Daniel Bensaïd |
Tras la Segunda Guerra Mundial, el movimiento revolucionario se vio
confrontado a una situación imprevista. El régimen burocrático soviético no
solo sobrevivió a la guerra, sino que parecía conocer una expansión en Europa
oriental. El capitalismo, asfixiado en los años 1930, parecía recuperar vigor.
En 1947, el joven militante Ernest Mandel, se aferra en un primer momento a la
idea de que este boom no era más que un corta respiro previo a un nuevo
desarrollo revolucionario. Constatando los efectos del plan Marshall en la
recuperación de la producción y la estabilización de la situación en Europa,
algunos trotskistas, como Tony Cliff o Nahuel Moreno, se mostraron más
vacilantes durante el congreso de la IV Internacional en 1948. Cuando estuvo
claro que en realidad se trataba del inicio de un período de expansión
duradera, Ernest Mandel, se comprometió en el esclarecimiento del enigma de
esta vitalidad recuperada del capital. A partir de entonces, la reflexión
teórica sobre los ciclos de acumulación y las crisis constituye uno de los
hilos conductores de su obra económica: desde el Tratado de economía marxista (1962) hasta el libro sobre las ondas
largas que ahora se edita en francés, pasando por El capitalismo tardío (1972), La
crisis (1978) y El capital: cien años
de controversia sobre la obra de Marx (1985)/1.
¿Cómo explicar el dinamismo recuperado del capitalismo de
los "treinta gloriosos"?, ¿Por qué el desencadenamiento de la Segunda
Guerra Mundial no se tradujo, a diferencia de los años 1920, en el renacimiento
de un potente movimiento revolucionario en los países capitalistas
desarrollados? Las respuestas de Mandel a estas cuestiones jamás fueron
simples. Para el, las tendencias económicas fuertes están estrechamente
entrelazadas a las innovaciones tecnológicas, a las luchas sociales y a los
acontecimientos políticos. De ese modo, en los años 1960 Mandel fue uno de los
primeros en retomar el debate sobre los ciclos del desarrollo capitalista,
interrumpido en los años 1920, a partir de una relectura de Kondratieff, en
aquella época víctima de la amnesia organizada por la ortodoxia estalinista.
Mientras que, en Marx, la "periodicidad regular" de las crisis tenía
que ver exclusivamente con las crisis del ciclo industrial o comercial
(aproximativamente cada diez años), desde principios del siglo XX economistas
académicos (como Jean Lescure o Albert Aftalion) y teóricos socialistas (como
Parvus o Van Gelderen) registraron fluctuaciones de otra amplitud. Pero la
primera síntesis que ponía en relación los movimientos a largo plazo de los
precios y de la producción fue la de N.D. Kondratieff en los artículos y
conferencias de 1922 a 1926/2. Desde los trabajos de Simiand y Schumpeter en el
periodo de entreguerras, la teoría de los grandes ciclos cayó en desgracia. La
expansión de los "treinta gloriosos", la atenuación de los ciclos
cortos y la eficacia relativa de las políticas anti cíclicas alimentaron la
ilusión de que el espectro de la crisis estaba definitivamente conjurado. Así
pues, cuando parecía que iban a triunfar las teorías del equilibrio, del
neocapitalismo organizado y del crecimiento ordenado, Mandel fue uno de los
raros autores en sostener y desarrollar la teoría de las ondas largas. Si
muchas de las interrogantes vinculadas a esta teoría continúan aún sin respuesta,
la hipótesis de las ondas largas se ha impuesto en los programas de
investigación con la larga depresión iniciada en los años 1970/3.
Así pues, Mandel estuvo entre los primeros a comprender el
significado histórico del cambio de ciclo, o de onda, que se dio a mediados de
los años 1960-1970, y a ofrecer una interpretación compleja, que no se puede
recudir, como a veces lo hace la economía vulgar, al efecto mecánico de la
"crisis del petróleo" de 1973. A la luz de este cambio, profundizó la
distinción terminológica entre ciclo y onda, tratando de corregir la
interpretación mecanicista a la que se podría prestar la noción de ciclo. A
este fin, retomó las cuestionen esbozada por Trotsky en los años 1920. Éste, en
su informe de junio de 1921 al 3er Congreso de la Internacional Comunista sobre
La crisis económica mundial y las tareas de la Internacional, echó un pulso a
todos los que establecían una relación mecánica entre crisis económica y
situación revolucionaria. En su artículo de 1923 sobre La curva del desarrollo
capitalista, insistió de nuevo, contra Kondratieff, sobre la complejidad de las
relaciones entre economía y política: "Es
una tarea muy difícil, imposible de resolver en su pleno desarrollo, el
determinar aquellos impulsos subterráneos que la economía transmite a la
política de hoy." Los ciclos tienen según él, un valor explicativo
real, pero "no podemos decir que
estos ciclos lo explican todo: eso está excluido por la simple razón de que los
ciclos mismo no constituyen fenómenos económicos fundamental, sino
derivados." Si el capitalismo se caracterizase solo por la recurrencia
de los ciclos, "la historia no sería
más que una repetición compleja y no un desarrollo dinámico."
A finales de los años 1970, uno de los mayores problemas
planteados a los revolucionarios por la entrada en una nueva onda larga
depresiva fue (y continúa siéndolo) el de las condiciones para [el desarrollo
de] una nueva onda expansiva. Si por una parte, la tendencia descendente se
puede comprender teóricamente a la luz de la caída tendencial de la tasa de
beneficio, por otra, la tendencia ascendente parece requerir una modificación
radical de las relaciones de fuerza y la modificación de las condiciones
políticas e institucionales para la realización del valor del capital. Mandel
subraya así que la originalidad de su concepción de las "ondas largas
asimétricas" se basa en que "nos
apoyemos en la relativa autonomía del factor subjetivo para concluir de ella
que la salida de una onda larga depresiva no está predeterminada sino que depende
de la lucha de clases entre fuerzas sociales vivas." De ese modo,
rechaza el economicismo y el determinismo heredados de la II Internacional. Sin
embargo, la oposición entre los factores "endógenos" (económicos) que
determinarían la inflexión de la tendencia descendente, y los "factores
exógenos(extraeconómicos) que determinarían la tendencia ascendente continúa
siendo tributaria de una separación demasiado formal entre economía y política,
entre objetividad y subjetividad:
"Por todas las
razones señaladas, nos aferramos a nuestra concepto de un ritmo
fundamentalmente asimétrico para las ondas largas del desarrollo capitalista,
en el cual la tendencia descendente (el paso de una onda larga expansiva a una
onda larga depresiva) es endógeno, mientras que la ascendente no lo es. Ésta
depende sobretodo del cambios radicales en el contexto histórico y geográfico
general del modo de producción capitalista, cambios capaces de inducir un
ascenso fuerte y sostenida de la tasa media de ganancia."
El hecho es que el pensamiento de Ernest Mandel se opone
tanto a la simplificación harmónica, según la cual, el capitalismo habría
superado sus contradicciones internas y alcanzado un régimen de crecimiento ilimitado,
como a la simplificación catastrofista que se obstina en negar las nuevas
formas del capitalismo mundial para continuar profetizando permanentemente su
crisis final. Esta posición le costó sufrir un fuego cruzado, siendo acusado
tanto de profetizar una crisis improbable, como de ceder a las sirenas de un
"neocapitalismo" capaz de regular sus contradicciones. Sin embargo,
para él, esas contradicciones seguían estando bien presentes. Y no solo
conducían a una crisis generalizada de las relaciones sociales sino, también, a
una crisis de las relaciones culturales y de la relación con las condiciones
naturales de reproducción de la especie. En ese sentido, su programa de
investigación era particularmente profundo. Mientras, como lo recuerda
Francisco Louça, la teoría económica dominante se construyó, "sobre las
propiedades newtonianas de un universo atomista", su teoría de las ondas
largas era "histórica por esencia y
conforme a las exigencias epistemológicas de un enfoque realista de la
economía." Para elucidar la conjunción de las tendencias regulares y
de las irregularidades periódicas, Mandel se opuso tanto a un marxismo
mecanicista como a la "mística del equilibrio" de la economía
clásica, de las nociones de "variables parcialmente autónomas" y el
"determinismo dialéctico."
De ese modo, retoma y desarrolla la lógica dialéctica de
Marx, presente en la tercera sección del libro 3 de El Capital en torno a la
baja tendencial de la tasa de beneficio, "ley bidefálica según la cual,
las mismas causas que provocan una disminución de la tasa de beneficio provocan
el incremento simultáneo de la masa de beneficio"/4. En efecto, extraña
ley esta "ley tendencial" que contiene las causas "que la
contrarrestan" y desarrolla sus propias "contradicciones
internas". Semejantes fórmulas implican una causalidad diferente a la
única causalidad mecánica y lineal clásica de causa-efecto. Así, la dinámica de
una fase expansiva no puede, insiste Mandel, explicarse por la sola lógica del
"capital en general". Implica una "serie de factores
extra-económicas, tales como las guerras de conquista, la ampliación y
contracción del ámbito de actuación del capital, la competencia
intercapitalista, la lucha de clases, las revoluciones y las
contrarrevoluciones, etc."
Ernest Mandel distingue así los ciclos económicos de un
"ciclo largo de la lucha de clases, del ascenso y declive de la
combatividad y la radicalización de la clase obrera, relativamente
independientes de las ondas largas de acumulación, aunque en cierta medida
entrelazadas a ella". La verificación empírica de tal "ciclo largo de
la lucha de clases" está por hacer. Hay quien ha tratado de hacerlo/5. Una
primera dificultad reside en los indicadores que se manejan y en su fiabilidad.
Suponiendo que la misma sea resuelta (a través de una estadística rigurosa de
las huelgas, de los resultados electorales, de los efectivos sindicales y de
los movimientos sociales), sin duda, se podría establecer la relación entre las
fluctuaciones económicas y la conflictividad social. Sin embargo, este vínculo
no sería suficiente para dotarnos de las razones explicativas de la
periodicidad de un ciclo largo de la lucha de clases, salvo que giremos en
redondo deduciéndola (en cierta forma mecánicamente!)… ¡del ciclo económico!
Hasta el final de su vida, Ernest Mandel soñó con una teoría de los ciclos de
la lucha de clases dialécticamente articulada a la de las ondas largas. Sueño
de formalización sin duda inalcanzable en la medida en que se enfrenta a los
efectos complejos de la discordancia de los tiempos/6.
En el tercer capítulo de las Ondas largas, Mandel evalúa el desarrollo histórico del capitalismo
a la luz de los cambios operados desde la Primera Guerra Mundial:
"Desde entonces
hemos entrado en una nuevo periodo histórico que implica tanto el declive como
la contracción geográfico de ese modo de producción. La victoria de la
Revolución rusa y las pérdidas subsiguientes que sufrió el sistema capitalista
internacional, en la Europa del Este, en China, en Cuba y en Vietnam, son
manifestaciones significativas de ese proceso, aunque en modo alguna sean las
únicas."
Desde que fueron escritas esas líneas, Rusia y China se han
integrado en el espacio de la globalización mercantil. Millones de trabajadores
y trabajadoras de estos países han sido arrojados al mercado mundial sin
protección social. A pesar de las derrotas infligidas al movimiento obrero a
escala mundial, a pesar del restablecimiento de la tasa de beneficio, a pesar
de los resultados financieros de las multinacionales y de los fondos de pensiones,
la onda depresiva no se ha transformado en una onda expansiva. Nos encontramos
en el umbral de una nueva época, bastante diferente de la postguerra en la que
Ernest Mandel trató de descifrar estos enigmas. Por lo tanto le corresponde a
la nueva general aprender a utilizar los útiles conceptuales que nos legó para
descifrar los enigmas del presente.
Notas
1/ La edición original del libro sobre las ondas largas
apareció en inglés en 1980 con el título Long Waves of Capitalist Development.
El Tratado de Economía Marxista fue publicado por Ediciones ERA en 1969. El
capitalismo tardío, se publicó inicialmente en allemán en 1972 en Ediciones
Suhrkamp Verlag con el título Der Spätkapitalismus. En castellano fue publicado
por ERA en 1979. La crisis fue publicada por Fontamara en 1975. Por último, El
Capital, Cien anos de controversias, apareció en México en 1985 editado por
Siglo XXI.
2/ Artículos publicados y presentados por Louis Fonvieille
con el título Les grands cycles de la conjoncture, paris, Economica, 1992.
3/Ver Bernard Rosier et Pierre Dockès, Rythmes économiques,
Paris, La Découverte, 1983 ; Bernard Rosier, La théorie des crises, Paris, La
Découverte, 1987 ; Jean-Paul Fitoussi et Philippe Sigogne (dir.), Les cycles
économiques, Paris, Presses de la Fondation des sciences politiques, 1994 ;
Francisco Louçã, Turbulence in Economics : An Evolutionary Appraisal of Cycles
and Complexity in Historical Processess, Cheltenham, Edward Elgar Publishing,
1997 ; Chris Freeman et Francisco Louçã, As Time Goes by, Londres, Oxford
University Press, 2001 ; Robert Brenner, The Economics of Global Turbulence,
Londres, Verso, 2006.
Sin embargo, un autor como Makotoh Itoh no admite la
hipótesis de las ondas largar mas que como fruto de una constatación empírica
sin marco teórico establecido: "No seria necesario que la teoría de los
ciclos largos presentada en la obra de Mandel oscurezca el carácter homogéneo
del periodo de las crisis cíclicas regulares. La teoría de los ciclos largos
debe ser considerada como un ensayo de generalización a partir de las
experiencias históricas de las grandes depresiones de fin del siglo XIX y de
los años 1930. Dudo mucho que se pueda probar que ella integre la teoría
fundamental de la crisis de Marx" (Makotoh Itoh, La crise mondiale,
théorie et practique, Paris, EDI, 1987).
4/ Karl Marx, Le Capital, livre 3, t. 1, Editions sociales,
1957, p 233.
5/ Ver, entre otros, G. Gatteï, Every 25 Years ? Strike
Waves and Economic Cycles, coloquio internacional sobre las ondas largas y la
coyuntura económica, Bruselas, 1989.
6/ para Henryk Grossmann, los intentos de transformación de
la economía política en ciencia exacta están prisioneros de una cuantificación
unilateral que les impide pensar la dinámica temporal del desequilibrio:
"Se ha podido escribir que el sistema de equilibrio propio a la teoría
matemática no conoce ni índices, ni coeficientes de tiempo; por lo tanto, es
incapaz de concebir un estado de equilibrio real." Su único mérito, si es
que se puede decir así, es por lo tanto el de constituir una "economía
atemporal" (Henryk Grossmann, Marx, l’économie politique classique et le
problème de la dynamique, Paris, Champ libre, 1975). Para Frossmann la economía
dinámica obedece a la lógica del desequilibrio que modifica las nociones
clásicas de la ley y de la causalidad. Marx afirma también que "la ley
está determinada por su contrario, a saber la ausencia de la ley" de forma
que "la verdadera ley de la economía política es el azar" y que la
ley se impone "a través del juego ciego de las irregularidades" (Le
Capital, op. cit., livre 1, p. 112-113). Esta lógica asimétrica del
desequilibrio concierne sobre todo a las ondas largas.
Prefacio al libro de
Ernest Mandel Les ondes longues du développement capitaliste. Une
interprétation marxiste, coeditado por M-Ediciones (Quebec) y la Fundación Leon
Lesoil (Bélgica). Editions Syllepse, Paris 2014, 252 páginas.
Traducción: Viento Sur