- “La mujer de la nueva sociedad será plenamente
independiente en lo social y lo económico, no estará sometida lo más mínimo a
ninguna dominación ni explotación, se enfrentará al hombre como persona libre,
igual y dueña de su destino” |
August Bebel, La
mujer y el socialismo, 1879
Joel Arriola | En
uno de esos encuentros sobre “Ciencias Sociales y Cambio Social” en la ciudad
de Guatemala, hombres y mujeres de toda Centroamérica, de muy diversa
orientación teórica y praxis política nos reunimos para discutir entre otros
temas, la situación de la mujer, el feminismo crítico y la economía del
cuidado. Por supuesto lo que más podía aflorar era la enorme descentralización
de ideas y con ello de las distintas praxis políticas. Es decir pues tenía todo
lo propio de cierto sector de la intelectualidad pequeñoburguesa de nuestro
tiempo, que cree que se cambia el mundo con discusiones académicas
1, a la vez que reniega de la
militancia política, la centralización organizativa y por supuesto de los
clásicos del marxismo revolucionario como Lenin, Gramsci y Trotsky.
Todo ello sin embargo no desdice la importancia de una de
las temáticas tratadas: La cuestión de la discriminación y
violencia hacia las
mujeres por la estructura de dominación capitalista-patriarcal; y ello no
únicamente por la supuesta centralidad que en los espacios mediáticos se le ha
venido asignando al tema de la mujer últimamente, sino más bien por la siempre
compleja y polémica relación entre las fronteras de la opresión de género y la
explotación de clase.
Aquí dejamos de lado el feminismo burgués, que atribuye la
centralidad del tema de la discriminación y violencia hacia las mujeres única y
exclusivamente a un problema de género y así diluye la cuestión de clase en tan
sólo una de las aristas de la opresión/explotación de las sociedades divididas
en clases: la cuestión de
género en si misma. Dejamos de lado también el
“feminismo crítico”
2, la crítica a este la abordaremos
en otro artículo aparte. Nos enfocamos pues, en el feminismo que reivindica en
una u otra forma, que las raíces de la opresión de la mujer están estrechamente
vinculadas a la aparición del régimen de la propiedad privada sobre los medios
de producción. Por tanto nos enfocamos en la situación de la mujer vista desde
la izquierda y más aun desde la izquierda marxista, o deberíamos decir desde
las “izquierdas marxistas”.
Marx, la económica
política y las claves para entender el feminismo
Uno de los descubrimientos más importantes de Marx en el
campo de la economía política, fue el establecer que, en tanto el capitalismo
va desarrollándose aumenta en un mayor grado la cantidad de capital invertido
en medios de producción, mientras que su contraparte, es decir el capital
invertido en fuerza de trabajo aumenta a una proporción menor, a esto Marx le
llamo el aumento en la composición orgánica del capital. Y si recordamos el
abece de la economía política marxista, sabremos que no son las maquinas, sino
el trabajo humano el que genera plusvalía. Por ello con el aumento en la
composición orgánica del capital, existe una caída tendenciosa de la tasa de
ganancia de los capitalistas. Estos lo saben muy bien, y es por eso
precisamente que trasladan sus capitales a los países mal llamados
subdesarrollados, donde la composición orgánica del capital es baja. Allí
obtienen por supuesto una tasa de ganancia más elevada, merced al bajo
desarrollo tecnológico de las fuerzas productivas, es decir a la baja
composición orgánica del capital.
¿Por qué la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es una
clave para entender el feminismo? o más bien ¿Por qué es una clave para
entender porque el feminismo es, si es consecuente, un feminismo socialista?
Porque la explotación de la fuerza de trabajo y más aun, el
aumento de esta es lo que hace posible la ralentización (en cierto grado) de la
tendencia decreciente de la tasa de ganancia, y este aumento de la explotación
de la fuerza de trabajo es posible únicamente hasta ciertos límites por el
hecho de que es la mujer la que realiza en los hogares el trabajo reproductivo,
y con ello se hace posible el mantenimiento de la explotación de la fuerza de
trabajo hasta limites exagerados, lo que a la vez significa que esta
super-explotación más allá, incluso de los limites físico-naturales es
trasladada a los hombros de las mujeres trabajadoras, por lo que ésta resulta
ser la que lleva sobre sus espaldas una explotación más rapaz y es víctima en
mayor medida del orden capitalista-patriarcal.
La crisis mundial del
capitalismo y el empeoramiento de la situación de la clase trabajadora
A finales del 2007 y principalmente desde el 2008 la
economía mundial, entró en una de sus peores crisis, de la cual aún no se
recupera. Las elites dominantes de cada país impulsadas por los organismos
financieros internacionales (FMI, BM, etc.) aplican una serie de medidas contra
la clase trabajadora, desde Europa, pasando por Asia, hasta América Latina, los
planes de ajuste como el estancamiento de los salarios, aumento en las edades
de jubilación, etc. son el día a día en todo el mundo. No es casual tampoco
pues, que esta oleada de ataques a la clase trabajadora venga aparejada con una
aleada de protestas en el mundo entero, desde Europa, pasando por Oriente Medio
y el Norte de África, hasta América Latina.
Si el escenario mundial es caracterizado por esta oleada de
ataques, que constituyen un empeoramiento de la situación de las clases
populares, es obvio que hasta las mínimas concesiones económicas a favor de la
clase trabajadora tienen que ser arrancadas a los capitalistas por un enorme
heroísmo de lucha de estas. En ese marco el feminismo es una reivindicación que
no puede resolverse dentro del capitalismo, ello porque tal suceso provocaría
un verdadero trastorno para la tasa de ganancia de los capitalistas.
El feminismo: ¿Una
reivindicación democrática o una reivindicación socialista?
Dentro de “las izquierdas marxistas” existe un debate
abierto, sobre, si el feminismo es una reivindicación puramente democrática y
por tanto no constituye una de las tareas esenciales de la revolución
socialista, sino más bien simplemente un “bonus” más dentro de las numerosas
reivindicaciones democráticas como por ejemplo la escala móvil de salarios,
etc.
Nosotros consideramos que la cuestión de la opresión de
género no tiene salida en el marco del sistema capitalista y ello
principalmente, no porque equiparemos la opresión de género a la explotación de
clase y la coloquemos en un mismo nivel
3, sino porque en los estrechos
marcos en que actualmente se desenvuelve el capitalismo, las reivindicaciones
como el feminismo toman necesariamente un carácter anticapitalista (lo mismo
sucede, dicho sea de paso con el ecologismo).
Las actuales ganancias de los capitalistas provienen, como
sabemos, de la explotación de la clase obrera; sin embargo la tasa de ganancia
de los capitalistas es mantenida en cierto nivel “gracias” al trabajo
reproductivo que hacen mayormente las mujeres en los hogares. Ese hecho oculto
bajo la oscura manta del patriarcado es el que hace posible que la fuerza de
trabajo valga menos de lo que en condiciones “normales” valdría, puesto que el
valor que le es remunerado a la fuerza de trabajo corresponde al mínimo para su
reproducción o incluso menos (sobreexplotación), en ambos casos el coste de la
reproducción recae sobre el trabajo reproductivo, pero como este no es tomado
en cuenta por el capitalista, gran parte de la responsabilidad de la
reproducción de la fuerza de trabajo es en realidad cargada por los hombros de
la mujer trabajadora en el hogar.
Si la mujer se desenvolviera en el capitalismo en igualdad
de condiciones que el hombre, ello implicaría un inmediato aumento en el valor
de reproducción de la fuerza de trabajo y con ello un aumento inmediato en
todos los salarios, lo que implicaría a su vez una caída cada más abrupta de la
tasa de ganancia de los capitalistas.
4
Por tanto, la cuestión del feminismo llevada a fondo es
necesariamente una reivindicación que tiene salida únicamente en el marco de la
superación del capitalismo y con ello, en la instauración del socialismo. Por
eso mismo consideramos valida la reivindicación del feminismo socialista. Por
supuesto esto no significa para nosotros la perdida de independencia de clase,
o la subordinación de la explotación de clase a la opresión de género, ni su
equiparación teórica o metodológica, tampoco significa que debamos aliarnos con
la mujer burguesa, tal tarea no sería sino una vergonzosa capitulación a los
capitalistas y al feminismo burgués.
Lo que queremos recalcar con esto es precisamente que el
feminismo, si es consecuente, es en esencia, en estos momentos históricos, un
feminismo socialista, y que cuanto más temprano comprendamos esto en el seno de
las organizaciones que buscamos la transformación social, la causa del
socialismo habrá avanzado un paso enorme; pero como esta comprensión no es, ni
será el fruto de las lucubraciones de un que otro intelectual, sino de la
praxis y de la lucha diaria contra toda forma de opresión y explotación, las y
los revolucionarios tendremos la tarea de luchar junto a la mujer, y principalmente
junto a la mujer trabajadora y aun mayormente obrera, contra la opresión y la
explotación. El partido revolucionario debe prestar la suficiente atención a
esto, lo que no significa por supuesto la renuncia a las tareas de intervenir
en las luchas diarias de la clase trabajadora en su conjunto y principalmente
obrera.
1 “¿Creen que la historia se
hace en los salones, donde los demócratas de alcurnia fraternizan con los
titulados liberales, donde los abogadillos provincianos de ayer aprender pronto
a besar ilustres manitas de señora?... La historia se hace en las trincheras
donde, bajo la insensata presión de la locura bélica, el soldado clava su
bayoneta en el cuerpo del oficial y escapa a su pueblo natal para incendiar la
casa de los señores. Tamaña barbaridad les disgusta. Entonces no se acaloren,
les responde la historia: sopórtenlo. No son más que meras consecuencias de lo que
ha que sido”. (Lenin V. I., en Trotsky, León. “Imágenes de Lenin”. Ediciones
Era. Pág. 67. México, 1970).
2 Por feminismo crítico
entendemos acá, las diversas corrientes del feminismo que reivindican una
ruptura con el orden económico y cultural capitalista-patriarcal, pero que sin
embargo, pese a plantearse tal tarea, dejan de lado la cuestión de clase, y en
todo su planteamiento se guían por lógicas fuera de las clases y las luchas
entre estas.
3 No es que las relaciones de
dominación y opresión del hombre burgués sobre la mujer burguesa no sean
condenables, o que intentemos velarlas, sino que la equiparación teórica y
metodológica de la explotación de clase con la opresión de género nos llevaría
a la conclusión en el plano político, de equiparar las luchas de género con las
luchas de clases, lo que nos conduciría a las alianzas y hasta unidades de la
mujer trabajadora con la mujer burguesa y con ello estaríamos claudicando no
sólo al feminismo burgués, sino al capitalismo mismo, en tanto que la mujer burguesa,
pese a sufrir la opresión de género, en el fondo es reproductora de su propia
opresión (y la de la mujer trabajadora y la clase trabajadora y popular en su
conjunto), ello porque al mantener y reproducir la explotación de clase, juega
necesariamente en favor la reproducción de los esquemas de dominación
patriarcales.
4 “El incremento de la
explotación del trabajo y el empeoramiento de la situación de clase trabajadora
fue uno de los mecanismos del giro neoliberal que contribuyeron a ralentizar la
tendencia decreciente de la tasa de ganancia. El aumento de la extracción de
plusvalía relativa (aumento de la intensidad de las jornadas de trabajo,
mediante la tecnificación de los procesos de producción) y de plusvalía
absoluta (prolongamiento de la jornada de trabajo) fue acompañado por otras
medidas de flexibilización y ataques a la clase trabajadora en el campo
laboral, como los descensos de los salarios o incremento de estos por debajo de
la inflación, privatización de los servicios públicos como salud, educación,
etc., lo que significaba un abismal deterioro en las condiciones para la
reproducción de la vida humana, es decir un enorme empeoramiento de la
situación de la clase trabajadora”. (Arriola, Joel. “El neoliberalismo: Una
visión marxista” Pág. 8. Disponible en:
Ñángara Marx)
Joel Arriola. Estudiante
de Sociología de la Universidad de El Salvador (UES)