|
Karl Kautsky
✆ Robert Schucht, 1881 |
Mike MacNair /
En 1904, Karl Kautsky, el principal teórico marxista de su época,
publicó el artículo 'Wahlkreis und
Partei' (“Los distritos
electorales y el partido”). El tema es de gran actualidad, ya que aborda
las quejas del ala derecha del Partido Socialdemócrata de Alemania
(SPD) de que sus partidarios eran acosados y excluidos de las agrupaciones
territoriales que elegían a los candidatos del SPD y lamentaban que ello
conduciría a una derrota electoral.
Otro paralelismo con la situación por la que atraviesa el
Partido Laborista británico en la actualidad es que uno de los temas
fundamentales de polarización entre la derecha y la izquierda en el SDP
entonces era si se debía apoyar o no el presupuesto naval alemán y una política
"realista" en relación con las operaciones en el exterior del
imperialismo alemán (es decir, una política permisible contraria a la política
oficial de oposición frontal del SDP hasta su colapso político en 1914). Basta
compararlo con los gritos al cielo sobre la oposición popular a los submarinos
nucleares Trident y la campaña de bombardeos aéreos de Gran Bretaña en Siria.
Hay otro tema que hace relevante hoy este artículo de Kautsky: la cuestión del "centralismo democrático". La frase apareció repentinamente en Rusia en una resolución de la conferencia menchevique de noviembre de 1905. Lars T. Lih sugiere que no tiene antecedentes rusos directos. 1
Paul Le Blanc en Lenin y el partido revolucionario (1989) adelanta, sin ofrecer pruebas, que podría tener su origen en las prácticas organizativas de la Allgemeiner Deutscher Arbeiterverein (Asociación General de Trabajadores de Alemania, 1863-1875) de Lassalle. Parece más probable que sus raíces inmediatas estén en los
debates en el SDP en 1904-1905, de los que el artículo de Kautsky forma parte.
En relación con el caso discutido en él, Max Schippel se vio obligado a
renunciar a su escaño en el Parlamento a causa de su voto en apoyo del
presupuesto naval del gobierno. La cuestión que aborda el artículo de Kautsky -
que los diputados no deben priorizar el mandato de los electores de su
circunscripción a la disciplina del partido – tiene que ver directamente con el
caso Schippel.
2 La
dirección del SDP reorganizó el consejo de redacción del diario del partido, Vorwärts,
publicado en Berlín, que había apoyado a la derecha. Ello produjo protestas de
indignación de la derecha por el comportamiento "dictatorial" y la
exigencia de que las organizaciones locales de Berlín debían controlar el
periódico.
3 Además,
entre 1890 y 1904, a pesar de la abolición de las "leyes
anti-socialistas" que prohibían el funcionamiento del SDP en todo el Reich,
la organización política más allá de las circunscripción electorales había sido
prohibida por los landers (regiones) en Prusia, y esta ley seguía en
vigor. De ahí que en sus dos conferencias de 1904 y 1905, el SDP discutiese los
principios generales de organización del partido, con miras a su
reorganización.
4
Todos estos debates trataron el mismo problema: el funcionamiento
democrático, la regla de la mayoría y su relación con las organizaciones
locales, bajo la categoría general de "centralismo democrático".
Sabemos que al menos el artículo de Kautsky tuvo influencia en la discusión
sobre organización del partido ruso: Lenin lo citó en su folleto de 1904
Un paso adelante, dos pasos atrás.
5
La relevancia moderna de este debate es que vemos como las
ideas subyacentes sobre el "centralismo democrático" surgen de los
problemas del SDP como un partido obrero de masas, con unos diputados y
periodistas indisciplinados que promueven agendas de derecha, que según el
artículo de Kautsky, también afectaba a los partidos socialistas franceses e
italianos en el mismo período. Y, una vez que situamos el debate en sus justos
términos históricos, podemos empezar a
comprender el carácter erróneo de dos enfoques alternativos fundamentales sobre
la cuestión de la izquierda moderna.
El primero de estos errores es la posición habitual en la
extrema izquierda: aferrarse a una idea monolítica de "centralismo
democrático" (en realidad, centralismo burocrático), extraída
del bolchevismo militarizado de la guerra civil de 1918-1921,
'codificada' en las tesis del Comintern de 1921 sobre "La estructura
organizativa de los partidos comunistas, los métodos y el contenido de su
trabajo ',
6 extrapolando
y proyectando ese modelo al bolchevismo de antes de 1918, y vinculándolo al
¿Qué hacer? de Lenin ya la
escisión de 1903 en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, así como a la
lucha contra el parlamentarismo. El resultado es la adopción de formas de
organización que en realidad sólo podrían utilizarse a escala masiva en países
de mayoría campesina (e incluso en esos casos, si tienen éxito, al final
podrían degenerar en dictaduras nacionalistas de tipo estalinista).
El segundo error está muy extendido entre los ex
miembros de organizaciones de extrema izquierda y sobre todo, de manera difusa,
entre la izquierda reformista y sindicalista. Es decir, los que consideran
correctamente que el modelo de 1921 de "centralismo democrático" es
inaplicable, pero rechazan a continuación todo tipo de "centralismo
democrático" como tal, ya sea por obsoleto o por haber surgido
únicamente de las condiciones rusas.
Los partidarios de este enfoque se ven obligados, en consecuencia,
a imaginar algún tipo de alternativa organizativa anarquista ("redes",
"consenso" y cosas por el estilo), o tal vez las formas organizativas legalistas
y federalistas de los sindicatos y del Partido Laborista británico. Pero
en realidad la democracia superficial de estas formas de funcionamiento
organizativo es auto-paralizante: generan una incapacidad para adoptar
realmente decisiones para la acción común, lo que lleva al fracaso rápida. A
menos que, por detrás de las formas de organización anarquistas o del
legalismo sindicalista, haya un grupo que tome las decisiones sin
responder ante los afiliados. En las formas de organización anarquistas,
ese grupo son los iniciadores informales (descendientes de la "dictadura
invisible" de Bakunin). En el caso del laborismo / legalismo sindicalista,
son los funcionarios a tiempo completo y los representantes electos, es decir,
el aparato.
Con el rechazo del "centralismo democrático" en el
nombre de las formas de organización laboristas volvemos, por lo tanto, al
punto de partida que no es otro que el paquete que defendía el ala derecha
'revisionista' del SDP (los “blairistas” en el actual Partido Laborista frente
a Corbyn y la izquierda, por no citar otros ejemplos en la izquierda europea). En
una intervención ante el Club Laborista de la Universidad de Cambridge la
semana pasada, Tristam Hunt resumió esta posición:
"Vosotros sois el uno por ciento. El Partido Laborista se ha
hundido en la ciénaga. Tenéis el deber y la responsabilidad de recuperar su
liderazgo en el futuro". Lo que sin duda pasará a la historia como un
ejemplo del elitismo de Cambridge frente a la base obrera del Laborismo
7.
Esa "elite del uno por ciento" es la base social del enfoque
legalista y de la defensa incondicional de la "libertad de conciencia de
los diputados”. Se espera que el resto de nosotros seamos lo que los políticos
del siglo XVIII llamaban le
menu
peuple, (la gente menuda), las bases dirigidas (o mejor aún, el
"pueblo arrastrado por la nariz”).
Lenin comentó en 1920:
"¡Qué
bien escribía Kautsky hace 18 años!" 8.
Los argumentos de Kautsky de 1904 contra la "libertad" de los
representantes electos, y su pretensión de tener un mandato de sus electores
que podía prevalecer contra el partido (aunque en realidad, el mandato no fuera
de sus electores, sino de los poderes fácticos del Estado o de la corrupción)
son un buen ejemplo de
"lo bien que
Kautsky escribía cuando era marxista”… Mike Macnair
Los
distritos electorales y el partido
Karl Kautsky
La derrota en la circunscripción sajona número 20 ha
desatado una vez más el antagonismo entre los revisionistas y los
anti-revisionistas en nuestro partido. Mientras que estos último culpan de este
percance – en la medida en que la culpa se puede buscar dentro de nuestras
propias filas - a la falta de organización en el distrito electoral y a la
falta de disciplina de unos cuantos camaradas, los revisionistas vuelven a la
misma vieja canción sobre la falta de libertad de opinión; en cierto sentido,
incluso sobre terrorismo en el partido, que está “paralizando su actividad”.
W. Heine
9 defiende
con toda firmeza esta orientación en sus “Notas marginales democráticas sobre
el caso Göhre', que publicó en la última edición de
Sozialistische Monatshefte.
10 Señala
que la "persecución" va de la mano con los esfuerzos por imponer
disciplina y centralización en la organización y que se expresan agudamente en
la tendencia que quiere ‘una gran organización que lo abarque todo, tan
centralizada como sea posible en la táctica, en la teoría’. Una
"centralización y simplificación de este tipo podría, sin duda, aumentar
la energía de acción momentánea, pero sería contraria a los principios de
democracia y libertad intelectual y a largo plazo perjudicaría al propio partido".
Hasta ahora, en el partido la unidad de la teoría - es
decir, los puntos básicos de vista - era deseable, pero la unidad organizativa
y táctica eran indispensables. Ahora nos damos cuenta que para los
revisionistas esa unidad es un horror y que consideran la cohesión táctica y
organizativa como una amenaza a la ‘independencia intelectual’, la ‘libertad
intelectual y la diversidad’ y la 'individualidad' - en resumen, contra todo lo
‘que es el alma de un movimiento democrático’.
Tal vez esto sugiere una respuesta a nivel personal, si se
investiga la "individualidad democrática" y los "métodos
democráticos" del autor de las “Notas marginales democráticas”. Sin
embargo, no me parece que sea el lugar adecuado para responder de esa manera.
Me impide además hacerlo el hecho de que Heine no está hablando por si mismo,
sino que expresa la línea de pensamiento de toda la tendencia
revisionista. De hecho, casi se puede decir que el revisionismo en todos los
países, a pesar de su "diversidad" y matices, está más unido en la
cuestión de la organización que sobre cualquier otro tema.
Sin embargo, el debate sobre la cuestión de la organización
que se plantea aquí no gira en torno a la cuestión de la libertad
"personal”, del "individuo" en el partido, sino de la libertad
de los representantes del partido: en primer lugar, de sus diputados.
¿Pueden y deben los diputados organizar su actividad política como mejor les
parezca, de acuerdo a su propio criterio, o son representantes [Beauftragte], que deben cumplir el
mandato de quienes les han escogido y votado? Y, si son representantes,
¿representan a sus votantes o al partido en su conjunto? Estas son
las preguntas que nos ocupan y con esta certeza en mente debemos cuidar de que
no se difuminen en la niebla de frases generales sobre la 'libertad de
opinión', los 'principios democráticos' y la 'libre personalidad’, en las que
los revisionistas tan gustosamente intentan envolverlas. No estamos tratando de
la libertad de opinión de las masas, sino de la libertad de
acción de los dirigentes. La democracia no significa la ausencia de reglas [Herrschaftslosigkeit],no significa
anarquía: significa el imperio de las masas sobre sus representantes, a
diferencia de otras formas de gobierno, donde los supuestos servidores del
pueblo son en realidad sus amos.
Cuando la organización ha crecido más allá de un cierto
tamaño, las masas no pueden gestionar sus propios asuntos administrativos;
deben mandatar personas para hacerlo. El poder de las masas organizadas se
convierte de esta manera indirecta en el poder de sus representantes o
dirigentes de confianza. Sin embargo, si las masas -ya sea por motivos
económicos o de otro tipo, tales como falta de conocimiento o tiempo-, no
tienen la posibilidad de supervisar y controlar [Kontrolle] a los dirigentes,
entonces tarde o temprano el poder de estos representantes no sólo será
utilizado contra los enemigos de las masas, sino también contra aquellos
sectores de esas masas que los dirigentes consideren incómodos, con el
resultado de que, finalmente, los dirigentes dejarán de ser sus servidores para
convertirse en sus amos.
Esto ha sucedido con bastante frecuencia en la historia y
también en el parlamentarismo moderno. Donde hay sufragio universal,
el parlamento moderno parece fácilmente como representación de la masa del
pueblo. A pesar de ello, cuando no existe una organización independiente
política de clase del proletariado, el parlamentarismo burgués, incluso cuando
se basa en el sufragio democrático universal, es uno de los medios de
dominación de la burguesía.
Ilusiones
parlamentarias
Para ilustrar esto, vamos a permitirnos un pequeño desvío
que puede parecer ser puramente académico, pero que explicará varios de los
fenómenos que nos ocupan hoy.
Donde existe el sufragio universal, todo adulto puede votar
y ser votado. Sin embargo, se requiere tiempo y habilidades - y donde no hay
ninguna remuneración para los representantes, dinero - con el fin de llevar a
cabo de manera eficaz el mandato parlamentario. Las clases trabajadoras carecen
de todo esto. Es un privilegio de la burguesía: es decir, los capitalistas y
los intelectuales, los profesores, abogados, etc., que, aparte de unas pocas
excepciones, social y políticamente luchan a favor de la burguesía. Pero aún
más difícil que cumplir con eficacia el mandato es ganarlo. Obtenerlo no sólo
implica conocimientos y tiempo,sino dinero – y además, un montón de
dinero.
Porque en el parlamentarismo moderno los votantes son una
masa desarticulada, dispersa que primero hay que reunir, interesar, ilustrar o
desarrollar. En todo ello, la persona que tiene tiempo y conocimientos (o al
menos experiencia en como funcionan las cosas) posee una gran ventaja sobre el
hombre aislado de la calle. Este último no puede competir con la burguesía
tampoco en el ámbito parlamentario. Cuando no existe una fuerte organización
del partido, que discutiremos más adelante, el concurrir por un escaño
parlamentario es un privilegio de los ricos y de los intelectuales que tienen
detrás o un mecenas rico o una poderosa camarilla – como la iglesia, o la
administración del Estado - a su servicio. Aún hoy, este hecho condiciona la
naturaleza de las luchas electorales en Inglaterra
11 A
pesar de la ampliación del sufragio, las luchas electorales continúan siendo
querellas internas de las clases dominantes, que luchan entre si.
Los electores, sin embargo, sólo son soberanos durante la
elección. Después de la elección, todo el poder de las masas se entrega a la
persona elegida, que hace con ella lo que gusta. Puede vender y traicionar a
sus votantes a su antojo; nada se interpone en el camino del desarrollo
"libre" de su "personalidad". Es "libre" hasta la
próxima elección y puede llevar el "principio democrático" a la
altura de lo absurdo; sus votantes no tienen poder para restringir su
"libertad intelectual". No puede, por supuesto, llevar las cosas
demasiado lejos, de lo contrario no será reelegido. Pero su sucesor
probablemente no sea mejor y, después de todo, el electorado tiene una memoria
muy corta. Si se porta bien y es hasta cierto punto amable con la gente, tiene
hecho gran parte del trabajo.
Con el fin de que los representantes no consideren que su
"libertad intelectual" es restringida indebidamente, las elecciones
no deben ser demasiado frecuentes. Los largos períodos entre elecciones son
parte de la esencia del parlamentarismo moderno. Sólo encontramos cortos
períodos entre elecciones en momentos de ilusiones sobre la democracia
burguesa.
12
Todas estas circunstancias hacen que el parlamentarismo
moderno sea la mejor de las herramientas posibles para la dominación de clase
de la burguesía, incluso donde existen instituciones democráticas amplias
que permiten a la masa del pueblo participar sin restricciones en las
elecciones. El hecho de que participen las clases explotadas y dominadas no
transforma esa dominación de clase en su contrario. Para poder florecer, todas
las formas de dominación de clase más allá de la primitiva esclavitud forzada
requieren que las clases dominadas y explotadas vivan en la ilusión de que las
condiciones actuales - incluso si no son las más cómodas - son las únicas
posibles. Esto, por ejemplo, es la base principal de la dominación de la
iglesia. En muchos casos, el parlamentarismo moderno tiene el mismo efecto:
despierta en las masas la ilusión de que, simplemente porque han conseguido el
sufragio universal, se han convertido en dueños del estado. Y si, a pesar de
ello, la burguesía sigue gobernando, es debido al hecho de que no hay otra
alternativa porque las masas no están preparadas para gobernar. Incluso en
nuestras filas es posible encontrar a personas que luchan con auténtico
fanatismo contra quienes creen que la burguesía ya no es imprescindible como
clase dominante. De esta manera, el parlamentarismo refuerza la dominación de
clase de la burguesía con mucha más eficacia que las políticas represivas más
brutales.
Los anarquistas comprenden este aspecto del parlamentarismo
muy claramente. Pero, como todo, el parlamentarismo tiene dos lados, y aquellos
que sólo ven con claridad uno de ellos pueden malinterpretar el fenómeno tan
mal como quienes no entienden correctamente ninguno de los dos.
Independencia de
clase
Antes hemos puesto de relieve cómo la naturaleza del
parlamentarismo puede cambiar por el desarrollo
de una organización del partido proletario.
Su organización es el arma que emancipará al proletariado;
es el arma de la lucha de clases que es particular al proletariado, al igual
que la del señor feudal era la espada y la armadura y la de capital es el
dinero. La organización es también el medio de hacer que el parlamentarismo se
subordine al proletariado.
En sus organizaciones, el proletariado adquiere capacidades
que lo hacen más adecuado a la actividad parlamentaria. Los líderes de estas
organizaciones, sin embargo, no solo se convierten en hábiles parlamentarios:
también ganan tiempo y la posibilidad de desarrollar una política eficaz en el
parlamento. De esta manera, el proletariado produce sus propios parlamentarios.
En sus organizaciones de masas, el proletariado también gana
la fuerza para luchar - de forma independiente y sin el apoyo de la burguesía -
sus batallas electorales con éxito. Aunque la contribución financiera de la
gente sea pequeña, el número total de ellas suma cantidades importantes. Pero
mucho más eficaz que las contribuciones financieras es el trabajo voluntario de
los camaradas, que nunca puede ser reemplazado de manera efectiva por el de
mercenarios.
Sin embargo, el
representante electo sigue siendo un simple camarada del partido y, como tal,
está sujeto a la disciplina del partido. A diferencia de los
representantes de la burguesía, no responde a una masa desorganizada de
votantes, que no tienen poder sobre él durante toda la legislatura y que a
menudo son fácilmente engañados con palabras bonitas. Por el contrario, depende
constantemente de una gran organización de miembros del partido políticamente
capaces. Los socialdemócratas son, pues, los únicos votantes que no sólo
deciden sobre sus representantes el día de la elección: son los únicos
electores que pueden reclamar con razón que sus candidatos realmente
representan a los trabajadores y no son representantes de las clases poseedoras
y dirigentes elegidos por los trabajadores.
Gracias a la organización del proletariado, allí donde el
sufragio universal hace posible que la clase obrera participe activamente en el
proceso parlamentario, el parlamentarismo cambia por completo su carácter. Como
el programa del Partido Obrero francés establece, el sufragio universal cambia
la naturaleza del parlamentarismo de ser un medio para engañar al proletariado
a convertirse en un medio para su liberación.
13
La organización del proletariado tiene un efecto similar en
la prensa. Dondequiera que tal organización es deficiente, la prensa es también
un medio de dominación de clase de la burguesía y cada vez lo es más. Sólo la
organización del proletariado en un partido independiente es capaz de
contrarrestar la prensa capitalista con una prensa independiente que realmente
sirva a los intereses del pueblo. Sólo los periodistas designados por las organizaciones
proletarias pueden justificadamente llamarse a sí mismos representantes de la
opinión pública - si no de la sociedad en su conjunto, si, ciertamente, de una
capa grande e importante de la población - mientras que los periodistas
burgueses aunque en el mejor de los casos se hayan nombrado a sí mismos los
representantes de la opinión pública, en la mayoría de los casos no son más que
los portavoces de tal o cual empresario capitalista.
Sin embargo, a pesar de la importancia de la organización proletaria
y de su control de los periodistas y parlamentarios que defienden al
proletariado, a veces, esta misma organización se encuentra con la oposición
incluso de miembros de sus círculos socialistas. Antiguamente eran los
anarquistas especialmente quienes se resistían al control de la organización
del partido en nombre de la "libertad de opinión" y los derechos del
"individuo libre". Criticaban el parlamentarismo burgués muy
acertadamente, pero trataban de destruir precisamente el medio que podía hacer inofensivo
al parlamentarismo, o incluso convertirlo en un arma efectiva del proletariado:
a saber, la organización política de los proletarios.
Desde hace algunos años, ha habido intentos en el seno de la
socialdemocracia no de destruir la organización política del proletariado, pero
si de independizar de ella a los parlamentarios y periodistas del partido. Los
parlamentarios sólo deben rendir cuentas a sus electores.
Italia y Francia
Estos fenómenos se han manifestado más claramente en Italia
y Francia. La organización del Partido en estos países es débil y periodistas y
parlamentarios tienen más poder que en Alemania, por ejemplo. Además, en estos
países la fracción parlamentaria y la prensa del partido se han expandido
rápidamente en los últimos años, con el resultado de que muchos elementos
burgueses han llegado a nosotros, que previamente habían trabajado
principalmente como lobos solitarios en la prensa y actuado políticamente en el
Parlamento por iniciativa propia. Un viejo camarada del partido considera
evidente que debe someterse a la disciplina del partido; pero a un recién
llegado le resulta difícil aceptarlo, especialmente si gana un escaño antes de
haber adoptado los hábitos de trabajo de un camarada del partido, como fue el
caso de Jaurès, por ejemplo.
14
Tales elementos ganaron una posición excepcional en el
partido desde el principio. Tan pronto como su tendencia se desvió de la del
partido, la disciplina de partido no podía parecerles más que una restricción
indecoroso de su personalidad libre. Por otra parte, fueron precisamente estos
elementos los que llegaron a una encrucijada que se desvió del curso anterior
del partido.
Las elecciones francesas de mayo de 1898 fortalecieron el
número de nuestros escaños parlamentarios de 32 a 38 y nuestros votos
aumentaron de 400.000 a 800.000. Pero en 1894 los "socialistas
independientes” recibieron sólo 87.000 votos, mientras que en 1898 recibieron
350.000
15 En
Italia, las elecciones de 1900 aumentaron la fracción socialista de 16 a 32.
Pero sólo había dos obreros en este grupo.
Estas dos elecciones fueron el punto de inflexión, después
de lo cual la tendencia "autonomista" - autonomía de las
circunscripciones electorales, de la fracción parlamentaria y de la prensa - se
reforzó. El efecto de esto en Italia ya ha sido demostrado claramente por la
camarada Oda Olberg en su artículo en Neue ZeitNo26, que es tan lúcido
como informativo.
16
Pero el efecto de la nueva tendencia "libertad de
opinión" en Francia no ha sido mejor, como lo demuestra el Congreso del
Partido Socialista Francés (Jauresistas) y los acontecimientos desde entonces.
La "autonomía" de la prensa ha llevado a una situación en la que el
liderazgo de esa organización no tiene una publicación a su disposición. La
Petite République, el diario socialista que se publica en París, pertenece
a la dirección de la tendencia, pero está en manos privadas. Y dado que su
editor en jefe, Jaurès, tiene diferencias con el editor, Gérault Richard, ha
emprendido la creación de su propio diario – también una empresa privada - que
compite con la publicación de Richard, a pesar de que ambos ¡representan la
mismo tendencia!
17 No
podría haber mejor ejemplo de los efectos desorganizadores de la autonomía de
la prensa.
¿Y los representantes parlamentarios? No tienen noción de la
disciplina de partido: cada representante vota a su antojo, con el resultado de
que - como los votos por el 'sí' y el 'no’ se anulan entre sí - en muchos casos
la fracción se neutraliza a sí misma como un factor eficaz. Hasta ahora, los
diputados también han sido independientes de la dirección del partido. Este
último podría decir lo que quisiera: los diputados hacían lo que les parecía.
Se consideraban responsables únicamente ante de los votantes, o en el mejor de
los casos, ante el congreso del partido - pero no ante el ejecutivo del
partido, que, después de todo, es el que debe en primer lugar poner en práctica
las decisiones del congreso del partido. Durante todo el período legislativo,
por lo tanto, no reconocieron ningún árbitro por encima de ellos, pero durante
las elecciones se sentían justificados para pescar votos utilizando todos los
medios posibles - incluso negando el carácter socialista de su política. Así,
antes de las últimas elecciones en 1902 se decidió que los candidatos
socialistas tuvieran que proclamar abiertamente el programa del partido como
propio si querían ser seleccionados como candidatos socialistas. Muchos no lo
hicieron, sin embargo, lo que no les ha impedido aparecer como diputados del
partido y participar como tales en todos y cada uno de los congresos.
Con el tiempo, esta falta de disciplina se hizo insoportable
para la mayoría de los camaradas del 'Partido Socialista francés'; en el
Congreso de St Etienne exigieron que los diputados estuvieran subordinados a la
dirección del partido, el ComitéInterfederal. A su vez,
exigieron que este comité se convirtiera en algo más que un simple buzón de
correos, en el que se acumulaban las cartas exigidas por los participantes en
las asambleas. La tendencia hacia el fortalecimiento de la disciplina de
partido fue tan fuerte que los diputados tuvieron que someterse a ella. Pero
Jaurès, siempre inventivo, no carecía de recursos para hacer frente a ella. En
el futuro, los diputados del partidos estarán de hecho sometidos a la dirección
por lo que respecta a la orientación general de sus tácticas. Sin embargo, la
dirección del partido fue cambiada. Si bien hasta ahora consistía en el Comité Interfederal (los delegados
de cada una de las federaciones que componen el partido), ahora la nueva
dirección del partido - el Comité Nacional – está compuesto
de forma conjunta por el Comité
Interfederal y la fracción parlamentaria. Esto significa que la
fracción parlamentaria se reserva el derecho de crear una mayoría en la
dirección del partido. Hasta ahora, esta última tenía derecho a protestar contra
las acciones de una fracción o de miembros individuales dentro de ella; a
partir de ahora este derecho también se suprimirá. La organización política del
proletariado en Francia – en la medida en que está representada por los
socialistas ministeriales - ya no está por encima de los diputados, sino por
debajo de ellos. Los diputados han pasado de ser los servidores a ser los amos
del Partido.
Jaurès espera justificadamente que la nueva institución
aumente la independencia - o, como él dice, "la fuerza moral" - de
"los diputados ... puesto que ya no están expuestos al peligro de ser
repudiado por sus propios amigos. Por familiarizar al
Comité Interfederal con las
dificultades y embrollos, con las intrigasparlamentarias y los
trucos de la reacción, se acostumbrarán a votar cosas que en ocasiones
despiertan la ira de una sección del proletariado porque estos votos son la
consecuencia necesaria de la lucha "(
dont parfois une portion du prolétariat se scandalise).
18
En el futuro, entonces, el
Comité Interfederal también verá las maquinaciones políticas
de pasillo del parlamento como la culminación de la lucha de clases y
¡defenderá votos que a los ojos del proletariado son un escándalo en relación
con las necesidades de la lucha! La disolución del partido probablemente no
será frenada así. Desde el Congreso de Burdeos, que se celebró hace un año, el
número de afiliados se ha reducido de 11.000 a 8.500. También es característico
que Millerand, a quien se adoraba, haya cortado a sangre fría los lazos con sus
amigos con su más reciente ataque insidioso contra el ministerio socialista.
19 No
lo habría hecho si pensase que la organización de ministerialismo socialista
fuese a experimentar un repunte.
La individualidad de
los diputados
Las cosas están mucho mejor en Alemania que en Francia e
Italia. Hasta ahora, en Alemania los efectos desorganizadores de la lucha por
la "liberación de la personalidad” han sido poca cosa.
Esto es gracias a la fortaleza de la organización del
partido y al hecho de que los antiguos camaradas del partido dominan en gran
medida la fracción parlamentaria - incluso a los compañeros recién elegidos.
Para estos viejos camaradas, la disciplina de partido se ha convertido en parte
de su carne y su sangre. Las personas que vienen al mundo del socialismo como
candidatos y que no llegan a un acuerdo con el partido, viendo su disciplina
como una restricción externa sobre su ser, no como parte de él, siguen siendo
la excepción. Las tendencias autonomistas en nuestras filas no han sido capaces
de nada más que:
— declamaciones más o menos patéticas sobre dictadores y
grandes inquisidores, anatemas y herejías;
— quejidos incesantes, que provocarían disputas sin fin si
esas quejas fueran respondidas por la parte opuesta;
—glorificar la prensa independiente de la disciplina del
partido, en la que sólo puede discurrir una vida intelectual supuestamente
libre.
La mezquindad y definitiva impotencia de tal comportamiento
hace que sea aún más desagradable. Pero no obstante es preferible a las
divisiones y la desorganización que la autonomía de las personas y las
organizaciones locales ha provocado en Francia e Italia. En cualquier caso,
estos fenómenos no nos tientan en Alemania para emular su ejemplo. Nos muestra
claramente que la "libertad de opinión" de los diputados, su
independencia de la organización política del proletariado - incluso cuando se
trata de diputados socialistas – devuelve al parlamentarismo su carácter
original, como un medio de dominación de la burguesía y de sus intelectuales
sobre la masa del pueblo. Si la socialdemocracia aceptara este comportamiento
entonces el sufragio universal se transformaría de nuevo de un medio de
emancipación en un medio de engaño.
Pero ¿no es correcto señalar que la disciplina del partido
tiene un efecto paralizante sobre el diputado cuando sus opiniones difieren de
los que le han mandatado, es decir, el partido? Que su personalidad queda
limitada y se le impide hacer su trabajo lo mejor posible?
No cabe duda que un diputado sólo hará su trabajo a medias
si representa una política que condena en su fuero interno. Su personalidad no
sólo se verá mermada: se degradará directamente y a largo plazo se corromperá,
reducida a la falsedad y la duplicidad.
Pero ¿cómo es posible salir de esta situación? ¿Cómo
combinar la necesidad de disciplina de partido con la necesidad de poder
defender libremente sus convicciones?
Ese es el problema. A primera vista parece ser muy difícil,
pero es sólo insoluble si consideramos auto-evidente que cualquier Tom, Dick o
Harry puedan convertirse en diputado. En realidad, el problema se resuelve solo
si, al momento de elegir candidatos, se toman las precauciones que corresponden
a la importancia de las funciones de un diputado - si sólo seleccionamos a
aquellas personas de probada eficacia como camaradas de partido y cuyo
historial proporciona la garantía de que sus convicciones se corresponden con
las del partido.
Por supuesto, esto no excluye que se produzcan conflictos
entre las propias convicciones y la disciplina del partido, y estos conflictos serán
aún más dolorosos cuanto más profundas sean las convicciones y más se respete
voluntariamente la disciplina. Es imposible acabar con este tipo de conflictos:
son el precio que pagamos por el mayor poder que el individuo y la clase
adquieren gracias a la organización del partido. Ninguno de nosotros - ni
siquiera el camarada más brillante - significaría una centésima parte de lo que
representamos si hablábase meramente de forma individual y no como
representante del mayor partido en el imperio alemán.
Por cierto, lo que la organización del partido implica en
cuanto a las restricciones a la 'personalidad libre' está más que compensado
por el apoyo que se proporciona a tanta "personalidad libre", que sin
el respaldo moral garantizado por el partido se perdería en el más extraño
callejón sin salida. ¿Quién sabe si el modelo de ministro socialista,
Millerand, habría caído tan bajo si una organización de partido fuerte le
hubiera impedido un poco más vivir su "personalidad libre".
Candidatos
responsables
Sea como fuere, es sin duda una gran ventaja para todos los
involucrados si, por lo que se refiere a nuestros diputados, los conflictos
entre convicciones y disciplina se reducen al mínimo. Esto puede ser así si los
candidatos se eligen cuidadosamente.
Pero en ocasiones nos faltan candidatos. El número de
distritos que prometen éxito electoral está creciendo a una velocidad mayor que
el número de camaradas probados, con capacidad oratoria que poseen el tiempo
libre necesario y la independencia económica. Especialmente en zonas fuera de
los centros industriales, el partido no puede encontrar los candidatos que
necesita en el seno de las organizaciones locales; los tiene que conseguir
fuera y, por lo tanto, dada la falta de familiaridad del partido local con el
partido en su conjunto, puede optar fácilmente por un candidato que, a pesar de
haberse hecho un nombre en la literatura del partido o incluso tener un título
académico , todavía carece de gran parte de lo que se requiere si ha de tener
un comportamiento en la fracción parlamentaria que sea satisfactorio para
todos.
Cuanto más crece nuestro voto, mayor es nuestra necesidad de
candidatos, más alejadas están los distritos electorales con una mayoría
socialdemócrata de los grandes centros de la vida económica, política y social,
y más necesario se hace que las organizaciones locales no gocen de soberanía
absoluta la hora de elegir los candidatos y que esta cuestión se convierte en
una cuestión del partido en su conjunto. La manera más fácil de que esto suceda
es si el partido en las circunscripciones tiene que ponerse de acuerdo sobre
sus candidatos a los parlamentos de los estados (lander) con el conjunto de la
dirección del estado o la asamblea estatal, y con la dirección del partido a
nivel estatal y la dirección nacional del partido para sus candidatos al
Reichstag. En 1876, la propia conferencia del partido decidió sus candidatos
para las elecciones al Reichstag, en la medida en que tenía tiempo suficiente
para hacerlo. Dado a que la conferencia se adelantó, la selección de un gran
número de candidaturas se hizo imposible y tuvo que ser delegado a un comité
central electoral designado por la conferencia del partido.
Podemos ver que hay diferentes formas de influencia que el
partido en su conjunto puede ejercer sobre la selección de los candidatos. Cual
es la más práctica es un problema en sí mismo y no se discute aquí con más
detalle. Por el momento, lo que nos preocupa es el reconocimiento del principio
de que la nominación de un candidato para el Reichstag es un asunto que
concierne al partido en su conjunto, tanto como le concierne a la organización
del partido en el distrito electoral.
Este principio no debe, por supuesto, implicar la violación
más despreciable del principio democrático que establece que todos los asuntos
políticos se deben tratar desde abajo, a partir de la independencia de las
masas, no desde arriba de una manera burocrática. De hecho, en varias
publicaciones del partido el reciente asunto del vigésimo distrito electoral de
Sajonia ha desatado una verdadera tormenta de indignación por la violación de
la democracia de los votantes por parte de una autoridad del partido.
Sin embargo, si hay un principio democrático, entonces es e
siguiente: la mayoría debe imponerse a la minoría y no al revés. En nuestro
caso, la mayoría es el partido en su conjunto y la minoría es la organización
del partido en el distrito electoral. No olvidemos que hemos ido más allá del
sistema representativo feudal, donde el delegado individual actuaba como
representante de una determinada localidad. El diputado del Reichstag es el
representante del pueblo alemán, no de un distrito electoral. Y, como un hombre
de partido, es el representante del partido en su conjunto, de tres millones de
personas, no de los 10.000 o así que han votado por él. Se le da una plataforma
desde la que no sólo habla a su distrito electoral, sino a Alemania en su
conjunto. Y lo que hace y deja de hacer en el Reichstag no solo tiene
consecuencias en su distrito electoral, sino en el partido en su conjunto.
Todos sus aciertos tendrán un impacto positivo en toda la organización; todos
sus errores avergüenzan o perjudican al partido. La selección de cada candidato
al Reichstag es, pues, una cuestión importante para el partido en su conjunto.
Pero, ya que el partido no puede hacer frente por si mismo a
este problema, tienen que hacerlo sus representantes. Aquellos que consideran
esto demasiado "burocrático" o "centralista" podrán
proponer que los candidatos sean seleccionados en un referéndum por todos los
camaradas del partido. Pero quienes consideran que esta última sugerencia es
inviable no deben quejarse de la falta de democracia, cuando esta tarea, como
muchas otras que corresponden al partido, es atendida por una o varias
instancias del partido.
Por supuesto, esto no va a suceder solo en el caso de una
autoridad superior, como la dirección del partido o el comité central. A los
camaradas del partido en el distrito electoral corresponde el peso principal de
la campaña electoral - el éxito de los candidatos depende sobre todo de ellos.
Pero no deben tener el derecho de imponer al partido un candidato sobre quien
la mayoría del partido tiene fuertes reservas.
20 Deben
seleccionar a sus propios candidatos, pero este candidato sólo debe ser
confirmado después de que los representantes elegidos por el partido en su
conjunto hayan aprobado su elección. Por regla general, esto es lo que va a
pasar y en los antiguos distritos electorales con camaradas capacitados será
una mera formalidad. Sin embargo, cuando sea necesario objetar el candidato, es
mejor para todos los involucrados que se resuelva de manera tácita entre los
grupos [Faktoren] mencionados antes. Si se hubiera preguntado a la
dirigencia estatal y a la dirección del partido antes de proceder en la 20ª
circunscripción a proclamar candidato a Göhre se hubieran evitado escenas
embarazosas, que sin duda han dañado a nuestra eventual candidato, pero que
tampoco contribuyeron a acrecentar la reputación de Göhre.
De hecho, no se trata de algo nuevo o algo inaudito. Es una
cuestión práctica establecida. Siempre era habitual en el partido que las
circunscripciones individuales llegaran a un entendimiento amistoso con la
dirección del partido o del estado con respecto a un nuevo candidato. Pero el
partido se ha vuelto demasiado grande para que esta práctica establecida sea
suficiente. La práctica establecida deja de respetarse cuando deja de ser
considerada evidente por sí misma y cuando sus disposiciones, incluso su
existencia, se convierte en polémica. En este punto, la práctica debe ser
concretada y codificado de forma explícita, porque de lo contrario su
aplicación en casos particulares representaría una pérdida de energía excesiva
y causaría demasiados conflictos innecesarios.
¡Cerrar las filas!
Se ha vuelto tan grande, nuestro aparato del partido y
chirría tanto que corre el riesgo de perder todo su poder. Se ha hacho
necesario determinar con mayor precisión lo que ha sido habitual hasta ahora -,
así como buscar varias mejoras organizativas, si queremos que la fricción se
reduzca al mínimo y el aparato del partido vuelva a funcionar suavemente.
Sería, sin embargo, un servicio altamente involuntaria por parte de Heine si su
intento de disolver la práctica establecida de la organización del partido
llevase finalmente a su implementación estatutaria precisa y con ello a una
mayor rigidez en la organización.
En primera instancia, se trata de determinar las
competencias de las organizaciones locales del partido en los distritos
electorales vis-à-vis el partido en su conjunto. Esto no sólo es
cierto cuando se trata de la selección de candidatos. Hemos visto cómo los
diputados que creen que la disciplina de partido es una carga demasiado onerosa
a menudo tratan de zafarse de ella afirmando que son responsables no ante el
partido, sino ante su electorado. Esta es una práctica extendida entre los
socialistas ministeriales en Francia, pero también se ha practicado en nuestras
propias filas. Suena muy "democrático", pero en realidad no son más
que residuos de tendencias feudales, que pretenden enfrentar lo partícula a lo
general y a la uniformidad [Einheitlichkeit] que debe ser inherente a
un partido político moderno. Si un socialdemócrata apela a sus votantes contra
el partido, se trata de un truco reaccionario no muy diferente de cuando Bülow
21 reclama
del parlamento del estado prusiano un voto de confianza que le niega el
Reichstag.
No nos dejemos por lo tanto confundir por "notas
marginales democráticas" y lugares comunes en relación con lo que es
necesario para una verdadera democracia - es decir, el control de las masas
sobre sus delegados - cuando se trata de fortalecer y reforzar nuestra organización.
En política, como en la guerra, no siempre mismas tácticas
son eficaces. En las batallas modernas, es necesario diseñar nuevas estrategias
de combate y desplegar nuestras fuerzas. En política, sin embargo, se siguen
aplicando las tácticas de guerra de los siglos XVII y XVIII: triunfan las
columnas compactas que se mueven sobre el terreno de manera coordinada y
unidas.
Cuando estamos ante una batalla, no hay que dispersar las
fuerzas a fin de "desarrollar libremente" nuestra
"individualidad". Nuestro lema debe ser: "¡Cerrar las filas!».
Notas
1. ‘Fortunes of a formula: ‘From “Democratic centralism” to “democraticcentralism”’ Weekly
Worker April 11 2013.
3. Discusión en Protokoll
über die Verhandlungen des Parteitages der Sozialdemokratischen Partei
Deutschlands abgehalten zu Jena vom 17. bis 23. 09 1905 (en la misma
web que el anterior), y, por la derecha, Der Vorwärts-Konflikt,Múnich
1.905.
4. Fuentes citadas en las notas 3 y 4.
7. The
Independent 2 de noviembre 2015.
9. Wolfgang Heine (1861-1944): un experto legal del grupo
parlamentario del SDP que pertenecía al ala derecha del partido y
contribuyó regularmente a la publicación de esa tendencia, Sozialistische Monatshefte.
10. Paul Göhre (1864-1928): activo inicialmente en el
movimiento social cristiano, trabajó junto a Max Weber en el estudio de las
condiciones de vida de los trabajadores rurales en el este de Alemania. Entre
1894 y 1897 trabajó como sacerdote. En 1900 se incorporó al SDP y un año
después renunció a sus derechos y deberes clericales. Partidario del ala
revisionista de la socialdemocracia, en 1903 fue elegido diputado al Reichstag,
pero renunció a su cargo después de entrar en conflicto con la dirección del
partido ('el caso Göhre'). Volvió al Reichstag en 1910. Se ofreció como
voluntario al ejército con 50 años en 1914, y se convirtió en subsecretario en
el Ministerio de la Guerra de Prusia en 1918.
12. La “democracia burguesa" en los escritos marxistas
de este período significa elpartido o tendencia de los liberales de
izquierda y radicales. La referencia de Kautsky es probablemente a las
reivindicaciones de los cartistas y la revolución francesa de 1848-1850.
13. Programa elaborado en la habitación de delante de
Friedrich Engels en el norte de Londres por Engels, Marx y Paul Lafargue. El
proyecto fue aprobado en el congreso del Partido Obrero en noviembre de 1880.
El texto completo del programa está disponible en
Marxist
Internet Archives .
14. Jean Jaurès (1.859-1914): socialista francés, fundador
del diario socialista L'Humanité y
líder de la sección francesa de la Segunda Internacional. Gradualista, que creía
que el marxismo daba excesiva importancia al papel de los intereses materiales
en la historia. Fue asesinado por el nacionalista de extrema derecha, Raoul
Villain, en 1914.
15. Los socialistas independientes franceses (Socialistes
indépendants) eran una agrupación política y fracción parlamentaria en la
Tercera República, que se negó a unirse a los diversos partidos políticos
organizados del socialismo francés. Su nombre llegó a ser usado - como es
evidente en el uso de Kautsky - para referirse a los políticos que pretendían
que su legitimidad surgía de sus votantes y por lo tanto se negaban a someterse
a cualquier disciplina parlamentaria.
16. Oda Olberg (1872-1955): corresponsal de Die Neue Zeit – semanario marxista
de Karl Kautsky - para los movimientos obreros italianos y franceses. Defensora
del derecho al aborto y del suicidio asistido, trabajó junto con Benito
Mussolini en la publicación italiana Avanti!
17. Alfred Léon Gérault-Richard (1860-1911): editor
socialista y diputado del Partido Socialista.
18. Nota original de Kautsky: Dépêche de Toulouse 22
de febrero de 1904. Citado de E Lafont en su artículo sobre el Congreso de St
Etienne, 'Mouvement Socialiste ", 15 de marzo 1904.
19. Alexandre Millerand (1.859 a 1.943): socialista francés
cuya decisión de convertirse en ministro del gabinete en el gobierno
Waldeck-Rousseau en 1899 condujo a su expulsión de la Segunda Internacional y
dio el lugar a la palabra, 'millerandismo', como termino despectivo referido al
socialismo reformista. Kautsky dirigió la acusación contra Millerand y sus
partidarios en la Segunda Internacional.
20. Nota original de Kautsky: Si es necesario, también
podría llegar a ser conveniente para el partido en su conjunto, o sus
representantes, nominar directamente a los candidatos. Especialmente en los
estados donde el número de escaños seguros es tremendamente pequeño. No hay que
dejar por completo la selección de los candidatos a la contingencia de las
influencias locales; el partido tiene derecho a exigir que, para los escaños
seguros se seleccione a los representantes más adecuados que necesita en el
Parlamento a toda costa. En Austria, gracias a la autonomía irrestricta de los
distritos electorales, un hombre como Víctor Adler [1852-1.918, miembro
fundador de la socialdemocracia austriaca] se mantuvo alejado de la Cámara de
Representantes durante dos períodos legislativos consecutivos y es cuestionable
si en las próximas elecciones será elegido. Pero esta cuestión no afecta al
imperio alemán, donde hay una gran cantidad de escaños seguros.
21. Bernhard Heinrich Martin Karl von Bülow (1849-1929):
político y estadistas alemán. Uno de los favoritos del kaiser Guillermo II, en
1900 von Bülow se convirtió en canciller de Alemania y en ministro presidente
de Prusia. Guillermo II esperaba que, con el apoyo de von Bülow, la democracia
y la política parlamentaria podrían ser eliminadas. En el Reichstag, Bülow se
refirió una vez al libro de Kautsky La revolución social, publicado
en 1902, como la "Guía para el Estado del futuro".
Nota
editorial
Karl Kautsky (Praga,
16 de octubre de 1854 - Ámsterdam, 17 de octubre de 1938) fue un destacado
teórico marxista. Después de la muerte de Engels, en 1895, Kautsky se convirtió
en uno de los más importantes e influyentes teóricos del socialismo y de la
Segunda Internacional, formando el núcleo marxista del partido junto a Bebel.
Rompió con Rosa Luxemburgo y el ala izquierda del SPD en 1914, después de
haberse integrado el Partido Socialdemócrata Independiente entre 1917 y 1919,
volvió a unirse al SPD en 1922. Hacia el final de la Primera Guerra Mundial,
Lenin -que se había considerado su discípulo hasta 1914- atacó a Kautsky llamándolo
«oportunista» y «renegado» por su posición ante la guerra. La confrontación se
hizo más dura tras la Revolución de Octubre y las críticas de Kautsky a las
políticas bolcheviques.
Mike MacNair es
profesor de Historia del derecho en el St. Hugh`s College, Universidad de
Oxford. Su último libro es Revolutionary Strategy (2008), que pronto verá una
segunda edición.
Traducción del inglés por G. Buster