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Foto: Bolívar Echeverría |
Jaime
Ortega Reyna | El presente texto busca dar un seguimiento
del desarrollo que ha tenido el concepto de valor de uso, primero en la
tradición del marxismo occidental. Posteriormente se analizará el aporte
latinoamericano que se expresa muy puntualmente en la obra de Bolívar
Echeverría. El concepto de valor de uso en dicho autor supone una particular
lectura de El Capital de Marx, así como la utilización de conceptos poco
comunes en la tradición marxista. De igual forma ubica planos no sólo en el
ámbito de la economía, sino también en el discurso de la modernidad, la
política y la cultura.
Con el presente texto buscamos dar cuenta de la situación
que guarda el desarrollo del concepto de valor de uso en el marxismo
contemporáneo. En un primer apartado se describe brevemente un estado de la
cuestión: las vicisitudes de su enunciación, recepción y desarrollo. Interesa
destacar la ambivalencia que provocó el concepto, mientras que algunas
tradiciones lo consideraron superfluo, otras encontraron una posibilidad
heurística y política en su utilización. Esto en lo que respecta al marxismo
occidental, con especial énfasis en la obra del marxista italiano Toni Negri,
pero donde trataremos de ubicar su obra en una perspectiva más amplia, tanto en
términos históricos como geográficos. Posteriormente pasamos a describir los
principales aportes al respecto del filósofo ecuatoriano-mexicano Bolívar
Echeverría, objeto central de nuestra investigación. Es, desde nuestra
perspectiva, el que más ha intentado problematizar y desarrollar el concepto
de valor de uso, a través de una lectura muy particular de El Capital.
Considero válida la anotación que hace Carlos Oliva entorno a que: “La obra de
Bolívar Echeverría tiene como eje interno el estudio del uso o la utilidad que
damos a las cosas en nuestro proceso de socialización. A partir de este índice,
desarrolla un montaje que supone, por detrás del uso, la existencia de una
forma natural.” (Oliva en prensa: 138).
El valor de uso en la
tradición marxista.
Valor de uso es un concepto que aparece formulado por Carlos
Marx como uno de los dos factores de la mercancía (Marx 2007: 43-51) en su
crítica a las concepciones de la economía política clásica y la utilización que
Hegel hacía de ellas en su célebre Filosofía del Derecho.
El concepto tuvo un destino poco afortunado a través de la
historia de la corriente política que se adjudicó el legado de Marx. Si bien
como concepto aparece apropiado con miras a ser desarrollado claramente desde
los Grundrisse, texto redactado en 1857, será en El Capital,
particularmente en su volumen primero, aquel que Marx pudo ver publicado aún en
vida, en donde nos proporcione, de forma más bien esporádica intentos de
continuar la línea trazada por la dicotomía valor/valor de uso.
La tradición política del marxismo que siguió a la muerte
del fundador no prestó mucha atención al concepto en cuestión. La primera gran
generación de marxistas como fueron Lenin, Rosa Luxemburgo o Gramsci, tuvo una
preocupación que podemos definir de tipo político, centrada en los problemas
del Estado, la revolución o la construcción del partido político como sujeto
colectivo. El Capital aparecía como un texto más bien de “economía”
que se debía de actualizar según las nuevas tendencias que ellos observaban. De
aquí nacen la reformulación de los llamados esquemas de reproducción del
capital que hace Luxemburgo, los trabajos de Lenin a propósito del capital
financiero/imperialismo y el intento de Gramsci por entender el significado
político, cultural y en el orden de la hegemonía que tenía la aparición del
americanismo como una nueva concepción de la vida.
Cuando el marxismo transitó hacia una ligera
institucionalización en la vida cultural e intelectual, las diversas
disciplinas del conocimiento social se apropiaron de partes o segmentos de la
obra de Marx que consideraban afines a sus intereses heurísticos. Sin embargo
esta transformación en la forma en que se desarrollaban las principales
preocupaciones –una vez derrotada la posibilidad de una revolución de
características mundiales- tampoco trajo un gran interés por el problema del
valor de uso. Antes bien, algunas de las corrientes del marxismo que alcanzaron
mayor difusión eran abiertamente contrarias a estudiar el problema del valor de
uso. Quizá el caso más emblemático de esto es lo que representa el marxista
norteamericano Paul Sweezy, para quien: “Marx excluía el valor de uso –o como
ahora se le llamaría, la “utilidad”- de la esfera de investigación de la
economía política, en virtud de que no da cuerpo directamente a una relación
social” (Sweezy 1945: 36). Tan fuerte es el desprecio por el problema del valor
de uso que el resto de los conceptos que Marx desarrolla en los primeros
capítulos de su principal obra –trabajo abstracto, por ejemplo- pierden una
presencia central. Esto lleva a que Sweezy piense el problema del fetichismo de
la mercancía, pero de manera tan limitada que sólo alcanza a presentarlo como
un problema de ideología y más concretamente de falsa conciencia: “En su
doctrina del Fetichismo de la Mercancía, Marx fue el primero en percibir este
hecho y darse cuenta de su decisiva importancia para la ideología de la época
moderna”(1945: 45). No se crea, por cierto, que esta perspectiva dejó de ser
importante, no hace mucho tiempo un marxista mexicano escribía que:
“…el valor de uso no
da a la mercancía ningún carácter particular. Los objetos de consumo humano en
todas las épocas y bajo cualquier forma de sociedad posee de igual manera valor
de uso. El valor de uso expresa ciertas relaciones entre el consumidor y el
objeto consumido. La economía política, por otra parte, es una ciencia social,
es decir, de las relaciones entre los hombres. Se sigue de aquí que el valor de
uso como tal queda fuera del campo de la investigación de la economía política.
Marx excluía el valor de uso, o lo que ahora se llamaría utilidad, de la esfera
de la investigación de la economía política en virtud de que no da cuerpo
directamente a una relación social”. (Guillén 1988: 62)
Como se ve, Guillén reactualiza un viejo argumento –Marx
creía que el valor de uso no era tema de investigación- sino que además
equipara el problema del valor de uso al de la utilidad. Y peor aún, lo limita
en el sentido que ni siquiera hay una relación social pues se trata de un
consumidor y un objeto a consumir. Para rematar lleva al valor de uso no a la
época del capitalismo, sino de la producción mercantil simple: “Comencemos por
extraer las implicaciones del hecho de que los valores uso son producidos por
trabajos privados, ejecutados independientemente unos por otros” (Guillén 1988:
62). Claramente es una visión que rompe con el orden metodológico de Marx que
se juega en el terreno de lo lógico conceptual sin desatender la historicidad
de las categorías (Oliver y Savoia 2011: 283). Lo que en Marx aparece como una
diacronía, en estas corrientes del marxismo aparece como el dominio de la
linealidad. Daniel Bensaid lo dice muy claramente cuando explica por que Marx
comienza por la mercancía:
“No porque ella
precedería cronológicamente al capital, sino porque es el resumen y el
holograma. La primera sección del Libro I articula dos discursos y dos temporalidades,
lógica e histórica, donde una corrige y contradice sin cesar la otra. No trata
de un orden mercantil capitalista ni de un capitalismo realmente existente,
sino de un capitalismo virtual, sin capital”. (Bensaid, 1995:21)
En donde sí hubo recepción al problema del valor de uso fue
en las obras de Isaac Rubin, un especialista soviético posterior a los primeros
años de la revolución de octubre, encargado de las ediciones de Marx. En la
Unión Soviética siguieron su línea algunos trabajos en donde el concepto del
valor de uso no sólo aparece, sino que se desarrolla en diversos niveles. Tal
es el caso de las obras de Vitaly Vygotsky (1981)
1, Evald Ilyenkov (2007) y un trabajo
conjunto entre Afanásiev y Lantsov (1986), sin embargo por motivos de espacio
no podremos entrar en el desarrollo de sus perspectivas. Tampoco nos
detendremos, aunque nos parece pertinente señalarlo, en visiones más contemporáneas
tanto del marxismo producido en países anglosajones como en América Latina, en
donde el concepto del valor de uso comienza a ser desarrollado de manera más
clara, en gran medida por el acento que se pone en el volumen primero de El
Capital. Un ejemplo de ello son las obras recientes de Harvey (2010), Jameson
(2011) y Heinrich (2011). En América Latina Iñigo Carrera (2007) desde la
perspectiva del trabajo social privatizado, Franz Hinkelammert y Henry Mora
(2008) desarrollan el tópico del valor de uso de manera paralela a Bolívar
Echeverría, aunque sin aparente diálogo, así como el hoy vicepresidente de
Bolivia Álvaro García Linera (2009), quien si reconoce abiertamente la deuda
con Bolívar Echeverría.