|
Karl Marx ✆ Xavi
|
Siyaves Azeri | La
noción de “concepto” y el concepto de “clase” juegan un papel central en Marx y
su análisis de la sociedad y la actividad humana. Hay un gran cuerpo de estudio
sobre los conceptos, su formación y desarrollo, que ha sido realizado, en gran
parte, por psicólogos soviéticos de la tradición histórico-cultural inspirados
por los trabajos de Lev Vygotsky. Con todo, los logros de los estudios
científicos de estos académicos todavía no se han incorporado al desarrollo de
una teoría epistemo-filosófica que tenga como objetivo una adecuada comprensión
de los conceptos. Evald Ilyenkov es una de las figuras más importantes
comprometida con esta tarea y ha contribuido enormemente a una teoría filosófica
marxista sobre conceptos y sistemas conceptuales. Pero su trágica y prematura
muerte ha dejado su trabajo sin finalizar. Este artículo es un intento de dar
un primer paso hacia adelante y profundizar en el análisis filosófico de
conceptos de Ilyenkov. A tal efecto, vamos a analizar el concepto de clase de
Marx utilizando la aproximación a los conceptos de Ilyenkov. El artículo
pretende mostrar que la contradicción es un aspecto esencial del desarrollo
real y conceptual.
Por otra parte, también aspira a demostrar que la naturaleza
contradictoria de los conceptos pone de manifiesto el aspecto normativo de la
actividad conceptual: conceptos, y así, sistemas conceptuales, no son solamente
contradictorios sino que además son normativos. La normatividad es un aspecto
necesario del desarrollo conceptual cuando pone los conceptos a trabajar, es
decir, facilita la resolución de las contradicciones inherentes a la realidad y
así provoca el desarrollo tanto de la esfera real como de la conceptual; este
desarrollo se revelará
en sí mismo como una forma nueva y más alta de
contradicción.
Cuando Ilyenkov critica la lógica formal (1960/1982),
declara: “concebir una cosa significa formarse un concepto sobre la completa
totalidad de sus propiedades y relaciones” (12). Según la lógica formal, la
comprensión de un concepto es concreta cuando está vacía de contenido (“libre
de todos los pensamientos o propiedades sobre esa cosa”), de este modo, la
lógica formal considera que los conceptos empobrecen la realidad. Siguiendo a
Spinoza y a Vygotsky, Ilyenkov va más allá en su elaboración sobre la idea de
que los conceptos verdaderos revelan la esencia de las cosas. Estos no son
abstracciones de la experiencia sensible (datos de los sentidos). Aparecen en
la conciencia humana a un nivel cultural teórico-espiritual. Tales conceptos
maduran y cristalizan gradualmente en el intelecto humano. No son
auto-evidentes y si el intelecto no se desarrolla en un contexto
teórico-cultural, estarían ausentes. “Es solamente el conocimiento razonable
que, tomado como un todo, conforme se desarrolla, elabora tales conceptos”
Lo concreto ‘es la unidad de los aspectos diversos’ (Marx, Contribución
a la Crítica de la Economía Política, p.206, citado en Ilyenkov 1960/1982, 32).
Ilyenkov expresa esta idea de la manera siguiente: “lo concreto, la concreción,
son ante todo sinónimos de los vínculos reales entre fenómenos, de la
concatenación e interacción de los aspectos reales y de los momentos de un
objeto dados en contemplación y noción a un hombre” (1960/1982, 32-3).
Los conceptos, revelando la esencia de lo real y del objeto
y como instrumentos de la actividad cognitiva, facilitan así el acceso a la
esencia de lo real y la actuación sobre ella, y desvelan las conexiones
necesarias entre los aspectos de la objetividad diversa. “Lo concreto en el
pensamiento también aparece, según la definición de Marx, en la forma de
combinar (síntesis) numerosas definiciones. Un sistema de definiciones
lógicamente coherente es precisamente esa forma ‘natural’ en que la verdad
concreta se realiza en el pensamiento. Cada una de las definiciones que forman
parte de un sistema naturalmente reflejan sólo una parte, un fragmento, un
elemento, un aspecto de la realidad concreta – y este es el porqué de que sea
abstracto si se considera en sí mismo, separado de otras definiciones”
(1960/1982, 37). Una definición, un concepto tiene significado y es posible
solamente dentro de un sistema de definiciones y conceptos. Un concepto aislado
es tan sólo una mera abstracción hueca de vida y sentido.
La perspectiva tradicional de los conceptos, cuando compara
al concepto con la imagen contemplativa/sensual de algo, concibe a la primera
como una imagen inferior, empobrecida, unilateral (y en este sentido,
“abstracta”). Como dice Hegel, en esta visión “lo abstracto se considera que
tiene menos valor que lo concreto, porque en lo primero, gran parte de ese
material se ha omitido. Para aquellos que sostienen esta visión, el proceso de
abstracción significa que para nuestras necesidades subjetivas una u otra
característica se sacan de lo concreto… y es solamente la incapacidad de
compresión para absorber tales riquezas la que nos fuerza a conformarnos con
una pobre abstracción” (1960/1982, 46-7).
El concepto confiere “significado”, o mejor dicho, “extrae”
y “expresa” el significado de un elemento específico de la totalidad de la
realidad. Tener significado, como dice Vygotsky, es convertirse en una
herramienta, es decir, en un universal concreto, que no es únicamente aplicable
dentro del sistema del que este significado forma parte, sino también aplicable
dentro de otros sistemas y que se sumerge dentro de nuevas áreas de la realidad
y nuevos significados. El concepto es concreto porque es el instrumento sine
qua non de una forma específica de acción; es universal porque es una
herramienta que tiene aplicación más allá del contexto inmediato en el que se
ha producido.
El universal o el concepto tienen una realidad objetiva,
pero no en el sentido platónico o hegeliano (como una mera idea) sino “en el
sentido de conexiones gobernadas por leyes de los fenómenos materiales, en el
sentido de la ley de estar unidas componiendo un mismo todo, en el contexto de
una totalidad o agregado auto-desarrollado, donde de hecho todos los
componentes están relacionados, no por la virtud de poseer el mismo atributo
idéntico, sino por la virtud de tener el mismo antepasado común, o por decirlo
de manera más exacta, por su virtud de resultar como diversas modificaciones de
la misma sustancia de un carácter material absoluto (esto es, independiente del
pensamiento y la palabra)” (Ilyenkov 2009, 204).
Todo sistema lógico y filosófico se enfrenta inevitablemente
a contradicciones y pretende resolverlas. El pensamiento metafísico considera
la contradicción como una mera ilusión subjetiva; mientras que el pensamiento
dialéctico la considera “la forma lógica necesaria del desarrollo del
pensamiento” (Ilyenkov 1960/1982, 234).
Deberíamos advertir que lo que aquí se presenta como “contradicción”
no es la contradicción en el sentido lógico formal y estrecho del término;
tales contradicciones (por ejemplo, p y ¬p) deben ser excluidas por la regla de
la lógica formal. Aquí contradicción significa “la unión y coincidencia de
definiciones teóricas mutuamente excluyentes” (1960/1982, 233). La
contradicción aparece cuando los fenómenos que forman el objeto de una ciencia
han de ser sistematizados conceptualmente (1960/1982, 235).
Las contradicciones no son exclusivas de la economía
política como ciencia; son inherentes a cualquier ciencia moderna. Ilyenkov
proporciona el ejemplo de los experimentos de Michelson que fueron conducidos
en términos de categorías de la mecánica clásica, que ascendieron a paradojas
insolubles y contradicciones dentro del sistema conceptual de la misma, y que
se resolvieron a través de las hipótesis de Einstein (1960/1982, 236).
El pensamiento metafísico, según Ilyenkov, reduce la teoría
a un cúmulo y elimina las antinomias observadas empíricamente. Explica estas
“antinomias” en términos de deficiencias del aparato cognitivo y de los
sistemas teoréticos. De este modo, busca leyes empíricas universales que
disipen tales contradicciones: la contradicción, desde este punto de vista, es
una anomalía puramente epistemológico-cognitiva. Mientras, la dialéctica tiene
como objetivo la resolución de la contradicción por medio de su deducción desde
el primer movimiento del mundo: “La única manera de alcanzar una resolución
racional de las contradicciones en la definición teorética es a través del
rastreo del modo en que son resueltas en el movimiento de la realidad objetiva,
el movimiento y desarrollo del mundo de las cosas ‘en ellas mismas’”
(1960/1982, 244). Las ciencias naturales, así como las sociales, en la medida
en que son sistemas teorético-conceptuales genuinos aspiran a explicar el
movimiento en términos de tales contradicciones. Si este punto de vista es
cierto, entonces las explicaciones con respecto al progreso científico o a los
cambios teóricos en relación a la acumulación de anomalías, tales como las de
Kuhn, no alcanzan a comprender la verdadera esencia de la actividad científica.
Conforme a Ilyenkov, el núcleo de la metodología de Marx en
lo que se refiere a la contradicción no es eliminarla de la teoría, como hacen los
metafísicos, sino que “este método está basado en la aceptación de que la
contradicción en el objeto mismo no puede y nunca se resuelve de ningún otro
modo que no sea por el desarrollo de la realidad, cargada con esta
contradicción, en otra realidad superior y más avanzada” (1960/1982, 267).
Este proceso de adquisición de independencia de valor en la
forma de circulación del capital, que es manifiesta en la transición de la
forma de circulación M-D-M a la forma D-M-D, es la consecuencia de la
contradicción interior del valor (contradicción entre valor de uso y valor). En
tal caso, el capital asume vida propia como una sustancia independiente. En
cierto sentido, es una sustancia independiente; pero es la sustancia formada
históricamente que ahora, aparentemente, convierte el dinero y las mercancías
en modalidades de sí misma. Así ocurrirá también con la fuerza de trabajo; es
decir, se convertirá en una modalidad del capital.
De acuerdo con Ilyenkov, Marx, a diferencia de la economía
política clásica, que es también objeto de la crítica de Marx, da a conocer la
esencia contradictoria del valor: esta contradicción esencial es el contraste entre
valor de uso y valor de cambio. Estas son dos “soluciones” capitalistas a esta
contradicción: dinero y crisis económica. A pesar de todo, ni el dinero ni las
crisis son capaces de resolver esta contradicción. El dinero la hace invisible
pero la crisis la hace visible de nuevo. Sin embargo, ambas están lejos de
disipar esta contradicción. Ricardo introduce la fuerza de trabajo como la base
del valor, es decir, la mano de obra humana es la fuente y la sustancia del
valor. No obstante, Marx llega más lejos revelando que el trabajo no es sólo la
sustancia, sino el sujeto del valor. Así, Ilyenkov establece que,
“En el intento de
expresar (el valor) teoréticamente, es decir, a través de la ley del valor, se
obtuvo una contradicción lógica clara. La cosa está en que el beneficio era
nuevo, un nuevo valor creado, o más bien parte de él. Esto era una
determinación analítica indisputablemente cierta. Pero solamente el trabajo
nuevo producía valor nuevo. ¿Cómo, sin embargo, se enlazaba esto con el hecho
empírico bastante obvio de que la cantidad de beneficio no estaba en absoluto
determinada por la cantidad de trabajo vivo dedicado a su producción? Dependía
exclusivamente de la cantidad de capital como un todo, y en ningún caso del
tamaño de esa parte que se iba en salarios. Y era más paradójico aún que cuanto
más alto era el beneficio, más bajo era el trabajo vivo consumido en su
producción”.
Referente a la terminología hegeliana y formulando el
materialismo dialéctico de Marx en contra de esto, Ilyenkov dice, “La esencia
de la rebelión marxiana en economía política podría ser expresado en términos
filosóficos de la siguiente manera: en la teoría de Marx, no sólo se entendía
la sustancia del valor, del trabajo, (Ricardo también llegaba a esta
comprensión), sino que, por primera vez, el valor se comprendía simultáneamente
como el sujeto del entero desarrollo, es decir, como una realidad
convirtiéndose, a través de sus contradicciones internas, en un sistema de
formas económicas completo. Ricardo no logró comprender este último punto”
(1960/1982, 278). Crisis capitalistas y revolución, como resolución de la
contradicción capitalista (sobreproducción, que significa acumular riquezas en
manos de unos pocos en contraste con la pobreza de las masas) “emergen como el
resultado inevitable del desarrollo de la misma contradicción que está
contenida en el simple intercambio de mercancías, en la ‘célula’ de todo el
sistema (valor como embrión o semilla)” (1960/1982, 281).
Ilyenkov introduce “la abstracción como expresión de lo concreto”.
Defiende la idea de que un concepto verdadero es aquel que es la
expresión/reconstrucción teorética de “la célula” o “la unidad” del fenómeno
que nos ocupa. La pregunta es, ¿cómo identificamos la supuesta “célula
verdadera”? ¿Cómo, en contraste digamos con el constructivismo social o el
relativismo, un materialista histórico no terminará defendiendo que “todo
marcha”? Básicamente, se puede decir que el único criterio en cuestión es la
práctica, por ejemplo, la práctica científica con la que estamos comprometidos.
En otras palabras, no existen criterios prefabricados, pero sí la práctica en
sí misma; es el propio trabajo que realizamos el que finalmente puede traernos
la acuñación de la herramienta teórica adecuada que necesitamos.
A este respecto, Ilyenkov diferencia los conceptos
verdaderos con generalizaciones meramente empíricas. Critica el empirismo por
reducir los conceptos a la generalización de similitudes entre objetos
diferentes. Por el contrario, los conceptos dialécticos desvelan los lazos
internos entre los fenómenos y los representan como partes de un todo; una
totalidad. En este punto aparece en escena el elemento de normatividad: el
conocimiento vía concepto no es contemplación (adquisición de datos); más bien,
es una forma de práctica, y como práctica que es, realmente determina la
verdad. Debido a esto, en el sentido práctico (para Marx, no en sentido
pragmático), normatividad se convierte en aspecto inseparable del aspecto de
concepto siendo uno verdadero: no es un instrumento de interpretación, sino una
herramienta para actuar y cambiar el mundo. Este cambio es real; no es
simplemente una cuestión de examinar el mundo usando diferentes lentes
conceptuales. El núcleo de la cuestión es ver que los conceptos son
herramientas de acción en constante producción, que son corregidas, afiladas y
a veces incluso rechazadas dentro de la actividad. Aplicando esto al concepto
de proletariado, Ilyenkov dice, “la verdad del concepto de proletariado… no
podría ser probada comparándola con el rasgo empíricamente común a todo
proletario… La verdad de este concepto fue mostrada, como bien se sabe, con la
transformación real del proletariado de ‘una clase en sí’ en ‘una clase para
sí’. El proletariado se desarrolló, en todo el sentido de la palabra, hacia una
correspondencia con ‘su propio concepto’” (1960/1982, 131).
La sustancia del trabajo, para Marx, no es solamente la mano
de obra, sino también el trabajo abstracto. Por otra parte, según Ricardo, la
sustancia del valor es el trabajo realizado en un producto. ¿Cuál es la
determinación que diferencia entre trabajo abstracto y trabajo? El trabajo
(concreto) es la actividad humana que se describe en la producción de cualquier
artículo. El trabajo abstracto aparece en el proceso de intercambio a través
del dinero, ya que este trabajo concreto y particular se abstrae de sus
correspondientes actividades humanas. El valor no es la sustancia; el trabajo
abstracto es la sustancia del valor. El valor se convierte en sujeto a través
del trabajo abstracto. Entonces es posible decir que el valor, por una parte,
está determinado por su sustancia, mientras que por la otra, hay un elemento de
sujeto en él. La sustancia y el sujeto, en este caso, son contradictorios pero
se unen para formar el llamado valor.
Esto corresponde a la contradicción entre valor de uso y
valor de cambio. El valor, en la medida en que es la expresión del intercambio
capitalista, es un sujeto. Además, el trabajo forma la base del valor de uso;
el trabajo abstracto es la base del valor de cambio. Estas contradicciones
exclusivas están inevitablemente unidas en la mercadería. Ricardo no es capaz
de explicar cómo el producto del trabajo se define en términos de valor, porque
él entiende la producción como una actividad humana concreta, independiente de la
historia y de las relaciones de producción. Él incluye mecánicamente el
producto final en el intercambio. Por el contrario, Marx explica como un
producto particular se convierte al mismo tiempo en la expresión del valor de
uso y en una mercancía que expresa el valor de cambio en el proceso de
producción. Esto es lo mismo que decir que para Marx no hay producción per se,
independiente de las relaciones de producción ni de las condiciones
histórico-sociales. Por lo tanto, la contradicción es inherente a la entidad
producida; no le viene atribuida desde fuera.
La lógica formal, en este sentido, según Ilyenkov, aspira a
disipar la contradicción en referencia a las relaciones entre proposiciones; mientras,
la dialéctica revela la objetividad y realidad de la misma contradicción.
El análisis histórico y el conceptual son paralelos.
Deberíamos darnos cuenta de que el concepto, según esto, es un
producto/fenómeno histórico. La dialéctica identifica las leyes del desarrollo
histórico del pensamiento; es decir, del desarrollo de concepto. Es lo mismo
que decir que la lógica se vuelve posible sólo a través de un análisis del
proceso del pensamiento y a través del análisis de concepto, que es la más clara
expresión de este desarrollo. Este desarrollo conceptual es el producto de la
práctica humana y de la actividad material humana. Ilyenkov dice,
“Las categorías
lógicas son estadios (escalones) de la cognición desarrollando el objeto en su
necesidad, en la secuencia natural de las fases de su propia formación, y en
absoluto son los mecanismos técnicos de los hombres impuestos al sujeto como un
cubilete de niño con la arena. No sólo hacen determinaciones de cada una de las
categorías lógicas; por tanto tienen un carácter objetivo, esto es, determinan
el objeto, y no únicamente la forma de la actividad subjetiva, pero la
secuencia en que las categorías aparecen en la teoría del pensamiento también
tienen el mismo carácter necesario”.
Por consiguiente, necesidad e intención (telos), como
categorías lógicas, no pueden ser analizadas “objetivo-científicamente” en el
sentido en que las concibe el positivismo. Por el contrario, no podemos
concebirlas independientemente de categorías científicas como identidad,
cantidad y calidad; del mismo modo que no podemos entender el capital y el
beneficio científicamente a menos que analicemos y concibamos sus unidades
constituyentes (mercancía y dinero). Es en este sentido que, como una unidad
que está conceptualizada por la lógica dialéctica, el concepto y la historia de
su génesis encajan dentro de la historia de la actividad productiva humana. Es
lo mismo que decir que el pensamiento no es la actividad del cerebro y que no
se realiza en el cerebro; pensar es aplicar conceptos, que, primero y más
importante, es una actividad/comportamiento/práctica corporal.
Un concepto está siempre “en proceso”; esto históricamente
es cierto. La transformación del proletariado de la clase “en sí” a la clase
“para sí” significa que el proletariado sólo es posible como clase en una
revolución. La posibilidad del proletariado como clase depende paradójicamente
de su aniquilación. El concepto debería contener la posibilidad de destruirse a
sí mismo; este exterminio no es una simple “falsificación” en el sentido de la
filosofía de la ciencia, ni tampoco es una negación lógica formal. La
objetividad y la verdad (el “este lado”, “this-sided-ness”) del concepto de
proletariado yacen en esta transformación que depende y necesita de la
abolición de las condiciones objetivas de la existencia del proletariado como
clase. La llamada “importación de conciencia” de clase desde fuera es la
manifestación de esta transformación: no está importando un elemento externo,
alieno, del que se carece en la clase, sino es crear la clase para sí misma; es
hacerla consciente.
“Una abstracción
formal que podría hacerse a mitades del siglo XIX por comparación de todos los
representantes individuales del proletariado, por el tipo de abstracción
recomendada por la lógica no dialéctica, habría caracterizado al proletariado
como la clase más oprimida, pasivamente, sufridora, y asolada por la pobreza capaz,
en el mejor de los casos, solamente de una rebelión hambrienta desesperada.
Este concepto de proletariado era común en los innumerables
estudios de aquél tiempo… Esta abstracción era un reflejo preciso de lo
empíricamente general. Pero fueron únicamente Marx y Engels los que obtuvieron
una expresión teórica de estos hechos empíricos, una concepción de que el
proletariado era una clase ‘en sí’ (an sich), en su naturaleza interna
expresada en el concepto, que todavía no era ‘para sí’ (fur sich), esto es, en
la realidad empírica directamente reflejada en una noción o en una simple
abstracción empírica” (1960/1982, 130-1).
La revolución del proletariado es una necesidad histórica,
que surge de “qué es el proletariado”; la “conciencia” del proletariado, es decir,
el proletariado convirtiéndose en una clase-para-sí (a diferencia de ser una
clase en sí), abstracta y lógicamente hablando, es un momento en que la
realización de clase y su abolición coinciden. Criticando a los hermanos Bauer
en La Sagrada Familia, Marx dice:
“Cuando los escritores
socialistas atribuyen este papel mundial-histórico al proletariado, no es para
nada, como pretende hacer creer el Criticismo Crítico, porque consideren a los
proletarios como bienes. Más bien al contrario. Desde que en el plenamente
formado proletariado la abstracción de toda la humanidad, incluso de la
apariencia de humanidad, es prácticamente completa; desde que las condiciones
de vida del proletariado suman todas las condiciones sociales de vida actuales
en su forma más inhumana; desde que el hombre se ha perdido a sí mismo en el
proletariado, a pesar de que al mismo tiempo no ha ganado solamente conciencia
de esa pérdida, sino a través de una carencia absolutamente imprescindible,
urgente, inamovible, que no se puede ya disimular (la expresión práctica de necesidad):
este es conducido directamente a rebelarse contra esta inhumanidad, siguiendo
que el proletariado puede y debe emanciparse. Pero no puede hacerlo sin abolir
las condiciones de su propia vida. No puede abolir estas condiciones sin abolir
todas las condiciones inhumanas de vida social actuales que están recogidas en
su propia situación. No en vano va a través de la severa escuela de acero del trabajo.
No es una cuestión sobre lo que este o aquel proletario, o incluso todo el
conjunto de ellos, considera su objetivo por el momento. Es una cuestión de qué
es el proletariado, y qué, de acuerdo con este ser, estará obligado
históricamente a hacer. Su finalidad y su acción histórica están presagiadas
visible e irrevocablemente en su propia situación vital, así como en el
conjunto de la organización de la sociedad burguesa actual. No hay necesidad de
explicar aquí que una gran parte del proletariado inglés y francés es ya consciente
de su tarea histórica y está constantemente trabajando para convertir esa
conciencia en completa lucidez”. (1956).
Es en este sentido que un concepto científico (un “concepto
verdadero” como dice Vyotsky) siempre incluye un aspecto normativo. En otras
palabras, la normatividad es un aspecto indispensable de la verdad de un
concepto. Esto está íntimamente relacionado con lo que Marx define como “este
lado” del pensamiento y con su idea de “cambiar el mundo”. La medida de verdad
de concepto es su capacidad y éxito de cambiar la realidad. En términos
epistemológicos, uno puede hablar de la verdad del concepto en la medida en que
cambia la racionalidad existente, en la medida en que muestra la irracionalidad
de la situación presente, y en la medida que puede proponer una nueva
racionalidad en lugar de la vieja. La normatividad es un aspecto necesario de
la actividad humana. Desde que el concepto es la herramienta o el órgano de la
actividad cognitiva humana, determina la verdad de lo real; porque determina la
producción práctica y la alteración práctica de la realidad (al igual que los
medios de producción determinan las relaciones de producción y a su vez están
determinados por estas relaciones).
Volviendo al concepto de proletariado; ¿qué significa hablar
del proletariado como una clase que se está convirtiendo en clase para sí?
Significa que el proletariado se está transformando en una clase
revolucionaria. Por una parte, está constituido y determinado por la necesidad
de las condiciones históricas y de las relaciones sociales. Por otra parte, a
pesar de haberse desarrollado dentro de las relaciones de producción, esto es,
a pesar de ser el resultado de las mismas, se transforma en la causa del cambio
de estas relaciones. Esto, según Ilyenkov, es la dialéctica de la realidad: un
resultado transformado en causa; como clase en sí, el proletariado es el mero
resultado de las relaciones de producción; es un elemento del capital. Como
clase para sí, se convierte en sujeto de la historia; el poder que revoluciona
las relaciones de producción. En tal caso, el proletariado “deja de ser una
masa oprimida de trabajadores pisoteados dispersos por todo el país y divididos
por la competencia, y se convierte en una clase monolítica que se da cuenta de
su misión histórico-mundial—la abolición revolucionaria de la propiedad privada
y de la división del trabajo general en clases” (Ilyenkov 1960/1982, 131).
Traducción del inglés por Ana Rosa Álvarez Rubio