Uno de los primeros aspectos que observo en el pensamiento de Shiller es que quiere crear un mercado para todo. Cree que el mercado lo resuelve todo y, por consiguiente, todo debe tener forma mercantil. En el capítulo dedicado a los traders y operadores de bolsa, podemos leer lo siguiente: “La crisis de las hipotecas subprime, que promovió la grave crisis financiera iniciada en 2007, fue
provocada por una burbuja en los precios de las viviendas de Estados Unidos. Es posible que esta crisis se hubiera podido prever si hubiera habido un mercado que reflejara la opinión pública sobre los precios futuros de la vivienda”. Asombrosa la enajenación mercantil de Shiller. Propone crear un mercado que refleje la opinión pública sobre los precios futuros de la vivienda. ¿Y con qué fin? Para evitar las burbujas inmobiliarias. Para solucionar los problemas de mercado Shiller quiere más mercado.
Los pensadores de izquierda saben que uno de los graves problemas del capitalismo actual es que los capitalistas y sus ideólogos lo quieren convertir todo en mercancía y así hacer de todo una oportunidad para hacer negocio y amasar grandes fortunas. De manera que una de las grandes luchas de la izquierda es reducir el poder del mercado. ¿Por qué se produjo la burbuja inmobiliaria? O lo que es lo mismo: ¿por qué subieron los precios de la vivienda de forma ininterrumpida? Porque había mucha demanda de viviendas. ¿Y por qué había tanta demanda? Porque el sistema de crédito creó una demanda falsa por el lado de los compradores. Se puso en manos de la gente créditos que no podía pagar. El problema lo generó el sistema de crédito y es ahí donde hay que actuar. ¿Y de qué modo? Con más Estado y menos mercado. Y más Estado significa aquí que la mayoría de los bancos sean de propiedad estatal.
Les cuento otro caso de la enajenación capitalista que padece Shiller. Y no se dejen llevar por quienes en la trasera del libro dicen cosas tan falsas como estas: “En su nuevo libro el profesor Shiller nos convence de que las finanzas pueden, deben y normalmente consiguen que el mundo sea mejor”. The Financial Times. Así que vayamos al asunto. Nos vamos al capítulo 7 del libro de Shiller dedicado a las aseguradoras. Nos habla Shiller del vertido de crudo de British Petroleum en el Golfo de México en el año 2010. Fue una tragedia humana, una tragedia económica y una tragedia ecológica. Pero el apologista Shiller no lo ve así: “La prensa lo describió como una tragedia mayor de lo que era, puesto que no hicieron hincapié en que buena parte de la pérdida estaba asegurada”. Vuelve Shiller a exponer su enajenación capitalista de una manera casi hiriente. Nos habla de que la pérdida en barriles fue de 500 millones de dólares y que esta cifra es intrascendente para el mundo en su conjunto. No se da cuenta que con ese dinero se le podría dar un salario de 1000 dólares durante un año a 41.666 personas. Para Shiller el dinero que paga un seguro no tiene nada que ver con la desigual distribución de la riqueza, aunque él supuestamente quiere ponerle remedio.
En el capítulo dedicado a los diseñadores de mercados e ingenieros financieros vuelve Shiller a mostrar una enajenación mercantil sin parangón. Les transcribo dos de sus ideogramas. Primero: “La creación de Roth de un mercado para el trasplante de riñón es un auténtico paso hacia adelante en las finanzas, puesto que combina el riesgo, los incentivos, el riesgo moral y la producción a través de un complejo acuerdo contractual”. Y segundo: “El diseño de mercados se está convirtiendo en un ámbito muy activo. Por ejemplo, actualmente existen mecanismos para ayudar a reducir el problema del calentamiento global de manera eficiente, a base de internalizar el daño que causan al contribuir al calentamiento. Este sistema de canje obliga a los productores de emisiones de anhídrido carbónico a comprar permisos de emisión en un mercado abierto. Por lo tanto, se establece un precio sobre las emisiones de modo que los productores que pueden venderlas más fácilmente harán justamente esto: transferir sus permisos a otros que los necesitan más, a cambio de un beneficio”. ¡Asombroso! Shiller ve en el diseño de nuevos mercados la solución al problema de los trasplantes de riñón y al problema del calentamiento global. No es capaz de pensar fuera de los cánones mercantiles y capitalistas. Su enajenación mercantil capitalista es absoluta.
Pero no queda ahí su enajenación, más adelante se luce con esta conjetura: “…la tragedia fundamental del terremoto haitiano de 2010, hasta teniendo en cuenta la pérdida de vidas, fue que había muy pocos edificios asegurados. Eso significó no solo que no hubo compensación por los daños, sino también que en los años anteriores no había habido compañías de seguros que supervisaran las normativas constructivas, una práctica que ciertamente habría reducido los daños y las pérdidas de vidas”. No quiere Shiller sancionar a los constructores que no cumplieron con las normativas de construcción, sino darle negocio a las compañías de seguros. Igual que antes lo quería mercantilizar todo, ahora lo quiere asegurar todo. Lo que Shiller entiende como una sociedad justa es una sociedad donde todo esté asegurado, esto es, donde todo se convierta en un negocio para las aseguradoras. No cabe duda que Shiller compartirá la enajenación que en esta materia vive Jennifer López que ha asegurado su ano en 4,5 millones de dólares. Expresión sin duda de la sinrazón y de la desproporción consustanciales al capitalismo. En ningún momento se plantea Shiller cambiar las relaciones económicas entre los hombres para hacer una sociedad más justa. Todo lo contrario: entiende una sociedad justa como una sociedad más sometida al capital financiero, esto es, a la forma capitalista de negociar con las necesidades financieras del mundo. No en vano en la portada de su libro podemos leer lo siguiente: “Dejemos de condenar el sistema financiero y, por el bien común, recuperémoslo”.
Engels contra Dühring
Creo que fue a finales de 2008 o principio de 2009 cuando publiqué un artículo donde decía que según Marx la razón última de todas las crisis estaba en la limitación y pobreza del consumo de las masas. Algunos compañeros de fatiga y otros que no lo son tanto me replicaron que era un error, trayendo a colación la idea de Engels que ahora voy a tratar. Creo que a mis detractores les faltó concreción. Y les pongo un sencillo ejemplo. Hablamos de Jorge Ramírez. Pero una cosa es Jorge Ramírez comiendo en navidad con su familia y otra bien distinta es Jorge Ramírez asesinando a una mujer. Se trata sin duda de Jorge Ramírez, pero su ser social en un caso es bien distinto del otro. Algo análogo sucede con el subconsumo: hay que saber en qué situación concreta estamos hablando de dicho fenómeno.
La crítica básica que Engels le hace a Dühring es que para éste “el socialismo no es un producto necesario del desarrollo histórico, y aún menos de las condiciones económicas del presente”, sino “un sistema natural de la sociedad” que tiene sus raíces en un “principio universal de justicia”. Es evidente que Dühring quiere ver en los conceptos y no en las propias condiciones materiales del capitalismo el fundamento del socialismo. En este contexto ideológico Engels afirma que Dühring no concede a las crisis industriales de superproducción la importancia histórica que los marxistas les atribuyen. Para Dühring la causa de las crisis capitalistas no está en la sobreproducción, sino “en el retaso del consumo popular, el subconsumo artificiosamente engendrado, que hace tan críticamente grande el abismo entre los depósitos y la salida de los productos”.
La respuesta de Engels a estas ideas de Dühring es la siguiente: El subconsumo, la limitación del consumo de las masas a lo imprescindible, ha sido un rasgo común a todas las sociedades de clases. Luego también es un rasgo de las economías capitalistas. Pero añade: “…solo la forma capitalista de la producción lleva ese subconsumo a elemento de una crisis. El subconsumo de las masas es, pues, también una condición de la crisis, y desempeña en ellas un papel de antiguo conocido; pero nos informa tan poco de las causas de la actual existencia de las crisis como de las causas de su anterior inexistencia”.
Es obvio, de acuerdo con lo que dice Engels, que el subconsumo es una condición de las crisis capitalistas. Ahora bien, no sería adecuado explicar, por ejemplo, la crisis desatada en 2008 por el subconsumo, pues tendríamos sólo la explicación de la causa general. Tendríamos que explicar su causa principal: la burbuja inmobiliaria. Y al explicar la causa específica, la burbuja inmobiliaria, no debemos dejar por ello de lado una de las causas básicas: el subconsumo de las grandes masas. Y esta causa es obvia de comprender en la actual crisis: si las grandes masas sociales tuvieran más dinero, los precios de las viviendas no se hubieran desmoronado y no habría un stock tan grande imposible de vender, esto es, no tendríamos tanta riqueza inactiva. Así que creo que mis detractores no examinaron en detalle las condiciones concretas en las que Engels criticó las ideas de Dühring.
Marx y el subconsumo
Lo que voy a exponer ahora son ideas de Marx contenidas en el capítulo XXIX titulado Componentes del capital bancario, del tomo II del libro III de El Capital. No pondré las ideas de Marx entre comillas porque haré leves modificaciones. Les recuerdo que se trata de situar las ideas en el marco concreto teórico al que pertenecen. Supongamos que toda la sociedad se compone únicamente de capitalistas industriales y de obreros asalariados. Prescindiremos de dos cosas: una, de los cambios de precios para que la reproducción se realice sin ninguna clase de problemas, y dos, de los negocios ficticios y de las operaciones especulativas que estimula el sistema de crédito. Esta idea tan elemental, avalada por toda la historia del capitalismo, que el sistema de crédito estimula la especulación, es algo que el apologista del capitalismo financiero Shiller no ve. Y no la ve porque como Dühring cree que la justicia universal puede ser el principio y la causa de un mundo mejor. No en vano Shiller cree que el capitalismo financiero bien regulado puede crear una sociedad justa.
Sigamos. Establecido aquel supuesto, Marx afirma que una crisis sólo podría explicarse por dos razones: una, por la desproporción de la producción en las distintas ramas –piénsese en el desproporcionado crecimiento del sector inmobiliario respecto al resto de los sectores productivos– y dos, por la desproporción entre el consumo de los capitalistas mismos y su acumulación. En el caso que nos ocupa los capitalistas, las grandes fortunas, no tienen necesidad de comprar las viviendas que sobran, las viviendas que han sido sobreproducidas. A esto se añade que la capacidad de consumo de los trabajadores está limitada por las leyes del salario y por su relación con los beneficios, rentas e intereses que tienen que percibir los dueños del capital. De ahí que Marx concluya: “La razón última de todas las crisis reales es siempre la pobreza y la limitación del consumo de las masas frente a la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si no tuviera más límite que la capacidad absoluta de consumo de la sociedad”.
Tres cosas: una, la sociedad capitalista desarrolla sus fuerzas productivas sin freno, como si su crecimiento ininterrumpido fuera su condición natural; dos, el límite de ese desarrollo es la capacidad absoluta de consumo de la sociedad; pero la capacidad absoluta de consumo de la sociedad está limitado por el hecho de que las grandes y medianas fortunas nunca se gastan todo el dinero que poseen, siempre les sobra dinero, y el único destino de ese excedente monetario es invertirlo como capital productor de interés. Luego hay una contradicción entre el ininterrumpido desarrollo de las fuerzas productivas y las restricciones generadas por el excedente de dinero de las grandes fortunas. Y tres, por los limitados ingresos de las grandes masas. De ahí que las grandes crisis como esta se resuelvan siempre del mismo modo: aumenta la concentración de riqueza en menos manos, disminuye el nivel de vida de las grandes masas, y disminuye igualmente los servicios sociales del Estado.
Conclusión
Mientras que las personas de izquierda quieren limitar el capitalismo hasta reducirlo a cero y aspiran a que en un futuro lejano las relaciones mercantiles dejen de presidir las relaciones entre los seres humanos, Shiller quiere ver la solución de los graves problemas del mundo generados por el modo de producción capitalista en el diseño de nuevos mercados, en especial en el desarrollo del capitalismo financiero. Vive la enajenación positiva del sistema capitalista, porque está del lado de la clase dominante y disfruta de su riqueza material y espiritual. Y bajo la aspiración idealista de humanizar el sistema financiero se ha convertido en un apologista del sistema capitalista. No quiere subvertir el mundo de las extremas diferencias para que los pobres salten del reino de la necesidad al reino de la libertad, lo que quiere es armonizar los extremos opuestos: la opulenta riqueza con la extensa pobreza. Y esta armonización se logra a su juicio por medio del desarrollo del capitalismo financiero.
© Francisco Umpiérrez