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La toma del Reichstag por parte del Ejército Rojo |
Mariano Millán | La publicación de
El significado de la Segunda Guerra Mundial de Ernest Mandel […]
es una excelente noticia. Antes que nada, porque en este 70 aniversario de la
victoria sobre el nazi-fascismo la burguesía imperialista copó la escena con
ceremonias donde el capital y sus representantes se adjudicaron una victoria
por la cual, en el mejor de los casos, hicieron poco; por no hablar
directamente de algunos de los vencidos que fueron rehabilitados por los EE.UU.
durante la Guerra Fría. En segundo lugar, porque en Argentina el notable
trabajo de Mandel no tuvo la repercusión que merece, al menos entre los
marxistas. Aquí recorremos sus argumentos y proponemos otros y nuevos elementos
para una futura elaboración. El título del libro describe su contenido. En sus páginas no
encontraremos una historia del conflicto, aunque sí muchos elementos
fundamentales para entender las cualidades de la conflagración y su
importancia.
Tampoco hallaremos un análisis económico de esta dura
guerra, pero tenemos a mano numerosos aspectos de las relaciones de producción
que condicionaron el choque de las potencias y las maneras como este esfuerzo
modificó las infraestructuras del capital. Por último, quien lea este volumen
no se topará con una sociología política de la Segunda Guerra Mundial
(SGM), pero dispondrá de casi todas las cuestiones para comprender los
antagonismos que se pusieron en acto.
La potencia del trabajo de Mandel reside en la arquitectura
marxista de su explicación. Articula el conocimiento de las disciplinas
académicas, pero subordina aquellos saberes a una problemática teórica y
práctica: la lucha de clases. Por ello produjo una obra radicalmente diferente
sobre la SGM, donde se abordan casi todos los puntos esenciales en menos de 300
páginas.
Las
tesis centrales
El significado de la
Segunda Guerra Mundial vincula ciertas tesis sobre las causas, el
desarrollo y las consecuencias de la SGM, realizando una fina diferenciación de
los niveles de abstracción y construyendo una espiral entre los registros de lo
general y lo particular.
En cuanto a las causas, en el nivel sistémico se encuentra
la competencia imperialista, en términos leninistas, de las diferentes
potencias por el reparto del mundo. Uno de los ladrillos centrales de esta
explicación es la contradicción entre el carácter global de las relaciones de
producción y la forma política de los Estados-nación, las disputas y luego
antagonismos entre estas entidades.
Otro aspecto causal anida en la crisis de 1929-30 y la
necesidad inaplazable de espacios geográficos donde valorizar ingentes
cantidades de capital excedente. En algunos países como EE.UU., apunta Mandel,
el proceso decisivo para superar sostenidamente y a largo plazo las tendencias
al estancamiento no fue el New Deal, sino la SGM.
El tercer factor incitante fue la contrarrevolución del
período de entreguerras. Durante la segunda mitad e inmediatamente después de
la Primera Guerra Mundial tuvieron lugar varios procesos revolucionarios. El
destacado triunfo en Rusia contrasta con el aplastamiento de numerosos
levantamientos (como en Alemania, Hungría, Italia o España, por citar algunos),
lo que permitió la movilización para la guerra imperialista.
Si bien Mandel reconoce estas condiciones y contradicciones,
no relativiza el rol de la burguesía alemana y de sus representantes políticos
del momento. Hitler y su partido desencadenaron la guerra con su política
agresiva. Si bien todas las potencias tenían posiciones de fuerza, el Tercer
Reich forzó una decisión por las armas en 1939. Entre las varias razones, las
dos principales son la estimación del timing entre
el rearme alemán y la preparación de sus rivales; y la creciente presión
salarial de la clase obrera alemana, que prefiguraba un horizonte crítico para
la acumulación de capital si no se encontraba nuevo espacio donde valorizar.
Un aporte de este libro consiste en señalar que las
tendencias generales que llevaron a la SGM, con su tremendo costo humano, no se
encuentran abolidas y que, por tanto, el capitalismo podría producir nuevas catástrofes,
señalando que de hecho las produce, pero en escalas menores y en escenarios
considerados “periféricos”.
Las tesis sobre el desarrollo de la contienda suponen varios
elementos. En un nivel general existía una diferencia en la magnitud de las fuerzas
productivas de los dos bloques. Si el Eje Roma-Berlín-Tokio tenía ventaja en
1940, el ingreso de la URSS y los EE.UU. trastocó el equilibrio en favor de la
Gran Alianza y, ya para 1943, era imposible que los nazis y sus asociados
pudieran imponerse en un conflicto de largo aliento. De hecho, los
planificadores militares alemanes siempre se prepararon para la llamada blitzkrieg o guerra relámpago.
En la faz particular, el trabajo tiene ciertas afirmaciones
corrientes e indiscutibles:
— la coalición entre importantes fracciones de la burguesía
europea con el nazismo para reforzar la lucha contra la clase obrera;
— la URSS realizó el esfuerzo más importante para la
victoria;
— por su magnitud y el momento en que llegó, la ayuda de los
EE.UU. a través de la Ley de Préstamo y Arriendo no tuvo una importancia
perentoria en la capacidad de resistencia soviética;
— Stalingrado fue la batalla decisiva de la guerra;
— la chapuza italiana en los Balcanes y Grecia obligó a los
nazis a concurrir en su auxilio, demorando varias semanas el ataque a la URSS;
— la dirigencia de los EE.UU. no tenía apuro por concluir la
guerra, puesto que debilitaba a sus futuros adversarios y fortalecía los
resortes del capital norteamericano.
— El rol de la Resistencia fue fundamental y configuró, en
cierto modo, otra guerra de carácter popular.
Al mismo tiempo, destacamos algunas sutiles observaciones.
Mandel cuestiona la consideración usual acerca de la irracionalidad de Hitler
ordenando a sus tropas permanecer en el cerco Stalingrado. El autor apunta, con
toda razón, que ello entretuvo suficientes tropas soviéticas como para salvar a
las divisiones de la Wehrmacht que se
desplazaban hacia el sur, quienes trataban de apropiarse de los campos
petrolíferos de Azerbaiyán, cumpliendo las directrices de la Operación Azul.
Otra excelente indicación es mostrar la paradoja entre la
fortaleza táctica y la impotencia estratégica en el frente italiano. Frente a
la invasión anglo-estadounidense, la exitosa tenacidad alemana, que buscaba
dividir a los Aliados y forzar un acuerdo de última hora con EE.UU. y Gran
Bretaña a costa de los soviéticos, resultó ser una palanca involuntaria para el
avance del Ejército Rojo sobre el centro de Europa y la redefinición del mapa
de posguerra.
En cuanto a las consecuencias de la SGM, las posiciones de
Mandel son relativamente clásicas en el marxismo y contradicen asertos comunes
del mundo académico. La Guerra Fría fue alentada por los EE. UU., rehuida
y luego respetada por la URSS y sus partidos-satélites. Desde 1945 hasta fines
de los ‘60 el capitalismo tuvo una era dorada, producto de la reorganización
mundial del final de la SGM. Pero los fenómenos más generales que empujaron a
la contienda y a los genocidios, a saber el imperialismo y sus consubstanciales
rasgos militaristas y racistas, las crisis económicas y la irracionalidad de un
modo de producción regulado por el mercado y basado en la explotación, lejos
están de haber sido superados.
Para una
nueva síntesis
Estos valiosos pasos dados por Mandel en los ‘80 para
constituir una síntesis marxista acerca de la SGM y su significado merecen
fortalecerse con los conocimientos de las últimas décadas. Por ello, estas
consideraciones persiguen la ambición de ser recogidas en una nueva producción.
En primer lugar, la idea más general de la victoria de la
Gran Alianza a causa de su potencia económica merece complementarse. Esta
coalición decidió, a pesar de los costos, continuar la lucha y no dividir sus
esfuerzos. Esa voluntad política no se desprende directamente del potencial
económico y social, sino que éste termina siendo un medio. Pero, como sabemos,
una conflagración no se gana simplemente con los productos de la industria, hay
que saber combinarlos para vencer en las batallas porque, como decía
Clausewitz, en la guerra “el combate es
lo que el pago al contado en el comercio” [1].
Esta dimensión poco trabajada por Mandel es central en
trabajos actuales sobre la SGM, como el de Richard Overy [2] o la obra de
Chris Bellamy [3], por sólo citar algunos. La diferencia entre las fuerzas
del Eje y los Aliados fue también su capacidad de aprendizaje de las artes
bélicas, el cual fue inéditamente veloz en la URSS. Durante las últimas décadas
se abrieron numerosos archivos soviéticos, y la investigación produjo
importantes libros con nueva luz sobre las capacidades organizativas y la
cohesión social durante el stalinismo, las características de su cuerpo de
oficiales y generales, que si bien fue mermado durante las purgas, se
reconstituyó durante la llamada “Gran
Guerra Patria” con una eficacia que asustó a británicos y norteamericanos.
Mandel, sin estos archivos, lo intuye cuando señala como
clave la decisión de Stalin de encomendar la conducción operativa de la guerra
a sus generales. Pero también, el autor pierde la oportunidad conceptual de
aprovechar la advertencia de Mao Tse Tung, quien tras la Batalla de Stalingrado
señaló que los aliados, y sobre todo la URSS, pueden sostener la posición
defensiva, mientras que el fascismo, por su carácter social, sólo puede luchar
a la ofensiva [4].
La segunda cuestión insoslayable para una elaboración sobre
la SGM es tomar posición en torno a la noción y/o categoría de guerra
total, elaborada por Eric Ludendorff [5]. Las razones para ello radican en
determinar si los Estados poseían la capacidad de realizar una movilización
total de su población para el esfuerzo de guerra, tanto en términos
organizativos y logísticos como “anímicos”. De esa mensura derivan distintas
tareas en la elaboración estratégica de la revolución socialista, tanto sea en
sus plazos, como en las tácticas.
Por otra parte, la cuestión de la Resistencia merece mayor
construcción. Mandel advierte que durante esta guerra se cruzaron numerosos
conflictos que excedían los sostenidos por los Estados, demostrando la
importancia de la lucha de clases en la contienda. Pero ¿qué papel jugó la
resistencia en la SGM? ¿Qué importancia tiene la resistencia en la SGM para la
lucha revolucionaria en el siglo XX?
El autor responde parcialmente la primera cuestión,
reconociendo realmente muy poco del papel de los partidos comunistas en la
organización de este movimiento, e ignorando por completo el significativo
papel británico. En este sentido, el trabajo de Donny Gluckstein es, a todas
luces, una lectura imprescindible [6]. Sobre la segunda pregunta el libro
contiene exiguos elementos, solamente destacando la continuidad entre
resistencia y liberación nacional durante la posguerra en algunos países de
Asia. Viendo que desde 1945 al presente las formas de combate insurgentes y su
respuesta, la contrainsurgencia, cobraron centralidad en el desarrollo del
acontecer bélico y de la lucha revolucionaria, cualquier nueva síntesis no
debería esquivar el asunto.
Notas
[1] Clausewitz, Karl (1983), De la guerra. Buenos Aires, Solar.
[2] Overy, Richard (2011), ¿Por qué ganaron los aliados? Buenos Aires, Tusquets.
[3] Bellamy, Chris (2007), Guerra absoluta. Barcelona, Ediciones B.
[4] Mao Tse Tung (1943), “El punto de viraje en la Segunda Guerra Mundial”.
[5] Ludendorff, Eric (1964), La guerra total. Buenos Aires, Pleamar.
[6] Gluckstein, Donny (2013), La otra historia de la Segunda Guerra Mundial, Barcelona, Ariel.