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Rosa Luxemburgo ✆ José Luis Cano |
François
Vercammen | Engels, que murió en 1893, es notable por su
profundidad intelectual y su preocupación militante (artículos que fueron
publicados con el título ¿Reforma o
revolución?). En un panfleto emocionante e innovador, Huelga de masas,
partido y sindicatos (1906), saca las conclusiones analíticas y estratégicas de
la Revolución Rusa de 1905 (aplastada en diciembre de 1905). Su objetivo
principal es convencer al SPD para que cambie de estrategia. Choca por ello con
la tradición parlamentaria del Partido y la burocracia sindical, que se han
reconciliado de hecho con el capitalismo alemán y el Estado prusiano. La lucha
es sin cuartel, y conducirá a la catástrofe de 1914: el voto del SPD a favor de
los créditos de guerra. Todas las secciones de la Segunda Internacional harán
lo mismo, cada uno en su país: los trabajadores dispararán contra los
trabajadores, los socialistas contra otros socialistas.
Rosa Luxemburgo se sitúa a la vanguardia en la lucha contra
la guerra. Es la consecuencia lógica de su lucha antimilitarista. Fue esta
lucha la que provocó que fuera encarcelada en varias ocasiones por el
militarismo prusiano, acusada de "llamar a la rebelión", "llamar
a los soldados a la desobediencia" e "insultar al Emperador"
(1904, 1906, 1915). En la cárcel, escribió uno de los mejores análisis
marxistas de la guerra: "La crisis de la socialdemocracia" (bajo el
seudónimo de Junius).
"¡Proletarios de todos los países,
uníos cuando hay paz, pero degollaros
en tiempos de guerra". Europa está en ruinas, y el movimiento obrero
también.
Aislados y sin recursos, Luxemburgo, Liebneckt, Zetkin y
Mehring finalmente deciden organizarse. En diciembre de 1914, Liebknecht vota
en contra de los nuevos créditos de guerra del Emperador. En abril de 1915
publican su periódico Die Internationale
(5.000 ejemplares en Berlín). Rosa es el alma y la directora infatigable del
comité de dirección. Analiza las causas y las responsabilidades de la Primera
Guerra Mundial. La respuesta concluyente de Rosa es: necesitamos una nueva
Internacional. Se fundará después de su muerte (1919). Pero participó
plenamente en las conferencias preparatorias de Zimmerwald (1915) y Kienthal (1916).
La noticia de la Revolución rusa le sorprenderá en la
cárcel: en febrero la caída del Zar, en noviembre la derrota del capitalismo.
Sigue de cerca y comenta los acontecimientos con pasión en una serie de
artículos. No sin temor: ¿podrán Lenin y Trotsky aguantar? ¿Les seguirá la
clase obrera occidental? Su principal preocupación es y seguirá siendo el
atraso cultural de Rusia, y la importancia del campesinado. Con esta idea en
mente, escribe en la cárcel La Revolución Rusa (publicada póstumamente), texto
alentado por su apoyo entusiasta a los Bolcheviques, pero con duras críticas a
algunos aspectos de su política (en relación al campesinado, el nacionalismo y
la Asamblea Constituyente).
En noviembre de 1918, con la Revolución Alemana, es
liberada. Como la Revolución rusa, la sublevación alemana se caracteriza por el
papel democrático de las asambleas de soldados y trabajadores. Es una
revolución sin dirección. El principal partido de la oposición es el USPD
(Partido Socialdemócrata Alemán Independiente). Su base está formado por los
trabajadores de la industria; es mayoría en los consejos. Su dirección esta
compuesta por pacifistas, reformistas y semi-revolucionarios. La Spartakus-Bund
ha sido en sus inicios una corriente interna antes de constituirse en
organización autónoma. En su congreso de fundación (29 diciembre 1918 - 1 de
enero 1919), Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht intentan decididamente dar una
orientación a un grupo aun marginal y poco coherente, constituido por
militantes entregados.
La confusión política hace más difícil aun la reflexión
sobre las tareas políticas básicas del momento (el papel de los sindicatos, la
participación en las elecciones parlamentarias, el tipo de organización). Rosa
presenta el informe político: "¿Qué quiere la Liga Espartaco?". Pero
la primera ola de la revolución alemana ya ha pasado. Este es el momento en el
que el gobierno socialdemócrata decide asesinar a Rosa y Karl (y a cientos de
activistas obreros), el 15 de enero de 1919.
El pensamiento y la acción de Rosa
Luxemburgo
La magnitud de la elaboración marxista y de la actividad de
Rosa la han hecho muy popular entre corrientes políticas muy opuestos: su
insistencia en la democracia política complace a los socialdemócratas de
izquierda y (cuando les conviene) también de derecha; su defensa de la
espontaneidad de las masas atrae a diversas corrientes anarquistas y
anarco-sindicalistas; algunos pensadores y movimientos cristianos se reclaman
de su antimilitarismo; las "corrientes cálidas" (como diría Ernst
Bloch) de la filosofía marxista se sienten especialmente cercanas a su
humanismo y su análisis de la civilización; y los leninistas (trotskistas)
reconocen en ella a la militante revolucionaria que fue el mascarón de proa del
internacionalismo socialista. Sólo Stalin y sus seguidores han tenido siempre
problemas con Rosa: la democracia, la lucha espontánea y la auto-organización,
el humanismo y la revolución no forman parte de sus consignas.
Paradójicamente, Rosa Luxemburgo no es una personalidad muy
controvertida (excepto en la "nueva" Alemania). Los modernistas de
derecha, que quieren destruir desde la raíz el marxismo, han
"olvidado" a Rosa. Muchas feministas han atacado a Marx, Engels y
Lenin, pero no a Rosa. En la izquierda revolucionaria, las críticas a algunas
de sus opiniones es matizada por el reconocimiento de sus logros en todos los campos.
¿"Olvidada" por algunos y "salvada" por otros? Todo parece
exigir en realidad volver a discutir la obra de Rosa Luxemburgo, indispensable
para el desarrollo de un marxismo crítico.
El debate sobre el revisionismo
En 1898, Eduard Bernstein, un miembro muy importante del SPD
que había sido secretario de Friedrich Engels, publicó una serie de artículos
que removieron muchas ideas. Al defender abiertamente una estrategia
reformista, rechazó la acusación de "abandonar la conquista del poder
político por el proletariado organizado política y económicamente" (p. 34,
"De Arbeiderspers", 1981). Su tesis era que "la primera tarea de
la socialdemocracia es la lucha por los derechos políticos de los trabajadores,
la defensa de los intereses de clase de los trabajadores en las ciudades y
municipios, y la organización económica de los trabajadores" ( p. 38).
Bernstein concluía con su famosa frase: "el movimiento (de los
trabajadores) lo es todo, la meta final del socialismo no es nada".
Conclusión: lo que se necesitan son reformas progresivas más que una
revolución.
Rosa respondió con una frase que también se ha hecho famoso:
"El que está a favor de un proceso de reformas legales en lugar de la
conquista del poder político, de la revolución social, opta, de hecho, no por
una vía más tranquila, más segura y más lenta hacia el mismo objetivo, sino por
un objetivo muy diferente: en lugar de hacer realidad un nuevo sistema social,
por cambios insignificantes en el antiguo régimen" (¿Reforma o
revolución?).
Cien años después, el veredicto es claro: Rosa tenía razón.
Pero no era tan evidente a finales del siglo XIX. El revisionismo de Bernstein
se apoyaba en una amplia argumentación a partir de la historia, la economía, la
estadística, la sociología y la filosofía (Hegel y Kant). Su Las condiciones
del socialismo y las tareas de la socialdemocracia es un libro serio. Sobre
todo porque apunta claramente a la evolución real del capitalismo industrial en
auge y a un movimiento obrero que no puede imaginar ya cómo sería una
revolución socialista en un país occidental. Bernstein afirma que tres
elementos juegan a favor de su tesis: el desarrollo económico no conduce a la
agonía del capitalismo; las contradicciones de clase se aminoran en lugar de
agravarse; las reformas pueden apoyarse en un reforzamiento del movimientos
obrero (los votantes y los parlamentarios, los sindicatos). Bernstein llama
abiertamente a una revisión de los "errores y contradicciones en la
doctrina de Marx y Engels."
El folleto de Rosa (1899) aborda sistemáticamente estos
argumentos. Es uno de los textos más importantes del marxismo clásico. Se ve
obligada a discutir a fondo el marxismo que practica la Segunda Internacional.
Por dos razones. En primer lugar, el capitalismo había cambiado mucho desde
Marx y era necesario un nuevo análisis. Por otra parte, los instrumentos de
análisis que Marx había forjado habían sido esquematizadospor razones
educativas y de propaganda: Rosa partirá del propio Marx.
De este debate podemos extraer tres lecciones fundamentales: 1) Las reformas y
la democracia no son contradictorias con la revolución; 2) La política y la
ideología están enraizadas en las relaciones sociales materiales; 3) Estas
relaciones se transforman a causa de sus propias contradicciones. El conflicto
social es un hecho objetivo, independiente de los objetivos establecidos por
reformistas y revolucionarios.
Huelga general y
revolución
La toma del poder político por el proletariado sigue siendo
necesaria, de acuerdo con Rosa y Bernstein. Pero en aquella época los
reformistas parecían tener más éxito que los revolucionarios. La influencia
ideológica de los reformistas se reforzó. De hecho, desde la Comuna de París
(1871), no había tenido lugar ninguna gran confrontación revolucionaria en
Europa. F. Engels había abordado este problema al final de su
"Prefacio" de 1895 a La lucha de clases en Francia de Marx. De forma
resumida, su posición era: no renunciamos al levantamiento revolucionario, pero
las condiciones sociales y militares han cambiado, la clase obrera y sus
organizaciones se refuerzan. Por consiguiente, no hay que caer en
confrontaciones prematuras con el estado. Por el contrario, si esta tendencia
continúa, el poder político está al alcance de la mano. "Por supuesto, no
renegamos de la insurrección revolucionaria", escribió Engels. Pero esta
frase concreta fue censurada por la dirección del SPD.
La socialdemocracia alemana brilla sus habilidades
organizativas. Es el ejemplo y la punta de lanza de la Segunda Internacional.
Los marxistas revolucionarios como Rosa no tiene ejemplos que seguir (sólo
hipótesis) para concretar sus conceptos y hacerlos vivos. Por eso, entre los
revolucionarios de la época, es el "modelo" de 1848 y 1870 el que
prevalece: el golpe de estado político de una pequeña minoría bien organizada
que actúa en lugar de las masas (el blanquismo). Y los que, de otra parte,
otorgaban el papel central a la "nueva" clase obrera de la época, la
concepción de la huelga general, propagada por el anarco- sindicalismo:
fortalezcamos los sindicatos y cuando todos los trabajadores estén organizados,
paremos el trabajo en un momento dado (el "gran día") y derrotemos a
los patrones: así desaparecerá el capitalismo.
La Revolución Rusa de 1905 puso en cuestión estos dos
modelos. Primero fue, por el momento, la mayor huelga general de la historia.
Su impacto fue enorme. En Rusia en primer lugar, donde la revolución estaba al
orden del día. Luego, en Europa Occidental, donde la huelga general expresaba
el poder social de una clase obrera masiva en las empresas industriales. El
marxismo de Rosa Luxemburgo integra estos nuevos desarrollos. El resultado es
un libro fascinante, Huelga de masas, partido y sindicato (1906). Rosa
Luxemburgo desenreda el hilo estratégico de los cuatro principales nudos del
movimiento obrero: la política y el sindicalismo; la acción parlamentaria y la
extraparlamentaria; espontaneidad y organización; organización de masas con
toma de conciencia gradual y acción minoritaria organizada capaz de atraer a
las masas a la acción.
La conclusión fundamental de Rosa es que la huelga general
no es "causada" por un vanguardista radical, que no se prepara de la
A a la Z por una organización poderosa. Estalla espontáneamente, como
consecuencia de las contradicciones sociales. Rosa la describe como una bonita
paradoja: "La huelga general no conduce a la revolución, es la revolución
la que lleva a la huelga general". Corresponde al partido revolucionario
actuar en esta transformación. El papel de la huelga general en la Revolución
rusa confirma la intuición de Rosa Luxemburgo en su análisis de la huelga
general en Bélgica antes de la conquista del derecho de voto.
El folleto de Rosa se sitúa en su campaña para convencer al
SPD a adoptar un giro radical. El debate continuará hasta el estallido de la
Primera Guerra Mundial, no sólo en Alemania, sino en toda la Internacional. Es
paralelo a la lucha contra el creciente militarismo y las aventuras coloniales
de los estados europeos. La izquierda europea (Rosa, Lenin, Trotsky, Pannekoek,
Mártov,...) defienden la huelga general internacionalcontra los preparativos de
guerra en el Congreso de Stuttgart de 1907.
La recomposición del movimiento obrero se está acelerando. El debate alemán
saca a la luz la negativa sistemática de la burocracia sindical y la fracción
parlamentaria vis-à-vis cualquier confrontación con el Estado
"prusiano" (la consigna democrática "República"
desaparece). La socialdemocracia internacional gira a la derecha visiblemente.
El terrorismo revolucionario (anarquismo) y la teoría de las "minorías
activas" son marginales. El anarco-sindicalismo, con una fuerte presencia
en la joven clase obrera industrial, se desarrolla tanto en el plano
organizativo como ideológico. El marxismo revolucionario surge como una
corrienteseparada, con el análisis y programa más elaborados.
La guerra y el internacionalismo
Sólo la izquierda revolucionaria estaba preparada para la
Guerra Mundial y la posibilidad de la revolución. Solo ella tenía un análisis
de ambas. Hasta el último momento, Kautsky, el "Papa" de la
Internacional, afirma que la guerra es imposible en la era del
"ultra-imperialismo", porque los grandes trusts solo quieren explotar
elmundo en paz.
La guerra fue una inmensa catástrofe humana y un retroceso
de la civilización occidental a la barbarie, como Rosa ya había analizado
durante veinte años. Su folleto La crisis de la socialdemocracia es uno de los
mejores análisis del imperialismo moderno y sus consecuencias. El texto anuncia
el renacimiento del movimiento obrero alemán a partir de lo mejor de si mismo.
Es una obra maestra programática que provocó muchas discusiones (especialmente
sobre sus conclusiones) y que hizo posible la unidad con el resto de la
izquierda en las Conferencias de Zimmervald (1915) y Kienthal (1916). El
planteamiento de Rosa Luxemburgo está totalmente orientado hacia el
internacionalismo: "Punto 3. Es en la Internacional donde se sitúa el
centro de gravedad de la organización de clase del proletariado" y "
Punto 4. La exigencia de poner en práctica las decisiones de la Internacional
tiene prioridad sobre todas las demás prioridades de la organización".
La democracia radical
Rosa destacó, con gran fuerza y mejor que nadie, el papel
indispensable de la democracia en el proceso de toma de decisiones políticas.
Una democracia en estrecha relación con la actividad de las masas, como una
necesidad para el desarrollo de la conciencia de clase y la auto-emancipación
de los explotados y oprimidos. Toda su obra está atravesada por esta
preocupación. La cuestión se concretizará en las revoluciones rusa y alemana.
En su libro La
Revolución en Rusia (1918), escribe: "la
dictadura de la clase obrera se ejerce ante el conjunto de la gente, con la
participación sin obstáculos, lo más activa posible de las masas populares, en
un democracia sin restricciones" (Textos, p. 239) y la "democracia
socialista comienza con la destrucción de la dominación de clase y la
construcción del socialismo. La dictadura del proletariado es ante todo
eso" (p. 240).
A partir de estas consideraciones, Rosa critica duramente la
disolución de la Asamblea Constituyente por el gobierno de coalición de los
Bolcheviques y los Socialistas Revolucionarios en enero de 1918. La Asamblea
Constituyente fue elegida antes de la victoria revolucionaria. Atención: Rosa
no está en contra de esta disolución por razones de principio. Escribe:
"Ahora que las circunstancias son mejores, hay que elegir una nueva
Asamblea". Tenía toda la razón. Era una cuestión táctica y, por lo tanto,
discutible. Lo que es aún más evidente cuando Rosa se encuentra en una situación
similar. En Alemania, en noviembre de 1918, la burguesía utilizó una asamblea
constituyente contra el Congreso elegido democráticamente por los consejos de
obreros y soldados: "disolución de todos los parlamentos", leemos en
el programa de la Espartakus-Bund). Hay que destacar que Rosa renuncia a su
democratismo cuando la democracia puede convertirse en un obstáculo o frenar la
consecución del objetivo socialista.
Rosa luchó con uñas y dientes contra el derecho de las
naciones oprimidas a la autodeterminación, con tres argumentos. Primero: es una
concesión al nacionalismo. Segundo: es, de todos modos, imposible bajo el
capitalismo. Tercero: sólo la clase obrera de una nación oprimida puede
reclamar el derecho a la autodeterminación nacional. Rosa pertenecía a una
corriente más amplia en el marxismo (con Bujarin Piatakov, ...), que subestimó
gravemente esta cuestión (incluidos los movimientos de liberación nacional en
las colonias). En relación con Rusia, temía que el ejercicio efectivo del
derecho a la libre determinación fuerauna herramienta para fortalecer a la
derecha anti-socialista.
Sigue un razonamiento similar en lo que respecta a los
campesinos. Rosa no está de acuerdo con la expropiación de los latifundios y la
distribución de tierras a los campesinos. Su argumento es que va a crear una
capa pequeño-burguesa que estará en contra de las medidas socialistas en la
agricultura. En otras palabras, en ambos casos, ¡la opción socialista prevalece
sobre la elección libre y democrática de la inmensa mayoría de la población
Por último, también hay que señalar la total incomprensión
de Rosa de la opresión de las mujeres y de su organización específica (dirigida
por su amiga Clara Zetkin). Una vez más, no tiene en cuenta la relación entre
democracia, auto-emancipación y auto-organización.
El partido revolucionario
La coherencia y la pertinencia que se observan en la obra de
Rosa no se reflejan en su concepción del partido. No es que se oponga a la construcción
del partido. Pero se aferra a una convicción fundamental: el partido es el
producto de la lucha de clases, de la clase obrera misma, por lo que puede
surgir en determinadas circunstancias de la actividad del proletariado. Y este
es necesario, en su desarrollo autónomo, para guiar al partido en la dirección
correcta.
"En realidad, la socialdemocracia no está relacionada
con la organización de la clase obrera, sino que es el movimiento mismo de la
clase obrera". Por lo tanto: "El centralismo de la social-democracia
no puede ser otra cosa que la concentración imperiosa de la voluntad de la
vanguardia consciente y combativa de la clase obreravis-à-vis sus grupos e
individuos. Es, por así decirlo, un auto-centralismo "del estrato
dirigente del proletariado" (p. 21-22 de la edición Spartacus, con el
engañoso título de "Marxismo contra dictadura", cuando el título real
es "Cuestiones de organización de la socialdemocracia"). La cita es
de 1904. Su experiencia de la degeneración de la socialdemocracia alemana la
conducirá a reforzar y ampliar esa opinión hasta referirse a las "masas no
organizadas que alimentan el partido con su lucha espontánea".
En consecuencia, el papel (relativamente) autónomo del
partido respecto a las tareas y consignas, la organización de las actividades
de los militantes sobre el terreno y, del punto de vista interno, la selección
decuadros ... todo ello será ajeno a sus preocupaciones. Lo que tuvo
consecuencias en la práctica.
Su polémica (como la de Trotsky) contra Lenin en el SDAP
ruso fue a menudo brillante, pero desenfocada. En el SPD, su posición
"externa" en su larga polémica con la dirección de derechas (y en
contra del "centro", representado por Kautsky), su atención al papel
de la burocracia sindical, no la predispusieron a luchar por una política
alternativa, una dirección alternativa, la organización sistemática de una
corriente organizada, a trabajar con los cuadros intermedios, etc. Otros, que
no eran revolucionarios, lo hicieron en su lugar: se escindieron del SPD para
formar el USPD, un partido de masas socialista de izquierda. Las consecuencias
fueron dramáticas para Rosa, la clase obrera alemana y el socialismo
internacional. Rosa no fue la única que no lo comprendió en la Segunda
Internacional. Sólo Lenin fue capaz de ello.
Notas
1. El análisis concreto del desarrollo capitalista será una de las
preocupaciones centrales toda su vida: ver su curso Introducción a la Economía
Política (1907-1912) y su libro La acumulación del capital (1913).
Como militante, colaboró desde su primer número (1894) con el periódico de su
partido Sprawa Robotnicza.