sujeto, y que, por
lo tanto, incluso desde un punto de vista científico ella no empieza en modo
alguno en el momento en que se empieza a hablar de ella en cuanto tal. Esto hay
que tenerlo presente porque ofrece elementos decisivos para la división de
nuestro estudio. Por ejemplo, nada parece más natural que empezar con la renta
de la tierra, con la propiedad de la tierra, ya que está ligada a la tierra,
que es la fuente de toda producción y de toda existencia, así como a la primera
forma de producción de todas las sociedades consolidadas en cierta medida, a la
agricultura. Y sin embargo, nada sería más erróneo. En todas las formas de
sociedad hay una producción determinada que asigna a todas las demás su rango e
influencia, y cuyas circunstancias, por lo tanto, asigna también a todas las demás
circunstancias su rango e influencia. Es una iluminación general en la que se
sumergen todos los demás colores y que los modifica en su particularidad. Es un
éter particular que determina el peso específico de todas las formas de
existencia que destacan en él. Por ejemplo, entro- los pueblos pastores (los
pueblos simplemente [31] cazadores o pescadores están fuera del punto en el que
empieza el desarrollo real). Entre éstos aparece cierta forma de agricultura
esporádica. La propiedad de la tierra está determinada por este hecho. La
propiedad es común y conserva esta forma más o menos, según que estos pueblos
se mantengan más o menos firmes en sus tradiciones, por ejemplo, la propiedad
común entre los eslavos. En los pueblos de agricultura sedentaria -y esta
sedentariedad es ya un gran nivel-, en los que la agricultura domina, como
entre los antiguos o en la sociedad feudal, la industria misma y su
organización y las formas de propiedad que le corresponden tienen en mayor o
menor medida el carácter de propiedad de la tierra; o bien dependen por
completo de la propiedad de la tierra, como entre los antiguos romanos, o bien,
como en la Edad Media, reproducen en la ciudad la organización del campo y sus
relaciones. El capital mismo en la Edad Media -en la medida en que no es un
puro capital dinerario- como instrumento artesanal tradicional, etc., tiene
este carácter de propiedad de la tierra. En la sociedad burguesa es a la
inversa. La agricultura deviene cada vez más una mera rama de la industria, y
está totalmente dominada por el capital. Lo mismo la renta de la tierra. En
todas las formas en las que la propiedad de la tierra domina, la relación con
la naturaleza es la dominante. En aquellas en las que domina el capital, el
elemento social, producido históricamente, es el dominante. La renta de la
tierra no puede ser comprendida sin el capital. El capital, sin embargo, puede
ser comprendido sin la renta de la tierra. El capital es el poder económico de
la sociedad burguesa que lo domina todo. Tiene que constituir tanto el punto de
partida como el punto de llegada y tiene que ser desarrollado antes que la
propiedad de la tierra. Después de haber sido considerados ambos en particular,
habrá que considerar su relación recíproca.
Sería, por lo tanto, impracticable y erróneo presentar la
sucesión de las categorías económicas en el orden en que fueron históricamente
determinantes. Su orden de sucesión está más bien determinado por la relación
que tienen entre sí en la moderna sociedad burguesa, y que es exactamente el
inverso de aquel que se presenta como natural o que corresponde al orden del
desarrollo histórico. No se trata de la disposición que adoptan históricamente
las relaciones económicas en la sucesión de las diferentes formas de sociedad.
Aún menos de su sucesión "en la idea" (Proudhon) (una
representación nebulosa del movimiento histórico). Sino de su articulación
dentro de la sociedad burguesa moderna.
La pureza (la determinación abstracta) en la que se
presentan los [32] pueblos comerciantes -fenicios, cartagineses- en el mundo
antiguo, está dada precisamente por el predominio de los pueblos agrícolas. El
capital comercial o el capital monetario se presenta, precisamente en esta
abstracción, allí donde el capital no es todavía el elemento dominante de las sociedades.
Los judíos, los lombardos, asumen esta posición frente a las sociedades
medievales que practican la agricultura.
Como un ejemplo más de la posición diferente que asumen las
mismas categorías en los diferentes estadios de la sociedad, una de las últimas
formas de la sociedad burguesa: joint-stock-companies<sociedades por
acciones>. Sin embargo, aparecen también en sus comienzos en las grandes
compañías comerciales privilegiadas y gozando de una situación de monopolio.
El concepto mismo de riqueza nacional se insinúa entre los
economistas del siglo XVII -una representación que en parte continúa entre los
del XVIII- de una forma tal que la riqueza parece creada exclusivamente para el
Estado, mientras que su poder parece ser proporcional a esta riqueza.
(26) Ésta
era una forma todavía inconscientemente hipócrita en la que la riqueza misma y
la producción de la riqueza se anunciaba como la finalidad de los estados
modernos, los cuales eran considerados exclusivamente en cuanto instrumento
para la producción de la riqueza.
La división de la materia ha de ser efectuada evidentemente
de forma tal que se estudie: 1) las determinaciones abstractas generales que
corresponden, por lo tanto, en mayor o menor medida, a todas las formas de
sociedad, pero en el sentido antes indicado. 2) Las categorías que constituyen
la articulación interna de la sociedad burguesa y sobre las que descansan las
clases fundamentales. Capital, trabajo asalariado, propiedad de la tierra. Su
relación recíproca. Ciudad y campo. Las tres grandes clases sociales. Cambio
entre ellas. Circulación. Crédito (privado). 3) Resumen de la sociedad burguesa
en la forma de Estado. Considerado en relación consigo mismo. Las clases «no
productivas». Impuestos. Deuda pública. La población. Las colonias. Emigración.
4) Relaciones internacionales de la producción. División internacional del
trabajo. Cambio internacional. Exportación e importación. Cotización en el
cambio. 5) El mercado mundial y las crisis.
(27)
[33] 4) Producción. Medios de producción y relaciones
de producción. Relaciones de producción y relaciones de tráfico. Formas de
estado y de consciencia en relación con las relaciones de producción y tráfico.
Relaciones jurídicas. Relaciones familiares.
Notabene en
relación con los puntos que han de ser mencionados aquí y que no deben ser
olvidados.
1) La
guerra fue desarrollada antes que la paz; modo como mediante la guerra y en los
ejércitos, etc., se desarrollan ciertas relaciones económicas, como trabajo
asalariado, maquinaria, etc., antes que en el interior de la sociedad civil.
También la relación entre la fuerza productiva y las relaciones de tráfico se
presenta de forma particularmente visible en el ejército.
2) Relación
de la historiografía ideal existente hasta el momento con la historiografía
real. En particular, las llamadas historias de la civilización, que son todas
historias de la religión y de los estados. (Con ocasión de esto se puede decir
algo sobre las diferentes clases de historiografía existente hasta el momento.
La llamada historiografía objetiva, la subjetiva (moral, entre otras). La
filosófica.)
3)
Relaciones de producción secundarias y terciarias; en general relaciones de
producción derivadas, transmitidas, no originarias. Aquí entran en juego las
relaciones internacionales.
4)
Objeciones sobre el materialismo de esta concepción. Relación con el
materialismo naturalista.
5)
Dialéctica de los conceptos fuerza productiva (medios de producción) y
relaciones de producción, una dialéctica cuyos límites han de ser determinados
y que no suprime la diferencia real.
6) La
relación desigual entre el desarrollo de la producción material y el
desarrollo, por ejemplo, artístico. En general, el concepto de progreso no debe
ser aprehendido en la abstracción usual. Con respecto al arte,
*7 etc.,
esta desproporción no es tan importante ni tan [34] difícil de aprehender como
dentro de las propias relaciones prácticosociales. Por ejemplo, de la
educación. Relación de los Estados Unidos con Europa. Pero el punto realmente
difícil que ha de ser discutido aquí es, sin embargo, el de cómo las relaciones
de producción en cuanto relaciones jurídicas tienen un desarrollo desigual. Por
ejemplo, la relación del derecho privado romano (en el derecho penal y público
esto ocurre en mucho menor medida) con la producción moderna.
7) Esta
concepción se presenta como un desarrollo necesario.
Pero justificación del azar. Cómo. (Entre otras cosas,
también de la libertad.) (Influencia de los medios de comunicación. La historia
mundial no ha existido siempre; la historia como historia mundial es un
resultado.)
8) El punto
de partida está naturalmente dado por las determinaciones naturales; subjetivas
y objetivas. Tribus, razas, etc.
El arte
griego y la sociedad moderna
1) Es
sabido, por lo que al arte se refiere, que determinadas épocas de florecimiento
del mismo no están en modo alguno en relación con el desarrollo general de la
sociedad, y, por lo tanto, tampoco con el fundamento material, con el esqueleto
de su organización. Por ejemplo, los griegos comparados con los modernos, o
también Shakespeare. Respecto de ciertas formas de arte, por ejemplo, de la
épica, se reconoce incluso que en su forma clásica, en la que hace época a
escala mundial, no pueden ser producidas, tan pronto como aparece la producción
artística en cuanto tal; y que, por lo tanto, dentro de la propia esfera del
arte ciertas formas significativas del mismo sólo son posibles sobre la base de
un estadio no desarrollado del desarrollo artístico. Si esto ocurre en la
relación entre los diferentes géneros artísticos dentro de la esfera misma del
arte, es menos sorprendente que esto ocurra en la relación de la esfera
artística en su conjunto con el desarrollo general de la sociedad. La
dificultad consiste exclusivamente en la formulación general de estas
contradicciones. Tan pronto como son especificadas, ya han sido aclaradas.
Tomemos, por ejemplo, la relación del arte griego y luego de
Shakespeare con la época actual. Es sabido que la mitología griega no sólo era
el arsenal del arte griego, sino además el terreno del que se alimentaba. ¿Es
posible la intuición de la naturaleza y de las relaciones sociales que sirve de
base a la fantasía griega y, por lo tanto, a la mitología [35] griega, con las
máquinas de hilar automáticas, con los ferrocarriles y locomotoras y con los
telégrafos eléctricos? ¿Qué quedaría de Vulcano frente a Roberts y Cía., de
Júpiter frente al pararrayos, y de Hermes frente al Crédit Mobilier? Toda
mitología somete, domina y conforma las fuerzas de la naturaleza en la
imaginación y mediante la imaginación; desaparece, por lo tanto, con el dominio
real sobre ellas. ¿En qué se convierte Fama frente a Printinghouse Square? El
arte griego presupone la mitología griega, es decir, presupone la naturaleza y
las mismas relaciones sociales ya elaboradas mediante la fantasía popular en
una forma inconscientemente artística. Éste es su material. No cualquier
mitología, es decir, no cualquier elaboración artística inconsciente de la
naturaleza (aquí ya está incluido todo elemento objetivo, y, por lo tanto, la
sociedad). La mitología egipcia no podía ser el terreno o el seno materno del
arte griego. Pero, en cualquier caso, era necesaria una mitología. Por lo
tanto, en ningún caso, un desarrollo de la sociedad, que excluye toda relación
mitológica con la naturaleza, toda relación mitologizadora con ella; y que
exige, por lo tanto, del artista una fantasía independiente de la mitología.
(28)
Por otra parte, ¿es posible Aquiles con la pólvora y con las
balas? ¿O, en general, la Ilíada con la prensa o con la máquina de imprimir? El
canto y las leyendas y las musas, ¿no desaparecen necesariamente ante la palanca
de la prensa del tipógrafo y no desaparecen, por lo tanto, necesariamente las
condiciones de la poesía épica?
Pero la dificultad no reside en comprender que el arte y la
épica griega están ligadas a ciertas formas de desarrollo social. La dificultad
consiste en que todavía nos proporcionan un goce artístico y en que, en un
cierto aspecto, tienen vigencia como norma y como modelo inalcanzable.
Un hombre no puede convertirse de nuevo en niño, sin
convertirse en infantil. ¿Pero no disfruta con la ingenuidad del niño y no debe
aspirar a reproducir a un nivel más elevado su verdad? ¿No revive en la
naturaleza infantil el carácter propio de cada época en su verdad natural? ¿Por
qué la infancia histórica de la humanidad, allí donde se ha desarrollado de la forma
más bella, no debería ejercer un encanto eterno, como un estadio que no ha de
volver jamás? Hay niños mal educados y niños precoces. Muchos de los pueblos
antiguos pertenecen a esta categoría. Los griegos fueron los niños normales. El
encanto de su arte no está en contradicción con el estadio de la sociedad no
desarrollada [36] sobre el que creció. Es más bien su resultado, y está más
bien ligado inseparablemente al hecho de que las condiciones sociales
inmaduras, bajo las cuales surgió y únicamente podía surgir, no pueden volver
jamás.
Notas de los
epígrafes
23 Cfr. HEGEL, Band VII, pág. 92.
24 Cfr. HEGEL,
Band VII, págs. 86-87 y 82-84.
25 Cfr. PRESCOTT, History of the Conquest of Peru. London
1850. Vol. I, Book I.
26 Cfr. JAMES STEUART, An Inquiry finto the Principles of
Political Economy, etc. Vol. I, pág. 327. Dublin 1770.
27 Véase Zur Kritik der politischen Ökonomie <Contribución
a la Crítica de la Economía Política), el comienzo de cuyo prólogo fue escrito
casi un año y medio después que esta introducción. Véase también en esta misma
obra la conclusión del apéndice histórico al primer capítulo, que fue escrito
casi un año justo después de esta introducción.
28 Cfr. HEGEL, Band XI, págs. 308-313.
*7 «Mit der Kunst etc dieser Disproportion»; ed. 1939,
«Moderne Kunst etc Diese Disproportion» <Arte moderno, etc. Esta
desproporción>. Seguimos la lectura de NMEGA.
Los números entre corchetes [ ]
corresponden a las páginas de la edición utilizada: Karl Marx: Líneas fundamentales de la crítica de la economía
política (Grundrisse), Primera mitad, Traducción de Javier Pérez Royo,
Barcelona: Crítica Grupo Editorial Grijalbo. Tomo 21 OME, 1977, pp. 24-36