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Karl Marx ✆ Clara Bow
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Clodovaldo
Hernández | Karl Marx ha dado de qué hablar en todo el
planeta durante siglo y medio y la controversia no da señales de detenerse. Su
apellido con el sufijo ismo se convirtió en una de las grandes tendencias
filosóficas y, a la vez, de los mayores movimientos políticos de la historia. Su imagen de león (frondosas melena y barba enmarcando un
rostro adusto) es un ícono de la civilización. Sus obras, principalmente El
capital, La ideología alemana y el Manifiesto comunista, son bibliografía
esencial para los estudiosos de la historia, la filosofía, la economía, la
política y ramas afines.
Marx fue un hombre del siglo XIX. Nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris,
ciudad que era parte de Prusia Occidental y hoy lo es de Alemania, y falleció
en Londres el 14 de marzo de 1883. El tiempo vital no le alcanzó para saber
cómo sería un gobierno de corte marxista, salvo, tal vez, la brevísima
experiencia de la Comuna de París. Las revoluciones que han llevado su apellido
llegaron mucho después, ya en el siglo XX. La historia personal de Marx, como suele suceder con las
grandes figuras, está llena de enigmas y controversias. Casi todos los
biógrafos aseguran que fue el primero de la infinita lista de economistas
marxistas sin dinero. No es que haya nacido pobre, pues venía de una familia
judía de clase media y tuvo la oportunidad de estudiar en varias importantes
universidades europeas, un lujo que no estaba (y aún no está) al alcance de los
proletarios. Fue más bien su empeño en confeccionar una gigantesca obra
intelectual el que lo llevó, junto con su familia, a una existencia llena de
penurias, siempre censurado, perseguido, a salto de mata.
La tragedia tocó a menudo la puerta de la familia Marx. Karl
y su esposa, Jenny von Westphalen, tuvieron seis hijos, pero tres de ellos
murieron siendo niños debido a enfermedades. La descendencia del legendario
teórico se completó con un hijo fuera del matrimonio, engendrado con el ama de
llaves de la familia, Helene Demuth, a quien le decían “Lenchen”.
El ángel de la guarda del formidable filósofo fue otro
alemán barbudo de su misma talla intelectual: Friedrich Engels, quien no solo
fue su colaborador en obras cimeras como el Manifiesto
Comunista, La ideología alemana y La
sagrada familia, sino que también lo auxiliaba a menudo con dinero. Por si
fuera poco, se encargó de corregir y editar los manuscritos dejados por Marx,
lo que permitió la publicación post mórtem de los tomos 2 y 3 de El Capital.
Marx fue un revolucionario integral. Sus ideas han sido el
germen de los principales movimientos contra el capitalismo; en el estudio de
los fenómenos sociales y económicos hay un antes y un después de él; sacudió
las de por sí innovadoras y subversivas teorías de Hegel, al agregarle a la
dialéctica el componente materialista; y modificó profundamente las nociones
que habían comenzado a perfilar los llamados utópicos, dándole al socialismo un
sólido fundamento científico.
¿Tuvo Marx algo que ver con Venezuela? Tristemente sí, para mal, pues es el
autor de una de las más injustas y deplorables biografías del Libertador Simón
Bolívar, al que caracterizó como “canalla, cobarde, brutal y miserable”. En
este caso, vale la pena aplicar la frase de Dante que el mismo Marx recomendó: “Segui il tuo corso, e lascia dir le genti”
(sigue tu camino, deja que la gente hable).