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Karl Marx ✆ Maugre |
Miguel
Manzanera Salavert [Especial para
Ñángara Marx] En los años 60 del siglo pasado comenzó un
proceso de descomposición del movimiento comunista internacional, que con el
tiempo desembocaría en el hundimiento del Bloque del Este en los años 90 y una
nueva hegemonía neoliberal en el mundo durante 30 años hasta nuestros días. Esto
hizo que el marxismo quedara completamente desprestigiado a finales del siglo
XX. Sin embargo, ante la crisis del capitalismo neoliberal en nuestros días y
el impresionante desarrollo de la República Popular China, muchos intelectuales
han buscado la explicación de los procesos económicos en las teorías de Marx.
En lo que sigue voy a intentar exponer las ideas que considero fundamentales
para la recuperación de un marxismo revolucionario, a partir de las
investigaciones del filósofo comunista Manuel Sacristán (1925-1985).
Si bien el hundimiento de la U.R.S.S. no se
produjo hasta la década de 1990, las causas de ese proceso se hunden en la
historia del siglo XX. Pero no me voy a centrar en las causas remotas, aunque
aludiré a ellas al final de este trabajo, sino en las más inmediatas. Los hitos
que marcaron la descomposición del llamado ‘socialismo real’ se produjeron en
los años 60 del
siglo pasado; fueron los siguientes:
- la ruptura abierta en 1965 entre los dos
principales países socialistas, La U.R.S.S. y la República Popular China,
condujo a peleas intestinas dentro de las organizaciones comunistasacerca de la
línea política más adecuada para avanzar hacia el socialismo; esas divergencias
debilitaron la cohesión de los trabajadores en su lucha contra la burguesía.
- la revolución tecno-científica del siglo XX
permitió al capitalismo recuperar la tasa de beneficio apoyándose en la
extracción de la plusvalía relativa; ese desarrollo trajo la automatización del
trabajo físico por la computación, la sustitución del trabajo intelectual por
la inteligencia artificial y la expansión informática de las comunicaciones.
- la incapacidad para la renovación teórica y
práctica delas instituciones comunistas, lo que se manifestó con claridad en
los acontecimientos del año 68, principalmente el mayo francés y la primavera
de Praga, que terminaron ambos con un sonoro fracaso.
La reflexión sobre el comunismo y sus problemas
jugó un papel fundamental en el pensamiento de Sacristán, y esos tres aspectos
reseñados aparecen con claridad en su obra. En mi tesis doctoral, publicada en
varios lugares de la red informática, he tratado en detalle la vida intelectual
de este hombre, que fue uno de los intelectuales más lúcidos de su generación
en la cultura española. Doctor en filosofía, profesor de metodología de las
ciencias sociales, expulsado de la Universidad de Barcelona por motivos
políticos y dirigente del partido comunista, Sacristán dejó constancia de esa
coyuntura histórica en sus textos, escritos para los trabajadores e
intelectuales comunistas del Estado español. En su veraz descripción de la
crisis del comunismo en el siglo pasado, reside el principal interés de su
trabajo intelectual, y ello explica que los marxistas de este país sigamos
leyéndolo tras su muerte; solo conociendo nuestra historia y nuestra tradición
podremos construir una práctica política y cultural que proponga un verdadero
futuro emancipador para la humanidad.
El empeño, al que Sacristán dedicó los mejores
esfuerzos intelectuales, consistió enreflexionar sobre las causas de la crisis
que afectó al movimiento anticapitalista en la segunda mitad del siglo XX; lo
que le llevó a proponer nuevas interpretacionesde la organización
revolucionaria en sus dos aspectos, teórico y práctico: 1. el análisis epistemológico del marxismo como
teoría científica, y 2. larenovación práctica del comunismo como expresión de
las aspiraciones a la emancipación que laten en la humanidad.
El marxismo como filosofía de la ciencia
En el primer aspecto de su trabajo intelectual, Sacristán
desarrolló el leninismo desde una perspectiva enraizada en la tradición filosófica
española. Su racionalismo se alimentaba de las fuentes clásicas de la cultura
española, el humanismo renacentista y la ilustración moderna. Una de sus
aportaciones fue utilizar el concepto ‘generación’–desarrollado por José Ortega
y Gasset-, para analizar la evolución del pensamiento comunista. Así dedicó
especial atención a la tercera generación de marxistas, entre los que cuentan
además del propio Lenin, pensadores y activistas como Gramsci, Lukács, Karl
Korsch,Bujarin, etc. Ese concepto de ‘generación’ viene a interpretar la
trasmisión de conocimiento y experiencia a través de la historia, entre
personas que han vivido circunstancias distintas, pero que están en continuidad
unas con otras a través del tiempo. De ese modo, desarrolló el marxismo como
filosofía de la práctica, esto es, como reflexión sobre la acción política e
instrumento para crítica de la cultura y la vida cotidiana, desde una
perspectiva que enraizaba el materialismo histórico en la larga tradición filosófica
de lucha contra el mal. De ese modo, la filosofía de la práctica proporciona a
la ciencia –que no es más que racionalidad instrumental-, sus objetivos
racionales, esto es, la racionalidad del sentido.
Además utilizó sus conocimientos analíticos para
estudiar el legado científico de Marx. En la última década de su vida, a raíz
de los problemas de descomposición del movimiento comunista, dedicó una
especial atención a la producción teórica de Marx, y presentó ante el público
un revelador estudio sobre El Capital, desde el punto de vista del análisis
epistemológico de la teoría social. Para realizar su investigación, se interesó
por los modelos de investigación científica, estudió el giro historicista de la
filosofía de la ciencia que impulsó Thomas Kuhn, y trabajó sobre sociología de
la ciencia desde la perspectiva marxista. En contra de las ideas demagógicas de
Popper –según señala Kuhn-, el historicismo de la reciente investigación
metacientífica encaja bien con la perspectiva que el marxismo arroja sobre la
ciencia. Sacristán estaba convencido de que el materialismo dialéctico es la
filosofía ilustrada de la ciencia, en el sentido de que aporta los criterios
filosóficos para la interpretación de la actividad científica. El resultado de
esa investigación final fue establecer la posibilidad de una sociología
marxista de la ciencia desde la perspectiva de El Capital, especialmente su
Sección IV dedicada a la distinción entre Plusvalía absoluta y plusvalía
relativa, donde Marx investiga el uso de la tecno-ciencia por la burguesía como
un arma para derrotar al proletariado en la lucha de clases.En consecuencia
propuso renovar la alianza del movimiento obrero con la ciencia, y un Programa
socialista de la ciencia que tuviera en cuenta la sostenibilidad ecológica de
la economía a largo plazo en sus innovaciones técnicas y productivas.
Un problema filosófico al que dedicó especial
empeño, fue el de establecer la relación entre la teoría científica y la
práctica social.Para aclarar el núcleo teórico del marxismo, Sacristán se fundó
en la distinción analítica entre experiencia colectiva e intención política
–crítica de las falacias metafísicas, idealista o racionalista y naturalista-,
tantas veces confundidas en las versiones ideológicas de la ciencia y la
filosofía. La experiencia nos proporciona el conocimiento que tenemos del mundo
por haber vivido en él; se refiere por tanto al pasado. Es colectiva cuando
viene a fijarse en el lenguaje y la comunicación. La intención se refiere a los
objetivos que la acción humana pretende alcanzar; se refiere por tanto al
futuro. Es colectiva cuando propone objetivos compartidos a la sociedad, a
través de ideales racionales aceptados por todos sus miembros. La libertad
humana consiste en que el futuro no será igual que el pasado, sino que depende
de la actividad del propio ser humana. El valor de la ciencia consiste en que
proporciona una presentación sistemática de la experiencia, útil para actuar
racionalmente sobre el mundo natural y social.
El marxismo contiene una teoría científica de la
realidad, que debe servir para orientar la acción política del proletariado con
vistas a conseguir la emancipación humana.Esta ciencia social tiene la misión
de reconstruir teóricamente la sociedad histórica desde la perspectiva de la
emancipación humana. En línea con la tradición ilustrada europea, Marx
descubrió principios fundamentales del desarrollo histórico que deben servir
como fundamento para la ciencia social: el desarrollo de las fuerzas
productivas a través de los modos de producción. Pero ese principio general
debe ser concretado para cada sociedad histórica a través del estudio empírico
de los datos que completan el esquema básico. No es posible que un hombre solo
pudiera realizar completamente esa labor, ni siquiera siendo un genio como Marx,
ni siquiera ayudado por su mejor amigo, Engels que era otro genio. Por eso los
comunistas se agrupan en partidos, como institución encargada de realizar la
tarea científica de establecer el programa político para la revoluciónemancipacipatoria.
La teoría marxista tiene peculiaridades que la
diferencia de la sociología académica, pues para alcanzar sus objetivos
políticos, se rige por los principios de la práctica y la concreción. En primer
lugar, hay que tomar en cuenta que el trabajo científico de Marx está orientado
por una intención, de la que el propio autor era perfectamente consciente. Y
aquí tenemos la primera diferencia respecto de los científicos ‘normales’ en el
capitalismo, cuyo trabajo se encuentra orientado por los intereses de la
acumulación y el beneficio capitalista; en la mayoría de los casos el propio
científico no es consciente de eso, porque no se ha parado a pensarlo. El
científico cobra del empresario o del Estado que le piden su investigación, y
raramente se preocupa de más. Marx, en cambio, pensaba que el primer paso de la
ciencia social había de ser la Kritik, esto es, la crítica de la literatura
científica, o dicho en palabras más técnicas, la crítica de la ideología
subyacente a las formulaciones científicas; el primer paso de la investigación
científica ha de ser descubrir las intenciones con las que una teoría se
postula como explicación de la realidad. Pues los valores y los ideales del
científico determinan la selección de los datos y su interpretación, aspectos
relevantes para la formulación teórica.Para que su conocimiento tenga utilidad,
tenemos que saber para qué está hecho, exactamente igual que un destornillador
o una llave inglesa. Que Marx nos haya descubierto esta realidad, es una prueba
de su honestidad humana y científica.
Además Marx quería reconstruir teóricamente la
enorme complejidad de la realidad social, en su unidad indescomponible e
histórica. Se trata de una labor titánica, que pudo realizar en parte, porque
su amigo Engels le ayudó, tanto materialmente con subvenciones monetarias, como
espiritualmente en la redacción de su obra. Esa reconstrucción de la totalidad
es lo que los marxistas entienden por dialéctica. ¿Y para qué sirve eso? Se
trata de técnica política, como fundamento de la emancipación humana: la
creación de un programa de acción fundado en el conocimiento científico.
La ciencia social marxista es holista, se basa
en la idea de que la totalidad social es una concreta realidad histórica con su
propia dinámica de desarrollo. La sociedad es una estructura de elementos
funcionales, basada en la división del trabajo. Las tensiones principales
dentro de esa estructura se establecen entre las clases sociales, dominantes y
subalternas. Esos elementos objetivos de la realidad social se complementan con
la realidad subjetiva, constituida por la conciencia, los valores e ideales, de
las personas que componen la sociedad. Significa esto que el individuo no es un
mero resultado de las fuerzas presentes en el mundo donde vive, sino que tiene
un cierto margen para actuar sobre la realidad, transformarla y cambiarse él
mismo en ese proceso de cambio. De ahí, el radical contenido ético del
marxismo, que fue subrayado por Sacristán en su reflexión sobre la práctica
comunista.
El comunismo como práctica emancipatoria
El partido es el Príncipe moderno, en palabras
de Gramsci, que ha de realizar la labor política de traer el nuevo orden
social. El desafío de la razón moderna consiste en alcanzar la emancipación
humana a través del conocimiento científico de la naturaleza y la sociedad.El instrumento
para ello se construye mediante el partido comunista como intelectual
colectivo;de ese modo se crea una ciencia social en acto, cuyas categorías teóricas
deben originarse a partir de la reflexión sobre la práctica concreta de la
sociedad.El partido comunistase constituye como la suma de prácticas
conscientes, reflexivamente interpretadas a través de la ciencia social. A
estas alturas de la historia, podemos pensar que ese desafío ha sido
relativamente cubierto por numerosas experiencias, unas más exitosas que otras.
En los años 70 el marxismo comenzaba a parecer
una teoría científica obsoleta. A finales del siglo XX ya casi nadie creía en
ella. Los sonoros fracasos del llamado ‘socialismo real’ habían desacreditado
completamente las tesis de Marx. Un filósofo anti-comunista como Popper era el
gurú de los tiempos. El hecho de que Sacristán fuera un auténtico comunista y
un humanista ilustrado, viene demostrado porque no se rindió ante los
contratiempos de la coyuntura; lo que hizo fue repasar la teoría para encontrar
los fallos. Como se ha señalado, descubrió que la noción de ciencia en Marx es
demasiado compleja, y que por tanto requiere un esfuerzo intelectual enorme que
sólo puede ser completado colectivamente. Se trata de construir la institución
que realice el proceso de la emancipación sobre el fundamento del conocimiento
racional de la realidad histórica; pero los partidos comunistas no fueron capaces
de constituirse como el intelectual colectivo capaz de hacer ciencia social en
acto.
Entre los motivos de ese fracaso de la
institucionalización comunista en el partido, podemos señalar: 1. la
burocratización autoritaria impuesta por el estalinismo, 2. la deriva
conservadora y oportunista de los cuadros pequeño-burgueses, 3., o bien, en
otros casos, los vicios del vanguardismo sectario en los partidos de la
izquierda radical. Todos ellos provienen de una mala relación de la teoría con
la práctica, que proviene de las confusiones ideológicas y la falta de claridad
epistemológica entre los cuadrosy los militantes. Siendo consciente de esos
problemas, la solución que propuso fue volver a un tipo de trabajo político en
el seno de los movimientos sociales, en una línea política con objetivos comunistas,
y cercana al anarquismo,desarrollandouna crítica frontal del poder político y
el Estado capitalista. Esa línea política, que tiene parecido con la propuesta
del brasileño Frei Betto, por poner un ejemplo latinoamericano, le acercó
también a los cristianos. Es decir, que el partido comunista inspirado en la
ciencia social marxista, es una fuerza para la emancipación humana, pero no
debe considerarse la única perspectiva posible, sino una voz más entre las muchas
que componen el colectivo humano en lucha por su emancipación. No se ha de
imponer dogmáticamente un punto de vista en la investigación científica de la
realidad.
En el terreno de la práctica, en los años 70 se
trataba de volver a empezar.En este sentido desarrolló críticamente la línea
política de Gramsci y Lukács, como representantes del leninismo y su
continuación en el comunismo de Bujarin. Reconoció los errores del estalinismo
y su gemelo opuesto, el trotskismo.Se interesó por la crítica de la cultura que
Gramsci había impulsado e inspiraba la práctica política del Partido Comunista
de Italia. De Lukács tomó la idea de una razón armoniosa–proveniente de la
tradición clásica, pero adaptada a las condiciones de la modernidad científica-,
como modelo de la sociedad emancipada.
Sin embargo, la crítica de Sacristán se dirigió
contra la teoría del Estado obrero como instrumento para la construcción del
socialismo, que propugnaba Bujarin en continuación con el leninismo. Le pareció
que la experiencia histórica mostraba su inadecuación para la tarea propuesta
de construir el socialismo, porque con ese modelo se reproducía la aparición de
una nueva clase social dominante a partir de la burocracia estatal, que mantenía
la explotación de los trabajadores y desarrollaba una versión ideológica del
marxismo. De ahí que optara por una práctica política fundada en la
participación de los movimientos sociales, más preocupada por el control
democrático del poder político, que por la conquista y ejerciciodirecto de ese
poder. Se trata de plantear la cuestión leninista del poder político como
elemento clave para la interpretación de la práctica social, y deconstruir ese
poder político desde una democracia radical participativa.
En su giro hacia los movimientos sociales y su
encuentro con las fuerzas políticas que laten en el seno de la sociedad,
descubrió el problema fundamental para la humanidad del siglo XXI: la
destrucción de los ecosistemas vivos en el planeta tierra por la
industrialización capitalista. De ahí que dedicara los últimos años de su vida
a promover el movimiento ecologista; señaló los problemas ambientales del
capitalismo tardío y sus peligros para la humanidad, que podría llegar a extinguirse
en las próximas décadas por causas que el propio ser humano ha creado. Lo que
supone una importante objeción al progreso tecno-científico. Y aquí encontramos
otra importante crítica que Sacristán dirige contra la exposición de la
historia por Marx: su optimismo ilustrado heredero del racionalismo idealista
de Hegel. Esa crítica no busca destruir los conceptos marxistas fundamentales,
sino que pone el acento en los aspectos negativos del desarrollo humano, lo
cual parecía requerido por la coyuntura histórica de finales del siglo pasado.
Esos aspectos fueron reconocidos y expuestos por Marx en sus trabajos teóricos,
y pueden ser comprendidos bajo el concepto de alienación.
En efecto, la cuestión puede plantearse de la
siguiente forma: frente al optimismo ilustrado, el progreso en las ciencias y
las artes no conduce automáticamente a un progreso moral de la humanidad;debido
a la forma de la estructura social –fundada en la división social del trabajo y las diferencias
de clase que de ésta se deriva-, el aumento de la riqueza se traduce en la
explotación y opresión de los trabajadores. Y un progreso tecno-científico sin
desarrollo moral de la humanidad,en la actual coyuntura histórica conduce
irreparablemente hacia el abismo de la auto-destrucción biológica –con
afectación probable de todas las demás especies por destrucción de los
ecosistemas vivos-. Cuando Sacristán propuso la alianza de la clase obrera con
la ciencia, como línea de política cultural capaz de allanar el camino hacia el
socialismo, estaba pensando en un desarrollo del ecologismo, capaz de convencer
a los trabajadores de la necesidad de superar el capitalismo.
Esa política cultural debería impulsar, al mismo
tiempo, los avances feministas para la emancipación de las mujeres, como pieza
indispensable de la emancipación humana, y también una cultura de paz y
entendimiento entre las naciones, que evitara las peligrosas guerras actuales
con el uso de armamento sofisticado de destrucción masiva. El principal
problema ecológico, diría, es la carrera de armamentos.La forma social que
debía desarrollarse para alcanzar esos objetivos, debía basarse en la comunidad
autogestionada, potenciando la descentralización económica. Pero ésta iría
unida a la centralización política en el control de las actividades respetuosas
con el medio ambiente natural. Esa centralización política no iría unida a un
Estado autoritario y represivo, sino a una democracia basada en el consenso
razonable entre los miembros de la sociedad.
Perspectivas
de futuro en la actualidad mundial
Sacristán se dio cuenta de que ese proyecto
político tendría enormes dificultades para realizarse y manifestó su pesimismo
hacia el final de su vida. La pregunta con la que quiero terminar esta
reflexión es si hoy debemos compartir ese pesimismo y cuáles son las
perspectivas en la actual coyuntura. Admitiendo el modelo de comunismo sin
Estado, alcanzado a través de la república participativa–que es la auténtica
perspectiva que Marx propone como proyecto para la humanidad-, hay que encontrar
las mediaciones para alcanzar tal objetivo. En mi opinión, hoy se podría hacer
un balancede las posibilidades del socialismo a partir de las últimas
experiencias históricas. Me refiero a los siguientes datos: 1. La agudización
de los problemas ambientales en la civilización industrial, que no son
resolubles por vías clásicas del capitalismo de mercado; 2. La crisis del
capitalismo neoliberal y su pérdida de hegemonía a nivel mundial, así como la
deriva fascista de las sociedades occidentales y la OTAN; 3. El fracaso del
modelo de la antigua U.R.S.S. ha sido sustituido por el desarrollo de la
República Popular China, como capitalismo de Estado que se ha convertido en la
mayor potencia económica de nuestros días.
En primer lugar, la destrucción de los ecosistemas
vivos solo puede evitarse con una planificación cuidadosa de la economía, que
supere definitivamente el sistema de competencia mercantil como un sistema
inestable y económicamente ineficiente. Una buena parte de los beneficios
capitalista se obtienen de externalizar los gastos de las empresas, vertiendo
productos contaminantes, agotando la riqueza natural y destruyendo el
patrimonio cultural de la humanidad. Es la destrucción creativa, que quiere
producir un mundo completamente artificial, para mayor riqueza y poder de la
oligarquía mundial que quiere dominar el planeta.
Otra fuente de beneficios es la apropiación de
bienes públicos en un proceso de acumulación que esquilma a los trabajadores,
empobreciendo a la mayoría de la población mundial. No obstante, la
imposibilidad de mantener esa dinámica, viene dada por la actual crisis
capitalista, que nos indica que el capitalismo neoliberal ha alcanzado sus
límites, en parte por la existencia de un modelo alternativo que se ha estado
desarrollando en las últimas décadas.La cuestión es qué estructura social
sustituirá a la actual ordenación de las relaciones internacionales. Los dos
modelos presentes son el capitalismo de Estado chino, con importantes elementos
redistributivos, y el capitalismo privatizado neoliberal en el resto del mundo
cada vez más desequilibrado. Pero ya sea por parte del Estado mundial, ya por
parte de las grandes empresas transnacionales que intentan monopolizar el
mercado mundial, se hará necesaria una planificación cada vez más precisa de la
economía mundial para garantizar la supervivencia de la especie.
Existen, por tanto, dos alternativas en pugna,
cuyos polos respectivos son la OTAN por un lado y la República Popular China
con sus aliados por el otro. El pronóstico más probable es la hegemonía del
modelo chino de capitalismo de Estado en un plazo de tres o cuatro décadas,
quizás antes, lo que significaría el inicio de un proceso de tránsito hacia un
futuro sistema socialista. Sin embargo, la OTAN, dirigida por el Pentágono de
los EE.UU., ha entrado en una dinámica bélica con el objetivo de truncar ese
desarrollo. La intensificación de la guerra forma parte de esa deriva suicida
de la economía capitalista, y tiene su raíz en la crisis de hegemonía del capitalismo
neoliberal, una vez agotada la revolución informática en la industria. Por otro
lado, para recomponer la tasa de plusvalía y los beneficios del capital, el
imperialismo liberal se ha propuesto controlar la alimentación de la población
mundial a partir de las grandes compañías transnacionales del agro-negocio;
entre ellas la principal es Monsanto, que promueve una agricultura a gran
escala basada en los productos transgénicos, o, como ahora les llaman, OMG
(Organismos Genéticamente Modificados).
El intento de mantener una hegemonía mundial por
parte del capitalismo neoliberal, tiene por lo tanto dos vertientes. Una
intensificación de la carrera de armamentos y de los conflictos en el mundo,
que dará el poder a los fuertemente armados Estados que forman parte de la OTAN.
Y una revolución agrícola con fuertes peligros ambientales, fundada en las
nuevas biotecnologías impulsadas por el capital trasnacional, que tiene el
objetivo de controlar el mercado de la alimentación y mantener de ese modo la dominación
sobre las poblaciones humanas.
La conclusión de ese análisis es que un
intelectual comprometido con la emancipación de la clase obrera y la humanidad,debe
apoyar el crecimiento y desarrollo del capitalismo de Estado como tránsito
hacia el socialismo, sin perder la perspectiva emancipatoria, atendiendo a las
cautelas críticas y reconociendo los problemas que se van presentando. En lo
que respecta al campo anti-imperialista,la evolución de esos acontecimientos
recientes demuestra que Mao llevaba razón en su polémica contra Stalin. Según
Mao, Stalin había decapitado la dialéctica, lo que significaba que su
liquidación de la burguesía para construir la dictadura del proletariado, había
destruido al mismo tiempo el proceso histórico de desarrollo social. No es
posible un socialismo en un solo país, y ni siquiera en un grupo importante de
países.Como diría Horkheimer, el error de Stalin, como el de Hitler, fue el
haber querido acelerar el proceso histórico de construcción del socialismo. Por
el contrario, la línea leninista de desarrollo socialista se basaba en la NEP
(Nueva Política Económica), que permitía una existencia limitada de la
burguesía y el mercado.
Esa tesis maoísta se tradujo políticamente: la
República Popular China se construyó sobre una alianza de clases sociales,
burguesía y proletariado, de carácter nacional. La teoría de las
contradicciones en el seno del pueblo, venía a garantizar la existencia de los
dos polos sociales en permanente conflicto, como motor del progreso y el
desarrollo.Esa estructura política ha permitido a China a adaptarse a las
condiciones del mercado internacional, evitar el dogmatismo estalinista y la
represión violenta que le acompañaba, e impulsar un desarrollo potentísimo de
su economía que está superando todas las previsiones.
La diferencia entre ambos modelos estriba en la
cantidad de recursos que maneja el Estado. Es muy posible que en la República
Popular esa cantidad llegue al 90% de la economía. Bancos y sectores
estratégicos permanecen en manos del Estado, grandes empresas nacionales dominan
la economía sin merma de la productividad económica, la Constitución mantiene
sin mentira principios fundamentales en la lucha por la paz y la solidaridad
internacional, la población china apoya su Estado, y la política que éste está implementando
consigue una mejora notable de los niveles de vida de la población. Con todas
las deficiencias, desequilibrios y errores que se quieran señalar –por ejemplo,
el problema demográfico o la corrupción-, China es hoy en día un país con un
desarrollo impresionante. Es cierto que en la actualidad la derecha del
partido, el sector burgués, está acumulando cada vez más poder, conforme la
economía crece y se desarrolla. No menos cierto es que es un país donde hay un
consenso muy amplio acerca del actual orden político, fundado en una
interpretación propia de los derechos humanos, no siempre coincidente con los
patrones vigentes en el resto del mundo –Amnistía Internacional denuncia
reiteradamente el uso de la pena de muerte en China-. Al mismo tiempo, allíse
producen importantes luchas sociales y existe una notable conciencia
ambientalista, lo que se traduce en un activismo social, que proporciona a los
trabajadores y el pueblo frecuentes victorias políticas.
La cuestión es saber si ese modelo será capaz de
traer el socialismo a esta humanidad atormentada; las mejoras que deben
introducirse para que la sociedad china alcance mayores cotas de igualdad y
libertad ciudadanas dependen de la lucha de la clase obrera china, que hoy en
día constituye el contingente más numeroso, fuerte y disciplinado de los trabajadores
del mundo. Será necesario que la clase obrera china sea capaz de controlar
democráticamente a su burguesía, para luego superar esa etapa del capitalismo
de Estado. Para ello es condición indispensable la derrota del imperialismo
neoliberal. Otra cuestión importante es conseguir que el socialismo sea un progreso
en la resolución de los graves problemas que tiene por delante la humanidad
actual, lo que depende del desarrollo del marxismo como teoría social, capaz de
diseñar las condiciones sociales para avanzar hacia el modelo de comunismo sin
Estado, que es el objetivo histórico de los trabajadores conscientes.
© Ñángara Marx