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David Ricardo ✆ Graziano Origa
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Alan Freeman | Este artículo discute la
relación entre ley y contingencia en la formación del valor. Comienza con una
afirmación de Marx ampliamente ignorada, repetida a lo largo de sus trabajos,
de que la igualdad entre oferta y demanda es contingente y su no igualdad
constituye su ley. Esta altamente compleja y original idea nos lleva a pensar
el capitalismo, y al mercado, como una entidad que se perpetúa a sí mismo al
fallar en perpetuarse: es el hecho de que la oferta diverge de la demanda lo
que causa que el sistema continúe, no el hecho de que la oferta y la demanda se
igualen, lo cual es únicamente el caso de un promedio estadístico y nunca
ocurre exactamente.
Esta diferencia fundamental y no reconocida
entre el enfoque de Marx y el de los clásicos también distingue a Marx de la
mayoría de los economistas modernos, quienes se han enfocado en el equilibrio
como el principio definitorio de facto del cual se puede deducir el valor. El
problema es precisamente el opuesto: es definir una concepción del valor que no
requiera del equilibrio y que no suponga que la oferta y la demanda se igualan,
de que los bienes se vendan, de que las ganancias se iguales o de que se
cumplan cualquiera de las propiedades ‘tipo ley’ de un mercado ideal. Las propiedades ‘tipo ley’ de un mercado deben
deducirse entonces como resultado de la dinámica, que es temporal, del
comportamiento del mercado expresado en términos de la interacción entre el
valor bien definido y el valor de uso. Para que ese concepto de valor pueda
tener aplicabilidad universal, el precio debe ser reformulado como una forma
del valor y el dinero teorizado sobre este fundamento.
Marx
y la ley ricardiana del valor
◆ “Los
economistas vulgares prácticamente no tienen idea sobre la naturaleza del
valor, por consiguiente toda vez que desean considerar el fenómeno en su
pureza, a su manera, asumen que la oferta y la demanda son iguales” — Marx, El Capital, Tomo I, p.260.
◆ “Para poder descubrir cómo la expresión
simple del valor de una mercancía reside oculta en la relación de valor entre
dos mercancías, debemos, primero a todo, considerar la relación de valor
independiente de su aspecto cuantitativo. El procedimiento usual es
precisamente lo opuesto a esto: en la relación de valor únicamente se ven las
proporciones en las que cantidad definidas de dos tipos de mercancía cuentan
como iguales entre sí. Se pasa por alto que las magnitudes de diferentes cosas
únicamente se vuelven comparables en términos cuantitativos cuando han sido
reducidas a la misma unidad” — Marx, op cit, p. 141.
En sus trabajos iniciales sobre la economía
política, en una formulación repetida y expandida a lo largo de su vida, Marx
(1975: 260) ofrece una crítica a la raíz y ramas del concepto ricardiano de
‘ley económica’:
Tanto al
preguntarse sobre las relaciones del dinero y el valor del metal y en su
demostración de que el costo de producción es el único factor en la
determinación del valor Mill sucumbe al error, hecho por toda la escuela de
Ricardo, de definir una ley abstracta sin mencionar las fluctuaciones o la
suspensión continua a través de la cual surge.
Si, por
ejemplo, es una ley invariable que en el último análisis – o, más bien, en una
coincidencia esporádica (accidental) entre la oferta y la demanda – el costo de
producción determina el precio (valor), entonces sigue siendo una ley
invariable que estas relaciones no obtienen, es decir que el valor y el costo
de producción no tienen relación de necesidad alguna.
En
efecto, la oferta y la demanda únicamente coinciden momentáneamente gracias a
una fluctuación previa de la oferta y la demanda, a la disparidad entre el
costo de producción y el valor de cambio. Este es el movimiento real, entonces,
y la ley mencionada arriba, no es más que un momento abstracto, contingente y
unilateral en ella.
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Alan Freeman |
Esto contrapone dos tratos radicalmente
diferentes de la misma cuestión: dado que el valor no aparece abiertamente más
que en la forma de precio, y dado que el valor no se ve afectado por la oferta
y la demanda, mientras que el precio mismo fluctúa con su movimiento, ¿qué
posible relación puede existir entre valor y precio? La respuesta ricardiana,
de la que Marx se separó por el resto de su vida, es investigar en qué
proporciones se debe intercambiar los bienes para igualar la oferta y la
demanda. Así el valor se reduce a un tipo especial de precio. La respuesta de
Marx, el polo opuesto, es preguntarse qué relaciones hacen que el intercambio
sea posible, sin importar la oferta y la demanda. De esta manera, el precio se
explica como una forma de apariencia del valor.
Las dos concepciones se oponen como se oponen
lo imaginario y lo real. La ley abstracta Ricardiana, suponiendo una relación
que nunca ocurre, impone precios y valores ideales a la realidad. La ‘no menos
ley invariable’ de Marx, insistente sobre un movimiento que siempre ocurre,
impone precios reales y valores reales a la imaginación.
La teoría económica se bifurca con esta
crítica. El propósito de este artículo es explicar por qué.
En la extensa discusión sobre el valor durante
la posguerra, todas las posiciones aceptaron que existen al menos dos
determinaciones diferentes para la magnitud del valor y/o precio: por un lado
en términos de tiempo de trabajo y en algún sentido y por otro lado, en cierta
medida, una en ‘cantidades físicas’ o valores de uso.
Este artículo argumenta que la determinación
de la magnitud del valor o del precio en términos de valores de uso es tanto
cualitativamente como cuantitativamente incompatible con la determinación en
términos de tiempo de trabajo. Rastrea el origen lógico del concepto de valor
de valor de uso — ‘wealth’ opuesto a ‘riches’— al talón de Aquiles del
enfoque ricardiano y el objetivo de la crítica de Marx, que es, la
presuposición de la igualdad entre oferta y demanda.
Este enfoque ha evolucionado a un paradigma —el equilibrio, la estática comparativa o el enfoque simultáneo— que domina toda la economía, incluyendo los escritos postsraffianos y la mayoría de los
escritos marxistas- Mostraré que éste vuelve incompatible toda la teoría a la
propia teoría de Marx. No existe reconciliación posible entre los valores o
precios de producción de Marx por un lado, con los ‘precios naturales’ clásicos,
precios de largo plazo neoclásicos o precios sraffianos por el otro. Los dos
conceptos son tanto cualitativa como cuantitativamente distintos.
La crítica de Marx a la escuela ricardiana lo
condujo a una teoría del valor alternativa. El núcleo de esta teoría es su ley
del valor, la cual no sólo adopta su alternativa radical al equilibrio, sino
que rechaza el concepto de valor puramente cuantitativo de Ricardo. Para Marx,
aplica una ley cuantitativa a los objetos con una sustancia o esencia
cualitativa idéntica. Todos los precios y todos los valores deben ser reducidos
a trabajo abstracto antes de que pueda afirmarse o investigarse una ley que
gobierne su relación. Esto es imposible en un marco de equilibrio y es
indispensable en un marco donde no hay equilibrio.
Mostraré que la diferencia entre Marx y
Ricardo va más allá de esta distinción cualitativa una vez que la economía se
aleja de la estasis, esto es, en cualquier economía real. Así, cualquier
enfoque de equilibrio determina necesariamente tanto el precio como el valor a
la manera neoclásica, por la cantidad de valor de uso y no a la manera de Marx,
por la cantidad de tiempo de trabajo.
Esto es porque ni los valores de equilibrio,
ni los precios de equilibrio pueden funcionar realmente como precios: no pueden
servir como la base para algún intercambio real. La argumentación de que tales
‘precios’ son concretos o empíricamente accesibles con falsos: los precios de
equilibrio son un concepto de valor oculto que buscan explicar lo que se
observa en términos de algo no observable directamente. Sin embargo, a
diferencia de los valores de desequilibrio de Marx, cuyo punto de partida es un
mercado real que existe por su movimiento, los precios de equilibrio presuponen
un mercado ideal que no puede existir porque no tiene movimiento. Mientras que
los valores de Marx sí existen y subyacen lo que se observa, los precios de
equilibrio no existen y no pueden subyacer lo que se observa.
Esto define su función ideológica debido a que
la falla de mercado no puede derivarse de una teoría que asume a priori que el
mercado funciona. Pero también los vuelve incapaces de desarrollar una función
científica, esto es, representar la realidad.
El ‘problema de la transformación’ no deja de
existir. Aun así debe explicarse y medirse la relación entre esos precios y los
precios de mercado reales. Se desaparece por una asunción dogmática, afirmada
sin prueba alguna, de que los precios de equilibrio aproximan el comportamiento
de los precios reales. Mostraré que esto es necesariamente falso porque
ningunos precios reales podrían aproximarse de esta manera. Si, abandonando
este dogma, transformamos los precios de estática comparativa de tal manera que
los bienes puedan intercambiarse a estas razones, la cantidad de dinero por la
cual se intercambian no se determina por el tiempo de trabajo gastado en su
producción, sino por la magnitud de valor de uso, contradiciendo claramente el
concepto de valor de Marx.
Este problema simplemente no surgen ya sea con
los valores o los precios de producción de Marx, los cuales, cuando se
determinan sin asumir el equilibrio, son perfectamente capaces de funcionar
como la base de intercambio y no violan la determinación del valor por la
magnitud del tiempo de trabajo.
Cuatro apéndices respaldan al artículo. El
primero explica nuestro enfoque a la teoría, distinguiendo la interpretación de
dos formas de dogmatismo: la hermenéutica, o la derivación de la verdad de los
textos y el solipsismo, o imponer el significado del lector al texto del autor.
El segundo apéndice provee evidencia textual de que la crítica de Marx a
Ricardo se convirtió en el centro de su desarrollada teoría del valor. El
tercero provee evidencia de la correspondencia entre esta teoría y la
interpretación temporal y de sistema único de este concepto de valor. El cuarto
establece la identidad lógica entre cuatro conceptos equivalentes en la
economía: la presunción ricardiana de que la oferta iguala a la demanda (la Ley
de Say); el equilibrio, estasis o crecimiento proporcionado; estática comparativa,
la forma moderna del equilibrio; y la determinación algebraica o simultánea del
valor y del precio como puntos fijos de un sistema que se auto-reproduce.
Traducción del inglés por A. Sebastián Hdez. Solorza