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Karl Marx ✆ Blumpi
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José María Laso
Prieto | Nadie puede hoy negar racionalmente que la
obra de Marx ha constituido uno de los factores decisivos para configurar
nuestra época. Por otra parte, siendo fundamental la aportación de Marx y
Engels, el marxismo no se agota en sus clásicos. En casi siglo y medio de su
desarrollo se han acumulado diversos trabajos –de muy desigual calidad– de
quienes se adscriben al marxismo como concepción filosófica, política o
económica y utilizan su metodología. Cuantitativamente, tales trabajos revisten
tal amplitud que hacen casi imposible su conocimiento completo en el lapso de
una vida humana. De ahí la proliferación de obras que pretenden servir de
introducciones, manuales, compendios, antologías, &c., del marxismo.
Desgraciadamente, no son muy numerosas las que alcanzan a compaginar
adecuadamente la calidad pedagógica con el rigor teórico. Muchas, incluso, son
meros catecismos que esquematizan al marxismo haciéndole perder toda su savia
creadora. Aunque es obvio que nada puede reemplazar a la lectura directa
de los clásicos del marxismo o a la de los textos de algunos de sus
continuadores más cualificados, no es menos cierto que una adecuada historia
del
marxismo puede ser de gran utilidad. Y no sólo para los que se inician en
su conocimiento, sino también para quienes habiendo ya sedimentado su
asimilación de determinadas áreas del marxismo, necesitan sistematizarlas en el
marco global de su desarrollo. Por ello debemos congratularnos de que la
editorial Bruguera –en su colección Pensadores y Temas de Hoy– se haya decidido
a publicar la Historia del marxismo, editada ya en Italia, a partir de 1978,
por la prestigiosa editorial Einaudi, de Turín
{1}. Esta obra, en la que
se aborda por primera vez de una manera amplia y exhaustiva el desarrollo del
pensamiento marxista en relación con la historia del movimiento obrero, ha sido
dirigida por Eric J. Hobsbawm, Georges Haupt, Franz Marek, Ernesto Ragioneri,
Vittorio Strada y Corrado Vivanti, con la colaboración de numerosos
especialistas. De los doce volúmenes con que va a contar la obra, han aparecido
ya seis en España. Los dos primeros están dedicados al marxismo en tiempos de
Marx, los cuatro restantes al marxismo en la época de la II Internacional. Los
seis volúmenes por aparecer tratarán del marxismo en la época de la III
Internacional y del marxismo hoy.
La edición de Bruguera no constituye el primer intento de
publicar en España una historia sistemática del marxismo. El primero data ya de
1977, en que se publicó la Historia del marxismo de Predrarg Vranicki
{2}. Se trataba de una
obra en dos amplios y gruesos volúmenes que formaban parte de la colección
Agora de Ediciones Sígueme.
Constituye una obra bien traducida y presentada, que tiene
el interés suplementario de representar el punto de vista del grupo de
marxistas yugoslavos aglutinados en torno a la desaparecida revista Praxis.
Además de una interesante introducción, dedicada a los presupuestos históricos
y culturales del marxismo, la obra de Vranicki se divide en las siguientes
partes: I) Karl Marx y Friedrich Engels. II) El marxismo en el período de la I
y II Internacional. III) Vladimir Ilich Lenin. IV) El marxismo en el período de
la III Internacional. V) El marxismo hoy. Esta última parte es particularmente
interesante y se subdivide en tres secciones: 1) El marxismo en los países del
«campo socialista». 2) China y el marxismo. 3) El marxismo en los países
capitalistas desarrollados: Alemania Occidental, Francia, Italia, Inglaterra y
América. No se comprende muy bien por qué Vranicki ha incluido en esta sección
un capítulo dedicado al marxismo yugoslavo; empero, su amplia documentación
sobre el tema compensa suficientemente tan discutible clasificación. Una
conclusión, un completo índice de nombres y una amplia bibliografía
complementan esta interesante obra. Desde el punto de vista crítico,
coincidimos con los editores españoles de la obra en considerar que su mayor
defecto estriba en que Vranicki, atento a las grandes líneas de la evolución
internacional del marxismo, no aborda su estudio en dos zonas decisivas para
nosotros, como son España y Latinoamérica (excepto Cuba).
Otro intento, éste frustrado por el cese de actividades de
la editorial Avance, de Barcelona, es la Historia del marxismo contemporáneo
{3}. La obra constaba de
cuatro voluminosos tomos y fue publicada –bajo la dirección de Aldo Zanardo–, a
partir de 1974, por el Instituto Giangiacomo Feltrinelli en su editorial
homónima de Milán. Lamentablemente, en la versión castellana sólo apareció el
primer tomo. Este se hallaba dedicado al tema de la socialdemocracia y la II
Internacional. Obviamente, al no tratarse de una historia general del marxismo,
sino exclusivamente del marxismo contemporáneo, no se planteaba el estudio de
la obra de los clásicos ni el de sus discípulos más inmediatos. Por ello
comienza por un análisis del pensamiento y de la obra de Kautsky. De hecho,
casi la mitad del volumen está dedicado a Kautsky y a Bernstein. Con menor
extensión incluye también trabajos críticos sobre la obra económica de Conrad
Schmidt y Rudolf Hilferding, así como sobre el problema de las nacionalidades
del pensamiento de Otto Bauer. Asimismo se insertan trabajos sobre la relación
entre marxismo y neokantismo y acerca del pensamiento de los destacados
socialdemócratas Renner, Lafargue y Jaurés. Particularmente interesantes son
los dos trabajos que V. Gerratana dedica al marxismo abierto de Antonio
Labriola. Completan el volumen trabajos no menos útiles sobre el marxismo
anglosajón en figuras poco conocidas –salvo en sus países de origen– del
dirigente británico Hyndman y el sindicalista norteamericano Daniel de León. La
perspectiva metodológica de esta obra es la de considerar que los trabajos de
historia del marxismo no deben presentarse únicamente, y de manera unilateral,
como reconstrucciones sintéticas de conjunto o en forma de monografías
limitadas a momentos o figuras particulares, sino que es posible dar cuenta del
marxismo a la vez en el aspecto teórico, es decir, en lo que hace referencia a
su esencia o sus principios, como se pretende hacer en las reconstrucciones
sintéticas, al mismo tiempo que en su determinación y diversidad concretas,
como suele hacerse en las monografías. De ahí que la obra –producto de la
contribución de numerosos investigadores– intente ser una reconstrucción de
conjunto, pero no de tipo genérico, sino concreto, una especie de compendio o
manual analítico de historia del marxismo.
Concepción y método de la obra
En el prólogo que sirve de introducción a la obra editada
por Bruguera, el gran historiador británico Hobsbawm expone la concepción y
método que ha guiado a los diversos especialistas que en ella participan. A su
juicio, una historia del marxismo semejante no existe hoy, por lo menos en
Occidente. En ese sentido, la más parecida sería la Historia del pensamiento
socialista de G. D. H. Cole
{4};
empero, ésta –al incluir a diversos pensadores premarxistas o antimarxistas–
sobrepasa al marxismo y su interés analítico es limitado. Por otra parte, en
las últimas décadas se han elaborado diversos trabajos sobre distintos aspectos
de la teoría y la historia marxistas que proporcionan una gran masa de material
para la ulterior síntesis. Precisamente esa síntesis constituye el objetivo
explícito de tal Historia del marxismo. Sin embargo, para Hobsbawm, el marxismo
no es sólo la corriente teórica que en la historia del mundo moderno ha tenido
mayor influencia práctica –y más profundas raíces prácticas–, sino que es
también un método para interpretar el mundo y para transformarlo. Por ello, su
historia no puede ser sólo la historia de lo que los marxistas han pensado,
escrito y discutido, sino que ha de ser asimismo la historia que analice los
movimientos inspirados por las ideas de Marx. Lógicamente, esa historia
comprende tanto al sector del movimiento obrero internacional vinculado al
marxismo –incluyendo a las organizaciones meramente reformistas– como a las
revoluciones en las que los marxistas han intervenido y a las tentativas de
construir sociedades socialistas realizadas por marxistas que se han encontrado
en una posición que permitía tales intentos. En consecuencia, como el campo
teórico de los análisis marxistas y la influencia práctica del marxismo han
afectado a casi todos los campos del pensamiento y de la actividad humanas, el
alcance de esa historia del marxismo tiene que ser forzosamente muy amplio.
Ante la amplitud y complejidad de la tarea que tenía que
afrontar, el equipo dirigido por Hobsbawm consideró oportuno esquematizar los
principios en que basó su actuación:
a) La historia del marxismo no puede considerarse concluida,
porque el marxismo es una estructura de pensamiento todavía viva y porque su
continuidad ha sido sustancialmente ininterrumpida desde los tiempos de Marx y
Engels.
b) El objeto de esta Historia no es un único marxismo
específico, un «verdadero» marxismo contrapuesto a otros marxismos falsos o
desviacionistas. Como principio, en ella se incluyen todas las estructuras de
pensamiento que se declaran derivadas de Marx o influidas por sus escritos.
Empero ello no implica una posición agnóstica respecto a lo que es marxista o
lo que no lo es, y menos aún respecto a lo que el mismo Marx quería realmente
decir o a las interpretaciones más o menos correctas de su pensamiento por los
marxistas posteriores. De todos modos, pertenecen a la historia del marxismo
incluso aquellas interpretaciones cuya incorrección fuera demostrable. El
criterio, para sustentar tal tesis, es el de que el marxismo posee una unicidad
que le confieren tanto el coherente cuerpo teórico elaborado por Marx, y los
problemas prácticos que esperaba resolver por medio de tal cuerpo –por ejemplo,
los de la revolución y la transición a la sociedad socialista–, como la
continuidad histórica de los principales grupos organizados de marxistas, todos
los cuales pueden «colocarse», por así decirlo, en un árbol genealógico cuyo
tronco estaría representado por las organizaciones socialdemócratas de los
últimos años de la vida de Engels. Empero se trata de una «unidad en la
diversidad», que no se basa en un acuerdo teórico y político, sino en objetivos
comunes –como «el socialismo»– y sobre todo en la adhesión común, en línea de
principio, a un cuerpo doctrinario derivado de los, escritos de Marx y Engels,
con independencia de los añadidos o modificaciones aportadas a los mismos. De
hecho, ni hoy ni en el pasado hay un solo marxismo, sino muchos marxismos
inmersos, como es sabido, en ásperas polémicas internas en las que unos llegan
a negarles a los otros el derecho a declararse tales. Por ello, no se pretende
decidir sobre la validez de sus respectivas pretensiones, a no ser en un
sentido exclusivamente técnico o concreto.
c) En consecuencia, una historia colectiva del marxismo
deberá elaborarse por autores con opiniones distintas respecto a las facetas
teóricas del análisis marxista o a sus consecuencias políticas. Sin embargo,
por diversos motivos, es difícil que autores cuyas opiniones se sitúen en
extremos muy opuestos puedan participar en tal proyecto. Así es improbable que
quien rechaza la teoría o los objetivos de Marx –o considera al marxismo como
una teología dogmática– pueda aportar una contribución útil a su
historiografía. Queda, no obstante, una amplia gama de posibilidades,
inconcebible hace unas décadas, que permite una concordancia desde la
diversidad y hace posible una historia del marxismo que sea algo más que una
simple superposición de opiniones divergentes.
En cuanto al modo de afrontar el tema, Hobsbawm y su equipo
también han explicitado sus principios
I) El pensamiento y la práctica de Marx, y de los marxistas
posteriores, son un producto de su tiempo y tienen de permanente lo que poseen
de validez intelectual y de conquistas prácticas. Por lo tanto, deben
analizarse insertos en las condiciones históricas en que fueron formulados y
teniendo también en cuenta la situación en que se encontraron los marxistas al
actuar, los problemas que se derivaron de ella y la combinación específica de
materiales intelectuales con que construyeron sus ideas.
II) Como producto de una situación histórica específica, el
marxismo se desarrolló y se modificó, inevitablemente, como consecuencia de
transformaciones históricas más amplias, del cambio de las circunstancias, del
descubrimiento de nuevos datos, de las lecciones de la experiencia, por no
hablar de los cambios sobrevenidos en la periferia intelectual del propio
marxismo. Según Hobsbawm, esto es válido para la teoría y la estrategia del
marxismo, pero no implica necesariamente una transformación sustancial de
ambas, aun cuando hubo marxistas, como los revisionistas bersteinianos, según
los cuales tal transformación debía producirse. El mismo pensamiento de Marx se
desarrolló en esta dirección, por ejemplo, entre 1840 y 1860, y la ulterior
evolución del marxismo se debe en gran medida a los intentos de integrar
problemas teóricos y prácticos que poco a poco iban naciendo de las nuevas
situaciones históricas o de contingencias para los que los escritos de Marx y
Engels no proporcionaban indicaciones específicas o proporcionaban indicaciones
excesivamente genéricas. De esos cambios, Hobsbawm cita los siguientes: el
desarrollo del capitalismo mundial, con el desarrollo de nuevas etapas del
mismo; la difusión geográfica del marxismo y de sus movimientos organizados;
las revoluciones victoriosas que por vez primera colocaron a los marxistas
frente a los problemas de la organización estatal y de la construcción del
socialismo; el esquema desigual y divergente (o tal vez convergente) del
desarrollo a nivel mundial que reúne en sí todos los cambios mencionados.
Como los cambios del marxismo y su contexto han tenido lugar
en un proceso histórico, lógicamente su análisis requiere una adecuada
periodización; Hobsbawm y su equipo han adoptado la que a continuación
sintetizamos:
1) Antes de 1848-1850: Es el período de los orígenes del
socialismo y de la formación del pensamiento de Marx. Coincide con la de la
primera gran crisis del primer capitalismo industrial: años 30 y 40 del siglo
XIX.
2) 1850-1875-1883: Es el período clásico del desarrollo
capitalista en el siglo XIX: rápida evolución de un sistema mundial de capitalismo
liberal, cuyo centro era la Gran Bretaña, y las primeras fases de un gran
desarrollo industrial en los más importantes países «desarrollados» de
Occidente. Se constituye así un sistema internacional de Estados capitalistas y
nace el movimiento obrero en Europa y los EE. UU. con su expresión organizativa
en la Internacional.
3) 1883-1914: Período del marxismo desarrollado, sobre todo
por los teóricos y partidos de la II Internacional. Es el período de la gran
depresión y de las tensiones que se extienden de 1873 a 1896. De él emerge una
nueva fase del capitalismo –el imperialismo–, con nuevas características
tecnológicas, económicas, sociales y políticas y, por consiguiente, con nuevas
perspectivas estratégicas que los marxistas se esfuerzan por integrar en su
análisis a partir de la década del 90. Por ello entonces –como en la
actualidad– se hablaba ya de «crisis del marxismo».
4) 1914-1949: No olvidando dos importantes subdivisiones,
marcadas por la gran crisis económica 1929-1933 y por la segunda guerra
mundial, es el período del marxismo de la III Internacional, que se extiende de
la Revolución de octubre a la revolución china. Se trata del periodo de la
crisis general del capitalismo (guerra, revoluciones, colapso económico,
fascismo, guerra), de la Revolución de octubre, que crea el primer país
socialista, y de la difusión de los movimientos marxistas en el mundo colonial
y semicolonial, como elemento de la revolución en el Tercer Mundo.
5) De 1949 en adelante: Es el período del marxismo
policéntrico –según lo definió Togliatti–, primero de hecho y luego aceptado
como tal; se trata del período de la primera estabilización general y duradera
del capitalismo internacional desde 1914. Y también es el período en que
triunfa la revolución antiimperialista del Tercer Mundo, triunfo que adopta la
forma de una descolonización política general y de un triunfo parcial de la
revolución social, cuyo vértice más avanzado es la constitución de varios
Estados socialistas. A su vez, la culminación de la revolución china es su
resultado más significativo. Además, es el período en que se constituye el
«campo socialista» hegemonizado por la Unión Soviética. La URSS pasa a ser la
segunda gran potencia en un sistema internacional basado en la rivalidad
bipolar. La variedad y complejidad de estos desarrollos hacen muy difícil un
examen coherente del período. Se le puede considerar como una etapa en la que
se complementan una gran expansión del marxismo con lo que se ha venido a
denominar «crisis del marxismo». Expresión no inédita, como ya hemos visto, en
anteriores períodos caracterizados también por una fuerte expansión del
marxismo. Simultáneamente, es la etapa de gran crisis del siglo, pues en ella
los análisis y las perspectivas de los años 1914-1949 se han modificado sustancialmente
como consecuencia de los acontecimientos sobrevenidos en los tres sectores del
mundo. Los autores no se proponen ninguna conclusión cronológica de este último
período. Su propósito es acabar la obra con un examen de la situación del
marxismo en su nueva fase pluralista y policéntrica. Paralelamente, pretenden
esclarecer la naturaleza de los distintos tipos de problemas con los que hoy se
enfrenta el análisis marxista y las diversas escuelas y corrientes del marxismo
de hoy.
Las divisiones cronológicas señaladas no se limitan a
definir la narración –es decir, la estructura de los acontecimientos de la
exposición histórica–, sino también su esquema analítico. Por ello, para
Hobsbawm, el valor de la obra no se ha logrado por una acumulación o una síntesis
de informaciones, sino por la formulación y la solución de algunos problemas.
En consecuencia, según Hobsbawm, los lectores de la obra estarán en condiciones
de formularse preguntas del tipo de: a) ¿Cómo ha interpretado el marxismo las
complejas transformaciones del mundo? ¿Cómo ha desarrollado estrategias, formas
de organización, etc., capaces de abrir camino a las transformaciones
revolucionarias que habían sido el objetivo de Marx o a otros objetivos
planteados por otros marxistas? c) Donde ha vencido, ¿de qué modo la revolución
se ha dedicado a la edificación de nuevos sistemas sociales de tipo socialista?
Es obvio que, en la medida que tales preguntas constituyen la formulación de
problemas reales suscitados por el desarrollo histórico, su génesis y
desarrollo sólo es comprensible científicamente si se aplican la metodología y
las categorías del materialismo histórico. Y es que los problemas analíticos y
políticos que los marxistas se han planteado nacen exclusivamente -salvo los
suscitados en términos muy genéricos y abstractos- en el contexto de
situaciones históricas concretas y en el ámbito de tales situaciones se
resuelven. De ahí que, como muy justamente señala Hobsbawm, el análisis
marxista esté constituido por una constante y recíproca relación entre
doctrinas y experiencias del pasado y situaciones presentes, relación en la que
cada una influye en la otra.
Conclusión provisional
A juzgar por los seis volúmenes aparecidos en su versión
castellana –a los que está limitada esta reseña–, la Historia del marxismo,
dirigida por Hobsbawm y su equipo, constituye el intento más ambicioso y
riguroso de presentar al lector occidental un panorama completo del desarrollo
histórico del marxismo. Y ello no en abstracto, siguiendo meramente el
desarrollo inmanente de las ideas –aunque también integrándolas, ya que en la
obra se recogen tanto las polémicas internas del marxismo como las sostenidas
con sus adversarios–, sino en su constante vinculación con el movimiento obrero
y en el contexto global del desarrollo histórico internacional. Por otra parte,
la diversidad y calidad de los distintos especialistas que han participado en
la elaboración de la obra constituye, sin duda, una conjunción óptima de
pensadores marxistas sin precedentes en la realización de semejantes tareas.
Además, aunque predominan en ella los teóricos marxistas occidentales
–anglosajones, italianos y franceses–, no faltan tampoco representantes de
Europa Oriental: húngaros, checos, polacos, &c. La exclusión de autores
soviéticos, de esta primera mitad de la obra, suponemos que no se debe tanto a
consideraciones apriorísticas como a la dificultad real que para engranar su
colaboración suponen las actuales líneas de desarrollo de la investigación
marxista de los soviéticos.
Aunque es difícil emitir un juicio definitivo, sin conocer
la totalidad de la obra, la Historia del marxismo, editada en España por
Bruguera, resulta comparativamente muy superior a todas las editadas en nuestro
país. Teniendo en cuenta las consideraciones con que iniciamos este trabajo,
por su método histórico-analítico, sólo es parangonable con la Historia del
marxismo contemporáneo, dirigida por Aldo Zanardo, que quedó incompleta en su
publicación por la editorial Avance, de Barcelona Sin embargo, las historias
del marxismo de Vranicki, Zanardo y Hobsbawm –las dos últimas producto de un
colectivo de especialistas– no son las únicas editadas en España. Sin ostentar
esa denominación formal, las precedieron las ediciones de El Marxismo, su
historia en documentos
{5},
de Iring Fetscher, e Investigaciones sobre la historia del marxismo
{6}, de Valentino
Gerratana. El trabajo de Fetscher no es de elaboración, sino de selección y
presentación de textos. La obra está dividida en tres tomos: uno dedicado a
ideología/filosofía, otro a economía y el tercero a sociología/política.
Fetscher ha utilizado un criterio de selección amplio, ya que considera marxistas
no sólo a los autores que militan en un partido que se autodefine como marxista
o a quienes colaboran en su prensa, sino también a pensadores que, a pesar de
su independencia de partido –como Herbert Marcuse–, han aportado elementos
esenciales para la reconsideración del marxismo. Así los autores son muy
variados y, a través de sus textos, proporcionan una idea adecuada de la
riqueza teórica del marxismo. Empero no se puede considerar a la obra de
Fetscher como una estricta historia del marxismo, sino como una antología de
textos marxistas adecuadamente sistematizados. La obra de Gerratana responde a
otra concepción, método y finalidad. Se trata de un libro constituido por la
conjunción de ocho ensayos en los que se analizan temas tan variados como los de
Rousseau y Marx; marxismo y darwinismo; interpretaciones del anti-Dühring;
acerca de la «fortuna» de Labriola, Lenin y la desacralización del Estado;
problemas teóricos del «capitalismo de transición» y acerca del comienzo
histórico de la sociedad socialista. La perspectiva que adopta Gerratana es la
de la hipótesis de un marxismo en movimiento. Y que no sólo se mueve por no ser
reducible a dogma inmóvil, sino porque se trata de un marxismo cuyo movimiento
constituye el aspecto esencial y conformador de su naturaleza misma. Esta
perspectiva epistemológica permite a Gerratana profundizar en la relación
marxista movimiento obrero sin incurrir en falacias ideológicas. Sin embargo,
constituyendo una obra muy interesante y útil, las investigaciones de Gerratana
no llegan a alcanzar la amplitud y profundidad que han obtenido Hobsbawm y su
equipo.
La última historia del marxismo que se ha publicado en
España ha sido Las principales corrientes del marxismo. Su nacimiento,
desarrollo y disolución, de Leszek Kolakowski
{7}. Se trata de una obra
en tres volúmenes, de la que ya se han publicado dos en castellano. El primero
–dedicado a «Los fundadores»– trata de los orígenes de la dialéctica, el joven
Marx, las fuerzas motrices del proceso histórico, las leyes del capitalismo,
&c. El segundo volumen –«La edad de oro»– estudia el marxismo de la II
Internacional, la polémica en torno al revisionismo, el pensamiento de
Lafargue, Sorel y Labriola, el automarxismo, Plejanov y el leninismo, &c.
El tercero –«La crisis»–, todavía por aparecer en castellano, describe la
evolución del marxismo desde el stalinismo y el trotskismo hasta el
revisionismo yugoslavo, la nueva izquierda y el pensamiento de Mao, pasando por
las teorías de Gramsci, Lukács y la escuela de Frankfurt. La finalidad de tal
obra, del actual profesor de Oxford, es explícitamente la de servir de manual
de marxismo. Por su desarrollo temático, guarda cierta semejanza con la obra de
Vranicki, pero es mucho más pesimista en las conclusiones. Es, sobre todo, útil
para quienes deseen profundizar en el conocimiento de la aportación eslava al
desarrollo del marxismo. Sin embargo, no alcanza la profundidad y diversidad
analítica de la obra que reseñamos.
Como conclusión de este periplo por el marxismo y su
historia, se impone el convencimiento de que la supuesta «crisis del marxismo»
no es una crisis de la fecundidad de su pensamiento –cuya riqueza creadora no
cesa de incrementarse–, sino, en todo i caso, la de determinadas estrategias
revolucionarias o ciertos modelos de sociedad socialista –muy condicionados por
su carácter precursor– que no agotan el marxismo.
Notas
{1}
Eric J. Hobsbawm y otros, Historia del marxismo, Editorial Bruguera, Barcelona
(de los doce volúmenes previstos, se han publicado seis, de octubre de 1979 a
octubre de 1981).
{2}
Predrarg Vranicki, Historia del marxismo, en dos volúmenes, Colección Agora de
la editorial Sígueme, Salamanca 1977.
{3}
Aldo Zanardo y otros, Historia del marxismo contemporáneo, prevista en cuatro
volúmenes, Editorial Avance, Barcelona 1976.
{4}
G. D. H. Cole, Historia del pensamiento socialista, edición en siete volúmenes,
Fondo de Cultura Económica, México 1959.
{5}
Iring Fetscher, El marxismo, su historia en documentos, Edición en tres
volúmenes, Editorial Zero-Zyx, Bilbao-Madrid 1973-1974.
{6}
Valentino Gerratana, Investigaciones sobre la historia del marxismo, Edición en
dos volúmenes, Ediciones Grijalbo, Barcelona 1975.
{7}
Leszek Kolakowski, Las principales corrientes del marxismo. Su nacimiento,
desarrollo y disolución, I) Los precursores. II) La edad de oro. Alianza
Universidad, Madrid 1980-1982.
Publicado en Nuestra Bandera,
revista teórica y política del PCE, Nº 116, enero-febrero 1983