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Karl Marx ✆ F-K Woechter
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Gabriel Vargas Lozano
En este artículo, se analizan los
problemas que ha tenido la recepción de la obra de Marx y Engels
tanto en el pasado como en el presente. En el caso del pasado, la
edición de sus obras completas estuvo condicionada por aspectos
políticos e ideológicos derivados principalmente de la forma en que
se configuró el «socialismo realmente existente» en la URSS. Se
analiza también la forma en que el neoliberalismo buscó eliminar al
marxismo en general a partir del derrumbe del «socialismo realmente
existente» en la URSS y Europa del Este (1989-1991); sin embargo, a
partir de la crisis del neoliberalismo, que coincide con la nueva
edición de la obra completa (MEGA 2), surge una renovación del
marxismo que implica la oportunidad de repensar y enriquecer sus
planteamientos. En el trabajo se hace una síntesis de las
aportaciones de los clásicos, así como de los problemas que
requieren nuevas consideraciones, como: la crisis ecológica; los
sujetos históricos; los límites del capitalismo; la concepción
marxiana de la filosofía; la ideología, la cosificación y
enajenación, entre otros.
La presente reflexión ofrece algunos
elementos sobre la situación del marxismo en México en las últimas
décadas. Se trata de un caso donde el marxismo tuvo una
extraordinaria relevancia, pero –a raíz del derrumbe del
«socialismo realmente existente» en Europa del Este y la
URSS (1989-1991) y la adopción del neoliberalismo como política de
Estado– se produce una caída en el interés por esta corriente
teórico-práctica. En nuestro país ha habido dos momentos estelares
de la influencia del marxismo: el primero de ellos fue en la década
de los años treinta cuando se llevó a cabo la reforma del artículo
tercero de la Constitución y se estableció que la educación que
impartiera el Estado, a excepción de la universitaria, debería ser
socialista. Todo esto se enmarcó en la expropiación petrolera, el
exilio republicano español y la lucha antifascista.
El segundo momento se presentó en las
décadas de los sesenta, setenta y parte de los ochenta, cuando el
paradigma marxista adquirió una fuerte presencia en la cultura y en
la política a través del debate que surge por la influencia de la
Revolución cubana; el movimiento estudiantil popular del 68; la
teología de la liberación; la polémica abierta por la
interpretación estructuralista de Louis Althusser, Étienne Balibar,
Dominique Lecourt y otros, así como la importante influencia del
marxismo italiano derivado de la concepción gramsciana, entre otros
aspectos.
En este segundo período hay un
extraordinario florecimiento de la teoría. Se publican obras de
González Casanova, Adolfo Sánchez Vázquez, Víctor Flores Olea;
Arnaldo Córdova, Enrique Semo, Sergio Bagú; Agustín Cueva, José
Aricó, Bolívar Echeverría, Juan Carlos Portantiero, Jorge Veraza,
Gerard Pierre Charles y muchos más. Sin embargo, a fines de la
década de los ochenta hasta la actualidad, sobreviene una caída en
el interés por el marxismo1. ¿Cuáles son las causas de este
fenómeno? A nuestro juicio son tres:
La primera está relacionada con la
lucha política en México: en efecto, en 1982, sobreviene el colapso
de la economía nacional debido al torpe manejo (por decir lo menos)
del crecimiento exponencial de las exportaciones del petróleo por
parte del gobierno de José López Portillo y se inicia, en el
régimen de Miguel de la Madrid, el neoliberalismo, que implica la
subordinación de la economía nacional a la economía norteamericana
como «solución» a la crisis económica 2.
Este cambio de dirección en la
política estatal afectará la dinámica que se había iniciado en
1977, con la primera reforma electoral de los tiempos modernos se
transitó de un gobierno autoritario a un gobierno democrático en
el sentido liberal. Para contribuir a este proceso, la parte más
importante de la izquierda efectuó un cambio drástico que, a la
postre, significó un abandono del enfoque marxista para abanderar
la lucha democrática por el poder; sin embargo, pronto se toparía
con la decisión del grupo dominante de no acceder a una auténtica
democracia. Esta decisión se mostró con claridad en el fraude
electoral cometido en contra de la candidatura de Cuauhtémoc
Cárdenas y los dos fraudes en contra del candidato, también de la
izquierda, Andrés Manuel López Obrador en 2006 y 2012.
Hemos analizado la anterior situación
tanto en la revista La Migraña, publicada por la
Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, como en la
revista Tareas, publicada por el Centro de Estudios
Latinoamericanos de Panamá. Ahora bien, ¿qué fue lo que ocurrió
con el marxismo? En 1988, la izquierda socialista cedió ante la
posición nacionalista y socialdemócrata representada por Cárdenas,
Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, entre otros que se habían
retirado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) debido a su
giro neoliberal, con el fin de mantener la unidad alcanzada y
eliminar cualquier objeción en un nuevo intento de acceder al poder.
La teoría marxista (es decir, el análisis de clase; su
caracterización del Estado; la meta del socialismo y otros aspectos)
perdió aquí un espacio político que le hubiera permitido
desarrollarse.
La segunda causa de la caída del
marxismo en México y en todo el mundo fue el derrumbe del llamado
«socialismo realmente existente» en Europa del Este y la URSS. Este
impresionante proceso histórico produjo tal golpe psicológico,
ideológico y político; tal confusión, que llevó a muchos que se
autodenominaban marxistas a la parálisis, la decepción o,
finalmente, el abandono de dicha concepción. Muchos perdieron la
brújula y ya no sabían dónde estaba la izquierda o la derecha 3.
Muchos de estos exmarxistas aceptaron,
sin mayor análisis, lo absurdo:
1. Que en el pensamiento de Marx se
encontraba, en germinación, el gulag, como lo denominaban los
«nuevos filósofos» que vinieron a México traídos por Televisa, y
que, cuando se presentaron en la UNAM, no pudieron exponer sus ideas
por el rechazo estudiantil 4;
2. Que el pensamiento de Marx era
economicista, determinista, teológico y totalitario. Posiciones
completamente falsas para el que quiera hacer un análisis serio de
sus textos 5;
3. Que el «socialismo realmente
existente» era el tipo de sociedad que se derivaba del pensamiento
de Marx y, para finalizar, que el derrumbe del llamado socialismo
real significaba que no había otra alternativa al capitalismo y que
la única salida era la democracia, como si este concepto fuera
unívoco 6.
La tercera causa corresponde a una
sociedad sometida a un largo proceso de colonización: la dependencia
teórica. Nuestro país, después de trescientos años de dominio
español, conformó una mentalidad colonial y colonizada cuyos rumbos
dependen de las orientaciones de las metrópolis. Solo aquellos
investigadores que han logrado desprenderse de ese colonialismo
mental han podido profundizar con creatividad en el análisis de la
realidad. Inclusive hasta en el marxismo hemos padecido un
esquematismo y un eurocentrismo.
El derrumbe del llamado «socialismo
real» y las interpretaciones de «el fin de la historia» le
permitieron al neoliberalismo, en su dimensión internacional y
nacional, barrer del campo ideológico al marxismo que, junto al
nacionalismo, se oponía (y se opone) a sus afanes privatizadores.
Lo que ocurrió con el paso del tiempo
es que, al asentarse el polvo del «derrumbe del Muro de Berlín»,
se descubrió que, como decía el escritor Augusto Monterroso en el
cuento más corto del mundo: «cuando despertó, el dinosaurio
todavía se encontraba allí». Es decir, todo lo que había
analizado Marx en sus textos y criticado: la abismal diferencia
entre ricos y pobres, la desigualdad, la enajenación y la
explotación, pero elevados a un nivel insospechado para el autor de
El Capital, seguía allí avanzando en forma incontenible. Lo
que se había derrumbado era, en realidad, una vía no capitalista y
autoritaria hacia la industrialización revestida de algunos aspectos
procedentes del socialismo. La esperanza que guardaron muchos
marxistas revolucionarios era que pudiera presentarse en aquellos
países un proceso de reforma que los recondujera a un auténtico
socialismo. Por cierto, los mejores análisis críticos de aquellas
sociedades se encontraban justamente dentro del campo marxista,
empezando con los estudios de Claudín, Sacristán, Bettelheim,
Schaff, Marcuse, Bahro, Sánchez Vázquez, Enrique Semo y muchos
otros.
En nuestro país, el neoliberalismo
tuvo una primera respuesta de alcance mundial con la rebelión
neozapatista de 1994 en Chiapas; sin embargo, en las proclamas del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) o en los textos
del subcomandante Marcos, tampoco apareció el marxismo y, solo en su
primera declaración, se mencionó que la meta era el socialismo,
aunque después desapareció el término y cobró auge el de
autonomía.
Hoy nos encontramos en plena crisis de
las políticas neoliberales, ya que en lugar de permitir un paso
adelante en las condiciones económicas y sociales de la población,
ha provocado una brutal concentración de la riqueza en el ámbito
global y nacional. Y puesto que el marxismo ha abogado por una
interrelación entre teoría y praxis, el problema, entonces, es
doble: por un lado, ¿cómo recuperar el potencial teórico-crítico
de Marx y de un marxismo creador? Y por otro, ¿cómo puede incidir
el legado de Marx y del marxismo en los actuales movimientos
sociales por una alternativa al capitalismo? Daremos una respuesta
rápida: recuperando el sentido auténtico de la obra de Marx y las
aportaciones de un marxismo crítico y profundizando en el análisis
de los nuevos problemas que han aparecido en la sociedad y que el
marxismo no desarrolló lo suficiente.
Notas de este fragmento
1.
Esta
caída no solo fue obviamente mexicana, sino mundial y sus
consecuencias han sido diferentes en cada latitud.
2.
La
otra opción era fortalecer un desarrollo propio y unas relaciones
económicas diversificadas. La profunda crisis económica en que ha
desembocado la economía norteamericana a fines de 2008 y sus
consecuencias para nuestro país, así como el escaso crecimiento del
PIB durante estos 25 años de política neoliberal, ha demostrado su
ineficacia para incrementar el desarrollo en nuestro país. Un
diagnóstico de la situación mexicana puede encontrarse en el libro
compilado por Vargas Lozano y Piñon Gaytán (2007).
3.
Es
cierto que en la década de los ochenta diversos teóricos marxistas
mexicanos (como Adolfo Sánchez Vázquez, Enrique Semo, Enrique
González Rojo, Carlos Pereyra, Juan Brom y otros) debatieron sobre
el tema, pero después del derrumbe prácticamente se terminó la
discusión. Por mi lado, publiqué un libro titulado Más
allá del derrumbe (1994,
México: Siglo xxiEditores) en el que ofrecía mi interpretación y
una posible salida; sin embargo, no fue lo suficientemente debatido.
4.
Fue
muy emocionante escuchar, días más tarde, en el pasillo de la
Facultad de Filosofía y Letras (conocido coloquialmente como «el
aeropuerto») de la UNAM, una crítica brillante de Henry Lefebvre a
esa impostura.
5.
En
contra de esta concepción determinista puede leerse de manera
productiva el libro de Sánchez Vázquez (1988).
6.
En efecto, los estudiosos
del tema han hablado de varios modelos de democracia: la democracia
griega clásica; la democracia directa de J.J. Rousseau; la
procedimental de Norberto Bobbio; la participativa de C.B.
Macpherson; la autonomía democrática de David Held; el elitismo
competitivo de Schumpeter y Weber; la democracia neoliberal de Hayek;
la llamada democracia radical de Laclau y Chantal Mouffe; la
democracia radical de Markovic, etcétera. Es increíble que en
nuestro país solo se hubiera hablado de una sola forma de la
democracia y, en un extremo, Enrique Krauze hizo famoso el concepto
equivocado de «democracia sin adjetivos».