Pity
Ezra
“Desde
el principio, la noción marxiana de la alienación del trabajo
humano estaba vinculada con la comprensión de la alienación de los
seres humanos respecto a la naturaleza. Era esta la doble alienación
la que, sobre todo, necesitaba ser explicada históricamente.”
John Bellamy Foster – La
ecología de Marx
El
presente artículo tiene como propósito explicar y dar respuesta
desde el marxismo, a los problemas de deterioro y destrucción de la
naturaleza que se están dando en el mundo, como la destrucción de
los campos de cultivo en Argentina con el monocultivo de soja
transgénica de la mano de Monsanto y de un puñado de
terratenientes, asociaciones empresariales y transnacionales; como la
contaminación que genera el Proyecto minero Conga en el Perú (una
ampliación de la mina Yanacocha que opera la multinacional Newmont),
cuya ejecución significaría la destrucción de cuatro cabeceras de
cuenca; o como los intentos del gobierno del MAS en Bolivia de
construir la carretera del Proyecto IIRSA -para la integración
burguesa e imperialista- por el territorio indígena del TIPNIS, lo
que provocaría –como subordinación a los grandes capitales- la
destrucción de grandes hectáreas de bosques, de la flora y la
fauna.
La
crisis ecológica que vienen sufriendo el planeta se expresa en la
contaminación y en el agotamiento de los recursos. La
contaminación
del aire, del agua potable y del medioambiente en general, ha
provocado el calentamiento del planeta, el derretimiento de los
glaciales polares, la multiplicación de catástrofes naturales y la
destrucción de la capa de ozono. Por otra parte el
agotamiento
de los recursos ha generado la degradación de las condiciones del
suelo, la deforestación y destrucción de los bosques húmedos
tropicales y, por lo mismo, su desertificación y reducción de la
biodiversidad por la extinción de miles de especies. Las
consecuencias ambientales no sólo son el resultado de la
contaminación y el agotamiento de los recursos, sino también el
resultado de los efectos que ha tenido la emigración de los
trabajadores de las zonas productoras de materias en busca de trabajo
en las zonas en desarrollo e industrializadas.
Marx
y la naturaleza
Marx
analizó en diferentes escritos los vínculos entre el mundo social y
el mundo natural. A partir de esto desarrolló una concepción
materialista- dialéctica de la naturaleza. Para ello se valió de
los aportes de Epicuro, Liebig y Darwin. El primero inspiró una
visión materialista de la naturaleza, cuyas preposiciones eran que
“Nada
es creado nunca, por el poder divino, de la nada”… “la
naturaleza… nunca reduce ninguna cosa a la nada”, es más, Marx
manifestaba que “Epicuro fue el primero en comprender la apariencia
como apariencia , esto es, como alienación de la esencia,
activándose a sí misma en su realidad como tal alienación” con
lo cual reconoció el extrañamiento de los seres humanos respecto al
mundo; el segundo, ayudó a construir una comprensión del desarrollo
sostenible y de la fractura metabólica entre los seres humanos y la
tierra, y por lo mismo, le permitió desarrollar una crítica
sistemática de la explotación del suelo; y, el tercero, ayudó a
adoptar un enfoque co-evolucionista de las relaciones entre los
humanos y la naturaleza, lo que le proporcionó una base
histórica–natural para la teoría del papel del trabajo en la
evolución de la sociedad humana.
Para
entender el concepto de la naturaleza, Marx -en sus Manuscritos de
1844- bosqueja una definición: "La naturaleza es el cuerpo
inorgánico del hombre, es decir, la naturaleza en cuanto no es ella
misma el cuerpo humano. El hombre vive de la naturaleza; esto quiere
decir que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe permanecer en
un proceso continuo, a fin de no perecer. El hecho de que la vida
física y espiritual del hombre depende de la naturaleza no significa
otra cosa si no que la naturaleza se relaciona consigo misma, ya que
el hombre es una parte de la naturaleza”; concepto que hace
evidente que no existe dicotomía entre el ser humano y la
naturaleza: “El hombre no está en la naturaleza, sino que es
naturaleza”.
También
hizo referencia a la naturaleza en la medida que ésta se entrelazaba
en la historia de la humanidad a través de la producción, como
extensión del cuerpo humano. Lo que explica que la relación humana
con la naturaleza está mediatizada no sólo a través de la
producción, sino también, por medio de las herramientas, que son
producto de la transformación de la naturaleza, y que ha permitido a
la humanidad transformar la naturaleza.
Pero
esta relación a través de la producción que se expresa en la
relación trabajo-naturaleza es el punto de partida de la producción
de valores de uso: “En este trabajo de conformación, el hombre
se apoya constantemente en las fuerzas naturales. El trabajo no es,
pues, la fuente única y exclusiva de los valores de uso que produce,
de la riqueza material. El trabajo es el padre de la riqueza, y la
tierra la madre” (Marx). En toda sociedad el trabajo es el
momento de intercambio con la naturaleza, es la actividad con la cual
el hombre se apropia de su entorno y lo transforma para satisfacer
sus necesidades básicas. En el proceso de trabajo interviene no sólo
el trabajo del hombre, sino también el objeto sobre el cual se
realiza y los medios de trabajo, ambos brindados por la naturaleza.
Sin
embargo, en el sistema capitalista, este proceso crea una separación
del hombre con la naturaleza y campo. Marx destaca que el trabajo
alienado convierte a la naturaleza en algo extraño al hombre, en un
“mundo ajeno”, “hostilmente contrapuesto al trabajador”.
En este sentido, en la apropiación privada, existe una alienación
respecto a la naturaleza donde los medios de vida y de trabajo no le
pertenecen al trabajador y se le presentan como objetos externos, es
decir, “enajena al hombre de su propio cuerpo, de la naturaleza
tal como existe fuera de él, de su esencia espiritual, y de su
esencia humana”. La alienación de la humanidad y de la
naturaleza tiene como resultado no sólo la renuncia al trabajo
creativo, sino también la renuncia a los elementos esenciales de la
vida misma.
“Feuerbach, sostienen Marx y Engels, postula ‘el
hombre’, en vez del ‘hombre histórico real’. Y, del mismo
modo, postula la naturaleza en vez de la historia natural. Reconoce
la desarmonía existente entre la humanidad y la naturaleza; de ahí
la alienación respecto a ésta… No ve a la naturaleza como algo
que cambia al paso de la historia. No ve que el mundo sensible que le
rodea no es una cosa que viene dada directamente desde toda la
eternidad… [sino] un producto histórico, el resultado de la
actividad de toda una sucesión de generaciones”. (John Bellamy
Foster – La ecología de Marx).
En
tal sentido, la consumación de la alienación -en el modo de
producción capitalista- se da partir de la separación del campo y
la ciudad, lo que provoca el despoblamiento rural y el hacinamiento
urbano; y que por lo mismo, genera y representa la causa fundamental
de la polución y la depredación, y el desmembramiento progresivo y
radical de las fuentes de la producción de medios de vida y materias
primas de los centros de consumo. En pocas palabras, viene a expresar
la fractura del metabolismo social con la naturaleza. Con este
argumento se evidencia que Marx no sólo investigó las consecuencias
de la explotación capitalista sobre el trabajo, sino que también
comprendió el daño que el latifundio capitalista provoca sobre la
vitalidad del suelo. La gran industria y la gran agricultura
explotada industrialmente actuarían en unidad, una devastando la
fuerza de trabajo y otra degradando la fuerza natural de la tierra:
“La industria y el comercio suministran a la agricultura los
medios para el agotamiento de la tierra".
Marx
planteo las bases para una sociedad futura e hizo alusión al
comunismo como la “verdadera
solución del conflicto que el hombre sostiene con la naturaleza y
con el propio hombre”.
En cuanto superación positiva de la propiedad privada, el comunismo
es, también, superación de la alienación del hombre con respecto a
la naturaleza. Para Marx, la sociedad comunista “es
la unidad esencial plena del hombre con la naturaleza, la verdadera
resurrección de la naturaleza, el naturalismo consumado del hombre y
el humanismo consumado de la naturaleza”.
Es interesante observar que aquella formación económica superior
debería estar fundada en la “asociación”
o en la reunión de “productores
asociados”,
dicha “asociación” reconstruiría la unidad esencial plena del
hombre con la naturaleza, o recompondría la fractura metabólica, en
su enunciación posterior, lo hace evidente la eliminación de la
propiedad privada y la disolución de la contradicción entre la
ciudad y el campo como condiciones elementales para armonizar al
hombre con la naturaleza.
Capitalismo,
crisis ecológica y “economía verde”
El
capitalismo como formación socio económica, se asienta en la
propiedad privada de los medios de producción y en la explotación
del trabajo asalariado. La finalidad de la producción capitalista y
la fuente de enriquecimiento de los capitalistas es la apropiación
de la plusvalía que genera el trabajador, por lo que al generar y
acumular riqueza/capital el capitalista destruye las fuerzas
productivas, lo que crea miseria en la humanidad y destrucción del
medio ambiente.
“La
creación de plusvalor absoluto por el capital obliga a que el
círculo de la circulación se amplíe constantemente. La producción
dominada por el capital implica, pues, ‘un círculo sin cesar
ampliado de la circulación, sea que ese círculo sea ampliado
directamente, sea que en un mayor número de sus puntos se
transformen en puntos de producción’. La tendencia a crear el
mercado mundial, así, está ‘inmediatamente dada en el concepto
del capital’. La producción de plusvalor fundada en el incremento
de las fuerzas productivas exige, por otra parte, ‘la producción
de consumo nuevo’, en primer lugar a través de la ‘ampliación
cuantitativa del consumo existente’; en segundo lugar a través de
la extensión de las necesidades existentes hasta un círculo más
amplio, y en tercer lugar, a través de la ‘producción de nuevas
necesidades’ y la ‘creación de nuevos valores de uso’. De ahí
la ‘explotación de la naturaleza entera’, ‘la búsqueda de
nuevas cualidades útiles en las cosas’, ‘el intercambio a escala
universal de productos fabricados bajo todos los climas y en todos
los países’, y los nuevos ‘tratamientos (artificiales) aplicado
a los objetos naturales’ para darles nuevos valores de uso. De ahí,
finalmente, ‘la explotación de la tierra en todos los sentidos,
tanto para descubrir nuevos objetos utilizables como para dar nuevas
propiedades de uso a los viejos, y utilizar como materias primas sus
nuevas cualidades; el desarrollo máximo de las ciencias de la
naturaleza; el descubrimiento, la creación y la satisfacción de las
nuevas necesidades salidas de la sociedad misma. La producción
fundada en el capital crea, a la vez, la industria universal y un
sistema de explotación universal de las propiedades naturales
humanas. Ya nada parece tener valor superior en sí… Por tanto,
sólo el capital es el que ‘crea a la sociedad civil burguesa y
desarrolla la apropiación universal de la naturaleza y de la
conexión social misma por los miembros de la sociedad’. De ahí su
‘gran influencia civilizadora’. El capital genera un nivel de
desarrollo social en relación con el cual todos los desarrollos
anteriores aparecen como una idolatría natural local y limitada. Con
la producción capitalista propiamente dicha, ‘la naturaleza se
vuelve un puro objeto para el hombre, un puro asunto de utilidad,
deja de ser reconocida como un poder para sí; e incluso el
conocimiento teórico de sus leyes autónomas no aparece más que
como un ardid que contempla someterla a las necesidades humanas, sea
como objeto de consumo, sea como medio de producción” (Bensaïd
- Marx Intempestivo).
Entonces,
como el capitalista no va a renunciar a la acumulación de la riqueza
y, por lo mismo, no va a dejar de explotar a los trabajadores y
expoliar la naturaleza, construye mecanismos engañosos que
supuestamente van a dar respuestas a la crisis ecológica. Una
muestra de ello son los famosos foros o cumbres como el “Protocolo
o Acuerdo de Kyoto, Cancún o Durban” sobre el cambio climático,
en el que predominan aquellos “acuerdos” que, a simple vista, son
los de las multinacionales del petróleo, del complejo industrial del
automóvil, de las grandes industrias de armas, es decir, el interés
de las transnacionales y de los grandes capitales. Y como estos
“acuerdos” no benefician a la humanidad y al mismo planeta,
seguimos en una trayectoria de incrementos de temperatura superiores
a los dos grados centígrados, con consecuencias extremas en materia
de sequías, inundaciones, deshielo de glaciares, aumento en el nivel
del mar y, en general, impactos severos sobre agricultura y formas de
vida de millones de personas.
Será
difícil convertir en realidad las promesas ecológicas que se han
prodigado con gran generosidad en estas cumbres auspiciadas por el
Banco Mundial y los grandes capitales, primero, porque al capitalismo
solamente le interesa la explotación de las fuerzas productivas para
generar riqueza, y, segundo, porque el capitalismo al estar viviendo
una crisis financiera y económica global va a buscar salidas en la
explotación de los trabajadores y en la destrucción del medio
ambiente. Lo que se discute en estas cumbres es dinero, lo que
significa que el cambio climático traerá consecuencias terribles,
especialmente para los más pobres y vulnerables del planeta.
La
principal propuesta de los países ricos es la “economía verde”,
esto implica, cuantificar y valorizar económicamente las distintas
funciones de la naturaleza para introducirlas al mercado a través de
una serie de mecanismos financieros; mercantilizar los procesos y
funciones de la naturaleza a través del comercio de los servicios de
los ecosistemas; crear un ambiente propicio para la inversión
privada en el agua, la biodiversidad, los océanos, los bosques,
etc.; y desarrollar un mercado ficticio de bonos y certificados
financieros que se negociaran a través de los bancos (1). Los países
ricos esperan la autorización de las Naciones Unidas para empezar a
desarrollar un conjunto de indicadores y mecanismos de medición que
creen las bases para un mercado mundial de servicios ambientales y de
los ecosistemas.
Engels,
en El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre,
planteaba que en el capitalismo lo que prima es siempre la
inmediatez, el beneficio inmediato es el único fin del capitalista
aislado, sin importar las consecuencias de la producción e
intercambio. El capitalista produce sin tomar en consideración el
posible agotamiento o degradación del recurso, ni siquiera para una
potencial utilización por otros capitalistas.
Los
ecologistas y el ecocentrismo
Basándose
en las economías burocráticas productivismo del “socialismo
real”, y viendo cómo el capitalismo y el “socialismo”, codo a
codo, constituyeron dos variantes del desastre ecológico, el
movimiento ecologista se muestra como la única luz en hacernos tomar
conciencia de los peligros que amenazan al planeta como consecuencia
del actual modo de producción y consumo.
Sin
embargo, estos movimientos, con sus diferentes variantes, lo único
que han hecho es convertirse en simples compañeros eco-reformistas
del capitalismo tanto en los gobiernos de centro-izquierda como de
derecha. El problema es que, más allá de cierto sermón
anticapitalista, no tienen una propuesta concreta que enfrente la
crisis ecológica que está generando el capitalismo, sus propuestas
lo que hacen es crear la ilusión de un “capitalismo verde”, es
proponer reformas capaces de controlar los “excesos” del
capitalismo, es apoyarse en la cultura para construir “consignas
‘pachamamistas’ como lectura indigenista de la realidad social y
de la manera de relacionarse del hombre con su entorno, que peca de
utópico, ahistórico e idealista, ya que no parte de las condiciones
materiales y las necesidades surgidas de las mismas para comprender
cómo mejorar las condiciones de vida. El ‘pachamamismo’ es parte
de un programa anclado en lo simbólico de la cultura indígena, en
la exaltación de lo comunitario y en un amplio sentido animista de
la vida natural que trata de tapar con un dedo la verdad compleja de
un capitalismo que refuncionaliza las características de
organización étnicas a los fines del capital”. (Toño Laure –
Palabra Obrera Nº 46).
La
principal debilidad de los ecologistas es ignorar la necesaria
conexión entre el productivismo y el capitalismo, de ver real y
concretamente en el capitalismo la causa de tal crisis. No comprenden
la relación entre el productivismo y la lógica de la ganancia. La
ausencia de una postura anticapitalista coherente ha conducido a que
levanten sus banderas que expresan una posición “ni izquierda, ni
derecha”. A esta posición se han unido los ex-marxistas
convertidos al ecologismo que exhortan en que es necesario salir de
una orientación “roja”, es decir, del marxismo o del socialismo,
para adherirse a la “verde”, al nuevo paradigma que traería una
respuesta a todos los problemas económicos y sociales.
Finalmente,
las corrientes ecologistas “fundamentalistas” llegan a plantear,
bajo el pretexto de luchar contra el antropocentrismo, una objeción
al desarrollo de las fuerzas productivas como factor de desarrollo de
la humanidad, lo que hace que tengan posturas de volver a un pasado
en “armonía con la naturaleza” y colocando a la humanidad y a
todas las especies vivientes al mismo nivel. Esta postura se expresa
en el hecho de que estas corrientes no establecen una distinción
entre los seres humanos como seres naturales y como seres sociales, y
no entienden que el trabajo, a través del cual la humanidad ha
transformado la naturaleza y las relaciones sociales, es la esencia
del proceso histórico humano. Por lo que el “culto a la
naturaleza” tendría una postura ahistórico y superficial.
Según
los activistas ecológicos, Marx, asigna el origen de todo valor y
toda riqueza al trabajo humano y desatiende la contribución de la
naturaleza. Esta crítica resulta un malentendido: Marx utiliza la
teoría del valor-trabajo para explicar el origen del valor de cambio
en el cuadro del sistema capitalista. La naturaleza, por otro lado,
participa en la formación de verdadera riqueza que no son los
valores de cambio, sino los valores de uso. Esta tesis está muy
explícitamente adelantada por Marx en la Crítica del Programa de
Gotha contra las ideas de Lassalle y sus discípulos: “El
trabajo no es la fuente de toda la riqueza. La naturaleza es toda la
fuente, tanto de valores del uso como del trabajo, que no es más que
la expresión de una fuerza natural, la fuerza de trabajo del
hombre”.
El
productivismo en el “Socialismo Real”
Marx
-que sostenía que bajo el capitalismo existe una correlación
necesaria entre el incremento de la productividad y la pauperización-
expresaba el carácter represivo del concepto de la productividad y,
por lo mismo, el carácter creador de la plusvalía. Igualmente,
manifestaba que la discrepancia entre las necesidades sociales y las
individuales, entre la productividad social y la individual,
prevalecerá, en tanto que la producción social no sea controlada
colectivamente por los individuos que producen mediante su trabajo la
riqueza social. Contrariamente a lo que plantea Marx, Stalin, en
1931, declaraba que el socialismo sólo podía vencer sobre la base
del rendimiento de trabajo más elevado que en el régimen
capitalista. Con esta política se empezaba a traicionar la
revolución que los bolcheviques iniciaron en octubre de 1917
-política que fue la expresión de la consolidación creciente de la
burocracia en el aparato estatal y en el partido, de la continuidad
en el terreno de la producción y de lo que ya se estaba haciendo en
otros planos: el abandono del internacionalismo y la adopción de la
pseudo teoría del socialismo en un solo país- y es que el
productivismo, a costa de la deterioro de las fuerzas productivas, no
hizo otra cosa que frenar la primera condición absolutamente
necesaria para avanzar al socialismo.
El
stajanovismo (2) stalinista al ser antagónico al socialismo y
al no haber asumido una verdadera decisión democrática sobre las
prioridades y el modo de desarrollo, al no haber construido la idea
de la interdependencia entre el hombre y la naturaleza, como
conciencia de su doble determinación social y natural; generó
extravíos productivistas de la colectivización forzada y de la
industrialización acelerada, materializó los privilegios
burocráticos y la confiscación del poder, con lo cual definía al
hombre como el “capital más precioso” y sentó las bases del
socialismo en un solo país.
En
esta lógica es que el productivismo en el “socialismo real” fue
eco de todas las críticas, como la del escritor e historiador ruso
Aleksandr Solzhenitsin (3), que en su novela “Archipiélago Gulag”
denuncia el sistema de prisiones soviético, el terrorismo y a la
policía secreta que -a través de campos de concentración, la
“reeducación” y el exterminio (gulag)- fue desasiéndose de lo
mejor de la vanguardia revolucionaria que se oponía al régimen
burocrático. En el capítulo “Los puertos del Archipiélago” de
esta novela, muestra cómo el trabajo forzado y la “reeducación”
van matando a todos aquellos que se oponían al stalinismo y cómo
esa industria penitenciaria va generando miseria humana y también
contaminación del entorno natural (4).
“Por
las páginas heladas del ‘Archipiélago’ cruzaban caravanas de
esclavos, riadas de prisioneros, campos de concentración, trabajos
forzados. Por la Lubianka no pasaban sólo los trotskistas y los
espías, sino los mejores bolcheviques, los escritores, los
comisarios, los maestros, los soldados y los héroes de guerra”
(Sartre).
Trotsky
también alzó su voz contra los crímenes de Stalin en uno de sus
libros fundamentales, La Revolución Traicionada:
“A
la economía del tiempo —dice Marx— se reduce, en definitiva,
toda la economía; es decir, la lucha del hombre contra la naturaleza
en todos los grados de la civilización. Reducida a su base
primordial, la historia no es más que la prosecución de la economía
del tiempo de trabajo. El socialismo no podría justificarse por la
simple supresión de la explotación; es necesario que asegure a la
sociedad mayor economía del tiempo que el capitalismo. Si esta
condición no es cumplida, la abolición de la explotación no sería
más que un episodio dramático desprovisto de porvenir. La primera
experiencia histórica de los métodos socialistas ha mostrado cuáles
son sus vastas posibilidades. Pero la economía soviética está aún
lejos de haber aprendido a sacar partido del tiempo, la materia prima
más valiosa de la civilización. La técnica importada, principal
medio de la economía del tiempo, aún no da en el terreno soviético
los resultados que son normalmente suyos en su patria capitalista. En
este sentido decisivo para la civilización entera, el socialismo
todavía no ha vencido pero ha probado que puede y debe vencer.
Actualmente no ha vencido. Todas las afirmaciones contrarias no son
más que los frutos de la ignorancia o de la charlatanería”... “En
este camino, Stalin da otro paso adelante cuando presenta el
movimiento Stajanov como el que ‘prepara las condiciones de la
transición del socialismo al comunismo’. El lector verá ahora
cuán importante era dar definiciones científicas de las nociones
que se utilizan en la URSS con fines de utilidad administrativa. El
socialismo, o fase inferior del comunismo, exige sin duda un control
riguroso del trabajo y del consumo, pero, en todo caso, supone formas
de control más humanas que las que ha inventado el genio explotador
del capitalismo. En la URSS vemos un material humano atrasado, que es
implacablemente forzado al uso de la técnica tomada del capitalismo.
En la lucha por alcanzar las normas europeas y americanas, los
métodos clásicos de la explotación, como el salario a destajo, son
aplicados bajo formas tan brutales y descarnadas que los mismos
sindicatos reformistas no podrían tolerar en los países burgueses.
La observación de que los obreros de la URSS trabajan ‘en su
propio beneficio’ no está justificada más que en la perspectiva
de la historia y con la condición, diremos, anticipándonos a
nuestro propósito, de que no se dejen degollar por una burocracia
todopoderosa. En todo caso, la propiedad estatal de los medios de
producción no transforma el estiércol en oro y no rodea de una
aureola de santidad al sweating system —sistema del sudor— que
agota la principal fuerza productiva: el hombre. En cuanto a la
preparación de la ‘transición del socialismo al comunismo’,
comienza exactamente a la inversa, es decir, no por la introducción
del trabajo a destajo, sino por la abolición de este trabajo
considerado como una herencia de la barbarie”.
Una
propuesta revolucionaria y socialista
Desde
la LORCI, corriente revolucionaria marxista, leninista, trotskista;
señalamos que una verdadera revolución social debe estar orientada
a la construcción de la sociedad comunista, y que las condiciones
mínimas para esto son la lucha contra el imperialismo, la
expropiación de la burguesía y la destrucción del Estado burgués
(5) -obstáculo cuasi absoluto para el desarrollo. Un desarrollo que
no sólo implica un aumento de la riqueza, sino un elevamiento de las
condiciones materiales, sociales y culturales, que preserve y
garantice el equilibrio ecológico. Para los marxistas, la necesidad
de la revolución social contra las transnacionales y la burguesía,
desde un punto de vista ecológico, es la necesidad de restablecer el
metabolismo del hombre con la naturaleza que fue roto por el
capitalismo. Marx, en los Manuscritos económico-filosóficos de
1844, contemplaba el comunismo como un naturalismo consumado:
“El
comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto
autoenajenación humana y, por tanto, como real apropiación de la
esencia humana por y para el hombre; por consiguiente, como total
retorno del hombre a sí mismo, como hombre social, es decir, humano,
retorno total, consciente y llevado a cabo dentro de la riqueza del
desarrollo anterior. Este comunismo es, como naturalismo consumado =
humanismo y, como humanismo consumado = naturalismo; es la verdadera
solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza y con el
hombre, la verdadera solución del conflicto entre existencia y
esencia, entre objetivación y propia manifestación, entre libertad
y necesidad, entre individuo y género. Es el secreto descifrado de
la historia y que se sabe como esta solución” … “la sociedad
es, por tanto, la cabal unidad esencial del hombre con la naturaleza,
la verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo consumado
del hombre y el humanismo consumado de la naturaleza.” … “La
historia es de por sí una parte real de la historia natural, de la
transformación de la naturaleza en hombre”.
Ni
la “economía verde” que patrocina el capitalismo, ni los
ecologistas eco-reformistas del capitalismo, ni los pachamamistas del
“Buen vivir” son una respuesta real a la crisis ecológica que
está generando el Estado capitalista burgués. Solamente mediante la
lucha de clases y el rol destacado de la clase obrera con un programa
y una estrategia revolucionaria para vencer a la burguesía y al
imperialismo, se puede abrir un nuevo camino en las relaciones
naturaleza y ser humano. En este sentido, frente a la preparación de
la IX marcha del TIPNIS, unamos la lucha indígena con la lucha
obrera, demandemos a los trabajadores para que tomen en sus manos las
reivindicaciones indígenas para volcarla contra la burguesía de
todos los colores y contra el actual gobierno frente populista del
MAS.
Notas
(1)
Hay que recordar que fueron los grandes bancos que provocaron la
crisis financiera y que fueron recuperados con millones de dólares
de fondos públicos, y que ahora -desde esta perspectiva- tendrá a
su disposición a la naturaleza para especular y realizar fabulosas
ganancias.
(2)
Stajánov, fue un célebre minero soviético, fue nombrado Héroe
del Trabajo Socialista en 1977 por ser ejemplo de sacrificio personal
dedicado al progreso de un país que estaba muy atrasado. De su
apellido deriva el estajanovismo. En 1935 consiguió extraer catorce
veces más la media de carbón que sus compañeros, que era de siete
toneladas: él extrajo, en seis horas, 102 toneladas. Entonces, la
propaganda soviética le escogió como modelo para el resto de
trabajadores de la URSS.
(3)
Alexandr Solschenizyn, nació en 1918 en la ciudad de Kislovodsk,
en 1945 fue arrestado por criticar y oponerse al régimen de
estalinista. Por esta razón pasó ocho años en un campo de
concentración, condenado a trabajos forzados, experiencia que le
serviría para escribir Un día en la vida de Iván Denisovich y
otras novelas. Su denuncia fue correcta, sin embargo, terminó
capitulando el capitalismo.
(4)
“En las cañerías se producían pulsaciones, ora la presión
era superior a la planificada, ora era inferior, pero los canales
penitenciarios nunca fluyeron vacíos. Por ellos corrían
constantemente la sangre, el sudor y la orina y, con ellos, todos
nosotros. La historia de este alcantarillado es la historia de un
incesante tragar y fluir, sólo que las crecidas alternaban con los
estiajes, y de nuevo venían las crecidas, los arroyos se juntaban,
ora más grandes, ora más pequeños, y de todas partes afluían
arroyos y arroyuelos, chorros de los desagües o simples gotas
aisladas.”… “Tampoco encontraréis aquí el azul cálido del
mar (aquí, para lavarse hay un litro de agua por cabeza; o para que
resulte más cómodo, ¡cuatro litros para cuatro personas, que deben
lavarse a la vez en un mismo barreño!). Salvo esto, todo aquello que
confiere a los puertos una atmósfera novelesca —la suciedad, los
parásitos, las blasfemias, el trasiego, la babel de lenguas y las
riñas— lo encontraréis de sobra.” (Extracto de la novela el
“Archipiélago Gulag”).
(5)
“EI Estado es el producto y la manifestación del carácter
irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en
el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de
clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la
existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son
irreconciliables.”… “Según Marx, el Estado es un órgano de
dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra,
es la creación del "orden" que legaliza y afianza esta
opresión, amortiguando los choques entre las clases” … “si el
Estado es un producto del carácter irreconciliable de las
contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la
sociedad y que "se divorcia cada vez más de la sociedad",
es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no
sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción
del aparato del Poder estatal que ha sido creado por la clase
dominante y en el que toma cuerpo aquel ‘divorcio’.”… “En
realidad, Engels habla aquí de la ‘destrucción’ del Estado de
la burguesía por la revolución proletaria, mientras que las
palabras relativas a la extinción del Estado se refieren a los
restos del Estado proletario después de la revolución socialista.
El Estado burgués no se "extingue", según Engels, sino
que ‘es destruido’ por el proletariado en la revolución. El que
se extingue, después de esta revolución, es el Estado o semi-Estado
proletario.
Nota
publicada originalmente en la revista Lucha
de Clases,
Nº 2. La Paz, Bolivia.