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Lenin ✆ Petrov Vodkin, 1934
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Vladimir Ilich Lenin | Al alcanzar la producción de mercancías
determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La fórmula
de la circulación de mercancías era: M (mercancía) -- D (dinero) -- M
(mercancía), o sea, venta de una mercancía para comprar otra. Por el contrario,
la fórmula general del capital es D -- M -- D, o sea, la compra para la venta
(con ganancia). Marx llama plusvalía a este incremento del valor primitivo del dinero
que se lanza a la circulación. Que el dinero lanzado a la circulación
capitalista "crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y
precisamente ese "crecimiento" es lo que convierte el dinero en capital,
como relación social de producción particular, históricamente determinada. La
plusvalía no puede brotar de la circulación de mercancías, pues ésta sólo
conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los
precios, pues las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y
compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y
no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía "el poseedor del
dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea
la cualidad peculiar de ser fuente de valor", una mercancía cuyo proceso
de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creación de valor. Y esta mercancía
existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo
crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor,
valor que es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de
trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el costo del
mantenimiento del obrero y su familia).
Una vez que ha comprado la fuerza de
trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a
obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante doce horas. En
realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario")
un producto con el que cubre los gastos de su
mantenimiento; durante las seis
horas restantes (tiempo de trabajo "suplementario") crea un "plusproducto"
no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía. Por consiguiente, desde
el punto de vista del proceso de la producción, en el capital hay que
distinguir dos partes: capital constante, invertido en medios de producción
(máquinas, instrumentos de trabajo, materias primas, etc.) -- y cuyo valor se
trasfiere sin cambio de magnitud (de una vez o en partes) a las mercancías producidas
--, y capital variable, invertido en fuerza de trabajo. El valor de este
capital no permanece invariable, sino que se acrecienta en el proceso del
trabajo, al crear la plusvalía. Por lo tanto, para expresar el grado de
explotación de la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la
plusvalía obtenida, no con el capital global, sino exclusivamente con el
capital variable. La cuota de plusvalía, como llama Marx a esta relación,
sería, pues, en nuestro ejemplo, de 6:6, es decir, del 100 por ciento.
Las premisas históricas para
la aparición del capital son: primera, la acumulación de determinada suma de
dinero en manos de ciertas personas, con un nivel de desarrollo relativamente
alto de la producción de mercancías en general ¡ segunda, la existencia de
obreros "libres" en un doble sentido -- libres de todas las trabas o
restricciones impuestas a la venta de la fuerza de trabajo, y libres por
carecer de tierra y, en general, de medios de producción --, de obreros
desposeídos, de obreros "proletarios" que, para subsistir, no tienen
más recursos que la venta de su fuerza de trabajo.
Dos son los modos
principales para poder incrementar la plusvalía: mediante la prolongación de la
jornada de trabajo ("plusvalía absoluta") y mediante la reducción del
tiempo de trabajo necesario ("plusvalía relativa"). Al analizar el
primer modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la lucha
de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la intervención del
poder estatal, primero para prolongarla (en el período que media entre los
siglos XIV y XVII) y después para reducirla (legislación fabril del siglo XIX).
Desde la aparición de El Capital, la historia del movimiento obrero de todos
los países civilizados ha aportado miles y miles de nuevos hechos que ilustran
este panorama.
Al proceder a su análisis de
la producción de plusvalía relativa, Marx investiga las tres etapas históricas
fundamenta les de la elevación de la productividad del trabajo por el
capitalismo: 1) la cooperación simple; 2) la división del trabajo y la
manufactura; 3) la maquinaria y la gran industria. La profundidad con que Marx
aquí pone de relieve los rasgos fundamentales y típicos del desarrollo del
capitalismo nos demuestra, entre otras cosas, el hecho de que el estudio de la
llamada industria de los kustares [
*]
en Rusia ha aportado un abundantísimo material para ilustrar las dos primeras
etapas de las tres mencionadas. En cuanto a la acción revolucionaria de la gran
industria maquinizada, descrita por Marx en 1867, durante el medio siglo
trascurrido desde entonces ha venido a revelarse en toda una serie de países
"nuevos" (Rusia, Japón, etc.).
Al acelerar el
desplazamiento de los obreros por la maquinaria, produciendo riqueza en un polo
y miseria en el polo opuesto, la acumulación del capital crea también el
llamado "ejército industrial de reserva", el "sobrante
relativo" de obreros o "superpoblación capitalista", que reviste
formas extraordinariamente diversas y permite al capital ampliar la producción
con singular rapidez. Esta posibilidad, relacionada con el crédito y la
acumulación de capital en medios de producción, nos proporciona, entre otras
cosas, la clave para comprender las crisis de superproducción, que estallan
periódicamente en los países capitalistas, primero cada diez años, término
medio, y luego con intervalos mayores y menos precisos. De la acumulación del
capital sobre la base del capitalismo hay que distinguir la llamada acumulación
primitiva, que se lleva a cabo mediante la separación violenta del trabajador
de los medios de producción, expulsión del campesino de su tierra, robo de los
terrenos comunales, sistema colonial, sistema de la deuda pública, tarifas
aduaneras proteccionistas, etc. La "acumulación primitiva" crea en un
polo al proletario "libre" y en el otro al poseedor del dinero, el
capitalista.
Marx caracteriza la "tendencia
histórica de la acumulación capitalista” con las famosas palabras siguientes:
"La expropiación del productor directo se lleva a cabo con el más
despiadado vandalismo y bajo el acicate de las pasiones más infames, más
sucias, más mezquinas y más desenfrenadas. La propiedad privada, fruto del propio
trabajo [del campesino y del artesano], y basada, por decirlo así, en la
compenetración del obrero individual e independiente con sus instrumentos y
medios de trabajo, es desplazada por la propiedad privada capitalista, basada
en la explotación de la fuerza de trabajo ajena, aunque formalmente libre [. .
.]. Ahora ya no se trata de expropiar al trabajador dueño de una economía
independiente, sino de expropiar al capitalista explotador de numerosos
obreros. Esta expropiación la lleva a cabo el juego de las leyes inmanentes de
la propia producción capitalista, la centralización de los capitales. Un
capitalista derrota a otros muchos. Paralelamente con esta centralización del
capital o expropiación de muchos capitalistas por unos pocos, se desarrolla en
una escala cada vez mayor la forma cooperativa del proceso de trabajo, la
aplicación técnica conciente de la ciencia, la explotación planificada de la
tierra, la trasformación de los medios de trabajo en medios de trabajo
utilizables sólo colectivamente, la economía de todos los medios de producción
al ser empleados como medios de producción de un trabajo combinado, social, la
absorción de todos los países por la red del mercado mundial y, como
consecuencia de esto, el carácter internacional del régimen capitalista.
Conforme disminuye progresivamente el número de magnates capitalistas que
usurpan y monopolizan todos los beneficios de este proceso de trasformación,
crece la masa de la miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de la
degeneración, de la explotación; pero crece también la rebeldía de la clase
obrera, que es aleccionada, unificada y organizada por el mecanismo del propio
proceso capitalista de producción El monopolio del capital se convierte en
grillete del modo de producción que ha crecido con él y bajo él. La
centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo
llegan a un punto en que son ya incompatibles con su envoltura capitalista.
Esta envoltura estalla. Suena la hora de la propiedad privada capitalista. Los
expropiadores son expropiados" (EI Capital, t. I).
También es sumamente
importante y nuevo el análisis que hace Marx más adelante de la reproducción
del capital social, considerado en su conjunto, en el tomo II de El Capital.
Tampoco en este caso toma Marx un fenómeno individual, sino de masas; no toma
una parte fragmentaria de la economía de la sociedad, sino toda la economía en
su conjunto. Rectificando el error en que incurren los economistas clásicos
antes mencionados, Marx divide toda la producción social en dos grandes
secciones: 1) producción de medios de producción y 2) producción de artículos
de consumo. Y, apoyándose en cifras, analiza minuciosamente la circulación del
capital social en su conjunto, tanto en la reproducción de envergadura anterior
como en la acumulación. En el tomo III de El Capital se resuelve, sobre la base
de la ley del valor, el problema de la formación de la c u o t a m e d i
a d e g a n a n c i a. Constituyeungran progreso en la ciencia
económica el que Marx parta siempre, en sus análisis, de los fenómenos
económicos generales, del conjunto de la economía social, y no de casos
aislados o de las manifestaciones superficiales de la competencia, que es a lo
que suele limitarse la economía política vulgar o la moderna "teoría de la
utilidad límite". Marx analiza primero el origen de la plusvalía y luego
pasa a ver su descomposición en ganancia, interés y renta del suelo. La
ganancia es la relación de la plusvalía con todo el capital invertido en una
empresa. El capital de "alta composición orgánica" (es decir, aquel
en el cual el capital constante predomina sobre el variable en proporciones
superiores a la media social) arroja una cuota de ganancia inferior a la cuota
media. El capital de "baja composición orgánica" da, por el
contrario, una cuota de ganancia superior a la media. La competencia entre los
capitales, su libre paso de unas ramas de producción a otras, reducen en ambos
casos la cuota de ganancia a la cuota media. La suma de los valores de todas
las mercancías de una sociedad dada coincide con la suma de precios de estas
mercancías; pero en las distintas empresas y en las diversas ramas de
producción las mercancías, bajo la presión de la competencia, no se venden por
su valor, sino por el precio de producción, que equivale al capital invertido
más la ganancia media.
Así, pues, un hecho
conocido de todos, e indiscutible, es decir, el hecho de que los precios
difieren de los valores y de que las ganancias se nivelan, lo explica Marx
perfectamente partiendo de la ley del valor, pues la suma de los valores de
todas las mercancías coincide con la suma de sus precios. Sin embargo, la
reducción del valor (social) a los precios (individuales) no es una operación
simple y directa, sino que sigue una vía indirecta y muy complicada: es
perfectamente natural que en una sociedad de productores de mercancías
dispersos, vinculados sólo por el mercado, las leyes que rigen esa sociedad no
puedan manifestarse más que como leyes medias, sociales, generales, con una compensación
mutua de las desviaciones individuales manifestadas en uno u otro sentido.
La elevación de la
productividad del trabajo significa un incremento más rápido del capital
constante en comparación con el variable. Pero como la creación de plusvalía es
función privativa de éste, se comprende que la cuota de ganancia (o sea, la
relación que guarda la plusvalía con todo el capital, y no sólo con su parte
variable) acuse una tendencia a la baja. Marx analiza minuciosamente esta
tendencia, así como las diversas circunstancias que la ocultan o contrarrestan.
Sin detenernos a exponer los capítulos extraordinariamente interesantes del
tomo III, que estudian el capítulo usurario, comercial y financiero, pasaremos
a lo esencial, a la teoría de la renta del suelo. Debido a la limitación de la
superficie de la tierra, que en los países capitalistas es ocupada enteramente
por los propietarios particulares, el precio de producción de los productos
agrícolas no lo determinan los gastos de producción en los terrenos de calidad
media, sino en los de calidad inferior; no lo determinan las condiciones medias
en que el producto se lleva al mercado, sino las condiciones peores. La
diferencia existente entre este precio y el de producción en las tierras
mejores (o en condiciones más favorables de producción) da lugar a una
diferencia o renta diferencial. Marx analiza detenidamente la renta diferencial
y de muestra que brota de la diferente fertilidad del suelo, de la diferencia
de los capitales invertidos en el cultivo de las tierras, poniendo totalmente
al descubierto (véase también la Teoría de la plusvalía, donde merece una
atención especial la crítica que hace a Rodbertus) el error de Ricardo, según
el cual la renta diferencial sólo se obtiene con el paso sucesivo de las
tierras mejores a las peores. Por el contrario, se dan también casos inversos:
tierras de una clase determinada se trasforman en tierras de otra clase
(gracias a los progresos de la técnica agrícola, a la expansión de las ciudades,
etc.), por lo que la tristemente célebre "ley del rendimiento decreciente
del suelo" es profundamente errónea y representa un intento de cargar
sobre la naturaleza los defectos, las limitaciones y contradicciones del
capitalismo. Además, la igualdad de ganancias en todas las ramas de la
industria y de la economía nacional presupone la plena libertad de competencia,
la libertad de trasferir los capitales de una rama de producción a otra. Pero
la propiedad privada sobre el suelo crea un monopolio, que es un obstáculo para
la libre trasferencia. En virtud de ese monopolio, los productos de la economía
agrícola, que se distingue por una baja composición del capital y, en
consecuencia, por una cuota de ganancia individual más alta, no entran en el
proceso totalmente libre de nivelación de las cuotas de ganancia. El
propietario de la tierra, como monopolista, puede mantener sus precios por
encima del nivel medio, y este precio de monopolio origina la renta absoluta.
La renta diferencial no puede ser abolida mientras exista el capitalismo; en
cambio, la renta absoluta puede serlo; por ejemplo, cuando se nacionaliza la
tierra, convirtiéndola en propiedad del Estado. Este paso significaría el
socavamiento del monopolio de los propietarios privados, así como una
aplicación más consecuente y plena de la libre competencia en la agricultura.
Por eso los burgueses radicales, advierte Marx, han presentado repetidas veces
a lo largo de la historia esta reivindicación burguesa progresista de la
nacionalización de la tierra, que asusta, sin embargo, a la mayoría de los
burgueses, pues "afecta" demasiado de cerca a otro monopolio mucho
más importante y "sensible" en nuestros días: el monopolio de los
medios de producción en general. (El propio Marx expone en un lenguaje muy
popular, conciso y claro su teoría de la ganancia media sobre el capital y de
la renta absoluta del suelo, en la carta que dirige a Engels el 2 de agosto de
1862. Véase Correspondencia, t. III, págs. 77-81, y también en las págs. 86-87,
la carta del 9 de agosto de 1862.) Para la historia de la renta del suelo
resulta importante señalar el análisis en que Marx demuestra cómo la
trasformación de la renta en trabajo (cuando el campesino crea el plusproducto
trabajando en la hacienda del terrateniente) en renta natural o renta en
especie (cuando el campesino crea el plusproducto en su propia tierra,
entregándolo luego al terrateniente bajo una "coerción
extraeconómica"), después en renta en dinero (que es la misma renta en
especie, sólo que convertida en dinero, el obrok, censo de la antigua Rusia, en
virtud del desarrollo de la producción de mercancías) y finalmente, en la renta
capitalista, cuando en lugar del campesino es el patrono quien cultiva la
tierra con ayuda del trabajo asalariado. En relación con este análisis de la
"génesis de la renta capitalista del suelo", hay que señalar una
serie de profundas ideas (que tienen una importancia especial para los países
atrasados, como Rusia) expuestas por Marx acerca de la evolución del
capitalismo en la agricultura. "La trasformación de la renta natural en
renta en dinero va, además, no sólo necesariamente acompaña da, sino incluso
anticipada por la formación de una clase de jornaleros desposeídos, que se
contratan por dinero.
Durante el período de nacimiento de dicha clase, en que
ésta sólo aparece en forma esporádica, va desarrollándose, por lo tanto,
necesariamente, en los campesinos mejor situados y sujetos a obrok, la
costumbre de explotar por su cuenta a jornaleros agrícolas, del mismo modo que
ya en la época feudal los campesinos más acomodados sujetos a vasallaje tenían
a su servicio a otros vasallos. Esto va permitiendoles acumular poco a poco
cierta fortuna y convertirse en futuros capitalistas. De este modo va
formándose entre los antiguos poseedores de la tierra que la trabajaban por su
cuenta, un semillero de arrendatarios capitalistas, cuyo desarrollo se halla
condicionado por el desarrollo general de la producción capitalista fuera del
campo. . ." (El Capital, t. III2a, 332). "La expropiación, el
desahucio de una parte de la población rural no sólo 'libera' para el capital
industrial a los obreros, sus medios de vida y sus materiales de trabajo, sino
que además crea el mercado interior." (El Capital, t. I2a, pág. 778). La
depauperación y la ruina de la población del campo influyen, a su vez, en la
formación del ejército industrial de reserva para el capital. En todo país
capitalista "una parte de la población rural se encuentra constantemente
en trance de transformarse en población urbana o manufacturera [es decir, no
agrícola]. Esta fuente de superpoblación relativa flota constantemente [. . .].
El obrero agrícola se ve constantemente reducido al salario mínimo y vive siempre
con un pie en el pantano del pauperismo" (El Capital, I2a, 668). La
propiedad privada del campesino sobre la tierra que cultiva es la base de la
pequeña producción y la condición para que ésta florezca y adquiera una forma
clásica. Pero esa pequeña producción sólo es compatible con los límites
estrechos y primitivos de la producción y de la sociedad. Bajo el capitalismo
"la explotación de los campesinos se distingue de la explotación del
proletariado industrial sólo por la forma. El explotador es el mismo: el
capital.
Individualmente, los capitalistas explotan a los campesinos
individuales por medio de la hipoteca y de la usura; la clase capitalista
explota a la clase campesina por medio de los impuestos del Estado" (Las
luchas de clases en Francia ). "La parcela del campesino sólo es ya el
pretexto que permite al capitalista extraer de la tierra ganancias, intereses y
renta, dejando al agricultor que se las arregle para sacar como pueda su
salario." (El Diecíocho Brumario.) Habitualmente, el campesino entrega
incluso a la sociedad capitalista, es decir, a la clase capitalista, una parte
de su salario, descendiendo "al nivel del arrendatario irlandés, aunque en
apariencia es un propietario privado" (Las luchas de clases en Francia ).
¿Cuál es "una de las causas por las que en países en que predomina la
propiedad parcelaria, el trigo se cotice a precio más bajo que en los países en
que impera el régimen capitalista de producción"? (El Capital, t. III2a,
340). La causa es que el campesino entrega gratuitamente a la sociedad (es
decir, a la clase capitalista) una parte del plusproducto. "Estos bajos
precios [del trigo y los demás productos agrícolas] son, pues, un resultado de
la pobreza de los productores y no, ni mucho menos, consecuencia de la productividad
de su trabajo" (El Capital, t. III2a, 340). Bajo el capitalismo, la
pequeña propiedad agraria, forma normal de la pequeña producción, degenera, se
destruye y desaparece. "La pequeña propiedad agraria, por su propia
naturaleza, es incompatible con el desarrollo de las fuerzas productivas
sociales del trabajo, con las formas sociales del trabajo, con la concentración
social de los capitales, con la ganadería en gran escala y con la utilización
progresiva de la ciencia. La usura y el sistema de impuestos la conduce,
inevitablemente, por doquier, a la ruina. El capital invertido en la compra de
la tierra es sustraído al cultivo de ésta. Dispersión infinita de los medios de
producción y diseminación de los productores mismos. [Las cooperativas, es decir,
las asociaciones de pequeños campesinos, cumplen un extraordinario papel
progresista desde el punto de vista burgués, pero sólo pueden conseguir atenuar
esta tendencia, sin llegar a suprimirla; además, no se debe olvidar que estas
cooperativas dan mucho a los campesinos acomodados y muy poco o casi nada a la
masa de campesinos pobres, ni debe olvidarse tampoco que las propias
asociaciones terminan por explotar el trabajo asalariado.] Inmenso derroche de
energía humana; empeoramiento progresivo de las condiciones de producción y
encarecimiento de los medios de producción: tal es la ley de la [pequeña]
propiedad parcelaria." En la agricultura, lo mismo que en la industria, el
capitalismo sólo trasforma el proceso de producción a costa del "martirologio
de los productores". "La dispersión de los obreros del campo en
grandes superficies quebranta su fuerza de resistencia, al paso que la
concentración robustece la fuerza de resistencia de los obreros de la ciudad.
Al igual que en la industria moderna, en la moderna agricultura, es decir en la
capitalista, la intensificación de la fuerza productiva y la más rápida
movilización del trabajo se consiguen a costa de devastar y agotar la fuerza
obrera de trabajo. Además, todos los progresos realizados por la agricultura
capitalista no son solamente progresos en el arte de esquilmar al obrero, sino
también en el arte de esquilmar la tierra [. . .]. Por lo tanto, la producción
capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso
social de producción, minando al mismo tiempo las dos fuentes originales de
toda riqueza: la tierra y el hombre". (EI Capital, t. I, final del
capítulo XIII)
* Kustares:
productores de objetos industriales que trabajaban para el mercado.
Tomado de “Karl Marx (Breve esbozo biográfico, con una
exposición del marxismo)”, escrito de julio a noviembre de 1914 y publicado por primera vez en 1915 en el Diccionario Enciclopédico Granat, 7a edición,
tomo XXVIII.