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Rosa Luxemburgo ✆ Diego Rivera
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Alejandra Valderrama | El 15 de enero de 1919 fue asesinada Rosa
Luxemburgo, Leo Jogiches y Karl Liebknecht, junto a decenas de militantes
comunistas a manos de la policía del gobierno socialdemócrata alemán. Pero,
para nosotros ella no está muerta. La fuerza de sus ideas, su método -que sin
dogmatismos ni elogios de ningún tipo nos transmite un sentido de crítica cabal
como herramienta para la lucha revolucionaria- son parte de su legado.
En defensa
del legado de Marx y Engels: ¿Reforma o revolución?
Desde estudiante secundaria, Rosa fue perseguida. Militó
clandestina en un ambiente de efervescente discusión política al alero de un
régimen despótico y represivo. Así, la joven Rosa Luxemburgo se arrojó a la
lucha revolucionaria de la clase obrera, con un instinto y combatividad que fue
reconocido apenas llegó a Alemania, aunque era una de las mas jóvenes de la
sala, nadie le podía contar lo que era estar en la cárcel. Ya no era una
estudiante y a pesar de una compleja bienvenida en los círculos socialdemócratas
alemanes, ella destacó de inmediato desarrollando sus ideas sin supuestos y
buscando elevar el pensamiento concreto siempre en conexión con las tareas
históricas que los marxistas revolucionarios tenían en el presente.
¿Reforma o revolución? La Segunda Internacional y la
Socialdemocracia alemana en particular forjaron su desarrollo en un período de
estabilidad y desarrollo capitalista ininterrumpido sin protagonizar ningún
proceso revolucionario que templara a la organización en una lucha directa contra
la burguesía. Ellos concentraron el conjunto de su acción política en la acción
sindical y la lucha parlamentaria, desarrollando ampliamente la táctica en
tiempos de paz, pero sin prepararse para tiempos convulsivos, adaptándose
finalmente a los tiempos de la democracia burguesa.
La separación entre teoría y práctica traería sus
consecuencias evidentes. Esta fue la base objetiva que permitió el surgimiento
de un ala revisionista que buscó tranzar las ideas fundacionales del marxismo
con las ideas del liberalismo burgués. Su precursor fue Eduard Bernstein, al
igual que los reformistas de hoy, para él, mediante reformas parciales el
capitalismo podía evolucionar pacíficamente. El objetivo del socialismo debía
ser desechado, el fin es nada, el movimiento lo es todo. La joven Rosa dio una
lucha implacable contra quienes querían limar el filo de las ideas de Marx y
Engels.
Para Rosa la legalidad y el Estado no podían separarse de la
lucha de clases:
“De hecho, en todas
las épocas, la constitución legal no es otra cosa que el producto de la
revolución. Mientras que la revolución es el acto de creación política de la
historia de clase, la legislación, bajo distintas formas, no es otra cosa que
el vegetar político de la sociedad” (1)
Contra todo
rutinarismo conservador: Huelga de masas y parlamentarismo
Pero, no solo dio una lucha ideológica y política contra el
ala reformista de Bernstein, instalando la necesidad de la revolución y ligando
las tareas cotidianas con la lucha revolucionaria por el socialismo. Su
experiencia en la revolución de 1905 en Varsovia la hizo reflexionar sobre la
táctica predominante de la segunda internacional: el parlamentarismo.
Al calor de uno de los movimientos huelguísticos que
sacudieron principios de siglo XX, coordinadoras, mítines de obreros y tomas de
fábricas, la fuerza de la clase obrera repuso los métodos revolucionarios en la
cabeza de los marxistas rusos y en Rosa Luxemburgo. Esto trajo intensos
debates, reponer los métodos históricos de lucha de la clase obrera no sería
fácil, la dirección de la socialdemocracia alemana que dirigía cientos de
sindicatos, que poseía fuerza y apoyo electoral, se oponía a la táctica de
huelga de masas por considerarla desorganizadora y que podría minar los
derechos conquistados por años de democracia burguesa y estabilidad social.
Para ella, toda acción parlamentaria debía estar ligada a la
lucha revolucionaria por el socialismo, la táctica debía estar subordinada a la
estrategia.
“El dominio de la
legalidad burguesa del parlamentarismo, es cierto, no es solo un campo de
dominación de la clase capitalista, sino también un campo de batalla. Pero, así
como el orden jurídico es para la burguesía una expresión de su violencia, la
lucha parlamentaria no puede ser, para el proletariado, más que la tendencia a
llevar adelante su propia violencia. Si no existe, detrás de nuestra actividad
legal y parlamentaria, la violencia de la clase obrera, siempre lista a entrar
en acción. La acción parlamentaria de la socialdemocracia se convierte también
en un pasatiempo espiritual, similar a aquel de sacar el agua con una
espumadera. Los aficionados del realismo, que constantemente hacen hincapié en
los “sucesos positivos” de la actividad parlamentaria, para utilizarlos como
argumentos contra la necesidad y utilidad de la violencia en la lucha de
clases, no se han dado cuenta de que estos sucesos, son tan pequeños, que no
deberían considerarse más que como los productos del efecto invisible y latente
de la violencia.” (2)
Desligar la táctica y la estrategia fue la posición del
sector oportunista del partido que años después votaría los Créditos de Guerra
el 4 de agosto de 1914, aniquilando la unidad de clase de la II Internacional y
arrojando a la socialdemocracia al campo de la burguesía.
Rosa Luxemburgo no se quedaría callada, defendió el
internacionalismo de la clase obrera frente a la primera guerra y denunció la
claudicación de la socialdemocracia alemana. Entre un mar de consignas
patrioteras marcó con firmeza los principios del marxismo revolucionario. Había
que prepararse para la revolución para esto no se podían tener medias tintas.
Rosa
Luxemburgo tiene que vivir
La idea de la revolución socialista que Rosa Luxemburgo
defendió contra las corrientes reformistas necesitaba la palanca de un partido
como el que Lenin y Trotsky construyeron para la toma del poder por el
proletariado.
Mientras hoy predominan concepciones de una izquierda que no
se propone la lucha por el socialismo como una tarea actual y ven la
transformación de la sociedad en los estrechos márgenes del régimen burgués,
debemos reponer el debate de estrategias. Al calor de los nuevos fenómenos de
la lucha de clases en América Latina y en el mundo, se abre un periodo objetivo
en donde vuelven a aparecer grandes discusiones como: ¿Reforma o revolución?
Para nosotros no está muerta, Rosa tiene que vivir:
“No os dais cuenta de
que vuestro orden está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana
con su victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con
todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!” (3)
Notas
(1) ¿Reforma o revolución?, Rosa Luxemburgo.
(2) “Problemas de la organización de la socialdemocracia
Rusa”. Rosa Luxemburgo.
(3) “El orden reina en Berlín”. Rosa Luxemburgo.