- “...intentando ser todo lo razonables que podamos, es
nuestra obligación polemizar” |
C. Wright Mills, La imaginación sociológica
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Manifestación popular en Londres | Grabado de 1888
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Bryan D. Palmer |
El artículo explora el significado y la importancia de la argumentación
en La formación de la clase obrera en Inglaterra de E.P. Explora cómo Thompson
utiliza las tres partes de su estudio - «El
árbol de la libertad», «La maldición de Adán» , y «La Presencia de la clase obrera» - para argumentar en contra de
las tradiciones específicas de interpretación de la experiencia de la clase
obrera que surge de los autodidactas de clase obrera y del movimiento obrero,
de los apologistas conservadores del desarrollo del capitalismo, y de la
comprensión izquierdista asociada, por un lado, a la socialdemocracia y, por
otro, a las versiones mecanicistas del marxismo. La conocida insistencia de
Thompson sobre la acción humana se explica así por las formas en las que argumentó
en contra de las sabidurías tradicionales asociadas a la clase obrera y sus
instituciones, en contra de los comentaristas conservadores, y en contra del
pensamiento convencional de izquierdas.
Hay pocas palabras en el vocabulario de Edward Thompson más
utilizadas o con más valor que polémica. Tomemos por ejemplo el prólogo de 1978
para The Poverty of Theory & Other
Essays, en el que Thompson subrayaba que la política del internacionalismo
socialista era necesariamente un
«concurso,
un intercambio. La polémica es su signo verdadero» (Thompson 1978: iv).
Ciertamente, discutir las cosas para Thompson era una suerte de imperativo
metodológico.
«Sólo al enfrentarme con
una oposición soy capaz de definir mi pensamiento», le escribió a Leszek
Kolakowski en 1973, comparándose con una gran avutarda que, «
por una ley bien conocida por los
aeronáuticos, únicamente se eleva en el aire cuando le sopla un fuerte viento
de cara» (Thompson 1978: 396). Thompson, de forma muy similar a su tan
admirado William Blake, articulaba maneras de
«romper con el saber común y el moralismo, para internarse en nuevas
posibilidades». La polémica era, tanto para Thompson como para Blake, un
modo de preservar «la visión divina en tiempos de tribulación», y en el tan a
menudo contradictorio híbrido histórico, resultaba posible abarcar «tradiciones
incompatibles», que podían «mantenerse en una tensión polarizada» y «ser
debatidas como contrarias» (Thompson 1993: 20-21, 228-229; Palmer 2013;
Chandavarkar 1997). Ya al abandonar el Partido Comunista de Gran Bretaña en
1956, Thompson había comprendido la importancia de la polémica razonada. Al
debatir con John Saville sobre la clase de periódico que deseaban lanzar como
la voz del comunismo renovado, Thompson dejó escrito:
«[Lo] primordial que quiero en este periódico es ataque» (Matthews
2013: 68). Por supuesto, había mucho que criticar, no sólo dentro de la
sociedad convencional y su hegemonía capitalista, sino también dentro de la
izquierda, donde las filiaciones equivocadas con la degradada Unión Soviética y
el abrazo incondicional del estalinismo debilitaron seriamente la posibilidad
de una revolución. Los reasoners de 1956, liderados por Thompson, su mujer
Dorothy y John Saville, se despidieron del Partido Comunista bajo la bandera de
una cita de Marx:
«No refutar el error
alienta la inmoralidad intelectual» (Palmer 1981: 73). Thompson, como C.
Wright Mills, su colega en las movilizaciones de la disidencia en los años
cincuenta, adoptó una postura que traía el eco fiel del poderoso poema de W. H.
Auden
«1 de septiembre de 1939»,
escrito cuando la guerra se declaraba en Europa:
“Lo único que tengo es
una voz para deshacer la mentira y sus dobleces, la mentira romántica en la
mente del hombre sensual de la calle y la mentira de la autoridad cuyos
edificios tantean el cielo...” (Thompson 1978: 220; Thompson 1979: 64)
Título
original: “History as Argument: The
Contrarian Analytics of The Making of the English Working Class”
Traducción de Ezequiel Martínez Llorente