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Thomas Piketty ✆ Kagan McLeod
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Julio Boltvinik |
Es necesario leer directamente,
y con cuidado el tan exitoso libro de Thomas Piketty (TP). Por lo pronto, mi
lectura la basaré sobre todo en la traducción al inglés: Capital in the Twenty First Century (Harvard University Press,
2014, 685 pp.). En español sólo contamos, por lo pronto, con la traducción de
las primeras 16 páginas del libro (cerca de la mitad de la introducción) que se
publicaron en la Gaceta del Fondo de
Cultura Económica (FCE) del mes de julio. El FCE anuncia que el libro en
español estará disponible antes de fin de año. Cuando el asunto lo amerite
compararé la traducción al inglés con el texto original en francés (Le capital au XXI siécle, Éditions du
Seuil, 2013) y, en cuanto a las primeras páginas, con la de español. Conviene
empezar con la introducción. Son 36 páginas de una gran riqueza y algunos
problemas. Empieza diciendo que la distribución de la riqueza es una de las
cuestiones más controversiales y la más debatida hoy día. Con ello queda claro
que su visión del capital en el siglo actual está centrada en la desigualdad no
sólo del ingreso sino de la riqueza. Dice que su libro intenta contestar
preguntas centrales como “qué sabemos en
realidad de la evolución de la distribución del ingreso y el patrimonio desde
el siglo XVIII y qué lecciones podemos derivar para el siglo XXI?”1 Desde
la primera página, TP deja claro que su visión es que, cuando los rendimientos
del capital (concepto no muy lejano al de tasa de ganancia) son más altos que
la tasa de crecimiento de la economía (comparación no fácil de entender, que
explicaré en próximas entregas), el capitalismo genera desigualdades
insostenibles que menoscaban radicalmente los valores meritocráticos en los que
se basan las sociedades democráticas. En efecto, las desigualdades fundadas en
méritos son más fáciles de defender que las basadas en la riqueza heredada.
Piketty piensa que el capitalismo puede hacerse menos injusto con medidas de
política (fiscales, sobre todo) que aminoren la desigualdad y eviten la
catástrofe.
Hay cuatro narraciones fascinantes en la introducción. La
primera (que hoy abordo) es sobre el pensamiento económico en torno a la
desigualdad de la riqueza y el ingreso. Empieza con Malthus, Ricardo y Marx,
sigue con Simón Kuznets y termina con su propia obra, que será materia de
numerosas entregas. A los tres primeros los califica de apocalípticos, a
Kuznets de formular un cuento de hadas, y su propio trabajo de científico:
reúne datos, observa tendencias a una creciente concentración, pero sabe cómo
evitar el apocalipsis. El reverendo Thomas Malthus, que escribió en 1792 bajo
la sombra de la revolución francesa, recomendaba controlar la reproducción
biológica de los pobres para evitar levantamientos similares en Gran Bretaña.
Ricardo, explica TP, estaba interesado, sobre todo, en la siguiente paradoja
lógica: al crecer la producción y la población, la tierra (que no es producida
por el ser humano) se volvería cada vez más escasa en términos relativos y, por
tanto, subirían su renta y su precio, llevando a que los terratenientes se
apropiaran de una porción creciente del ingreso nacional. La salida que propuso
Ricardo fue, por tanto, impuestos a la tierra. Para TP, Malthus y Ricardo se
equivocaron al pensar que la humanidad nunca estaría liberada del imperativo
alimentario, pero la crisis alimentaria actual parece desmentirlo.
Sus opiniones sobre Marx dan la impresión de basarse en un
conocimiento insuficiente de su compleja obra. La discusión de lo que TP dice
de Marx requeriría una entrega completa. Por lo pronto, digamos que sintetiza
el pensamiento de Marx en lo que llama el principio de acumulación infinita,
que explica como la tendencia de acumulación y concentración del capital en
pocas manos, lo cual llevaría al apocalipsis, pues o bien la tasa de
rendimiento del capital disminuiría constantemente (destruyendo la máquina de
acumulación y llevando a conflictos violentos entre los capitalistas) o la
participación del capital en el ingreso nacional aumentaría indefinidamente, lo
que tarde o temprano llevaría a los trabajadores a la revuelta. TP sostiene que
las profecías de Marx no se cumplieron, lo cual, en medio de la crisis sin fin
actual, el desempleo masivo y la desigualdad creciente que el propio Piketty
documenta como nadie, no parece muy consistente. Véase la gráfica tomada de su
propia base de datos.
Kuznets fue el primero que construyó una serie larga
(1913-1948) para Estados Unidos de participación de los más ricos en el ingreso
nacional, basándose en las declaraciones de impuestos al ingreso y sus propias
estimaciones del ingreso nacional, lo cual despierta la admiración de TP pues
finalmente se hablaba de distribución del ingreso con datos empíricos. Aunque
Kuznets estaba conciente que su serie los llamados shocks externos (nada menos
que dos guerras mundiales y la Gran Depresión) son obviamente importantes en la
baja observada en la participación en el ingreso de los más ricos, sugirió en
su artículo de 1955 (inocentemente y casi de pasada, dice Piketty) que la
lógica interna del desarrollo económico llevaría al mismo resultado, sin shocks
externos ni medidas de política económica. Como dice Piketty, los datos se
convirtieron en un arma política poderosa. La llamada curva de Kuznets en forma
de U invertida se convirtió en una teoría general de la distribución del
ingreso en el capitalismo: la concentración aumenta en las fases iniciales de
la industrialización y disminuye después a medida que más personas están en
condición de disfrutar de los frutos del crecimiento. TP hace notar que dicha
curva fue un producto de la guerra fría (y habría que añadir, del macartismo) y
remata citando una frase cínica del propio autor: Para asegurarse de que todos
entendieran lo que estaba en juego, él tuvo el cuidado de recordar a su
audiencia que la intención de sus predicciones optimistas era mantener al mundo
subdesarrollado dentro de la órbita del mundo libre. En la gráfica se aprecia
que la U invertida cubre sólo el periodo 1917-1944, mientras que a partir de
1970 la concentración empieza a crecer de nuevo. Dice TP:
La teoría de la curva
mágica de Kuznets fue formulada en buena medida por razones equivocadas y su
sustento empírico era muy frágil. La fuerte reducción que se observa en la
desigualdad del ingreso en casi todos los países ricos entre 1914 y 1945 se
explica sobre todo por las guerras mundiales y los shocks económicos y
políticos que conllevan, especialmente para los muy ricos. Tuvo poco que ver
con el tranquilo proceso de movilidad intersectorial descrito por Kuznets.
Nota
1. Desde este primer párrafo (sencillo y sin términos
técnicos) vemos cómo las traducciones, tanto al inglés como al español,
traicionan lo que el autor dice. La de inglés omite las tres palabras que he
marcado con cursivas en la última frase. Ambas traducen patrimonio, que hace
referencia a las riquezas familiares, como riquezas en general. Cuando el autor
se refiere a las fuerzas del crecimiento, la competencia y el progreso técnico
y las califica como fuerzas que equilibran, es decir contrarrestantes o
compensadoras de la concentración excesiva de la riqueza y el poder a que se
refiere la frase anterior, la traducción al español le quita el adjetivo
‘contrarrestantes’ a los tres procesos marcados en cursivas (de paso cambia crecimiento
por desarrollo) y ahora los equilibrados son dichos procesos: “las fuerzas que
ponen en equilibrio el desarrollo, la competencia y el progreso técnico…” Un
galimatías sin sentido. Casi en cada párrafo podemos encontrar problemas en una
o la otra traducción.