Klaus Dörre |
Comencemos por citar las características de lo que se denomina el
"modelo alemán". ¿Qué se esconde tras esta etiqueta?, ¿cómo ha
evolucionado esta variante de capitalismo desde inicios de los años 1990? y, en
fin, ¿en qué medida se puede seguir hablando hoy de un "modelo
alemán"?
El viejo capitalismo
social
Inicialmente, el término "modelo alemán" designaba
un sistema social capitalista que había logrado conciliar la búsqueda del
beneficio de la economía privada y el interés colectivo de la gente asalariada
y sus familias en torno a la Seguridad Social y el bienestar. Durante el
período de prosperidad del capitalismo renano, del capitalismo cooperativo o
-como nosotros le denominamos aquí- del capitalismo social, se lograron y
preservaron compromisos sociales basados en sólidas redes institucionales,
organismos y actores.
En Alemania del Oeste, este modelo comprendía:
a) Una producción diversificada de calidad en determinados
sectores de mercado que permitía producir productos especializados para
salarios relativamente altos;
b) Un sistema financiero dependiente del Banco Central que
integraba instituciones de crédito estrechamente imbricadas con las grandes
empresas industriales, bien como bancos de esas empresas, bien a través de la
participación en su capital.
c) Un sistema de formación profesional dual, en el que
invertían tanto el Estado como las empresas; y
d) Una regulación de las relaciones entre el capital y el
trabajo que combinaba los convenios colectivos (que determinan los salarios a
nivel de rama a escala regional) con su adaptación al nivel de las empresas.
(…)
La aportación particular del capitalismo social consistía en
encuadrar el trabajo asalariado en el marco del Estado del Bienestar. De ahí
resultaba lo que a posteriori se ha calificado como una relación de trabajo
"normal" o "estándar", socialmente protegida. Para la gran
mayoría de la gente asalariada, sobre todo masculina, el trabajo asalariado en
el marco del Estado del Bienestar implicaba una disociación relativa de las
rentas y de la situación del empleo en relación a los riesgos del mercado. El
capitalismo social ha reposado siempre sobre desigualdades propias de las
categorías sociales y, particularmente en Alemania del Oeste, en una inserción
asimétrica en el mercado de trabajo de hombres y mujeres. Generaba una
discriminación en relación a la mano de obra inmigrante o poco cualificada. El
pleno empleo de los hombres no se podía concebir sin los trabajos de cuidados,
que eran realizados fundamentalmente por las mujeres y de forma gratuita. Los
empleos poco atractivos, mal pagados y poco valorados, eran realizados por las
y los inmigrantes que llegaban de la periferia sur de Europa y de Turquía hacia
los países del centro ("los trabajadores inmigrados" -
"Gastarbeiter"). En cualquier caso, para la mayoría de las y los
obreros, empleados y de sus familias, este cambio fue sinónimo de transición
hacia un estatus integrador de "ciudadanía social" plena. La gente
asalariada disponía, por fin, de una "propiedad social”/1. La pobreza y la
precariedad estuvieron siempre bien presentes, pero se encontraban relegadas a
los márgenes de la sociedad del pleno empleo y de su protegido mercado interno
de trabajo; se encontraban prácticamente invisibles y relegadas a la esfera
privada, marginalizadas. (…)
El nuevo y
competitivo capitalismo financiero
Desde ese punto de vista parece lógico que, con el cambio
del milenio, el capitalismo social alemán haya sufrido una reforma fundamental.Durante
los años de la coalición rojo-verde [Alianza del SPD con los Verdes), se dieron
una serie de reformas en los sistemas sociales que introdujeron elementos de
competencia, privatizaron una parte de la prevención en torno a los riesgos
sociales, liberalizaron el acceso a los mercados financieros, flexibilizaron el
mercado de trabajo y alentaron la expansión de formas de empleo atípicas y, a
menudo, precarias. A diferencia de los EE UU, bajo Reagan, por ejemplo, o de la
Inglaterra de la era Thatcher, no se dieron agresiones generalizadas contra el
Estado del Bienestar, contra los sindicatos o el sistema de negociación
colectiva y la cogestión. La erosión del capitalismo social se dio de forma
sibilina. Sin embargo, no hay duda de que, a menudo, bajo el barniz de
instituciones aparentemente intactas del viejo capitalismo social, se
realizaron modificaciones que equivalen en definitiva a un cambio de modelo. A
modo de ejemplo, señalamos algunas de las más importantes que se dieron antes
de la crisis 2008.
1) La estrategia de internacionalización de las empresas
orientadas a la exportación y el mercado para el control de empresas se
instauró a partir de 1998 después de que la nueva legislación sobre los
mercados financieros destruyera de forma irreversible la vieja red de lo que se
denominó la "Deuschland AG" en el que las instituciones de crédito y
las empresas líderes en los mercados se apoyan mutuamente en materia de
política industrial. A diferencia de los años 1990, en los que la internacionalización
significaba fundamentalmente exportación de capital, actualmente Alemania se ha
convertido en un mercado privilegiado para las inversiones extranjeras directas
("FDI"). (…)
2) La modificación de las relaciones de propiedad y la
internacionalización de las empresas han facilitado el paso a formas de gestión
basadas en el mercado de capitales, la financiarización interna de la empresas,
así como a la subordinación del conjunto del proceso a una gestión
rigurosamente basada en torno a los beneficios. (…)
Si la gestión descentralizada no alcanza sus fines a pesar
de todos los medios que se han puesto a su disposición, entonces, la única
solución consiste en alcanzar los objetivos de producción recurriendo a la
subcontratación, al trabajo temporal, a los contratos de servicios u otras
formas de empleo flexible que parcialmente puedan ser contabilizadas como
gastos de material. A consecuencia de ello se llega a una división estructural
en las distintas categorías del personal. Por ejemplo, en el caso de la BMW de
Leipzig, a los empleados fijos se les añade trabajadores temporales empleados
por la propia empresa. Además también existen, de facto, los trabajadores y
trabajadoras temporales provenientes de empresas sub-contratadas, en la que
tienen un contrato indefinido y cuyas prestaciones se establecen por medio de
un contrato de empresa que les diferencia de los contratados temporales de la
empresa matriz. Así se da nacimiento a una curiosa estabilidad del empleo
inestable. Alrededor del núcleo de empleados del fabricante final se agrupan,
como círculos concéntricos, diferentes categorías de empleos precarios, cuyos
salarios y garantías en términos de seguridad y de calidad del trabajo son cada
vez menores a medida que el círculo se aleja del núcleo central/2.
3) Esta evolución viene determinada por las profundas
modificaciones de las relaciones laborales. Antes de nada es necesario señalar
el retroceso dramático del poder de las organizaciones sindicales. Si, en la
antigua Alemania Federal, la tasa de afiliación era en torno al 35% en los años
ochenta, esta tasa ha caído a cerca del 18% en 2013 para el conjunto de
Alemania. Debido a ello, también han perdido capacidad de atracción las
organizaciones patronales. En reacción a su propia pérdida de efectivos o al rechazo
de las empresas a afiliarse, numerosas federaciones patronales han puesto en
pie la posibilidad de afiliarse sin pagar cuota. Consecuentemente, en
determinadas ramas, los sindicatos se encuentran sin contraparte en la
negociación colectiva. La obligación de pagar cuota de las empresas está
globalmente en retroceso. Entre 1995/96 y 2010, la proporción de empresas
vinculadas por convenios colectivos en Alemania del Oeste retrocedió del 54 al
34%; en el Este, el retroceso fue del 28 al 17%,
(…) La erosión del sistema de convenios colectivos favorece
la competencia bien sobrepujando o sub-pujando. Pequeños sindicatos que
representan categorías profesionales con gran poder (pilotos, médicos,
conductores de trenes, controladores aéreos, etc.) logran imponer parcialmente
reivindicaciones que no pueden ser logradas por las grandes federaciones
sindicales (ver.di, IG Metall, IG BCE). A la inversa, a lo largo de estos
últimos años, en los sectores débilmente organizados de las y los trabajadores
temporales, los pequeños y dispersos sindicatos han acordado convenios
colectivos que entran en el ámbito del dumping y estimulan salarios/hora
inferiores a cinco y, a veces, seis euros. (…) Todo ello no sólo ha contribuido
a la erosión del poder de las organizaciones sindicales, sino también al poder
institucional de las y los asalariados/3.
4) Ahora bien, todo ello no hubiera sido posible sin las
reformas políticas basadas en el mercado. Las "reformas Hartz"/4, ya
mencionadas, forman parte de las principales de ellas. Mediante estas reformas,
el gobierno reaccionaba ante el hecho de que, desde mediados de los años 1970,
el número de gente en paro en Alemania se duplicaba en cada ciclo coyuntural.
Con el fin de remediar este problema, había que dejar de considerar el paro como
fenómeno estructural, social, y tratarlo como un problema personal. Desde el
punto de vista de los reformadores, las y los parados de larga duración
constituyen una categoría pasiva formada de indigentes carentes de espíritu de
iniciativa y de voluntad para salir del bache. Con el objetivo de modificar
esta "mentalidad pasiva", era necesario modificar el estatus de los
inactivos de larga duración y convertir el estatus de parado/parada en lo más
inconfortable posible. (…)
Esta puesta en "competencia" de la sociedad, que
nosotros calificamos como apropiación capitalista del campo social, consiste en
un desposeimiento selectivo de la "propiedad social", dirigido hacia
las instituciones, las formas de organización social así como a las normas sociales
que limitan los efectos perversos del "mercado". Esta apropiación
significa, en este caso, que se desmantela progresivamente, capa tras capa, el
carácter protector del Estado del Bienestar, que dotaba al trabajo asalariado
un estatus social y lo había convertido en un útil fundamental de inserción
social. En Alemania, las reformas del mercado de trabajo dieron un fuerte
impulso a este proceso. En general, reformas que al principio parecían
progresivas y graduales han conducido a un cambio de paradigma. El viejo capitalismo
social ha perecido y quien se obstine en afirmar su vitalidad y su capacidad de
adaptación se agarra a un mito. (…)
Notas
1/ "La propiedad social podría definirse como la
producción de servicios que contribuyen a una seguridad social equivalente a la
que en otros momentos sólo estaba garantizada por la propiedad privada"
Robert Castel, L’insécurité sociale: qu’est-ce qu’être protégé? , Paris:
Éditions du Seuil et La République des Idées], p. 41 et
suivantes
2/ Hajo Holst, Oliver Nachtwey, Klaus Dörre (2009):
Funktionswandel von Leiharbeit. Neue
Nutzungsstrategien und ihre arbeits- und mitbestimmungspolitischen Folgen. Eine
Studie im Auftrag der Otto-Brenner-Stiftung, OBS-Arbeitsheft 61,
Francfort-sur-le-Main: Otto-Brenner-Stiftung.
3/ A propósito de las modificaciones en las relaciones
laborales, ver Stefan Schmalz, Klaus Dörre (Éd.) (2013): Comeback der Gewerkschaften. Machtressourcen,
innovative Praktiken, internationale Perspektiven, Francfort-sur-le-Main/New
York: Campus.
4/ Hartz es el nombre otorgado a las contrarreformas
laborales emprendidas por el Gobierno Alemán a partir de 2002, a partir de las
propuestas de la comisión parlamentaria encabezada por Peter Hartz.
Traducción del francés por el
equipo de Viento Sur