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Monumento
a Karl Marx en la
ciudad de Chemnitz, Alemania
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Cecilia Feijoo |
Volver una vez más sobre el concepto de revolución burguesa en Marx
parece un ejercicio trillado. En nuestro caso este regreso fue impelido por la
necesidad de avanzar en la tarea impuesta por la confección de la tesis de
maestría referida a la explicación de las “anomalías conceptuales”de lo que se
denominó en el siglo XX la revolución proletaria o revolución socialista. En
particular nuestro regreso se mostró fructífero a la hora de abordar uno de los
procesos históricos elegidos para el desarrollo de la tesis, el de la
revolución anti-esclavista de Saint Domingue/Haití que hemos abordado en otros
trabajos 1.
De esta manera el presente trabajo bibliográfico fue
concebido como marco metodológico y guía conceptual para el análisis de una
revolución social saturada de características específicas, ligada a los
procesos sociales y políticos de la revolución francesa iniciada en 1789 pero
desarrollada en el espacio colonial periférico, con todo lo que ello significa.
Impelida por la necesidad de traducir aquellos conceptos creados para dar
cuenta de la revolución social en el corazón de Europa, y su posible o
imposible productividad explicativa de los sucesos de la periferia colonial
americana, me vi obligada a volver una vez más sobre los análisis realizados por
Marx sobre la revolución burguesa en dos momentos particulares: 1848-50 y 1952
2.
La presente guía conceptual también nos será de utilidad a
la hora de avanzar en nuestro siguiente eje conceptual: el origen, desarrollo y
mutación del concepto de revolución burguesa –y por ello mismo del de
“Dictadura”- efectuado en el pensamiento de Lenin. Es sintomático el hecho de
que el propio Lenin analizó e intervino en acontecimientos revolucionarios de
magnitud, como la revolución de 1905, enteramente guiado por las coordenadas
formuladas por Marx a mediados del siglo anterior. El líder del primer estado
obrero del siglo XX se preparó, la mayor parte de su vida consiente como
revolucionario, para participar en una revolución social que para él solo en
parte era la suya, y en la cual según su perspectiva estratégica el
proletariado, sus distintos partidos, y específicamente su partido
revolucionario, solo cumplirían una papel subordinado una vez derrocada la
autocracia y creado un nuevo gobierno revolucionario. Como es sabido hasta
abril de 1917 Lenin se guió enteramente bajo estas referencias, y por ello son
de vital importancia para comprender los giros conceptuales e históricos bajo
el cual se desarrolló el proceso revolucionario ruso, y con éste el de las
revoluciones sociales producidas en el siglo XX.
La revolución
burguesa en la interpretación de Marx: 1848-1850-1852
Volveremos entonces sobre este aspecto del pensamiento de
Marx quien ha dejado una serie de lecturas y definiciones teóricas sobre las
revoluciones burguesas que fueron cambiando a medida que la hipótesis planteada
en torno a la dinámica de la transformación revolucionaria que debía atravesar
Alemania en El Manifiesto Comunista se volvió impracticable. Trataremos de dar
cuenta entonces de este análisis y sus mutaciones.
Las definiciones trazadas por Marx en El Manifiesto
Comunista definían una apuesta estratégica sobre el curso que tomarían los
acontecimientos en Europa a mediados del siglo XIX. En esta apuesta la
burguesía aparece como una clase revolucionaria en todos los terrenos, en el
económico al independizar la riqueza de la tierra y propiciar una serie de
cambios tecnológicos y productivos, en el terreno cultural, alemancipar a la
sociedad de la superstición y de la tradición, en terreno político al
concentrar en sus manos el poder político estatal, independizando al mismo de
la sociedad civil, entre otros. Este alumbramiento revolucionario de lasociedad
burguesa ha sido consagrado por Marshall Berman en su libro Todo lo sólido se
desvanece en el aire. Allí el autor se pregunta: “¿Dónde nos deja todo esto a nosotros, miembros de la sociedad burguesa?
Nos deja en la posición extraña y paradójica. Nuestras vidas están
controladas por una clase dominante con intereses creados no solamente en el
cambio, sino también en la crisis y el caos.” Una incesante conmoción, una
inquietud y un movimiento constante‟, en vez de subvertir esta sociedad
sirven en realidad para fortalecerla. Decir que nuestras sociedad se está
desintegrando sólo quiere decir que está viva y goza de buena salud” 3. Esta
dinámica según la cual la burguesía rompe los equilibrios sociales, para volver
a estabilizarlos, esta “autodestrucción innovadora”, como la llamó Berman,
expresa sin embargo sólo un momento de la compresión de Marx sobre la génesis y
desarrollo de la sociedad capitalista. Al avanzar en el análisis Marx entreteje
una visión más compleja de esta dinámica relación entre ruptura del equilibro
social y estabilización sopesando los elementos de continuidad que el nuevo
régimen de dominación de la burguesía debe a su precedente, sin que esto
signifique eliminar la efectiva distinción que se desarrollan bajo su reinado
expresada en la relación capital-trabajo. Las tensiones de esta mutación se van
a ir expresando en la evolución de su lectura sobre la revolución burguesa, de
la cual la francesa aparece como paradigmática, al calor de los acontecimientos
desencadenados en 1848.
En El Manifiesto
Comunista Marx temperaba su análisis de la burguesía bajo el supuesto que
las naciones que aún se encontraban sometidas bajo la dominación feudal, como
Alemania o Italia, les había llegado la hora de la revolución burguesa y que en
ésta la burguesía cumpliría un papel destacado. El lugar que los trabajadores
tendrían en estos acontecimientos era el de acompañar a la burguesía allí donde
ésta se ubicara de manera revolucionaria frente al feudalismo y separarse de
ésta allí donde se ubicara de manera conservadora frente al cambio
revolucionario. Las coordenadas estratégicas bajo las cuales Marx pensaba la
lucha de clases de los trabajadores en las revoluciones burguesas del siglo XIX
era, tomando una fórmula de la estrategia militar, que el proletariado no
pelearíadirectamente contra su enemiga de clase –la burguesía-, y por ello por
su propio programa, sino que debía diferir este enfrentamiento peleando contra
“los enemigosde nuestra enemiga”:la clase feudal y la aristocracia gobernante.
Esta era la fórmula paradójica que Marx encontró para explicar el lugar que
ocupaban las masas obreras y los pobres urbanos en las revoluciones burguesas
que él preveía que se desarrollarían en 1848. Las masas estaban ubicadas de
manera oblicua respecto a su verdadera enemiga: la burguesía 4.
Pero fueron los acontecimientos iniciados en París en
febrero de 1848 y que se extendieron por toda Europa continental impactando en
las jornadas de marzo de Berlín y Viena, lo que llevó a Marx a profundizar su
lectura sobre “las revoluciones burguesas
europeas”.
En principio Marx estableció una diferencia entre las
revoluciones burguesas de los siglos XVII y XVIII y las que se estaban
sucediendo a mediados del siglo XIX. La diferencia partía de la actitud que
temó la burguesía alemana en los acontecimientos iniciados por las jornadas de
marzo en Berlín. La “actitud revolucionaria” de la burguesía se establecía en
relación a las medidas políticas y sociales que ésta debía adoptar para
liquidar el antiguo régimen social e instaurar uno nuevo. Por ello la pregunta
que guió a la publicación dirigida por Marx en Colonia, La Nueva Gaceta Renana,
secentró en el hecho de que la “alta burguesía prusiana” había llegado al poder
producto de la lucha callejera del pueblo de Berlín, pero inmediatamente
encumbrada en éste se volvió hacía la reacción y concertó con ésta un pacto
contra las masas. En esta actitud que la burguesía prusiana tomaba frente a la
“revolución de marzo” tenía que ver la radicalidad del proceso desencadenado en
París, a las jornadas de febrero que habían derribado a la Monarquía de Julio
le había sucedido las jornadas de julio, el fantasma de la insurrección obrera.
En sus divergencias de actitud, una revolucionaria y otra moderada y
conservadora, Marx distinguió algunas medidas definitorias de la revolución
burguesa europea de los siglos precedentes. Pasaremos entonces a resaltar las
características que Marx destaca en sus escritos de la NGR:
a. La alianza con el campesinado y las contradicciones internas de las
demandas de los oprimidos en las revoluciones burguesas
En primer lugar Marx destacó la actitud de la burguesía
respecto al campesinado. En Alemania la burguesía prusiana se había “enajenado el apoyo de sus aliados
naturales”, los campesinos, al no abolir las cargas feudales. Había
bloqueado el apoyo de este aliado “natural” de vital importancia para su propia
defensa frente al antiguo orden. Esta alianza revolucionaria era la que, según
Marx, se había expresado en Francia: “el
4 de agosto de 1789 tres semanas después de la toma de la Bastilla, el pueblo
francés acabó en un día con las cargas feudales”, y continua “la burguesía francesa no dejó por ningún
momento en la estocada a sus aliados, los campesinos. Sabía muy bien que la
base sobre la cual descansaba su poder era la destrucción del feudalismo dentro
del país, la instauración de una clase de campesinos libres y dueños de la
tierra” 5.
Los investigadores de la primera generación de la escuela de
los Annales han confirmado en parte
esta conclusión a la que arribó Marx en el caso de la revolución francesa del
siglo XVIII. Éstos además problematizaron el lugar que tuvieron los campesinos
pobres y jornaleros en las revueltas agrarias de la época. Para Lefebvre fueron
las revueltas agrarias de julio de 1789 las que llevaron a la Constituyente a
suprimir las cargas feudales. Pero una parte de esta emancipación se suponía
debía ser compensada por los propios emancipados. Los nuevos campesinos libres
que explotaban una posesión territorial del señor, al cual le pagaban ahora una
renta en dinero por su usufructo, debían compensar al mismo por la pérdida que
representaba la anulación del contrato de servidumbre. Fueron estas
compensaciones, producto de una rebelión agraria, las que se eliminaron
definitivamente en la Convención jacobina el 17 de julio de 1793. Lefebvre
destaca sin embargo que este impulso a radicalizar la medida tomada el 4 de
agosto por parte del campesinado no significó sin embargo una “actitud” igual
de enérgica respecto a as formas de reparto de las propiedades nacionales - las
enormes posesiones territoriales de la iglesia y los emigrados-. Esta
divergencia en la actitud de los campesinos lleva a este autor a preguntarse por
lado, por qué los sectores marginados, sin tierra y el proletariado agrícola no
pugnó por apropiarse de las propiedades nacionales. En segundo lugar y ligado a
esto último el autor se pregunta por qué estos sectores no resistieron la
parcelación de las propiedades comunales, parcelación que significaba un
retroceso en el terreno de sus derechos adquiridos. El ideal de pequeño
propietario de la fracción jacobina llevó a que “la Convención autorizara en otros lugares la división de los bienes
comunales y, en los municipios que no poseían, autorizara a los indigentes a
adquirir por 500 libras bienes nacionales pagables en 20 años” 6. Es decir,
la revolución agraria también terminó con las propiedades comunales liquidando
de esta manera una fuente de abastecimiento fundamental de estos sectores.
La revolución agraria unió entonces estas tendencias
contradictorias. El pasaje de las
propiedades nacionales enajenadas a los propietarios feudales y la iglesia,
pero también de las tierras comunales, a la burguesía y los sectores acomodados
del campesinado. Además existió otro elemento surgido de la revolución agraria:
“Pero la generosidad o la habilidad de
las asambleas revolucionarias” en su celo de parcelación de la tierra
permitieron el acceso de un sector de campesinos pobres y jornaleros rurales a
la propiedad. Esta contradicción entre la tendencia a la eliminación de la
propiedad feudal y la comunal, y la conquista de una relativa “armonía social”
fruto de la parcelación llevó a un enlentecimiento del proceso de desarrollo
burgués en el campo. De conjunto, para esta escuela, “La revolución agrícola no podía operar más que en detrimento de los
campesinos que no tenían tierra o que no poseían mucha. Su lentitud solo podía
atenuar estas contradicciones nefastas. De aquí que de conjunto si resultó
desventajosa, ella benefició a una sector significativo” 7.
La racionalidad económica de la clase social en ascenso
aparece limitada por las contradictorias aspiraciones sociales de la revuelta
agraria, e inversamente los intereses de los sectores más desfavorecidos del
campo aparecen limitados por el sentido burgués de la transformación de la
propiedad feudal y comunal. El bloque entre burguesía agraria, campesinos
acomodados, campesinos pobres, sin tierra y jornaleros se mostró efectivo a la hora
de enfrentar el régimen señorial, pero sus divergencias de intereses internos
apareció a la hora de apropiarse de la tierra nacionalizada en el lugar que le
tocó en la misma a los sectores menos favorecidos, los campesinos pobres y los
proletarios rurales.
Marx era igualmente consciente de que la solución agraria
francesa no era la única de las posibles. La revolución inglesa había generado
otro bloque de antagonistas en el cual el campesinado pobre y los jornaleros
habían sido inclusive mucho menos favorecidos. Por su aparición temprana la
revolución inglesa fue esencialmente una revolución agraria, Cromwell su máximo
representante fue un representante de ese mundo agrario en proceso de
modernización. En Inglaterra la baja nobleza, la gentry, y la burguesía agraria, los yeoman, habían concertado la alianza, junto a las capas urbanas,
quienes derribarían a la monarquía, la nobleza y la iglesia. Los campesinos
pobres bajo la monarquía de los Tudor se habían encontrado frente a un proceso
de expulsión de la tierra, que la revolución inglesa no hizo más que
profundizar. Liberados de la atadura feudal, fueron a engrosar las filas de los
pobres urbanos, la base del posterior proceso de industrialización y la colonización
de América del norte 8.
b. Acción de masas y parlamento revolucionario
El segundo elemento que destacó Marx, al comparar la
revolución burguesa con su “parodia” la revolución alemana, fue señalar lo que
él entendía por libertad de deliberación y de manifestación popular, así como
su interpretación de la relación entre acción de masas y parlamento
revolucionario. Los diputados de la Asamblea Constituyente de Berlín, inclusive
de la izquierda parlamentaria, mostraron temor ante las manifestaciones
populares ¿ y las formas de presión popular. La prensa burguesa alemana exigía
para la Asamblea Constituyente de Berlín “libertad de deliberación”, lo que
significaba esencialmente libertad frente a las manifestaciones populares. Marx
indicaba entonces que, contrario al comportamiento de la burguesía alemana de
1848, “La Asamblea Constituyente francesa se trasladó de Versalles a París”
como expresión de su acercamiento a las acciones del pueblo. Además afirmaba
que: “el derecho de las masas populares democráticas de influir moralmente con
su presencia sobre la actitud de las Asambleas Constituyentes es un viejo derecho
del pueblo revolucionario, que desde la revolución inglesa y francesa no ha dejado
ni puede dejar de ejercerse nunca en los períodos turbulentos. Al ejercicio de
ese derecho debe la historia casi de todos los pasos enérgicos dados por esas
asambleas” 9.
Marx afirmaba que fue esta presencia de las masas populares,
su presión mediante la acción directa, la que había llevado a los parlamentos
revolucionarios a tomar “casi todos los pasos enérgicos dados”. Sin embargo no
transformaba a los parlamentos revolucionarios en un fetiche o en una expresión
política insoslayable del devenir del proceso como lo hace la corriente liberal.
Estas asambleas no eran inviolables ni representaban en sí mismas un paso frente
a la contrarrevolución. Las masas en las “situaciones tumultuosas”también habían
“ajustado cuentas” con las asambleas legislativas. El hecho de que estos
ajustes de cuentas entre las masas y las asambleas legislativas fuesen tan poco
numerosos llevaba a Marx a preguntarse: “¿son los reyes más afortunados que los
pueblos en las revueltas contra las asambleas legislativas?”. Destacaba que: “Sabido es que los pueblos ajustan sus
cuentas con los reyes infinitamente más fácil que con las asambleas
legislativas. La historia contiene un catálogo de sublevaciones fallidas del pueblo
contra las asambleas nacionales. Solo ofrece dos grandes excepciones. El pueblo
inglés pulverizó al parlamento largo en la persona de Cromwell, el pueblo
francés hizo polvo el cuerpo legislativo en la persona de Bonaparte” 10.
Indicaba, a renglón seguido, que ambas instituciones legislativas habían sucumbido
cuando ya habían perdido toda su vitalidad y se encontraban ampliamente desprestigiadas
frente a los sectores populares.
Sin embargo queda la cuestión del carácter que Marx asigna a
estos personajes y sus acciones, la disolución de los parlamentos
revolucionarios, que se presentan como pasos progresivos de la revolución.
Vamos a ver que luego Marx modificó su apreciación sobre el momento de la
revolución que representó al menos uno de estos hombres, Napoleón I 11.
c. El terrorismo revolucionario y los métodos plebeyos de la revolución
burguesa
Es conocida otras de las medidas que Marx destacó para dar
cuenta del contenido de la revolución burguesa: el “terrorismo revolucionario”12.
Nuevamente Marx vuelve sobre el problema del papel cumplido por la burguesía y
con esto refiere nuevamente el lugar que tuvieron las masas populares en este
proceso. Cuando Marx analiza al “terrorismo francés” destaca que en las
revoluciones inglesas y francesa “fue la burguesía la que se puso realmente a
la cabeza del movimiento. El proletariado y las fracciones de la sociedad urbana
no pertenecientes a la burguesía, o no abrigaban intereses al margen de la
burguesía o bien no formaban aun clases o sectores de clases con un desarrollo
propio”. Marx se esfuerza en ubicar cuál es el lugar que le tocó a las masas
populares en la revolución burguesa. Percibe las limitaciones de su ubicación
en estos procesos en el hecho de que el proletariado insuficientemente
desarrollado no pudo albergar un proyecto social y político alternativo al
levantado por la burguesía. Aparecen así dos apreciaciones contradictorias aunque
no antagónicas, por un lado la importancia que Marx asigna al papel cumplido
por el terrorismo revolucionario, por el otro lado el hecho de que de conjunto
el proceso está teñido por el sentido burgués de las transformaciones sociales.
Cuando habla de la más importante de las intervenciones de
los sectores populares en la revolución francesa no habla de la comuna de
París, que expresaba a los sectores plebeyos y proletarios, sino del
“terrorismo francés”, de la dictadura jacobina, que expresaba a la pequeño
burguesía apoyada en las masas populares. Esta última llevó adelante el programa
de la burguesía inclusive contra los intereses inmediatos de esta misma clase.
Podríamos inferir entonces que para Marx la dictadura revolucionaria llevaba 10
adelante los intereses históricos de la burguesía, pues sólo éstos podían
imponerse si la revolución derrotaba a la reacción, y era en la posibilidad de
infligir esta derrota donde el terrorismo aparecía jugando su papel histórico
central. Nuevamente emerge esta lectura en la cual las masas explotadas y
oprimidas se encuentran en las revoluciones burguesas en una ubicación
paradojal, impulsadas a conformar un bloque con la burguesía para enfrentar al
enemigo común, la sociedad patriarcal-feudal. Indicaba así que: “Por ello, allí donde se enfrentaban a la
burguesía, como ocurrió por ejemplo en Francia en 1793 y 1794, luchaban solamente
por hacer valer los interés de la burguesía, aunque no a la manera de ésta.
Todo el terrorismo francés era, sencillamente, el modo plebeyo de luchar contra
los enemigos de la burguesía, contra el absolutismo, el feudalismo y los
filisteos” 13.
En parte este lugar contradictorio que los sectores plebeyos
y proletarios urbanos jugaron en las revoluciones burguesas es el que se ha
delineado en las distintas escuelas de interpretación sobre los sans culottes en la revolución francesa.
Albert Soboul ha tendido, en sus indagaciones, a demostrar la tesis de Marx al
indicar que los sans culottes actuaron
contra las clases nobles y la aristocracia, y que allí donde se volvieron
contra la burguesía, como fue mediante la imposición del precio máximo para los
productos de consumo popular, atacaron esencialmente a determinadas fracciones
de la burguesía comercial y usurera y no a la burguesía industrial14. Daniel
Guerrin ha sostenido la tesis contraria, indicando que los sans culottes fueron
el “proletariado” de la revolución francesa y que sus tendencias igualitaristas
ya prefiguraban un programa socialista e independiente de la burguesía en
ascenso 15. Esta última lectura aparece confirmada por las afirmaciones que Marx
realizó respecto a Babeuf y la conspiración de los iguales. Marx va a ver en este
intento “el primer partido comunista”, aunque el término utilizado más
precisamente de manera prospectiva refería a las tendencias igualitaristas que
embrionariamente se expresaron en el programa de reparto de la tierra levantado
por Babeuf.
Vemos entonces que en Marx lo que comenzaba en El Manifiesto Comunista como un bloque
político entre dos enemigos para enfrentar a un enemigo común, la sociedad feudal,
en el transcurso de 1848-49 pasó a transformarse en la existencia bajo un mismo
programa, la transformación burguesa de la sociedad, en “modos” divergentes de resolverlos,
conviviendo además con una lectura que ve en la organización babeufista de 1796
las tendencias embrionarias del futuro programa del proletariado. Esta
reflexión se va a continuar en El 18
Brumario de Luis Bonaparte y volverá una vez más a giraren torno a esta
problemática crucial: la dinámica de clase que abre la revolución burguesa en
Europa.
Una nueva lectura:
entre acontecimiento revolucionario y metáfora política
Marx va a expresar una nueva mutación de su concepción dela
revolución burguesa en El 18 Brumario de
Luis Bonaparte.Va a pasar de cierta exaltación del papel revolucionario de
la burguesía en Francia e Inglaterra - estrechamente relacionada con la analogía
que en El Manifiesto Comunista establecía
entre la revolución burguesa y la revolución proletaria-, a una crítica de la
ubicación histórica de la burguesía, y con ella de la pequeña burguesía, en el
alumbramiento de la sociedad moderna. En este texto Marx señaló las
potencialidades que marcaron elascenso a la dominación económica y política de
la clase burguesa, pero también las limitaciones de clase, y cómo éstas
imprimieron marcas determinadas en los sucesos revolucionarios. De esta nueva
visión surgen los pasajes más célebres de su ensayo sobre las analogías entre
la revolución burguesa de1789 y la revolución frustrada de 1848, para él: “Camille Deusmoline, Robespierre, Dantón, Napoleón,
lo mismo los héroes que los partidos y las masas de la antigua revolución francesa,
cumplieron bajo el ropaje romano y con frases romanas, la misión de su tiempo: librar
de las cadenas a la sociedad burguesa moderna e instaurarla” 16. Pero la
progresividad del papel jugado por la burguesía y pequeña burguesía aparece
condicionada. Por un lado, la burguesía se forja una representación heroica,
antediluviana, por otro, aparece la realidad mucho más estrecha que la revolución
viene a instaurar. Un hiato se abre entre ambas. Los dos elementos afloran en
el mismo acto, así por “muy poco heroica
que la sociedad burguesa sea, para traerla al mundo habían sido necesarios, sin
embargo, el heroísmo, la abnegación, el terror, la guerra civil y las batallas
de los pueblos”. En su representación 12 romana la burguesía y pequeña
burguesía se habían servido de “las
ilusiones que necesitaban para ocultarse a sí mismos el contenido burguesamente
limitado de sus luchas y mantener su pasión a la altura de la tragedia
histórica” 17.
El entrelazamiento de los elementos contradictorios que se
ponen en juego en la revolución burguesa se hace evidente: el lugar oblicuo
pero destacado que jugaron las masas plebeyas y populares, el carácter
progresivo del papel jugado por la burguesía y pequeña burguesía, y el
contenido burguesamente limitado de la sociedad que estaba emergiendo mediante
la revolución. En continuidad con las ideas formuladas en la Nueva Gaceta Renana indicaba que la
apertura del proceso revolucionario, el inicio de la lucha entre la burguesía
contra el feudalismo, había permitido el desarrollo de un proceso de radicalización
política. A esta radicalización política, a esta “dinámica ascendente de la revolución”,
Marx la identificó por el hecho de que una vez desencadenado el proceso había
permitido a los “aliados más intrépidos”de la burguesía, a los jacobinos
apoyados en las Comunas y secciones, ponerse a la “cabeza del movimiento”.
Sin romper el marco original del análisis propuesto
inicialmente, Marx introduce nuevamente como potencial efectivo de la dinámica
de clase del proceso revolucionario la influencia de las acciones de masas que
obliga a la revolución a tomar las “medidas más enérgicas”. Son estas acciones las
que desarrollan el proceso en un sentido ascendente, permitiendo a los “aliados
más intrépidos” de la burguesía ponerse a la cabeza del movimiento. El programa
de transformaciones que implicaba el nuevo orden, aunque limitaba la
posibilidad de los explotados y oprimidos de imponer sus propias reivindicaciones,
no imposibilitaba que fracciones de las masas plebeyas, como determinados
sectores de la pequeña burguesía o en el caso de la revolución de Saint Domingue,
un sector de los trabajadores esclavos, pudieran llegar al poder para imponer
el programa común con sus propios métodos: la dictadura revolucionaria. Esta
dinámica sin embargo era “de corta vida, llega enseguida a su apogeo” y la
sociedad vuelve rápidamente a su modorra.
Si El Manifiesto
Comunista presentaba una sobreestimación del papel revolucionario de la
burguesía, El 18 Brumario de Luis Bonaparte
viene a corregir y temperar esta lectura. Un primer elemento aparece, bajo esta
nueva visión Marx formuló la idea de una “revolución permanente” o revolución
en permanencia 18. En segundo elemento se comienza a traslucir, Marx abrió un
nuevo intersticio entre revolución burguesa, representación histórica y
realidad social que le va a permitir distinguir algunos de los elementos de
continuidad que la revolución burguesa viene a reforzar respecto al antiguo régimen.
Son los elementos de continuidad entre el nuevo orden burgués y el antiguo régimen
los que aparecen a la hora de indicar los elementos “poco heroicos” de la nueva
realidad.
Algunas conclusiones
Hemos trazado el itinerario seguido por Marx en sus
elaboraciones respecto a su evaluación de la revolución burguesa clásica
europea de los siglos XVII y XVIII. En un primer momento ésta aparecía como un
fenómeno disruptivo y fundante de una nueva época y un nuevo régimen social. A
esta visión se asociaba el papel de primer orden que la burguesía cumplía en el
acontecimiento revolucionario y la ubicación oblicua de las masas enla confrontación
revolucionaria. Vimos así las características que Marx asignaba a la revolución
burguesa: la alianza de la burguesía con la revuelta agraria para terminar con
las antiguas relaciones sociales, el ejercicio de la manifestación y la presión
popular sobre los parlamentos revolucionarios, la dictadura revolucionaria y el
consecuente peso de los elementos urbanos en el proceso de radicalización de la
revolución.
En un segundo momento, luego de 1951, Marx temporiza su
análisis respecto al papel disruptivo de la burguesía en el acontecimiento
revolucionario, sin cambiar por ello su posición en torno a la ubicación
oblicua de los sectores populares, pero introduciendo con mayor fuerza el
elemento de radicalización, o dinámica ascendente de la revolución, expresados
en el papel del terrorismo revolucionario. Como parte de esta nueva lectura
abre un hiato entre el discurso revolucionario de la burguesía y la realidad
mucho más limitada que la revolución burguesa vine a instaurar, apareciendo una
crítica específica al papel que juega el discurso ideológicoen la revolución
burguesa. Esta crítica se volvió fundamental a la hora de abordar la relación
distintiva que se va a caracterizar la relación entre revolución proletaria y
la realidad social que para Marx ésta viene a instaurar 19.
Notas
2 Existe bibliografía clásica al respecto. En particular
sobre la revolución francesa de 1789 ver: Furet, François, Marx y la Revolución
francesa, ed. FDE, España, 1992. Respecto a los distintos aspectos de sus escritos
de 1844 a 1852 ver especialmente: Lowy, Michael; Teoría de la revolución en el joven Marx, Ed. Siglo XXI, México, 1974; Claudín, Fernando, Marx , Engels y la revoluciónde 1848,
Ed. Siglo XXI, Madrid, 1975. Un interesante punto de vista sobre este concepto
y su relación con los acontecimientos históricos que trató de explicar fue
desarrollado por Perry Anderson en: “La
noción de revolución burguesa en Marx” en revoltaglobal.cat/IMG/pdf/form_Lanoci_F3nderevoluci_F3nburgues.pdf
3 Berman, Marshall, Todo
lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, ed.
Siglo XXI, España, (1988), 2006, pág. 91.
4 Ver a este respecto Löwy, Michael, La teoría de la revolución en el joven Marx, Ed. Siglo XXI, México,
(1970) 1979, Claudin, Fernando, Marx,
Engels y la revolución de 1848, ed. Siglo XXI, 1985; Rubel, Maximilien, Karl Marx. Ensayo de biografía intelectual,
Paidós, España, 1970; Riazanov, David, La
vida y el pensamiento revolucionario de Marx y Engels, Ed. IFM, Bs As,
2003.
5 Marx, Karl, “El
proyecto de ley sobre la abolición de las cargas feudales” en Marx, Carlos;
Engels, Federico, Las revoluciones de
1848. Selección de artículos de la “Nueva
Gaceta Renana”, ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1989, pág. 104.
6 Lefebvre, Georges, “La
place de la Révolution dans l'histoire agraire de la France”, Annales
d'histoire économique et sociale, 1e année, N° 4, 1929. pp. 506-523. Pág.
518.
7 Ídem, pág. 516.
8 Ver a este respecto Hill, Christopher, La
revolución inglesa, 1640, ed. Anagrama, España, 1978; Un mundo trastornado: ideario popular extremista en revolución inglesa,
ed. Siglo XXI, España, 1983.
9 Marx, Karl, “La
libertad de deliberación en Berlín”, Marx, Carlos, Engels, Federico, Las
revoluciones de..., op. cit., págs. 181- 182.
10 Marx, Karl, “La
contrarrevolución en Berlín”, Ídem, pág. 200.
11 Continuando con la tradición inaugurada con Hegel y
Heïne, Marx y Engels van a declararse partidarios de las fuerzas napoleónicas en
su incursión y guerra contra la confederación alemana, y van a considerar progresiva
la aplicación del “código napoleónico” sobre los estados del sur-oeste de la
misma.
12 Lenin retomó esta reflexión en varios de sus escritos,
ver a este respecto “Para la historia del
problema de la dictadura” en Lenin, V. I., Obras completas, Tomo XXXIV, Octubre 1920-Marzo 1921, Ed. Akal,
Madrid, 1974.
13 Marx, Karl, “La burguesía y la contrarrevolución”, Marx,
Carlos, Engels, Federico,..., op.cit., pág. 217.
14 Soboul, Albert, Los
sans-culottes. Movimiento popular y gobierno revolucionario, ed. Alianza,
Madrid, 1987.
15 Guerín, Daniel, La
lucha de clases en el apogeo de la Revolución Francesa (1793-1795), Ed.
Alianza, Madrid, 1794.
16 Marx, Karl, El 18
Brumario de Luis Bonaparte, Ediciones de Lenguas extranjeras, Moscú, 1941,
pág. 8.
17 Ibídem.
18 Karl Marx y Federico Engels, “Mensaje al Comité Central de la Liga de los Comunistas”, en Obras escogidas, ed. Ciencias del
hombre, Buenos Aires, 1973.
19 Ver a este respecto: Kouvelakis, Stathis, “Marx et sa critique de la politique: des
révolutions de 1848 a la Commune de Paris, ou le travail de la rectification”, trabajo
presentado en el coloquio Sulle tracce di un fantasma: l’opera di Marx tra filología e
filosofía, Universidad
Federico II, Nápoles, 1-3 de abril de 2004.