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Stalin ✆ Dominic Thackray |
Stalin | El
materialismo dialéctico es la concepción del mundo del Partido
marxista-leninista. Llámase materialismo dialéctico, porque su modo de abordar
los fenómenos de la naturaleza, su método de estudiar estos fenómenos y de
concebirlos, es dialéctico, y su interpretación de los fenómenos de la
naturaleza, su modo de enfocarlos, su teoría, materialista. El materialismo
histórico es la extensión de los principios del materialismo dialéctico al
estudio de la vida social, la aplicación de los principios del materialismo
dialéctico a los fenómenos de la vida de la sociedad, al estudio de ésta y de
su historia. Caracterizando su método dialéctico, Marx y Engels se
remiten generalmente a Hegel, como al filósofo que formuló los rasgos
fundamentales de la dialéctica. Pero esto no quiere decir que la dialéctica de
Marx y Engels sea idéntica a la dialéctica hegeliana. En realidad, Marx y
Engels sólo tomaron de la dialéctica de Hegel su "médula racional",
desechando la corteza idealista hegeliana y desarrollando la dialéctica, para
darle una forma científica moderna.
"Mi método
dialéctico --dice Marx-- no sólo es en su base distinto del método de Hegel,
sino que es directamente su reverso. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al
que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es
el demiurgo (creador) de lo real, y lo real su simple forma externa. Para mí,
por el contrario, lo ideal no es más
que lo material traspuesto y traducido en
la cabeza del hombre" (C. Marx, Palabras finales a la segunda edición
alemana del t. I de El Capital).
En la caracterización de su materialismo, Marx y Engels se
remiten generalmente a Feuerbach, como al filósofo que restauró en sus derechos
al materialismo. Pero esto no quiere decir que el materialismo de Marx y Engels
sea idéntico al materialismo de Feuerbach. En realidad, Marx y Engels sólo
tomaron del materialismo de Feuerbach su "médula esencial",
desarrollándola hasta convertirla en la teoría científico-filosófica del
materialismo y desechando su escoria idealista y ético-religiosa. Es sabido que
Feuerbach, que era en lo fundamental un materialista, se rebelaba contra el
nombre de materialismo. Engels declaró más de una vez que, "pese al
cimiento materialista, Feuerbach no llegó a desprenderse de las ataduras
idealistas tradicionales", y que "donde el verdadero idealismo de
Feuerbach se pone de manifiesto es en su filosofía de la religión y en su
ética" (C. Marx y F. Engels, t. XIV, págs. 652-654).
La palabra dialéctica viene del griego "dialego",
que quiere decir diálogo o polémica. Los antiguos entendían por dialéctica el arte
de descubrir la verdad poniendo de manifiesto las contradicciones en la
argumentación del adversario y superando estas contradicciones. Algunos
filósofos de la antiguedad entendían que el descubrimiento de las
contradicciones en el proceso discursivo y el choque de las opiniones
contrapuestas era el mejor medio para encontrar la verdad. Este modo dialéctico
de pensar, que más tarde se hizo extensivo a los fenómenos naturales, se
convirtió en el método dialéctico de conocimiento de la naturaleza, consistente
en considerar los fenómenos naturales en perpetuo movimiento y cambio, y el
desarrollo de la naturaleza como el resultado del desarrollo de las
contradicciones existentes en ésta, como resultado de la acción recíproca de
las fuerzas contradictorias en el seno de la naturaleza.
La dialéctica es, en su base, todo lo contrario de la
metafísica.
1) El método
dialéctico marxista se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
a) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no
considera la naturaleza como un conglomerado casual de objetos y fenómenos,
desligados y aislados unos de otros y sin ninguna relación de dependencia entre
sí, sino como un todo articulado y único, en el que los objetos y los fenómenos
se hallan orgánicamente vinculados unos a otros, dependen unos de otros y se
condicionan los unos a los otros. Por eso, el método dialéctico entiende que
ningún fenómeno de la naturaleza puede ser comprendido, si se le toma
aisladamente, sin conexión con los fenómenos que le rodean pues todo fenómeno
tomado de cualquier campo de la naturaleza, puede convertirse en un absurdo si
se le examina sin conexión con las condiciones que le rodean, desligado de
ellas; y por el contrario, todo fenómeno puede ser comprendido y explicado si
se le examina en su conexión indisoluble con los fenómenos circundantes y
condicionado por ellos.
b) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no
considera la naturaleza como algo quieto e inmóvil, estancado e inmutable, sino
como algo sujeto a perenne movimiento y a cambio constante, como algo que se
renueva y se desarrolla incesantemente y donde hay siempre algo que nace y se
desarrolla y algo que muere y caduca. Por eso, el método dialéctico exige que
los fenómenos se examinen no sólo desde el punto de vista de sus relaciones
mutuas y de su mutuo condicionamiento, sino también desde el punto de vista de
su movimiento, de sus cambios y de su desarrollo, desde el punto de vista de su
nacimiento y de su muerte.
Lo que importa, sobre todo, al método dialéctico no es lo
que en un momento dado parece estable pero comienza ya a morir, sino lo que
nace y se desarrolla, aunque en un momento dado parezca poco estable, pues lo
único que hay insuperable, según él, es lo que se halla en estado de nacimiento
y de desarrollo.
"Toda la
naturaleza -- dice Engels --, desde sus partículas más minúsculas hasta sus
cuerpos más gigantescos, desde el grano de arena hasta el sol, desde el
protozoo [organismo vivo unicelular. J. St.] hasta el hombre, se halla en
estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo constante, en movimiento y
cambio incesante" (Obra citada, pág. 484).
Por eso, la dialéctica -- dice Engels -- "enfoca las cosas y sus imágenes
conceptuales, sustancialmente, en sus conexiones mutuas, en su entronque y
concatenación, en su d;námica, en su proceso de génesis y desaparición"
(C. Marx y F. Engels, t. XIV, pág. 23).
c) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no
examina el proceso de desarrollo como un simple proceso de crecimiento, en que
los cambios cuantitativos no se traducen en cambios cualitativos, sino como un
proceso en que se pasa de los cambios cuantitativos insignificantes y ocultos a
los cambios manifiestos, a los cambios radicales, a los cambios cualitativos;
en que éstos se producen, no de modo gradual, sino rápido y súbitamente, en
forma de saltos de un estado de cosas a otro, y no de un modo casual, sino con
arreglo a leyes, como resultado de la acumulación de una serie de cambios
cuantitativos inadvertidos y graduales. Por eso, el método dialéctico entiende
que el proceso de desarrollo debe concebirse no como movimiento circular, no
como una simple repetición del camino ya recorrido, sino como un movimiento
progresivo, como un movimiento en línea ascensional, como el tránsito del viejo
estado cualitativo a un nuevo estado cualitativo, como el desarrollo de lo
simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior.
"La naturaleza --
dice Engels -- es la piedra de toque de la dialéctica, y las modernas ciencias
naturales nos brindan como prueba de esto un acervo de datos
extraordinariamente copiosos y enriquecido cada día que pasa, demostrando con
ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, por los cauces
dialécticos y no por los carriles metafísicos, que no se mueve en la eterna
monotonía de un ciclo constantemente repetido, sino que recorre una verdadera
historia. Aquí, hay que citar en primer término a Darwin, quien, con su prueba
de que toda la naturaleza orgánica existente, plantas y animales, y entre
ellos, como es lógico, el hombre, es el producto de un proceso de desarrollo
que dura millones de años, ha asestado a la concepción metafísica de la
naturaleza el más rudo golpe" (Obra citada, pág. z3).
Caracterizando el desarrollo dialéctico como el tránsito de
los cambios cuantitativos a los cambios cualitativos, dice Engels:
"En física […] todo
cambio es una transformación de cantidad en calidad, una consecuencia del
cambio cuantitativo de la masa de movimiento de cualquier forma inherente al
cuerpo o que se transmite a éste. Así, por ejemplo, el grado de temperatura del
agua no influye para nada, al principio, en su estado líquido; pero, al
aumentar o disminuir la temperatura del agua líquida, se llega a un punto en
que su estado de cohesión se modifica y el agua se convierte, en un caso, en
vapor, y en otro caso, en hielo. . . Así también, para que el hilo de platino
de la lámpara eléctrica se encienda, hace falta un mínimo de corriente; todo
metal tiene ru grado térmico de fusión, y todo líquido, dentro de una
determinada presión, su punto fijo de congelación y de ebullición, en la medida
en que los medios de que disponemos nos permiten producir la temperatura necesaria
¡ y finalmente, todo gas tiene su punto crítico, en que bajo una presión y un
enfriamiento adecuados se licúa en forma de gotas. . . Las llamadas constantes
de la física [los puntos de transición de un estado a otro. J. St.] no son, la mayor parte de las veces, más que
los nombres de los puntos nodulares en que la suma o la sustracción
cuantitativas (cambios cuantitativos) de movimiento provocan cambios
cualitativos en el estado del cuerpo de que se trata, y en que, por tanto, la
cantidad se trueca en calidad" (Obra citada, págs. 527-528).
Y más adelante, pasando a la química, Engels prosigue:
"Podríamos decir
que la química es la ciencia de los cambios cualitativos de los cuerpos por
efecto de los cambios producidos en su composición cuantitativa. Y esto lo
sabía ya el mismo Hegel. . . Basta fijarse en el oxígeno: si combinamos, para
formar una molécula, tres átomos en vez de dos, que es lo corriente,
produciremos ozono, cuerpo que se distingue de un modo muy definido del oxígeno
normal, tanto por su olor como por sus efectos. ¡Y no digamos de las diversas
proporciones en que el oxígeno se combina con el nitrógeno o con el azufre, y
cada una de las cuales produce un cuerpo cualitativamente distinto de todos los
de más!" (Obra citada, pág. 528).
Por último, criticando a Dühring, que colma de injurias a
Hegel -- sin perjuicio de tomar de él, a la chita callando, la conocida tesis
de que el tránsito del reino de lo insensible al reino de las sensaciones, del
mundo inorgánico al mundo de la vida orgánica, representa un salto a un nuevo
estado --, Engels dice:
"Es, en absoluto,
la línea nodular hegeliana de las proporciones de medida, en que el simple
aumento o la simple disminución cuantitativa producen, al llegar a un
determinado punto nodular, un salto cualitativo, como ocurre, por ejemplo, con
el agua puesta a calentar o a enfriar, donde el punto de ebullición y el punto
de congelación son los nódulos en que -- bajo una presión normal -- se produce
el salto a un nuevo estado de cohesión, es decir, en que la cantidad se trueca
en calidad" (Obra citada, págs. 45-46).
d) Por oposición a la metafísica, la dialéctica parte
del criterio de que los objetos y los fenómenos de la naturaleza llevan siempre
implícitas contradicciones internas, pues todos ellos tienen su lado positivo y
su lado negativo, su pasado y su futuro, su lado de caducidad y su lado de
desarrollo; del criterio de que la lucha entre estos lados contrapuestos, la
lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que agoniza y lo que nace, entre lo
que caduca y lo que se desarrolla, forma el contenido interno del proceso de
desarrollo, el contenido interno de la transformación de los cambios
cuantitativos en cambios cualitativos.
Por eso, el método dialéctico entiende que el proceso de
desarrollo de lo inferior a lo superior no discurre a modo de un proceso de
desenvolvimiento armónico de los fenómenos, sino poniendo siempre de relieve
las contradicciones inherentes a los objetos y a los fenómenos, en un proceso de
"lucha" entre las tendencias contrapuestas que actúan sobre la base
de aquellas contradicciones.
"Dialéctica, en
sentido estricto, es -- dice Lenin -- el estudio de las contradicciones
contenidas en la esencia misma de los objetos " (Lenin, Cuadernos filosóficos,
pág. 263).
Y más adelante:
"El desarrollo es
la 'lucha' de los contrarios" (Lenin, t. XIII, pág. 301).
Tales son, brevemente expuestos, los rasgos fundamentales
del método dialéctico marxista. No es difícil comprender cuán enorme es la
importancia que la difusión de los principios del método dialéctico tiene para
el estudio de la vida social y de la historia de la sociedad y qué importancia
tan enorme encierra la aplicación de estos principios a la historia de la
sociedad y a la actuación práctica del Partido del proletariado.
Si en el mundo no existen fenómenos aislados, si todos los
fenómenos están vinculados entre si y se condicionan unos a otros, es evidente
que todo régimen social y todo movimiento social que aparece en la historia
debe ser considerado, no desde el punto de vista de la "justicia
eterna" o de cualquier otra idea preconcebida, que es lo que suelen hacer
los historiadores, sino desde el punto de vista de las condiciones que han engendrado
este régimen y este movimiento social, y a los cuales se hallan vinculados.
Dentro de las condiciones modernas, el régimen de la
esclavitud es un absurdo y una necedad contraria a la lógica. En cambio, dentro
de las condiciones de disgregación del régimen del comunismo primitivo, el
régimen de la esclavitud era un fenómeno perfectamente lógico y natural, ya que
representaba un progreso en comparación con el comunismo primitivo.
La reivindicación de la República democráticoburguesa dentro
de las condiciones del zarismo y de la sociedad burguesa, por ejemplo en la
Rusia de 1905, era una reivindicación perfectamente lógica, acertada y
revolucionaria, pues la República burguesa representaba, en aquel tiempo, un
progreso. En cambio, dentro de nuestras condiciones actuales en la U.R.S.S., la
reivindicación de la República democráticoburguesa sería absurda y
contrarrevolucionaria, ya que, comparada con la República Soviética, la
República burguesa significa un paso atrás.
Todo depende, pues, de las condiciones, del lugar y del
tiempo.
Es evidente que, sin abordar desde este punto de vista histórico
los fenómenos sociales, no podría existir ni desarrollarse la ciencia de la
historia, puesto que este modo de abordar los fenómenos es el único que impide a
la ciencia histórica convertirse en un caos de sucesos fortuitos y en un montón
de los más absurdos errores.
Continuemos. Si el mundo se halla en incesante movimiento y
desarrollo y si la ley de este desarrollo es la extinción de lo viejo y el
crecimiento de lo nuevo, es evidente que ya no puede haber ningún régimen
social "inconmovible", ni pueden existir los "principios
eternos" de la propiedad privada y la explotación, ni las "ideas
eternas" de sumisión de los campesinos a los terratenientes y de los
obreros a los capitalistas.
Esto quiere decir que el régimen capitalista puede ser
sustituido por el régimen socialista, del mismo modo que, en su día, el régimen
capitalista sustituyó al régimen feudal.
Esto quiere decir que hay que orientarse, no hacia aquellas
capas de la sociedad que han llegado ya al término de su desarrollo, aunque en
el momento presente constituyan la fuerza predominante, sino hacia aquellas
otras que se están desarrollando y que tienen un porvenir, aunque no sean las
fuerzas predominantes en el momento actual.
En la década del 80 del siglo pasado, en la época de lucha
entre los marxistas y los populistas, el proletariado constituía, en Rusia, una
minoría insignificante, en comparación con los campesinos individuales, que
formaban la inmensa mayoría de la población. Pero el proletariado se estaba
desarrollando como clase, mientras que los campesinos como clase, se
disgregaban. Precisamente por esto, porque el proletariado se estaba
desarrollando como clase, los marxistas se orientaron hacia él. Y no se
equivocaron, puesto que, como es sabido, el proletariado se convirtió, andando
el tiempo, de una fuerza de escasa importancia en una fuerza histórica y
política de primer orden.
Esto quiere decir que en política, para no equivocarse, hay
que mirar hacia adelante y no hacia atrás.
Continuemos. Si el tránsito de los lentos cambios
cuantitativos a los rápidos y súbitos cambios cualitativos constituye una ley
del desarrollo, es evidente que las transformaciones revolucionarias llevadas a
cabo por las clases oprimidas representan un fenómeno absolutamente natural e
inevitable.
Esto quiere decir que el paso del capitalismo al socialismo
y la liberación de la clase obrera del yugo capitalista no puede realizarse por
medio de cambios lentos, por medio de reformas, sino sólo mediante la
transformación cualitativa del régimen capitalista, es decir, mediante la
revolución.
Esto quiere decir que en política, para no equivocarse, hay
que ser revolucionario y no reformista.
Continuemos. Si el proceso de desarrollo es un proceso de
revelación de contradicciones internas, un proceso de choques entre fuerzas
contrapuestas sobre la base de estas contradicciones y con el fin de
superarlas, es evidente que la lucha de clases del proletariado constituye un
fenómeno perfectamente natural e inevitable.
Esto quiere decir que lo que hay que hacer no es disimular
las contradicciones del régimen capitalista, sino ponerlas al desnudo y
desplegarlas en toda su extensión, no es apagar la lucha de clases, sino
llevarla a cabo hasta el fin.
Esto quiere decir que en política, para no equivocarse, hay
que mantener una política proletaria, de clase, intransigente, y no una
política reformista, de armonía de intereses entre el proletariado y la
burguesía, una política conciliadora de "integración gradual" del
capitalismo en el socialismo.
En esto consiste el método dialéctico marxista, aplicado a
la vida social y a la historia de la sociedad.
Por lo que se refiere al materialismo filosófico marxista,
es en su base lo opuesto al idealismo filosófico.
2) El
materialismo filosófico marxista se caracteriza por los siguientes rasgos
fundamentales:
a) En oposición al idealismo, que considera el mundo
como la encarnación de la "idea absoluta", del "espíritu
universal", de la "conciencia", el materialismo filosófico de
Marx parte del criterio de que el mundo es, por su naturaleza, algo material ;
de que los múltiples y variados fenómenos del mundo constituyen diversas formas
y modalidades de la materia en movimiento; de que los vínculos mutuos y las
relaciones de interdependencia entre los fenómenos, que el método dialéctico
pone de relieve, son las leyes con arreglo a las cuales se desarrolla la
materia en movimiento; de que el mundo se desarrolla con arreglo a las leyes
que rigen el movimiento de la materia, sin necesidad de ningún "espíritu
universal".
"La concepción
materialista del mundo -- dice Engels -- significa sencillamellte concebir la
naturaleza tal y como es, sin ninguna clase de aditamentos extraños" (C.
Marx y F. Engels, t. XIV, pág. 651).
Refiriéndose a la concepción materialista de un filósofo de
la antiguedad, Heráclito, según el cual "el mundo, que es la unidad de
todo lo existente, no ha sido creado por ningún dios ni por ningún hombre, sino
que ha sido, es y será eternamente un fuego vivo que se enciende y se apaga con
arreglo a leyes", dice Lenin: "He
aquí una excelente definición de los principios del materialismo
dialéctico" (Lenin, Cuadernos filosóficos, pág. 3I8).
b) En oposición al idealismo, el cual afirma que sólo
nuestra conciencia tiene una existencia real y que el mundo material, el ser,
la naturaleza, sólo existe en nuestra conciencia, en nuestras sensaciones, en
nuestras percepciones, en nuestros conceptos, el materialismo filosófico
marxista parte del criterio de que la materia, la naturaleza, el ser, es una
realidad objetiva, que existe fuera de nuestra conciencia e independientemente
de ella; de que la materia es lo primario, ya que constituye la fuente de la
que se derivall las sensaciones, las percepciones y la conciencia, y la
conciencia lo secundario, lo derivado, ya que es la imagen refleja de la
materia, la imagen refleja del ser; de que el pensamiento es un producto de la
materia que ha llegado a un alto grado de perfección en su desarrollo, y más
concretamente, un producto del cerebro, y éste el órgano del pensamiento, y de
que, por tanto, no cabe, a menos de caer en un craso error, separar el
pensamiento de la materia.
"El problema de
la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza es dice
Engels -- el problema supremo de toda la filosofía. . . Los filósofos se
dividían en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta
pregunta. Los que afirmaban el carácter primario del espíritu frente a la
naturaleza. . . formaban en el campo del idealismo. Los otros, los que
reputaban la naturaleza como lo primario, figuraban en las diversas escuelas
del materialismo " (F. Engels, obra citada, págs. 16-17).
Y más adelante:
"El mundo
material y perceptible por los sentidos, del que formamos parte también los
hombres, es el único mundo real. . . Nuestra conciencia y nuestro pensamiento,
por más suprasensibles que parezcan, son el producto de un órgano material,
corporal: el cerebro. La materia no es un producto del espíritu, y el espíritu
mismo no es más que el producto supremo de la materia" (F. Engels,
obra citada, pág. 3~2).
Refiriéndose al problema de la materia y el pensamiento,
manifiesta Marx:
"No es posible
separar el pensamiento de la materia pensante. La materia es el sujeto de todos
los cambios" (Obra citada, pig. jO2).
Caracterizando el materialismo filosófico marxista, dice
Lenin:
"El materialismo
en general reconoce la existencia objetivamente real del ser (la materia),
independiente de la conciencia, de las sensaciones, de la experiencia. . . La
conciencia. . . no es más que un reflejo del ser, en el mejor de los casos su
reflejo aproximadamente exacto (adecuado, ideal en cuanto a precisión)"
(Lenin, t. XIII, pags. 266-267).
Y en otros pasajes:
"Es materia lo
que, actuando sobre nuestros organos sensoriales, produce las sensaciones; la
materia es la realidad objetiva, que las sensaciones nos transmiten. . . La
materia, la naturaleza, el ser, lo fisico, es lo primario; el espíritu, la
conciencia, las sensaciones, lo psíquico, es lo secundario" (Obra
citada, págs. 119-120).
"El cuadro del mundo es el cuadro de
cómo se mueve y cómo 'piensa la materia” (Obra citada, pág. 288).
"El cerebro es el órgano del
pensamiento" (Obra citada, pág. 125).
c) En oposición al idealismo, que discute la
posibilidad de conocer el mundo y las leyes por que se rige, que no cree en la
veracidad de nuestros conocimientos, que no reconoce la verdad objetiva y
entiende que el mundo está lleno de "cosas en sí", que jamás podrán
ser conocidas por la ciencia, el materialismo filosófico marxista parte del
principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente
cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la
naturaleza, comprobados por la experiencia, por la práctica, son conocimientos
veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay
cosas incognoscibles, sino simplemente aún no conocidas, pero que la ciencia y
la experiencia se encargarán de revelar y de dar a conocer.
Criticando la tesis de Kant y de otros idealistas acerca de
la incognoscibilidad del mundo y de las "cosas en sí" incognoscibles
y defendiendo la consabida tesis del materialismo acerca de la veracidad de
nuestros conocímientos, escribe Engels:
"La refutación
más contundente de estas manías, como de todas las demás manías filosóficas, es
la práctica, o sea el experimento y la industria. Si podemos demostrar la
exactitud de nuestro modo de concebir un proceso natural reproduciendolo
nosotros mismos, creándolo como retado de sus mismas condiciones, y si, además,
lo ponemos al servicio de nuestros propios fines, daremos al traste con la
'cosa en sí' inasequible de Kant. Las sustancias químicas producidas en el
cuerpo animal y vegetal siguieron siendo 'cosas en sí' inasequibles hasta que
la química orgánica comenzó a producirlas unas tras otras; con ello, la 'cosa
en sí' se convirtió en una cosa para nosotros, como, por ejemplo, la materia
colorante de la rubia, la alizarina, que hoy ya no se extrae de la raíz de
aquella planta, sino que se obtiene de alquitrán de hulla, procedimiento mucho
mas barato y más sencillo. El sistema solar de Copernico fue durante
trescientos años una hipótesis, por la que se podía apostar cien, mil, diez mil
contra uno, pero, a pesar de todo, una hipótesis, hasta que Leverrier, con los
datos tomados de este sistema no sólo demostró que debía necesariamente existir
un planeta desconocido hasta entonces, sino que, además, determinó mediante
cálculos el lugar en que este planeta tenía que encontrarse en el firmamento, y
cuando después Galle descubrió efectivamente este planeta, el sistema de
Copérnico quedó demostrado" (C. Marx, Obras escogidas, t. I, pág. 330).
Acusando a Bogdánov, Basárov, Yushkévich y otros partidarios
de Mach de fideísmo (teoría reaccionaria que prefiere la fe a la ciencia) y
defendiendo la consabida tesis del materialismo de que nuestros conocimientos
científicos acerca de las leyes por las que se rige la naturaleza son
conocimientos veraces y de que las leyes de la ciencia constituyen verdades
objetivas, dice Lenin:
"El fideísmo
moderno no rechaza, ni mucho menos, la ciencia; lo único que rechaza son las
'pretensiones desmesuradas' de la ciencia, y concretamente, sus pretensiones de
verdad objetiva. Si existe una verdad objetiva (como entienden los
materialistas) y si las ciencias naturales, reflejando el mundo exterior en la
'experiencia' del hombre, son las unicas que pueden darnos esa verdad objetiva,
todo fideísmo queda refutado incontrovertiblemente" (Lenin, t. XIII,
pág. 102).
Tales son, brevemente expuestos, los rasgos característicos
del materialismo filosófico marxista.
Fácil es comprender la importancia tan enorme que tiene la
extensión de los principios del materialismo filosófico al estudio de la vida
social, al estudio de la historia de la sociedad, la importancia tan enorme que
tiene el aplicar estos principios a la historia de la sociedad y a la actuación
práctica del Partido del proletariado.
Si la conexión entre los fenómenos de la naturaleza y su
interdependencia representan las leyes por las que se rige el desarrollo de la
naturaleza, de esto se deduce que la conexión e interdependencia de los
fenómenos de la vida social representan también no algo fortuito, sino las
leyes por las que se rige el desarrollo de la sociedad.
Esto quiere decir que la vida social y la historia de la
sociedad ya no son un conglomerado de hechos "fortuitos", pues la
historia de la sociedad se convierte en el desarrollo de la sociedad con
arreglo a sus leyes, y el estudio de la historia de la sociedad adquiere
categoria de ciencia.
Esto quiere decir que la actuación práctica del Partido del
proletariado debe basarse, no en los buenos deseos de las "ilustres
personalidades", no en los postulados de la "razón", de la
"moral universal", etc., sino en las leyes del desarrollo de la
sociedad y en el estudio de éstas.
Prosigamos. Si el mundo es cognoscible, y nuestros
conocimientos acerca de las leyes que rigen el desarrollo de la naturaleza son
conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, esto quiere
decir que también la vida social, el desarrollo de la sociedad, son
susceptibles de ser conocidos; y que los datos que nos brinda la ciencia sobre
las leyes del desarrollo de la sociedad son datos veraces, que tienen el valor
de verdades objetivas.
Esto quiere decir que la ciencia que estudia la historia de
la sociedad puede adquirir, pese a toda la complejidad de los fenómenos de la
vida social, la misma precisión que la biología, por ejemplo, ofreciéndonos la
posibilidad de dar una aplicación práctica a las leyes que rigen el desarrollo
de la sociedad.
Esto quiere decir que, en su actuación práctica, el Partido
del proletariado debe guiarse, no por estos o los otros motivos fortuitos, sino
por las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad y por las conclusiones
prácticas que de ellas se derivan.
Esto quiere decir que el socialismo deja de ser un sueño
acerca de un futuro mejor de la humanidad, para convertírse en una ciencia.
Esto quiere decir que el enlace entre la ciencia y la
actuación práctica, entre la teoría y la práctica, su unidad, debe ser la
estrella polar que guíe al Partido del proletariado.
Prosigamos. Si la naturaleza, el ser, el mundo material es
lo primario, y la conciencia, el pensamiento, lo secundario, lo derivado; si el
mundo material constituye la realidad objetiva, que existe independientemente
de la conciencia del hombre, y la conciencia es la imagen refleja de esta
realidad objetiva, de aquí se deduce que la vida material de la sociedad, el
ser social, es también lo primario y su vida espiritual, lo secundario, lo
derivado; que la vida material de la sociedad es la realidad objetiva, que
existe independientemente de la voluntad de los hombres, y la vida espiritual
de la sociedad el reflejo de esta realidad objetiva, el reflejo del ser.
Esto quiere decir que la fuente donde se forma la vida
espiritual de la sociedad, la fuente de la que emanan las ideas sociales, las
teorías sociales, las concepciones y las instituciones políticas, hay que
buscarla, no en estas mismas ideas, teorías, concepciones e instituciones
políticas, sino en las condiciones de la vida material de la sociedad, en el
ser social, del cual son reflejos estas ideas, teorías, concepciones, etc.
Esto quiere decir que, si en los diversos períodos de la
historia de la sociedad nos encontramos con diversas ideas, teorías,
concepciones sociales e instituciones políticas, si bajo el régimen de la
esclavitud observamos unas ideas, teorías y concepciones sociales, unas
instituciones políticas, bajo el feudalismo otras, y otras distintás bajo el
capitalismo, la explicación de esto no reside en la "naturaleza", ni
en la "propiedad" de las ideas, teorías, concepciones e instituciones
políticas mismas, sino en las distintas condiciones de la vida material de la
sociedad dentro de los diversos períodos del desarrollo social.
Según sean las condiciones de existencia de la sociedad, las
condiciones en que se desenvuelve su vida material, así son sus ideas, sus
teorías, sus concepciones e instituciones políticas.
En relación con esto, dice Marx:
"No es la
conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser
social es el que determina su conciencia" (C. Marx, Obras Escogidas,
t. I, pág. 269).
Esto quiere decir que, en política, para no equivocarse y no
convertirse en una colección de vacuos soñadores, el Partido del proletariado
debe tomar como punto de partida para su actuación, no los
"principios" abstractos de la "razón humana", sino las
condiciones concretas de la vida material de la sociedad, que constituyen la
fuerza decisiva del desarrollo social; no los buenos deseos de los
"grandes hombres", sino las exigencias reales impuestas por el
desarrollo de la vida material de la sociedad.
El fracaso de los utopistas, incluyendo entre ellos los
populistas, los anarquistas y los socialrevolucionarios, se explica, entre
otras razones, porque no teconocían la importancia primordial de las
condiciones de vida material de la sociedad en cuanto al desarrollo de ésta, y,
cayendo en el idealismo, erigían su actuación práctica, no sobre las exigencias
del desarrollo de la vida material de la sociedad, sino, independientemente de
ellas y en contra de ellas, sobre "planes ideales" y "proyectos
universales", desligados de la vida real de la sociedad.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo estriban
precisamente en que toma como base para su actuación práctica las exigencias
del desarrollo de la vida material de la sociedad, sin desligarse jamás de la
vida real de ésta.
Sin embargo, de las palabras de Marx no se desprende que las
ideas y las teorías sociales, las concepciones y las instituciones políticas no
tengan importancia alguna en la vida de la sociedad, que no ejerzan de rechazo
una influencia sobre el ser social, sobre el desarrollo de las condiciones
materiales de la vida de la sociedad. Hasta ahora, nos hemos venido refiriendo
únicamente al origen de las ideas y teorías sociales y de las concepciones e
instituciones políticas, a su nacimiento, al hecho de que la vida espiritual de
la sociedad es el reflejo de las condiciones de su vida material. En lo tocante
a la importancia de las ideas y teorías sociales y de las concepciones e
instituciones políticas, en lo tocante al papel que desempeñan en la historia,
el materialismo histórico no sólo no niega, sino que, por el contrario, subraya
la importancia del papel y la significación que les corresponden en la vida y
en la historia de la sociedad.
Pero hay diferentes ideas y teorías sociales. Hay ideas y
teorías viejas, que han cumplido ya su misión y que sirven a los intereses de
fuerzas sociales caducas. Su papel consiste en frenar el desarrollo de la
sociedad, su marcha progresiva. Y hay ideas y teorías nuevas, avanzadas, que
sirven a los intereses de las fuerzas de vanguardia de la sociedad. El papel de
éstas consiste en facilitar el desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva,
siendo su importancia tanto más grande cuanto mayor es la exactitud con que
tesponden a las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad.
Las nuevas ideas y teorías sociales sólo surgen después que
el desarrollo de la vida material de la sociedad plantea a ésta nuevas tareas.
Pero después de surgir, se convierten en una fuerza de la mayor importancia,
que facilita la ejecución de estas nuevas tareas plaúteadas por el desarrollo
de la vida material de la sociedad, que facilita los progresos de ésta. Es
aquí, precisamentej donde se acusa la formidable importancia organizadora,
movilizadora y transformadora de las nuevas ideas, de las nuevas teorías y de
las nuevas concepciones políticas, de las nuevas instituciones políticas. Las
nuevas ideas y teorías sociales surgen precisamente porque son necesarias para
la sociedad, porque sin su labor organizadora, movilizadora y transformadora es
imposible llevar a cabo las tareas que plantea el desarrollo de la vida
material de la sociedad y que están ya en sazón de ser cumplidas. Y como surgen
sobre la base de las úuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida
material de la sociedad, las nuevas ideas y teorías sociales se abren paso, se
convierten en patrimonio de las masas populares, movilizan y organizan a éstas
contra las fuerzas sociales caducas, facilitando así el derrocamiento de estas
fuerzas sociales caducas que frenan el desarrollo de la vida material de la
sociedad.
He aquí cómo las ideas y teorías sociales, las instituciones
políticas, que brotan sobre la base de las tareas ya maduras para su solución
planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, por el
desarrollo del ser social, actúan luego, a su vez, sobre este ser social, sóbre
la vida material de la sociedad, creando las condiciones necesarias para llevar
a término la ejecución de las tareas ya maduras de la vida material de la
sociedad y hacer posible su desarrollo ulterior.
En relación con esto, dice Marx:
"La teoría se
convierte en una fuerza material tan pronto como prende en las masas"
(C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. I, pág. 406).
Esto quiere decir que para poder influir sobre las
condiciones de la vida material de la sociedad y acelerar su desarrollo,
acelerar su mejoramiento, el Partido del proletariado tiene que apoyarse en una
teoría social, en una idea social que refleje certeramente las exigencias del
desarrollo de la vida material de la sociedad y que, gracias a ello, sea capaz
de poner en movimiento a las grandes masas del pueblo, de movilizarlas y
organizar con ellas el gran ejército del Partido proletario, presto a aplastar
las fuerzas reaccionarias y allanar el camino a las fuerzas avanzadas de la
sociedad.
El fracaso de los "economistas" y de los
mencheviques se explica, entre otras razones, por el hecho de que no reconocían
la importancia movilizadora, organizadora y transformadora de la teoría de
vanguardia, de la idea de vanguardia, y cayendo en un materialismo vulgar,
reducían su papel casi a la nada, y consiguientemente condenaban al Partido a
la pasividad, a vivir vegetando.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo estriban en
que éste se apoya en una teoría de vanguardia, que refleja certeramente las
exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, en que eleva la
teoría a la altura que le corresponde y considera su deber utilizar
íntegramente su fuerza de movilización, de organización y de transformación.
Así es como resuelve el materialismo histórico el problema
de las relaciones entre el ser social y la conciencia social, entre las
condiciones de desarrollo de la vida material y el desarrollo de la vida
espiritual de la sociedad.
3) El
materialismo histórico
Resta sólo contestar a esta pregunta: ¿Qué se entiende,
desde el punto de vista del materialismo histórico, por "condiciones de
vida material de la sociedad", que son las que determinan, en última instancia,
la fisonomía de la sociedad, sus ideas, sus concepciones, instituciones
políticas, etc.?
¿Cuáles son, en realidad, esas "condiciones de vida
material de la sociedad", cuáles son sus rasgos característicos?
Es indudable que en este concepto de "condiciones de
vida material de la sociedad" entra, ante todo, la naturaleza que rodea a
la sociedad, el medio geográfico, que es una de las condiciones necesarias y
constantes de la vida material de la sociedad y que, naturalmente, influye en
el desarrollo de ésta. ¿Cuál es el papel del medio geográfico en el desarrollo
de la sociedad? ¿No será, acaso, el medio geográfico el factor fundamental que
determina la fisonomía de la sociedad, el carácter del régimen social de los
hombres, la transición de un régimen a otro?
El materialismo histórico contesta negativamente a esta
pregunta.
El medio geográfico es, indiscutiblemente, una de las
condiciones constantes y necesarias del desarrollo de la sociedad e influye,
naturalmente, en él, acelerándolo o amortiguándolo. Pero esta influencia no es determinante,
ya que los cambios y el desarrollo de la sociedad se producen con una rapidez
incomparablemente mayor que los que afectan al medio geográfico. En el
transcurso de tres mil años, Europa vio desaparecer tres regímenes sociales: el
del comunismo primitivo, el de la esclavitud y el régimen feudal, y en la parte
oriental de Europa, en la U.R.S.S., fenecieron cuatro. Pues bien; durante este
tiempo, las condiciones geográficas de Europa o no sufrieron cambio alguno, o,
si sufrieron alguno, fue tan leve, que la Geografía no cree que merece la pena
registrarlo. Y se comprende que sea así. Para que el medio geográfico
experimente cambios de cierta importancia, hacen falta millones de años, mientras
que en unos cientos o un par de miles de años pueden producirse incluso cambios
de la mayor importancia en el régimen social.
De aquí se desprende que el medio geográfico no puede ser la
causa fundamental, la causa determinante del desarrollo social, pues lo que
permanece casi invariable a través de decenas de miles de años no puede ser la
causa fundamental a que obedezca el desarrollo de lo que en el espacio de unos
cuantos cientos de años experimenta cambios radicales.
Asimismo, es indudable que el crecimiento de la población,
la mayor o menor densidad de población es un factor que forma también parte del
concepto de las "condiciones de vida material de la sociedad", ya que
entre estas condiciones materiales se cuenta como elemento necesario el hombre,
y es imposible la vida material de la sociedad sin un determinado mínimo de
seres humanos. ¿No será, acaso, el desarrollo de la población el factor
cardinal que determina el carácter del régimen social en que viven los hombres?
El materialismo histórico contesta negativamente también a
esta pregunta.
Es indudable que el crecimiento de la población influye en
el desarrollo de la sociedad, facilitando o entorpeciendo este desarrollo, pero
no puede ser el factor cardinal a que obedece, ni su influencia sobre el
desarrollo de la sociedad puede ser una influencia determinante, ya que el
crecimiento de la población de por sí no nos ofrece la clave para explicar por
qué un régimen social dado es sustituido precisamente por un determinado
régimen nuevo y no por otro, por qué el régimen del comunismo primitivo fue
sustituido precisamente por el régimen de la esclavitud, el régimen esclavista
por el régimen feudal y éste por el burgués, y no por otro cualquiera.
Si el crecimiento de la población fuese el factor
determinante del desarrollo social, a una mayor densidad de población tendría
que corresponder forzosamente, en la práctica, un tipo proporcionalmente más
elevado de régimen social. Pero, en realidad, no ocurre así La densidad de la
población de China es cuatro veces mayor que la de los Estados Unidos, a pesar
de lo cual los Estados Unidos ocupan un lugar más elevado que China en lo que a
desarrollo social se refiere, pues mientras que en China sigue imperando el
régimen semifeudal, los Estados Unidos hace ya mucho tiempo que han llegado a
la fase culminante del desarrollo del capitalismo. La densidad de población de
Bélgica es 19 veces mayor que la de los Estados Unidos y 26 veces mayor que la
de la U.R.S.S., y sin embargo, Norteamética sobrepasa a Bélgica en lo tocante a
su desarrollo social, y la U.R.S.S. Ie lleva de ventaja toda una época
histórica, pues mientras que en Bélgica impera el régimen capitalista, la
U.R.S.S. ha liquidado ya el capitalismo e instaurado el régimen socialista.
De aquí se desprende que el crecimiento de la población no
es ni puede ser el factor cardinal en el desarrollo de la sociedad, el factor determinante
del carácter del régimen social, de la fisonomía de la sociedad.
a) ¿Cuál es, pues, dentro del sistema de las
condiciones de vida material de la sociedad, el factor cardinal que determina
la fisonomía de aquélla, el carácter del régimen social, el paso de la sociedad
de un régimen a otro?
Este factor es, según el materialismo histórico, el modo de
obtención de los medios de vida necesarios para la existencia del hombre, el
modo de producción de los bienes materiales : del alimento, del vestido, del
calzado, de la vivienda, del combustible, de los instrumentos de producción,
etc., necesarios para que la sociedad pueda vivir y desarrollarse.
Para vivir, el hombre necesita alimentos, vestido, calzado,
vivienda, combustible, etc.; para tener estos bienes materiales, ha de
producirlos y para poder producirlos necesita disponer de instrumentos de
producción, con ayuda de los cuales se consigue el alimento, se fabrica el
vestido, el calzado, se construye la vivienda, se obtiene el combustible, etc.;
necesita saber producir estos instrumentos y servirse de ellos.
Instrumentos de
producción con ayuda de los cuales se producen los bienes materiales, y hombres
que los manejan y efectúan la producción de los bienes materiales, por tener
una cierta experiéncia productiva y hábitos de trabajo : tales son los elementos
que, en conjunto, forman las fuerzas productivas de la sociedad.
Pero las fuerzas productivas no son más que uno de los
aspectos de la producción, uno de los aspectos del modo de producción, el
aspecto que refleja la relación entre el hombre y los objetos y fuerzas de la
naturaleza empleados para la producción de los bienes materiales. El otro
aspecto de la producción, el otro aspecto del modo de producción lo constituyen
las relaciones de unos hombres con otros dentro del proceso de la producción,
las relaciones de producción entre los hombres. Los hombres no luchan con la
naturaleza y no la utilizan para la producción de bienes materiales
aisladamente, desligados unos de otros, sino juntos, en grupos, en sociedades.
Por eso, la producción es siempre y bajo condiciones cualesquiera una
producción social. Al efectuar la producción de los bienes materiales, los
hombres establecen entre sí, dentro de la producción, tales o cuales relaciones
mutuas, tales o cuales relaciones de producción. Estas relaciones pueden ser
relaciones de colaboración y ayuda mutua entre hombres libres de toda
explotación, pueden ser relaciones de dominio y subordinación o pueden ser, por
último, relaciones de transición entre una forma de relaciones de producción y
otra. Pero, cualquiera que sea su carácter, las relaciones de producción
constituyen -- siempre y en todos los regímenes -- un elemento tan necesario de
la producción como las mismas fuerzas productivas de la sociedad.
"En la producción
-- dice Marx -- los hombres no actuan solamente sobre la naturale~a, sino que
actúan también los unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de un
cierto modo, para actuar en común y establecer un intercambio de actividades.
Para producir, los hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y a
través de estos vínculos y relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es
cómo se relacionan con la naturaleza y cómo se efectúa la producción"
(C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, t. V, pág. 429).
Consiguientemente, la producción, el modo de producción, no
abarca solamente las fuerzas productivas de la sociedad, sino también las
relaciones de producción entre los hombres, siendo, por tanto, la forma en que
toma cuerpo la unidad de ambas dentro del proceso de la producción de bienes
materiales.
b) La primera característica de la producción es que
jamás se estanca en un punto durante un largo período, sino que cambia y se
desarrolla constantemente, con la particularidad de que estos cambios ocurridos
en el modo de producción provocan inevitablemente el cambio de todo el régimen
social, de las ideas sociales, de las concepciones e instituciones políticas,
provocan la reorganización de todo el sistema social y político. En las
diversas fases de desarrollo, el hombre emplea diversos modos de producción o,
para decirlo en términos más vulgares, mantiene distinto género de vida. Bajo
el régimen del comunismo primitivo, el modo de producción empleado es distinto
que bajo la esclavitud, bajo el régimen de la esclavitud es distinto que bajo
el feudalismo, etc. Y, en consonancia con esto, varían también el régimen
social de los hombres, su vida espiritual, sus concepciones, sus instituciones
políticas.
Según sea el modo de producción existente en una sociedad,
así es también, fundamentalmente, esta misma sociedad y así son sus ideas y sus
teorías, sus concepciones e instituciones políticas.
O, para decirlo en términos más vulgares, según vive el
hombre, así piensa.
Esto significa que la historia del desarrollo de la sociedad
es, ante todo, la historia del desarrollo de la producción, la historia de los
modos de producción que se suceden unos a otros a lo largo de los siglos, la
historia del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de
producción entre los hombres.
Esto quiere decir que la historia del desarrollo social es,
al mismo tiempo, la historia de los propios productores de bienes materiales,
la historia de las masas trabajadoras, que son las fuerzas fundamentales del
proceso de producción y las que llevan a cabo la producción de los bienes
materiales necesarios para la existencia de la sociedad.
Esto quiere decir que la ciencia histórica, si pretende ser
una verdadera ciencia, no debe seguir reduciendo la historia del desarrollo
social a los actos de los reyes y de los caudillos militares, a los actos de
los "conquistadores" y "avasalladores" de Estados, sino que
debe ocuparse ante todo de la historia de los productores de los bienes materiales,
de la historia de las masas trabajadoras, de la historia de los pueblos.
Esto quiere decir que la clave para el estudio de las leyes
de la historia de la sociedad no hay que buscarla en las cabezas de los
hombres, en las ideas y concepciones de la sociedad, sino en el modo de
producción aplicado por la sociedad en cada uno de sus períodos históricos, es
decir, en la economía de la sociedad.
Esto quiere decir que la tarea primordial de la ciencia
histórica es el estudio y el descubrimiento de las leyes de la producción, de
las leyes del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de
producción, de las leyes del desarrollo económico de la sociedad.
Esto quiere decir que el Partido del proletariado, para ser
un verdadero partido, debe, ante todo, conocer las leyes del desarrollo de la
producción, las leyes del desarrollo económico de la sociedad.
Esto quiere decir que en politica, para no equivocarse, el
Partido del proletariado debe, ante todo, tanto en lo que se refiere a la
formación de su programa como en lo que atañe a su actuación práctica, arrancar
de las leyes del desarrollo de la producción, de las leyes del desarrollo
económico de la sociedad.
c) La segunda catacterística de la producción consiste
en que sus cambios y su desarrollo arrancan siempre de los cambios y del
desarrollo de las fuerzas productivas, y, ante todo, de los que afectan a los
instrumentos de producción. Las fuerzas productivas son, por tanto, el elemento
más dinámico y más revolucionario de la producción. Al principio, cambian y se
desarrollan las fuerzas productivas de la sociedad y luego, en dependencia con
estos cambios y en consonancia con ellos, cambian las relaciones de producción
entre los hombres, sus relaciones económicas. Sin embargo, esto no quiere decir
que las relaciones de producción no influyan sobre el desarrollo de las fuerzas
productivas y que éstas no dependan de aquéllas. Las relaciones de producción,
aunque su desarrollo dependa del de las fuerzas productivas, actúan a su vez
sobre el desarrollo de éstas, acelerándolo o amortiguándolo. A este propósito
conviene advertir que las relaciones de producción no pueden quedarse por un
tiempo demasiado largo rezagadas de las fuerzas productivas al crecer éstas, ni
hallarse en contradicción con ellas, ya que las fuerzas productivas sólo pueden
desarrollarse plenamente cuando las relaciones de producción están en armonía
con el carácter y el estado de progreso de dichas fuerzas productivas y dan
curso libre al desarrollo de éstas. Por eso, por muy rezagadas que las
relaciones de producción se queden con respecto al desarrollo de las fuerzas
productivas, tienen necesariamente que ponerse y se ponen realmente -- más
tarde o más temprano -- en armonía con el nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas y con el carácter de éstas. En otro caso, nos encontraríamos ante
una ruptura radical de la unidad entre las fuerzas productivas y las relaciones
de producción dentro del sistema de ésta, ante un desconyuntamiento de la
producción en bloque, ante una crisis de producción, ante la destrucción de las
fuerzas productivas.
Un ejemplo de desarmonía entre las relaciones de producción
y el carácter de las fuerzas productivas, un ejemplo de conflicto entre ambos
factores, lo tenemos en las crisis económicas de los países capitalistas, donde
la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción está en
violenta discordancia con el carácter social del proceso de producción, con el
carácter de las fuerzas productivas. Resultado de esta discordancia son las
crisis económicas, que conducen a la destrucción de las fuerzas productivas; y
esta discordancia constituye, de por sí, la base economica de la revolución
social, cuya misión consiste en destruir las relaciones de producción existentes
y crear otras nuevas, que correspondan al carácter de las fuerzas productivas. Por
el contrario, el ejemp]o de una armonía completa entre las relaciones de
producción y el carácter de las fuerzas productivas nos lo ofrece la economía
socialista de la U.R.S.S., donde la propiedad social sobre los medios de
producción concuerda plenamente con el carácter social del proceso de la
producción y donde, por tanto, no existen crisis económicas, ni se producen
casos de destrucción de las fuerzas productivas.
Por consiguiente, las fuerzas productivas no son solamente
el elemento más dinámico y más revolucionario de la producción, sino que son,
además, el elemento determinante de su desarrollo.
Según sean las fuerzas productivas, así tienen que ser
también las relaciones de producción.
Si el estado de las fuerzas productivas responde a la
pregunta de con qué instrumentos de producción crean los hombres los bienes
materiales que les son necesarios, el estado de las relaciones de producción responde
ya a otra pregunta: ¿en poder de quién están los medios de producción (la
tierra, los bosques, las aguas, el subsuelo, las materias primas, las
herramientas y los edificios dedicados a la producción, las vías y medios de
comunicación, etc.), a disposición de quién se hallan los medios de producción:
a disposición de toda la sociedad, o a disposición de determinados individuos,
grupos o clases que los emplean para explotar a otros individuos, grupos o
clases?
He aquí un cuadro esquemático del desarrollo de las fuerzas
productivas desde los tiempos primitivos hasta nuestros días. De las
herramientas de piedra sin pulimentar se pasa al arco y a la flecha y, en
relación con esto, de la caza como sistema de vida a la domesticación de
animales y a la ganadería primitiva; de las herramientas de piedra se pasa a
las herramientas de metal (al hacha de hierro, al arado con reja de hierro,
etc.) y, en consonancia con esto, al cultivo de las plantas y a la agricultura;
viene luego el mejoramiento progresivo de las herramientas metálicas para la
elaboración de materiales, se pasa a la fragua de fuelle y a la alfarería y, en
consonancia con esto, se desarrollan los oficios artesanos, se desglosan estos
oficios de la agricultura, se desarrolla la producción independiente de los
artesanos y, más tarde, la manufactura; de los instrumentos artesanos de
producción se pasa a la máquina, y la producción artesanal y manufacturera se
transforma en la industria mecánica, y, por último, se pasa al sistema de
máquinas, y aparece la gran industria mecánica moderna: tal es, en líneas
generales y no completas, ni mucho menos, el cuadro del desarrollo de las
fuerzas productivas sociales a lo largo de la historia de la humanidad. Además,
como es lógico, el desarrollo y perfeccionamiento de los instrumentos de
producción corren a cargo de hombres relacionados con la producción y no se
realizan con independencia de éstos; por tanto, a la par con los cambios y el
desarrollo de los instrumentos de producción, cambian y se desarrollan también
los hombres, como el elemento más importante que son de las fuerzas
productivas, cambian y se desarrollan su experiencia en punto a la producción,
sus hábitos de trabajo y su habilidad para el empleo de los instrumentos de
producción.
En consonancia con los cambios y el desarrollo
experimentados por las fuerzas productivas de la sociedad en el curso de la
historia, cambian también y se desarrollan las relaciones de producción entre
los hombres, sus relaciones económicas.
La historia conoce cinco tipos fundamentales de relaciones
de producción: el comunismo primitivo, la esclavitud, el feudalismo, el
capitalismo y el socialismo.
Bajo el régimen del comunismo primitivo, la base de las
relaciones de producción es la propiedad social sobre los me- dios de
producción. Esto, en sustancia, corresponde al carácter de las fuerzas
productivas durante este período. Las herramientas de piedra y el arco y la
flecha, que aparecen más tarde, excluían la posibilidad de luchar aisladamente
contra las fuerzas de la naturaleza y contra las bestias feroces. Si no querían
morir de hambre, ser devorados por las fieras o sucumbir a manos de las tribus
vecinas, los hombres de aquella época veíanse obligados a trabajar en común, y
así era como recogían los frutos en el bosque, como organizaban la pesca, como
construían sus viviendas, etc. El trabajo en común condujo a la propiedad en
común sobre los instrumentos de producción, al igual que sobre los productos.
Aún no había surgido la idea de la propiedad privada sobre los medios de
producción, exceptuando la propiedad personal de ciertas herramientas, que al
mismo tiempo que herramientas de trabajo eran armas de defensa contra las
bestias feroces No existía aún explotación, no existían clases.
Bajo el régimen de la esclavitud, la base de las relaciones
de producción es la propiedad del esclavista sobre los medios de producción,
así como también sobre los mismos productores, los esclavos, a quienes el
esclavista podía vender, comprar y matar, como ganado. Estas relaciones de
producción se hallan, fundamentalmente, en consonancia con el estado de las
fuerzas productivas durante este período. Ahora, en vez de herramientas de
piedra, el hombre dispone ya de herramientas de metal. En vez de aquella mísera
economía primitiva basada en la caza y que no conocía ni la ganadería ni la
agricultura, aparecen la ganadería, la agricultura, los oficios artesanos y la
división del trabajo entre estas diversas ramas de producción; aparecen la
posibilidad de efectuar un intercambio de productos entre los distintos
individuos y las distintas sociedades y la posibilidad de acumular riquezas en manos
de unas cuantas personas; se produce, en efecto, una acumulación de medios de
producción en manos de una minoría y surge la posibilidad de que esta minoría
sojuzgue a la mayoría y convierta a sus componentes en esclavos. Ya no existe
el trabajo libre y en común de todos los miembros de la sociedad dentro del
proceso de la producción, sino que impera el trabajo forzado de los esclavos,
explotados por los esclavistas, que no trabajan. No existen tampoco, por tanto,
propiedad social sobre los medios de producción, ni sobre los productos. La
propiedad social es sustituida por la propiedad privada. El esclavista es el
primero y fundamental propietario con plenitud de derechos.
Ricos y pobres, explotadores y explotados, hombres con
plenitud de derechos y hombres privados totalmente de derechos; una furiosa
lucha de clases entre unos y otros: tal es el cuadro que presenta el régimen de
la esclavitud.
Bajo el régimen feudal, la base de las
relaciones de producción es la propiedad del señor feudal sobre los medios de
producción y su propiedad parcial sobre los productores, sobre los siervos, a
quienes ya no puede matar, pero a quienes sí puede comprar y vender. A la par
con la propiedad feudal existe la propiedad individual del campesino y del
artesano sobre los instrumentos de producción y sobre su economía privada,
basada en el trabajo personal. Estas relaciones de producción se hallan,
fundamentalmente, en consonancia con el estado de las fuerzas productivas
durante este período. El perfeccionamiento progresivo de la fundición y
elaboración del hierro, la difusión del arado de hierro y del telar, los
progresos de la agricultura, de la horticultura, de la vinicultura y de la
fabricación del aceite, la aparición de las primeras manufacturas junto a los
talleres de los artesanos: tales son los rasgos característicos del estado de
las fuerzas productivas durante este período.
Las nuevas fuerzas productivas exigen que se deje al
trabajador cierta iniciativa en la producción, que sienta cierta inclinación al
trabajo y se halle interesado en él. Por eso, el señor feudal prescinde de los
esclavos, que no sienten ningún interés por su trabajo ni ponen en él la menor
iniciativa y prefiere entendérselas con los siervos, que tienen su propia
economía y sus herramientas propias y se hallan interesados por el trabajo en
cierto grado, en la medida necesaria para trabajar la tierra y pagar al señor
en especie, con una parte de la cosecha.
Durante este período, la propiedad privada hace nuevos
progresos. La explotación sigue siendo casi tan rapaz como bajo la esclavitud,
aunque un poco suavizada. La lucha de clases entre los explotadores y los
explotados es el rasgo fundamental del feudalismo.
Bajo el régimen capitalista, la base de las relaciones de
producción es la propiedad capitalista sobre los medios de producción y la
inexistencia de propiedad sobre los productores, obreros asalariados, a quienes
el capitalista no puede matar ni vender, pues se hallan exentos de los vínculos
de sujeción personal, pero que carecen de medios de producción, por lo cual,
para no morirse de hambre, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo al
capitalista y a doblar la cerviz al yugo de la explotación. A la par con la
propiedad capitalista sobre los medios de producción, existe y se halla en los
primeros tiempos muy generalizada la propiedad privada del campesino y del
artesano, libres de la servidumbre, sobre sus medios de producción, propiedad
privada que está basada en el trabajo personal. En lugar de los talleres de los
artesanos y de las manufacturas, surgen las grandes fábricas y empresas dotadas
de maquinaria. En lugar de las haciendas de los nobles, cultivadas con los
primitivos instrumentos campesinos de producción, aparecen las grandes
explotaciones agrícolas capitalistas, montadas a base de la técnica agraria y
dotadas de maquinaria agrícola.
Las nuevas fuerzas productivas exigen trabajadores más
cultos y más despiertos que los siervos, mantenidos en el embrutecimiento y en
la ignorancia: trabajadores capaces de entender y manejar las máquinas. Por
eso, los capitalistas prefieren tratar con obreros asalariados, libres de las
cadenas de la servidumbre y lo suficientemente cultos para saber manejar la
maquinaria.
Pero, después de desarrollar las fuerzas productivas en
proporciones gigantescas, el capitalismo se enreda en contradicciones
insolubles para él. Al producir cada vez más mercancías y hacer bajar cada vez
más sus precios, el capitalismo agudiza la competencia, arruina a una masa de
pequeños y rnedianos propietarios, los convierte en proletarios y rebaja su
poder adquisitivo, con lo cual se hace imposible la venta de las mercancías
producidas. Al dilatar la producción y concentrar en enormes fábricas y
empresas industriales a millones de obreros, el capitalismo da al proceso de
producción un carácter social y va minando con ello su propia base, ya que el
carácter social del proceso de producción reclama la propiedad social sobre los
medios de producción, mientras que la propiedad sobre los medios de producción
sigue siendo una propiedad privada capítalista, incompatible con el carácter
social que el proceso de producción presenta.
Estas contradicciones irreductibles entre el carácter de las
fuerzas productivas y las relaciones de producción se manifiestan en las crisis
periódicas de superproducción, en que los capitalistas, no encontrando
compradores solventes, como con- secuencia del empobrecimiento de la masa de la
población, provocado por ellos mismos, se ven obligados a quemar los productos,
a destruir las mercancías elaboradas, a paralizar la producción y a devastar
las fuerzas productivas, y en que millones de seres se ven condenados al paro
forzoso y al hambre, no porque escaseen las mercancías, sino por todo lo
contrario: por haberse producido en exceso.
Esto quiere decir que las relaciones capitalistas de
producción ya no están en consonancia con el estado de las fuerzas productivas
de la sociedad, sino que se hallan en irreductible contradicción con ellas.
Esto quiere decir que el capitalismo lleva en su entraña la
revolución, una revolución que está llamada a suplantar la actual propiedad
capitalista sobre los medios de producción por la propiedad socialista.
Esto quiere decir que el rasgo fundamental del régimen
capitalista es la más encarnizada lucha de clases entre explotadores y
explotados.
Bajo el régimen socialista, que hasta hoy sólo es una
realidad en la U.R.S.S., la base de las relaciones de producción es la
propiedad social sobre los medios de producción. Aquí, ya no hay explotadores
ni explotados. Los productos creados se distribuyen con arreglo al trabajo,
según el principio de "el que no trabaja, no come". Las relaciones
mutuas entre los hombres dentro del proceso de producción tienen el carácter de
relaciones de colaboración fraternal y de mutua ayuda socialista entre
trabajadores libres de toda explotación. Las relaciones de producción se hallan
en plena consonancia con el estado de las fuerzas productivas, pues el carácter
social del proceso de producción es fortificado por la propiedad social sobre
los medios de producción. Por eso la producción socialista de la U.R.S.S. no
conoce las crisis periódicas de superproducción ni los absurdos que éstas
acarrean.
Por eso, en la U.R.S.S., las fuerzas productivas se
desarrollan con ritmo acelerado, ya que las relaciones de producción, al
hallarse en consonancia con dichas fuerzas productivas, abren amplio cauce a
este desarrollo.
Tal es el cuadro que presenta el desarrollo de las
relaciones de producción entre los hombres, en el curso de la historia de la
humanidad.
Tal es la relación de dependencia en que el desarrollo de
las relaciones de producción se halla con respecto al desarrollo de las fuerzas
productivas de la sociedad, y en primer término con respecto al desarrollo de
los instrumentos de producción, relación de dependencia por virtud de la cual
los cambios y el desarrollo que experimentan las fuerzas productivas se
traducen, más tarde o más temprano, en los cambios y el desarrollo congruentes
de las relaciones de producción.
"El uso y la
creación de medios de trabajo* -- dice Marx -- , aunque en germen son ya
inherentes a ciertas especies animales, caracterizan el proceso de trabajo
específicamente humano, razón por la cual Frranklin define al hombre como un
animal que fabrica instrumentos. Y así como la estructura de los restos fósiles
de huesos tiene una gran importancia para reconstruir la organización de
especies animales desaparecidas, los vestigios de los medios de trabajo nos
sirven para apreciar formaciones económicas de la sociedad ya desaparecidas. Lo
que distingue a las epocas económicas unas de otras no es lo que se produce,
sino cómo se produce. . . Los medios de trabajo no son solamente el barómetro
del desarrollo de la fuerza de trabajo del hombre, sino también el exponente de
las relaciones sociales en que se trabaja" (C. Marx, El Capttal, t. I,
pa,g. 121, edicion de 1935). * Por
"medios de trabajo" entiende Marx, principalmente, los instrumentos
de producción. (J. St.)
Y en otros pasajes:
"Las relaciones
sociales están íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas. Al adquirir
nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al
cambiar el modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus
relaciones sociales. El molino movido a brazo nos da la sociedad de los señores
feudales; el molino de vapor, la sociedad de los capitalistas
industriales" (C. Marx y F. Engels, t. V, pág. 364).
"Existe un movimiento constante de
incremento de las fuerzas productivas, de destrucción de las relaciones
sociales y de formación de las ideas; lo único inmutable es la abstraccion del
movimiento" (Obra citada, pág. 364).
Caracterizando el materialismo histórico, tal como se
formula en el Manifiesto del Partido Comunista, dice Engels:
"La producción
económica y la estructura social que de ella se deriva necesariamente en cada
época histórica, constituyen la base sobre la cual descansa la historia
política e intelectual de esa época. . . Por tanto, toda la historia de la
sociedad, desde la disolución del régimen primitivo de propiedad comunal sobre
el suelo, ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre clases
explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, en las diferentes fases del
desarrollo social. . . Ahora, esta lucha ha llegado a una fase en que la clase
explotada y oprimida (el proletariado) no puede ya emanciparse de la clase que
la explota y la oprime (la burguesía), sin emancipar al mismo tiempo para
siempre a la sociedad entera de la explotación, la opresión y la lucha de
clases…" (Prólogo de Engels a la edición alemana de 1883, Manifiesto
del Partido Comunista).
d) La tercera característica de la producción consiste
en que las nuevas fuerzas productivas y las nuevas relaciones de producción
congruentes con ellas no surgen desligadas del viejo régimen, después de
desaparecer éste, sino que se forman en el seno de él; se forman no como fruto de
la acción premeditada y consciente del hombre, sino de un modo espon táneo,
inconsciente, e independientemente de la voluntad de los hombres. Se forman de
un modo espontáneo e independientemente de la voluntad de los hombres por dos
razones. En primer lugar, porque los hombres no son libres para elegir tal o
cual modo de ptoducción, pues cada nueva generación, al entrar en la vida, se
encuentra ya con un sistema establecido de fuerzas productivas y relaciones de
producción, como fruto del trabajo de las pasadas generaciones, en vista de lo
cual, si quiere tener la posibilidad de producir bienes materiales, no tiene,
en los primeros tiempos, más remedio que aceptar el estado de cosas con que se
encuentra dentro del campo de la producción y adaptarse a él.
En segundo lugar, porque, cuando perfecciona este o el otro
instrumento de producción, este o el otro elemento de las fuerzas productivas,
el hombre no sabe, no comprende, ni se le ocurre siquiera pensar en ello, qué
consecuencias sociales puede acarrear su innovación, sino que piensa única y
exclusivamente en su interés inmediato, en facilitar su trabajo y en obtener
algún provecho inmediato y tangible.
Cuando algunos de los miembros de la sociedad comunista
primitiva empezaron a sustituir, paulatinamente y tanteando el terreno, las
herramientas de piedra por las de hierro, ignoraban, naturalmente, y no paraban
mientes en ello, qué consecuencias sociales había de tener esta innovación, no
sabían ni comprendían que el paso a las herramientas metálicas significaba un
cambio radical en la producción, cambio que, en fin de cuentas, conduciría al
régimen de la esclavitud; lo único que a ellos les interesaba era facilitar el
trabajo y conseguir un provecho inmediato y sensible; su actuación consciente
se limitaba al estrecho marco de esta ventaja tangible, de carácter personal.
Cuando, dentro del período del régimen feudal, la joven
burguesía europea comenzó a organizar, junto a los pequeños talleres gremiales
de los artesanos, las grandes empresas manufactureras, imprimiendo con ello un
avance a las fuerzas productivas de la sociedad, no sabía, naturalmente, ni
paraba mientes en ello, qué consecuencias sociales había de acarrear esta
innovación: no sabía ni comprendía que esta "pequeña" innovación
conduciría a una reagrupación tal de las fuerzas sociales, que necesariamente
desembocaría en la revolución, la cual iría dirigida contra el poder real,
cuyas mercedes apreciaba tanto, y contra la nobleza, cuyo rango soñaban con
escalar no pocos de sus mejores representantes; lo único que le preocupaba era
abaratar la producción de mercancías, lanzar una cantidad mayor de artículos a
los mercados de Asia y de América recién descubierta, y obtener mayores ganancias;
su actuación consciente se limitaba al estrecho marco de esta finalidad
tangible.
Cuando los capitalistas rusos, juntamente con los
capitalistas extranjeros, introdujeron en Rusia de un modo intensivo la moderna
gran industria mecánica, dejando intacto el zarismo y entregando a los
campesinos a la voracidad de los terratenientes, no sabian, naturalmente, ni
paraban mientes en ello, qué consecuencias sociales había de acarrear este
importante incremento de las fuerzas productivas: no sabían ni comprendían que
este importante salto que se daba en el campo de las fuerzas productivas de la
sociedad conduciría a una reagrupación tal de las fuerzas sociales, que daría
al proletariado la posibilidad de unir con él a los campesinos y de llevar a
cabo la revolución socialista victoriosa; lo único que ellos querían era
incrementar hasta el máximo la producción industrial, dominar el gigantesco
mercado interior del país, convertirse en monopolistas y sacar mayores
ganancias de la economía nacional; la conciencia con que realizaban aquel acto
no iba más allá del horizonte empírico y estrecho de sus intereses personales.
En relación con esto, dice Marx:
"En la producción
social de su vida [es decir, en la producción de los bienes materiales necesarios
para la vida de los hombres. J. St.], los hombres contraen determinadas
relaciones necesarias e independientes [...] de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada
fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales" (C. Marx, Obras
Escogidas, t. I, pág. 269).
Esto no significa, sin embargo, que los cambios ocurridos en
las relaciones de producción y el paso de las viejas relaciones de producción a
otras nuevas discurran lisa y llanamente, sin conflictos ni conmociones. Por el
contrario, estos cambios revisten generalmente la forma de un derrocamiento
revolucionario de las viejas relaciones de producción para dar paso a la
instauración de otras nuevas. Hasta llegar a un cierto período, el desarrollo
de las fuerzas productivas y los cambios que se operan en el campo de las
relaciones de producción discurren de un modo espontáneo, independientemente de
la voluntad de los hombres. Pero sólo hasta un determinado momento, hasta el
momento en que las fuerzas productivas que surgen y se desarrollan logran
madurar cumplidamente. Una vez que las nuevas fuerzas productivas están en
sazón, las relaciones de producción existentes y sus representantes, las clases
dominantes, se convierten en ese obstáculo "insuperable" que sólo
puede eliminarse por medio de la actuación consciente de las nuevas clases, por
medio de la acción violenta de estas clases, por medio de la revolución. Aquí
se destaca con gran nitidez el papel inmenso de las nuevas ideas sociales, de
las nuevas instituciones políticas, del nuevo Poder político, llamados a
liquidar por la fuerza las viejas relaciones de producción.
"En la lucha contra la burguesía -- dice Marx --, el proletariado
se constituye indefectiblemente en clase […] mediante la revolución se
convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, destruye por la
fuerza las viejas relaciones de producción" (Manifiesto del Partido
Comunista, edición de 1938, pág. 52).
Y en otro lugar:
"El proletariado se valdrá de su dominación politica para ir
arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos
los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado
organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible
la suma de las fuerzas productivas" (Obra citada, pág. 50).
"La violencia es la partera de toda
sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva" (C. Marx, El
Capital, t. II, pág. 788).
He aquí en qué términos
formulaba Marx, con trazos geniales, la esencia del materialismo histórico, en
el memorable "prólogo" escrito en 1859 para su famoso libro Contribución
a la crítica de la Economía política:
"En la producción social de su vida, los hombres contraen
determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones
de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus
fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se
levanta la superestructura juridica y politica y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de producaón de la vida
material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en
general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el
contrario, el ser social es el que determina su conciencia. Al llegar a una
determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la
sociedad chocan con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más
que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de
las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las
fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre
así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se
revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida
sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones, hay que distinguir
siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de
producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias
naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o
filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres
adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo
modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no
podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino
que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las
contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las
fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación
social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que
caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de
producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan
madurado en el seno de la sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone
siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las
cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan alando ya se dan o, por lo
menos, se están gestando las condiciones materiales para su realización" (C.
Marx, Obras Escogidas, t. I, págs. 269-270).
Tal es la concepción del
materialismo marxista, en su aplicación a la vida social, en su aplicación a la
historia de la sociedad.
Tales son los rasgos fundamentales
del materialismo dialéctico y del materialismo histórico.
Este trabajo ha
sido extraído del libro ‘J. V. Stalin, Cuestiones del leninismo’, Ediciones en
Lenguas Extranjeras
Pekín, Primera edición 1977, págs. 849-90, cuyo texto físico es de mi
propiedad.