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Karl Marx ✆ KM-Chai
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José Gil Rivero | En
los estudios sobre la obra de Karl Marx se han diferenciado dos etapas de su
pensamiento. Así, la que suele conocerse como «el joven Marx», correspondiente
al período de los Manuscritos: economía y filosofía, de 18441, que
traduce, según algunos autores, a un Marx filosófico, preocupado por cuestiones
éticas, ideológicas y existencialistas. Y un segundo período, definido como el
del «Marx maduro», o científico, que ve su manifestación en El Capital, de
1876, su obra cumbre, en la que desarrolla un análisis crítico de la Economía
Política. No obstante, tal como señala Ferrater Mora, «la publicación completa
de los Grundrisse, de 1857–1858, ha alterado la tesis de la escisión –así
como los juicios contrapuestos fundados en ella– y, según varios intérpretes,
ha restablecido la ‘continuidad’ en el pensamiento de Marx» (Ferrater
Mora,1991:2120)2.
Para el interés de nuestra labor, arrancaremos de la posición
que Marx mantiene en torno al concepto de trabajo enajenado3 en
Manuscritos:
economía y filosofía, y posteriormente analizaremos los procesos de trabajo,
valorización y subsunción del trabajo al capital que desarrolla en
El
Capital y en
El Capital, Libro I, Sexto Capítulo (inédito).
I. El concepto de
trabajo enajenado
Marx sostiene en los Manuscritos que:
El obrero es más pobre
cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en
volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas
más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón
directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo no sólo produce
mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía y
justamente en la proporción en que produce mercancías en general. (Marx,
1984:105)
El producto, por tanto, es la objetivación del trabajo, la
cosificación de éste. Lo que significa que el objeto producto del trabajo se
enfrenta al trabajador como un ser extraño, es decir, como un poder independiente
del productor mismo. Nos sigue diciendo Marx:
Esta realización del
trabajo aparece en el estadio de la Economía Política como desrealización del
trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y servidumbre a él, la
apropiación como extrañamiento, como enajenación [...] La apropiación del
objeto aparece en tal medida como extrañamiento, que cuantos más objetos
produce el trabajador, tantos menos alcanza a poseer y tanto más sujeto queda a
la dominación de su producto, es decir, del capital. (Marx, 1984:105–106)
En El Capital, Libro I, Sexto Capítulo (inédito), en su
análisis de los Factores objetivos del proceso de trabajo y del proceso de
valorización, percibimos en Marx esta misma idea cuando afirma:
La dominación del
capitalista sobre el obrero es, en consecuencia, dominación de la cosa sobre el
hombre, del trabajo muerto sobre el vivo, del producto sobre el productor. (Marx,
1997:27)
Antes de proseguir con esta línea argumental, consideramos
que es interesante detenerse, siquiera un momento, en la relación naturaleza–trabajador,
por cuanto la referencia que hace Marx evidencia la conflictividad de la misma,
y su progresivo deterioro en un sistema de crecimiento constante. La
naturaleza es la materia en que el trabajador obra, en la que y con la que
produce. La misma ofrece medios de vida,
u objetos sobre los que se ejerce el trabajador, a la par que medios para la
subsistencia. Lo que significa que la mayor apropiación del mundo exterior a
él por parte del trabajador, le supone más privación de víveres para la
subsistencia. Este planteamiento marxista deviene una racionalidad ecológica
que integra la subsistencia física del trabajador con el respeto al medio
natural.
Según Marx, el extrañamiento no se muestra únicamente en el
producto, en el resultado, sino que recorre la actividad productiva, la cual se
constituye en la actividad de la enajenación. El trabajador no se siente feliz
en su trabajo,
no desarrolla una
libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su
espíritu. (Marx, 1984:109)5
Se niega, en lugar de afirmarse. Es un medio más que la
satisfacción de una necesidad6. No se pertenece a sí mismo durante el proceso
productivo, se ha vendido a otro, quien se apropia no sólo de su producto sino
también de su actividad, la cual se vuelve contra él, se le enfrenta: su
capacidad de trabajo no le pertenece, ha sido despojado de su única posesión. A
diferencia de lo que pueda parecer, no es el trabajador quien utiliza los medios
de producción, sino que son estos, que no le pertenecen, los que utilizan al
trabajador: intentan absorber la mayor cantidad posible de trabajo vivo (Marx,
1997:24)7, es decir, generar plustrabajo y plusvalía.
Marx da un giro de tuerca y expone una tercera dimensión de
la enajenación. Además del extrañamiento del trabajador con relación a su
producto, y de la alienación con respecto al acto de la producción (o
alienación de sí mismo), el trabajador se aliena también en referencia al ser
genérico del que forma parte. Lo que significa que una persona está enajenada
con respecto a otra y cada uno en relación con la especie humana8. Si el
objeto y el proceso de trabajo, que se enfrentan al trabajador, son extraños
es porque pertenecen a otra persona.
Marx afirma:
Así, pues, mediante el trabajo enajenado crea el trabajador
la relación de este trabajo con una persona que está fuera del trabajo y le es
extraña. La relación del trabajador con el trabajo engendra la relación de este
con el del capitalista o como quiera llamarse al patrono del trabajo. La propiedad
privada es, pues, el producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo
enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo
mismo. (Marx, 1984:116)
Por consiguiente, la propiedad privada es la resolución del
trabajo enajenado y el medio por el cual se lleva a cabo el extrañamiento del
trabajo. La propiedad privada (medios de producción) se convierte en una
realidad abarcadora de las distintas relaciones que se dan en el proceso de
enajenación: trabajador/trabajo, trabajador/no–trabajador,
no–trabajador/trabajador, no–trabajador/trabajo del trabajador. En
definitiva, si trabajo enajenado implica propiedad privada, la superación de
aquel conllevará la desaparición de esta.
Leemos a Marx:
De la relación del
trabajo enajenado con la propiedad privada se sigue, además, que la emancipación
de la sociedad de la propiedad privada, etc., de la servidumbre, se expresa en
la forma política de la emancipación de los trabajadores, no como si se tratase
sólo de la emancipación de estos, sino porque su emancipación entraña la
emancipación humana general; y esto es así porque toda la servidumbre humana
está encerrada en la relación del trabajador con la producción, y todas las
relaciones serviles son modificaciones y consecuencias de esta relación.
(Marx, 1984:117)
Encontramos aquí la afirmación de la posibilidad de la
emancipación. De una «teoría de la desalienación», que exige, según Mandel, la
existencia de una serie de requisitos previos:
La supresión de la
producción de mercancías, la desaparición de la escasez económica, la supresión
de la división social del trabajo a través de la desaparición de la propiedad
privada de los medios de producción y de la eliminación de la separación entre
trabajo manual e intelectual, entre productores y administradores.
(MANDEL, 1978:40)
Es decir, para el marxismo, la categoría alienación del
trabajo es una noción histórica transitoria, a diferencia del planteamiento
hegeliano, que sostiene que responde a una noción antropológica (todo trabajo
es alienación) y, por tanto, insuperable.
II. El proceso de
trabajo
Marx expresa en el Libro I de El Capital que:
El trabajo es, en
primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el
hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se
enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movimiento
las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas,
cabeza y manos, a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo
una forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre
la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia
naturaleza. Desarrolla las potencias que dormitaban en ella y sujeta a su
señorío el juego de fuerzas de la misma. (Marx,1978:215–216)
Para llevar a cabo esta transformación intencional de la
naturaleza, la persona obrera necesita disponer de una finalidad, de un plan
previo, a la que se subordina su voluntad. Hecho que le diferencia claramente
de la actividad animal, que se reduce a respuestas instintivas.
El proceso laboral está constituido por una serie de
elementos simples. A saber: la actividad orientada a un fin (o trabajo mismo),
su objeto y sus medios. Por lo que se refiere al objeto, éste puede ser
extraído directamente de la naturaleza, o bien contener una determinada
cantidad de trabajo, en cuyo caso se denomina materia prima. El medio de
trabajo, que representa un producto de trabajo anterior, es una cosa o complejo
de cosas que es interpuesta entre el trabajador y el objeto de trabajo y que le
sirve para encauzar su actividad sobre dicho objeto. La posibilidad de
elaboración de medios de trabajo, de herramientas, y su uso posterior,
constituye una característica específicamente humana. Tan importantes son los
medios de trabajo para el conocimiento de la historia de nuestra especie que
Marx llega a afirmar que:
Lo que diferencia unas
épocas de otras no es lo que se hace, sino cómo, con qué medios de trabajo se
hace. Los medios de trabajo no sólo son escalas graduadas que señalan el
desarrollo alcanzado por la fuerza de trabajo humana, sino también indicadores
de las relaciones sociales bajo las cuales se efectúa ese trabajo. (Marx,
1978:218)9
Acontece en el proceso de trabajo que la actividad humana,
valiéndose del medio de trabajo, lleva a cabo una modificación del objeto de
trabajo, la cual ha sido planeada previamente. Dará como resultado un producto
que tiene un valor de uso, es decir, un material de la naturaleza, que ha
recibido un cambio en su forma gracias a la objetivación en él de trabajo, que
pretende la satisfacción de necesidades humanas 10.
En el proceso de trabajo, como proceso en el que el
capitalista lleva a cabo un consumo de la fuerza de trabajo, se observan dos
fenómenos. Por un lado, que el obrero trabaja bajo el control del capitalista,
este se apropia del trabajo de aquel; en segundo lugar, que el producto es
propiedad del capitalista, en vez de serlo de su productor directo. Esta
situación es posible a partir del hecho de que el capitalista ha comprado la
mercancía fuerza de trabajo; que viene a unirse a otras mercancías que también ha
adquirido (medios de producción), de la que hace uso libre durante el tiempo
convenido, y de cuyos resultados de trabajo se adueña. Marx asevera al
respecto:
Mediante la compra de
la fuerza de trabajo, el capitalista ha incorporado la actividad misma, como
fermento vivo, a los elementos muertos que componen el producto y que también
le pertenecen. Desde su punto de vista el proceso laboral no es más que el consumo
de la mercancía fuerza de trabajo, comprada por él, y a la que, sin embargo,
sólo puede consumir si le adiciona medios de producción. El proceso de trabajo
es un proceso entre cosas que el capitalista ha comprado, entre cosas que le
pertenecen. De ahí que también le pertenezca el producto de ese proceso (...)
El producto –propiedad del capitalista– es un valor de uso. (Marx,
1978:225)
Este marco será el que permita llevar a cabo el proceso de
valorización del capital, el cual se presenta, como veremos, íntimamente ligado
al proceso de trabajo.
El capitalista tiene necesidad no sólo de producir valores
de uso, sino también valores de cambio, o sea, productos destinados a la venta.
Requiere la producción de mercancías cuyo valor sea superior al resultado de
sumar los valores de las mercancías requeridas para su producción, de los
medios de producción y de la fuerza de trabajo empleada; es decir, pretende
producir un valor que encierre una plusvalía. Veamos, por consiguiente, de qué
procedimiento se sirve.
III. El proceso de valorización
El valor de toda mercancía está determinado por la cantidad
de trabajo que encierra en su valor de uso, esto es, por el tiempo de trabajo
socialmente necesario11.
Los valores de los medios de producción forman parte
constitutiva del valor del producto final (es así siempre y cuando hayan servido
para la producción de un valor de uso y se emplee el tiempo de trabajo
necesario con las condiciones sociales de producción dadas). Por otro lado, la
fuerza de trabajo es una mercancía, y como tal contiene un determinado valor
(fijado por el de los medios que le aseguren su subsistencia), es decir, supone
un trabajo pretérito. Sin embargo, este es distinto al trabajo vivo (valor de
uso) que puede desarrollar, hay una distancia entre uno y otro, la cual viene
dada porque sus costos de mantenimiento son inferiores al rendimiento que
genera. De lo que se concluye que la fuerza de trabajo, en su actividad
productiva, deviene fuente de valor, crea plusvalía, que es la finalidad última
del proceso de producción capitalista. Atendemos a la expresión de Marx:
La verdadera función
específica del capital, en tanto que tal, es, pues, producir un plusvalor (...)
esto no es nada más que producir plustrabajo y apropiarse, en el seno del
proceso de producción real, de trabajo no pagado, el cual se presenta y materializa
como plusvalor. (Marx,1997:9)
Intentaremos acercarnos con mayor detalle a lo que acabamos
de exponer12.
Como hemos señalado, toda mercancía tiene un valor de uso y
un valor de cambio. Uno y otro generan también un efecto sobre el proceso de
producción. Observamos lo que sucede. Con respecto al primero, los valores de
uso, al tener entrada en el proceso de trabajo dan lugar a dos elementos
distintos y opuestos: de una parte, los medios materiales de producción
(condiciones objetivas de la producción); por otra, la capacidad de trabajo
(condición subjetiva). Esta capacidad, o fuerza de trabajo, convierte a los
medios de producción en elementos materiales de su actividad, lleva a cabo una
transformación del original valor de uso en una nueva forma del producto; se
produce, por tanto, una metamorfosis de los valores de uso en el proceso de
trabajo. En este proceso, los medios de producción participan como mercancías
perfectamente determinadas (responden a la parte del capital definido como
constante). Funcionan con las propiedades que caracterizan al valor de uso en
cuestión, en tanto que la fuerza de trabajo lo hace como una magnitud fluida,
en devenir (parte variable del capital).13
Por lo que respecta al efecto del valor de cambio sobre el
proceso de producción, Marx señala que el valor de los medios de producción
que entra en el proceso no debe ir más allá del indispensable. Debe ser
consumido productivamente, lo que depende, en parte, de los obreros que
participan del proceso de trabajo. Este hecho da pie al control y la vigilancia
del capitalista, lo que significará la búsqueda de un ritmo regular y apropiado
del trabajo (continuidad del mismo) y que los productos salgan del proceso de
manera satisfactoria. Por lo que se refiere al elemento vivo del proceso de
valorización, es necesario conservar el valor del capital variable; a través
de su reemplazo o su reproducción, añadiendo a los medios de producción una
cantidad de trabajo igual al salario, y generar un incremento de valor, que se
materializa en el producto en una cantidad de trabajo que excede a la
contenida en el salario. Este resultado es debido a que el valor del capital
variable (a diferencia del constante) no entra en el proceso de valorización,
ya que ha sido sustituido por la actividad del factor vivo. La prolongación
del trabajo más allá del tiempo necesario que permita al capitalista reemplazar
el salario, y una intensidad del trabajo del obrero mayor de lo normal serán
mecanismos utilizados por el capitalista para la obtención de la plusvalía en
cuestión.
Al estudiar los factores objetivos, observamos que la
participación de estos en el proceso de trabajo es distinta a la que tienen en
el proceso de valorización. Si los medios de producción, que pertenecen al capitalista,
son utilizados por el obrero en el proceso real de trabajo, sucederá lo
contrario en el proceso de valorización: ahora el trabajo objetivado absorbe
trabajo vivo, tanto como le sea posible. Atendemos a Marx:
En tanto que esfuerzo y gasto de fuerza vital, el trabajo es
actividad personal del obrero, pero en tanto que crea valor, cuando está
inscrito en el proceso de objetivización, el trabajo del obrero, tan pronto
como ha entrado en el proceso de producción, es, él mismo, un modo de
existencia del valor–capital, una parte integrante de este. Esta fuerza que conserva
el valor, creando de nuevo, es, pues, la fuerza misma del capital, y su proceso
aparece como proceso de autovalorización del capital, y, más aún, como pauperización
del obrero, el cual es quien crea valor, pero valor extraño a él mismo. (Marx,
1997:25)
Nos reencontramos, pues, con el proceso de alienación en el
trabajo que abordamos el apartado anterior, es decir: el obrero generando un
valor y una plusvalía que no le pertenecen; unos medios de producción que
devienen fuerzas autónomas, que se enfrentan al productor y absorben trabajo
vivo; la personificación del capital en el capitalista y del trabajo en el
obrero y la dominación de aquel sobre este.
Los dos procesos que aludimos forman una unidad inmediata,
aun cuando el proceso de trabajo no sea más que el medio del proceso de
valorización, que supone, como hemos señalado, producción de plusvalía, u
objetivación de trabajo que no ha sido pagado. Es en el proceso de trabajo,
dadas determinadas condiciones, donde el trabajo objetivado (medios de
producción) se manifiesta como el elemento objetivo que permite la realización
de trabajo vivo, la absorción del máximo de este, es decir, su su
autovalorización o metamorfosis en capital.14
Antes de pasar al análisis de la subsunción del trabajo al
capital, nos resta acercarnos al conocimiento de los mecanismos de
compra–venta de la fuerza de trabajo y ver cómo participa esta en el proceso de
producción inmediato. Partimos del hecho de que la transformación del dinero
en capital, por lo que a la mercancía capacidad de trabajo se refiere, se
realiza en dos esferas: una corresponde al mercado de trabajo, que es donde se
lleva a cabo la compra–venta de la fuerza de trabajo; la otra supone el proceso
de producción, donde se consume la capacidad de trabajo. El primero de estos
procesos, pues, introduce al segundo, y este consuma a aquel (hay una relación
de reciprocidad entre ambos). El obrero aparece despojado de toda propiedad, no
dispone de los medios de producción ni de los de subsistencia, uno y otro
pertenecen al capital, por lo cual se le enfrentan. A este propósito nos dice
Marx:
No es el obrero quien
adquiere los medios de subsistencia y de producción, son los medios de subsistencia
los que compran al obrero, a fin de incorporar su fuerza de trabajo a los
medios de producción. (Marx, 1997:45)15
Sin embargo, dadas las características de variabilidad del
factor fuerza de trabajo, el dinero invertido en la compra de esta, servirá
para llevar a cabo el proceso de valorización; o lo que es lo mismo, el
capitalista ha pagado por la fuerza de trabajo, por la capacidad, pero no por
su uso, por su trabajo. La distinción entre fuerza de trabajo y trabajo mismo
es fundamental, pues, para comprender la forma de funcionamiento de la
producción capitalista.
Si nos situamos ahora en el proceso de producción
inmediato, el capitalista consume la fuerza de trabajo del obrero, se apropia
de trabajo vivo, y lo hace valiéndose de los medios de producción. Trabajo
vivo que pretende superior al trabajo objetivado en el salario que recibe el
obrero con destino a la obtención de los medios de subsistencia16. Se inicia,
así, la subsunción, primero formal, después real, del trabajo en el capital. Al
poseedor de los medios de producción, y comprador de la fuerza de trabajo, el
proceso laboral sólo le interesa en cuanto le permite la valorización, e
intentará poner en práctica cuantos dispositivos y mecanismos le supongan la
consecución del plusvalor17. En definitiva, la personificación en el
capitalista del trabajo objetivado que extrae trabajo vivo y de este en el
obrero, implica una división antagónica de los elementos del proceso de
producción, aun cuando uno y otro formen parte del mismo. Oposición que
reaparece en nuevas relaciones de compra–venta de la fuerza de trabajo.
IV. La subsunción del
trabajo al capital
Cuando el capitalista entra como dirigente y jefe del
proceso de producción se opera un cambio muy significativo: el trabajo queda subordinado
al capital. Ahora el capitalista intenta que el trabajo se desarrolle con un
grado normal de calidad e intensidad, para lo cual prolonga, tanto como le sea
posible, la duración del proceso laboral, aumentando también en proporción el
plusvalor que se produce. Esta subsunción del trabajo al capital es, en un
principio, formal, ya que los cambios operados no afectan inicialmente al
contenido y al conjunto de procedimientos de orden técnico del proceso de
trabajo y de producción, por lo que la plusvalía obtenida será absoluta y no
relativa18. Leemos a Marx:
Llamo subsunción
formal del trabajo al capital a la forma que reposa en el plusvalor absoluto,
porque no se distingue más que formalmente de los modos de producción
anteriores, sobre la base de los cuales surge espontáneamente (o es
introducida), ya sea cuando el productor inmediato continúa siendo su propio
patrono, ya sea cuando debe proporcionar plustrabajo a otros. Todo lo que
cambia, es la coacción ejercida o método empleado para extocar el plustrabajo.
(Marx, 1997:73)
En esta subsunción formal es fundamental: 1) que la relación
entre la persona que proporciona el plustrabajo y la que se lo apropia sea puramente
monetaria (intercambio de salario por tiempo de trabajo); y 2) que las
condiciones objetivas y subjetivas del trabajo se enfrentan como capital al
obrero, siendo monopolizadas por el comprador de la fuerza de trabajo. Es
decir, la subordinación formal será posible a partir de la existencia de un
determinado volumen de medios de producción avanzados y de un alto número de
obreros que están bajo las órdenes de un mismo empresario; esta ampliación de
escala constituye la base a partir de la cual emerge el modo de producción
capitalista.
Igualmente, como otras notas que caracterizan esta fase
histórica del desarrollo económico de la producción capitalista, señalamos:
que en su inicio no se asiste a una innovación en el modo de producción, que en
el proceso de producción se desarrolla una relación económica de dominación y
subordinación, que se da una gran continuidad e intensidad creciente del
trabajo y una mayor economía en el empleo de condiciones de trabajo, y que esta
naciente relación de producción propicia un nuevo sistema de dominación y de
subordinación, que se manifiesta bajo una forma política.
La subsunción real del trabajo al capital es el modo de
producción específicamente capitalista. Ella es posible a partir de la
generación de la plusvalía relativa, la cual es resultado del desarrollo de las
fuerzas productivas; que se socializan, debido a la cooperación, la división
del trabajo y el maquinismo, así como a los diversos cambios que se operan en
el proceso de producción a partir del uso de distintas ciencias. Este conjunto
de transformaciones se presenta como fuerza productiva del capital, y no como
fuerza productiva del trabajo (Marx, 1997:71–72). La subsunción real es una
nueva fase del capitalismo no sólo tecnológicamente, sino también en cuanto a
la naturaleza y condiciones reales de trabajo; se desarrolla en todas las
formas que producen plusvalor relativo; se acompaña de una revolución constante
del modo de producción, de la productividad y de las relaciones entre
capitalistas y obreros; supone la pérdida de características individuales del
capital por el aumento del valor y de las dimensiones; y abre continuamente
nuevas ramas de la industria, debido a la productividad del trabajo, la masa de
producción, de población y de sobrepoblación. Atendiendo a las palabras de
Andrés Bilbao, con la subsunción real se efectúa una transformación radical en
el mismo modo de producción, que se transforma en el principio que uniformiza
la organización de las relaciones sociales. La producción por la producción es
el síntoma de esta nueva situación, en la que el proceso industrial no está
circunscrito a la fábrica, sino que permea la totalidad de las relaciones
sociales. (Bilbao, 1999:20)
V. Consideraciones
finales
Las diversas formas de las relaciones de producción y de las
relaciones sociales han propiciado una concreción diferente del trabajo en el
devenir histórico. Así, en el modelo capitalista es el trabajo asalariado el
que adquiere centralidad, quedando relegadas a un papel secundario otras formas
de trabajo que se orientan a la reproducción, como es el trabajo doméstico.19
La teoría marxista sobre el trabajo es un buen marco
interpretativo para entender el significado del trabajo en el modo de
producción capitalista. El concepto de trabajo enajenado, desarrollado por Marx
en Manuscritos: economía y filosofía; el análisis del proceso de trabajo y del
proceso de valorización, expuesto en El Capital; y el estudio de la subsunción
del trabajo al capital, tratada en El Capital. Libro I. Sexto Capítulo
(inédito), nos proporcionan claves para conocer con profundidad la realidad del
trabajo en la actualidad, y no sólo del momento histórico en el que fueron
redactadas dichas obras.
Del recorrido efectuado concluimos que el capital necesita
de la plusvalía para su valorización. El trabajo asalariado es fundamental en
este proceso, sin este aquel no tiene sentido. El capital, en su dinámica
acumulativa, por tanto, necesita del factor trabajo. No obstante, se produce
una contradicción, ya que el capital, a su vez realiza una labor de destrucción
del mismo, llevada a cabo fundamentalmente por medio de la modificación
permanente de la organización del trabajo y de la introducción de nuevas
tecnologías.
La progresiva destrucción de puestos de trabajo ha
propiciado el debate sobre la centralidad del trabajo en la actualidad. Por
parte de una serie de autores se postula el fin del trabajo y la inauguración
de una época en la que el tiempo de ocio desplaza al tiempo de actividad
productiva asalariada. Sin embargo, como hemos visto, el trabajo es un factor
imprescindible en el proceso de valorización del capital, por lo que se hace
insostenible aseverar el final del trabajo asalariado mientras subsista el modo
de producción capitalista
Notas
1. Fueron publicados por primera vez en 1932.
2. «Sin embargo [continúa
Ferrater Mora], los Grundrisse pueden
interpretarse, a su vez, de varios modos, y entre ellos de dos: como lazo de
unión entre los supuestos ‘dos Marx’ o como un núcleo maduro del pensamiento de
Marx, que apunta a varias direcciones, entre ellas a las del ‘primer Marx’ o
‘Marx filósofo’ y del ‘Marx posterior’ o ‘Marx científico’» (1991:2120).
3. Este concepto, que Marx elabora a partir de la crítica
del sostenido por Hegel, para quien las necesidades humanas siempre están por
delante de las posibilidades de satisfacción, y todo objeto resultado de
nuestro trabajo se separa de nosotros, será una de las piezas angulares del
debate sobre si existió una ruptura o no en el pensamiento de Marx. Louis Althusser
(1973), por ejemplo, sostiene que la teoría de la alienación no aparece en un
desarrollo posterior de la obra de Marx, lo que le quitaría validez como
interpretación crítica de la objetividad económica. Por su parte, Ernest Mandel
(1978) entiende que los Grundrisse, que fueron desconocidos hasta los años
cuarenta, sí contienen numerosas referencias a dicho concepto, y que la obra de
Marx supone una teoría de la alienación, aun cuando esta expresión aparezca
formulada en otros términos: reificación, fetichismo.
4. Dos obras de dimensiones
más reducidas del propio Marx, Trabajo asalariado y capital, de 1847, y Salario,
precio y ganancia, de 1865, nos serán de utilidad en este recorrido.
5. Recordamos la etimología de la palabra trabajar, la cual
proviene del latín tripaliare (torturar), y tripalium (instrumento de tortura).
6. La teoría neoclásica sobre los mercados de trabajo
considera que el trabajo carece de finalidad en sí misma para el trabajador.
Esto plantea la problemática de la disyuntiva tiempo de ocio/renta derivada del
tiempo de trabajo en la decisión del trabajador, y la resolución que se busca
desde medidas restrictivas en materia de protección social.
7. En el siguiente punto, tendremos la oportunidad de
desarrollar esta dimensión de alienación del proceso de trabajo y del proceso
de producción.
8. Una lectura que hacemos, por derivación, de la teoría de
la alienación de Marx: el hecho de que el obrero, en tanto que productor de
medios de producción que absorberán trabajo vivo de otros trabajadores en
futuros procesos de trabajo y, por otra parte, que a través de su actividad
aumente el dinero inicial puesto en circulación con vistas al proceso de
valorización mismo, que será más capital disponible para nuevos procesos,
implica que el trabajo asalariado del presente supone la posibilidad de otros
ciclos de alienación, que se materializarán en otros obreros (el propio obrero
«contribuyendo» a la alienación de otros obreros).
9. Al considerar el proceso laboral en un sentido amplio,
tenemos que señalar que dentro de los medios de trabajo hay que incluir las
condiciones objetivas de trabajo, es decir, medios que han sido mediados por el
trabajo, como locales, carreteras, canales, etc.
10. Los productos pueden ser, además de resultado de
procesos de trabajo, condición de otros procesos laborales, con lo que se
convierten en medios de producción o factores objetivados del trabajo vivo. Es
decir, existe una variabilidad de aparición del valor de uso: materia prima,
medio de trabajo o producto que satisface una necesidad determinada.
11. «El tiempo de
trabajo socialmente necesario es el requerido para producir un valor de uso
cualquiera, en las condiciones normales de producción vigentes en una
sociedad y con el grado social medio de destreza e intensidad del trabajo».
(Marx, 1978:48)
12. En el desarrollo de estas cuestiones nos apoyamos
especialmente en El Capital. Libro I. Sexto Capítulo (inédito). Resultados del
proceso de producción inmediato, de Marx.
13. En el capítulo VI: «Capital
constante y capital variable», según la edición de Siglo XXI, Marx afirma:
La parte del capital,
pues, que se transforma en medios de producción, esto es, en materia prima,
materiales auxiliares y medios de trabajo, no modifica su magnitud de valor en
el proceso de producción. Por eso la denomino parte constante del capital o,
con más concisión, capital constante.
Por el contrario, la
parte del capital convertida en fuerza de trabajo cambia su valor en el
proceso de producción. Reproduce su propio equivalente y un excedente por
encima del mismo, el plusvalor, que a su ve puede variar, ser mayor o menor.
Esta parte del capital se convierte continuamente de magnitud constante en
variable. Por eso la denomino parte variable del capital, o, con más brevedad,
capital variable. (Marx, 1978:252)
14. El proceso de producción capitalista, que como decimos
es unidad del proceso de trabajo y del proceso de valorización, se inicia con
la conversión de dinero en mercancía, es decir, con la compra de capacidad de
trabajo y de objetos. Por consiguiente, al capitalista le pertenece el conjunto
del proceso de trabajo. La materia y el medio de trabajo no son capitales por
naturaleza, devendrán capital en tanto en cuanto que el trabajador, factor
esencial del proceso de trabajo, con su actividad, contribuya a su valorización.
15. Tenemos que señalar que Marx considera que los medios de
subsistencia no son elementos materiales inherentes al proceso de producción
inmediato del capital (Marx, 1997:45–46).
16. De ahí que Marx exprese que:
El trabajo asalariado
es la condición necesaria de la formación del capital y sigue siendo siempre
la premisa necesaria de la producción capitalista» (Marx, 1997:48).
17. En este empeño, le es indiferente la rama productiva,
intentará superar los obstáculos que se presenten en su propósito de movilidad
del capital, y exigirá una mayor fluidez de la fuerza de trabajo:
Cuanto más
desarrollada está la producción capitalista de un país, mayor es la movilidad
exigida a la capacidad de trabajo. Cuanto más indiferente es el obrero, al
contenido particular de su trabajo, más fluida e intensa es la inmigración del
capital de una rama de producción a otra. (Marx, 1997:57)
Consideramos que sería de interés explorar las relaciones
entre descualificación de la fuerza de trabajo y movilidad de la misma.
18. En el Capítulo X, «Concepto de plusvalía relativa», del
Libro I de El Capital, encontramos la siguiente distinción:
La plusvalía producida
mediante la prolongación de la jornada de trabajo, la llamo plusvalía
absoluta; en cambio, la plusvalía obtenida de la reducción del tiempo de
trabajo necesario y de la correspondiente modificación en la proporción de los
dos componentes de la jornada laboral, la llamo plusvalía relativa. (Marx,
2000:9)
En el mismo Libro I, pero ahora en el Capítulo XIV,
«Plusvalía absoluta y relativa», tenemos la oportunidad de una nueva
diferenciación:
La prolongación de la
jornada de trabajo más allá del punto en que el obrero se limita a producir el
equivalente del valor de su fuerza de trabajo y la apropiación de este
plustrabajo por el capital, eso es producción de plusvalía absoluta.
Constituye la base general del sistema capitalista y el punto de partida de la
producción de plusvalía relativa. En esta, la jornada de trabajo está dividida
desde un principio en dos segmentos: trabajo necesario y trabajo adicional.
Para prolongar el trabajo adicional hay que reducir el trabajo necesario con
métodos mediante los cuales se produce en menos tiempo el equivalente del
salario. La producción de la plusvalía absoluta gira tan sólo en torno a la
duración de la jornada de trabajo; la producción de la plusvalía relativa
revoluciona profundamente los procesos técnicos del trabajo y las agrupaciones
sociales. (Marx, 2000:257)
19. Cristina Carrasco Bengoa ha realizado diversos e
interesantes estudios desde la perspectiva feminista sobre el trabajo
doméstico. Pueden consultarse, entre otros: Carrasco Bengoa, Cristina (1999):
«Introducción: hacia una economía feminista», En Carrasco Bengoa, Cristina
(ed.): Mujeres y Economía, Barcelona: Icaria, p.11–55; Carrasco Bengoa, Cristina
(1999): «Trabajos y cuidados: hacia una reorganización social del tiempo y el
trabajo», Revista de servicios sociales y política social, número 45, págs.
61–84; Carrasco Bengoa, Cristina (2003): «La sostenibilidad de la vida humana:
¿un asunto de mujeres?», Utopías, nuestra bandera: revista de debate político,
número 195, págs. 151–173; Carrasco Bengoa, Cristina (2006): «La paradoja del
cuidado: necesario pero invisible», Revista de Economía Crítica, número 5,
págs. 39–64.
Bibliografía
Althusser, L. y Balibar, E.
1973: Para leer El capital, México: Siglo XXI.
Bilbao, A. 1999: Modelos económicos y configuración de las
relaciones industriales. Madrid: Talasa.
Ferrater Mora, J. 1991: Diccionario de filosofía, Barcelona:
Círculo de Lectores, 4 volúmenes.
Mandel, E. 1978: Alienación y emancipación del proletariado.
Barcelona: Fontamara.
Marx, K. 1968
a: Salario, precio y ganancia, Madrid: Ricardo Aguilera.
1968 b: Trabajo asalariado y
capital, Madrid: Ricardo Aguilera.
1970): El Capital. Crítica de la
Economía Política, Madrid: EDAF.
1978: El Capital. Crítica de la
Economía Política. Libro Primero. El Proceso de Producción del Capital, I,
Madrid: Siglo XXI.
1984 (11ª ed.): Manuscritos:
economía y filosofía, Madrid: Alianza Editorial.
1997: El Capital. Libro I. Sexto
Capítulo (inédito). Resultados del proceso de producción inmediato, Barcelona:
Ediciones Curso.
2000: El Capital. Crítica de la
Economía Política. Madrid: Akal.
Marx, K. y Engels, F.
1986: Obras Escogidas, Moscú: Editorial Progreso, 3 Tomos.