1. Pauper ante festum: Hacia un Marx Decolonial
Mario Sandoval Cordero | La crítica a la Modernidad se encuentra presente en el libro
El Manifiesto Comunista (2009), de Karl Marx y Friedrich Engels. Cabe aportar
que dicho tema ha causado una serie de diálogos relevantes para el pensamiento
crítico latinoamericano y las praxis políticas de la nueva izquierda, yendo
desde la defensa de un Marx crítico, hasta la denuncia de un Marx eurocéntrico.
En primer lugar, resulta importante explicar en qué se basa
la crítica a la Modernidad presente en el texto; ésta básicamente se centra en
la comprensión del sistema capitalista como una totalidad, es decir, en el
análisis del avance de los procesos del sistema-mundo que se encuentran intra e
interrelacionados:
“El aislamiento
nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día con el
desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercado mundial, con
la uniformidad de la producción industrial
y las condiciones de existencia que
le corresponden.” (Marx y Engels, 2009: 118). Además, teniendo siempre en
cuenta que dichos procesos han reproducido matrices de poder que han explotado
y excluido a millones de personas.
La concepción anterior es fundamental para comprender el
fenómeno de la Modernidad, que se puede entender –a grandes rasgos– como: “…el manejo de la centralidad de Europa en
el Sistema-Mundo” (Dussel, 2010: 27). Dicha centralidad comienza con el
proceso denominado como «Primera Modernidad», que consiste en la expansión
europea hacia el Atlántico y los posteriores procesos de conquista y
colonización en América, África y Asia; para continuar con la «Segunda
Modernidad», que consiste en los procesos de la ilustración y el desarrollo de
la filosofía racionalista; y la «Tercera Modernidad» donde se asienta la
hegemonía angloamericana como un apéndice europeo (Dussel, 2010). Lo relevante
acá es que los procesos anteriores tienen como germen y fundamento al
desarrollo de un sistema económico específico: El capitalismo.
Sin embargo, a pesar de su crítica a la Modernidad; también
en el libro, Marx y Engels realizan algunas aseveraciones con tintes
eurocéntricos, por ejemplo con las clasificaciones entre las sociedades
avanzadas y los pueblos bárbaros: “La
burguesía lleva la civilización hasta todas las naciones, hasta a las más
salvajes.” (Marx y Engels, 2009: 99). Esto resulta importante ya que hay
que aceptar que fueron hijos de su tiempo:
“A
Marx, como pensador, como investigador de las doctrinas sociales y del sistema
capitalista que le tocó vivir, puede, evidentemente, objetársele ciertas
incorrecciones. Nosotros, los latinoamericanos, podemos, por ejemplo, no estar
de acuerdo con su interpretación de Bolívar o con el análisis que hiciera
Engels de los mexicanos, dando por sentadas incluso ciertas teorías de las
razas o las nacionalidades inadmisibles hoy.” (Guevara, 2007: 6).
Para terminar, se puede resaltar que lo anterior no se queda
ahí, ya que Marx conforme continúa su desarrollo teórico-filosófico, va
ampliando su visión. Esto se constata en sus estudios sobre las relaciones
capitalistas de Inglaterra, en donde al otro lado del proceso se encuentra la
periferia o las colonias, en este caso: La India. Y a partir de dicho
descubrimiento se adentra en las realidades de la periferia, a pesar de no
haber llegado a realizar un estudio sistemático de estas (Kohan, 2003).
También, su giro decolonial se constata en sus posteriores estudios sobre la
fetichización de los procesos y las relaciones sociales en el capitalismo,
resultando como la crítica más acérrima a la Modernidad.
2. Entre la vida y la
muerte: Un fantasma recorre…
Ante los procesos de cambio que vive hoy nuestra América, y
su necesaria teorización; no se debería hacer la típica pregunta paternalista y
añeja, de ¿qué sigue vigente del pensamiento de Marx y qué no?, sino mas bien
¿cómo pensar nuestras realidades en el pensamiento marxista? Es decir, la
Modernidad continúa su curso, y Marx se encuentra entre la vida y la muerte.
Uno de los fenómenos de nuestras realidades es el de la
fetichización de los fenómenos y las relaciones sociales, o sea, presentar como
artificial lo dialéctico. Y esto no sólo lo efectúa el pensamiento oficial,
sino también sus compañeros de viaje: Los “centros” político-ideológicos, en
sus diferentes formas.
La primera manera de enterrar al marxismo es de una forma
dura, al asegurar que este nunca ha podido analizar adecuadamente las
realidades histórico-sociales de las sociedades y/o que las prácticas políticas
ligadas a este sólo han traído violencia y más pobreza; o sea es una forma estúpida
de presentarlo pero no así problemática.
La segunda forma es la light,
que resulta aún peor, la presentación como figura «no-muerta», es decir como
referente que de alguna forma está vivo, como muerto que no sabe que está
muerto, como silueta o fantasma del pasado pisado; y su discurso [de]codificado
es:
“[Las y los] muertos
que no saben que están muertos representan, por consiguiente, aceptar las
limitaciones de nuestra situación: no hay ningún gran Otro, eran mortales y
cometían errores lo mismo que todos los demás, de manera que es hora de
dejarlos morir, de que pongamos a descansar a este obsceno fantasma que habita
nuestro imaginario político, y de que enfoquemos nuestros problemas de un modo
no ideológico y pragmático.” (Žižek, 2009: 41).
En otras palabras, al presentar al marxismo vaciado, lo
están al mismo tiempo enterrando, y lo hacen implícitamente, por tanto de una
manera mucho más efectiva (Jameson, 2007). A este nivel lo que generalmente se
acusa es la supuesta teleología determinista y economicista de todo el
pensamiento marxista, que aparentemente se puede apreciar en El Manifiesto
Comunista.
Sin embargo, el marxismo crítico latinoamericano tiene mucho
que decir: Efectivamente existió y existe un mal llamado marxismo, que tenía
como carácter filosófico, el determinismo economicista; este es el marxismo
estalinista del «Socialismo Real», un marxismo esencialmente moderno.
Como Latinoamérica, debe ir en busca de la desconexión y la
superación de la modernidad, resulta necesario la acotación de algunas
cuestiones. Ante la fetichización determinista, anteponer la dialéctica:
“ (…) si el Manifiesto
alega que tal cambio histórico lo consigue el hombre haciendo su propia
historia, no es un documento determinista. Las fosas han de ser cavadas por la
acción humana o a través de ella. Efectivamente es posible hacer una lectura
determinista del argumento. Sin embargo, cuando el Manifiesto sale del campo
del análisis histórico y entra en el de la actualidad, se convierte en un
documento de opciones y posibilidades políticas –no de probabilidades
políticas– y en absoluto de certezas. Entre el “ahora” y el momento
impredecible en el que “en el transcurso de la evolución”, se produzca “una
asociación en la que el libre desarrollo de cada uno sea la condición del
desarrollo libre de todos”, está el campo de la acción política. El cambio histórico
a través de la praxis social y la acción colectiva constituye su núcleo.” (Hobsbawm,
1998: 27-28).
Ante la mecánica teleológica, anteponer la dialéctica: El
motor de la historia es la lucha de clases y sus revoluciones. Sí, pero no de
la forma en la que se ha interpretado clásicamente: Los seres humanos son los
que hacen la historia a través de los grandes momentos en los que se rompe el
tiempo continuo y surge el tiempo-ahora. Es decir, la ruptura con el tiempo
continuo, con lo vigente. Ese es el tiempo del «peligro», en los que las y los
desposeídos se enfrentan al poder dominante y ponen en riesgo su vida
(Benjamin, 1940/1982). Ese es el cambio histórico: La revolución. Que niega al
llamado progreso histórico, al explicar que la historia ha sido construida por
los vencedores, por lo cual un materialismo histórico debe analizar esas etapas
oscuras y ocultas, y hacerlo desde un posicionamiento epistémico: Desde las y
los pobres.
Ante el ridículo y obsceno Marx «no muerto», anteponer un
Marx muerto que sigue vivo: Vivo en el núcleo metodológico de sus análisis, es
decir, en la dialéctica de la historia como proceso abierto y contingente
(Trotsky: 1938). Vivo en esa lucha radical por la liberación y la emancipación
pluriversal. En la lucha radical por la justicia y construcción de otros mundos
posibles. Vivo ahí donde existen personas que luchan por sus mismas ideas y que
siguen eligiendo entre el Socialismo o la Barbarie.
Bibliografía
Benjamin, W. (1940/1982). Tesis de filosofía de la historia.
En: Benjamin, W. (1940/1982). Discursos interrumpidos I. Madrid: Taurus
Ediciones
Dussel, E. (2008) Marx y la modernidad: Conferencias de la
Paz. Bolivia: Ediciones Rincón.
Guevara, E. (2006). Notas para el estudio de la ideología de
la Revolución Cubana. Argentina: Ocean Sur.
Hobsbawm, E. (1998). Introducción. En Marx, K y Engels, F.
(1998). El Manifiesto Comunista: Una nueva edición. Londres: Verso.
Jameson, F. (2007). Lenin y el revisionismo. En: Budgen,
Kouvelakis y ŽiŽek. (eds.) (2007). Lenin reactivado. Madrid: Ediciones Akal.
Kohan, N. (2003). Marx en su (Tercer) Mundo. La Habana:
Centro Juan Marinello.
Marx, K y Engels, F. (2009). El Manifiesto Comunista.
Barcelona: Ediciones Brontes.
Trotsky, L. (1938). A 90 años del Manifiesto. México: Ed.
Latinoamericana.
Žižek, S. (2009). Trotsky: Terrorismo y comunismo. Madrid:
Ediciones Akal.
Mauricio Sandoval Cordero.
Estudiante de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica