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Rosa Luxemburgo ✆ Ingo Schmidt
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Georges Haupt | Abordar
el tema "Rosa Luxemburgo y la cuestión nacional" equivale bien a
demostrar lo evidente, bien a introducir notas discordantes en un ámbito
presuntamente armonioso. De un lado, el tema centrado en el análisis de las
posiciones de Rosa Luxemburgo con respecto a la cuestión nacional en el marco
del socialismo polaco ha sido extensamente abordado y tratado por sus biógrafos
o sus exégetas a través de una interpretación de sus escritos. De otro, por qué
esconderlo, el tema ha sido abordado con frecuencia en términos de proceso de
intención, de juicio perentorio en el que se ha apelado a la Historia en
calidad de juez, la lista de sus errores elaborada mediante una utilización descontextualizada
de los escritos de Rosa Luxemburgo, la polémica con Lenin aportada como prueba y
los méritos revolucionarios de Rosa Luxemburgo invocados como circunstancias
atenuantes.
Si el primer camino ha abocado ya a un fracaso, a pesar de
la persistencia de divergencias considerables, la segunda vía desemboca en un
callejón sin salida; se hunde en arenas movedizas o sirve de profesión de fe,
de paliativo metafísico a la reflexión histórica o teórica. Aquí se intenta plantear la problemática desde otra óptica:
situar la trayectoria de Rosa Luxemburgo en el largo y difícil proceso de desenterrar una cuestión durante mucho tiempo ajena al pensamiento marxista o
desatendida por él. Partimos de la premisa de que el desarrollo de la teoría
marxista acerca de la cuestión nacional no describe un movimiento lineal de
enriquecimiento o
empobrecimiento, de sumas o restas. ¡Al contrario! A menudo
condicionado por las circunstancias, lleno de generalizaciones prematuras,
marcado por duras polémicas, el camino de esta elaboración teórica y política
ha sido el de una investigación colectiva en la que la clarificación y el
avance de la problemática han pasado y pasan por divergencias profundas de
interpretación, por violentos enfrentamientos entre el dinamismo y el conservadurismo
de la ideología.
La dialéctica de esta polémica no se sitúa, sin embargo,
sólo en el nivel de la ideología, sino en lo real, en el ámbito de la historia.
Es ante la necesidad de definir una actitud táctica y de adoptar una estrategia
que han convergido los intentos de conceptualización, que se han modificado o
desarrollado, conservado o adaptado las respuestas teóricas apenas esbozadas
por los fundadores del marxismo a partir de las cuales se ha llevado a cabo la
actividad de los marxistas de la II Internacional.
Más allá de las divisiones que existen en la visión
histórica y la estrategia del pensamiento posmarxiano, los marxistas de la
época de la II Internacional siguen planteando la cuestión nacional en términos
históricos y no metafísicos, lo que explica sus respectivas aportaciones a esta
elaboración colectiva. Y es precisamente en la confrontación con lo real, a
menudo bajo la presión de los acontecimientos, que el pensamiento marxista,
desbordando el marco y la temática de Marx y Engels, acabó por otorgarle un
lugar y un status teórico autónomo en el corpus mismo del marxismo. La
aproximación que nosotros proponemos trasciende forzosamente el mero análisis
de los textos de Rosa Luxemburgo. Confesamos que un trabajo de este tipo sigue
siendo difícil. La historia de las elaboraciones marxistas en torno a la
cuestión nacional sólo se conoce de forma fragmentaria o bajo una óptica muy
particular. Incluso los textos esenciales han sido utilizados sólo
parcialmente, su significado a menudo deformado, y no hablemos ya de los
innumerables documentos y aspectos que siguen sin conocerse. Se ha otorgado una
prioridad absoluta a lo que constituye, de alguna manera, un punto de llegada y
no un punto final, como son los textos de Stalin o de Lenin, con lo que se
olvida o se ignora un hecho central: las elaboraciones teóricas de ambos, que
se sitúan en la víspera de la primera guerra mundial, se beneficiaron de un
camino largo y difícil que había realizado el traslado del tema de la periferia
al centro, traslado tanto en función de la maduración del pensamiento marxista
como de la del fenómeno nacional, de su explosión, de su avance a partir de
1848. Además, no es posible silenciar el hecho de que en esta elaboración
colectiva un papel de punta, de pionera, corresponde a Rosa Luxemburgo. La
misma cronología de sus escritos sobre la cuestión nacional (1893-1897, 1902,
1906, 1908-1909, 1915, 1918) es indicativa del lugar que ocupa en los esfuerzos
del pensamiento marxista por superar las múltiples dificultades que conlleva la
comprensión de la realidad dinámica y compleja implícita en el término de "cuestión nacional".
El estudio de la evolución del pensamiento marxista sobre la
cuestión nacional en la época de la II Internacional puede ordenarse, en
efecto, en torno a tres momentos centrales, que son a la vez etapas sociohistóricas
y estadios teóricos:
1. Final del siglo XIX: periodo de arranque, de ruptura, en
que se inicia la investigación.
2. Cambio acelerado por el sismo de la revolución de 1905,
periodo en el que se producen profundas mutaciones en la esfera ideológica y en
el planteamiento del problema.
3. Cambio fundamental en el planteamiento de la cuestión en
vísperas y durante la primera guerra mundial, cuando desborda el marco organizativo
y táctico para situarse en la perspectiva de la estrategia en función de la
dinámica de los movimientos nacionales y de su relación con la revolución socialista.
En el presente artículo no nos proponemos ni mucho menos
llevar a cabo la ambiciosa tarea que pudiera desprenderse de nuestra posición.
Sólo pretende sacar a la luz algunos puntos cruciales que se prestan a
controversia, sin el menor deseo de agotar las cuestiones planteadas.