|
Karl Marx ✆ Mark Stenson
|
Diego Guerrero |
En abril de 2000, los estudiantes de Económicas de Somosaguas (UCM)
organizaron un Seminario de una semana de duración, con profesores españoles de
diversas universidades, y en el que la asistencia e interés de la gente más
joven fue proverbial, como estuvimos de acuerdo en valorar todos los ponentes.
El título genérico del seminario se refería a la "Economía crítica",
y contó con la asistencia de los profesores Alfons Barceló, Carlos Fernández
Liria y Diego Guerrero (sesión sobre la Teoría del valor); los profesores
Xabier Arrizabalo y Montserrat Galcerán y el miembro del CAES (Centro de
Asesoría y Estudios Sindicales) Agustín Morán (sesión sobre el Desempleo); los
profesores Enrique Palazuelos y Jesús Albarracín (sustituido por enfermedad por
Diego Guerrero) y el editor Carlos Prieto del Campo (sesión sobre Teoría y
realidades de la crisis económica); y los profesores Ahijado y Martínez
González-Tablas junto a Pedro Montes y Ramón Fernández Durán (sobre la cuestión
de España y la Unión Europea). Para las dos sesiones en que participé escribí unas
"tesis" polémicas, con el ánimo de provocar la discusión, que luego
fueron publicadas en la revista Laberinto,
de la Universidad de Málaga. Aunque la participación de hoy versa sólo sobre la
Teoría de la crisis que parte de la concepción de Marx, teniendo en cuenta que
ésta no se puede entender sin partir de la Teoría laboral del valor, creo que
puede tener interés reproducir aquí las 20 "tesis originales", pero
seguidas cada una de ellas de un comentario y actualización.
Diez tesis
polémicas sobre la teoría laboral del valor: segunda (1) versión
(2003)
1. La filosofía
de Marx es su Economía; no es ni el materialismo dialéctico ni el materialismo
histórico, que no son ni filosofía ni ciencia, sino su teoría laboral del valor
(Martínez Marzoa, 1983; Arteta, 1993; Fernández Liria, 1998), única teoría
científica del valor mercantil coherente --es decir, no ecléctica (véase qué
entiendo por eclecticismo, en Guerrero, 1997)-- que existe hasta ahora. En
Marx, esta teoría está incompleta, por lo que debe ser completada, y lo ha sido
parcialmente desde su muerte, no siempre por parte de los marxistas, y a veces
en contra de los marxistas.>>
Comentarios a la tesis 1
a. No se trata de enfrentar
filosofía y economía ni de hacer una reivindicación corporativa. Marx hablaba
de los economistas en tercera persona, y en su época una cosa eran los
"economistas" (a los que no dudó en calificar a veces de
"sicofantes del capital") y otra los "socialistas" (en el
sentido amplio de todos cuantos se oponía al estado de cosas capitalista: comunistas,
anarquistas, etc.). La excepción fue el prólogo de Miseria de la
Filosofía, donde protestó, "como economista", de que Proudhon tuviera
buena reputación como economista en Alemania (y como filósofo en Francia):
ambas cosas se basaban en un malentendido, según Marx.
b. Los llamados
"materialismo histórico" y "materialismo dialéctico" es
mejor entenderlos como un estadio de la filosofía y la concepción del mundo que
Marx atacó. Al menos desde la Revolución Francesa, había habido ya un montón de
autores –filósofos, historiadores, economistas... burgueses— capaces de hacer
una interpretación materialista, de clase, conflictual, etc., de la nueva
sociedad. A Marx eso no le bastaba, y casi toda su actividad intelectual la
dedicó a distinguir las ideas y las categorías que fue creando de las que
habían surgido en el contexto de la izquierda avanzada europea.
c. Marzoa supone un paso
adelante muy importante. Dice: lo que Marx aporta es una "ontología del
capitalismo", es decir, una concepción de "lo ente" en nuestra
época como mercancía; si Marx dijo algo significativo y original en la historia
del pensamiento filosófico fue en primer lugar que todo lo que existe, incluida
la capacidad laboral activa de los individuos, es mercancía y debe, por tanto,
someterse a las leyes de las mercancías en tanto perviva el régimen mercantil.
La ley del valor (la base de la teoría laboral del valor, TLV) es toda la
cadena conceptual que lleva desde este descubrimiento a la concreción múltiple
y rica de esa idea en el conjunto de categorías específicas, "económicas",
que se desarrollan en El capital (económicas, en el sentido de que el
material en bruto a partir del cual él desarrolla la mayoría de sus conceptos
fue aportado por los economistas anteriores a él).
d. En contra de lo que piensa la
mayoría (incluida la mayoría de los marxistas), en la TLV de Marx no hay
contradicciones. Lo que hay es una explicación en dos pasos: 1) los precios son
proporcionales a las cantidades de trabajo si consideramos a las mercancías
"sólo como mercancías" (libro I de El capital); 2) y se desvían
por arriba o por debajo de los primeros ("precios directos", pd) si
se considera a las mercancías como "mercancías que son ya el producto del
capital" ("precios de producción", pp). Lo importante es que
Marx fue el primero en explicar la relación entre los dos tipos de precios (o
valores) de cada mercancía de tipo i:
ppi = xi · pdi,
donde xi es el cociente entre la composición orgánica
del capital en el sector i y la composición orgánica media de la
economía
(2).
2. Marx comenzó a
crear el sistema conceptual apropiado para dar cuenta del funcionamiento de la
sociedad capitalista. Para ello, construyó un modelo de economía capitalista
pura, usando el método único y común que comparten todos los científicos (como
opuestos a los ideólogos, los literatos y los filósofos especulativos). Dicho
método (en su pluralidad de prácticas concretas) sólo puede consistir en el
pensar por sí mismo que recomienda Kant, hasta proponer leyes o teoremas o
conceptos que superen el triple criterio universal de aceptación provisional en
el ámbito científico: la contrastación lógica, la confrontación teórica (o
diálogo científico) y la comparación de los concretos pensados con los
concretos reales externos y preexistentes.
Comentarios a la tesis 2
a. Aunque la referencia concreta
a Kant pudo estar influida por la reciente lectura (entonces) del libro de
Liria (1998), la esencia es válida de todas formas. Los juicios de valor son
inevitables en los sujetos –que por definición somos subjetivos--, pero eso no
elimina la posibilidad de que la sociedad humana alcance la objetividad
científica (aunque esto tampoco significa que ésta esté al alcance del primero
que la pretenda).
b. Eso quiere decir que querer ser
activamente un revolucionario no impide pretender a la vez comportarse como un
científico. Y en la actividad científica es esencial el diálogo, que, por
definición, es inagotable e inacabable. La discusión nunca está cerrada, ni
siquiera con el enemigo ideológico. Y en esta batalla intelectual sólo valen
las reglas del libre pensamiento, que exige que la contrastación de cualquier
afirmación o teoría se tenga que hacer siempre por cualquiera de los tres
métodos (si puede ser. Simultáneos) por los que se llega a ese fin inacabable:
la contrastación lógica, doxológica y fáctica de las hipótesis, tesis, etc.
3. El objeto de
análisis científico de Marx fue la sociedad capitalista (o moderna o burguesa),
cuya estructura o ley quería descubrir con la misma exactitud matemática o
física que pretendieron Platón (y aun más, Eudoxo) o Galileo o Newton. Para
ello, Marx se enfrentó con los ideólogos socialistas de todas clases,
anteriores a él o contemporáneos suyos, desde el anarquista individualista
Stirner (a quien, junto con Engels, criticó en su juventud) hasta el socialista
de cátedra, o catedrático, Adolph Wagner (a quién criticó en su
vejez), pasando por tantos otros (Proudhon, Lassalle, Vogt, Bakunin, Dühring,
por citar sólo a algunos). En cambio, se apropió y metabolizó las enseñanzas de
muchos científicos burgueses, cogiendo de cada uno de ellos los elementos que
su materialismo identificó y fue capaz de integrar en un sistema conceptual
nuevo, que no sólo rompía con los sistemas anteriores, sino que se convirtió en
el sistema sobre el cual los científicos actuales de la sociedad están
obligados a construir, salvo que renuncien a toda pretensión de conocimiento y
se acomoden, ya sea a la pereza de la filosofía dialéctica hegeliana, ya al
interés de la pura ignorancia ideológica.>>
Comentarios a la tesis 3
a. Esto tiene que ver con mi concepción
de que "el eclecticismo siempre es excesivo", afirmación mía que no
siempre se entiende. No me desdigo de lo apuntado en el punto anterior;
simplemente matizo que una cosa es "mezclar" los insumos del proceso
de intelección (las lecturas de los materiales con que trabaja el científico),
y otra muy distinta buscar lo híbrido en el producto o output que
sale del intelecto. Uno puede ser ecléctico en sentido amplio, por ejemplo
leyendo a defensores de la teoría utilitarista del valor (evidentemente, hay
que leer a todo el mundo, aunque por falta de tiempo es mejor sólo leer a los
que merezca la pena dentro de cada corriente); lo que no puede uno es querer
mezclar, en su teoría del valor, elementos que son mutuamente incompatibles
(por ejemplo, elementos de la TLV y de la citada teoría utilitarista).
b. Todo estudioso serio de la sociedad
actual, ya quiera cambiarla, ya mantenerla, debe querer sobre todo entenderla,
para lo cual hay que ir al fondo, hay que profundizar por debajo de las
apariencias, y el criterio de orientación en ese proceso inacabable de búsqueda
sólo puede ser el libre pensamiento, ayudado en la triple y continua
contrastación ya citada. Si uno encuentra en el camino que el jefe de su
partido (en el sentido "contingente") se equivoca, tiene que decir
que se ha equivocado, dónde y por qué, y no se puede disimular ese error con la
falsa excusa de que es un camarada. El propio Marx se equivocó –y es un buen
ejercicio para todo el que lo estudia averiguar dónde--, y no digamos Lenin,
Trotski o Rosa Luxemburgo (por citar a algunos de sus mejores seguidores). Marx
sabía, sin embargo, reconocer que un socialista como Sismondi podía estar más
alejado de la verdad (en cierto cuestión que se está discutiendo en ese
momento) que un capitalista burgués como Ricardo. Y este ejemplo bien conocido
de las Teorías de la plusvalía lo vemos repetido cientos de veces en
toda su obra.
4. La teoría del
valor de Marx pretende dar cuenta de la dinámica del capitalismo, la forma
social donde las cosas realmente existentes se han convertido universalmente en
mercancías. Para comprender esa dinámica, son de especial importancia el
análisis de la explotación del trabajo y el de la competencia de los capitales.
Conjuntamente, la comprensión de ambos fenómenos lleva a la concepción de los
precios efectivos y su movimiento como la manifestación sintética de dicha
dinámica. Dichos precios son la expresión monetaria o indirecta de las
cantidades ponderadas de trabajo que la reproducción social exige emplear para
la reproducción futura de cada tipo de mercancía (en las condiciones técnicas
marginales de producción). Cada precio individual es el que es debido a las
interrelaciones de todas las mercancías --incluida la fuerza de trabajo
humana-- entre sí, y a los movimientos de cada unidad de capital en busca de la
máxima ganancia posible, libre movimiento sólo plenamente posible desde el
momento en que la libre y comunista explotación del trabajo por el capital es
un hecho universal.
Comentarios a la tesis 4
a. Es un error pensar que preocuparse
por los precios es un prurito burgués, mientras que lo que un revolucionario
debe hacer es entender la explotación. Marx combinó de forma inseparable
la explotación y lacompetencia, que son los dos aspectos que
conforman el contenido de la TLV. Todas las sociedades precapitalistas han
vivido también de la extracción por parte de una minoría de trabajo excedente
de una mayoría de productores. Pero lo específico de la sociedad moderna es que
dicha extracción se lleva a cabo bajo la apariencia de la igualdad, la libertad
formal y el libre acuerdo de partes contractuales con iguales derechos. Marx demostró
cómo el libre cambio y el libre movimiento del capital producen la explotación
a través del pago en forma de salario del equivalente normal del valor de la
fuerza de trabajo (según el principio general de intercambio de equivalentes).
Pero la clase capitalista explota colectivamente a la clase asalariada, y esa
explotación colectiva es lo que llama Marx el "comunismo
capitalista", fundamento de la unidad de una clase en el enfrentamiento
global con la otra.
b. Pero en un segundo momento
hay que descender a la competencia (véase Guerrero, 2003), es decir, a las
relaciones secundarias de clase que enfrentan entre sí a los distintos
integrantes de los dos grandes conjuntos sociales: en el lado explotador, se
enfrentan los capitalistas industriales entre sí, tanto dentro de cada sector
como entre los diferentes sectores, los capitalistas industriales con los del
sector de la circulación y el financiero, todos ellos con el Estado en sus
distintos niveles y cada uno de éstos (administración central, supranacional,
territorial, etc.) a su vez entre sí...; en el lado de los explotados, los que
tienen un empleo con quienes lo buscan, los empleados con los parados, los
emigrantes con los locales, las mujeres con los hombres, los jóvenes con los
maduros, y así sucesivamente. Pero tan importante como combinar los dos
momentos –explotación, competencia— es jerarquizarlos adecuadamente: el primero
es el dominante.
5. Al fijar
precios por el método de prueba y error, los capitalistas aprenden de la
práctica de los mercados realmente existentes qué precios son adecuados y
cuáles no, qué inversiones son convenientes o desaconsejables, cuáles de ellos
mismos tiene que cerrar o quiénes van a engullir al rival más próximo. Pero
éste es un conocimiento precientífico y práctico. El conocimiento teórico que
nos interesa a los científicos sociales nos empuja a descubrir la ley del
movimiento de esos precios. Marx descubrió esa ley, pero no la pudo exponer de
la forma completa y perfeccionada en que hoy en día es posible hacerlo. Marx la
expresó en un lenguaje hegeliano poco apropiado, que se entiende mejor si se
parte del cuadro 1, donde se pretende sintetizar su esquema conceptual (aunque
no siempre uso los mismos términos que él).
Comentarios a la tesis 5
En este punto no voy a añadir nada nuevo, por lo que el
comentario se va a limitar a repetir el párrafo explicativo que seguía
originalmente este cuadro (para mayor detalle, véase en la página web
http://pc1406.cps.ucm.es la obra
Guerrero, 2000a):
"En la lectura
del cuadro se imponen tres movimientos, uno en horizontal (desde A hasta B), y
dos en vertical (uno ascendente, de D a C, y otro descendente, de C a D). Cada
uno de estos movimientos de lectura es de naturaleza diferente. El primero
significa que las cantidades de trabajo (es decir, los precios o valores
absolutos) se expresan, no directamente, sino relativa o indirectamente (como
ocurre con otras muchas variables físicas), comparándose con las cantidades de
trabajo correspondientes a otras mercancías y, en especial, con las
correspondientes a la mercancía específica singularizada (y puesta aparte en la
práctica mercantil) como equivalente general y medio de cambio universal de las
otras mercancías (es decir, el dinero). El movimiento vertical ascendente
refleja el modo de proceder del conocimiento científico. Partiendo de la
intuición o representación inmediata de los reales concretos que son los
precios mercantiles efectivos, la razón cognoscente elabora los conceptos
teóricos apropiados (en el recinto teórico representado por el área C). A
continuación, Marx desarrolla los conceptos que exige su teoría para integrar
explotación y competencia, pero lo hace de forma hegeliana, contribuyendo él
mismo a oscurecer el entendimiento de su propia teoría (por otra parte
incompleta e inacabada, como lo demuestra el estado de los manuscritos de los
libros II y III de El Capital)."
6. Marx consideró
necesario elaborar 4 conceptos distintos de valor (o precio), que yo llamo en
el cuadro 1, sucesivamente, valores individuales, directos, de
producción y efectivos. El último es el valor o precio que ofrece de
hecho la realidad mercantil (podría llamarse precio de mercado si el
modelo prescindiera de la realidad del Estado y su impacto sobre la fijación de
ciertos precios). El primero --el valorindividual-- sólo sirve de piedra de
contraste para comparar los dos valores teóricamente más relevantes: el
valor directo (que sólo tiene en cuenta la competencia
intrasectorial) y el valor de producción (que tiene en cuenta también
la competencia intersectorial). La diferencia cuantitativa entre estos dos
tipos de valores fue analizada correctamente en el libro III de El
Capital, tanto en lo referente a sus razones (el hecho de que unos se conceptúen
para tener en cuenta la circulación de mercancías como simples mercancías, y
los otros, para dar cuenta de esa misma circulación de mercancías en cuanto
porciones determinadas del capital social) como en cuanto a su propia
naturaleza (se trata de una desviación puramente cuantitativa, o de magnitud,
no de un cambio de unidad ni de un cambio en el espacio, o mundo, en que se
ubican dichos precios).
Comentarios a la tesis 6
a. Hay buenas historias del
llamado "problema de la transformación", el arma fundamental que se
ha usado para desacreditar la TLV de Marx. Si este descrédito es un hecho
–también entre una mayoría de marxistas, repito--, ello se debe a que se trata
de una discusión técnicamente difícil y a que los defensores de la TLV no han
sabido estar a la altura, en parte debido muchas veces a sus excesivas
urgencias derivadas de la actividad práctica en la que se veían envueltos (que
no siempre justificaba su pereza intelectual). Lo único que se puede hacer
aquí, en un corto espacio, es referirse a alguna bibliografía útil.
b. Creo que lo más útil es combinar la
lectura del propio El capital con las dos obras más esclarecedoras en
este sentido: los excelentes libros de Rubin (1928) y Martínez Marzoa (1983).
Para un detallado resumen de los debates sobre la transformación, se puede usar
un par de muy buenos manuales recientemente traducidos al español: Gouverneur
(1998) y, más extensamente en este punto, Gill (1996) (véase también Guerrero,
1997, y algunas de las lecturas incluidas en Guerrero, ed., 2002). En un
estadio más avanzado del estudio, para aquellos que ya conozcan las bases
fundamentales y puedan leer en inglés, el libro esencial es Bródy (1970).
En cuanto al resto de las tesis (de la 7 a la 10), debido a
su mayor tecnicismo y a la falta de espacio, parece más aconsejable
reproducirlas a continuación sin comentarios adicionales, aunque indicando que
estaré encantado de debatir la cuestión por email (
diego.guerrero@cps.ucm.es) con
todos los interesados.
7. Marx dejó
incompleto el análisis matemático del problema. A pesar de sus estudios de
Matemáticas en los años de vejez (véanse Smolinski, 1973; Alcouffe, 1985), no
podía resolver adecuadamente la cuestión con la exactitud que buscaba,
fundamentalmente debido a que en su época no se había desarrollado el álgebra
matricial hasta el nivel requerido. Los teoremas de Perron-Frobenius,
difundidos sólo en el siglo XX, la elaboración a partir de las décadas de 1920
y 1930 del análisis insumo-producto (más conocido como input-output) por
parte de Leontief (incluida la obtención posterior de la ya
famosa inversa de Leontief: véase Leontief, 1953a y b), la
programación lineal desarrollada por Kantorovich, Koopmans y otros a partir de
los años treinta, las aportaciones matemáticas de von Neumann y su insistencia
en el problema de la dualidad matemática, la reelaboración de estas
cuestiones por su discípulo marxista, András Bródy, el desarrollo del concepto
de integración vertical por parte de Pasinetti (1973), el
descubrimiento de la solución iterativa a la cuestión de la
transformación (primero por Bródy, luego por parte, casi simultáneamente, de G.
Abraham-Frois, M. Morishima y A. Shaikh), el comienzo de los trabajos empíricos
para el cómputo de las cantidades de trabajo verticalmente integradas
necesarias para la reproducción mercantil, el desarrollo del concepto
de composición en valor del capital verticalmente integrada (Shaikh,
1984) y su cálculo empírico a partir de tablas de insumo-producto reales de los
Estados Unidos (Ochoa, 1984, Chilcote, 1997), etc.; todo eso ha hecho posible
que hoy pueda concluirse, a mi juicio, que los auténticos valores-trabajo son
los valores de producción.
8. Desde el punto
de vista marxista, el argumento teórico puede rastrearse desde el propio Marx,
pasando por Rubin (1929) y Bródy (1970), hasta llegar al filósofo español
Felipe Martínez Marzoa, que, en un libro que no cita su discípulo F. Liria
(1998), argumenta que estamos llenos de razón si queremos acusar de incoherencia
a toda la tradición marxista que no ha puesto reparos a la hora de ponderar los
valoresindividuales en un valor social promedio llamado
valor directo, y en cambio se ha sumergido y empantanado en los debates
más miserables sobre la supuesta imposibilidad o inconveniencia de hacer otro
tanto con los valores directos para socializarlos
(intersectorialmente o, mejor, globalmente) en los auténticos valores que
corresponden a la economía capitalista en su conjunto (que, no lo olvidemos, constituye
el verdadero objeto de análisis de esta teoría del valor): los valores de
producción.
9. En mi opinión
(Guerrero, 2000a), la explicación de que esta minoritaria línea de pensamiento
dentro de la tradición marxista no haya conseguido aún la relevancia que merece
estriba en la posición de autoderrota infligida por la defensa ideológica y
pseudocientífica que han llevado a cabo la mayoría de los marxistas que han
seguido apoyando la teoría laboral del valor (que, por lo demás, siguen siendo
una minoría dentro de la llamada tradición marxista), fomentada y exacerbada
por la actitud timorata o vergonzante de muchos exmarxistas que, en busca de un
rápido reconocimiento académico, han percibido enseguida la rentabilidad
personal de pasar por juiciosos y maduros científicos capaces de reconocer y
renegar de sus pecados (ideológicos y/o revolucionarios) de juventud. Una vez
premiados por la Academia con los diplomas y honores correspondientes, todos
parecen ahora tan contentos, al menos hasta que el marxismo se vuelva a poner
de moda (que se pondrá).
10. Por mi parte,
y como marxólogo, he de confesar que tuve la inmensa suerte de ser acusado
de marxista dogmático por el padre de todos los conversos exmarxistas
(Manuel Castells), que calificó de esa guisa mi Tesis Doctoral de 1988, que
comenzaba afirmando: "Esta Tesis utiliza el instrumental metodológico y
analítico de la economía política marxista, para estudiar las relaciones
existentes entre acumulación de capital, distribución de la renta nacional y
crisis de rentabilidad, tanto desde el punto de vista teórico, como en
referencia al caso español (1954-1987)". Con su voto negativo, Castells no
sólo me ahorró generosamente el coste de un cubierto en el conocido y
gastronómico ritual iniciático de los nuevos doctores, sino que me hizo el
honor de colocarme, aunque sólo fuera durante un minuto, al lado de Jean-Paul
Sartre, que, como dice Liria, defendió frente a Hegel, el mínimo e
imprescindible dogma de que "el ser es y la nada no es", mientras que
Castells, en su hegeliano e ideológico frenesí antidogmático y vacío, no
necesitará nunca de Hegel para dejar de ser nada siéndolo permanentemente todo
(en la Academia).
Diez tesis
polémicas sobre la crisis económica y financiera: segunda versión (2003) (3).
1. En la teoría
económica de Marx se encuentran reflexiones específicas sobre la crisis de
sobreacumulación de capital que constituyen el núcleo central de su pensamiento
sobre las crisis, aunque no lo agotan. Voy a referirme sólo a ese núcleo,
poniendo énfasis en que se trata de la base de su modelo teórico sobre la
sociedad capitalista, que no sólo prescinde de múltiples determinaciones
teóricas relevantes para el análisis de las sociedades reales sino, además, de
las muy diversas contingencias históricas (incluido el azar: véase Vadée, 1998)
que afectan a cada formación social real.
Comentarios a la tesis 1
a. Es fácil pasar por alto la
diferencia que tiene que existir entre un análisis teórico abstracto del modelo
–éste se ha de centrar en el funcionamiento normal del sistema en cuanto tal— y
un análisis histórico específico de la situación del mundo capitalista en cada
momento y lugar concretos. Por ejemplo, la teoría de la crisis capitalista como
movimiento cíclico necesario del sistema poco puede decir sobre las relaciones
político-estratégicas específicas y sobre la situación histórica específica en
que se encuentren en cada momento, por ejemplo, lo que son actualmente los tres
grandes bloques capitalistas mundiales (Estados Unidos, Unión Europea, Japón).
Si el euro están un diez por ciento por encima o por debajo del dólar tiene
poca significación abstracta para el modelo; lo mismo si suena más o menos
fuerte los tambores de guerra. Pero para analizar la coyuntura particular de
cada momento, así como las grandes tendencias históricas, la TLV sólo puede ser
una primera referencia (imprescindible) que tiene que ser completada con
multitud de análisis metateóricos.
b. Especial referencia merece la manía
que tienen algunos de no querer comprender por qué el determinismo es necesario
y por qué éste significa algo completamente distinto de lo que normalmente se
entiende por él. La ley de la gravedad es un descubrimiento científico
importantísimo que nos explica la forma básica en que se mueven los cuerpos,
pero no puede predecir quién va a ganar una partida de billar que se va a jugar
esta tarde (porque hay que tener en cuenta múltiples factores que son independientes
de la ley). La ley de la gravedad de la sociedad capitalista es igual de básica
para entender el movimiento fundamental de las variables esenciales que afectan
a esta sociedad. Por ejemplo, comprender que la rentabilidad tiene tendencia a
caer y que eso está detrás de las recurrencias cíclicas del capitalismo, que a
la larga terminarán por hacer conscientes a los trabajadores asalariados de su
contingente condición de mercancía, equivale a comprender que el agua de la
lluvia se tiene que desplazar desde las montañas al nivel del mar (y no a la
inversa), pero no tiene por qué decirnos nada sobre en qué lugar se va a
producir el próximo desbordamiento de un río en un país determinado, ni por
dónde va a bajar la ladera de un monte una torrentera recién caída esta
madrugada.
2. Ligar crisis
económica y dinámica de la acumulación del capital no significa eliminar la
posibilidad, e incluso la necesidad, de crisis en condiciones de reproducción
simple (sin auténtica acumulación) del capital. Pero la teoría de la crisis de
Marx se centró en la que surgía como necesidad del proceso de acumulación y
reproducción ampliada del capital (es decir, en una economía capitalista en
crecimiento), debido al funcionamiento innato de esa dinámica capitalista. En
este sentido, su aportación básica consistió en la percepción de que expansión
y crisis de la expansión (generadora de una depresión) eran fases igual de
naturales y normales del proceso de acumulación de capital. El capitalismo
funciona como un termostato que, por el simple hecho de serlo, tiene que
apagarse y encenderse (como resultado de su propio funcionamiento), aunque
también las circunstancias externas tengan mucho que decir sobre la duración de
los periodos de encendido y apagado del citado mecanismo.>>
Comentarios a la tesis 2
a. Sobre la posibilidad de crisis en
condiciones de reproducción simple, véanse las obras de Grossmann (1929) o de
Rosdolsky (19**), por ejemplo.
b. El termostato. A un nivel de
abstracción máxima, no hay más causa de la crisis que la expansión previa, como
no hay otra causa de ésta que la depresión que le sirvió de base. Por tanto, lo
fundamental es entender la necesidad de la dinámica cíclica del sistema. Cuando
era un joven periodista y no compartía la TLV, Marx tenia una idea simplista de
los ciclos y las crisis económicas, y ligaba ingenuamente el estallido de una
crisis comercial con la apertura de un proceso revolucionario en algún país de
Europa. Con el tiempo y el estudio, llegó a una teoría más compleja, donde
predominan otros rasgos. Comprendió, en primer lugar, que la evolución cíclica
y las crisis son inevitables mientras que la fuerza de trabajo sea una
mercancía. La razón es que la artificialidad de la forma de vida mercantil se
haría más evidente cuanta más experiencia de "pobreza mercantil"
acumulara la gente corriente, que por otra parte tiende a confundirse
progresivamente con el proletariado (es decir, con los asalariados, por mucha
residencia secundaria y coche familiar que sea capaz de comprar con su salario
de esclavo rico). El aumento del salario real hace a la gente acomodaticia y
contemporizadora con el sistema, pero la necesidad de derrumbes periódicos (que
pueden incluir periodos de guerra y de irracionalidad geoestratégica como éste
en el que estamos entrando nuevamente), que, aunque empiecen por la periferia,
sólo pueden culminar en el centro, termina por poner las cosas en su sitio y
convence poco a poco a los productores de que el sistema actual no le permite
la supervivencia a largo plazo.
c. El mecanismo que pone en marcha y
apaga el termostato tiene que ver con el comportamiento de la rentabilidad y
las ganancias, que sólo cuando se parte de la TLV se comprende que no es sino
otra manera de llamar a las cantidades y distribución del trabajo pasado y presente
que todos los miembros de la sociedad tienen que hacer o no hacer, y no sólo
eso, sino hacer de más o de menos (en cantidad),
dependiendo de las condiciones estructurales en que cada uno nazca y aparezca
inserto en el seno de las relaciones sociales capitalistas.
3. En el
funcionamiento del termostato capitalista desempeña un papel central la llamada
"ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia" (LTDTG).
Esta ley --la más importante de la Economía Política, según Marx-- es de hecho
compartida por todas las escuelas del pensamiento económico, desde A. Smith (al
menos) hasta Samuelson, pero su explicación y su papel en el sistema teórico de
cada autor son muy diversos. En Marx, la insistencia en esta ley tiene por
objeto descartar otras explicaciones alternativas de la crisis, muy populares
en su época (y también hoy, incluso entre muchos marxistas), como, por ejemplo,
la crisis de subconsumo (o sobreproducción), que él criticó en el socialista
Sismondi o en el ultraconservador Malthus, pero que hoy se podría también
criticar en el mitificado liberal Maynard Keynes o en los conocidos marxistas
Rosa Luxemburgo y Paul Sweezy (y su escuela de la Monthly Review). Para
Marx, el subconsumo es característico de toda sociedad de clases, no algo específico
de la sociedad capitalista. Además, la explicación de la crisis como un exceso
(relativo) de oferta --o insuficiencia (relativa) de demanda-- es algo que sólo
pueden reivindicar quienes todo lo reconducen a la oferta y la demanda, pero no
quienes --como él-- pretenden demostrar precisamente que la oferta y la demanda
no explican nada por sí mismas, sino que tienen que ser explicadas por algo
distinto, en particular, por la acumulación del capital.
Comentarios a la tesis 3
a. Todas las escuelas de pensamiento
tienen alguna versión de la "caída tendencial de la rentabilidad",
pero la compensan con algún factor adicional. Por ejemplo, la mayoría de los
economistas convencionales actuales piensan que se compensa esta tendencia con
la tendencia al cambio técnico, que la contrarresta tanto como para invertir el
vector compuesto resultante, que puede ser, según ellos, una subida o un
mantenimiento de la tasa de ganancia.
b. En Marx, la caída se produce debido
precisamente al cambio técnico esencial que significa el capitalismo
industrial. La revolución industrial –que sólo ha sido una (véase Arrous, 1999)
si la entendemos a la manera de Marx, en el muy largo plazo histórico, como la
instauración del sistema de producción basado en el "sistema automatizado
de máquinas"—supone un cambio esencial también desde el punto de vista del
modo técnico de producción. Precisamente, lo específico de la forma suprema que
tiene la mercancía (el capital fijo en forma de máquina, que permite el
paso de la subsunción formal a la subsunción real del trabajo en el capital) es
el salto técnico y tecnológico que significa la mecanización (o
maquinización) de la producción. Ésta es la base del aumento de la composición
del capital, es decir de la contradicción intrínseca del sistema capitalista,
que tiende a matar a la gallina de los huevos de oro que le sirve de base: el
trabajo directo del asalariado (cada vez más productivo de valores de uso
gracias a la creciente productividad de las máquinas).
Analicemos conjuntamente los dos puntos siguientes, 4 y 5.
En mi opinión, no se trata de añadir comentarios adicionales sino de leer
detenidamente lo que ya se decía en ellos:
4. La explicación
de la LTDTG exige definir la tasa de ganancia (g) como cociente entre ganancia
o beneficio, B (la expresión monetaria del plusvalor), y capital invertido, K:
g = B/K.
Como su teoría del valor explica que la ganancia no es sino
la forma que adopta el plusvalor (pv), y el plusvalor no es sino uno de los
tres componentes del precio global de la producción social (junto al capital
constante consumido, como flujo, en el periodo, c, y junto al flujo de
capital variable, v); y puesto que el capital invertido consiste tan sólo
--desde el punto de vista contable y para cualquier periodo de tiempo-- en
elementos del stock de capital constante, C, yo prefiero
escribir (en lugar de la habitual g = pv / [C+V]):
g = pv/C.
Marx explicaba el comportamiento dinámico de la tasa general
de ganancia expresando también ésta como el cociente de otras dos tasas:
g = p’ / cvc,
donde p’ es la tasa de plusvalor (cociente entre
plusvalor y capital variable: p’ = pv / v) y cvc es la
composición en valor del capital (cociente entre el capital constante invertido
y el capital variable pagado en el periodo: cvc = C / v), todo ello para
argumentar que g tendería a caer en el tiempo como consecuencia de
que p’ también subiría, pero lo haría más despacio
que cvc.
5. Detengámonos
un momento en la doble dinámica de p’ y cvc. El aumento
de p’ expresa el grado creciente de explotación que crea la evolución
capitalista. La subsunción real del trabajo en el capital y el aumento
consiguiente de la productividad hacen que el valor de cualquier unidad de
mercancía tienda a descender (y, por tanto, también el de cualquier cesta de
mercancías, por ejemplo la que se compone de los medios de subsistencia
obrera). Desciende, por tanto, el valor de la fuerza de trabajo en el tiempo
(como fracción del valor creado), incluso si el contenido material de
la cesta de subsistencia va ampliándose y mejorando (como de hecho ocurre a
largo plazo). Otra forma de expresar esta tendencia al aumento del grado de
explotación (o tasa de plusvalía) es decir que el salario relativo
(4) (o
participación de la masa salarial global en el valor añadido global, o renta
nacional) tiende a bajar, que equivale a afirmar la
depauperación relativa de los trabajadores (sin que esto excluya la
depauperación absoluta en otro sentido).
En cuanto a la evolución de la cvc, Marx consideraba
que su aumento sería más rápido que el de p’ (pero más lento que el
de la composición orgánica del capital, coc) porque el avance
técnico implícito en la mecanización progresiva de la producción no encuentra
limitaciones para ligar a cantidades más elevadas de capital constante (fijo y
circulante) cantidades más bajas de trabajo directo, como resultado de la
tendencia de la economía capitalista a funcionar como un sistema
automático de máquinas, tal y como la definió en
los Grundrisse (Marx, 1857). Por el contrario, el aumento de la tasa
de plusvalor encuentra un doble obstáculo: no sólo la mecanización intensifica
y cualifica el trabajo social medio, y vuelve costoso reponer el consumo de
fuerza de trabajo, sino que la propia expansión de la acumulación genera
sobrecompetencia en el lado capitalista si la acumulación marcha muy deprisa,
y, con ello, genera un movimiento alcista en el salario que frena el incremento
de p’.
6. Muchos
marxistas defensores de la LTDTG dan razones distintas a las de Marx para
explicar la tendencia. Por ejemplo, los teóricos de la profit
squeeze (compresión o estrujamiento de la ganancia), regulacionistas
franceses, radicales americanos, postkeynesianos, segmentacionistas, etc.,
piensan que g cae porque el aumento de organización obrera eleva los
salarios más deprisa que la productividad, y hace bajar, por consiguiente, la
tasa de plusvalía (véase una crítica de este argumento en Brenner, 1998, 1999;
y una crítica del argumento, y también del de Brenner, en Shaikh, 1999). Esto
lo descartó el propio Marx diciendo que si eso fuera así, el capital lo
reconduciría a lo contrario por medio de un frenazo temporal en la inversión,
que llevaría la dinámica del salario (variable dependiente de la
acumulación de capital) hacia una senda compatible con la prolongación de la
acumulación. Esto quiere decir que, si bien episodios de este tipo pueden
provocar crisis de corta duración, la gran crisis de derrumbe de la acumulación
no puede explicarse por esta vía.>>
Comentario a la tesis 6
a. Por tanto, la subida del salario por
encima del crecimiento de la productividad, típica explicación de muchas
corrientes procedentes del marxismo (por ejemplo, los regulacionistas), sólo
puede generar un ciclo de muy corto plazo si la subida relativa es
excesivamente grande. Si es "soportable", se trata de un indicador
más de la propia expansión, que a medida que se alarga da paso desde la fase de
subida de la tasa de explotación a la de estancamiento y bajada de la misma, lo
mismo que la caída de la tasa de ganancia sólo significa en un principio que
las cosas marchan bien, puesto que el capital está creciendo aun más deprisa
que los beneficios.
7. Aunque Marx
prefiriera explicar la caída de g como consecuencia de un crecimiento más lento
de p’ que de cvc, no dejó por ello de explicar la tendencia de
otras múltiples formas coincidentes. En mi opinión, la más sencilla consiste en
decir, teniendo a la vista la igualdad g = B / K, que el propio éxito de
la acumulación de capital conduce a su fracaso, o, dicho de otra forma, que el
encendido del termostato conduce, tarde o temprano, a su apagado. Por
consiguiente, si el proceso de acumulación se quiere llevar al límite --como es
la tendencia de cada unidad de capital, por definición--, hasta el propio
beneficio (fuente de la acumulación misma) se convierte en obstáculo para la
acumulación, de forma que el capitalista pretende acumular a un ritmo superior
al de los beneficios. Cuando este ocurre, y K crece aun más deprisa
que B, el capital está en su apogeo, la acumulación, en su etapa más
saludable, y, al mismo tiempo, g está descendiendo
necesariamente.>>
Comentarios a la tesis 7
a. Insistamos en este punto. El
comportamiento normal de la rentabilidad es a la baja: mientras esto sucede y
la acumulación prosigue, las cosas marchan bien para el capital. El volumen
total de plustrabajo crece, y con él el de plusvalía y beneficio globales del
sistema. La rentabilidad decreciente se compensa con gusto precisamente porque
la acumulación se hace cada vez más rápida.
b. Pero precisamente la continuación
del auge pone la base de su conversión en crisis y depresión. Puesto
que B’ = g’ + (g · sc), este B’ seguirá siendo positivo
(aunque g’ sea negativo) si la caída del primer factor dentro del
paréntesis se compensa con una subida permanente del segundo factor. Pero éste
es un coste que a la larga resulta excesivo para el sistema, y que éste termina
por no poder pagar: en ese momento se desencadena la crisis. Esto lo que se
explica en el punto siguiente.
8. Por tanto, es
un error ligar la teoría de la crisis de Marx a la simple caída de g, como
hacen muchos marxistas. En realidad, Marx insistió mucho más en la evolución de
la masa de plusvalía (pv o B). Para él, la crisis se produce cuando
el descenso de g (que es su comportamiento normal) lleva al
de B. Obsérvese que si escribimos B = g · K, la acumulación
proseguirá sana y salva mientras la caída de g se compense con un
crecimiento suficiente de K. Ahora bien, Marx se dio cuenta de que el
descenso de g a su vez retroalimentaba negativamente la dinámica
de K, y hoy en día se puede demostrar matemáticamente por qué y cómo esto
es así (Shaikh, 1989, 2000). Si escribimos lo anterior como tasas de variación
el tiempo (donde x’ es la tasa de variación temporal porcentual
de x, o dx/dt), entonces:
B’ = g’ + K’.
Puesto que g’ es negativa (según hemos
visto), B’ puede seguir siendo positiva mientras K’ sea
positiva y superior a g’. Ahora bien, K’ es la tasa de
acumulación (en términos de inversión), es decir, I/K; y en el equilibrio
macroeconómico I y S (el ahorro) coinciden, por lo que puede escribirse:
K’ = S / K = (S/B) · (B/K) = sc · g.
Si g disminuye, la única forma de
que K’ se mantenga es mediante el aumento de sc, que no es sino
(en términos keynesianos y kaleckianos) la propensión media al ahorro de los
capitalistas, o (en términos marxianos) el aumento de la tasa de acumulación de
la plusvalía (I/pv). Por tanto:
B’ = -a + sc · g,
De donde se deduce que B’ = 0 cuando g baja
hasta el nivel (a/sc).
Gráficamente, lo anterior puede representarse diciendo que
la crisis se produce cuando la tasa de ganancia normal (es decir, la
que constituye el centro de gravedad en torno al cual fluctúa la tasa efectiva)
cae por debajo de la línea recta (una simplificación, pues en realidad también
ella traza una curva fluctuante en el tiempo) que representa el valor del
cociente (a/sc). Se comprueba en la figura 1 que si g* fluctúa en largas
oscilaciones alrededor de una tendencia secular descendente, la duración y la
profundidad de los periodos de depresión serán cada vez mayores, razón por la
cual parece factible la tesis de la creciente gravedad de las crisis económicas
capitalistas (una ilustración excelente de Marx, 1894, puede verse en
Grossmann, 1929; para una interpretación de LTDTG como teoría de las ondas
largas llamadas de Kondrátiev, véase Shaikh, 2000; y para una sugerente, aunque
discutible, explicación de los llamados ciclos seculares, aun más largos
que los de Kondrátiev, véase Arrighi, 1994).
Comentarios a la tesis 8
No me parecen necesarios.
9. La crisis
financiera no es independiente de la dinámica general de la crisis de
sobreacumulación de capital, como ha explicado Wolfson (1986), que analiza la
coincidencia al respecto entre Marx y Veblen (1923) o Minsky (1982). Una forma
de retrasar los efectos de círculo vicioso que se desata al estallar la crisis
de sobreacumulación (al apagarse el termostato capitalista porque la masa de
beneficios se estanca o decrece al hacerse B’ = 0) --círculo vicioso
que se produce porque al hundimiento de la inversión le suceden el del empleo y
el consumo, más la transmisión de los efectos depresivos a lo ancho del sistema
vía matriz de interdependencias sectoriales, más el feedback de la
primera ronda negativa sobre las nuevas perspectivas de inversión...-- es
detener la caída a corto plazo de la demanda mediante la expansión del crédito.
Pero la expansión del crédito es al mismo tiempo la expansión de la deuda
(Shaikh, 1990), y, si la depresión es larga, la continua expansión del crédito
para contrarrestar una caída persistente de la demanda significa una
acumulación de deuda que se constituye en una carga cada vez más pesada para la
continuidad de la senda de crecimiento a largo plazo de la economía.
Esto quiere decir, que la burbuja crediticia y la
especulación financiera no son sino síntomas de que la depresión en el ámbito
de la producción de valor aún continúa, de forma que el exceso de capacidad
productiva instalada por el capital mundial todavía no ha desaparecido y, por
tanto, persiste la raíz del problema en tanto no se destruya dicho exceso (no el
exceso de medios de producción, que es una expresión absurda, sino el
de medios de producción absurdamente convertidos en capital). La expansión
crediticia y burbujeante tiene que detenerse y estallar por el mero hecho de
ser burbuja, poniendo fin al periodo transitorio de dislocamiento entre lo que
parecen ser dos subsectores de la economía, el capital productivo y el
financiero (véase Guerrero, 2000b). En realidad, el capital financiero
hipertrofiado, tan actual, es sólo consecuencia de la enorme masa de plusvalía
que pulula por los mercados financieros y bolsas mundiales sin posibilidad de
fijarse en una inversión productiva, debido a que lo que hay en el subsector
productivo es un exceso de capacidad.
Comentarios a la tesis 9
a. A pesar de los casi tres años de
caída de las bolsas que llevamos, el problema aún no está resuelto ni mucho
menos. Se ha destruido capital, pero al igual que se ha desvalorizado el
denominador de g = B/K, otro tanto ha ocurrido con el numerador. De hecho,
estamos en pleno proceso de corrección de las perspectivas de beneficio a corto
plazo: la revisión a la baja de las expectativas de crecimiento de las
ganancias está obligando a las grandes y pequeñas empresas en todo el mundo a
dotar de forma extraordinaria sus diversos fondos de provisión de impagados, de
amortización de activos sin valor, de depreciación de inversiones ya pagadas,
etc. Las pérdidas récord del año 2002, que superan las de 2001, significa que
aún estamos en medio del ajuste, y que la falta de liquidez a la que están
haciendo muchas empresas puede convertirse en falta de solvencia, en
suspensiones de pagos y en quiebras.
b. La destrucción de capital no puede
ser indolora. Capital que se destruye significa capitalista que muere (en el
sentido económico, no físico), y ningún capitalista se resigna a dejar de
serlo, lo mismo que nunca ningún privilegiado ha optado por dejar de serlo a no
ser como excepción que confirma la regla. Por tanto, esto significa que el
ajuste no puede estar completo sin que se produzca una violencia extrema, es
decir, sin que se genere de nuevo el caldo de cultivo de las guerras, que
algunos ilusos pensaban que había pasado ya a la historia, cuando está
volviendo a ser la máxima actualidad.
10. La única
salida posible de esta situación de doble crisis (sobreacumulación de capital
productivo; hipertrofia de la burbuja financiera) es la destrucción de capital.
La última crisis de sobreacumulación condujo a la 2ª guerra mundial, que, al
destruir mano de obra "sobrante" y grandes masas de "capital"
fisico, puso las bases (terribles, pero bases) de la nueva onda expansiva del
capitalismo mundial. De la depresión de los últimos 25/30 años aún no hemos
salido. En mi opinión, la salida está cercana y se producirá por un estallido
que tendrá consecuencias desastrosas para la situación económica y social de la
población mundial. La generación joven actual, aniñada y completamente ajena a
la realidad de los hechos, en parte porque sus profesores y maîtres à
penser (et à ignorer), están igual de infantilizados en lo intelectual, no
tiene la menor idea de lo que por desgracia le espera.
Las ilusiones de quienes creen que lo malo de la historia ya
pertenece al pasado van a estallar tan estrepitosamente como la economía, y no
porque la salida de esta onda depresiva tenga que conducir necesariamente a la
3ª guerra mundial (aunque tampoco lo descarto). Hay otras muchas formas de
destruir capital, sin necesidad de tirar bombas (el movimiento de las bolsas
puede destruir capital con la misma rapidez que una bomba atómica). Así que id
preparando las armas, queridos colegas, porque nos queda mucho por sufrir. Como
no me da miedo equivocarme, lo digo aquí. Tras el análisis de la situación, mi
pronóstico sólo puede ser que la catástrofe está a la vuelta de la esquina.
Pero que nadie se haga ilusiones, porque la bocacalle que hay después de esa
esquina puede reconducirnos a más capitalismo. El páramo de reflexión sobre lo
que está pasando va a coger tan desprevenidos a casi todos que el capitalismo
puede ser capaz de fabricar una nueva vía, que será sin duda otro callejón sin
salida, pero que tendremos que andar hasta el final si no nos sublevamos. Los
cambios ideológicos que se avecinan --consecuencia de cambios sociales,
económicos y políticos que están a punto de pasar-- van a dar mucho trabajo a
los historiadores e ideólogos de las próximas décadas.
IV. Comentarios a la tesis 10, en forma
de conclusión (siempre provisional en estas materias).
a. Si alguien piensa que lo que escribí
en este último punto era excesivamente "catastrofista", permítame que
le enmiende la plana para asegurarle mi actual convicción de que me quedé
corto. Ahora se entiende mejor por qué no es suficiente con que las Bolsas
bajen un 30%, un 40%, un 50%... Mientras denominador y numerador bajen pari passu, la rentabilidad no se
restablecerá al nivel necesario para que se dispare una auténtica nueva onda
larga de expansión como la que necesita el restablecimiento de un periodo de
paz (si eso va a ser posible alguna vez en el futuro). La auténtica
recuperación sólo puede darse para los sobrevivientes que queden después de la
escabechina. Por tanto, la escabechina surge como una necesidad de la ley del
valor.
b. Esto lo saben los analistas más
finos de la actual situación (aunque no entiendan de la TLV y además
pertenezcan al establishment empresarial
o académico mejor instalado), y, en mi opinión, tiene mucho que ver con lo que
pasa actualmente en el mundo en torno a la guerra contra Irak. Me parece un
economicismo romo limitar el problema de Irak a la cuestión del petróleo. Que
el capitalismo es un imperialismo y que sus cabezas pensantes se comportan como
aves de rapiña es una constante que no puede explicar por qué en unos momentos
se impone la paz y en otros la guerra. Lo que tienen realmente en común los
años treinta del siglo pasado y este comienzo del siglo actual no es el
"neoflorecimiento" del nazismo (aunque algo de eso hay si entendemos
ese fenómeno en un sentido amplio), sino básicamente el convencimiento de
sectores crecientes del capital de que no hay otra solución que amputar la
parte menos sana de los hasta ahora hermanos capitalistas. La competencia es
así: es la guerra. Y lo que empieza siendo una guerra por todos los medios,
pero fundamentalmente en el terreno civil, se termina extrapolando a una guerra
también y sobre todo por los medios militares. Muchos capitalistas se han dado
cuenta de que no hay espacio en el mundo para que todos sigan ganando lo que
necesitan ganar. Y han decidido dejarse ya de explorar otras bazas para apostar
de una vez a la única que la historia ha demostrado siempre como segura. Y de
ahí la guerra.
c. Lo específicamente nuevo, y
como siempre imprevisto, de la actual situación es que Alemania y Francia, esta
vez, salen a la luz de la nueva palestra política mundial como representantes
de la otra parte que hace falta que surja para que el conflicto se vaya
preparando en sus dimensiones necesarias (la subida relativa del euro en
términos del dólar en un 20% durante el último año no es ninguna causa sino un mero
síntoma de que a ambos lados del Atlántico se ha decidido apostar a ganar).
Sobra capital, queridos lectores. Y si el capital ya de por sí es algo
gravísimo que nos ocurre a los humanos a estas alturas de la historia, el que
sobre capital de forma tan persistente es aun peor (lo mismo que es mejor estar
explotado dentro de la empresa y con un empleo, que estar explotado al sol,
como un parado).
Lo siento, pero ahora no me queda otra solución que concluir
que volveremos a tener una guerra que nos salpicará a una o varias
generaciones. Eso es lo que yo leo en la situación actual a partir de
la TLV.
Referencias
bibliográficas
I. Orientación
bibliográfica
Vale muchísimo más la pena leer a Marx directamente que a
los marxistas. (Además, es el método correcto para seleccionar posteriormente
entre los marxistas que valen la pena y los que no). El núcleo de la obra de
Marx está en El capital, especialmente en la parte que acabó y publicó él
mismo en vida (libro I). En cualquier caso, hay lecturas de Marx posteriores
muy interesantes. Entre las clásicas, y siempre desde la perspectiva del
"economista" (división w), destaco dos:
* Rubin, I. I. (1923): Ensayo sobre la teoría marxista
del valor, Pasado y Presente, Buenos Aires, 1974.
* Grossmann, Henryk (1929): La ley de la acumulación y del derrumbe del
sistema capitalista, Siglo XXI, México, 1979.
Entre las de una época posterior:
* Rosdolsky, Roman (1968): Génesis y estructura
de El Capital de Marx (estudios sobre los Grundrisse), S.
XXI, México, 1978.
* Martínez Marzoa, Felipe (1983): La filosofía de ‘El Capital’, Taurus,
Madrid.
* (para especialistas:) Bródy, A. (1970): Proportions, Prices and
Planning. A Mathematical Restatement of the Labor Theory of Value, Budapest:
Akademiai Kiadó.
Finalmente, dos excelentes manuales recientemente traducidos
al español (el primero, más breve):
* Gouverneur, Jacques (1998): Comprender la economía.
Un manual para descubrir la cara oculta de la economía contemporánea, trad. de
Alejandro Ramos, Bruselas: Diffusion Universitaire CIACO, 2002 [de momento, se
puede obtener gratuitamente en internet:
www.i6doc.com].
* Gill, Louis (1996): Fundamentos y límites del capitalismo, ed. Xabier
Arrizabalo, Madrid: Trotta, 2002.
[* Duménil, Gérard; Lévy, Dominique (2003): Économie marxiste du
capitalisme, Paris: La Découverte, de probable próxima traducción al
español]
II. Otras referencias
citadas en el texto
Alcouffe, A. (1985). "Marx, Hegel et le calcul.
Quelques repères", en Les manuscrits mathématiques de Marx. Étude et
Présentation, Paris: Économica, 1985, pp. 11-109.
Arrighi, G. (1994): El largo siglo XX, Madrid: Akal, 1999.
Arrous, J. (1999): Les theories de la croissance, Paris: Éditions du
Seuil.
Arteta, A. (1993): Marx: valor, forma social y alienación, Ed.
Libertarias, Madrid.
Chilcote, E. (1997): "Interindustry structure, relative prices and
productivity: an input-output study of the U.S. and O.E.C.D countries",
Tesis doctoral, Depto de Economía, New School University, N. York.
Fernández Liria, C. (1998): El materialismo, Madrid: Síntesis.
García Ábalos, J M. (1949): "La teoría del salario en Carlos
Marx", Anales de Economía, 35, pp. 309-335.
Guerrero, D. (1997); Historia del pensamiento económico heterodoxo,
Madrid: Trotta.
(2000a): Teoría del valor y análisis insumo-producto, manuscrito, 158 pp.
(
http://pc1406.cps.ucm.es)
(2000b): "Desempleo y competitividad en la burbuja financiera
global", ponencia presentada a la II Reunión de Economía Mundial, León,
mayo de 2000.
(2002, ed.): Lecturas de economía política, Madrid: Síntesis.
(2003): "Capitalist competition and the distribution of profits", en
A. Saad-Filho, ed.: Anti-Capitalism. A Marxist Introduction, London: Pluto
Press, pp. 73-81.
Leontief, W. W. (1953a): "Structural change", en Studies in the
Structure of the American Economy, W. W. Leontief et al., New York: Oxford
University Press, 1953, pp. 17-52.
(1953b): "Dynamic Analysis", en Studies in the Structure of the
American Economy, W. W. Leontief et al., New York: Oxford University
Press, 1953, pp. 53-90.
Marx, K. (1857): Líneas fundamentales de la crítica de la economía
política (Grundrisse) (2 volúmenes), Barcelona: Crítica (Grijalbo),
1977].
(1894): El Capital, libro III, Madrid: Siglo XXI.
Minsky, H. (1982): Can "It" Happen Again?: Essays on Instability
and Finance, Armonk, NY: Sharpe.
Ochoa, E. (1984): "Labor values and prices of production: an interindustry
study of the U.S. economy, 1947-1972", Tesis doctoral, Departamento de
Economía, Nueva York: New School for Social Research.
Pasinetti, L. L. (1973): "The notion of vertical integration in economic
analysis", Metroeconomica, 25: 1-29.
Shaikh, A. (1984): "The transformation from Marx to Sraffa", en
Mandel y Freeman (eds.): Marx, Ricardo, Sraffa, Londres: Verso, pp.
43-84.
(1989): "Accumulation, finance and effective demand in Marx, Keynes and
Kalecki", en W. Semmler (ed.): Financial Dynamics and Business
Cycles: New Perspectives, NY: Sharpe.
(1990): Valor, acumulación y crisis, Bogotá: Tercer Mundo editores.
(2000): "La onda larga de la economía mundial en la segunda mitad del
siglo XX", en D. Guerrero y J. Arriola, eds., Nueva Economía Política
de la Globalización, Bilbao: Eds. de la Universidad del País Vasco.
Smolinski, L. (1973). "Karl Marx and mathematical
economics", Journal of Political Economy, septiembre-octubre, pp.
1189-1204.
Vadée, M. (1998): Marx, penseur du possible, Paris: L’Harmattan.
Veblen, T. (1923); Absentee Ownership and Business Enterprise in Recent
Times, A.M. Kelley, Nueva York, 1965.
Wolfson, M. H. (1986): Financial Crisis: Understanding the Postwar U. S.
Experience, M. E. Sharpe, Nueva York.
(1) La primera versión de esta sección se titulaba
"10 tesis polémicas sobre la teoría laboral del valor (para el debate
con Liria y Barceló)", celebrado el 3-abril-2000, en el Salón de Grados
de la Facultad de Económicas de la UCM.
(2) A finales del siglo XX, gracias a los avances en álgebra
matricial y en las teorías insumo-producto, sistemas lineales de producción,
etc., xi se puede definir con más exactitud como un cociente referido a la
variable que la literatura conoce hoy como "composición en valor del
capital verticalmente integrada" (entre el sector i y la media
de la economía).
(3) La primera versión de estas tesis se escribió para el ya
citado Seminario de estudiantes con el título de
“Diez reflexiones polémicas sobre la crisis económica y financiera
(para el debate con Palazuelos y Castillo, 6-4-00)”.
(4) La expresión es de Ricardo, pero la reclama Marx como el
concepto de salario fundamental, más importante que los de salario nominal y
real (véase un buen desarrollo de la teoría salarial de Marx en García Ábalos,
1949)