- Breve ficha bibliográfica de un filósofo fundamental para
la historia del movimiento obrero.
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Karl Marx ✆ Alfredo Sabat
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Belén Sárraga | El
14 de marzo de 1883 fallecía en Londres una de las figuras más trascendentales
de la historia contemporánea. Karl Marx ocupa un lugar fundamental en la
historia del socialismo internacional junto a otros grandes del socialismo,
como su inseparable Engels o sus rivales Proudhon y Bakunin. Marx no sólo fue
fundamental por lo que significó para el socialismo en la época que vivió, sino
por lo que su ideología dio al movimiento obrero en el siglo XX. Y aún hoy
sigue dando.
Karl Marx nació el 5 de mayo de 1818 en la localidad
prusiana de Tréveris. De ascendencia judía, en el seno de su familia bebió de
las corrientes más avanzadas de la época. En su infancia se relacionó con las
obras de Voltaire, Kant y los grandes filósofos de la Ilustración. En 1835
comenzó sus estudios de filosofía y literatura, si bien los años universitarios
del joven Karl no fueron muy brillantes. Alejado de las aulas, Marx era más
amigo de las salidas. Su padre le obligó a trasladarse a
Berlín, donde tomó
verdadero interés por la filosofía y la historia. En esta etapa comenzó Marx a
conocer la obra de los grandes de la filosofía alemana: Hegel, Feuerbach,
Bauer, etc. Así, se convierte en un convencido hegeliano de izquierdas. En
Colonia comienza a colaborar con La Gaceta Renana y hace sus primeras
incursiones en la política.
Pero la Prusia del momento comenzó a ser peligrosa para
Marx, que se traslada a París y conoce a Pierre-Joseph Proudhon. También por
aquellos años conoció al anarquista ruso Mijaíl Bakunin. El padre del
anarquismo Proudhon causa gran impresión en Marx. La importancia de la
Revolución francesa como punto de inflexión en la historia se convierte para
Marx en algo fundamental. Así, la más importante amistad de Marx llegó también
en París. Allí conoció a Friedrich Engels, que se convirtió en su inseparable
pareja política. En ese tiempo, discuten con otros grandes hegelianos de la
izquierda, como Feuerbach o el propio Max Stirner, que está desarrollando su
gran obra, El único y su propiedad.
Los puntales del
capitalismo
Marx y Engels comienzan a sintetizar las grandes corrientes
socialistas del momento. Leen y critican el liberalismo de David Ricardo y Adam
Smith; analizan a Saint Simon, Fourier y Proudhon; y desmenuzan la obra de
Feuerbach alrededor de la religión. Aunque Marx había publicado textos
anteriores, como La cuestión judía en 1843, entre las grandes obras primigenias
estarían Manuscritos económicos y filosóficos, en 1844, y El manifiesto
comunista, escrito para la Liga de los Comunistas. En ellos ya se vislumbra un
Marx determinista, analista del mundo natural y de la evolución de las fuerzas
productivas, que le permitió vislumbrar el nacimiento de una nueva etapa. En Las
tesis sobre Feuerbach analiza la alienación económica (partiendo de la
alienación religiosa) como uno de los puntales del capitalismo para controlar a
los trabajadores.
El análisis de la Revolución francesa y sus consecuencias,
así como el devenir histórico en ese país, los analiza en obras como La lucha
de clases en Francia o El 18 brumario de Luis Bonaparte. La crítica a
Proudhon la realiza a través de su Miseria de la filosofía, contestación a la
obra del anarquista Sistema de las contradicciones económicas o Filosofía de la
miseria. El manifiesto comunista es el gran libro que precede a las
revoluciones democráticas de 1848. Los análisis que realizan tanto Marx como
Engels de la obra de Hegel o de otros socialistas les sirven para desarrollar
sus conceptos de materialismo dialéctico, materialismo histórico y lucha de
clases.
Aunque la obra cumbre de Marx y Engels es, sin duda, El
Capital. Escrita en varios tomos, es una de las obras cumbres del socialismo
internacional. Su aportación al análisis y a la evolución de las sociedades es
realmente enciclopédica y base del entendimiento del marxismo. Otro de los grandes
momentos de la vida de Marx es su implicación en el nacimiento de la
Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), como entidad
internacional para poder unir a los trabajadores de todo el mundo contra la
explotación capitalista. Marx fue uno de los iniciadores e impulsores.
Pero el método y la forma de organización con los que Marx y
Engels quieren dotar a la internacional chocan con la realidad del modo de
funcionamiento de las sociedades obreras de distintos países. En Francia, el
movimiento obrero es de claro tinte proudhoniano,
mientras que en España las tesis de Bakunin, basadas en la descentralización y
la organización horizontal, triunfan frente al marxismo.
La Comuna de París significó para Marx la plasmación de que
su modelo determinista no funcionaba. Pero lejos de significar un fracaso para
el marxismo, el modelo voluntarista de intentar cambiar la situación no por
evolución natural, sino forzando dicho cambio, comienza a hacerse presente en
el movimiento obrero. Cuestión que ya habían adoptado hacía mucho tiempo los
anarquistas y que les vale para adelantarle en España, Italia, parte de
Francia, zonas de Suiza y algunos lugares de Rusia, así como en amplias zonas
de América. Los seguidores de Marx van adaptándose a las circunstancias de su
lugar y sólo en Inglaterra (aunque con muchos matices) y en Alemania (no sin
críticas de Marx y Engels) el marxismo se hace con la mayoría del movimiento
obrero.
Cuando Marx murió en 1883 había dejado un acabado compendio
de obras y un modo de análisis de la historia. Pero nunca una teoría de la
historia como intentaron plasmar muchos de sus seguidores (por ejemplo,
Stalin).
Como dijo Ramsay MacDonald en su obra Socialismo, “Marx no aportó nada al socialismo como
teoría, sino que hizo como el jardinero que selecciona entre un conjunto de
plantas aquellas que ha de utilizar, cultivándolas, protegiendo su crecimiento
y ofreciéndolas para que el mundo las admire”. La obra de síntesis de Marx
sirvió para generar un movimiento que marcó el devenir de la historia de la
humanidad, en el que posiblemente el propio Marx hubiese sido una víctima.