Fernando Correa Prado | El
debate acerca de la dependencia en América Latina fue inmenso. En los años 1960
y 1970 un conjunto de intelectuales y militantes, de diversos orígenes y
filiaciones políticas, ha tratado del tema de la dependencia, generalmente
utilizando esta categoría como característica central de sus análisis sobre las
regiones periféricas y, en particular, sobre América Latina. Si en el inicio de
la década de 1950 la cuestión del desarrollo y del subdesarrollo fue puesta en
el centro del debate mundial, con impactos significativos para la esfera
política e intelectual de la región, a partir de mediados de la década de 1960
la cuestión de la dependencia ya empieza a ganar terreno y se convierte en una
categoría en disputa, cargada de diferentes matrices teóricas y políticas. Por cierto, es posible decir que la vitalidad de los análisis
acerca de la dependencia latinoamericana deriva precisamente de la amplia
controversia por detrás del tema, impulsada, a su vez, por la coyuntura
específica por la cual pasaba América Latina entonces – una coyuntura que,
entre tantas expresiones, vivía el impacto de la Revolución Cubana de 1959; era
escenario del auge de la ideología
nacional-desarrollista; veía el ascenso de
las luchas de masas, interrumpida, en el caso de Brasil, por el golpe civil-militar
de 1964, que, entre otras atrocidades, forzó el exilio de diversos intelectuales
hacia Argentina, México y, principalmente, Chile, país éste que, a su vez,
luego viviría la llegada de Salvador Allende y la Unidad Popular al poder,
siendo también el país sede de la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL) y del Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) de la Universidad de
Chile, dos núcleos importantes de análisis sobre el subdesarrollo y la dependencia;
todo eso en una América Latina que fue igualmente protagonista de las luchas
trabadas mundialmente en 1968.
Ahora bien, la amplia controversia de la dependencia ha
existido y fue riquísima, repercutió en muchos intelectuales y movimientos
políticos de todo el mundo, generó una base teórica firme para construir una
interpretación crítica del papel de América Latina en el sistema mundial
capitalista y, claro, contribuyó para pensar los caminos políticos adecuados de
superación de las contradicciones características de la condición periférica y
dependiente. Eso se dio en la mayoría de los países de América Latina y también
en otras partes del mundo, por lo menos hasta el fin de la década de 1970. Sin
embargo, en Brasil esta historia fue diferente.
En este país, en realidad, hubo lo que se puede llamar de un
no-debate, y en su lugar hubo una lectura por lo menos unilateral en relación a
las contribuciones vinculadas al marxismo y la lucha revolucionaria
latinoamericana. Tales contribuciones, además de haber sido blanco de la
censura y de la persecución política dictatorial, sufrieron un sistemático trabajo
de detracción intelectual, en el cual el ex-presidente y sociólogo Fernando
Henrique Cardoso tuvo un papel central, contando también con la complicidad de
diversos intelectuales importantes y con una tenaz inercia intelectual, que
sólo recién ha sido parcialmente superada.
En Brasil, se fue construyendo una especie de “pensamiento
único” acerca del tema de la dependencia, centrado en larga medida en la
perspectiva defendida por Cardoso, de tal modo que se ha establecido un
relativo desconocimiento – e incluso deformación – de los aportes inscriptos en
la tradición marxista, dentro de la cual estarían las obras de Andre Gunder Frank,
Theotônio dos Santos, Vânia Bambirra y, principalmente, Ruy Mauro Marini.
Revelar en líneas generales como eso ha sido producido y reproducido en
diversas e influentes publicaciones es la principal intención de este artículo.
Para ello, en el segundo apartado, tras esta introducción,
será presentado primeramente el comienzo de lo que se puede llamar de verdadero
“boicot” intelectual a la teoría marxista de la dependencia, apuntando algunas
referencias de textos en que Cardoso trata de pautar sistemáticamente el debate
sobre el tema en Brasil. En el tercer punto, el artículo pasa a presentar otras
referencias también reveladoras de como el buen debate nunca se dio entre diversos
importantes intelectuales brasileños, señalando que, en la más indulgente de
las hipótesis, existe una “inercia intelectual” en el sentido de llevar
adelante la repetición de las interpretaciones ofrecidas por la pluma nada
equilibrada de Cardoso. El cuarto apartado, que trata de la “inercia
intelectual” y las “resonancias actuales”, abre con un resumen de las principales
críticas dirigidas a las obras de Andre Gunder Frank, Theotônio dos Santos y
Ruy Mauro Marini, críticas estas que, como se verá también en el cuarto
apartado, siguen siendo repetidas siempre que posible, eso cuando no se crean
nuevas críticas insostenibles. Por fin, en lo que sería una conclusión
provisoria – pues este tipo de trabajo de “limpiar el terreno del debate” es
colectivo y, claro, no termina aquí –, señalamos algunas consecuencias
políticas para el caso brasileño del histórico “no-debate” teórico acerca de la
estructura dependiente y periférica de América Latina dentro del sistema
mundial capitalista, dejando en abierto la necesidad de seguir y ampliar la
recuperación crítica y prospectiva de la teoría marxista de la dependencia,
como una de las posibles formas de apropiarse de las herramientas teóricas adecuadas
para la comprensión del papel de América Latina en el actual sistema mundial capitalista.
Antes de seguir, cabe decir que este trabajo forma parte de
un creciente esfuerzo de recuperación del pensamiento crítico latinoamericano,
que, a su vez, es reflejo de la coyuntura específica de América Latina en la
última década. Esta recuperación puede ser observada en diversos libros, tesis
y artículos realizados en todo el continente – y ahora también en Brasil –, lo
que se da en larga medida como fruto del trabajo de profesores y militantes
que, en contraposición a la avalancha neoliberal, siguieron defendiendo el
pensamiento crítico latinoamericano.
O debate sobre a dependência na
América Latina foi imenso. Nos anos 1960 e 1970, um conjunto de intelectuais e
militantes, de variada origem e filiação política, tratou do tema da
dependência, geralmente utilizando este conceito como característica central de
suas análises sobre as regiões periféricas, em particular a região
latino-americana. Se no início da década de 1950 a questão do desenvolvimento
foi colocada no centro do debate mundial, com impactos significativos para a
esfera política e intelectual da América Latina, a partir de meados de 1960 o
mote da dependência já começa a ganhar espaço, tornando-se um conceito em
disputa, carregado de diferentes matrizes teóricas e políticas.