Leopoldo Zea [1983] – “A Marx, como pensador
–decía Ernesto Che Guevara–
, como investigador de las doctrinas sociales y del
sistema capitalista que le tocó vivir, pueden, evidentemente, objetársele
ciertas incorrecciones. Nosotros, los latinoamericanos, podemos, por ejemplo,
no estar de acuerdo con su interpretación de Bolívar o con el análisis que
hicieran Engels y él de los mexicanos, dando por sentadas incluso ciertas
teorías de las razas o las nacionalidades inadmisibles hoy”. 1 Lo que ya
destacaba el Che Guevara en 1960, se ha presentado en nuestros días en forma
crítica entre varios marxistas latinoamericanos al recordarse, por un lado, el
bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar y, por el otro, el centenario de
la muerte de Marx. Un problema que parece de lealtades. Lealtad como
latinoamericano a la obra y trascendencia de Bolívar y, como marxista a la
doctrina revolucionaria de éste. Lo cierto es que, cada uno en su campo, en el
de la acción libertadora, y en el de la doctrina que ofrece instrumentos para
ampliar esas acciones, siguen vigentes. Una vigencia que no debe ser vista como
contradictoria. El Che Guevara lejos de hacerse problema del desencuentro
planteado dice:
“Pero los grandes hombres
descubridores de verdades luminosas, viven a pesar de sus pequeñas faltas, y
estas sirven solamente para demostrarnos que son humanos, es decir, seres que
pueden incurrir en errores, aun con la clara conciencia de la altura alcanzada
por estos gigantes del pensamiento”.
Vigencia de Marx y
Bolívar
Hombres fueron Marx y Engels, como hombre fue Bolívar, y
como tales habrá que ver su obra para que la misma sirva de ejemplo y estímulo
a la realización de las obras que los hombres han de seguir haciendo para
alcanzar la plenitud. Se ha hablado, también, de desacralizar a estas figuras
de la historia, buena intención si la misma no está dirigida a la anulación de
los desacralizados. Desacralizar a Bolívar, no es empeñarse en mostrar, como se
ha intentado, en supuesto nombre de los pueblos, que era un mantuano que sólo
luchaba por los limitados intereses de su clase, un criollo, un burgués y un
manipulador de pueblos. Como desacralizar a Marx no será insistir en lo que
insiste la propaganda represiva de nuestros días para justificar la persecución
de quienes tratan de aplicar sus doctrinas. El que se intente una y otra cosa
en la actualidad es el mejor índice de la vigencia de estos hombres. Desacralizarlos
será verlos como hombres en el mundo en que actuaron, y lo que anhelaron, pero
también la vigencia que esa acción tiene en nuestro mundo. Los recuerdos
centenarios coincidentes que ahora se celebran en nivel latinoamericano y
mundial ofrecen una buena oportunidad para analizar las causas del
desencuentro, ya no tanto de Marx frente a Bolívar, sino de Marx frente a la
América Latina. Por lo que a Bolívar se refiere, ya se viene haciendo, viendo
en él algo más que una estatua ecuestre, a un hombre, como todos los hombres,
empeñado en el logro de metas que no estaban fácilmente a su alcance, como
siguen no estándolo en nuestros días; pero con más posibilidades de su logro
ahora, gracias a la experiencia de El Libertador.
¿Tiene, entonces, sentido hablar ahora de la visión que
tenían Marx y Engels de la América de Bolívar? Habrá quién sostenga que lo
mejor sería no plantear problemas que pueden lesionar la unidad de la acción
revolucionaria que planteó Marx. Que hablar ahora de Marx y su visión sobre América
Latina será abrir heridas y zanjas de opinión contrarias a la necesaria unidad.
Que, sólo se trata de errores humanos que lo mejor es olvidar. Sin embargo se
ha hecho expreso en estos últimos tiempos, más aún en estos nuestros días de
celebraciones de centenarios, que no se trata de olvidar, sino por el
contrario, de situar racionalmente el desencuentro y mostrar lo que ya el Che
Guevara anticipaba. Son errores humanos, pero errores que han de ser sometidos
a crítica para que su alcance no sea lo que sí quisieran quienes se han opuesto
y se oponen a lo que a través de sus vidas buscaron, por su lado Bolívar y por
el otro Marx: la liberación, la desenajenación del hombre, sometido de muchas
formas a voluntades ajenas a la propia. De la importancia que pueden tener
estos errores son ya ejemplo los problemas de lealtad que se plantean entre
varios marxistas latinoamericanos. No se trata de elegir entre Bolívar y Marx,
sino, por el contrario, de conciliar a ambos para el logro de una meta que les
es común, pese al equivocado juicio de Marx sobre el primero.
Marx y sus
limitaciones eurocéntricas
Como hombres, tanto Marx como su compañero Engels, lo fueron
obviamente de su tiempo, y por ello limitados geográfica y culturalmente en su
visión sobre otros pueblos allende sus fronteras. Europeos, y más aún alemanes,
y como tales civilizados en el sentido que tal calificativo tenía para un
europeo de su tiempo. Lucharon por la desenajenación del hombre, por la
liberación de la clase trabajadora, por la rebelión del proletariado sometido a
la más brutal explotación. Desenajenación del hombre y la liberación del
proletariado, consideradas a nivel mundial. ¡Trabajadores de los países del
mundo uníos!. De igual forma lo vieron en su tiempo, los filósofos de la
Ilustración que lucharon por la libertad y la igualdad de todos los hombres,
dando origen a dos grandes revoluciones, la de Estados Unidos en 1776 y la de
Francia en 1789. Sin embargo, estas revoluciones, una anticolonialista y otra
antifeudal no llevaron la libertad, la igualdad a toda la tierra sino, por el
contrario, al pasarse de la abstracción declaratoria a la realización de la
acción, se encontraron formas justificativas de limitación de libertades y de
mantenimiento de desigualdades; unas y otras expresas brutalmente en la
ampliación y justificación del colonialismo. La justificación de estas
limitaciones las expuso magistralmente Hegel en su Filosofía de la Historia. La
libertad y la igualdad para todos los hombres, pero a partir de su previa
realización en un determinado centro, en Europa, en el mundo occidental. Sería
de este centro liberador e igualador que los principios de las dos revoluciones
se extenderían. Sería este centro, europeo-occidental, el que decidiese,
inclusive, sobre la capacidad, la madurez, de otros pueblos para su logro. De
donde será fácil pasar, como aún se hace en nuestros días, al sacrificio
concreto de hombres y pueblos en la supuesta y abstracta defensa de la libertad
universal resultando ser contraria a ella su reclamo por pueblos y hombres no
capacitados para su uso.
Carlos Marx y Federico Engels no escapan a esta limitación,
pues si bien los principios de su filosofía son universales, las posibilidades
para el logro de las metas propios de esos principios estarán limitados a Europa
y al mundo occidental. La revolución socialista como antes la liberal tendrá
que pasar por Europa. Se anhela la justicia social para todos los hombres y
pueblos de la tierra, pero se considera que no todos los hombres y pueblos son
aptos o cuentan con medios suficientes para su logro, como cuenta ya para ello
el proletariado de los industrializados pa- íses de Europa y los Estados
Unidos. Limitaciónque vale tanto para la América Latina, como para Asia, para
Africa y para Rusia. Es el desarrollo del capitalismo y, con ello, la
proletarización de Europa y el mundo occidental, lo que va a permitir la
revolución que conduzca al socialismo. Los otros pueblos, para lograrlo, sólo
tienen como posibilidad la de alcanzar el mismo desarrollo o, bien el de ser incorporados
por la fuerza, mediante la colonización, al sistema capitalista, siguiendo así
la suerte de todo el sistema. No se puede saltar sobre la historia. Frente a
Rusia, en discusión con los populistas, Marx insistirá, una y otra vez, en la
necesidad de que la revolución campesina, que allí pudiese darse esperase, para
su éxito, por el logro de la revolución proletaria en Europa. O bien alcanzase
el desarrollo la todavía incipiente burguesía rusa, ya que no podía llegar por
la otra vía, la de la colonización que Europa había impuesto a otros pueblos
del mundo. De cualquier forma la revolución socialista tenía que pasar por
Europa, o ser realizada a la manera de Europa. Pero la revolución socialista,
pese a los impedimentos que encontraban Marx y Engels, se realizó en primer
lugar en Rusia, en condiciones que no eran las que ambos señalaban. Se realizó
aunque con un agregado, que es la reinterpretación del marxismo, realizada por
Lenin.
El porqué de los
desencuentros de Marx con América Latina
Es dentro de la natural situación del tiempo de Marx y
Engels, que se pueden y deben explicar sus desencuentros con América Latina,
como los tuvieron con el mundo no occidental. Desencuentros que no deben ser
vistos como contradictorios con el sistema filosófico y de la acción que puede
deducirse de ellos en estas regiones del mundo. "El mérito de Marx -decía
el Che Guevara- es que produce de pronto en la historia del pensamiento social
un cambio cualitativo; interpreta la historia, comprende su dinámica, prevé el
futuro, pero, además de preverlo donde acabaría su obligación científica,
expresa un concepto revolucionario: no sólo hay que interpretar la naturaleza,
es preciso transformarla". Es aquí, en la acción para el cambio que cada
hombre, cada pueblo, ha de hacerlo conforme a lo que le es propio, a sus
posibilidades. Y es aquí donde surgen los Lenin, Mao, Fidel, y todos los
líderes revolucionarios que tratan de cambiar el mundo ir justo por otro más
justo. "La revolución cubana toma a
Marx donde éste dejara la ciencia para empuñar su fusil revolucionario; y lo
toma allí, no por espíritu de revisión, de luchar contra lo que sigue a Marx de
revivir a Marx "puro", sino simplemente porque hasta allí Marx, el
científico, colocado fuera de la historia, estudiaba y vaticinaba".
Los revolucionarios cubanos conocen las leyes de la historia descubierta por
Marx, pero el cómo actuar de los revolucionarios será un problema a resolver
por ellos mismos.
Se considera cuando se habla de la forma como Marx presentó
a Bolívar, que no fue culpa de él, sino culpa de las fuentes el que se apoyó.
Se dice, igualmente, que con tales juicios Marx no era marxista. Lo cierto es
que tanto Marx como Engels pensaron sobre América Latina y Bolívar come querían
y podían pensar, de acuerdo con su propia y peculiar situación y formación son
ahora los latinoamericanos, como los rusos, los asiáticos y africanos los que,
como dijera el Che Guevara, toman de Marx lo que de Marx sirve para apoyar y
justificar su acción revolucionaria. No podían, como pretendían Marx y Engels,
esperar que la revolución se hiciese previamente realidad en los países
capitalistas; ni tampoco esperar al desarrollo capitalista de sus pueblos. Pero
Marx y Engels, pese a sus naturales limitaciones como europeos se universalizan
dando base científica a los afanes revolucionarios de otros pueblos.
Marx es europeo, y el marxismo ha sido expresado en función
con Europa dentro del sistema en el cual y frente a la cual surgió. Pero no por
ello Marx es menos marxista cuando se equivoca en sus juicios sobre otros
pueblos y hombres. Para que tenga plena razón ante ellos, además de marxismo ha
de ser leninismo, mao- ísmo, castrismo, etcétera. Marx tiene razón cuando
considera que es a partir de la conciencia de la explotación que los hombres luchan
por su liberación. Pero igual la tenía Hegel cuando hacía de la toma de
conciencia del Esclavo base de la rebelión contra el Amo. Y es en este sentido
que el conocimiento de la interpretación de Marx y Engels con respecto a la
América Latina hace que los hombres de esta región tomen conciencia de la
necesidad de formas especiales, propias, de su liberación que no tienen que
ser, precisamente, las que suponen los autores marxistas en relación con la
socialización de Europa y el mundo occidental. La revolución socialista no
pasa, se ha visto ya, por el mundo occidental. Las leyes socialistas descubiertas
son ciertas, pero las formas de la acción han de adecuarse a las respectivas
realidades.
Eurocentrista es Marx cuando hablando de la dominación
inglesa en la India dice: "Inglaterra
tiene que cumplir en la India una doble misión: destructora por un lado y
regeneradora por otro. Tiene que destruir la vieja sociedad asiática y sentar
las bases materiales de la sociedad occidental en Asia"3 . De igual
forma ve la Guerra del Opio en China, como la ocasión para un gran estallido
revolucionario. La "… ocasión para
este estallido la han brindado los cañones británicos, que impusieron a China
la droga soporífera denominada opio". 4 Igualmente se aplaude y
justifica por ello la intervención en Argelia. Inglaterra, Europa, el sistema
capitalista, la burguesía como los pueblos de que hablaba Hegel, son simples
instrumentos de un espíritu que tiene sus propios fines. Pero un espíritu que
ha encarnado en Europa y que va, poco a poco, alcanzando las metas que se ha
impuesto. La burguesía, instrumento de ese espíritu va sirviendo al mismo para
un día ser desechada como la cáscara vacía de que hablaba Hegel. Es dentro de
esta interpretación eurocentrista y hegeliana que habla Engels aplaudiendo la
derrota de México en 1847. "En
América hemos sido espectadores de la conquista de México - dice - y nos hemos
alegrado por ella. Es un progreso que un país que hasta ahora se ocupaba
exclusivamente de sí mismo, desgarrado por eternas guerras civiles y retraído a
todo desarrollo, un país que a lo sumo habría de caer en el vasallaje
industrial de Inglaterra, un país tal, se vea lanzado por la violencia al
desarrollo histórico. Es en interés de su propio desarrollo que estará colocado
en el futuro bajo la tutoría de los Estados Unidos. Es interés de toda América
que los Estados Unidos, gracias a la conquista de California lograrán el
dominio del Océano Pacífico" 5 será por esta vía, por la de la
colonización, que los pueblos de América Latina, Asia y África, se incorporen
al socialismo que se alcanzará, previamente, en el mundo occidental. No otra
cosa dirían los herederos de la revolución anticolonial de los Estados Unidos
en 1776 y la burguesa de Francia en 1789, que será bajo su dominio que otros
pueblos puedan alguna vez, alcanzar sus libertades y privilegios.
Ciento por ciento hegeliano es Engels, cuando en otro
comentario sobre la derrota de México en 1847, refutando a Bakunin pregunta
"¿Acaso es una desdicha que la magnífica California haya sido arrancada a
los holgazanes mexicanos, que no sabían qué hacer con ella? La
"independencia" de algunos españoles de California y Texas sufrirá,
quizás; la "justicia" y otros principios morales puede que sean
afrentados aquí o allá, ¿pero qué significa todo esto ante tantos hechos de
este tipo en la historia universal?". "Todas esas pequeñas naciones
impotentes deben estar reconocidas, en suma, a quienes siguiendo necesidades
históricas, las agregan a un gran imperio, permitiéndoles así participar en un
desarrollo histórico al cual abandonadas en sí mismas, habrían permanecido
completamente ajenas. Es evidente que ese resultado no podría ser realizado sin
aplastar algunas dulces florecillas. Sin violencia no se puede llevar nada a
buen fin en la historia. ¿Qué habría ocurrido si Alejandro, César y Napoleón,
hubiesen estado dotados de la misma emotividad a la que apela el paneslavismo
en favor de sus clientes?" 6 Hegel, hablando de los mismos grandes hombres
o héroes, instrumentos del espíritu como Alejandro, César y Napoleón, decía:
"Una gran figura que camina, aplasta muchas flores inocentes, destruye por
fuerza muchas cosas, a su paso". 7
Es en relación con este eurocentrismo que Marx y Engels se
muestran contrarios a cualquier acción revolucionaria que impida, o entorpezca,
la única y definitiva revolución, la socialista que ha de originarse en Europa.
Comprenden positivamente los movimientos nacionales en Europa, pero siempre que
ayuden, y no estorben a la auténtica acción revolucionaria que ha de conducir
al socialismo. Escribiendo a Eduardo Bernstein habla Engels de los movimientos
nacionalistas revolucionarios pero expresando que los mismos deberán quedar
subordinados a los del proletariado europeo. Por "la liberación del
proletariado de Europa occidental y todo el resto debe estar subordinado a este
objetivo. Por más interesantes que puedan ser los eslavos de los Balcanes,
etc., ellos se pueden ir al diablo en el momento en que sus esfuerzos por
liberarse entren en conflicto con el interés del proletariado".
"¡Alto! ¡Ustedes deberán tener tanta paciencia como la que tiene el
proletariado europeo! Si éste se libera, ustedes serán libres. Pero hasta
entonces no toleraremos que ustedes pongan piedras en el camino del
proletariado en lucha". 8
Es esta visión y no mala información, la que explica
exabruptos como los de Marx frente a Bolívar. Replicando a su editor, Charles
Anderson Dana, porque le acusa de prejuicios contra Bolívar, dice "Hubiera
sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más
cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque". 9 Esto
es, un falso Napoleón como lo era el haitiano. Pero, ¿por qué esta fobia contra
Bolívar? Porque Bolívar ve una imitación de Luis Bona parte al que combate Marx
cuando eso escribe. Es en esta misma relación que Marx condena la invasión
europea en 1861 a México, como una intriga de Napoleón III. "Se trata dice
Marx - de una de las más monstruosas empresas jamás registradas en los anales
de la historia internacional", "Es posible que Luis Bonaparte haya
incluido la intervención en México entre las muchas posibilidades que,
permanentemente tiene a su disposición para distraer al pueblo francés".
10 ¿En qué se distingue esta intervención de la que festeja Engels en 1847?
Simplemente en que en esta última sí servía a los fines de la implantación de
socialismo en el mundo. Los Estados Unidos al invadir y mutilar a México
estaban trabajando por su incorporación al sistema del que habría de originarse
el sistema socialista. La intervención de Luis Napoleón Bonaparte, respondía
por el contrario, a intereses obscuros y lejanos a esa meta, significaban un
retroceso, como lo fuera la Santa Alianza que parecía prolongarse en la
intervención europea sobre Veracruz. Además el México de 1861, bajo el
liberalismo burgués de Juárez, era distinto de los anárquicos gobiernos que
perdieron la guerra frente a los modernos y liberales Estados Unidos. En este
sentido, Bolívar representaba un retroceso histórico, visto como otro Luis
Napoleón. Bolívar sólo podía ser un ególatra que no podía liberar naciones
fuera de los presupuestos históricos encontrados por Marx y Engels. La
verdadera liberación y justicia tendrían que surgir de las entrañas mismas del
capitalismo.
De esta forma se explican también los trabajos de Marx y
Engels sobre la diplomacia secreta de Rusia en el siglo XVII bajo Pedro I El
Grande. Mostraba allí Inglaterra su error al apoyar, como lo hacía en el siglo
XIX a la Rusia despótica. Tanto para Marx, como para Engels la presencia
bárbara, despótica de Rusia en los destinos del mundo era contraria al sistema
que con sus contradicciones daría origen al socialismo. Pueblos bárbaros eran
Rusia, Asia, Africa y la América Latina que por ello tendrían que esperar la
oportunidad del cambio revolucionario que tendría que darse, previamente lo
desarrollado en Europa en el mundo occidental. Pueblos que no debían estorbar
la misma revolución con intentos fuera de la madurez que era necesaria. Cabría
entonces preguntarse: ¿Qué habrían pensado Marx y Engels, de haber sido
testigos de la revolución de Rusia en 1917? ¿Qué de las revoluciones
socialistas que han seguido en China, Cuba y Africa? ¿Habrí- an visto estas
revoluciones con los ojos del actual socialismo europeo?
Marx y Bolívar se
relacionan en su empeño por la liberación del hombre
Pero preguntas semejantes serían como esas de que hablaba un
historiador, respecto a cómo podría haber sido la historia si Cleopatra hubiese
tenido otra nariz. Cleopatra es parte de la historia con independencia de su
nariz. Marx y Engels son parte de esa misma historia con independencia de sus
no menos naturales limitaciones. Los conflictos, los cargos de conciencia,
surgen a partir de considerar a Marx y a Engels como algo más que hombres, de
ver en su filosofía algo más que filosofía, una doctrina. Su filosofía es
universal y viva por lo que ha ayudado y ayuda a los hombres a comprender el
mundo que ha de ser cambiado, pero que no podrá serlo por su pura aplicación
dogmática. Como filósofos, Marx y Engels, no vieron su propio filosofar como
dogmas establecidos e indiscutidos. Lo discutible de su filosofía no es la
filosofía misma, si no su aplicación. De ello era plenamente consciente Marx
cuando escribe a Arnold Ruge diciéndole: "Nuestra divisa será la reforma
de la conciencia, no por dogmas, sino por el análisis de la conciencia mística,
oscura para sí misma, tal como se manifiesta en la religión o en la política.
Se verá entonces que, desde hace mucho tiempo, el mundo posee el sueño de una
cosa de la cual le falta la conciencia para poseerla de verdad. Se verá que no
se trata de establecer una gran separación entre el pasado y el porvenir, sino
de cumplir las ideas del pasado. Se verá, por último, que la humanidad no comienza
una nueva tarea, sino que realiza su antiguo trabajo con conocimiento de
causa". 11 Sin dogmas, una misma tarea, un viejo trabajo del que se va
tomando conciencia. Es el mismo el trabajo de Bolívar y sus iguales de ayer y
el de los socialistas de hoy. Es el mismo trabajo, pero con mayores
conocimientos, mejores instrumentos cada vez. El error está en pretender
enjuiciar una tarea en relación con los diversos instrumentos, los de ayer y
los de hoy. El pretender que Bolívar es un déspota y reaccionario porque no fue
marxista; tanto como el pretender que Marx es enemigo de América Latina y
Bolívar porque no fue, antes de serlo marxista. Tanto como el considerar a Marx
enemigo de América Latina porque no fue capaz de deshacerse de prejuicios que
le eran innatos. Desacralizar, ver como hombres al uno y al otro, no es
juzgarlos anacrónicamente o fuera de su contexto histórico y cultural. Habrá
que comprenderlos en la ineludible relación que guardan entre sí en su empeño
por realizar el viejo trabajo de la liberación del hombre, en cumplir viejas
tareas, cada vez, con mayor conocimiento de causa.
No se debe confundir a Marx y Engels con santones, dioses o
religiosos. Son filó- sofos, hombres de ciencia que encontraron formas más
exactas del conocimiento de la realidad social y se empeñaron, en función con
las mismas, en el cambio de tal realidad. Los líderes de la revolución cubana
me parecen ejemplares en este sentido. Sin rechazar, sino por el contrario,
apropiándose de las verdades encontradas por el marxismo consideran que su
tarea no es imponer una determinada religión o dogma, sino liberar a su pueblo,
y a los pueblos del que el suyo es parte. Que la tarea de hoy es la misma tarea
en que se empeñaron ayer, primero Bolí- var y después Martí. Por ello llaman a
Bolívar abuelo como a Martí padre de su nación. ¿Quiénes son más
revolucionarios? preguntan: ¿los que siguieron a Bolí- var y a Martí o los que
llegaron en el "Granma"? "Lo que cualitativamente puede hacer
diferente al revolucionario de hoy - contesta Fidel Castro - es su superior
conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad humana, lo que
pone en sus manos un instrumento extraordinario de lucha y de cambios
sociales" 12 . ¿Cómo puede conciliarse Martí con los principios
científicos del marxismo? Fidel contesta, "No se puede separar una cosa de
la otra en la historia de nuestro país. Porque Martí en su época cumplió con la
tarea que le correspondía y fue exponente del pensamiento más revolucionario de
aquella época". Fue la combinación del pensamiento revolucionario de Martí
con el pensamiento moderno del marxismo-leninismo "los elementos que más
influyeron en nosotros y que más, realmente, nos inspiraron". La
"liberación nacional y la liberación social se encuentran estrechamente
unidas". 13
Una fue la visión, obviamente limitada de Marx, sobre
América Latina y otras regiones al margen del mundo europeo y occidental, pero
otra ha sido la poderosa influencia de su filosofía en esas mismas regiones.
Regiones que en su lucha revolucionaria han mostrado los errores de enfoque del
marxismo, pero no los del conocimiento de la realidad que está siendo cambiada
y los medios para hacerlo. A partir del conocimiento científico de la realidad
a su alcance, fue que Marx y Engels, ofrecieron los instrumentos de
conocimiento de la realidad de otras regiones del mundo y posibilitaron el cómo
hacer, el cómo realizar el necesario cambio. Pero el cómo hacerlo, el para qué
el cambio ha sido y es problema de cada pueblo a partir de viejos anhelos que
al hacerse más conscientes pueden ser mejor realizados. El cómo y el para qué
no dependen, no pueden depender de la voluntad de otros pueblos y otros
hombres, es esta una tarea exclusiva y peculiar y que por serlo, iguala a un
pueblo como al resto de los pueblos de la tierra.
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Leopoldo Zea |
Filósofo mexicano. Director del Centro Coordinador y difusor de los Estudios
latinoamericanos (CCYDEL). Premio Nacional 1980 en Ciencias Sociales, Filosofía
e Historia. Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM). Autor de numerosos libros, entre otros:
"América en la Historia", "América como Conciencia"
"Filosofía de la Historia Americana", "Simón Bolívar.
Integración en la Libertad".
Este artículo es copia fiel del publicado en el N° 66 de la revista Nueva
Sociedad, correspondiente a los meses de mayo-junio de 1983
Referencias
Anónimo, CARTA A ARNOLD RUGE. - 1843;
Anónimo, CARTA DE MARX A ENGELS. - Londres, Gran Bretaña.
1858;
Anónimo, CUBA INTERNACIONAL. - Habana, Cuba. 1978;
Anónimo, DISCURSOS EN EL XXV ANIVERSARIO DEL ASALTO A MONCADA.
- Habana, Cuba. 1978;
Anónimo, MATERIALES PARA LA HISTORIA DE AMERICA LATINA. -
México. 1975; La estrategia en Moncada.
Anónimo, MATERIALES. - 1861;
Anónimo, NOTAS PARA EL ESTUDIO DE LA IDEOLOGIA DE LA
REVOLUCION CUBANA. - La Habana, Cuba, Verde Olivo. 1960; Los Movimientos de
1847.
Anónimo, REVISTA DE OCCIDENTE. - Madrid, España. 1928.
Anónimo, SOBRE EL COLONIALISMO. - Córdoba, Argentina. 1973;
La intervención en México.
Aricó, José, MARX Y AMERICA LATINA. - México, Alianza
Editorial Mexicana. 1982; Filosofía de Historia Universal.
Beyhaut, G., RAICES CONTEMPORANEAS DE AMERICA LATINA. -
Eudeba, Argentina. 1964
Notas
1. Notas para el
estudio de la ideología de la Revolución Cubana: "Verde Olivo", 8
de octubre, 1960, Habana.
2. José Aricó: "Marx
y América Latina", Alianza Editorial Mexicana, México 1982.
3. Futuros resultados de la dominación británica en la India
en: "Sobre el Colonialismo",
Córdoba, Argentina, 1973.
4. La revolución en
China y en Europa, Ibíd.
5. Los movimientos de 1847, en: "Materiales para la Historia de América Latina", México
1975.
6. Respuesta a Mijail Bakunin, en: "Neue Rheinische Zeitung", febrero de 1849, cit. en: G.
Beyhaut: "Raíces Contemporáneas de
América Latina", Eudeba, Buenos Aires, 1964.
7. "Filosofía de
Historia Universal", Revista de Occidente, Madrid, 1928.
8. Correspondencia de Eduard Bernstein con Friedrich Engels,
cit. José Aricó
9. Carta de Marx a
Engels, Londres 14 de febrero de 1858.
10 La intervención en
México, Die Presse, 12 de noviembre de 1861, en "Materiales..."op. cit.
11 Carta a Arnold Ruge, septiembre de 1843.
12 Discursos en el XXV aniversario del asalto a Moncada,
Habana, 26 de julio de 1978.
13 La estrategia en Moncada, entrevista en: "Cuba
Internacional", enero de 1978, Habana.