- "Mientras que en los Estados de
nacionalidad homogénea la revolución burguesa desarrollaba poderosas tendencias
centrípetas, que actuaban bajo el signo de la lucha contra el particularismo,
como en Francia, o la fragmentación nacional, como en Italia y Alemania, en los
Estados heterogéneos, como Turquía, Rusia, Austria-Hungría, la revolución
burguesa desata un movimiento de carácter centrífugo". | Trotsky.
Historia de la Revolución Rusa. Madrid. Zyx. 1974. Vol. 2. Pág. 316
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Lenin ✆ David Remnick
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Ted Grant & Alan Woods | Rusia
antes de la revolución era un país atrasado y semifeudal, dependiente del
imperialismo extranjero. Una situación similar a la que tienen hoy los países
del Tercer Mundo. El problema de las nacionalidades ocupaba un lugar central en
la vida política rusa. Aunque a la Rusia zarista le gustaba enmascarar su
política expansionista bajo el disfraz de la protección a las pequeñas naciones
oprimidas de los Balcanes, en realidad era una prisión para todas las
nacionalidades. El 43% de la población pertenecía a la Gran Rusia ¾ la
nacionalidad dominante¾ , y el otro 57% estaba formado por ucranianos,
georgianos, fineses y demás nacionalidades oprimidas.
Setenta millones de rusos dominaban a noventa
millones de no rusos, y a su vez todos eran dominados y oprimidos por el estado
zarista. Para empeorar las cosas el nivel cultural y económico ¾ al menos en
los territorios occidentales¾ de los pueblos subyugados en general era más alto
que en la misma Rusia. Mientas que podría decirse que la expansión de Rusia
hacia el Cáucaso, en particular hacia Asia Central, jugaba un papel
relativamente progresista, no ocurría lo mismo con Polonia, Finlandia y demás
estados Bálticos. A este respecto Engels comentaba lo siguiente: "Finlandia
es finesa y sueca, Bessarabia rumana, el reino de
Polonia polaco. En este caso
no se trata de la unión de razas disperas pero emparentadas para que todas
lleven el nombre de rusos, lo que tenemos aquí la descarada conquista por la
fuerza de territorio extranjero, simplemente eso". (Marx y Engels.
Obras Completas. Vol. 27. Pág. 28. Edición en inglés).
Con relación a la cuestión nacional, el Partido
Bolchevique desde el principio mantuvo una postura muy escrupulosa. Era
esencial para ganar a las masas y en particular al campesinado. La cuestión
nacional por regla general afecta menos a la clase obrera que a las masas de la
pequeña burguesía, y en especial al campesinado, desde un punto de vista
histórico la cuestión nacional y la cuestión agraria están unidas
estrechamente. En algunas ocasiones marxistas con mucha formación tratan el
problema incorrectamente. Para llegar a las masas de la pequeña burguesía y
ganarles a la causa de la revolución, era absolutamente necesario utilizar
demandas democráticas y parciales, por ejemplo el derecho a la
autodeterminación. Pero estas consignas sólo tienen sentido si forman parte de
la lucha del proletariado y su partido para ganar la dirección de las masas en
su lucha directa contra la burguesía, los partidos y tendencias pequeño
burguesas. La condición previa para el éxito de la revolución es sostener una
lucha implacable contra la burguesía y pequeña burguesía nacionalista. Y para
dirigir esta lucha es necesario mantener una postura clara con relación a la
cuestión nacional.
Trotsky, igual que Lenin, escribió también mucho
sobre la cuestión nacional. Es de interés especial el maravilloso capítulo de La
Historia de la Revolución Rusa, dedicado a la cuestión nacional, es el
mejor resumen de la posición del Partido Bolchevique sobre esta cuestión. Pero
fue fundamentalmente Lenin quien desarrolló la postura marxista sobre la
cuestión nacional. Trotsky resumente así la postura Bolchevique:
"Lenin había previsto con suficiente tiempo el
carácter inevitable de los movimientos centrífugos nacionales en Rusia, y
durante años enteros luchó en forma obstinada, especialmente contra Rosa
Luxemburgo, por el famoso parágrafo 9 del viejo programa del Partido, que
formulaba el derecho de las naciones a disponer de sí mismas, es decir, a
separarse completamente del Estado. Esto no significa que el Partido
Bolchevique tomase sobre sí la propaganda separatista. Lo único que prometía
era resistir con firmeza todo tipo de opresión nacional, incluida la retención
forzada de una nacionalidad en los límites de un estado común. Sólo de este
modo pudo el proletariado ruso conquistar gradualmente la confianza de las
nacionalidades oprimidas.
Pero éste es solo un aspecto del asunto. La
política bolchevique en el problema nacional tenía un segundo aspecto, que a
pear de su aparente contradicción con el anterior, en realidad lo
complementaba. En los marcos del Partido y, en general, de las organizaciones
obreras, el bolchevismo aplicaba el centralismo m´s riguroso, combatiendo sin
tregua el menor contagio nalcionalista que enfrentase a los obreros los unos a
los otros o que pudiese dividirlos. Negando categóricmente al estado burgués el
derecho de imponer a una minoría nacional una residencia forzada y hasta una
lengua oficial, el bolchevismo consideraba un deber sagrado vincular
esrtechamente en un gran todo a los trabajadores de las diversas
nacionalidades, apelando a su voluntaria disciplina de clase. Por este motivo,
se negaba en forma terminante a organizarse como una federación de secciones
nacionales. Una organización revolucionaria no es prototipo del estado futuro
sino el istrumento para su creación, y todo instrumento debe ser adecuado para
fabricar el producto, pero no debe asimilarse a él. Sólo una organización
centralizada permite el triunfo revolucionario, aunque se luche contra la
centralización opresiva de las naciones". (Ibíd. Pág. 316-317).
¿Qué es una nación?
En el período anterior a la Primera Guerra Mundial,
Lenin dedicó una gran parte del tiempo a la cuestión nacional, y en concreto a
responder las teorías revisionistas de Otto Bauer. Entre 1908 y 1910, Lenin
estuvo en el exilio y prácticamente aislado. Debido a la ausencia de contactos
con Rusia y la escasez de colaboradores, recibió con entusiasmo la llegada de
Stalin, un joven georgiano casi desconocido para él. Como era habitual Lenin
pasó mucho tiempo animando al recién llegado, algo que hacía habitualmente con
los jóvenes camaradas. Además Stalin era georgiano, pertenecía a una
nacionalidad oprimida. Lenin vio la oportunidad de instruir a su pupilo ¾ que
demostró ser extremadamente diligente¾ en las ideas fundamentales de su
política sobre la cuestión nacional. El resultado fue un largo artículo que
apareció a finales de 1912 en las páginas de la revista Prosveshcheniye
("Ilustración") titulado La cuestión nacional y el marxismo.
En 1914 el artículo apareció como panfleto con el
título La cuestión nacional y el marxismo. Aparece en el segundo volumen
de las obras de Stalin. Durante años fue considerado el manual del partido
sobre la cuestión nacional, realmente a pesar de su presentación algo
formalista no es un mal artículo. Pero en ningún caso fue el resultado del
genio teórico de Stalin. En realidad este artículo no fue obra de Stalin. A. H.
Carr lo comenta: "La evidencia interna y externa demuestra que fue
escrito bajo la inspiración de Lenin". (E. H. Carr. La Revolución
Bolchevique. Vol. 1. Pág. 425-6). Las ideas de este artículo son de Lenin.
La introducción a este artículo, escrita en el
momento álgido de la agitación antisemita con el célebre caso Beyliss, advertía
de "la oleada de nacionalismo avanzaba más y más, amenazando envolver a
las masas obreras". Y añade: "En este momento difícil,
incumbía a la socialdemocracia una alta misión: hacer frente al nacionalismo,
proteger a las masas contra la "epidemia" general. Pues la
socialdemocracia, y solamente ella, podía hacerlo contraponiendo al nacionalismo
y el arma probada del internacionalismo, la unidad y la indivisibilidad de la
lucha de clases. (Stalin. La cuestión nacional, el marxismo y la
lingüística. Madrid. Akal. 1977. Pág. 15).
La cuestion central era como definir una nación,
que no es tan fácil como parece. Es como definir el tiempo. San Agustín dijo
que él sabía qué era el tiempo, pero si alguien le pedía que lo definiera era
incapaz de hacerlo. Ocurre lo mismo con una nación. Todos creen saber que es,
pero si pedimos la definición, encontraríamos grandes. El panfleto publicado
con la firma de Stalin intenta dar una definición. El resultado es
probablemente sea lo más cercano a una formulación satisfactoria. Frente a la
definición subjetiva de Bauer, una nación se define aquí con un sentido científico
marxista: "Nación es una comunidad humana estable, históricamente
formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de
vida económica y de psicología, manifestada ésta en la comunidad de
cultura". (Ibíd.. Pág. 20).
Una nación debe tener una lengua y territorios
comunes, una historia y cultura compartida, y también estar unida por poderosos
lazos económicos. Es definición tan general, que sin duda es correcta y en
cualquier caso infinitamente superiore a la forma "psicológica" de
abordar el tema por parte de Otto Bauer y los seguidores de la "autonomía
nacional cultural". En la vida real siempre se encuentran variantes que
contradicen esta definición en uno o más aspectos. Responder a qué es una
nación es algo notoriamente resbaladizo y ha llevado a más de un análisis al
desastre.
Por ejemplo tomemos el caso del idioma. La
importancia del idioma para una nación es evidente. Parece ser la marca más
indistinguible de la nacionalidad. En La Historia de la Revolución Rusa,
Trotsky expresa la importancia del idioma de la siguiente forma: "La
lengua es el instrumento más importante de vinculación entre los hombres y, en
consecuencia, de vinculación en la economía. Se convierte en lengua nacional
cuando la victoria de la circulanción mercancil unifica una nación. Sobre tal
base se erige el Estado nacional, que es el terreno más cómodo, corriente y
ventajoso para el desenvolvimiento de las relaciones capitalitas. (Trotsky.
Historia de la Revolución Rusa. Vol. 2. Pág. 315).
Hay excepciones incluso para esta regla tan
importante. Pocos por ejemplo negarían que Suiza es una nación. La identidad
nacional suiza ha sido forjada durante siglos de lucha para conservar una
identidad nacional individual, principalmente frente a Austria. Los suizos no
tienen un idioma común, como correctamente destacó Lenin:
"En Suiza existen tres idiomas
oficiales, pero durante los referéndums los proyectos de ley se imprimen en cinco
idiomas, es decir, en los tres oficiales y en dos dialectos ‘romances’.
Según el censo de 1900, de los 3.315.443 habitantes con que cuenta Suiza,
33.651 hablan estos dos dialectos, o sea, poco más del uno por ciento.
En el ejército los oficiales y suboficiales ‘cuentan con absoluta libertad para
dirigirse a los soldados en su idioma materno’. En los cantones de Valais y Los
Grisones (cada uno con poco más de cien mil habitantes), ambos dialectos gozan
de plena igualdad de derechos". (Lenin. Notas críticas sobre la cuestión
nacional. Pág. 29).
La clave para comprender la cuestión se encuentra
en la proposición inicial, una nación es una entidad "históricamente
formada". La dialéctica no procede de las definiciones abstractas formales
sino de la aproximación concreta a los procesos vivos, a la evolución, al
cambio y desarrollo de las cosas. Una nación no es algo fijo y estático. Puede
cambiar y evolucionar. Se pueden crear naciones donde no existían antes. Esto
es precisamente como los estados nacionales modernos llegan a surgir. Este fue
el caso de Francia, Italia y Alemania. Más tarde el imperialismo británico creó
la conciencia nacional de la India ¾ por descuido¾ . Ahora con la decadencia
del capitalismo y la incapacidad de la burguesía india de ofrecer una salida,
existen síntomas evidentes de la debilidad y fragmentación de esta conciencia
nacional que se está convirtiendo en un peligro para el futuro de la India.
Históricamente las naciones se pueden formar por la
materia prima creada por las guerras, invasiones y revoluciones que disuelven
los antiguos vínculos y fronteras para crear otras nuevas. Este proceso después
se puede volver en su contrario. Lo que ayer era una nación oprimida o una
colonia esclavizada se puede transformar en el estado imperialista más
monstruoso y opresivo. El mejor ejemplo es EEUU, ante una colonia británica y
ahora el estado imperialista mas poderoso y reaccionario del mundo. Lo mismo
ocurre con los estados burgueses que hace poco se liberaban de la dominación
extranjera y permanecen en una posición subordinada con respecto a las grandes
potencias imperialistas, pero paunque juegan el papel de potencias
imperialistas locales, oprimiendo y explotando a los países más débiles
próximos a ellos. La India juega un papel imperialista con relación a Nepal,
Assam y Cachemira. Rusia era una de las principales potencias imperialistas
antes de 1917, aunque no exportaba capital y era un país atrasado y semifeudal
que mantenía una relación semi colonial con Gran Bretaña, Francia y otros
países capitalistas desarrollados.
Una cuestión de clase
La cuestión nacional, como las demás cuestiones
sociales, en el fondo es una cuestión de clase. Esta fue la postura de Lenin, y
es la de cualquier marxista auténtico. En su obra Notas críticas sobre la
cuestión nacional, Lenin explica con gran claridad esta proposición
elemental del Marxismo:
"En cada cultura nacional existen,
aunque no estén desarrollados, elementos de cultura democrática y
socialista, pues en cada nación hay una masa trabajadora y explotada,
cuyas condiciones de vida engendran inevitablemente una ideología democrática y
socialista. Pero en cada nación existe así mismo una cultura burguesa
(y, además en la mayoría de los casos, ultrarreaccionaria y clerical), y no
simplemente en forma de ‘elementos’, sino como cultura dominante. Por
eso, la ‘cultura nacional’ en general es la cultura de los
terratenientes, de los curas y de la burguesía". (Lenin.
Notas críticas sobre la cuestión nacional. Pág. 10).
Es ABC para un marxista que las ideas dominantes de
cada nación son las ideas de la clase dominante. Lenin insiste en que
aceptar una "cultura nacional" no es ni más ni menos que aceptar el
dominio de la burguesía de cada nación. La cuestión nacional es una cuestión de
clase. Los marxistas no deben encubrir las contradicciones de clase, todo lo
contrario, tienen que sacarlas a la luz. Es igual en el caso de una
nacionalidad oprimida como en el de una nación opresora. Como explica Lenin: "En
las sociedades anónimas tenemos juntos y completamente fundidos a capitalistas
de diferentes nacionaes. En las fábricas trabajan juntos obreros de diferentes
naciones. En toda cuestión política realmente seria y realmente profunda los
agrupamientos se realizan por clases y no por naciones". (Ibíd. Pág.
23).
En otra obra él escribe:
"Los intereses de la clase obrera y de su
lucha contra el capitalismo exigen una completa solidaridad y la más estrecha
unión de los obreros de todas las naciones, exigen que se rechace la política
nacionalista de la burguesía de cualquier nación".
(...) "Al obrero asalariado tanto le da que su
principal explotador sea la burguesía rusa más que la alógena, como la
burguesía polaca más que la hebrera, etc., Al obrero asalariado que haya
adquirido conciencia de los intereses de su clase le son indiferentes tanto los
privilegios estatales de los capitalistas rusos como las promesas de los
capitalistas polacos o ucraniacos de instaurar el paraíso en la tierra cuendo
ellos gocen de privilegios estatales".
(...) "En todo caso, el obrero asalariado seguirá siendo
objeto de explotación, y para luchar con éxito contra ella se exige que el
proletariado sea independiente del nacionalismo, que los proletarios mantengan
una posición de completa neutralidad, por así decir, en la lucha de la
burguesía de las diversas naciones por la supremacía. En cuanto el proletariado
de una nación cualquier apoye en lo más mínimos los privilegios de ‘su’
burguesía nacional, este apoyo provocará inevitablemente la desconfianza del
proletariado de la otra nación, debilitará la solidaridad internacional de
clase de los obreros, los desunirá para regocijo de la burguesía. Y el negar el
derecho a la autodetertminación, o a la separación, significa
indefectiblemente, en la práctica, apoyar los privilegios de la nación
dominante". (Lenin. El derecho de las naciones a la autodeterminación. Moscú.
Progreso. 1980. Pág. 33).
El elemento principal en la posición de Lenin era
la necesidad de unir a los trabajadores y a las masas oprimidas contra la
burguesía. Lenin señala que:
"La cultura nacional de la burguesía es un
hecho (con la particularidad, repito, de que la burguesía se confabula
en todas partes con los terratenientes y los curas). El nacionalismo militante
de la burguesía, que embrutece, engaña y divide a los obreros para hacerles ir
a remolque de los burgueses, es el hecho fundamental de nuestra época.
Quien quiera servir al proletariado deberá unir a
los obreros de todas las naciones, luchando invariablemente contra el
nacionalismo burgués, tanto contra el "propio" como contra el
ajeno". (Ibíd. Pág. 11).
Sobre esta cuestión Lenin siempre fue implacable.
Se podrían reproducir docenas de citas similares de sus artículos y discursos.
Independencia de clase
Las demandas nacionales tienen un carácter
democrático, no socialista. La opresión nacional no afecta sólo a la clase
obrera, aunque la padece más, como las demás formas de opresión. La cuestión
nacional afecta a toda la población, a las masas y en particular a la pequeña
burguesía. Sin embargo, como hemos visto, Lenin siempre abordó el tema desde un
punto de vista de clase, y nosotros lo abordamos de la misma manera.
Qué impactantes resultan los escritos de Lenin, y
con qué profundidad y claridad expresa la cuestión nacional. Desde luego esta
cuestión tenía una larga historia en el movimiento obrero de Rusia, empezando
por los debates con el Bund judío en el Segundo Congreso del Partido
Socialdemócrata Obrero Ruso (PSDOR) en 1903. ¿Cómo trató Lenin la cuestión
nacional?. En realidad, tenía una posición negativa sobre esta cuestión.
Los Bolcheviques Rusos, explicó en cientos de ocasiones, estaban contra
de todas las formas de opresión nacional. No se trata de a qué estás a favor
sino de qué estás en contra. Basta decir que nos oponemos a ello. Nos
oponemos a todas las formas de opresión nacional, lingüística y racial y
lucharemos contra todas las formas de opresión nacional. Eso es suficiente para
una tendencia proletaria que desea presentar una política democrática
consistente, mientras mantiene su independencia de clase.
Lo que Lenin nunca dijo fue que los Marxistas
deberían apoyar a la burguesía nacional o a la pequeño burguesía nacionalista. Al
contrario, la premisa fundamental de la posición de Lenin sobre la cuestión
nacional fue la absoluta independencia de clase. El primer principio del
leninismo fue siempre la necesidad de luchar contra la burguesía ¾ tanto de las
naciones opresoras como de las oprimidas¾ . En todos los escritos de Lenin
sobre la cuestión nacional hay crítica implacablemente no sólo a la burguesía
nacionalista, también a la pequeñoburguesía nacionalista. Esto no es
casualidad. Lenin pensaba que la clase obrera tenía que ponerse a la cabeza de
la nación para llevar a las masas a la transformación revolucionaria de la
sociedad. En Notas críticas sobre la cuestión nacional podemos leer los
siguiente:
"Es progresivo el despertar de las masas
después del letargo feudal; es progresiva su lucha contra toda opresión
nacional, su lucha por la soberanía del pueblo, por la soberanía nacional. De
aquí, la obligación incondicional para todo marxista de defender la
democracia más resuelta y más consecuente en todos los aspectos de la cuestión
nacional. Es ésta una tarea fundamentalmente negativa. Pero más allá de sete
límite el proletariado no puede apoyar el nacionalismo, pues más allá empieza
la actividad ‘positiva’ de la burguesía en su afán de consolidar
el nacionalismo" (Lenin. Notas críticas sobre la cuestión nacional. Pág. 21. El
subrayado en el original).
Y más tarde añade con gran énfasis: "Sí,
indiscutiblemente debemos luchar contra toda opresión nacional. No,
indiscutiblemente no debemos luchar por cualquier desarrollo nacional, por
la "cultura nacional" en general". (Ibíd.. Pág. 22. El
subrayado en el original).
De nuevo en El derecho de las naciones a la
autodeterminación Lenin escribía: "Por eso el proletariado se
limita a la reivindicación negativa, por así decir, de reconocer el derecho
a la autodeterminación, sin garantizar nada a ninguna nación ni comprometerse a
dar nada a expensas de otra nación". (Lenin. El derecho de las
naciones a la autodeterminación. Pág. 20. El subrayado en el original)
En otra obra Lenin escribe sobre la perniciosa
influencia en el movimiento obrero: "Cualquier nacionalismo
liberal – burgués lleva la mayor corrupción a los medios obreros y ocasiona un
enorme prejuicio a la causa de la libertad y a la lucha de clase proletaria. Y
esto es tanto más peligroso por cuanto la tendencia burguesa (y feudal
burguesa) se encubre con la consigna de "cultura nacional". Los
ultarreaccionarios y clericales, y tras ellos los burgueses de todas las
naciones, hacen sus retrógrados y sucios negocios en nombre de la cultura
nacional (gran rusa, polaca, hebrea, ucraniana, etc.,).
Tal es la realidad de la vida nacional de nuestros
días si se la aborda desde el punto de vista marxista, es decir, desde el punto
de vista de la lucha de clases, si se comparan las consignas con los intereses
y con la política de las clases y no con los "principios generales",
las declamaciones y las frases carentes de contenido". (Lenin.
Notas críticas sobre la cuestión nacional. Pág. 9. El subrayado en el
original).
¿Ha quedado claro?. Los trabajadores tienen el
deber de oponerse a todas las formas de discriminación y opresión nacional.
Pero también tienen el deber de negarse a dar a apoyo al nacionalismo en
cualquiera de sus formas. ¡Que contraste con esos supuestos marxistas que no
pierden la oportunidad de actuar como portadores de la bandera del IRA, ETA o
el ELK en la creencia equivocada que persiguen una política leninista!. Desdibujar
la línea divisoria entre marxismo y nacionalismo es una violación de todo lo
que Lenin defendió.
Para combatir las perniciosas ilusiones divulgadas
por los nacionalistas Lenin avisaba que: "El proletariado no puede
apoyar ningún afianzamiento del nacionalismo; por el contrario, apoya todo lo
que contribuye a borrar las diferencias nacionales y a derribar las barreras
nacionales, todo lo que sirve para estrechar más y más los vínculos entre las
nacionalidades, todo lo que conduce a la fusión de las naciones. Obrar de otro
modo equivaldría a pasarse al lado del reaccionario filisteísmo
nacionalista". (Ibíd. Pág. 22)
Esta es la auténtica posición del leninismo con
relación al nacionalismo. ¡Qué diferencia con la vulgar deformación que busca
reducir todo a una "simple" consigna de
"autodeterminación"!. Ahí es precisamente donde cae el filisteísmo
nacionalista reaccionario y abandona el punto de vista marxista ¾ el del
proletariado¾ . Lejos de glorificar al nacionalismo y la creación de nuevas
barreras separatistas, Lenin, al igual que Marx, tenía una opinión muy pobre de
la "estrechez de miras de la pequeña nación". Ambos siempre estaban a
favor de los estados más grandes posibles ¾ con el resto de cuestiones ocurría
lo mismo¾ . Defendía suprimir las fronteras, no erigir otras nuevas. Estaba a
favor de la mezcla de las poblaciones e incluso la asimilación (siempre y
cuando fuera voluntaria) y en absoluto estaba a favor de la glorificación del
idioma y la cultura de una nación frente a otra. Dejemos a Lenin hablar por sí
mismo:
"El proletariado no sólo no se compromete a
mantener el desarrollo nación, sino todo lo contrario, advierte a las masas de
estas ilusiones, mantiene la más absoluta libertad de trato capitalista y da la
bienvenida a todo tipo de asimilación excepto la forzosa, sobre la que sustenta
el privilegio".
(...) "Nacionalismo burgués e internacionalismo
proletario: tales son las dos consignas antagónicas irreconciliables, que
corresponden a los dos grandes campos de clase del mundo capitalista y expresan
dos políticas (es más, dos concepciones) en el problema nacional.". (Ibíd.
Pág. 13)
No hay duda sobre esto. El nacionalismo burgués y
el internacionalismo proletario son dos políticas totalmente incompatibles, la
incompatibilidad se concreta en la perspectiva mundial de dos clases hostiles.
Es inútil divagar e intentar enmascarar esta realidad obvia. Lenin defendía
firmemente el internacionalismo proletario frente al nacionalismo. El hecho de
que se opusiera a todas las formas de opresión nacional, y demostrara simpatía
por los pueblos oprimidos, no debe servir para ocultar lo indiscutible, Lenin
era el enemigo del nacionalismo.
Lenin y Rosa Luxemburgo
Igual que Marx, Lenin tuvo que luchar en dos
frentes. Luchó contra la influencia de ideas oportunistas y revisionistas como
las de Otto Bauer, que reflejaban la presión de la burguesía y pequeñoburguesía
nacionalistas sobre la vanguardia proletaria. Pero al mismo tiempo tuvo que
luchar contra aquellos que negaban la importancia de la cuestión nacional.
Lenin durante muchos años mantuvo una dura polémica sobre esta cuestión con
Rosa Luxemburgo, para conseguir que el partido adoptara una posición correcta.
Más tarde, durante la Primera Guerra Mundial tuvo que librar una lucha contra
Bujarin y Piatakov que también pensaban que la cuestión nacional era ya algo
irrelevante y eran contrarios a la autodeterminación. Rosa Luxemburgo ¾ una
gran revolucionaria y una internacionalista¾ , aunque desgraciadamente su
internacionalismo poseía un carácter algo abstracto. Por ejemplo negaba el
derecho del pueblo polaco a la autodeterminación y describía la idea de la
nacionalidad ucraniana como un invento de los intelectuales.
Aunque los socialdemócratas polacos mantenían una
posición equivocada y abstracta, eran auténticos internacionalistas y estaban
motivados por la necesidad de combatir el nacionalismo pequeñoburgués
reaccionario de Pulsudski y el Partido Socialista Polaco. El PSP en realidad no
era un partido socialista sino un partido nacionalista pequeñoburgués fundado
en 1892. Defendía el separatismo y conscientemente luchaba para dividir a los
trabajadores polacos y rusos. Como todos los movimientos nacionalistas
pequeñoburgueses de masas, existía ala de derechas y otra de izquierdas. En
1906 las dos alas se escindieron. Más tarde en la Primera Guerra Mundial, la
izquierda se apartaría del nacionalismo y se fusionó en diciembre de 1918 con
el Partido Socialdemócrata Polaco, para fundar el Partido Comunista Obrero
Polaco. El ala de derechas continuaba defendiendo una postura chovinista. En la
Primera Guerra Mundial organizaron la Legión Polaca para luchar en el bando del
imperialismo Austro–Alemán.
Lenin era ruso, y por tanto miembro de la nación
opresora, la Gran Rusia. Rosa Luxemburgo era polaca (y judía). Lenin comprendía
la necesidad de ser muy sensible con los pueblos oprimidos por el zarismo ruso.
Se dirigía en los siguientes términos a los compañeros polacos: "Mirad,
comprendo vuestra posición. Sois socialdemócratas polacos. Vuestro primer deber
es luchar contra los nacionalistas polacos. Desde luego, debéis hacerlo. Pero
los compañeros rusos no os decimos, que eliminéis de vuestro programa la
consigna del derecho a la autodeterminación del pueblo polaco. Porque, como
socialdemócratas rusos, nuestro primer deber es luchar contra nuestra propia
burguesía, la burguesía rusa y el zarismo. Sólo de esta forma los
Socialdemócratas rusos podemos demostrar a los polacos que no deseamos
oprimirlos, en esto reside la unidad de ambos pueblos en la lucha
revolucionaria".
De una forma dialéctica y brillante, la posición de
Lenin del derecho de las nacionales a la autodeterminación no significaba
dividir a los trabajadores rusos y polacos, todo lo contrario, representaba
la unión.
La unidad de las organizaciones obreras
¿Por qué Lenin apoyaba el derecho de las naciones a
la autodeterminación?. Lo hacía exclusivamente desde el punto de vista de
hacer avanzar la lucha de clases, de unir a la clase obrera. Para los
Bolcheviques, la cuestión nacional representaba no sólo un problema y un
obstáculo, sino también un potencial revolucionario. Sin una posición
correcta sobre la cuestión nacional, la Revolución de Octubre nunca habría
tenido lugar. Pero una parte integral de la política de Lenin sobre la cuestión
nacional fue la insistencia desde 1903 en adelante, en la necesidad de
mantener la sagrada unidad de la clase obrera y sus organizaciones por encima
de cualquier distinción de nacionalidad, lenguaje, raza o religión.. Se
opuso implacablemente a los intentos del Bund judío de organizar a los
trabajadores judíos en organizaciones separadas.
"A los enconos nacionales de los distintos
partidos burgueses en torno a las cuestiones del idioma, etc., la democracia
obrera opone la reivindicación de unidad incondicional y fusión completa de los
obreros de todas las nacionalidades en todas las organizaciones
obreras: profesionales, cooperativistas, de consumo, culturales y demás
contrapeso a todo nacionalismo burgués. Sólo esa unidad y esa fusión pueden
salvaguardar la democracia, los intereses de los obreros frente al capital ¾
que tiene un carácter internacional y lo tendrá más cada día¾ y los intereses
del desarrollo de la humanidad hacia un nuevo régimen de vida, libre de todo
privilegio y de toda explotación". (Lenin. Notas críticas a la cuestión nacional.
Pág. 9. El subrayado en el original).
Como correctamente señala Trotsky, el derecho de
autodeterminación sólo es la mitad de la posición de Lenin sobre la cuestión
nacional. La otra cara de la moneda era la oposición implacable a cualquier
división del movimiento obrero en líneas nacionales. Hay que distinguir
claramente entre estos dos elementos. El derecho de autodeterminación es una
demanda democrática ¾ o más correctamente, una demanda democrático burguesa¾ .
Esta mitad del programa guarda relación con la nación en su conjunto. Pero al
proletariado no le interesa dividir las organizaciones obreras en líneas
nacionales. Aunque Lenin lo tenía muy claro, hoy cada una esas miserables
sectas que se autodenominan trotskistas" no sólo lo han apoyado, incluso
han defendido y puesto en práctica una política criminal de división de las
organizaciones obreras en líneas nacionales, hacia un lado u otro.
Dividir a los sindicatos en líneas raciales es una
absoluta monstruosidad que no tiene nada en común con el leninismo. Hoy las
sectas en Gran Bretaña, participan activamente en la formación de secciones de
negros en los sindicatos y en el Partido Laborista. En Escocia apoyaron la
formación de un sindicato escocés separado de los trabajadores del petróleo, lo
que es una violación de los principios más elementales del marxismo. Se pueden
citar ejemplos similares en todos los países. Hay que dejar claro: la
creción de organizaciones separadas para diferentes grupos nacionales o
raciales es un acto criminal que sólo puede servir para dividir y debilitar al
movimiento obrero. Una cosa es combatir el racismo y el chovinismo de la
nacionalidad mayoritaria, y otra distinta es dividir a la clase obrera en
líneas nacionales, lingüísticas, religiosas o raciales.
Esta nunca fue la posición del Partido Bolchevique
o previamente del PSDOR. Ninguna de las tendencias de la Socialdemocracia Rusa
(si excluimos a los dirigentes del Bund judío) estaban a favor de dividir el
movimiento en líneas nacionales. Los Mencheviques defendían la misma posición
que los Bolcheviques. Este tema se discutió a fondo desde el principio, cuando
socialdemócratas judíos pedían una organización separada dentro del PSDOR. El
Bund (la organización Socialdemócrata judía) con gran fuerza en Rusia
Occidental y Lituania ¾ allí existía una gran población judía¾ , y decía que no
sólo tenían el derecho a hablar en nombre de los trabajadores judíos, sino que
también decían tener derecho a formar una organización socialdemócrata judía.
Lenin y los marxistas rusos rechazaron categóricamente esta pretensión e
insistían en que sólo debía haber un partido y un sindicato obrero. Hoy
seguimos defendiendo lo mismo. El arma más importante en manos de la clase
obrera es la unidad, y hay que defenderla a toda costa. Estamos radicalmente en
contra de la división de la clase obrera en líneas de nacionalidad, raza,
idioma, religión o cosas por el estilo. En otras palabras tenemos una
posición de clase.
La cuestión judía
Con tediosa frecuencia, aquellos que están a favor
de dividir el movimiento obrero en líneas nacionales, de raza o sexo intentan
justificar su posición recurriendo a la descarada demagogia o el
sentimentalismo lacrimógeno, apelando a la difícil situación de los oprimidos o
las monstruosas injusticias que sufren, como "prueba" de la
"imposibilidad" de unir en organizaciones comunes a los blancos y a
los negros, a hombre y mujeres, a protestantes y católicos, y cosas por el
estilo. La propia historia del bolchevismo demuestra que no es así, basta con
ver la actitud de Lenin hacia el Bund judío. Los judíos en Rusia eran oprimidos
y discriminados sistemáticamente, se les obligaba a vivir en barrios aparte, y
eran sometios a pogromos sangrientos. Sólo un porcentaje limitado de judíos era
aceptado en el servicio del estado y en las escuelas de enseñanza superior que
pertenecían al estado. En 1917 existían 650 leyes que restringían los derechos
de los judíos. Esta era un ejemplo de opresión nacional en su forma más brutal.
Lenin siempre explicó que el deber de los
trabajadores era luchar contra su propia burguesía. Eso significa todos los
trabajadores ¾ incluso los más oprimidos¾ Por esta razón los
socialdemócratas rusos siempre rechazaron las demandas del Bund. El hecho de
que los judíos sufrieran una opresión terrible no era razón. El Bund defendía
la consigna de la ‘autonomía cultural nacional’, robada del programa de Otto
Bauer y los marxistas austriacos. Pero esta consigna tenía aún menos sentido en
el caso de los judíos rusos que en Austria–Hungría. Con la población
desparramada, vivían fundamentalmente en ciudades, los judíos no se
concentraban en un territorio claramente definido ¾ una de las condiciones para
la existencia de una nación¾ . La idea de la ‘autonomía nacional cultural’
suponía la unión de la desparramada población judía en escuelas e instituciones
exclusivamente judías. Esta demanda, que Trotsky caracterizó como una utopía
reaccionaria, sólo serviría para profundizar la enajenación de los judíos del
resto de la población y aumentar las tensiones raciales y las fricciones.
Los judíos no poseían ni un territorio ni un idioma
común. Aunque muchos judíos en Rusia y Europa del Este hablaban el Yiddish,
otros tantos no lo hacían. En los países capitalistas avanzados los judíos
hablaban el idioma del país donde vivían. Los judíos sefardíes originarios de
España durante siglos mantuvieron el español como su lengua materna. Después de
ser expulsados de España se desperdigaron por todo el Mediterráneo, y allí
donde los judíos tenían la oportunidad, se integraban en la población del país
donde residían. Pero el fanatismo y el oscurantismo de la Iglesia Católica
medieval evitó esto. Los judíos fueron excluidos y enajenados de la sociedad.
Se les prohibía tener tierra, se les obligaba a vivir de otros sustentos a los
márgenes de la sociedad feudal, incluyeron el comercio y el préstamo de dinero.
La enajenación forzosa de los judíos fue incluso más descarada en la Rusa
zarista atrasada.
Incluso Lenin tenía dificultades para clasificar a
los judíos. La definición más próxima como tal fue definiarlos como una casta
especial oprimida, como vemos en el siguiente pasaje: "Lo mismo podemos
decir de la nación hebrea, la más oprimida y perseguida. La cultura nacional
hebrea es una consigna de los rabinos y de los burgueses, es una consigna de
nuestros enemigos. Pero en la cultura hebrea y en toda la historia del pueblo
hebreo hay también otros elementos. De los diez millones y medio de hebreos que
existen en el mundo, poco más de la mitad viven en Galitzia y en Rusia, países
atrasados y semisalvajes, donde los hebreos son mantenidos por la fuerza
en una situación de casta. La otra mitad vive en el mundo civilizado, donde los
hebreos no están aislados como casta. Allí se han manifestado con toda
evidencia los grandes rasgos progresistas, de significación mundial, de la
cultura hebrea: su internacionalismo y su capacidad de hacerse eco de los
movimientos avanzados de la época (el tanto por ciento de hebreos que
participan en los movimientos democráticos y proletarios es, en todas partes,
superior a su porcentaje general en la población)." (Lenin. Notas
críticas sobre la cuestión nacional. Pág. 12).
Aunque los judíos carecían de los atributos que
caracterizan a una nación, y Lenin no les consideraba como tal, sin embargo después
de la Revolución de Octubre, los Bolcheviques ofrecieron la autodeterminación a
los judíos, les garantizaban una patria a la que podrían emigrar si ellos lo
deseaban (Biribaidjan) aunque pocos eligieron esta posibilidad. Esto era
infinitamente preferible a la creación de un estado judío en Palestina, una
tierra que ocupaban los árabes desde hacía miles de años, y que fue el origen
de interminables y sangrientas guerras en Oriente Medio. La creación del estado
de Israel fue un acto reaccionario al que se opusieron en su momento los
marxistas. Trotsky advirtió que sería una trampa cruel para el pueblo judío. Y
la historia del último medio siglo ha demostrado que era verdad. No obstante
ahora Israel existe como estado, y no se puede dar marchar atrás al reloj de la
historia. Israel es una nación y no debemos pedir su desaparición. La solución
al problema nacional palestino (del que nos ocuparemos más tarde) sólo se puede
conseguir con la creación de una Federación Socialista de Oriente Medio en la
que árabes e israelitas puedan coexistir con sus propias patrias autónomas y
con total respecto por todos los derechos nacionales.
Los partidarios del sionismo en Rusia siempre
fueron una minoría. Un número considerable de cuadros del movimiento obrero
ruso eran de origen judío, los intelectuales judíos más avanzados y los
trabajadores comprendían que su futuro dependía de la reconstrucción
revolucionaria de la sociedad. Y era verdad. En Rusia después de la Revolución
de Octubre, el pueblo judío consiguió la emancipación civil y la igualdad.
Estaban satisfechos con esto y por esta razón muy pocos aceptaron la oferta de
una patria dentro de las fronteras del estado soviético.
La autodeterminación
Reconocer el derecho de las naciones a la
autodeterminación es el eje central de la posición de Lenin sobre la cuestión
nacional. En general esto se sabe, pero como decía Hegel lo que es conocido no
necesariamente es comprendido. Lenin escribió extensamente sobre la cuestión
nacional, y sus escritos recogen la postura del marxismo sobre este tema y que
desarrolla de una mantera rica, completa y dialéctica. Incluso una ojeada a la
literatura de los grupos que hoy pretenden ser herederos de Lenin basta para
convencernos de que ninguno ha leido a Lenin, y si lo leen no comprenderán ni
una sola palabra. En concreto, sacan de contexto la consigna del derecho de
autodeterminación --sin duda uno de los elementos importantes del pensamiento
de Lenin en la cuestión nacional-- y la presentan de una forma mecánica y
parcial, como si fuera lo único que preocupaba a Lenin.
La defensa del derecho de autodeterminación de
Lenin es ABC para un marxista. Pero después de ABC, el abecedario tiene más
letras, y un niño que repita constantemente "ABC" no le bastará para
ser inteligente. La dialéctica, como Lenin explicó muchas veces, trata el
fenómeno en su totalidad. Abstraer un solo elemento de una ecuación compleja, y
contraponerlo al resto de los elementos, es hacer un uso infantil de la
dialéctica, en la historia de la filosofía a esto se le denomina sofismo. Tales
abusos llevan a errores y al tipo más burdo de lógica. En política, y en
particular en la cuestión nacional, llevan directamente a la defensa del
nacionalismo reaccionario y el abandono del socialismo. La cuestión
nacional es un campo de minas, para cruzarlo es necesario una brújula de
confianza. El momento en que te apartas un centímetro de una posición de clase,
estás perdido. De esta forma muchos de aquellos que hoy intentan citar la
defensa de Lenin del derecho de autodeterminación caen en la trampa de
capitular ante la insistente presión del nacionalismo pequeñoburgués que es
justo lo contrario a la posición de Lenin. Pero que hable él mismo: "El
objetivo del socialismo no consiste sólo en acabar con el fraccionamiento de la
humanidad en Estados pequeños y con todo aislamiento de las naciones, sino
también en fundirlas. (Lenin. Problemas de política nacional e
internacionalismo proletario. Moscú. Progreso. 1981. Pág. 118). Lenin no
apoyaba en todos y cada uno de los casos el derecho de las pequeñas naciones a
la autodeterminación. Lo explica cuidadosamente, apoyamos las unidades
nacionales más grandes frente a las más pequeñas, y la centralización sobre
bases democráticas, frente a la descentralización. Pero todas las demás condiciones
no son necesariamente iguales. El hecho de la opresión nacional de una nación
por otra obliga al proletariado y a sus organizaciones a luchar contra la
opresión nacional y defender el derecho de las naciones a la autodeterminación.
El derecho de las naciones a la autodeterminación
es una demanda democrática y los marxistas la apoyamos, como apoyamos otras
demandas democráticas. Pero el apoyo de las demandas democráticas en general
nunca ha sido considerado por los marxistas como una clase de imperativo
categórico. Tales demandas siempre están subordinadas a los intereses de la
clase obrera y la lucha por el socialismo, como Lenin explica con toda
claridad: "En la práctica, el proletariado sólo pueden conservar su
independencia si subordina su lucha por todas las reivindicaciones democráticas
--sin exlcuir la de República-- a su lucha revolucionaria por el derrocamiento
de la burguesía." (Ibíd. Pág. 120).
Esto no particularmente nuevo o alarmante. Está en
la línea de la posición general marxista sobre las demandas democráticas. Por
ejemplo, el derecho al divorcio es una demanda democrática, que también
apoyamos. ¿En qué consiste este derecho?. Significa que un hombre y una mujer
pueden vivir juntos tanto tiempo como ellos sean felices. Pero si la relación
entre dos personas se rompe, entonces tienen el derecho a separarse. Nadie les
puede obligar a vivir juntos. O por ejemplo el derecho al aborto. ¿En qué
consiste?. Una mujer tiene el derecho a decidir si tiene un hijo o no, es
vidente el derecho de una mujer a disponer de su cuerpo como le parezca
apropiado. Defendemos estos derechos democráticos, pero eso significa que ¿el
divorcio y el aborto en sí mismo sea algo bueno?. ¿Queremos decir que todas las
mujeres deben abortar o todas las parejas divorciarse?. Eso sería absurdo. El
divorcio y el aborto no son cosas buenas, pero en determinadas circunstancias
es un mal menor. No defendemos el divorcio o el aborto, sino el derecho
al divorcio o al aborto. Ocurre lo mismo con el derecho de autodeterminación.
Hay una gran diferencia entre apoyar el derecho de autodeterminación y apoyar
la autodeterminación como tal. Es la diferencia entre una política marxistas
y el nacionalismo pequeño burgués. Lenin fue siempre muy claro en este
punto. "Por eso ‘para no conculcar el derecho a la autodeterminación’,
no debemos ‘votar por la separación’, como supone el perspicaz señor Semkovski,
sino votar por que se faculte a la región que desea paa que ella misma
decida esta cuestión". (Lenin. Problemas de política nacional e
internacionalismo proletario. Pág. 8).
Esto es lo esencial del tema. Para Lenin el derecho
de autodeterminación no significa que los trabajadores "tengan el deber de
votar por la separación", sino exclusivamente oponerse a todas las
formas de opresión nacional y oponerse a la retención obligatoria de cualquier
nación dentro de las fronteras de otro estado --es decir, dejar a las personas
elegir libremente el tema-- . Eso es un derecho democrático elemental defendido
por los Bolcheviques. Pero incluso entonces nunca se consideró el derecho como
algo absoluto, siempre estuvo subordinado a los intereses de la lucha de clases
y la revolución mundial. La política de Lenin no era la separación, sino
la unión voluntaria. La consigna del derecho de autodeterminación, lejos
de implicar el apoyo a la separación, era una parte integral de la lucha
contra la separación. Lenin continúa: "El reconocimiento del
derecho a la autodeterminación ‘hace al juego’ al ‘más rabioso nacionalismo
burgués’, asegura el señor Semkovski. Eso es una puerilidad, pues el
reconocimiento de este derecho no excluye en modo alguno que se haga
propaganda y agitación contra la separación y se denuncie el
nacionalismo burgués. En cambio, lo que sí está fuera de toda duda es que la
negación del derecho a la separación ‘hace el juego’ al ¡más rabioso nacionalismo
gran ruso de las centurias negras". (Ibíd. Pág. 10)
Tomemos un ejemplo moderno. La población francófona
de Québec se siente oprimida nacionalmente por Canadá. Los nacionalistas quebequeses
piden la separación. Un marxista les diría: sí tenéis el derecho de
autodeterminación. Defenderíamos ese derecho. Pero consideramos que la
separación sólo irá en detrimento de los quebequeses y todo el pueblo de
Canadá. Si hay un referéndum haríamos propaganda en contra de la separación.
Defendemos un Québec socialista y una Canadá socialista con pleno respecto por
lo derecho nacional como la única solución a nuestros problemas. Esta era la
posición de Lenin sobre la cuestión nacional.
De ninguna forma Lenin consideraba el derecho de
autodeterminación como una panacea, aplicable universalmente en todas las
circunstancias. Después muchos grupos cometieron esta estupidez y prestaron un
flaco servicio al marxismo y al leninismo sin tener la más mínima noción de lo
que eran. Lenin no consideraba el derecho de autodeterminación como un derecho
absoluto, fuera del tiempo y el espacio, sino sólo como una parte de la lucha
del proletariado por el poder, y lo subordinaba estrictamente a esa lucha. En
el artículo de Stalin, La cuestión nacional y el marxismo, prácticamente
elaborado por Lenin, y que no hay duda expresa sus opiniones sobre la cuestión,
se expresa muy bien la idea: "La nación tiene derecho a determinar
libremente sus destinos. Tiene derecho a organizarse como le plazca,
naturalmente, siempre y cuando no menoscabe los derechos de otras naciones.
Esto es indiscutible. (Stalin. Op. Cit. Pág. 35). Y continúa:
"Pero ¿qué solución sería la más compatible
con los intereses de las masas trabajadoras?. ¿La autonomía, la federación o la
separación?.
Todos estos problemas cuya solución depende de
las condiciones históricas concretas que rodean a la nación de que se trate.
Más aún: las condiciones, como todo, cambian y una
solución acerta para un momento dado puede resultar completamente inaceptable
para otro momento". (Ibíd. Pág. 36. El subrayado es nuestro).
Esto es absolutamente correcto. La posición que
tomarán los marxistas con relación a la reivindicación del derecho de
autodeterminación no se puede tener por adelantado. Depende de las
circunstancias concretas de cada casu y sus implicaciones en la causa del
proletariado y la revolución socialista mundial. Esa fue siempre la postura de
Lenin: "No se trata de que los marxistas de cualquier país redacten su
programa nacional sin tener en cuenta todas condiciones históricas generales y
las concretas del estado". (Lenin. El derecho de las naciones a la
autodeterminación. Pág. 15).
En una polémica con los socialdemócratas polacos
que tenían una posición ultra izquierdista sobre la cuestión nacional y negaban
por principio la autodeterminación, Lenin explica entre otras cosas que no
es el deber de la socialdemocracia apoyar todas y cada una de las luchas por la
autodeterminación. Lenin dice la siguiente. "Desde el punto de
vista de la teoría general, este arggumento resulta indignante a todas
luces, pues es claramente ilógico. Primero, no hay ni puede haber una sola
reivindicación parcial de la democracia que no engendre abuos si no se supedita
lo particular a lo general; nosotros no estamos obligados a apoyar ni
‘cualquier’ lucha por la independencia, ni ‘cualquier’ movimiento republicano o
anticlerical. (Lenin. Problemas de política nacional e internacionalismo
proletario. Pág. 151).
Hay un caso en el que Lenin deja claro que no
apoya el derecho de las naciones a la autodeterminación: cuando eso significa
arrastras a los trabajadores a la guerra. Consideraba monstruoso apoyar la
autodeterminación (incluso si estaba justificada en y de por sí), si
significaba arrastrar a las grandes potencias a una guerra. Si los
Bolcheviques apoyaban la lucha nacional en un caso determinado dependía de las
circunstancias concretas, y en cada caso Lenin abordaba la cuestión, no desde
el punto de vista del estrecho nacionalismo, sino desde el punto de vista de la
revolución mundial. En julio de 1916 Lenin decía a los polacos que no
emprendieran una lucha por la independencia nacional. Les explicó que el
destino de la lucha del pueblo polaco estaba unida inseparablemente a la perspectiva
de la revolución en Rusia y Alemania: "Plantear hoy la cuestión de la
independencia polaca teniendo en cuenta las relaciones existentes entre la
potencias imperialistas vecinas, es realmente perseguir una utopía, caer en la
estrechez de miras nacionalista y olvidar que la premisa necesaria, una
revolución europea o al menos en Rusia y Alemania". (Ibíd.. Pág. 350).
Vemos como en esa situación concreta, Lenin
recomendaba a los polacos subordinar su lucha por la autodeterminación a la
perspectiva de la revolución en Rusia y Alemania. En ese caso Lenin tenía
razón. Sólo la revolución rusa creó las condiciones para la formación de un
estado independiente polaco, cualquier otra tentativa habría terminado en
desastre. A eso hacía referencia Lenin cuando hablaba de "perseguir
utopías" y "caer en la estrechez de miras nacionalista". ¡Que
buen consejo de Lenin al pueblo polaco!. ¡Y que monstruosa caricatura de la
posición de Lenin defender la ruptura de Yugoslavia con la excusa de la autodeterminación!.
Eso sí era precisamente perseguir utopías (y en ese caso reaccionarias) y
descender a la estrechez de miras del nacionalismo del peor tipo.
Lenin y el "practicismo"
Uno de los trucos que con frecuencia utilizan
aquellos críticos pequeñoburgueses del marxismo que han capitulado al
nacionalismo, es acusar a los marxistas de utópicos. "Unir a los
trabajadores es una utopía". "La idea de la federación socialista no
es práctica". "¡Debemos hacer algo ahora!" y cosas por el
estilo. ¿Cómo respondía Lenin a estos argumentos que conocía muy bien?.
"¿Qué significa la reivindicación de
"practicismo" en el problema nacional?.
O un apoyo a todas las aspiraciones nacionales, o
el "sí o no" a la disyuntiva de separación de cada nación o, en
general, la "posibilidad de satisfacción" inmediata de las
reivindicaciones nacionales.
Examinemos estas tres interpretaciones posibles de
la reivindicación del "practicismo".
La burguesía, que actúa, como es natural, en los
comienzos del movimiento nacional como fuerza hegemónica (dirigente) del mismo,
llama labor práctica al apoyo a todas las aspiraciones nacionales. Pero la
política del proletariado en el problema nacional (como en lso demás problemas)
sólo apoya a la burguesía en una dirección determinada, pero nunca coincide con
su política. La clase obrera sólo apoya a la burguesía en aras de la paz
nacional (que la burguesía no puede dar plenamente y es viable sólo si hay una completa
democratización), en beneficio de la igualdad de derechos, en beneficio de la
situación más favorable posible para la lucha de clases. Por eso, precisamente contra
el practicismo de la burguesía, los proletarios propugnan una política de principios
en el problema nacional prestando a la burguesía siempre un apoyo sólo
condicional. En el problema nacional, toda burguesía desea o privilegios
para su nación o ventajas exclusivas para ésta; precisamente eso es lo
que se llama "práctico". El proletariado está en contra de toda clase
de privilegios, en contra de todo exclusivismo. Exigirle
"practicismo" significa ir a remolque de la burguesía caer en el
oportunismo. (Lenin. El derecho de las naciones a la autodeterminación. Pág. 19).
Cuando Lenin escribía estas líneas en 1914, aún
tenía la perspectiva de la revolución democrático burguesa en Rusia. Los
Bolcheviques luchaban contra el ala de extrema izquierda del campo democrático
burgués. Su objetivo era movilizar a las masas bajo la dirección del
proletariado, no para transferir el poder a la clase obrera (Lenin sólo llegó a
esta conclusión en 1917), sino para llevar adelante la revolución democrático
burguesa más típica en Rusia y de esta forma crear condiciones más favorables
para el desarrollo del capitalismo y la lucha de clases. Por supuesto la
perspectiva de Lenin no termina ahí. Concebía que un triunfo de la revolución
democrático burguesa en Rusia daría un impulso a la revolución socialista en
Europa Occidental, y de esta forma, permitiría a los trabajadores rusos --junto
con los trabajadores de Europa-- transformar la revolución democrático burguesa
en socialista. Pero las tareas inmediatas de la revolución eran democrático
burguesa, y la central en ella era la revolución agraria y la cuestión
nacional.
Incluso cuando Lenin aún tenía la perspectiva de la
revolución democrático burguesa insistía en la necesidad de la independencia
total del proletariado de la burguesía. En la cuestión nacional los
trabajadores debían ser independientes de la burguesía nacionalista. Ellos
debían luchar contra la opresión nacional, pero debían hacerlo bajo su propia
bandera, con su política y métodos. En cuanto a la burguesía nacional diese un
paso adelante en la lucha contra la nación opresora, la clase obrera debería
apoyarla, por supuesto. Pero en primer lugar, este apoyo era muy condicional, y
en ningún caso suponía que los trabajadores estaban obligados a apoyar en todos
los casos a la burguesía nacional. Lenin advirtió de la traición de la
burguesía nacional, sus tendencias reaccionarias y egoísmo, y urgía a los
trabajadores a no subordinase a la demagogia nacionalista de la "unidad".
"¿Contestar ‘sí o no’ en lo que se refiere a
la separación de cada nación?. Parece una reivindicación sumamente
"práctica". Pero, en realidad, es absurda, metafísica en teoría y
conducente a subordinar el proletariado a la política de la burguesía en la
práctica. La burguesía plantea siempre en primer plano sus reivindicaciones
nacionales. Y las plantea de un modo incondicional. El proletariado las
subordina a los intereses de la lucha de clases". (Ibíd. Pág.
19).
"La burguesía de las naciones oprimidas
llamará al proletariado a apoyar incondicionalmente sus aspiraciones. ¡Lo más
práctico es decir un ‘sí’ categórico a la separación de tal o cual
nación, y no al derecho de todas las naciones, cualquiera que sean, a la
separación!.
El proletariado se opone a semejante practicismo:
al reconocer la igualdad de derecho y el derecho igual a formar un Estado
nacional, aprecia y coloca por encima de todo la unión de los proletarios de
todas las naciones, evalúa toda reivindicación nacional y toda separación
nacional con la mira puesta en la lucha de clases de los obreros. La consigna
del practicismo no es, en realidad, sino la de adoptar sin crítica las
aspiraciones burguesas". (Ibíd. Pág. 21).
Después de leer estas líneas está absolutamente
claro que Lenin no consideraba que el proletariado tuviera el deber de apoyar
todas y cada una de las demandas de autodeterminación, él pedía a los
trabajadores resistir los intentos de la burguesía (y debemos añadir a la
pequeñoburguesía) nacionalista que quería obligar a los trabajadores apoyar el
nacionalismo apelando a sus simpatías naturales con un pueblo oprimido
nacionalmente; la cuestión nacional siempre está subordinada a los intereses
generales del proletariado y la lucha de clases, y es necesario defender la autodeterminación
exclusivamente cuando promueve la causa del proletariado y la lucha por
el socialismo en un caso concreto. En cualquier otro caso el proletariado no
está obligado a apoyarla, debe rechazarla.
En cualquier caso, la posición de Lenin sobre la
cuestión nacional evolucionó con el tiempo, igual que su visión general del
cambio de naturaleza de la Revolución Rusa. Después de la Revolución de Febrero
Lenin abandonó su primera idea de que la revolución rusa tendría un carácter
democrático burgués ("la dictadura democrática del proletariado y el
campesinado") y pasó a a defender la postura que Trotsky defendía desde
1904-5. Trotsky explicaba que, aunque objetivamente las tareas de la revolución
rusa tenían un carácter democrático burgués, la revolución sólo la podría
dirigir el proletariado en una alianza con los campesinos pobres. La burguesía
rusa había entrado demasiado tarde en la escena de la historia como para jugar
un papel progresista. En determinadas circunstancias, las tareas de la revolución
democrática sólo podrían llevarlas adelante la clase obrera una vez tenga el
poder en sus manos. Pero esta no era la "dictadura democrática del
proletariado y el campesinado", sino la dictadura del proletariado. Estas
perspectiva fue confirmada de manera brillante en Octubre de 1917.
Incluso antes de esto, como hemos visto, Lenin en
ningún caso era partidario de apoyar a la burguesía nacional --o al menos sólo
concebía un apoyo muy limitado y condicional en determinadas circunstancias-- ,
mientas que siempre insistió en la necesidad de de que el proletariado
mantuviera su independencia de las maquinaciones de llamada burguesía
progresista. Pero después de 1917 comprendió que la llamada burguesía nacional
en un país atrasado y semicolonial como la Rusia zarista era completamente
incapaz de jugar un papel progresista. En el Segundo Congreso de la
Internacional Comunista, Lenin cambió su actitud respecto a la burguesía
nacional. Desde este momento consideraba que la burguesía nacional en los
países coloniales era incapaz de jugar un papel progresista. La historia
posterior demuestra que tenía razón.