"No hay porvenir sin Marx. Sin la memoria y sin la herencia de Marx: en todo caso de un cierto Marx: de su genio, de al menos uno de sus espíritus. Pues ésta será nuestra hipótesis o más bien nuestra toma de partido: hay más de uno, debe haber más de uno." — Jacques Derrida

"Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal" Karl Marx

11/8/14

Lenin: Fiel a la socialdemocracia revolucionaria

Lenin y la manifestación
✆ Isaak Brodsky 
A veces se lee que Lenin se retiró de la actividad política al comienzo de la Primera Guerra Mundial para repensar los fundamentos del marxismo. Lars T.Lih afirma que nada podría estar más alejado de la realidad. Cabe recordar que cuando Alemania declaró la guerra el 1 de agosto de 1914, los partidos socialdemócratas de Alemania y Austria-Hungría organizaron manifestaciones contra la guerra. El Vorwärts denunciaba la guerra imperialista. El 4 de agosto, surgió el conflicto: el grupo parlamentario del SPD (Partido Socialdemócrata alemán) votó unánimemente los créditos de guerra. La consigna consensuada antes de 1914 –“Ni un céntimo, ni un hombre para el estado burgués y sus guerras”– había desaparecido. En este contexto, Lenin, al constatar que los dirigentes de la socialdemocracia habían renunciado a un elemento central del socialismo revolucionario, retomó la defensa del programa. Lo inscribió en una perspectiva de “guerras y revoluciones” salida de anteriores elaboraciones de Karl Kautsky- en la que las interacciones a escala mundial de factores sociales, económicos y revolucionarios se acentuarían. El “oportunismo” que denunció desde agosto de 1914, solo era para él la traducción de una “creencia” y de una práctica que existía en la socialdemocracia desde hacía algún tiempo. Este “oportunismo” desenvolvía la idea de que el socialismo podría alcanzarse por vías distintas a las que implicaban enfrentamientos de clase y de poder.

Por consiguiente, no era Lenin quien cambiaba sino algunos a quienes él había considerado, en lo esencial, analistas pertinentes y estrategas adecuados de un “camino del poder”, título de la obra de Karl Kautsky publicada en 1909. Kautsky lo encarnaba y sus análisis del periodo histórico seguían siendo válidos. Por consiguiente, lo que Lenin denunció desde agosto de 1914, fueron los artículos objetivistas de Kautsky que buscaba no romper los puentes con los “oportunistas” de su partido (SPD) y así, de hecho, encubría su apoyo a la burguesía imperialista y a su guerra. Para comprender este artículo de Lars. T. Lih, es útil tener presente el primero que publicamos en 'Ñángara Marx' el pasado 31-07-2014.

*****
Puedo testificar que Lenin formuló las principales consignas de su táctica en la guerra imperialista en Austria durante los primeros días de la guerra, porque llegó a Berna con las consignas perfectamente fijadas. Además, tengo muchas razones para afirmar que esta táctica probablemente había madurado en la cabeza de Lenin desde el primer día de la guerra. Mi arresto el tercer o cuarto día de la guerra puede servir de prueba a esta declaración”.
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Lars. T. Lih   |   El autor de estas palabras, el bolchevique, G.L. Schlowsky, cuenta desengañado que las autoridades militares rusas habían interceptado un telegrama que Lenin le había mandado para pedirle que organizara proclamas contra la guerra. Esta anécdota muestra qué rápida y precisa fue la reacción de Lenin ante el estallido de la guerra. Cuando se desataron las hostilidades, Lenin vivía en Poronin, en la Polonia austriaca. Fue rápidamente detenido como extranjero enemigo por supuesto espionaje pero doce días después, gracias a la intervención de importantes socialdemócratas austriacos, fue puesto en libertad (en concreto, Victor Adler que aseguró al Ministro del Interior que Lenin era un acérrimo enemigo del zarismo). Tuvo que hacer las maletas y marcharse con su familia (su mujer y su suegra) a la Suiza neutral, vía Viena. A pesar de esta gran convulsión, llegó a Viena dispuesto a la acción el 5 de septiembre.

Nada más descender del tren, Lenin se reunió con los bolcheviques de Berna en el apartamento de Schlowsky para tratar de la necesidad de responder a la guerra. En esta reunión, Lenin planteó muchas preguntas a sus camaradas sobre la reacción de otros socialistas rusos y europeos ante la guerra. A la noche, se reunió con Robert Grimm, un dirigente de los socialdemócratas suizos y discutió con él sobre tácticas del partido en tiempos de guerra/2. Después redactó un borrador de su opinión sobre las tareas del partido en la guerra.

Al día siguiente, Lenin escribió una carta a W.A. Karpinsky, que estaba en Ginebra, para preguntarle si conocía una imprenta que utilizara la lengua rusa y que pudiera imprimir los panfletos contra la guerra y los socialistas que la apoyaban. También quería saber si había bolcheviques que partían a Rusia. Más tarde, en la segunda jornada, se celebró una conferencia más formal de los bolcheviques de Berna en un bosque en los alrededores de la ciudad /3. El grupo aceptó las tesis de Lenin con unas pocas modificaciones.
Estos primeros días en Berna son un ejemplo de las actividades de Lenin hasta principios de 1915. Él tenía unos objetivos precisos a los que se dedicaba sin descanso:

  • obtener el respaldo oficial del Partido a sus opiniones sobre la reacción correcta a la guerra;
  • con este fin, reconstruir los distinto órganos del Partido y restablecer las relaciones cortadas por el estallido de las hostilidades;
  • en particular, restablecer las comunicaciones con Rusia;
  • dar a conocer al mayor público posible el programa bolchevique enviando sus opiniones a las conferencias socialistas no bolcheviques, devolviendo la vida al periódico del Partido y dando charlas públicas;
  • informarse de la reacción a la guerra de los socialistas devorando periódicos del Partido de toda Europa/4.

El Manifiesto

El primer y prioritario objetivo de Lenin consistía en estar en situación de presentar sus opiniones como un programa oficial adoptado por las instancias oficiales del Partido Bolchevique. Sus tesis originales de principios de septiembre de 1914, las reelaboró en un Manifiesto llamado “La guerra y la socialdemocracia rusa”. Se imprimió el 1 de noviembre de en el primer número del periódico refundado Sotsial-Demokrat, nombre del Comité Central del Partido. En seguida, se dedicó a organizar una conferencia más amplia de emigrados bolcheviques que se celebró en Berna a finales de febrero de 2015. Quiso que esta conferencia fuera lo más representativa posible y gozara de la mayor autoridad. Hizo un gran esfuerzo para que los bolcheviques que volvían de América y los críticos potenciales como Nikolai Bujarin pudieran asistir. Las conclusiones votadas en esta conferencia fueron esencialmente la última versión de las posiciones de septiembre y del Manifiesto de noviembre.

La Conferencia de Berna confirió al programa de Lenin el mayor carácter oficial posible que podía tener en una situación de guerra. Él consideraba la resolución de Berna como la biblia, mientras que el resto -por ejemplo, su tratado de 1915 redactado con Zinoviev, El socialismo y la guerra- eran solo comentarios. La Conferencia de Berna representó un giro en las actividades de Lenin durante la guerra. Por tanto, tiene sentido considerar los meses que van de agosto de 1014 hasta febrero del 1915, como un único periodo definido por la búsqueda por Lenin del refrendo oficial del Partido.

Que el Partido asumiera el programa de Lenin sólo podía ocurrir si procediera de los órganos oficiales por lo que él se puso a la tarea (según sus propias palabras) de “superar las enormes dificultades para restablecer los contactos organizativos rotos por la guerra/5. Era especialmente importante volver a poner en marcha la publicación del periódico del Partido Bolchevique, Sotsial-Demokrat. El último número había aparecido un año antes y Lenin estaba muy enfadado porque nadie conseguía recordar qué número había sido. Fue necesario buscar aquí y allá para estar seguros de que había sido el número 32. En noviembre de 1914 apareció el número 33 con el texto del Manifiesto sobre la guerra. Así Lenin tenía ya un periódico oficial del Partido que podía citar como “el Comité Central”.

Publicar este periódico obligó a enfrentarse a toda clase de dificultades prácticas que a veces, alcanzaron un nivel de absurdo, digno de una ópera cómica. Para los primeros números, el único impresor disponible con tipos cirílicos era un emigrante ucraniano de nombre Kuzma. Era un tipo simpático que estaba feliz de poder ayudar a emigrantes como él. Pero su mujer quería que se limitara a encargos más lucrativos y miraba a los bolcheviques casi como enemigos personales. Los bolcheviques la apodaban Kuzmikha y las cartas de Lenin de entonces contenían a menudo el pedido de un “boletín de los humores de Kuzmikha: ¿ella bloqueaba la impresión del periódico?”/6

La ausencia de Sotsial-Demokrat ayuda a explicar por qué Lenin publicó relativamente poco en septiembre y octubre de 1914. No por no tener algo que decir o de desear decirlo sino por falta de un canal de expresión. Desde que Sotsial-Demokrat apareció regularmente, Lenin escribió seguidos diez artículos que aparecieron en los siete números publicados durante los cuatro meses anteriores a la Conferencia de Berna de finales de febrero.

Otra tarea del Partido era restablecer el contacto con los bolcheviques de Rusia, en particular con los de la ciudad nuevamente llamada Petrogrado pues San Petesburgo era un nombre demasiado alemán. Gran parte de la correspondencia con Alexandre Shlyapnikov (1885-1937, ejecutado después de que se negara a declararse culpable, y previamente excluido, en 1933) en Estocolmo estaba dedicada a esto. Lenin quería saber qué pasaba en Rusia y también hacer llegar las publicaciones del Partido con su programa.

Se sintió muy satisfecho cuando supo lo que hacían los bolcheviques de Petrogrado, especialmente el grupo de los seis diputados bolcheviques de la Duma. Estos últimos habían enviado una enérgica réplica a Emil Vandervelde, el socialista belga favorable a la guerra, y también habían distribuido panfletos contra ésta. Los bolcheviques de Petrogrado habían reaccionado así a la contienda sin consignas del exterior, o -si las memorias tardías dicen la verdad- habían seguido las directivas del manifiesto de Bale de 1912 que también había inspirado a Lenin /7.

Las tesis del Manifiesto no eran meros ejercicios académicos. De hecho, contribuyeron a la detención de la fracción de la Duma y su enjuiciamiento porque la policía había encontrado un ejemplar del mismo cuando irrumpió en una reunión secreta de los bolcheviques (Kamenev estaba presente y figura como uno de los acusados entre los diputados de la Duma). La actitud activista de Lenin tuvo el mismo efecto sobre los bolcheviques de Petrogrado que su telegrama a Schklovsky.

Así mismo, Lenin se propuso difundir más ampliamente lo que en adelante podía ser llamado el programa oficial bolchevique. Mandó el Manifiesto bolchevique sobre la guerra al Secretariado Socialista Internacional (II Internacional) en La Haya así como a los periódicos socialdemócratas franceses, ingleses y alemanes. Organizó la presentación de la posición bolchevique en las diferentes conferencias socialdemócratas en Estocolmo, Londres, y en la Conferencia común de los partidos suizo e italiano en Lugano, (en septiembre de 1914). Pronunció charlas públicas y mostró la contradicción con las charlas de los socialistas rusos favorables a la guerra. Según la fuente infalible que es Biokhronika, presentó su posición en mítines públicos en Berna el 11 de octubre, en Lausana el 14 , en Ginebra el 15, en Montreux el 26 y en Zurich el 27. También hizo declaraciones para lamentar la presencia de la bandera bolchevique en los mítines públicos de los socialdemócratas rusos con posiciones opuestas a las suyas entre ellos, de Bund el 10 de octubre de Plejanov el 11 y de Martov el 16 de diciembre /8.

Estos discursos, con ataques y contraataques, eran muy importantes. Kroupskaya relata cómo Lenin asiste a la conferencia pública de Plejanov en Lausana y cómo subió al estrado para polemizar con él, con una jarra de cerveza en la mano /9. Cuando presentó su propia posición en un mitín en público en Zurich, a finales de octubre, Lenin habló durante dos horas y el debate que siguió se prolongó toda la noche. Los oponentes a Lenin se manifestaron con fuerza. Trotsky, por ejemplo, lo atacó con agresividad asegurando que tratar a Kautsky de traidor era absurdo. (Ver la nota que matiza esta afirmación de Lars T. Lih, que solo se produciría a partir del trabajo de campo desarrollado por Trotsky. Nota de A’lencontre /10)

La Biokhronika también nos informa de las notas que Lenin tomó de los periódicos en esos meses finales de 1914. Ordenando todas estas referencias, queda claro que Lenin tenía un proyecto de intensa búsqueda sobre las reacciones socialistas al estallido de la guerra. Los archivos de las bibliotecas muestran que Lenin consultó los siguientes títulos: La Bataille syndicaliste, Vorwärts, Die Neue Zeit, Avanti, Volksrecht, L’Humanité, Naché Delo, ArbeiterZeitung, Russkie vedomosti, Russkoe slovo, Sozialistische Monatshefte, Berner Tagwacht, Novyi Mir, Leipziger Volkszeitung, Le Matin, Naché Slovo, Berliner Tagblatt und Handels-Zeitung, Nasha zaria, Den’, Rech’, Le Temps. Su correspondencia revela también sus esfuerzos para conseguir periódicos rusos, daneses y franceses. Todas sus lecturas reaparecen en panfletos polémicos sobre la guerra y el hundimiento de la II Internacional.

Por si esto fuera poco, Lenin escribe un artículo de 50 páginas sobre Karl Marx (una de las escasas formas que tenía de ganar dinero, artículo escrito para el diccionario enciclopédico Granat de julio a noviembre de 1914) y tomó extensas anotaciones de La Ciencia de la Lógica de Hegel. Sus lecturas no se circunscribían a Hegel. Los archivos de las bibliotecas reflejan que consultó libros de variadas temáticas como la reacción socialista a la guerra, las políticas coloniales, la Comuna de París, la Guerra Civil de Estados Unidos, un manual de matemáticas consagrado a las derivadas y las integrales así como dos libros sobre el impacto económico de la electrificación.

Concluyamos con la información que nos suministra el propio Lenin de sus actividades en los primeros números del órgano del Partido editado de nuevo: 
Después de haber superado enormes dificultades para restablecer los lazos organizativos interrumpidos por la guerra, un grupo de miembros del partido, en primer lugar ha elaborado las ‘tesis’ el 6, 7 y 8 de septiembre y las han hecho circular entre los camaradas.... Después estas tesis han sido enviadas a dos delegados de la Conferencia italosuiza de Lugano (27 de septiembre) por medio de intermediarios socialdemócratas rusos. Solo a mediados de octubre ha sido posible restablecer los contactos y formular la opinión del Comité Central del Partido. La editorial de este número representa la formulación definitiva de estas ‘tesis’ /11(…)Nosotros hemos establecido contacto con el Secretariado ruso del Comité Central y con dirigentes del movimiento obrero de San Petersburgo, hemos intercambiado opiniones con ellos y estamos convencidos de que estábamos de acuerdo en los aspectos principales y estamos en situación, como editores del Comité Central del Partido, de declarar en su nombre que únicamente un trabajo orientado en esa dirección es una acto del partido y un acto socialdemócrata”/12.
La intensa actividad de Lenin los siete primeros meses de la guerra se parece poco al cuadro pintado por autores que imaginaron a Lenin comprometido en un difícil periodo de cuestionamiento de sus ideas. Si se cree a estos autores, Lenin estaría aislado políticamente incluso de sus aliados más próximos; se habría retirado durante un tiempo de la actividad política para repensar las bases del marxismo; no habría actualizado su programa político hasta después de haber leído la Lógica de Hegel. En realidad, tenía su programa político literalmente listo desde el primer día de la guerra y se sumergió en una intensa actividad política para dar a conocer su planteamiento y asegurarse el apoyo oficial del partido que obtuvo.

¿Qué programa?

Vayamos ahora hacia el contenido del programa que Lenin promovió de forma tan diligente durante los años de la guerra.
En las tesis que Lenin escribió nada más llegar a Berna, encontramos los siguientes puntos:

  • La presente guerra es una guerra imperialista y no existe ninguna razón para abandonar las “lucha de clases con su inevitable conversión en algunos momentos en guerra civil” (la fórmula canónica “conversión de la presente guerra imperialista en una guerra civil” aparece por primera vez en el Manifiesto más tarde, en otoño; término que significa el enfrentamiento directo con las clases dominantes en el poder).
  • Los actos de los jefes de la II Internacional constituyen una traición al socialismo y el hundimiento ideológico de la Internacional.
  • El culpable es el ala oportunista de la socialdemocracia, “cuya naturaleza burguesa y el peligro que representaba habían sido señalados por los mejores representantes del proletariado revolucionario de todo el país desde hacía tiempo”.
  • El núcleo central de la socialdemocracia europea ha capitulado ante los oportunistas.
  • Hay que construir una nueva Internacional libre de oportunismo.
  • La naturaleza imperialista de la guerra hace imposible elegir un campo entre los países en guerra.
  • La derrota de Rusia es un mal menor.
  • Las revoluciones democráticas y nacionales en Rusia siempre están a la orden del día.
  • Nuestra campaña contra el chovinismo y el “socialpatriotismo” (el apoyo socialista al esfuerzo de la guerra) será sostenido “en la mayoría de los casos” por los trabajadores /13.
  • Formas de organización y agitación ilegales son imprescindibles en tiempos de crisis”.
  • El pacifismo es “una perspectiva sentimental y filistea” que ignora la necesidad de la lucha armada.
  • Por los “Estados Unidos republicanos de Europa” debería ser un eslogan de propaganda /14.

En el Manifiesto elaborado después de posteriores consultas y publicado en noviembre de 1914 en el primer número del Sotsial-Demokrat refundado, se elaboraron y clarificaron los siguientes puntos:

  • La consigna “transformación de la presente guerra imperialista en guerra civil” estaba contenida sin ambigüedad en el manifiesto de Basilea pero los oportunistas se negaron a ponerla en práctica.
  • Los trabajadores socialdemócratas en Rusia publicaron proclamas ilegales contra la guerra; “de esta forma cumplieron con su deber hacia la democracia y la Internacional”.
  • El segundo nivel de la revolución, no socialista: “Libertad verdadera para las naciones” se menciona de forma más general, es decir, no limitada a Rusia.
  • La consigna “La derrota de Rusia es el mal menor” no se debe ser utilizada por los socialpatriotas alemanes como justificación.
  • La dominación del oportunismo se explica por “un periodo de la historia a partir de ahora pasado (y supuestamente ‘pacífico’)”.
  • Los “socialdemócratas revolucionarios” experimentan “un sentimiento de bochornosa vergüenza” por la acción de los supuestos líderes socialdemócratas que “deshonra la bandera de la Internacional “.

El nombre de Kautsky es citado como emblema del “centrismo” cuya cobertura de los pecados oportunistas es “la sofisticación más hipócrita, vulgar y satisfecha de sí misma/15.

Las resoluciones de la Conferencia de Berna en febrero no cambiaron nada sustancial /16. De todos los puntos enumerados aquí, el único que desapareció fue la consigna de los “Estados Unidos de Europa”. Durante el verano de 1915, Lenin llegó a la conclusión de que la consigna, concebida originalmente para llamar a una revolución democrática contra las monarquías europeas, daba demasiado ayuda y apoyo a la idea de Kautsky de un “superimperialismo” según el cual, los países capitalistas podrían unirse para hacer dinero y no la guerra. Lenin destacó que como consigna “política” -es decir, tal como había aparecido en el Manifiesto y en las resoluciones de Berna- los Estados Unidos de Europa todavía tenían su sentido /17.

Respecto al resto, Lenin ni se retractó ni añadió nada en su programa base durante los años 1914-1916. Pasó dos años difundiendo su programa original y defendiéndolo de todos los contestatarios. Ahora nos debemos plantear la pregunta: ¿hay algo que una todos estos puntos, algo que le confiera a este programa una unidad política y emocional? Sí y puede ser formulado de la siguiente manera: la idea de que la “era de guerras y revoluciones” que había sido anunciada por la “socialdemocracia revolucionaria” anterior a la guerra ya está aquí y debemos actuar en consecuencia /18.

Como el propio Lenin dijo: 
No es otro que Kautsky quien en una serie de artículos y en su folleto ‘El camino del poder’ (aparecido en 1909) escribió con total claridad las características esenciales de esta tercera época que ha comenzado; quien apuntó las diferencias fundamentales con la segunda (la de ayer); y quien reconoció el cambio de tareas inmediatas como en las condiciones y las formas de lucha de la democracia de hoy, un cambio que nace de las condiciones históricas objetivas transformadas*”.
En el folleto mencionado, habló claramente de síntomas de una guerra que se aproxima, y específicamente de un tipo de guerra que llegó en1914...**”
Bifurcación

Esta idea de una nueva época de guerras y revoluciones engloba los puntos positivos del programa de Lenin: los dos niveles de revolución, socialista y democrática, y los dos tipo de guerra respectivos, guerra imperialista injusta y guerra de liberación nacional justificada; la insistencia en los dos tipos de tácticas encomendadas en el manifiesto de Basilea; la focalización en el oportunismo como el enemigo principal.

Pero el principio unificador explica también qué es nuevo en la plataforma de guerra de Lenin: el sentimiento de traición porque los representantes del socialismo no han mantenido su promesa, la insistencia sobre una nueva Internacional, libre de oportunismo, y los reproches dirigidos abundantemente contra el centrismo y contra Kautsky personalmente. He aquí lo que contenía el pasaje citado más arriba, escondido en dos notas (marcadas con * y **):
*“A Kautsky le quema hoy lo que ayer adoraba; su cambio de bando es totalmente increíble inapropiado y vergonzoso...”** “Bastaría con cotejar algunos pasajes de su folleto con ciertos escritos de hoy para mostrar de forma convincente cómo Kautsky ha traicionado sus propias convicciones y sus solemnes declaraciones. En este sentido, no es un caso individual (ni incluso un caso alemán) sino un representante típico de la casta superior de la democracia de hoy que en un momento de crisis ha desertado para unirse al bando de la burguesía.”
Este pasaje demuestra cómo la imagen de Kautsky se ha escindido entre el “Kautsky marxista” y el “Kautsky renegado”. El primero era el representante de la “socialdemocracia revolucionaria” cuyos principios eran siempre válidos y cuyo honor debía ser honrado. El segundo, el Kautsky representante de un movimiento al cual Lenin dio el nombre de nombre: kautskianstvo. Este término se traduce habitualmente por “kautskismo”. Pero esta formulación es engañosa pues implicaría que Lenin rechazaba las ideas que Kautsky había defendido en sus escritos anteriores a la guerra. Kautskianstvo no es en absoluto un “ismo“ o un conjunto de principios sino una especie de comportamiento político que hace uso de la retórica revolucionaria para cubrir los pecados del oportunismo. El ejemplo paradigmático de kautskianstvo es la incapacidad del propio Kautsky de vivir a la altura del “kautskismo”.

Aunque Lenin quedó atónito ante lo que consideraba una traición de los partido socialdemócratas, no tardó un minuto en tener la explicación de lo que pasaba. Aplicó la misma cartografía de las tendencias en el seno de la socialdemocracia que había visto en los artículos de Kamenev antes de la guerra. La causa de la traición era el oportunismo. Todo el mundo (es decir, todos los revolucionarios socialdemócratas) sabían que el oportunismo era más burgués que socialista. Todo el mundo sabía que era cada vez más influyente durante los años precedentes de paz y de reforma gradual. La incógnita era saber hasta dónde había penetrado la corrupción.

Craig Nation escribe que entre los socialdemócratas de izquierda que se oponían a la guerra “era un axioma que después de agosto de 1914 el marxismo de la II Internacional debía ser depurado del oportunismo” /19.

Es una afirmación habitual. Pero lo mismo que la descripción de la concepción de Lenin, es muy engañosa. Lenin no rechazó el marxismo de la II Internacional. Rechazó la II Internacional porque ésta, ingenuamente, albergó una serpiente en su seno, el oportunismo, no dándose cuenta de lo mortal que era su veneno. Sin embargo, Lenin no creyó que el oportunismo hubiera infectado hasta la misma ideología de la “socialdemocracia revolucionaria” anterior a la guerra. El remedio prescrito consistía en purgar de este veneno la nueva Internacional proyectada para que el marxismo verdaderamente revolucionario de la vieja Internacional pudiera florecer. Como Lenin lo expresó en el verano de 1915:
La vieja división de los socialistas en una tendencia oportunista y una revolucionaria que fue característica del periodo del la II Internacional (1889-1914) corresponde en conjunto a la nueva división entre chovinistas e internacionalistas. El social chovinismo es un oportunismo que ha madurado hasta tal punto que la presencia continua de este absceso burgués en el seno de los partidos socialistas resulta insostenible” /20.
Un repaso del marco de referencia de las tres épocas de Kautsky revela la actitud de Lenin. En una polémica de principios de 1915 con Alexandre Potressov, uno de los socialdemócratas rusos más a la derecha, Lenin escribió: “La división habitual en épocas históricas, a menudo citada en la literatura marxista, tantas veces repetida por Kautsky y adoptada por Potressov en sus artículos, es la siguiente: (I) 1789-1871; (II) 1871-1914; (III) 1914-¿?”. Lenin aceptaba este marco de referencia completamente pero no estaba de acuerdo con la forma en que Potressov describía el segundo periodo “pacífico” que había finalizado.

A propósito de este periodo Potressov habla de su “potencial para el avance suave y prudente”, su “acusada no adaptabilidad a toda ruptura en el gradualismo y a fenómenos catastróficos de cualquier tipo” y su “excepcional aislamiento en el interior de la esfera de acción nacional”. Esta descripción de la época de la II Internacional hoy se ha convertido en estándar pero Lenin afirma su radical desacuerdo. Porque precisamente “se crea la impresión de que (el socialismo de la segunda época) exclusivamente quedó, hablando de forma general, imbuido de gradualismo nacionalista, alejado gradualmente de las catástrofes y de las rupturas en el gradualismo”/21.

Lenin objeta que “en realidad esto no ha podido pasar así” porque los antagonismos de clase se cruzaban rápidamente en ese mismo periodo. El resultado fue que “ninguno, literalmente ninguno de los países capitalistas dirigentes de Europa se ahorró la lucha entre las dos tendencias opuestas” en el seno del movimiento socialista. Lenin no pretendía, de ninguna manera, ser el primero en comprender el peligro del oportunismo- muy al contrario.: “Apenas hay marxistas de renombre que no hayan reconocido muchas veces y en numerosas situaciones que los oportunistas eran de hecho, un elemento no proletario hostil a la revolución socialista”/22.

Así justificaron los bolcheviques sus consignas aparentemente más radicales y más polémicas como basadas enteramente en el consenso socialdemócrata anterior a la guerra. Como Girgori Zinoviev, el lugarteniente más próximo de Lenin en aquellos años, lo escribió en febrero de 1916:
Cuando en 1914 comenzó la guerra, nuestro partido proclamó la consigna: ¡guerra civil!¡ Transformación de la guerra imperialista en guerra civil! En respuesta, nos convertimos en presa de numerosos ataques empezando por el social-chovinista Eduard David y terminando por el kautskysta ruso izquierdista L. Trotsky /23.¿Qué queríamos decir con estas consignas? Queríamos decir que los socialistas de todos los países, en interés de la clase obrera, tenían el deber de poner en práctica honestamente la obligación que habían contraído en Stuttgar y en Basilea. Queríamos decir lo que había sido reconocido centenares de veces por todos los dirigentes de la II Internacional durante los años precedentes: que las condiciones objetivas de nuestra época establecían una conexión entre la guerra y la revolución. ¡Nada más!”
Zinoviev recordaba al lector el contenido esencial de la resolución del Congreso de Stuttgart, retomado por el Manifiesto de Basilea que había sido adoptado a iniciativa de los socialdemócratas rusos y polacos. “Sobre la cuestión de la guerra civil, la perspectiva de nuestro partido esencialmente es la misma que en 1907”/24.

El mal menor

Un aspecto del escenario anterior a la guerra de la acción revolucionaria mundial que encontramos en Kautsky y aún más en Kamenev, es la posición privilegiada que ocupa Rusia como país situado en la cresta entre revolución socialista y revolución democrática, entre la revolución del inicio del siglo XX y la revolución del XIX, entre Europa y Asia. Este aspecto también encuentra su sitio en el programa de Lenin de le época de la guerra, en sus llamadas a la derrota de Rusia. En palabras de la resolución adoptada en la Conferencia de Berna: ”Una victoria acarreará un refuerzo de la reacción en el mundo y en el interior del país... A la vista de esto, consideramos la derrota de Rusia como un mal menor en cualquier condición” /25.

La formulación del “mal menor“ aparece en los tres documentos programáticos de los primeros meses de la guerra: las tesis escritas en cuanto llega a Berna, el Manifiesto publicado en noviembre y las resoluciones de la Conferencia de Berna. Sin embargo, la llamada a la derrota de Rusia como un “mal menor” no caló nunca, ni siquiera en los bolcheviques. Como lo resalta Hal Draper (en su análisis al que tanto debo), “al margen de los colaboradores más cercanos a Lenin en el Comité Central en Berna, especialmente Zinoviev en su forma personal tan particular, no podemos citar ningún bolchevique conocido, ni ninguna sección del Partido que la haya defendido contra las críticas.”/26.

El enfrentamiento final entre Lenin y el resto de los bolcheviques sobre la cuestión de la derrota de Rusia como mal menor se produjo en la primera “Carta desde lejos” escrita por Lenin inmediatamente después de la caída del zar en marzo de 1917 y publicada en Pravda antes de su llegada a Rusia (4 de abril de 1917). Lenin afirmaba que la Revolución de Febrero había justificado la consigna de la derrota pero los editores de Pravda sencillamente cortaron este pasaje. Tanto en el momento de la primera utilización de la consigna en septiembre de 1914, como en la última en marzo de 1917, Lenin escribió claramente que esta consigna se refería a la especial posición de Rusia y apunta a la “derrota de la monarquía zarista, la más atrasada y la más bárbara”. Así mismo, escribió claramente que no habla de la derrota por la revolución sino de la derrota infligida por los ejércitos alemanes que facilitó la revolución. Como el mismo Lenin abandonó cualquier referencia a la derrota después de su retorno a Rusia, no pudo quejarse con mucha energía. En esta cuestión, fue Lenin el que se sumó al resto del partido y no al contrario /27.

La razón de la impopularidad de la “derrota de Rusia como mal menor” no hay que buscarla muy lejos: derrota de Rusia quería decir victoria de Alemania. La consigna de Lenin implicaba una llamada de los revolucionarios rusos en ayuda de los ejércitos alemanes y justificaba a los “socialpatriotas” alemanes que utilizaban los crímenes del zarismo como una excusa de su apoyo al esfuerzo de guerra alemán. Esta dificultad se manifestó a todo el mundo inmediatamente de forma evidente. Incluso Lenin redactó una carta encolerizado a los periódicos socialdemócratas alemanes y austriacos en noviembre de 1914 por la forma que de utilizaban sus críticas de los crímenes del zarismo ruso/29.

Enfrentado a esta dificultad, Lenin intentó generalizar su consigna como una llamada a la derrota simultánea a todos combatientes. Como Draper lo demuestra muy bien, el resultado fue confuso y lleno de contradicciones- ”y no de un modo productivo”, “dialéctico”, “de contradicción.” Lógicamente, la posición especial de Rusia no podía generalizarse. Draper explica la insistencia de Lenin en esta posición como un choque entre su nuevo y original análisis de la guerra imperialista y una reminiscencia inconsciente de una época precedente cuando las revoluciones proletarias aún podían elegir el bando de una guerra entre estados burgueses según de quien fuera la victoria más progresista. Esta explicación va en la buena dirección. Si nos percatamos de que el análisis de Lenin de la guerra imperialista no era especialmente original y de que su insistencia en la posibilidad de una guerra nacional “progresista” no era un resto inconsciente sino un aspecto central de su perspectiva.

El escenario de la interacción revolucionaria mundial postulaba dos niveles de revolución: revoluciones socialistas contra los regímenes imperialistas y revoluciones democráticas contra los regímenes tanto imperialistas como tradicionales. Las revoluciones proletarias no podían elegir bando en una guerra entre potencias imperialistas pero podían y debían elegir en las guerras de liberación nacional incluso cuando los dos bandos eran “burgueses”/30.

El zarismo ruso confundía la distinción entre los dos niveles de revolución. Por un lado, su participación en la guerra europea la convertía en una especie de potencia imperialista honoraria a pesar de que estaba lejos de alcanzar “el estadio superior del capitalismo” Por otro lado, era el paradigma del antiguo régimen antidemocrático. Mirando hacia el Oeste, entre Rusia y sus enemigos no se podía elegir su bando. Mirando hacia el Este, se deseaba el derrumbe del zarismo.

A lo largo de los años de la guerra, Lenin se presentó no como un audaz innovador o un revisionista sin miedo, sino como alguien fiel a las “viejas verdades” como el jefe socialista que ha mantenido la cabeza en su sitio cuando todos la perdían. Por eso pudo, al bajar del tren en Berna en septiembre de 1914, empezar la agitación política ese mismo día sobre la base de una plataforma que permaneció inalterada hasta la caída del zar. Por eso tenía una seguridad sorprendente para desafiar a todo el establishment socialista en nombre de la ortodoxia marxista.

Notas

1/ O.H. Gankin et H.H. Fisher, The Bolsheviks and the World War: the Origin of the Third International, Stanford, 1940, p.143 (edición original: 1925).
2/ Robert Grimm (1881-1958), obrero tipógrafo que trabajó en Suiza, en Alemania, en Francia y en Italia. Tenía expeirencia internacional. Represaliado por la patronal, fue permanente del PS, al no encontrar trabajo. Su experiencia internacional hizo que estuviera presente en los Congresos de la II Internacional en 1907, 1910 y 1912. Integró el Consejo ejecutivo de la II Internacional desde 1912. De 1908 a 1918, fue director del diario socialista de Berna, Berner Tagwacht; donde escribían los representantes de la socialdemocracia revolucionaria refugiados en Suiza. Sus vínculos internacionales lo convirtieron en uno de los organizadores decisivos de las Conferencias internacionales de Zimmerwald de 5 al 8 septiembre de 1915 y de Kienthal del 24 al 30 abril de 1916. Grimm, basado en su conocimiento del ejército de milicias en Suiza – un ejército estrechamente controlado por un grupo de oficiales formados al estilo prusiano “drill”) – hizo una crítica de la obra de Jean Jaurès El nuevo ejército (1911). En su texto, titulado “Experiencia del sistema de milicias en Suiza” (1912), sintetiza su análisis mediante la siguiente fórmula: “Como la misma democracia, la milicia se ha convertido por el desarrollo capitalista en un excelente útil en manos de los reaccionarios” (Redacción A l’Encontre)
3/ Lenin, su mujer y su suegra vivían en un a modesto piso alquilado en el barrio de Langgasse. Le gustaba pasear en el cercano bosque de Bremgarten. (DigiBern.ch, Société historique et Université de Berne. (Redacción A l’Encontre)
4/ Gracias a tres colecciones de documentos de primera calidad, de diferentes momentos y de diferentes perspectivas, el fondo de las actividades de Lenin en 1914 a 1916 es más accesible a quienes dependen de las traducciones que cualquier otro periodo: W. Walling, The socialists and the war, New York, 1972 (originellement publié en 1915); O.H. Gankin et H.H. Fisher, The Bolsheviks and the World War: the Origin of the Third International, Stanford, 1940; et J. Riddell, Lenin’s struggle for a revolutionary International, New York, 1984. N. Kroupskaya, Reminiscences of Lenin, New York, 1960 (1933) permanece indispensable. No discuto en este ensayo el movimiento de izquierda de Zimmerwald; para eso, ver Craig Nation, War on war: Lenin, the Zimmerwald left and the origins of communist internationalism, Durham, N.C., 1989. Para el material sobre otros socialistas rusos durante la guerra, eir I. Thatcher, Leon Trotsky and World War One: August 1914 to February1917, Basingstoke, 2000; et M. Melancon, The Socialist Revolutionaries and the Russian anti-war movement, 1914-1917, Columbus, 1990.
5/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964,Vol. 21, p.37 (Noviembre de1914).
6/ W.A. Karpinski, « Stranichki proshlogo » Vospominaniia o Vladimire Il’iche Lenine, Vol. 2, Moscou 1969; W.I. Lenin, Chosen Works, New York, 1960-1968, Vol. 49, p.136 (Carta a Sophia Ravitch, agosto de1915).
7/ A. Badayev, The Bolsheviks in the tsarist Duma, New York, 1973 (1932).
8/ Wladimir Ilitch Lénine: Biograficheskaia khronika,Vol. 3: 1912-1917 (1972). Los volúmenes de la Biokhronika suministran una exhaustiva información sobre lo que Lenin hizo día a día durante su carrera.Habitualmente se llama Bundd (Federación) el Bund general judio del trabajo en Lituania, Polonia y Rusia, la organización socialdemócrata judía fundada en 1897 en Vilnius, es decir, en el imperio del zar ruso. El Bund participó en la fundación del Partido Obrero Socialdemócrata ruso en 1988 en Minsk. En la escisión de 1903, se unió a los mencheviques – la Bund adoptó posiciones a menudo próximas a las de Martov – manteniendo su autonomía como organización de los trabajadores judíos. El Bund era antisionista, consideraba la emigración a palestina como una evasión de la realidad social y fuente inútil de conflictos con el proletariado árabe. El Bund desarrolló el uso de la lengua yiddish,aborrecida por los sionistas. Fue uno de los motores de la prensa y edición en yiddish en Rusia, Polonia, y Estados Unidos (Redacción l’Encontre)
9/ N. Kroupskaya, Reminiscences of Lenin, New York, 1960, pp. 286-288.
10 / La declaración de guerra había sorprendido a Trotsky y su familia en Viena. Cuenta en Mi vida (1930) que llegó a Zurich el 3 de agosto de 1914. Recuerda que en 1905 ya había escrito: «Los partidos socialistas europeos han elaborado su conservadurismo que se hace más acusado conforme mayores masas son ganadas para el socialismo... En consecuencia, la socialdemocracia puede convertirse en un momento dado en un obstáculo inmediato en caso de que se declare un conflicto entre obreros y la reacción burguesa. En otras palabras, el conservadurismo de la propaganda socialista del partido proletario puede, en un cierto momento, entorpecer la lucha directa del proletariado por la conquista del poder”. Trotsky recuerda que el 8 de agosto de 1914 escribía: “...se trata del naufragio de la Internacional...” y el 11 de agosto: “Solamente el despertar del movimiento revolucionario socialista- que debe adoptar rápidamente formas extremadamente violentas- sentará las bases de la nueva Internacional. Los años siguientes serán la época de la revolución social.” (p.278)
A partir del 19 de noviembre de 1914, y hasta su expulsión hacia España en septiembre de 1916, Léon Trotsky residió en Francia, colaborando en el diario de la izquierda socialista rusa emigrada Naché Slovo. El 31 de octubre de 1914, había publicado en Zurich su folleto en alemán La guerra y la Internacional, que fue traducida a varias lenguas durante la guerra y apareció como libro en Nueva York en 1918, The Bolscheviki and World Peace (Boni and Liveright, New York)
En la introducción a este folleto, Trotsky escribió: 
Igual que los gobiernos nacionales fueron un freno para el desarrollo de las fuerzas productivas, del mismo modo los partidos nacionales socialistas han sido el principal obstáculo para el avance revolucionario de las fuerzas trabajadoras.(…)Una parte importante de este texto está consagrada a la difunta Internacional. Pero todo el folleto desde la primera a la última página está dedicado a la nueva Internacional que debe nacer de las convulsiones del momento, esa Internacional de los últimos combates y de la victoria definitiva.”
 En su libro de de 1936, El movimiento obrero durante la Primera Guerra Mundial. De la Unión sagrada a Zimmerwald (Vol. 1, Ed. du Travail 1936), Alfred Rosmer describe así la posición de Trotsky en la Conferencia de Zimmerwald del 5 al 8 de septiembre 1915:
«Por 19 votos contra 12, la Conferencia decidió no tomar los proyectos bolcheviques como base de discusión y preparar la elaboración de un nuevo texto que recogía los puntos en los que estaban de acuerdo el conjunto de delegados. Trotsky, a quien se añadieron, creo, Henriette Roland-Holst y Grimm, fue el encargado de redactarlo... En todos los puntos estaba muy cerca de las posiciones de los bolcheviques pero, trabajando en Francia, podía comprender fácilmente las dudas de algunos delegados... Trotsky presentó un texto que fue unánimemente aprobado sin grandes resistencias” (p.386)
Sin embargo, hay que recordar que la “izquierda de Zimmerwald” era minoritaria entre una minoría de “dirigentes” de la socialdemocracia internacional. Lenin juzgaba que la mayoría de los “zimmerwaldiens” no era suficientemente ofensiva hacia los “oportunistas”, que habían abandonado la II Internacional. Además juzgaba que algunos soñaban con el renacimiento de la II Internacional como una estructura que podía desarrollar una acción efectiva en el contexto internacional caracterizado como de “guerras y revoluciones”. A partir de esta perspectiva califica la posición de Trotsky de “kautskysta de izquierda”. Lenin firmó el documento de Zimmerwald, con reticencias, pero privilegió en aquella coyuntura la unidad frente a las diferencias que cambiaron en los meses siguientes bajo el efecto de los contragolpes de la guerra. (Redacción A l’Encontre)
11/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou 1958-1964, Vol. 21, p.37 (primer número del Sotsial-Demokrat, 1 noviembre 1914).
12/ Ibid, Vol. 21, p.100 (12 diciembre 1914).
13/ La cualificación en la “mayoría de los casos” no figuraba en el proyecto original de Lenin evidentemente fue el resultado de sus consultas con los bolcheviques de Berna.
14/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, pp.15-19; Gankin y Fisher, 1940, pp. 140-143.
15/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, pp. 25-34; Gankin y Fisher, 1940, pp. 150-56.
16/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, pp. 158-164; Gankin y Fisher, 1940, pp. 173-191 (contiene interesantes informes de memorias y otros documentos relativos a la Conferencia de Berna).
17/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, p. 147. A propósito de las motivaciones de Lenin para dejar de lado la consigna de los Estados-Unidos de Europa, cf. idem Vol. 21, p.344.
Stathis Kouvelakis sobrentiende que esta consiga era el único contenido de las tesis originales de Lenin en septiembre de 1914, subestimando así tanto su lugar en el programa original de Lenin como el significado de su supresión (Stathis Kouvelakis, «Lenin as Read of Hegel: Hypotheses for a Reading of Lenin’s Notebooks on Hegel’s The Science of Logic», in Lenin Reloaded: Towards a Politics of Truth, Sebastian Budgen, Stathis Kouvelakis, Slavoj Zizek (éd.), Duke University Press, 2007, pp.166-167).
18/ Otros dos candidatos como tema unificador son “el imperialismo” y la “transformación” de la guerra imperialista en una guerra civil”. A pesar de su importancia, esos dos temas no abarcan los cuatro niveles del escenario de la interacción revolucionaria mundial. El “derrotismo revolucionario” aún sirve menos como candidato no será porque no se encuentre esta fórmula en Lenin.
19/ Craig Nation, War on war: Lenin, the Zimmerwald left and the origins of communist internationalism, Durham NC, 1989, p.229.
20/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, p.244 (été 1915).
21/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, p.150-151.
22/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, pp.151, 109. ¿Cuál de las dos descripciones de la II Internacional se acerca más a la descripción habitual que se lee en los autores de la izquierda: la de Lenin o la del “liquidacionista” Potressov?
23/ La fórmula «kautskysmo izquierdista» hay que entenderla en el sentido expresado en la conclusión de la nota 10 y en la introducción. Sobre el juicio general de haber traicionado la II Internacional y al “giro” de Kautsky, Trotsky es claro y está próximo a Lenin. En su folleto La guerra y la Internacional del 31 de octubre de 1914, León Trotsky escribe: El crac de la II Internacional es un hecho y sería ceguera o dejadez cerrar los ojos ante este acontecimiento (..) Ahora que este cuadro se ha cubierto de sangre, Kautsky intenta hacérnoslo familiar. No ve ningún desastre en la Internacional (…) De verdad, ¡qué amargura leyendo estas líneas! ¡Doble amargura porque estas líneas son de la pluma de Kautsky!” (Redacción A l’Encontre)
24/ Grigori Zinoviev, «Encore au sujet de la guerre civile» (1916), in Lénine et G. Zinoviev, Contre le Courant, Paris, 1970, pp.54-55.
25/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, p.63.
26/ Hal Draper, The myth of Lenin’s ‘revolutionary defeatism’, 1953-1954: www.marxists.org/archive/dra....
27/ Como el manuscrito original de su Carta desde lejos no estaba disponible en el momento en que Hal Draper escribió, situó erróneamente el “último suspiro” del derrotismo de Lenin en noviembre de 1916. En mi estudio de próxima aparición, las razones de los cortes de los editores de Pravda, muestro que el corte referido a la alusión al derrotismo de Lenin es un caso claro de censura de sus las ideas Draper muestra de forma convincente que la tesis que quiere que el “derrotismo revolucionario” haya sido el principio unificador de las ideas de Lenin durante la guerra ha sido una invención hecha por razones políticas después de su muerte.
28/ Para análisis lúcidos de las dificultades de la consigna del “derrotismo”, cf. O.H. Gankin et H.H. Fisher, The Bolsheviks and the World War: the Origin of the Third International, Stanford, 1940, pp.146-149 (V.A. Karpinski) et pp.189-191 (Boukharine). En el mismo Manifiesto de noviembre, hay un lenguaje que parece haber sido utilizado para calmar las reticencias de los bolcheviques de Petrogrado.
29/ W.I. Lenin, Polnoe sobranie sochinenii, Moscou, 1958-1964, Vol. 21, p.42.
30/ Ibid, Vol. 21, pp.300-301.

Traducción del francés por VIENTO SUR
A l’encontre
 
》》Texto en PDF: 14 pp.


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◆ El que busca, encuentra...

Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocasKarl Marx

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