Michael Roberts
Mark Carney es el gobernador del Banco de Inglaterra.
Anteriormente fue director del Banco Central de Canadá, pero hace unos años fue
seleccionado para hacerse cargo del Banco de Inglaterra en un gran sueldo y
todos los gastos pagados. Esta semana
pronunció
la Conferencia Roscoe en la Universidad John Moores de Liverpool, su primer
discurso desde que los británicos votaron (por poco) salir de la Unión Europea.
Carney aprovechó la oportunidad para ofrecer su visión del estado del
capitalismo global. Y lo que dijo no fue nada optimista.
Carney señaló que desde la crisis financiera mundial de
2008, los ingresos reales promedio en Gran Bretaña han sufrido la mayor caída
desde la década de 1860, cuando "Karl Marx estaba tomando notas en la
Biblioteca Británica". Y "son
los más pobre (los que) han sufrido más. Durante las recesiones son los menos
formados, los sectores peor pagados, suelen ser los primeros en perder su
trabajo".
Sin embargo, Carney se esforzó mucho en asegurar que el
capitalismo ha beneficiado a la gente: "los
mercados globales y el progreso tecnológico ha sacado a más de mil millones de
personas de la pobreza, mientras que una serie de avances tecnológicos han
enriquecido fundamentalmente nuestras vidas...”. Y agregó "a nivel mundial, desde 1960, el PIB
real per cápita ha aumentado más de dos veces y media, los ingresos medios han
comenzado a converger y la esperanza de vida ha aumentado casi dos décadas".
Lo que no dijo en este balance de los éxitos del capitalismo
es que la mayoría de esos mil millones de personas que han salido de la pobreza
profunda están en China, una economía que pone trabas a los "mercados
libres" y la "globalización"; que mantiene una fuerte inversión
estatal, controles de capital y sumisión directa del sector privado al régimen.
La esperanza de vida puede haber aumentado gracias a la inversión en servicios
públicos y la atención sanitaria. El capitalismo y el libre mercado no han
desempeñado ningún papel en eso. En los "mercados libres", la mayoría
de los muy pobres en otros países siguen siendo pobres. De hecho, las políticas
de los bancos centrales, el FMI y el Banco Mundial para impulsar la
“globalización” y el “libre comercio” han hecho que la gran mayoría de estos
pobres esté aún peor, no mejor.
Los ingresos per cápita pueden haber aumentado (de nuevo
debido principalmente a China y en menor medida, India, en la ecuación), pero
esos ingresos no han crecido de manera equitativa. Como Carney admitió en su
conferencia,
"la globalización está
asociada con salarios bajos, precariedad en el empleo, sociedades sin estado y
desigualdades impresionantes". En los países anglosajones, la
participación en el ingreso del 1% ha aumentado notablemente desde 1980. Hoy en
día, en los EE.UU., el 1% más rico de los hogares reciben el 20% de todos los
ingresos. Estas enormes desigualdades de ingresos son pequeñas comparadas con
las desigualdades de riqueza asombrosas. La proporción de la riqueza en poder del
1% más rico de los estadounidenses aumentó de 25% en 1990 al 40% en 2012. A
nivel mundial, la proporción de la riqueza en poder del 1% más rico en el mundo
pasó de ser un tercio en 2000 a la mitad en 2010. Y ahora
"un asalariado típico de la generación del milenio gana unos 8.000
euros menos mientras es veinteañero que la generación predecesora".
Carney criticó la teoría económica convencional: "Entre los economistas, la creencia en
el libre comercio es totémica. Pero, aunque el comercio mejora la situación de
los países, no lo hace por igual; según el diagnóstico de los economistas, el
comercio no es un óptimo de Pareto. Por el contrario, los beneficios del
comercio se distribuyen de manera desigual entre los individuos y en el
tiempo... Algunos trabajadores, sin embargo, pierden sus puestos de trabajo y
la dignidad del trabajo, o ven los "precios de sus factores" - en
inglés común, sus salarios - igualados a la baja". Tal vez
Carney ha estado leyendo las notas de Marx, después de todo, porque sus comentarios
no están tan lejos de las opiniones del viejo amanuense sobre los efectos del
libre comercio bajo el capitalismo: un desarrollo desigual y combinado.
Pero si el capitalismo ha tenido éxito en los últimos 50
años, según Carney, ¿qué hay de los últimos diez? "Para decirlo
suavemente, los resultados de las economías avanzadas durante los últimos diez
años han sido una continua decepción... Ya no es como en los viejos días,
porque la ansiedad sobre el futuro ha aumentado, la productividad no se ha
recuperado y los salarios reales están por debajo de hace una década, algo que
nadie entre los vivos había conocido antes.
No es de extrañar que Carney concluyese así:
"la gente se
queja de salarios bajos, precariedad en el empleo, corporaciones apátridas y
desigualdades impresionantes". Admitió que la economía y las
políticas convencionales han fracasado para la mayoría: "Los economistas
deben reconocer claramente los desafíos que enfrentamos, incluyendo las
realidades de crecimiento dispar de los frutos del comercio y la tecnología".
¿Por qué han ido las cosas tan mal? ¿No necesitamos saber
por qué? Si, tenemos que saber la razón, dijo Carney, "porque cualquier médico sabe lo
importante que es diagnosticar las causas subyacentes de los síntomas del
paciente antes de administrar la cura". Por desgracia, Carney no
sabe la causa: "Las razones
subyacentes para el déficit del 16% de la capacidad productiva del Reino Unido,
en relación con la tendencia, son poco conocidas".
Pero hay que intentarlo. Carney enumeró tres prioridades: "Los economistas deben reconocer
claramente los desafíos que enfrentamos, incluyendo las realidades de
crecimiento dispar de de los frutos del comercio y la tecnología" "Debemos
hacer crecer nuestra economía reequilibrando la mezcla de políticas monetarias,
políticas fiscales y reformas estructurales. Tenemos que avanzar hacia un
crecimiento más inclusivo en el que todos obtengan beneficios de la
globalización". Esta lista de deseos tiene tantas posibilidades
de sobrevivir como la proverbial bola de nieve en los fuegos del infierno.
Pero no importa, Carney estaba mucho más preocupado de
convencer a su audiencia de Liverpool de que si no hubiera sido por las
políticas de dinero fácil del Banco bajo su dirección, las cosas serían aún
peor en el Reino Unido - aunque dadas las estadísticas que presentó, era poco
convincente.
"La política
monetaria ha buscado mantener al paciente con vida, creando la posibilidad de
una cura duradera a través de las políticas fiscales y estructurales",
dijo, y agregó,
"la política
monetaria no es un espectro, sino un espíritu amistoso". Pero
luego hizo una advertencia médica sobre el dinero fácil: provoca un boom del
consumo y nunca un crecimiento económico sostenido, que depende de la inversión
.
"La expansión del
Reino Unido está cada vez más impulsada por el consumo. La tasa de ahorro ha
caído a mínimos históricos y se está volviendo al endeudamiento. La evidencia
de los últimos veinticinco años en una serie de países sugiere que los
episodios de crecimiento impulsados por el consumo tienden a ser más lentos y
menos duraderos. Esto se debe a que el crecimiento del consumo finalmente
supera el crecimiento de las ganancias, aumentando la deuda y haciendo que la
demanda sea más sensible a los cambios en el empleo y los ingresos. El
auge relativo de la economía británica (es decir, el 2% adicional de
crecimiento económico) no durará".
Era tarea de los gobiernos cambiar las cosas. Pero dado que
Carney y los economistas de su banco no sabían por qué estaban las cosas
tan mal, no ofreció ningún consejo a los gobiernos sobre cómo mejorar la
productividad, reducir la desigualdad y recuperar los ingresos reales.
El año que viene es el 150 º aniversario de la publicación
del primer volumen de El Capital de
Marx, el producto de las notas que tomó en la Biblioteca del Museo Británico en
la década de 1860. Tal vez Carney debería haberlas leído para entender por qué
las cosas están tan mal y qué hacer al respecto.
Michael Roberts es un
reconocido economista marxista británico, que ha trabajado por 30 años en la
City londinense como analista económico y publica el blog ‘The Next Recession’.
Traducción: G. Buster