- “La tierra, como
en el siglo XV, está ahora disponible para una nueva era de conquista. En la
época del Renacimiento, los estados eran los principales actores de la expansión
colonizadora: Hoy son empresas y holdings privados los que se plantean dominar
el mundo, lanzan sus razias y amasan un botín numeroso. Nunca los amos de la
tierra han sido tan poco numerosos, ni tan potentes.” | Ignacio Ramonet
Bernardo Monsalve
Lozano | Cada vez que el capitalismo entra en una onda
de recesión, arrastra a las sociedades a un sinnúmero de crisis, ambiental,
social y cultural. En su intento de superarla, el problema es que cada vez que
esto ocurre, el deterioro y la degradación son mayores, tanto para el medio
ambiente, como para las personas. Este trabajo pretende evidenciar, de manera empírica
y teórica, que la actual crisis social (saqueo de materias primas y alimentos,
la superexplotación de la mano de obra trabajadora y el deterioro de los
términos de intercambio entre el centro y la periferia) es producto del proceso
de reestructuración capitalista, que está aún lejos de terminar.
Finalizada la segunda guerra mundial, la mayoría de los
países capitalistas lograron una rápida y extraordinaria expansión económica;
entre 1950 y 1969 la tasa de crecimiento del PIB de los principales países
capitalistas fue superior al 6.4%. Este
crecimiento, casi ininterrumpido,
jalonado por cortas recesiones coyunturales, hizo pensar a los expertos en
economía que el capitalismo había superado las contradicciones y crisis que
marcaban su historia. Nada más lejos de la realidad. Para mediados de los años
setenta, se inició una nueva crisis estructural que confirmó su movimiento
cíclico. Para muchos, las causas de la crisis residen en dos hechos:
1. El desorden monetario, que esta la adoptó se inicia con
la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro, medida adoptada por el
presidente estadounidense Richard Nixon.
2. La subida de los precios del petróleo, decretada por los
países árabes de la OPEP, a raíz de la cuarta guerra árabe-israelí.
La verdad es otra. Estos hechos, no explican el verdadero
origen de la crisis, la cual se encuentra en las contradicciones internas del modo
de producción capitalista. A nuestro modo de ver, el modelo de acumulación de posguerra
mostraba síntomas de agotamiento, a mediados de los años sesenta. Pero la subida
de los precios del crudo, en 1973, aceleró el descenso de la tasa de ganancia al
incrementar el capital constante y, en consecuencia, elevar la composición
orgánica del capital. Se entró, de esta forma, en una larga crisis estructural,
cuyos efectos llegan hasta nuestros días, nada nuevo en la lógica de desarrollo
del capitalismo; desde esta perspectiva, este trabajo pretende evidenciar que
el discurso que empieza a desplegarse, en los años noventa, oculta esta verdad.
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